MÉDICOS, PACIENTES Y LOS “PAPELES” UN EJEMPLO DE INDIFERENCIA Y DE INCOMPETENCIA Todo acto clínico incorpora, como ingrediente indisociable, la formalización de una serie de inevitables y necesarios documentos, de “papeles”. Una receta con el tratamiento para que pueda ser facilitado en la farmacia, el volante para un análisis, para una radiografía o la derivación a otro médico cuando se considera necesario, son inevitables y el médico solo entiende que ha finalizado el acto clínico tras dar por cumplimentada esta tediosa pero inexcusable tarea. Es lo que denominamos “burocracia necesaria”. A lo que aspiramos los médicos, es a que sea la indispensable y se lleve a cabo en el lugar más racional. Cualquier otro papeleo, prescindible, con nulo contenido clínico, malemplea el recurso más escaso, el más preciado: el tiempo. Un recurso demandado de igual modo por médicos y por pacientes que sufren las consecuencias de su carencia. Resulta, por tanto, difícil de entender cómo estos profesionales malgastan un bien tan valioso en cumplimentar formularios, informes de todo tipo sujetos al capricho de cualquier ocurrencia, recetas de largo tratamiento, etc. hasta colmar el 30% de su tiempo. No es esta una situación nueva, ni privativa de los médicos de Aragón. Pero tampoco aquí nos consuela el mal de muchos. Resulta cuanto menos sonrojante que durante años muchos profesionales médicos hayan tenido que dedicar un tiempo no disponible a sellar a mano la totalidad de sus talonarios de recetas, con el conocimiento y aquiescencia (el silencio y complacencia, otorga) de la empresa que mensualmente abona nóminas de profesionales cualificados para tareas de contenido exclusivamente administrativo. Es cierto que la informatización ha resuelto algunos de estos trámites, pero no lo es menos que pretende la incorporación de otros. Por otro lado, no ha dado respuesta a otra serie de ocupaciones burocráticas y problemas asociados a estas tareas, como por ejemplo su delegación con frecuencia creciente en los médicos de Atención Primaria. Las tareas burocráticas deben resolverse en el nivel asistencial que las genera, es decir, allí donde se produce la consulta del paciente. Hay muchas razones para que esto sea así, y ninguna para que lo deje de ser. La prescripción de un determinado tratamiento sin el correspondiente informe es motivo de potencial riesgo para el paciente (errores en la comprensión y transmisión de la información hecha a través del propio paciente) y dificulta su adecuado seguimiento. No obtener en las mismas consultas o en las urgencias hospitalarias, las recetas, los volantes de análisis, etc., es motivo de pérdida de tiempo para el paciente o sus familiares que deben buscar quien se las haga y para el profesional de Atención Primaria, que es quien termina haciéndolas, bajo el perverso argumento de la accesibilidad y los problemas que ocasionaría el no hacerlas. Pero hay más tareas burocráticas “innecesarias y evitables”: justificantes de asistencia (también a menores que vienen acompañados de sus tutores legales, sus padres), informes de todo tipo (balnearios, idoneidad física para hacer yoga, aptitud para oposiciones y diversidad de pruebas físicas, etc.). En fin, modalidades diferentes y variadas de ocupación de un recurso tan escaso, y tan reclamado, como es el tiempo. Han transcurrido más de dos años desde que se inició un movimiento en varias Comunidades Autónomas, que entendemos debe ser imparable y que pretende resolver por fin este problema. Los médicos de Atención Primaria de Aragón nos incorporamos a esta iniciativa hace ahora más de un año. Durante este periodo un grupo de médicos de Atención Primaria hemos trabajado proponiendo alternativas y soluciones a este problema. Es una lucha más por recuperar la dignidad del trabajo en Atención Primaria, eliminando de la consulta tareas “inútiles y evitables” vacías de contenido clínico y que solo perviven por la inercia y las deficiencias organizativas del sistema. Un número significativo de las soluciones propuestas no hacen sino recordar la legalidad vigente e, incluso por encima de eso, hacen una llamada al sentido común y a criterios de buen hacer profesional. Otras se centran en buscar una mejora de los enrevesados circuitos administrativos de nuestra sanidad pública que perviven sin que nadie acierte a explicarse el porqué, ocasionando inconvenientes, sino perjuicios, a pacientes y médicos. Estas reivindicaciones y la voluntad de colaborar en su solución fueron planteadas a los dirigentes del SALUD. Su actitud fue receptiva y comprometida en la búsqueda de soluciones, ante un problema que reconocieron como real y cuya solución no debía demorarse por más tiempo. Superado el año de propuestas, reuniones, citas reales y fallidas, el grupo de médicos que ha dedicado tiempo y trabajo a esta tarea quiere manifestar aquí su desencanto ante la lentitud e ineficacia de la administración sanitaria en ofrecer respuesta a un problema real, reconocido como tal, que no requiere inversión presupuestaria y que contribuye al deterioro de la situación actual y al desencanto de los profesionales. Entendemos que el problema es complejo y requiere la colaboración de todos. La administración pública y sus dirigentes deberán informar, coordinar y distribuir funciones entre los diferentes estamentos, reorganizando recursos y emitiendo las instrucciones necesarias que deberán tener el oportuno seguimiento para que no vuelva a ser otra iniciativa malograda. Estamos convencidos de que la solución a estos viejos problemas no puede tener otro resultado que la mejora en la atención a los pacientes. En este sentido, esperamos contar con la colaboración y comprensión de nuestros pacientes, si en alguna ocasión estas medidas les ocasionan alguna molestia como consecuencia de equívocos o faltas de coordinación. Nuestro compromiso es dar solución a los problemas ocasionados por la creciente burocracia en las consultas de Atención Primaria. Nuestra esperanza es que todos sabrán entender el beneficio de estas mejoras.