El Miedo Maite Sánchez Pinuaga Psicoterapeuta Reichiana Orgonoterapeuta

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Psicoterapeuta Reichiana
Orgonoterapeuta
Maite Sánchez Pinuaga
www.maitesanchezpinuaga.com
Dirección de e-mail: correo@maitesanchezpinuaga.com
El Miedo
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Introducción:
Según la "Nueva enciclopedia del mundo", el miedo es: "una perturbación
angustiosa del ánimo por un riesgo o mal, que realmente amenace o que se finja en la
imaginación".
Las funciones fisiológicas están regidas por el sistema neurovegetativo simpático.
En situaciones de miedo sube la presión arterial, aumentándolos latidos cardíacos y el
movimiento de la respiración. La digestión se retarda.
Aumenta la adrenalina, se dilata las pupilas, etc...
La
medicina psicosomática
con la vivencia del miedo, como
estudia
las
enfermedades directamente relacionadas
enfermedades
cardíacas,
perturbaciones
respiratorias, cutáneas y circulatorias, hipertensión, colitis ulcerosa, úlceras pépticas,
ciertas diarreas y/o estreñimiento crónico, etc...
J.A. Gray se pregunta "porqué ciertos individuos se atemorizan con más facilidad e
intensidad que otros. ¿Depende esto de la herencia o de la educación?" Podemos, así
mismo, plantear la cuestión de ante que estímulos un sujeto se atemoriza y otro no y ..
porqué ante determinadas situaciones de miedo uno se paraliza y otro se defiende
activamente. El hipotálamo, que coordina la actividad del sistema nervioso autónomo y
sistema endocrino, es la parte del cerebro humano que más relación tiene con todas las
manifestaciones emocionales y, por tanto, en la regulación de la experiencia subjetiva del
miedo. Esto quiere decir que un bloqueo en el primer segmento (de la coraza, en
términos Reichianos) que afectarla al sistema hipotálamo-límbico, repercute directamente
disfuncionalizando dicha regulación. Federico Navarro denomina al miedo "emoción
negativa" porque su aparición provoca un movimiento inicial de huida hacia adentro.
Según él, las biopatías son "procesos mórbidos que tienen su origen en el
disfuncionamiento del sistema nervioso autónomo", "el sistema plasmático en su conjunto
tiene perturbada su función biológica de pulsación". Son enfermedades degenerativas
(hipertensión, arteriosclerosis, cáncer ...)que tienen su origen en el miedo (emoción
negativa primaria). El miedo produce contracción, inhibición y evitación. El miedo se
relaciona con la secreción de adrenalina (hormona que produce un mecanismo simpático,
de contracción) mientras que, en cualquier expresión (de rabia, de amor, etc),
encontramos una producción mayor de noradrenalina. Entre las manifestaciones físicas
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del miedo y la rabia o cualquier tipo de manifestación agresiva, encontramos
antagonismos como, por ejemplo, la palidez o enrojecimiento (por la diferente distribución
de sangre) en el primer caso y en el segundo.
También se ha demostrado científicamente que el distres (el aumento de estrés
normal) se opone a la actividad sexual. Quiere decir que la situación de estrés interno que
podemos encontrar en el miedo disfunciona el proceso natural de la sexualidad
retrayendo los fluidos naturales, la respuesta vagotónica se bloquea. La respuesta sexual
natural, la conducta natural de amor se ve impedida, ésta es una expresión expansiva
(desde el centro hacia la periferia) contraria a la del miedo. El hecho es que en nuestro
mundo occidental encontramos un lamentable escaso porcentaje de humanos
sexualmente sanos, así como de sujetos no aquejados de un tipo u otro de miedo ANTE
LA VIDA.
Algunas investigaciones han observado la relación entre la depresión y el miedo,
dos conductas aparentemente opuestas, que tienen la particularidad común de la
pasividad, en contraste con comportamientos agresivos, que significan siempre un
movimiento hacia el exterior. Recordemos que agresividad viene del latín ad-gredior, que
significa ir hacia, acercarse a... Estos estudios servirían solo para unos casos, porque en
otros el miedo produce ansiedad, y es que es importante referirnos aquí a las diferentes
estructuras de carácter respecto a la conducta del miedo. La vivencia del miedo y sus
consecuencias dependen del momento vital y de la estructura de la persona. Digamos
que deriva de un componente biológico y estructural. Hablaremos pues de respuestas
individuales y no de modo genérico. Ante el miedo pueden surgir básicamente dos
mecanismos, uno de ataque defensivo y otro de angustia, en este caso un estimulo (de
daño) llega al sistema nervioso vegetativo viéndose impedido de tener una respuesta, una
manifestación ante el exterior. La angustia es un sentimiento que deriva de la contracción
de una dinámica expansiva y en realidad en la historia individual de cada sujeto existen
situaciones que están en la base de sus respuestas de angustia, ya sea en un estado
muy primario de desarrollo, o se haya dado en la fase del complejo de Edipo, etc..
