www.fbbva.es DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN NOTA DE PRENSA PREPRENSAENSACONV OCATORIA Los aumentos que se constatan en zonas como el Mediterráneo, y que causan pérdidas multimillonarias, podrían ser fenómenos locales y reversibles Aún no es posible confirmar que las medusas estén aumentando en todo el planeta, aseguran oceanógrafos reunidos en la Fundación BBVA La jornada El papel global de las medusas en el océano constituye el VI Debate sobre Biología de la Conservación que organizan la Fundación BBVA y la Estación de Investigación Costera del Faro de Cap Salines Los participantes en la jornada, de instituciones de seis países, preparan la primera base de datos internacional sobre medusas para analizar el fenómeno globalmente y con rigor. Los expertos recuerdan que aún se sabe muy poco sobre las poblaciones de medusas en aguas profundas, que constituyen el 70% de los océanos. Madrid, 15 de septiembre de 2011.- “Bellísimas”; “fascinantes”; “como extraterrestres”. Con estos términos los participantes en la jornada El papel global de las medusas y su aumento en el océano celebrada ayer en la Fundación BBVA, en Madrid, han mostrado su admiración por las medusas. Una fascinación que crece aún más si se considera otros organismos gelatinosos que sólo ahora empiezan a investigarse, como los sifonóforos o las salpas. Son las “mariposas del mar”, han dicho los investigadores, no sólo por su cautivadora estética sino por su delicadeza, que dificulta su estudio. La pregunta es: ¿Están aumentando las medusas en todo el mundo por efecto de la acción humana? ¿Acabarán las medusas dominando los ecosistemas oceánicos, como han sugerido algunos ecólogos marinos? “Aún no podemos dar una respuesta”, ha dicho Rob Condon, de la Universidad de Alabama (EEUU). “No tenemos series temporales de datos lo bastante largas, de varias décadas, y sabemos que puede haber variaciones muy drásticas en las proliferaciones de medusas de un año a otro. Además, sabemos muy poco de las poblaciones de medusas en aguas profundas, que representan el 70% del océano”. Condon explicaba así el trabajo de los participantes en la jornada, coordinada por Carlos Duarte (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, UIB-CSIC) y que constituye el VI Debate sobre Biología de la Conservación que organizan la Fundación BBVA y la Estación de Investigación Costera del Faro de Cap Salines. Los ponentes proceden de seis instituciones de Europa, Australia, Estados Unidos y Asia y son investigadores en un proyecto internacional para determinar si realmente están aumentando las proliferaciones de medusas en el mundo y cuáles son las causas y consecuencias de estas proliferaciones. Un recurso esencial para ese proyecto es la creación de la base de datos JEDI (Jellyfish Database Initiative), que aúna toda la información disponible en el planeta sobre proliferaciones de medusas. JEDI, que cuenta ya con 530.000 entradas, estará disponible dentro de seis meses; el análisis de sus datos “es lo único que nos dará una respuesta rigurosa”, dice Condon. En el Mediterráneo sí No se cuestiona el aumento en las proliferaciones de medusas registrado durante la última década en muchas zonas, como el Mediterráneo, el Mar de Bering o las costas japonesas. Es un fenómeno con importantes efectos ecológicos y socioeconómicos: las medusas no sólo espantan el turismo sino que provocan grandes daños en las redes –en Japón las pérdidas en las pesquerías son multimillonarias- y dificultan la recuperación de los bancos de peces –las medusas comen larvas de peces-. Durante el pasado año las proliferaciones de medusas han provocado el parón de al menos tres centrales nucleares en Japón y Escocia por obstruir sus conductos. Para Josep-Maria Gili, del Institut de Ciencies del Mar (CSIC), en Barcelona, “el Mediterráneo es una de las regiones del planeta donde más evidente resulta el aumento de las poblaciones de medusas”. Los resultados del Proyecto Medusa, que monitoriza desde el año 2000 los enjambres de medusas en la costa catalana, muestran “un cambio notable en las proliferaciones de medusas en las playas mediterráneas”. Ahora se suceden los años de medusas de forma casi continua, ha explicado Gili, cuyo grupo emplea los datos recogidos para alimentar modelos matemáticos con que elaborar un pronóstico de medusas. En cuanto a las medidas a tomar en las playas, Gili recuerda la importancia de estar preparados: “A corto plazo no hay una solución posible del problema en la costa, así que lo importante es la información; debemos saber que no podemos ir a la playa como si fuera una piscina”. Tal vez gracias a esta información este año “han bajado muchísimo las picaduras de medusa en Cataluña”, dice Gili, “pero aun así ha habido unas 10.000 personas afectadas”. En cualquier caso, Gili ha resaltado que los principales efectos del incremento de medusas en el Mediterráneo no se perciben en la costa sino mar adentro. Los enjambres llegan a reunir cientos de miles de organismo y se extienden a lo largo de decenas de kilómetros. Sólo el 5% de esos animales llegará a la costa. Shin-ichi Uye, de la Universidad de Hiroshima (Japón), analiza la situación en las costas japonesas, donde se dan proliferaciones espectaculares de medusas gigantes de más de 200 Kg de peso. En Japón se proporciona a los pescadores predicciones sobre plagas de medusas –como consecuencia éstos pueden 2 adaptar sus redes de forma que las medusas, si caen