La Cancelación Tóxica

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La Cancelación Tóxica.
Trabajo publicado en “La Clínica en el Hospital Publico. Consecuencias psíquicas de
la devastación del lazo social” Publicación del Centro de Salud Mental Nº 3 Dr
Arturo Ameghino. Año 2001.
Viviana Fanés.
Psicóloga Clínica, Ex Miembro de TyA, grupo de investigación en toxicomanías y
alcoholismo.
Becaria Honoraria Hospital J.T Borda, Servicio Nº 17. Docente de UBA facultad de
Psicología.
Miembro de Equipo de toxicomanía y Equipo de Adultos del Centro Medicus de
Psicología Medica.
vifan@uolsinectis.com.ar
A la memoria de Héctor Braun,
.
Hace varios años, comencé mi trabajo con pacientes toxicómanos en el hospital Borda,
desde 1998 integro el equipo de toxicomanías de una medicina prepaga. Los obstáculos
en la clínica me llevaron tratar de ubicar el funcionamiento de estos casos despejando la
función del tóxico en cada estructura.
Quiero plantear un abordaje posible en casos cada vez mas frecuentes en la clínica
diaria, que por elección y por medio de una droga se sustraen del intercambio simbólico.
Los mismos constituyen para nosotros como analistas un desafío con muy pocas
probabilidades de éxito, en el intento de restablecer ese lazo cancelado.
La elección del titulo, la he tomado de Freud, buscando referencias acerca del tema en
su obra, el mismo toma la idea de una cancelación tóxica (1) tanto en referencia al
alcohol como para cualquier otra droga. Me resulto interesante dado que ayuda a
despejar la vieja discusión planteada donde se piensa la toxicomanía como una entidad
clínica. Sabemos que puede aparecer en las tres estructuras y que la función del tóxico
es diferente en cada una y particular en el caso por caso. Aquellos que trabajamos para
entidades donde se nos exige un diagnóstico planteado desde el DSM VI, debemos tener
claro este enfoque a la hora de pensar la dirección de la cura.
Desde este planteo, no es lo mismo pensar que le produce la droga a un sujeto, que
despejar que hace ese sujeto con el tóxico. (Expresado de esta manera por Nestor
Braunstein)
Podemos situar diferentes funciones de la droga en las tres estructuras como barrera
contra un goce intolerable, Por ej. : en las psicosis: oficiando como limite a un proceso
1
de desencadenamiento, o bien, favoreciendo o no la estabilización en el armado de una
metáfora delirante. (2)
Vinculada mas a la perversión: como voluntad de gozar y en las neurosis: Un modo de
respuesta frente a una vacilación fantasmática.
Pero sin duda, el recurso al tóxico hay que pensarlo mas del lado de una ruptura que de
la formación de compromiso.
Esto no es una novedad, ya Lacan, en su tesis doctoral, (3) toma el tema de las psicosis
tóxicas, allí se apoya en los autores de la escuela alemana quienes reconocen que los
trastornos mentales por intoxicación dependen mucho más de las disposiciones
anteriores del sujeto, señalando que es preciso ver en la intoxicación misma no una
causa primera, esto nos permite leer, que el tóxico no puede sacarle a la estructura, lo
que esta no tiene. No me refiero a los trastornos alucinatorios, sino a lo que concierne al
fenómeno elemental.
Cuando se piensa la toxicomanía como entidad clínica, el énfasis esta en la droga y no
en el hecho clínico que se nos presenta.
De entrada, como analistas nos topamos con un obstáculo. No podemos valernos del
dispositivo analítico tal como lo hacemos en otros casos, el abordaje no responde a la
proposición habitual. Es necesario implementar ciertas tareas previas. En general no son
pacientes que consulten por cuenta propia, así, el tratamiento se presenta como impuesto
y bien sabemos que la demanda forzada tiene como destino el fracaso. Necesitamos
otras herramientas, el trabajo requiere en una primera fase un dispositivo de sostén, en
el cual seguimos a distancia el relato de la relación del sujeto a la droga. Es la parte más
difícil y más importante del tratamiento porque nos arroja datos clínicos con relación a
la estructura. El modo de iniciación, la droga que prefiere, el relato de los estados
buscados y las condiciones bajo las cuales se consume, muestran el fenómeno clínico.