E. Laborit habla del sistema de inhibición déla acción, en el que se bloquea una
respuesta, el sujeto se ve impedido en el movimiento de expresión de una emoción o una
descarga motriz determinada. La vamos a encontrar en prácticamente todos los
momentos de la evolución del ser humano (en una cultura como la nuestra). Siguiendo a
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Federico Navarro podemos hablar de estado de angustia a nivel intrauterino, perinatal,
neonatal, angustia en la vivencia de la oralidad, edípica y genital . Según sea el impacto
causante del miedo (sea consciente o inconsciente), según haya tenido lugar en un
momento u otro del desarrollo, irá desarrollarse o bien un estado crónico de angustia o
una mayor tendencia hacia la descarga (ese sería el caso del neurótico) a través de
síntomas físicos o caracteriales o bien de respuestas emocionales adecuadas, como
sería el. caso de los sujetos sanos. A este respecto, Ola Raknes, discípulo de Reich,
decía: "un organismo humano que funciona libremente reaccionará a las inhibiciones con
una actividad elevada que llamaremos furia o rabia y llevara adelante tal actividad hasta
que desaparezca la inhibición. Si no, el metabolismo orgónico natural será inhibido y parte
de la energía orgónica se habrá transformada en DOR (Energía Orgónica muerta,
estancada)”.
Diferenciaremos miedo, angustia y ansiedad. El miedo es la percepción de un
peligro, bien por un evento real vivido físicamente, bien por la aparición de ideas o
escucha de sucesos, etc. La ansiedad es un proceso excitativo que nos predispone a la
acción, está I igado a procesos noradrenalínicos al contrario que el miedo donde dominan
los procesos adrenalínicos. La ansiedad es un estado de espera (de castigo de un tipo u
otro) en el que el organismo se prepara para una respuesta (motriz o emocional).
La angustia es la percepción que deriva de la contracción de una dinámica
expansiva.
En el terreno de lo social, podríamos hablar de miedo a la responsabilidad .
Considero que es algo bastante crónico, en los seres humanos de nuestra cultura. Reich
decía que siempre triunfa el fascismo debido a la incapacidad de ser libres. La buena
noticia es que esto no tiene por que ser permanente, no es algo innato a nuestra
naturaleza, es decir que puede ser modificable, se puede recuperar la capacidad de ser
libres. El mecanismo que incapacita para la libertad - lo vemos en "Psicología de masa
del fascismo" (W.Reich) - es la represión sexual que produce sumisión, debilidad del Yo y
tendencia a la identificación con el represor de quien depende afectivamente. Subsiste,
pues, una relación de necesidad. El miedo a la responsabilidad social es reflejo del miedo
a la responsabilidad de los propios actos y esto está condicionado precisamente por la
estructura de carácter, con más órnenos sentimiento de culpa y miedo al castigo.
Responsabilidad implica aceptar los propios actos ante el otro y esto produce miedo, el
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miedo infantil al castigo que puede venir como consecuencia. Es la obstrucción de la
naturaleza animal del ser humano lo que favorece la mayor parte de sus trastornos
somáticos y psíquicos. Las necesidades biológicas, físicas y psíquicas que el sujeto
experimenta a largo de su vida provienen de las demandas instintivas de amor, de
seguridad, de contacto energético, que capacita para el desarrollo de las funciones
vitales.
Provienen
también
de
las
demandas
psicológicas
de
aceptación,
de
reconocimiento del propio Yo individual y crecimiento emocional. En la satisfacción de
cada una de estas necesidades básicas, observamos deficiencias, a veces serias, que
impiden la maduración. La cultura basada en el veto al placer ya en la relación con el
pecho de la madre en el periodo de la sexualidad oral y las fuertes presiones a las que se
ve sometida la sexualidad genital desde su aparición a lo largo del periodo edípico hasta
la adolescencia hacen que, todos los días, los seres humanos vivan en condiciones de
miedo o de angustia, en condiciones de inhibición de la acción, como decía, y por tanto
de estrés elevado. Es una responsabilidad individual y social proponer y favorecer los
medios para cambiar este orden de cosas.
El miedo a la muerte tiene mucho que ver con el miedo a la vida, miedo al abandono
vegetativo. Vivir en estado de inhibición y contracción favorece o predispone a una
experiencia similar en el momento de la muerte. El miedo a morir - existencialmente el
miedo a "dejar de ser" - solo puede ser superado cuando verdaderamente se llega a
SER; y el humano de nuestra cultura con su somato-psicopatología particular y su falta o
deficiente desarrollo espiritual (su "alma perdida") suele, por así decir ... MORIR EN EL
INTENTO. Este sistema nuestro es de supervivencia. Se teme morir como se teme vivir.
