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EN LUBUMBASHI
PROCESO SOBRE LA PRESUNTA CURACIÓN MILAGROSA
DE KASONGO BAVON,
ATRIBUÍDA A LA INTERCESIÓN DE
BONIFACIA RODRÍGUEZ DE CASTRO
CRÓNICA
Buscó vivir como José vivía…
… y calladamente, dulcemente, en el marco de la vida ordinaria, Bonifacia se hizo
presente en la vida de Kasongo Bavon, comerciante congoleño de 33 años, que quería vivir
para que su niña de tres años no quedase huérfana.
Era el 6 de junio. Bavon estaba gravísimo, no había esperanza para él. Nuestras
hermanas del Congo y el médico de cabecera, Dr. Muyumba Mukana Patrick, comenzaron a
rezar con fe a nuestra fundadora como única tabla de salvación para aquel joven padre que se
les iba de las manos. Se les unieron en la oración los enfermeros del hospital. Y el 9 de junio,
además, su padre y su cuñado, protestantes, y su mujer y el propio Bavon, neo-apostólicos,
que acababan de conocer a Bonifacia.
Y, contra toda esperanza, Kasongo Bavon no se murió.
Al día siguiente de la tercera operación, 10 de junio, desde la mañana temprano
buscaba con ansia a Sacramento Villalón, ssj, para que le diera de comer. Era algo así como el
signo de Jesús a Jairo cuando le devolvió a su hija, o al centurión cuando le dijo que su criado
estaba curado: “dadle de comer”. Bavon se sentía curado y pedía de comer.
Sucedió en Kayeye (Katanga, R. D. del Congo) en 2003, en el sencillo hospital que
dirigimos las Siervas de san José. Se acababa de conocer a nivel privado la fecha de la
beatificación de nuestra fundadora y la gravedad de Bavon coincidía con el aniversario de su
nacimiento, 6 de junio. Todas las hermanas de la Delegación rezaron pidiendo por su
intercesión la curación de Bavon.
31 de octubre de 2007. Apertura
Y en 2007, el 31 de octubre, a las 4,30 de la tarde, se abría en el arzobispado de
Lubumbashi el proceso diocesano sobre esta curación.
Era miércoles, día dedicado al cabeza de familia de Nazaret, el carpintero José,
maestro de taller de nuestra fundadora. A poco más de 100 años de distancia comenzábamos
sus hijas, sin casi darnos cuenta, un trabajo de taller bajo la especial protección de san José.
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Presidía la sesión de apertura el arzobispo de Lubumbashi, Mons. Floribert
Songasonga, que acogió desde el primer momento con gusto e ilusión nuestra propuesta de
que la fase diocesana del proceso tuviera lugar en esta ciudad en vez de Kamina, diócesis a la
que pertenece Kayeye.
Una breve biografía de nuestra fundadora, leída por nuestra hermana Irene Mwepu,
nos ambientaba. El canto de entrada “Ensamble, ensamble” abría la celebración, que tuvo
lugar en la capilla del arzobispado. A continuación resonaba vibrante el himno “Veni
Creator”, entonado por el arzobispo y seguido por los sacerdotes y religiosas/religiosos
presentes. La sesión de apertura comenzaba.
Emilia Martínez iba presentando cada uno de los momentos:
• Lectura de la solicitud de la postuladora.
• Respuesta del Sr. Arzobispo mediante el decreto de nombramiento del tribunal:
Juez delegado, l’abbé Augustin Muluka; Promotor de justicia, D. José Coves,
operario diocesano; Notario, Angeles Martín, ssj, poco después sustituida, a
petición propia, por Serafín Kazadi, también operario diocesano. Y, como
médico experto del tribunal, la hermana María Martinelli, misionera
comboniana, de larga experiencia de trabajo sanitario en África.
• Uno a uno, precedidos por el propio arzobispo, fueron prestando juramento.
• Después la postuladora presenta la lista de testigos y, una vez aprobada, el
arzobispo la invita a prestar juramento ella también.
Monseñor Songasonga nos dirige la palabra:
“No sé si vosotros estaréis tan emocionados como yo. Cuando se lee la vida de
un santo, uno lo ve como alguien lejano, separado de nosotros. Sabemos que
para una canonización se exige un largo proceso, llevado a cabo, sobre todo,
en Roma.
Hoy nosotros estamos siendo agentes de lo que, esperamos, pueda llegar a ser
una futura canonización.
