La "ciencia" económica (La Opinión, 29-05-2005) Quien escribe estas líneas en realidad describe el funcionamiento de esta doctrina funcional que tuvo que memorizar durante tres malos años. Quien aquí escribe fue, en realidad, un diplomado en Ciencias de la Competencia y la Depredación Empresarial, igual que esos que llaman 'especuladores' o 'desestabilizadores' del mercado. Además, con la ingenuidad del diploma y de creer que sabía algo. En tres años estudié la llamada ciencia 'pura' y 'objetiva' de la Economía Política, eso que hace 150 años llamó Marx 'ideología'. Marx, por cierto, ese estudioso de las crisis cíclicas del capitalismo, era un pecado que nunca escuché en tres años (ni siquiera en Historia de la Economía). En tres años aprendí a vender (la ciencia del marketing), a maximizar ganancias y minimizar pérdidas (la ciencia contable), a expresarme en algoritmos (la ciencia alegórica de la Estadística), a definir el Fondo Monetario Internacional como un banco que ayuda a los países pobres (la economía mundial), y así sucesivamente, hasta convertirme en un ignorante diplomado que no sabía leer ni escribir más que fórmulas matemáticas y dogmas pseudocientíficos. Fue entonces, después de un largo período de desintoxicación numérica, cuando descubrí que para la ciencia económica, esa teoría de cómo dar de comer a los financieros a costa de poblaciones famélicas, no existe el ser humano sino el capital humano, no existe la ética empresarial sino la estética de la voracidad, no existe el bien sino el beneficio, no existe más valor que el valor de cambio, no existe la ecología sino la eurología. La economía informal, que es la normal en la mayor parte de países del mundo, es un escándalo para la contabilidad y la razón. La educación bancaria te enseña a invertir bienes y capitales para obtener ganancias, pero no sabe, ni entiende, ni quiere recordar si genera pobreza o depredación ecológica. Es incapaz de explicar sus relaciones amorosas con los paraísos fiscales, el estrés laboral, el mecanismo de la especulación financiera mundial, el expolio de recursos naturales en los países del Sur y del Norte, el carácter estructural y creciente del paro en Europa, la concentración de la riqueza en unos pocos y el incremento de la pobreza en una mayoría del planeta, o la formación de burbujas inmobiliarias como en España. Esas impurezas, llamadas 'externalidades', no corresponden a la ciencia económica, pues, a lo sumo, corresponden a las ciencias de la pobreza o la ciencia de la insostenibilidad. Cuando le presta atención es para sentenciar la miseria como el justo castigo por la ineficiencia. La educación bancaria, descontextualizada y disfrazada de leyes numérica metahistóricas, te enseña a ver clientes donde hay humanos, a crear deseos y necesidades insaciables donde antes no existían, a estimular la competencia donde antes primaba la cooperación, a vencer en el presente sin preocuparte por las consecuencias negativas en el futuro. Esta falacia de la ciencia económica se podría aplicar a muchas otras ciencias y su ejercicio profesional, y en ello tienen las universidades mucha responsabilidad. En esta falacia, los 'hechos' no tienen nada que ver con los 'valores'. Cada ciencia posee sus 'leyes' y cada profesional cumple sus 'funciones' conforme a la 'ley'. La ética y la responsabilidad social 1/2 La "ciencia" económica (La Opinión, 29-05-2005) parecen recluidas en las instituciones de caridad. Con este modelo de 'educación bancaria' tan extendido parece explicable la resignación con que hoy se acepta socialmente la 'naturalidad' de las crisis económicas y la existencia del paro 'estructural'. Con este modelo de 'educación bancaria', donde nadie es responsable de nada, también parece 'razonable' que los políticos, antes de servir a sus ciudadanos, tengan que obedecer a las Cajas de Ahorros, como en el caso de los Gobiernos regionales, o a la Banca, el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional, como es el caso del Gobierno de Zapatero. ALEJANDRO MORENO LAX es miembro del Foro Ciudadano de la Región de Murcia http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2010/05/29/ciencia-economica/249870.html 2/2