El odio a la vida del que hablaba Wilhelm Reich en "El asesinato de Cristo" es algo muy
extendido precisamente en el desenvolvimiento de todas las instituciones sociales,
habitualmente inconsciente; así pues las costumbres, las normas moralistas, autoritarias
tanto en la educación desde la familia, la escuela como en la sanidad y el sector de la
política se basan en la rigidez, en la falta de consideración de los elementos individuales,
impiden la realización de las demandas instintivas ya desde el útero hasta la
adolescencia, provocan el frío en las relaciones, frío en el seno, frío en el "no" genital, frío
en la realidad competitiva e individualista social, así como la soledad, soledad en el útero,
soledad en la cuna, soledad en la masturbación, soledad rodeada de gente; la inhibición
emocional por miedo al castigo, miedo al rechazo, a los sentimientos de culpa, etc..
Cambian las teorías, cambian las cosas, pero las estructuras de carácter de la gente
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siguen basadas en el miedo y creando miedo en el mundo.
Miedo y Caracterología:
El miedo a las sensaciones dolorosas o desagradables, consecuente de la falta de
afecto o del abandono, la incomprensión, el rechazo, castigo y/o represión (a partir de la
manifestación de determinados impulsos amorosos-sexuales o agresivos) condujo al ser
humano, desde el principio de su vida a desarrollar toda una red -de mecanismos de
defensa, con sus resistencias caracteriales y musculares inseparables funcionalmente.
El organismo (unidad somato-psicológica) del sujeto aprende pronto a temer las
propias sensaciones que le conducen a la experimentación y expresión emocional que le
traerán como consecuencia dolorosos sentimientos de soledad, pérdida o castigo (de una
o otra índole). De esa forma va insensibilizándose, desactivando biológicamente aquellas
zonas de su cuerpo implicadas en la vivencia que le acarrearía el conflicto, siempre
cargado de dolor.
Si desactivamos biológicamente una parte (o varías) de nuestro cuerpo y la
aislamos de la consciencia (auto-consciencia) como forma de no sentirla-percibirla y la
mantenemos, pues, bloqueada, "acorazada" (en términos Reichianos), defendiéndola paradójicamente - esta zona se desnutre energéticamente, se desvitaliza, se aisla del.
movimiento vital (del resto del organismo y del cosmos) ... de algún modo, muere. Es un
pantano o un desierto.
Como expresa Federico Navarro, "el miedo es el de perder los mecanismos de
defensa. En el sicótico, un miedo ligado al segmento ocular: miedo a morir, desintegrarse.
En el borderline, ligado a la boca: se defiende contra la caída en depresión de base. En el
neurótico se trata de un miedo a la castración (en el caso más primitivo - o
psiconeurótico) y miedo al orgasmo, vivido como pérdida del yo (en el neurótico más
edípico)".
Durante el periodo fetal, lo que Federico llama el secundo miedo del sujeto, la
respuesta ante el miedo es simpática (predominio de la adrenalina). En la energía que
entra en la base del cerebro, en el polígono de Willis, se crea una contracción intensa. Allí
están situados los centros nerviosos vitales. Este miedo, que es un miedo inconsciente
aún, se concretiza en algunos momentos de la vida, como una angustia a disolverse. Este
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es un sentimiento típico de personas con núcleo psicótico. El miedo neonatal, el 3° tipo
de miedo, es el que se desarrolla en los primeros 8-9 meses de vida extrauterina, en un
período de relación epidérmico, simbiótico con la madre. Este miedo provoca un estrés
emocional tal que afecta al establecimiento y desarrollo de la entidad biológica y del
proceso de unidad que está en curso. Este es, ya, un miedo consciente. Se produce una
respuesta aguda de contracción del simpático y el bloqueo también de aquellas zonas a
nivel muscular que están implicadas.
El miedo de 4° tipo (siempre siguiendo la teoría del Dr Federico Navarro) surge de
experiencias relacionadas generalmente con la figura de los padres o aquellas de
referencia afectivas más importantes para el sujeto. Es un miedo que se corresponde con
el castigo o represión en el momento de su vivencia edípica y de su estabilización
caracterial. El desarrollo del carácter es una sucesión de acontecimientos precisamente
en el modo concreto de resolución de la situación edípica. Es precisamente en este
momento del desarrollo que se estabiliza el carácter del sujeto. La respuesta que se
produce en este último caso es algún tipo de somatización y/o actitudes caracteriales,
digamos la formación de rasgos de carácter, que lleva implícito siempre cada miedo
concreto, miedo al castigo .miedo al rechazo, de retiro del afecto. Así pues estos
comportamientos de evitación y auto protección serán siempre manifestaciones, en el
fondo, de miedo. Reich se pregunta que es lo que rige la formación del carácter: "la
coraza se desarrolló a partir del conflicto entre las demandas instintivas, la tendencia al
placer, y el mundo exterior frustrante" que tiene una relación directa con la necesidad
concreta del niño en ese momento, así ... hablaremos de mundo exterior frustrante en un
útero hipo-orgonótico, frío, contraído y poco disponible, o cuando el niño se encuentra un
pecho frío o mecánico o ofrecido según el ritmo de la madre pero sin atender las
necesidades básicas del bebe, o cuando una madre o un padre hacen sentir culpable a
un niño/a cuando se masturba o descubre sus genitales, cuando vive el deseo sexual, o
en la escuela cuando el niño/a quiere tender a otro niño para desarrollar su sexualidad y
es ridiculizado y culpabilizado, teniendo, necesariamente, que inhibirse. De nuevo allí se
vive la experiencia del miedo, también una relación de necesidad (necesidad de
adaptación al medio, de reconocimiento de su propio Yo), y una vez más la única vía es la
inhibición de la acción, que lleva a la contracción y la angustia.
