Crónica de una suerte anunciada Hubo que ampliar las instalaciones y pasamos de un bajo en la ciudad a una nave mucho mayor en el polígono donde desenvolverse mejor, acopiar material y medios auxiliares, además de contratar un contable y un asesor fiscal; ya no servían las facturas pinchadas en un gancho de alambre colgado de la pared, había que ordenar y regularizar las cuentas ante la tesitura que iba tomando la facturación y la presencia en la plantilla de sin papeles que no podían ser dados de alta, de con IVA o sin IVA, de letras a noventa días y pagarés de dudoso cobro, así como de la gestión de créditos para la ampliación del negocio que hubo que avalar con garantías personales y familiares, el piso y el local de la ciudad. Estábamos ganando mucho dinero y nos compramos el merceditos, la parcelita y el chalet en la playa previa financiación, porque no se podía pagar a tocateja, ya que la procedencia del dinero era un poco negra y había que lavarlo de alguna manera. De la noche a la mañana, cegados por la ambición nos convertimos en presuntos ilegales, sin IVA, sin papeles y con dinero negro, lo suficiente incluso como para afectarnos ideológicamente. Éramos votantes de izquierda, de la izquierda social, de la del Estado del bienestar, de la de los cien años de honradez, de la anticapitalista, de la de los trabajadores. Pero las cosas habían cambiado, nos convertimos más en empresarios que trabajadores, habíamos alcanzado el Estado del bienestar, nos habíamos hecho conservadores y pequeñoburgueses y, por lo tanto, la izquierda ya no era cosa nuestra. Nos pasamos a la derecha, una derecha que nos resultaba muy cómoda porque no pretendía cambiar nada sino dejar las cosas como estaban y nos venía muy bien. Además, la derecha era mucho más tolerante con las corruptelas y los deslices económico-fiscales en que nos habíamos metido y porque al fin y al cabo había que ser justos con los Gobiernos conservadores que con el auspicio de Aznar-Cascos nos habían llevado a tanta prosperidad. Ante tanto contrato y tanta obra, había que acelerar los trabajos, lo que junto a la mano de obra inexperta fue en detrimento de la calidad, hubo que deshacer y rehacer los trabajos mal hechos y se puso en cuestión el buen hacer y el prestigio de la empresa, hasta que llegó la hora de la verdad, la crónica de una suerte anunciada: no se vendían pisos y con pagarés impagados, cheques sin fondos y letras innegociables era imposible hacer frente a proveedores, préstamos, hipotecas, salarios y Seguridad Social. Solución: despidos, paro, suspensión de pagos, quiebra, ejecuciones hipotecarias, cierre del negocio y ruina total. Mientras tanto y en espera de volver a los viejos tiempos seguiremos votando a los conservadores. ¿Por qué? No lo sé. 1/2 Crónica de una suerte anunciada La banca siempre gana y se fue quedando con todo, pisos, solares, suelo y fincas, todo lo hipotecable menos con el dinero y esa es la gran pregunta que todos nos hacemos: ¿Dónde esta el dinero? ¿Dónde están los billetes de 500 euros? Si no los tienen los bancos ¿quién los tiene? El dinero es un bien tangible que no desaparece, solo cambia de manos, pero ¿en manos de quien está? ¿de los paraísos fiscales, de los ricos, en las cajas fuertes o debajo de una losa? Esta es la crónica y la cuestión. http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2011/07/23/cronica-suerte-anunciada/339037.html 2/2