Anarquía para los cuñados Por debajo de estas libertades están las del ciudadano común, a saber: la libertad de callarse, la de abrir un pequeño negocio con la venia del señorito, y la de conducir un utilitario. El resto de libertades (las políticas, las de reunión pacífica, la de prensa, la de cátedra) serán denominadas libertinaje y proscritas en la medida de lo posible, llamando a los grises si es necesario, o en su defecto a su versión democrática de diseño. Entre estos votantes la cosa está clara: que al subsecretario le ha regalado cuatro trajes su cuñado, pues y qué, si son todos unos ladrones (pero no nos equivoquemos, porque en este enunciado el atributo ladrones no es tan despectivo como parece, y en cualquier caso el que lo emite va a votar derechas aunque sea lo último que haga). Conviven en esta región dos ideas homónimas que significan cosas totalmente diferentes: el primer ´todos los políticos son iguales´ significa perdona a estos tipos y sigue votándoles porque las cosas son así, mientras que el segundo ´todos los políticos son iguales´ significa no votes. Léanse estas ideas de derecha a izquierda, ya me entienden. Se me recordará que inmediatamente después de la transición, con el desarrollismo sesentero aún fresco en la memoria, el voto era aplastantemente izquierdista y los conservadores no consiguieron nada hasta veinte años más tarde. Contestaré dos cosas. La primera: que las cosas malas son las primeras que se borran de la memoria. La segunda: que esos veinte años son los que esta sociedad sureña se otorgó para crear una alternativa socioeconómica viable a la legión de cuñados, con el resultado que todos conocemos con vergüenza. Tras las dos décadas de gestión socialista, y generalizado (casi estoy por decir que con razón) el estigma de que aquí quien no corre vuela, el votante empieza a creer que no hay alternativa a los cuñados aficionados a los clubes de fútbol, al destajismo constructor, a los campos de golf, a la obediencia y a la pleitesía cuatrianual. Muy poco tiene que ver nuestra derecha con la del resto de Europa: si la de aquí abarca un espectro político tan amplio es en gran medida porque está fundada en torno a esa fábula que acabo de bosquejar y que le permite a sus líderes seguir defendiendo la energía nuclear en plena catástrofe japonesa, por ejemplo, mientras que a Angela Merkel le va a costar el sillón. Anacronismos como el plan de trasvases, los proyectos de urbanización total de la costa o la megalomanía de los nuevos aeropuerto internacional y dársena de El Gorguel no suscitan más que la tristeza y el asombro entre los conservadores europeos, para quien esta identificación emocional con los últimos años de la dictadura es cosa de fantoches. Como esa complacencia contra quien emplea sin contrato y en condiciones de semiesclavitud, y esa ferocidad contra el inmigrante en situación irregular. Como la alergia a la memoria histórica, y la adicción al revisionismo pseudohistórico. Como cualquier cosa que diga Mayor Oreja, etcétera. Pero, amigos, todo tiene un límite. Las fábulas, hasta las más populares, tienen fecha de caducidad: póngansela ustedes a la del trasvase ahora que Castilla-La Mancha y Aragón han cambiado de signo político, por ejemplo. En la era dospuntocero es casi imposible escapar a la fiscalización de Internet, y más si eres el cuñado de alguien. Baños éticos masivos, como el que está teniendo lugar ahora mismo en las acampadas de Democracia Real Ya, pueden suponer el despertar político de generaciones enteras, y la ficción que en este momento ha llevado a algunos a la cresta de la ola puede significar que en un momento posterior se vean 1/2 Anarquía para los cuñados obligados a sumergirse bajo ella. Ese amplio grupo demográfico de tendencia conservadora que atesta los colegios electorales cinco minutos después de su apertura, ante la alta abstención de los más jóvenes, irá siendo sustituido poco a poco por otro. De ese otro aún sabemos muy poco, pero lo que sí sabemos (podemos deducirlo por ejemplo de la nula aportación ideológica de Nuevas Generaciones) es que actuará movido por otras prioridades. Que su credo político no empezará por «Anarquía para los cuñados». Publicado en La Opinión 25/06/2011 2/2