Del modo discursivo se desprende una posición en la cual nada les falta, es frecuente
que se muestren descalificando al analista por suponer nuestra ignorancia con respecto
al efecto de las drogas, buscan atraparnos en los relatos de sus experiencias con una
pseudo certeza. Así el no saber queda de nuestro lado. En realidad, es fácil deducir que
lo que buscan es cierta certificación de nuestra parte, trampa en la que no hay que caer;
poco lugar nos dan para la maniobra, no se puede certificar pero tampoco negarlo. Si
tanto necesitan de nuestra aprobación es porque tanta certeza no tienen.
Por ejemplo, un paciente me relataba sus estados de éxtasis sexuales acompañados por
la cocaína, solo consumía con su pareja, era muy difícil poder entender cual era su
verdadero partenaire en esa escena. La simple indagatoria acerca de sus relaciones
anteriores, marcó su imposibilidad histórica de acceder a una mujer antes de recurrir a la
cocaína. Le señalo que eso era lo único que él conocía, lo cual produce un efecto de
sorpresa, responde: ”que... hay más?” a partir del cual se pregunta acerca de esta
imposibilidad, pasando su relación a la droga a un plano diferente.
Dentro de este dispositivo, el segundo paso, es enunciar una indicación, en cuanto
encuentro el espacio, les recomiendo que frente al impulso a consumir antes de hacerlo
me llamen.
Esta herramienta podría ser bastante molesta de sostener, pero la mayor parte de las
veces, la sola aparición de esta idea ya es eficaz. Luego me entero que han pasado la
noche sin dormir, sin haber podido consumir y muchas veces confiesan que no han
podido llamar porque se quedan pensando acerca de cual será el objeto de mi indicación
y lo que más les llama la atención es que no les he prohibido nada. Otros casos llaman
2
durante el ¨bajon¨ lamentando la recaída, cualquiera sea el modo en que este llamado se
inserta entre el impuso y el consumo es ya un punto de partida que conlleva efectos
significativos.
Ahora bien, ¿qué es lo que les impide a estos sujetos otra salida? ¿Qué los deja presos
de una suerte de impulsión donde todo se reduce a manifestaciones somáticas
indiferenciadas irreductibles al tratamiento por vía del significante?
Pensemos en un exceso pulsional de tal magnitud que no puede ser tramitado
psíquicamente.
En varios textos, el mismo Freud alude a un aspecto tóxico de los procesos anímicos y
dice que es muy de lamentar que esto haya escapado hasta ahora a la investigación
científica.
Mi hipótesis seria pensar en esta vía, que la recurrencia a un tóxico como una respuesta
a esta imposibilidad de tramitación psíquica de dicha acumulación tendría el objetivo de
modificar mediante la introducción de un tóxico en el cuerpo algo de la economía
libidinal, tal como Freud lo expone en más allá del principio del placer, allí donde al
final del capitulo IV, nos advierte que en perturbaciones graves de distribución de la
economía libidinal, pueden ser canceladas temporalmente por una enfermedad orgánica,
es posible pensar en esta línea que frente a la falta de tal recurso al síntoma, bien puede
la introducción de una droga cumplir análoga función.
En el Manuscrito E (3), Freud, se pregunta por el origen de la angustia, no cuenta aun
con el circuito de la pulsión, y todo exceso pulsional es tratado allí como acumulación
de tensión sexual física, que se traspone en una angustia que no puede ser tramitada por
vía de la representación, en el camino de este texto Freud separa la neurastenia de la
neurosis de angustia y es este factor económico sin posibilidad de tramitación lo que las
deja por fuera de la transferencia.
La teoría traumática de los primeros tiempos de Freud, exceso de excitación, es este
goce que estará mas allá de la tramitación y que solo puede ser amortiguado por el
enganche con lo simbólico.