"La frustración de las necesidades primarias produce contracción crónica del
biosistema"(Reich). El conflicto primario inhibido y la formación de la coraza conduce a la
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formación de impulsos secundarios y ésta sería la salida de escape, con la formación de
síntomas y de rasgos de carácter típicos.
En el "Análisis del Carácter" ya escribe Reich como, en la terapia, al desmoronar las
actitudes caracteriales que ocurren en situaciones cargadas de miedo, reaparecen
precisamente esos miedos específicos y la angustia que va asociada. Prácticamente en
todas las sesiones de vegetoterapia, aparece el miedo, explícito o implícito, son las
resistencias tanto caracteriales como físicas (por ejemplo la tetania que es una
respuesta de contracción muscular que paraliza los labios, las manos... ante la
posibilidad de una abreacción de una emoción; o... lo que llamaríamos ojos perezosos,
que se cierran, que se duermen, que no quieren ver la realidad, que no quieren
enfrentarse a lo que esta sucediendo en ese momento o bien la mecanización de la
acción, es decir cuando se ofrece la posibilidad de realizar un acting, como abrir o cerrar
las manos, o mirar un punto y el punto de la nariz, o simular el movimiento de succión, o
el movimiento de negar, como el niño que quiere decir "no,
momentos la
no, no". En esos
resistencia que observamos es la ejecución mecánica del movimiento
para no hacer consciente lo que implicaría la aparición de la emoción. Estas resistencias
(y tantas otras) del paciente, en sí-mismas, son manifestaciones del miedo, miedo a sentir
que equivale al miedo a sufrir. El miedo al castigo o a la frustración afectiva básica que
produjo angustia o continuo estado de ansiedad en la propia historia del sujeto se refleja
en la terapia en las distintas formas e intentos de evitación del contacto con la emoción.
Miedo a sentir es miedo a la vida.
En las situaciones clínicas podemos observar las diversas manifestaciones del
miedo, miedo a desintegrarse (en la situación psicótica o esquizofrénica), miedo al peligro
vivido como algo que puede suceder en cualquier momento, expresión de la profunda
inseguridad física y sensación primaria de peligro vivida a nivel biológico, miedo a la
soledad (una soledad primaria), inconsciente, vivida antes del periodo de individuaciónseparación - del que habla Malher - en el que el bebe no se sentiría realmente separado
del cuerpo de la madre, o una soledad del Yo vivida antes del período de asentamiento
de la identidad biológica y sexual. Miedo psíquico a las diferentes formas de castigo,
conflicto, rechazo de las figuras afectivas centrales y miedo social, retraimiento de las
potencialidades del Yo ante las respuestas de rechazo y culpabilización social. Cuando el
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sujeto encuentra, reconoce las propias sensaciones asociadas del miedo, "tengo miedo
de..", y la vivencia consciente de esta emoción negativa (en términos de Federico
Navarro), facilita ya en sí la entrada en emociones; podemos destacar la rabia, la tristeza,
los sentimientos de soledad que hay detrás de ello, lo que permite por tanto pasar de la
angustia a la liberación emocional hasta conseguir la expansión. En el caso de los sujetos
más débiles biológicamente, el contacto con el propio miedo, a partir de los medios
ofrecidos en la terapia, no hace emerger contenidos conscientes, aparece, en cambio, su
experiencia (ahora consciente) de contracción, de angustia ligada al miedo vital. La
vivencia es de dispercepción, tanto en la auto-percepción como la percepción del mundo
externo. Se requiere entonces, más que un trabajo de análisis, un cuidado terapéutico
donde facilitar al sujeto lo que llamaremos una relación de campo energético (uterino o
neonatal) que permita al sujeto restituir sus necesidades básicas. Una vez que se entra
en contacto con el miedo, con la contracción, la desconfianza paranoica... , se trata de
facilitar un contacto con la figura del terapeuta en el que el paciente se sienta seguro, lo
que llamaríamos contacto de campos energéticos, que facilita la nutrición energética del
sujeto, necesaria para su paulatina estructuración yoica, en el desarrollo de la terapia.
