TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER Hasta hace pocos años el tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer (EA) se reducía al simple control de las alteraciones de la conducta del enfermo lo cual resulta más que llamativo por la tremenda gravedad de esta demencia. Sin embargo, en los últimos años se ha aceptado la falta de una cura, por el momento, para esta enfermedad pero se ha ampliado notablemente la investigación en lo referido a su tratamiento. Siendo este punto clave a nivel personal no sólo para el paciente que sufre las consecuencias si no también para el entorno en el que se encuentra que en numerosas ocasiones suele verse gravemente afectado, tanto a nivel familiar como a nivel social. El principal inconveniente de estos nuevos fármacos es que son poco eficaces frente a los efectos de la EA y además sus ensayos resultan excesivamente caros. Al final de los 90 existían más de 100 fármacos que estaban siendo ensayados en la enfermedad. Por lo que respecta a la clasificación del tratamiento farmacológico actual existe una cierta dificultad debido al gran avance que existe en este campo actualmente. De forma general se puede dividir en 3 grandes grupos según su efecto sobre la EA - Tratamiento primario o preventivo Tratamiento secundario Tratamiento terciario o paliativo Hay que señalar que hoy en día no existen tratamientos primarios eficaces para prevenir la EA y además su ensayo requiere un gran gasto económico. La administración de fármacos en este caso se realizaría antes de mostrar un “deterioro cognitivo leve” y los principales utilizados son estrógenos, neuroprotectores y antioxidantes. Hoy en día la mayor parte de ensayos que se realizan son de prevención secundaria, es decir, sobre enfermos con “deterioro cognitivo leve” y se están empleando Inhibidores de Acetilcolinesterasa, neuroprotectores, antioxidantes, antiinflamaorios y un largo etcétera de fármacos. El tratamiento terciario resulta ciertamente útil a la hora de paliar los efectos a nivel familiar y social del paciente. Sin embargo es el tratamiento secundario el más extendido a la hora de reducir la progresión de la enfermedad y disminuir las alteraciones clínicas que ésta produce. Los problemas de conducta eran solventados de forma notable con neurolépticos y antidepresivos, no así la capacidad cognitiva y funcional. El uso de distintos fármacos dirigido a paliar ese deterioro no llevó a un buen resultado hasta que en 1986 apareció la tacrina, un fármaco con propiedades anticolinesterásicas que comenzó a ser usado como tratamiento de la EA en 1993. Los inhibidores actualmente disponibles en nuestro país para el tratamiento de la EA son la tacrina, el donepezilo, la rivastigmina y la galantamina. Otros agentes actualmente están en periodo de aprobación o de desarrollo, como el metrifonato, la eptastigmina y la fisostigmina de liberación controlada. La Acetilcolinesterasa es una proteína codificada por un solo gen localizado en el cromosoma 7, con tres isoformas debido a procesamientos alternativos durante la formación del mRNA. Su función consiste en lisar el neurotransmisor Acetilcolina en ácido acético + colina, nada más ser liberado de las vesículas de la membrana presináptica al llegar un potencial de acción a la neurona. El déficit colinérgico que origina la EA provoca una disminución en la concentración de Acetilcolina liberado en las neuronas del Sistema Nervioso Central, lo que va a provocar una mala transmisión de información a través del cerebro que se va a manifestar en un deterioro cognitivo y de conducta del paciente. El principal efecto de estos fármacos como la Tacrina será el de inhibir al enzima responsable de la ruptura del neurotransmisor y de esta forma contrarrestar el déficit originado por la EA. Las sustancias anticolinesterásicas deben ser moléculas hidrofóbicas para atravesar la barrera hematoencefálica, difiriendo su mecanismo de acción. Según este mecanismo de acción, los inhibidores de la colinesterasa se dividen en reversibles, carbamilantes o pseudoirreversibles y por último irreversibles. La tacrina, donepezilo y galantamina son inhibidores reversibles, de alta afinidad, no covalentes. Se unen al centro activo ocupando el lugar de unión de la colina y compitiendo con ésta. Aunque la disociación de los inhibidores reversibles es relativamente rápido, su alta afinidad y retención en el sistema nervioso central promueve su unión e inhibición repetida. La rivastigmina es un agente carbamílico o pseudoirreversible, que reaccionan con la serina del centro activo para formar un enzima carbamílada, que no es capaz de hidrolizar el sustrato. Esta unión es de estabilidad moderada, con una vida media de varios minutos. La tacrina (Cognex®) fue el primer anticolinesterásico usado para el tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer. Se une de forma no selectiva a la acetilcolinesterasa y a la butirilcolinesterasa. Sin embargo una serie de resultados contradictorios unidos a la vida tan corta del fármaco llevaron a su rechazo como tratamiento. Con el donepezilo (Aricept®) se inicia la segunda generación de agentes anticolinesterásicos, de vida media más larga y menores efectos secundarios. Se une más selectivamente a la acetilcolinesterasa que a la butirilcolinesterasa y su vida media de 70 horas permite su ingesta en una dosis diaria. La rivastigmina (Exelon®, Prometax®) es un inhibidor de la acetilcolinesterasa que ha sido comercializado recientemente. Presenta una relativa especificidad por un subtipo de acetilcolinesterasa conocido como G1 está presente en mayor concentración en pacientes con Enfermedad de Alzheimer y en el hipocampo, con lo que podría existir una mayor selectividad en su