Poneos en el lugar de las Siervas de san José: se trata de una hermana de los
orígenes de la Congregación, ellas no sospechaban que podría llegar este día.
Y a nosotros se nos concede presenciarlo y alegrarnos con la Congregación.
Pedimos por este tribunal para que su trabajo colabore a que el Papa, sin
tardar mucho, pueda declarar santa a la fundadora de las Siervas de san José”.
Llega el momento de las firmas: son tres ejemplares y varios los firmantes, por lo que
el momento se alarga. Los cantos a la madre Bonifacia, a san José, a Nazaret... entonados por
las Siervas de san José, y alguna que otra voz masculina que se les une, amenizan la espera.
El secretario canciller adjunto, l’abbé Placide Lunga, entrega
nombrado los documentos en su poder: El acto toca a su fin.
al notario recién
Vaso de amistad en el patio, tarde apacible, conversaciones en pequeños grupos,
enhorabuena para las Siervas de san José. Día feliz que deja huella en nuestros corazones.
Echamos de menos a la Delegada, Lourdes Arjona, que está en España en la reunión
del Equipo general ampliado. Ella también nos recuerda y nos lo expresa en un mensaje por
Internet.
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Son las siete y media de la tarde cuando llegamos a casa. La alegría brillaba en los
ojos de todas.
Pasan unos días y el 3 de noviembre llega de Roma María Martinelli. Desde el primer
momento se sitúa como una de nosotras y empezamos a sentirla cercana, adaptada a todo lo
nuestro... ¿se sentirá bien en nuestra comunidad?, nos preguntamos. Nos da la impresión de
que sí.
6 de noviembre de 2007. El tribunal comienza el trabajo
El 6 de noviembre, como estaba previsto, comienza el tribunal su trabajo. Se reúne en
uno de los despachos del arzobispado, en este momento a disposición de Mons. Michele, que
lo cede gustoso. Las sesiones son de martes a viernes y de 9 a 12 de la mañana.
El miércoles, día 7, llega a Lubumbashi Kasongo Bavon para prestar declaración ante
el tribunal. Está feliz y nosotras también al verlo tan lleno de vida y buena salud. El es el
principal protagonista.
El sábado día 10 llegan en el coche de la Misión de Kayeye las Siervas de san José de
Kayeye y Kabondo Julita Cinco y Matilde Fernández, que vienen a declarar como testigos,
junto con los enfermeros de Kayeye Didier Kapeba, Jinat Nkonji y Lenge Wa Ngoy.
Disfrutamos viendo el encuentro de Bavon con sus antiguos enfermeros. Desde el 27 de junio
de 2003, fecha en que Bavon dejó el hospital, no se habían vuelto a ver.
El lunes 12 nos dicen que Lenge no se encuentra bien. María Martinelli lo va a ver.
Por la noche está peor. Al día siguiente su estado es alarmante y lo hospitalizan en la Clínica
Don Bosco, donde trabaja el Dr. Patrick, antiguo médico del hospital de Kayeye. Las noticias
son cada día peores: tiene una grave insuficiencia renal y se teme por su vida. En estas
condiciones no puede ir al tribunal a prestar declaración. El 16, aprovechando un momento de
mejoría, con autorización del Dr. Patrick, firma en la Unidad de Reanimación de la Clínica
Don Bosco su declaración escrita antes los testigos Patrick Muyumba y Julita Cinco.
El sábado 17 lo vamos a ver. Se nos encoge el corazón al oír del Dr. Patrick que temen
que aquella misma noche o al día siguiente se nos vaya. Hay un 98% de probabilidad de
muerte. Al llegar a casa nuestra oración se intensifica: ¡Señor, que Lenge no se muera, no se
puede morir lejos de su familia y solo, aquí en Lubumbashi! Comenzamos en todas las casas y
con todo el corazón a pedir la intercesión de nuestra fundadora para que se restablezca.
El 18 nos enteramos que Sacramento Villalón tiene que viajar a España por motivos de
salud. No debe esperar. Nos sobrecoge la noticia.
La madre de María Martinelli está enferma de gravedad. Se intenta adelantar el trabajo
para que pueda regresar a Italia cuanto antes y atenderla. El día 20 tiene lugar la última sesión
del tribunal de declaraciones de testigos. Por la tarde la despedimos en la casa juniorado.