El campo energético del que habla Reich coincide con el concepto de aura o halo energético que
rodea el cuerpo físico (Kirlian). Nuestra campo energético externo puede ser más intenso, más débil, puede
ser distribuido de manera unitaria o bien dispersa o irregular (lo que en orgonomía clínica llamaríamos
disorgonía)
Algunas formas caracterologías y su
miedo típico:
De todo lo anterior, pues, deduciremos que la formación de carácter es
consecuencia del miedo. "La necesidad de reprimir las demandas instintivas da origen a
la formación del carácter", "los mecanismos de protección del carácter entran en acción, y
eso es lo típico de ellos, cuando existe amenaza de un peligro proveniente del interior, de
un impulso instintivo. Entonces, es tarea del carácter dominar la angustia estásica
causada por las energías de los impulsos a los que se imposibilita la expresión" (W.Reich,
Análisis del Carácter, p. 173).
Un paciente me dice.
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_ ¿tu tienes la sensación de que yo huyo de algo?
_ Por supuesto que sí.
_ ¿De qué, porque ?
_ Huyes del dolor.
_ ¿Pero es natural, no ? Sería estúpido sufrir, eso es
masoquismo. ¡Mierda!
_ No, escapándote del dolor, te escapas de ti-mismo y
esto te hace sufrir sin salida. Afrontar (reconocer,
tocar, sanar) el dolor está bien lejos del masoquismo.
Y ... es que el masoquista. como ya sabemos, en realidad dedica su dolor a
los
otros,
exhibe
su sufrimiento, su invalidez, su torpeza, busca la compasión, una
compasión lastimera: "soy una mierda, o ... soy la enfermedad (mírame) y el dolor, soy la
pena misma, estoy por los suelos, por favor: una limosna, por favor dame un poco de
amor o (y allí viene el sadismo encubierto): tu serás el culpable de mi infierno, tu serás
quien me destruye.
El masoquista vive un intenso sentimiento de culpa y miedo al castigo. El autocastigo masoquista hace el efecto de un sustituto más débil del castigo que tanto teme;
así se alivia la tensión de la espera dolorosa del castigo. Aquí está, también, la lógica de
su comportamiento general.
En realidad, la tendencia destructiva (expresión de la rabia, consecuencia de la
frustración afectiva) hacia el exterior es la primera que se desarrolla, luego se vuelve
hacia uno-mismo por miedo al castigo. "Existe una antítesis dialéctica, determinada por
una transformación de actividad en pasividad, mientras el contenido ideativo sigue siendo
el mismo" (W.Reich, Análisis del Carácter, p.320).
Yo creo que el masoquismo (sádico, siempre) es la respuesta más razonable dentro
del orden afectivo y social imperante en nuestro sistema de convivencia. El masoquista,
pues, se relaciona con el dolor extrayéndole los "beneficios" (unos beneficios
secundarios, desastrosos para su salud física y emocional) afectivos, que puedan
regalársele: sufres, te consuelo, te miro, te tengo en cuenta, te toco (un poco al menos).
Por lo cual le costará mucho abandonar ese
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sufrimiento penoso pero esperanzador (de alguna dosis
de amor, aunque sea una expresión lamentable del
amor).
¿Como afrontaría el carácter narcisista la experiencia dolorosa ? El sujeto fáliconarcisista no admitirá el dolor, que vivirá como humillante y empequeñecedor. El es (tiene
que serlo y demostrarlo) grande, fuerte, capaz y admirable.
La triste trampa del narcisista es la de crearse la ilusión de no necesitar a nadie, ser
suficiente y autosuficiente. Si es posible, el más listo y preparado ... o más lo que sea. Así
pues no se permite sentir vulnerabilidad, debilidad, no vaya a ser que se desmorone y
perciba la gran necesidad que tiene realmente de reconocimiento. El o ella dirá siempre:
"deja, yo puedo" o "yo sé como afrontar esto", etc... Y en una situación de abandono, de
ataque hostil, soledad, crítica destructiva, incomprensión ...su respuesta será del tipo:
"bah, no es alguien que merezca mi atención" o "yo tengo las cosas muy claras, estoes
por ... esto y aquello ... por lo otro", o "yo ya tenía previsto dejarle", o bien mostrará su
semblante frío y firme, expresión de lo que pasó no le duele, él es más importante que
nada y puede soportar fácilmente los obstáculos. Inalterable, invulnerable, fuerte, así se
muestra (que no es) el narcisista y así cree ser, puede ser tan altivo como cruel en su frío
comportamiento ante alguien que le retira alguna cualidad de su amor (de pareja, de
amistad o relación profesional) y mostrarse absolutamente irracional en sus argumentos
(aparentemente sólidos y bien fundados) si la situación verdaderamente le duele, porque
en ese momento sus resistencias caracteriales y físicas (para evitar la percepción del
dolor) se recrudecen. El carácter fálico-narcisista evita sus impulsos anales, permanece
anclado en la etapa fálica, exagerando su comportamiento fálico, tratando de
reasegurarse para no perderlo (miedo a la castración). Teme su debilidad frente a la
mujer (originalmente la madre vivida como figura referencial afectiva más poderosa que el
padre). El miedo clave del fálico-narcisista le conduce a demostrar, seducir para
degradar, superar a la mujer y, en realidad, su gozo genital real, lamentable y
paradójicamente, permanece débil. Su mayor placer reside en conservar su falo y sentir
la seguridad de su fuerza y dominio.