atrapadas, queden separadas de los peces-. “Es necesario tomar medidas urgentes para mitigar los daños que provocan las plagas recurrentes de medusas”, señala este experto. ¿Global? Pero el aumento en el Mediterráneo y otras regiones podría ser un fenómeno local y reversible; simplemente, hace falta más datos, afirma Duarte: “Sabemos que las medusas muestran largos ciclos de décadas en los que se suceden períodos de alta abundancia con períodos de baja abundancia. Normalmente los artículos científicos y los medios de comunicación reportan los aumentos y proliferaciones de medusas, pero no sus caídas”. La tesis de que las medusas están proliferando globalmente, por ejemplo, “se mantiene sobre todo por episodios en el Mar Negro y en el mar de Bering, pero estas poblaciones de medusas colapsaron y ese colapso no se recogió adecuadamente: los medios de comunicación lo ignoraron”, dice Duarte. Para mitigar los efectos de un eventual aumento de las medusas los investigadores necesitan entender las causas del fenómeno. Se ha sugerido que puede estar relacionado con la acción humana, en especial con la eutrofización del océano –contaminación por ejemplo con fertilizantes y exceso de nutrientes-; la sobrepesca; las variaciones en el clima; y los cambios en el hábitat. Duarte presentó además evidencias de que las estructuras artificiales submarinas, cada vez más frecuentes en aguas costeras, son perfectas para el crecimiento de los pólipos de medusas. “El aumento de construcciones asociadas al desarrollo de la acuicultura y otras industrias costeras, y de estructuras para defender la costa, podría ser uno de los desencadenantes del aumento global de las proliferaciones de medusas. Podríamos estar sembrando la costa de lugares idóneos para la proliferación de pólipos, como ‘caballos de troya’”, señala este experto. Las previsiones indican que el peso de estos factores que favorecerían el aumento de las medusas será cada vez mayor, por lo que si efectivamente se demuestra su influencia cabe esperar que las poblaciones de estos animales sigan creciendo. Daños frente a beneficios Los investigadores insistieron también en que la mala imagen de las medusas, y el análisis de los efectos de sus proliferaciones, no debe hacer olvidar los beneficios que también producen estos animales. “El énfasis en los impactos asociados a las proliferaciones no se ha equilibrado con una valoración similar de los beneficios que las medusas reportan a la sociedad”, señala Cathy Lucas, del Centro Nacional de Oceanografía en Southampton (Reino Unido). “Mientras que las medusas han causado la muerte a unos cientos de personas, los desarrollos médicos obtenidos gracias a ellas han ayudado a salvar a centenares de miles de vidas”. 3 La investigación de las lesiones causadas por medusas ha ayudado a comprender el funcionamiento del sistema inmune humano, por ejemplo. Y la proteína fluorescente responsable del brillo de las medusas es hoy esencial para la investigación biomédica –se usa para estudiar la función de proteínas que se vuelven fosforescentes-. Las medusas y organismos gelatinosos funcionan además como eficaces sumideros de carbono al depositarse en el fondo al morir. Y son también una importante fuente de alimento para tortugas y peces, y para humanos, en especial en Asia. Un éxito evolutivo Las medusas están entre los animales más antiguos de la Tierra. Pueblan todas las regiones del océano –desde las aguas costeras a las llanuras abisales-; y cuentan con complejos mecanismos para capturar zooplancton y peces. Para los ponentes de la jornada se las puede considerar el resultado de “una auténtica historia de éxito evolutivo”, señala Kylie Pitt, de la Griffith University, en Australia. Una revisión del registro fósil sugiere que la aparición de masas de medusas ya se daba en el periodo cámbrico, hace entre 520 y 540 millones de años, y también hay documentos que relatan la ocurrencia de este fenómeno a lo largo de los últimos dos siglos. No se trata, por tanto, de un hecho exclusivamente moderno. El examen de registros de larga duración muestra que además estas proliferaciones se suceden a intervalos de varias décadas. Los investigadores resaltaron además la necesidad de mucha más exploración básica. “En realidad sabemos aún muy poco de estos organismos”, dijo Larry Madin, director de investigación del Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI), en Massachusetts (EEUU). “Se conocen unas dos mil especies de medusas, y sólo unos cientos de otros tipos de organismos gelatinosos. Pero hay muchas más. Son muy complicados de estudiar porque las redes los destruyen, y de algunos sifonóforos, ctenóforos y tunicados no tenemos más que unas fotos: no sabemos qué comen, cómo capturan a sus presas…”. Madin fue uno de los primeros en recurrir al buceo en océano abierto, a decenas de metros y con los buceadores enganchados a cables, para capturar uno a uno –como a mariposas- este tipo de organismos. Los más grandes pueden llegar a medir decenas de metros y, simplemente, no los pueden cazar. “Son seres fascinantes y desconocidos, pueden medir milímetros o ser tan grandes como un autobús; algunos son en realidad colonias de muchos organismos diminutos… Tenemos aún mucho que estudiar”, dice Madin. Si desea más información, puede ponerse en contacto con el Departamento de Comunicación de la Fundación BBVA (91 374 52 10 y 91 537 37 69 o comunicacion@fbbva.es) o consultar en la web www.fbbva.es 4