Vienen los miembros del tribunal y las hermanas de las otras casas de Lubumbashi: Gracias,
María, por tu espléndido trabajo y por tu presencia cercana y sencilla entre nosotras. No te
olvidaremos.
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El 26 despedimos a Sacramento: Sacra, cuídate, tienes que volver al Congo, te
esperamos.
El tribunal continúa el trabajo, ahora se trata de hacer las copias de los trasuntos que se
han de llevar a Roma. Días de intenso trabajo.
4 de diciembre de 2007. Clausura
Todo está a punto para la clausura.
Comienza a las 4,30 de la tarde, en el mismo despacho en que trabajó el tribunal todo
este tiempo. Preside el Vicario general de la diócesis, Mons. Denis Moto, por expresa
delegación del Sr. Arzobispo.
Comienza el Juez delegado, Augustin Muluka, explicando el sentido de lo que se va a
celebrar. Cede después la palabra a Emilia para que, como en la apertura, vaya presentando
cada uno de los actos.
Con la recitación de la secuencia al Espíritu Santo, iniciada por el Vicario y seguida
por todos, comienza propiamente la sesión de clausura.
Después Mons. Moto se dirige a los asistentes con estas palabras:
“Nos hemos reunido para clausurar oficialmente el proceso sobre una
presunta curación milagrosa para la Canonización de la Hermana Bonifacia
Rodríguez, fundadora de las Siervas de S. José.
Quisiera dar gracias al Señor que ha querido que este proceso se lleve a cabo
en la archidiócesis de Lubumbashi. Para nosotros es un honor.
Doy las gracias al Señor Arzobispo por su disponibilidad, su colaboración y
por haber aceptado que el proceso se desarrolle en Lubumbashi.
Agradezco a las Siervas de S. José la oportunidad que me ofrecen de ser
miembro activo en el proceso de una persona en olor de santidad.
Doy las gracias a todos los que han colaborado en la realización de este
proceso, pienso de un modo especial en los testigos.
Agradezco finalmente al tribunal, constituido con este fin, por el trabajo que
han llevado a cabo sus miembros. Gracias a ellos podemos celebrar esta tarde
su clausura.
En nuestro mundo de hoy en donde jóvenes y mujeres son víctimas de toda
clase de dificultades; violaciones y violencia sexual, marginación que fuerza a
las mujeres, a causa de la miseria, a trabajar en las minas para conseguir el
pan de cada día, y esto sin ninguna medida de protección; en que las jóvenes
son obligadas a abandonar los estudios y a exponerse a situaciones
humillantes, nuestro mundo tiene necesidad de modelos de vida, modelos
espirituales, testigos auténticos del amor de Cristo. La Beata Bonifacia
Rodríguez es una de las figuras que la Iglesia propone para ser objeto de
meditación, pues su pedagogía es aún y siempre actual.
Vamos a pedir por ella para que el proceso de canonización se lleve a cabo lo
más rápidamente posible y que toda la Iglesia la cuente entre sus santos”
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La postuladora, Victoria López, nombrada portadora a Roma de los “trasuntos” o
copias auténticas de las Actas originales, presta juramento de cumplir fielmente la tarea
encomendada. Firman después los interesados el acta de clausura y seguidamente el Notario
Serafín Kazadi, la lee públicamente.
Siguen el cierre y posterior precintado de las Actas originales, que serán depositadas
en los archivos del arzobispado, y de las dos copias auténticas o trasuntos que serán
entregadas en la Congregación de las Causas de los Santos. Entre Lourdes Arjona y Victoria
López van cerrando los sobres y metiéndolos en cajas, con una inscripción en la parte externa.
Monseñor Moto es el encargado de sellar sobres y cajas con el sello del arzobispado.
Se hace lo mismo con las radiografías que, por ser de mayor tamaño, no caben en las
cajas de las trasuntos. Finalmente se cierra y sella el sobre que contiene el Instrumento de
Clausura y las Cartas dirigidas al Cardenal Prefecto de la Congregación de los santos.
Mientras se prepara todo esto, se escuchan canciones a san José, a la madre Bonifacia,
a la familia de Nazaret...
Cuando todo está listo, el Juez entrega a Mons. Moto la caja con las Actas originales
para que las deposite en el archivo y a Victoria López los dos trasuntos, el sobre con las
radiografías y el sobre con el Instrumento de Clausura y las cartas para que las lleve a Roma.
El himno a la madre Bonifacia, cantado por las Siervas de san José, cierra el acto. Nos
falta celebrar la fiesta con el vaso de amistad, cosa que hacemos en el patio interior del
arzobispado.