En todas las formaciones caracterológicas, debido al conflicto básico de la situación
edípica (típico de las neurosis en general) existe - sea cual sea la forma típica de
resolución de dicho complejo, lo cual nos permite encuadrarlo en un carácter u otro - el
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miedo al placer y miedo al orgasmo (que W.Reich dejó tan bien definido) consecuencia
del miedo al castigo y del miedo al abandono o pérdida del control.
El carácter compulsivo deriva de una fijación en la etapa sádico-anal del desarrollo
libidinal. Suele presentar un comportamiento estereotipado, de excesivo orden,
pedantería, avaricia, etc... Es típico en él el bloqueo afectivo, disocia las ideas y
recuerdos de la carga afectiva que les acompaña.
El miedo profundo del compulsivo consiste en liberar corporalmente (no solo en el
mundo de las ideas) sus impulsos violentos, por ello presenta, como síntoma, ese orden
exagerado de las cosas. Le domina una fuerte angustia. "Si se interrumpe el trabajo
reactivo aparece, tarde o temprano, la inquietud, que puede aumentar hasta convertirse
en irritabilidad e incluso en angustia" (W. Reich, Análisis del Carácter, p. 186). Algunas
manifestaciones de la angustia de castración, como algunas fobias, van conduciendo a la
formación de actitudes pasivo-femeninas - como sumisión, excesiva "politesse" y/o
comportamientos robóticos. Solo socavándolas bases de estas formaciones reactivas, en
la terapia, logramos que el sujeto acceda al contacto con el impulso libidinal (como lo es
el deseo genital del progenitor) cuya percepción causó tanto miedo y necesidad de autoprotección.
En realidad, el sentimiento de angustia en mayor o menor grado, acompaña a casi
todos los procesos de enfermedad (o disturbio somato psicológico) del organismo
humano. "La experiencia clínica revela que la angustia no es sino la sensación de una
constricción, de una estasis (de energía), los temores (la idea de los peligros) se
convierten en angustia efectiva solo en presencia de esa estasis" (W.Reich, Análisis del
Carácter, p. 223).
Si el carácter compulsivo es auto-controlado (que nada se le escape) por miedo al
castigo, en el caso del/la histérico/a encontramos lo opuesto, es decir, movilidad, fácil
excitabilidad, impresionabilidad, blandura y agilidad. En este tipo, ya que su formación
caracterológica deriva de una formación edípica (en la fase genital del desarrollo) su
miedo fundamental consiste en la pérdida del amor (del padre o la madre según el género
del sujeto) en el caso de permitirse sentir-experimentar-gozar genitalmente. Puesto que
su libido, decíamos, está asociada al progenitor de sexo contrario, inhibirá sus
sensaciones genitales para no disgustarle y conservar su amor. Puede llevar a cabo una
fuerte seducción, para luego evitar, retirarse o simplemente no llegar a experimentar
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placer
genital;
por
lo
cual,
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permanece
en
estado
de
tensión
sexual,
que
permanentemente descarga a través de sus comportamientos altamente sexualizados.
Miedo Versus Madurez Humana:
El niño se rige por el principio del placer. Su organismo, en continuo crecimiento y
aprendizaje, con una permanente necesidad de seguridad afectiva (hasta la llegada de su
autonomía) solo puede estar interesado en las dinámicas de expansión. Toda frustración
o privación afectiva básica le procura dolor, el miedo al dolor es el causante de todos los
mecanismos de evitación y autoprotección inconscientes que condenan, inevitablemente,
al sujeto a "de algún modo" no salir de la infancia, le impiden madurar.
Madurar significa reconocer la verdad. La verdad que entraña, a menudo, dolor.
Solo aceptando el dolor (de la pérdida, déla limitación de afecto, etc...) tiene lugar la
verdadera transmutación que el ser humano necesita para evolucionar, conseguir salir del
agujero en que "aquella vieja infancia" acabó convirtiéndose.