acción. La galantamina (Reminyl®) es un anticolinesterásico de origen natural, derivado de un alcaloide de la flor Galanthus nivalis. Es un inhibidor selectivo de la acetilcolinesterasa, reversible y de larga duración. Ha sido comercializado en nuestro país recientemente, presentando unas indicaciones, tolerancia y perfil de eficacia similar a los anticolinesterásicos anteriormente señalados. Los cuatro inhibidores de la acetilcolinesterasa de los que existe mayor experiencia hasta la fecha han demostrado una mejoría en los síntomas cognitivos en un grupo de pacientes con Enfermedad de Alzheimer moderado o leve. El modo de utilización habitual de estos tratamientos es comenzar con una dosis baja para minimizar los efectos secundarios y luego ir aumentando hasta un máximo tolerado en dos meses aproximadamente. Los efectos secundarios más habituales suelen ser náusea, vómitos y dispepsia, enrojecimiento facial y diarrea generalmente transitorios y durante la fase de escalada. A dosis establecidas, puede aparecer anorexia y bradicardia, que no suelen ser los suficientemente relevantes para exigir la retirada de la medicación. A largo plazo, se ha descrito descarga nasal, síntomas parkinsonianos, mareo y debilidad muscular. Estos efectos adversos suelen corregirse con disminución de la dosis. Sin embargo algunos pacientes no van a tolerar dosis terapéuticas por vómitos severos desencadenados por la medicación o por nerviosismo. En el caso de pacientes con “deterioro cognitivo leve” su tendencia a padecer en un futuro la EA es notable y se ha demostrado que la aplicación de un tratamiento precoz mediante fármacos de este tipo ha tenido resultados satisfactorios reduciendo la velocidad de desarrollo. Otros fármacos colinérgicos: El resto de las posibilidades terapéuticas presentan menor eficacia o se encuentran menos desarrolladas. Los precursores colina y lecitina se han ensayado como tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer en pequeños ensayos clínicos sin que se haya evidenciado eficacia por lo que actualmente esta aproximación se ha abandonado. Tratamiento de las alteraciones de conducta El tratamiento de la agitación del paciente con demencia debe hacerse de un modo mixto mediante tratamiento farmacológico y mediante tratamientos conductistas no farmacológicos. En general se preferirán los antidepresivos sedantes a los neurolépticos por su menor toxicidad. Sin embargo su eficacia es menor, por lo que en caso de agitación importante en los que no pueda esperarse varios días para ver la respuesta o en ausencia de respuesta se utilizarán los neurolépticos aislados o asociados a antidepresivos. Los neurolépticos son los fármacos más usados para el tratamiento de la agitación en pacientes seniles y diferentes ensayos clínicos han encontrado que producen una mejoría, si bien incompleta, en las alteraciones de conducta. Pese a esta mejoría, el principal inconveniente de estos fármacos son los efectos secundarios que produce su suministración crónica que entre otras cosas puede generar un deterioro cognitivo y motor así como una excesiva sedación. Existen también neurolépticos atípicos caracterizados por su efecto antipsicótico como al clozapina (Leponex®), la olanzapina (Zyprexa®) o la risperidona (Risperdal®). Existe una gran experiencia en el uso de benzodiazepinas también en el tratamiento de la agitación en pacientes con demencia, con los que generalmente se obtienen unos resultados inferiores a los neurolépticos. Los síntomas que mejor responden a estos fármacos son la ansiedad, tensión, irritabilidad e insomnio. El efecto secundario más importante es la sedación excesiva. Hay otra serie de fármacos también utilizados en la lucha contra el Alzheimer dentro del ámbito de la conducta pero con unos efectos de menor grado como por ejemplo: - Drogas que actúan sobre le sistema serotoninérgico (la trazodona (Deprax®) o la buspirona) Betabloqueantes Inhibidores de la colinesterasa Anticonvulsionantes (La carbamazepina (Tegretol®) o el Valproato (Depakine®) Terapias no farmacológicas del paciente con Enfermedad de Alzheimer El uso de terapias no farmacológicas presenta dos intenciones fundamentales: por una parte el cuidado diario de pacientes con demencia y la intención de una reversión parcial de la sintomatología y por otro lado el control de la agitación mediante terapias de modificación de conductas. A continuación nombro algunas de las principales terapias utilizadas actualmente con estos fines: - Terapia de orientación - Terapia de validación - Reminiscencias y revisión biográfica - Terapia de artes creativas - Terapia de aproximación ambiental a la conducta Tratamientos preventivos El aumento del número de individuos con riesgo de padecer Enfermedad de Alzheimer implica una enorme importancia en el desarrollo de tratamientos preventivos. Al ser tratamientos preventivos, esto implica que tienen que ser tratamientos seguros, que puedan utilizarse en un gran número de individuos en riesgo, algunos de los cuales nunca dearrollarían la enfermedad. Estos tratamientos preventivos son potencialmente aplicables a pacientes con Enfermedad de Alzheimer ya desarrollada, si bien en este caso la reversión de los déficits establecidos es más problemática, siendo entonces el objetivo evitar la progresión de la enfermedad. De acuerdo con los conocimientos de la etiopatogenia de la enfermedad que se disponen, los tratamientos preventivos existentes en la actualidad incluyen la terapia con estrógenos sustitutivos, los antioxidantes y los antinflamatorios. Sin embargo, hasta la fecha no hay estudios que permitan la indicación de estos tratamientos, por no estar clara la eficacia, su seguridad y el cumplimiento del tratamiento durante años.