6 de diciembre. Eucaristía de acción de gracias
El día 6 nos reunimos de nuevo las Siervas de san José de Lubumbashi en la casa de la
Delegación para celebrar en la intimidad la clausura del proceso. José Coves preside la
celebración de la Eucaristía.
La monición de entrada expresaba los sentimientos vividos a lo largo de esta
temporada:
“Anteayer terminábamos la sesión de clausura del proceso sobre la curación de Bavon
cantando el himno a nuestra fundadora.
Hoy comenzamos nuestra Acción de Gracias con otro himno, cantado en silencio en el
corazón de cada una, bendiciendo a Dios por Bonifacia,
- una mujer grande que, como María, supo hacerse pequeña,
- mujer fundadora o “fundante” porque, como María, acogió dócilmente la palabra de
Dios a través de la voz humana de su director, Francisco Butinyà,
- mujer camino-hacia-Nazaret por su fiel seguimiento de Jesús en su vida ordinaria de
trabajo, oración y familia en los años escondidos de Nazaret, como María.
- Trabajadora pobre que vivió para la promoción y evangelización de otras trabajadoras
pobres como ella.
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Hemos concluido algo que, sin duda, a Bonifacia la deja indiferente, pues a ella lo que
menos le importa es que “sus hermosas virtudes escondidas”, vividas por ella en tanto
silencio, sean reconocidas.
Pero a nosotras, sus hijas, sí nos importa que su seguimiento fiel de Jesús, su rica
espiritualidad del trabajo hermanado con la oración, sean patrimonio de toda la Iglesia, para
que nuestra fundadora pueda seguir evangelizando el mundo trabajador pobre, sobre todo el
femenino, hoy como ayer, en el siglo XXI como en el XIX. Hacerlo posible nos corresponde a
nosotras.
Creemos en el proyecto de vida de Bonifacia y Butinyà, inspirado en la Iglesia por el
Espíritu de Jesús, dador de todo carisma,
• creemos en su capacidad humanizadora y transformadora de todo hombre y de
toda mujer,
• creemos en su fuerza evangelizadora,
• en su actualidad,
• en su dinamismo interior para renovarse continuamente.
Y, porque creemos en su proyecto de vida evangélica, queremos que sea conocido para
que también otras personas puedan encontrar en él un camino de vida, una senda de encuentro
con Dios en lo ordinario de cada día.
-
Nuestra acción de gracias nos compromete:
Hemos hecho posible una experiencia preciosa de trabajo de taller en el que cada
uno/cada una hemos dado una puntada, la nuestra.
Hemos sido testigos de la presencia amorosa y providente de Dios desde que el
proceso se puso en marcha hasta que se ha clausurado.
La calma y paz interior nos ha acompañado en cada momento.
A veces ha sido tan palpable la acción de Dios a través de manos humanas que nos
hemos estremecido, casi nos hemos asustado.
Hemos disfrutado 20 días de la presencia de María Martinelli, no sólo de su trabajo
bien hecho, sino de la convivencia fraterna a su lado, como una más entre nosotras. Ha sido
un regalo. Para ella nuestro más profundo agradecimiento.
Los Operarios Diocesanos nos han echado muchas manos: se han multiplicado las de
José Coves para poder ser el promotor de justicia y las de Serafín Kazadi para hacer de
notario. Muchas horas de buen trabajo, os lo agradecemos de veras.
Queremos tener un recuerdo especial y una oración hacia nuestro arzobispo, Mons.
Songasonga, que alentó el proceso en todo momento, haciéndolo posible hasta el momento
final con corazón de padre.
También hemos sufrido con la gravísima enfermedad del enfermero Lenge, que venía
con sus compañeros a Lubumbashi para declarar y en seguida lo vimos luchar entre la vida y
la muerte. Después nos sobresaltó la noticia de Sacramento... Doble cara del misterio pascual,
hecho de alegrías y de dolores. Por su pronto y total restablecimiento, nuestra ferviente
oración.
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Estamos de fiesta y esta tarde queremos celebrar con gozo la vida surgida en torno al
proceso sobre la curación de Kasongo Bavon, ocurrida aquí, en nuestro Congo, que una vez
más nos ha ofrecido a las Siervas de san José su rostro más acogedor”.
Lubumbashi, 8 de diciembre de 2007
Victoria López, ssj
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