El miedo al dolor se relaciona con el miedo a la vida. VIVIR (no solo sobrevivir)
significa estar abierto al flujo energético cósmico - en el que tenemos una existencia NO
SEPARADA respecto a TODO. Vivir, pues, implica navegar en este océano universal sin
oposición. es decir sin poner obstáculos, dejándonos atravesar por esta energía única,
siendo, el ser humano - de hecho -esta misma energía condensada, estructurada de una
forma específica, única, especial y maravillosa, sin dejar de ser esencialmente igual a
todo lo vivo.
Vivir, tal
como lo hemos definido,
supone sentir, percibir y ser consciente.
Sentir puede ser placentero o desagradable. Experimentar todas y cada una de las
sensaciones es un paraíso del que el ser humano salió, inconscientemente desterrado,
poco a poco, casi desde el principio de su vida dentro de la piel en la que vive su SER.
"Quiero vivir", "quiero sentirme vivo" son las demandas (a veces directas, a veces
no) de nuestros pacientes.
La alegría de estar vivo es posible después del viaje de ida y vuelta a las
profundidades de esa infancia en la que vamos rescatando cada miedo, haciéndolo
consciente, transmutándolo en energía pulsante, gracias a la nueva capacidad
ver,
experimentar
la
realidad
(sin recortes, sin idealizaciones, sin
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de
negación de
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Orgonoterapeuta
Maite Sánchez Pinuaga
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ningún tipo).
Recordando la enseñanza de Cristo: "Yo soy la Verdad y la Vida", vemos que,
efectivamente, son lo mismo. Dios es la VIDA. Cristo, el hijo de Dios hecho hombre, es la
manifestación de la vida en forma humana.
"Sov El que ES". El ser es la manifestación de la VIDA. Si Dios es la VIDA, quiere
decir que, solo el que ES ... el que se SIENTE SER (el que experimenta lo que ES) ES.
Aquello
que
ES
simplemente,
sin
obstáculo,
sin separación, sin perderse en
dualidades ... es Dios.
El que ES vive la realidad del SER. Hay un solo SER. DIOS, TODO, el Universo
(o ... los universos). Querido Reich: el Orgón (si lo llamas así) en ti, en mi, en todo lo vivo.
Realidad última, que subyace a todo y a todos. Podemos decir, sin temor a equivocarnos,
que, en realidad, nuestra función o nuestra responsabilidad, como terapeutas, es,
esencialmente, animar, acompañar y ayudar (con nuestros medios) al "paciente" a
desenterrar, desvelar y reconocer su SER. Cada emoción temida (bloqueada y oculta en
el cuerpo) podrá ir manifestándose de dentro a afuera, de la oscuridad a la consciencia,
de arriba abajo y al revés. Después de lo cual se va restableciendo la calma, el
autoreconocimiento, la respiración se hace profunda y dulce, resurge la confianza en la
VIDA y el GUSTO POR LA VIDA.
El SER simplemente ES. Lo cierto es que la subjetividad, que nos confiere nuestra
caracterialidad personal y nuestro momento concreto, nos obliga a ver, oler, sentir,
experimentar unas formas u otras de las infinitas manifestaciones del SER, de la realidad.
Reconocer una parte de la realidad del SER, no debería confundirnos.
Si bien "la parte es el todo y ...el todo es la parte" (como el ejemplo de que en una
semilla se halla representado todo el Universo), esto es cierto ... solo cuando la parte es
experimentada de forma consciente, esto hace posible que la parte se sienta "ser en el
todo".
Reich: el Orgón (si lo llamas así) en ti, en mi, en todo lo vivo. Realidad última, que
subyace a todo y a todos. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que, en realidad,
nuestra función o nuestra responsabilidad, como terapeutas, es, esencialmente, animar,
acompañar y ayudar (con nuestros medios) al "paciente" a desenterrar, desvelar y
reconocer su SER. Cada emoción temida (bloqueada y oculta en el cuerpo) podrá ir
manifestándose de dentro a afuera, de la oscuridad a la consciencia, de arriba abajo y al
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revés. Después de lo cual se va restableciendo la calma, el autoreconocimiento, la
respiración se hace profunda y dulce, resurge la confianza en la VIDA y el GUSTO POR
LA VIDA.
El SER simplemente ES. Lo cierto es que la subjetividad, que nos confiere nuestra
caracterialidad personal y nuestro momento concreto, nos obliga a ver, oler, sentir,
experimentar unas formas u otras de las infinitas manifestaciones del SER, de la realidad.
Reconocer una parte de la realidad del SER, no debería confundirnos.
Si bien "la parte es el todo y ...el todo es la parte" (como el ejemplo de que en una
semilla se halla representado todo el Universo), esto es cierto ... solo cuando la parte es
experimentada de forma consciente, esto hace posible que la parte se sienta "ser en el
todo".