Este es el punto en el cual a nosotros también se nos complica poner a funcionar el
dispositivo.
¿Cómo podríamos pensar, en estos casos, cualquiera sea su estructura, que frente a una
irrupción que se presentaría de manera automática, el impulso inmediato sea introducir
una sustancia en el cuerpo para producir efectos sobre ¨algo¨ que resulta insoportable?.
En mi experiencia con estos casos, me vi obligada a despejar la función del tóxico en
cada uno de ellos. Si bien esa particularidad existe, es posible reducir a un factor común,
que es la irrupción económica imposible de tramitar y cuya única salida seria emplear
un recurso sin resto aparente, no encontramos ni la salida conversiva ni falso enlace. La
modalidad defensiva queda mas del lado del rechazo y no solo para lo que devendrá una
lógica psicotica, de ahí que se verifique que no todo lo que se presenta con tal fachada
resulte de esa estructura.
Si el sujeto se produce en el punto de articulación de dos Otros, el Otro de los
significantes y el Otro del cuerpo gozante, los casos que hoy nos ocupan muestran que
hay una falla en el punto de articulación, allí donde se verifica una predominancia del
Otro gozante donde quedan privados de un lugar en el intercambio simbólico, lugar que
los empuja a intentar una cancelación de tal irrupción por vía del método mas tosco,
pero mas eficaz, tal como lo dice Freud en el malestar en la cultura.
Para concluir: Nos confrontamos con una clínica que nos demanda la construcción de
una dimensión subjetiva que no encontramos de entrada.
3
La necesidad de incluir una etapa de tareas previas, nos permite preparar condiciones
para instalar el dispositivo.
La idea de incluir un llamado entre el impulso y el consumo es solidaria con la
posibilidad de confinar el goce a través de la intervención de la palabra. Un recurso que
apunta a reconducir el exceso económico.
La cancelación tóxica no es más que un modo de respuesta a esta imposibilidad de
tramitación psíquica, que los empuja a operar por vía de la inclusión de una sustancia
que modifique momentáneamente la irrupción pulsional.
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Referencias Bibliográficas:
Freud, Sigmund, Obras Completas AE.
Manuscrito E, AE, I, pag. 230
Manuscrito G. AE. I
Manuscrito B. AE. I
Proyecto de una Psicología para Neurólogos. AE. I parte II, punto I
La Represión. AE. XIV. Pag. 141, 142.
Inhibición, síntoma y angustia, AE. XX. Cap. VIII, IX.
Las Neuropsicosis de defensa. AE. III.
Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis. AE. VII.
Contribuciones para el debate sobre el onanismo. AE. XII.
El Malestar en la cultura. AE. XXI. Cap. I, II.
Lo Inconsciente. AE. XIV.
Duelo y Melancolía. AE
Lacan Jacques.
Seminario XI, cap. V, XIII, XIV. Paidos, Ed Bs. As 1995
Tesis Doctoral: De las psicosis paranoicas, en su relación con la personalidad. Ed Siglo
Veintiuno. 1932. Psicosis paranoica: Determinación Orgánica, punto III, pag. 109/112.
Edición México 1976.
JC.Cosentino:
Construcción de los conceptos Freudianos I, Manantial, 1999. Parte III La estructura del
aparato psíquico: Tiempo de la excitación.
Comunicación personal.
Héctor Braun:
Seminario “La dimensión real del Sujeto”. Desgrabaciones de las clases,
1990.Comunicación personal.
Mauricio Tarrab.
Sujeto Goce y Modernidad I. 1993. Ed Atuel. “Mírenlos como gozan”.
Viviana Fanes.
Sujeto Goce y Modernidad I, Ed Atuel, 1993. “ Los muros del lenguaje: Un caso de
psicosis”. Pag 111/117.
“De la intoxicación al asesinato del demonio”. Periódico El Otro.1997. Pag 3.
Néstor Braunstein:
- Goce, Ed siglo veitiuno editores. Edición 1995. Ver Cap: 7 , punto 2 “A-dicción del
goce”.
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