Dejamos de CONOCER la realidad cuando dejamos de conocernos a nosotros
mismos. Y eso empezó a pasarnos cuando empezamos a tener MIEDO AL DOLOR del
DESAMOR. Perder el contacto con el otro y con las propias sensaciones (como
mecanismo de defensa inconsciente) por temor, nos conduce a subjetividades desde las
que estrechamos demasiado nuestra percepción, parcializamos - sin consciencia - la
realidad objetiva y la transformamos, interpretamos, más bien, a nuestro antojo. De dicha
interpretación caprichosa del carácter pretendemos deducir "lo que la cosa es", ese es el
modo de no tener que afrontar verdaderamente lo que es en realidad, todo son
justificaciones para no llegar a lo esencial. La cuestión es aceptar el dolor de la pérdida o
limitación del amor. Ante esta imperfección en la experimentación del amor (porque el
amor, en sus manifestaciones, no es inmutable, inalterable, "perfecto" - según el manejo
imperfecto que hacemos del concepto perfecto-) el niño que fuimos sufrió, experimentó el
sentimiento doloroso de la soledad, la incomprensión, el vacío, etc..., lo que le lleva a la
rabia y/o la tristeza. Si estas emociones pueden ser vividas, libremente - contando con el
reconocimiento externo y autoreconocimiento - tiene lugar la calma en el organismo y se
restablece la receptividad, de nuevo, al amor que se busca. Surge la posibilidad de
reciprocidad, que asegura el equilibrio. Si este proceso, en cambio, se ve dificultado,
hasta el amor más puro y real acaecido después (en otros momentos de la existencia
personal) puede resultar "invisible" o bien mal interpretado ya mediante los mecanismos
de auto-protección confeccionados; inconscientes de que lo que nos persigue, agobia,
duele en el propio cuerpo, es aquella emoción que no pudo ser expresada en su
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momento preciso y no pudo serlo, precisamente - como venimos diciendo - por miedo al
dolor.
Y ¿ cuantas veces, a lo largo de la vida, la proximidad del amor o la pérdida de este
nos despierta el dolor, viejo dolor, del desamor o ... la vieja pérdida (experimentada en
frágiles y tiernos momentos de una existencia humana que eligió la confianza pero se vio
forzada a renunciar a ella, contrayéndose y cerrándose para no volver a repetir la herida)?
Pues ... cuando ese dolor despierta - ya sabemos - todos los mecanismos que
sirven de parapeto a las sensaciones conscientes se ponen en guardia, levantan viejas y
nuevas barreras.
Madurar es ir perdiendo el miedo al dolor v de este modo la magia tiene vía
libre. La vida es continua transformación y cuando el miedo deja de ser EL obstáculo, el
dique de contención contra el flujo constante de vida que nos recorre y atraviesa ...
entonces somos la vida misma. La parte es el todo, porque la consciencia nos acompaña.
Y toda experiencia, todo proceso vital de exploración y conocimiento (de uno mismo y el
mundo) tiende a la expansión, a la transformación de la oscuridad en luz, a la celebración
en la alegría.
Madurar es reconocer y aceptar la verdad profunda de cada manifestación del
SER y de la realidad impermanente, vibrante, en sus dimensiones más densas y más
sutiles.
Freud introdujo los conceptos de "principio de placer" y "principio de realidad". Así
mismo del "principio de frustración" y, desde luego, creo en la frustración necesaria para
la evolución, aunque me distancio de Freud, considerando la importancia - en la
aplicación de dicho concepto - de seguir y respetar la lógica del proceso madurativo del
ser humano. No podemos introducir las frustraciones o límites sin contemplar las
necesidades básicas de cada fase del desarrollo del infante y sus capacidades (en base a
dichas fases evolutivas) para integrar, adaptarse, transformar la realidad. Pero lo cierto es
que es necesario salir del acomodamiento al placer fácil, que produce pasividad e inhibe
la capacidad de agresividad (o sea, de ir a buscar el propio placer, de crearlo a nuestro
modo, respondiendo a la necesidad de cada momento, nunca idéntico e inmutable.
El concepto de madurez, siguiendo esta lógica, tendría que ver - en parte - con el
"principio de realidad" siempre que se trate de una percepción consciente de esta
realidad y la aceptación de los límites y zonas oscuras de uno mismo y del otro. "El
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principio de realidad" bien entendido no se opone a la ley básica original de la psicología
analítica: "el principio del placer-displacer", según lo cual se busca, de modo original,
obtener placer y se evita el displacer".
Madurez, pues, implica el RECONOCIMIENTO de la VERDAD, que trae, como
consecuencia, un aumento de la capacidad de OBJETIVIDAD. Tiene lugar una menor
distancia entre objetividad y subjetividad, lo cual dispone a la experiencia del AMOR
REAL Solo el amor real entraña y facilita la aceptación, la comprensión profunda y
completa de ti mismo, del otro, de los fenómenos de la realidad de la vida.
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