UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES Facultad de Psicología PSICOANALISIS FREUD I Escuela de formación de ayudantes 2009 “Todo neurótico fue alguna vez Edipo” - Mayer Noelia (DNI 30301159)- 1 Sigmund Freud, casi al comienzo de su obra y revolucionando las concepciones de su época, plantea la existencia de una sexualidad infantil caracterizada por ser perversa y polimorfa. Semejante declaración fue acompañada por otra postulación: en el período sexual infantil tendría lugar un fenómeno central y de validez universal compuesto por cuatro elementos: niño, madre, padre y falo, denominado complejo de Edipo. Esto ya había sido anticipado por Freud en una de sus correspondencias a Fliess; así en el año 1897 en la carta 71 Freud escribía: “Un solo pensamiento de validez universal me ha sido dado. También en mí he hallado el enamoramiento de la madre y los celos hacia el padre, y ahora lo considero un suceso universal de la niñez temprana…”. A partir de estas referencias freudianas se intentará realizar un acercamiento a la temática del Complejo de Edipo entendido como operador estructural, así como también se intentará dar cuenta de por qué dicho complejo resulta ser el complejo nuclear de las neurosis y sobre cual sería el valor de este suceso de la niñez para la clínica psicoanalítica. Para abordar estas temáticas resulta necesario retomar lo expuesto por Freud en “Tres ensayos de teoría sexual” (1905). Allí plantea la existencia de organizaciones pregenitales de la libido –oral, anal, fálica- en las cuales alcanza predominio un objeto y una zona erógena determinada; además durante el desarrollo de estas fases las pulsiones parciales se satisfacen de manera autoerótica sin alcanzar su unificación ni subordinarse al primado de la zona genital. Sin embargo, unos años mas tarde, Freud destacará la importancia que el quehacer genital tiene en el desarrollo sexual infantil al declarar que el carácter principal de la organización sexual infantil reside en que para ambos sexos el genital masculino, el falo, adquiere un carácter relevante, dando cuenta de que en la fase fálica no habría un primado genital sino primado de falo. Durante dicha fase fálica el niño sostiene la premisa de que todos tienen pene, tantos los seres animados como los inanimados, rechazando así la percepción de que las personas del sexo femenino no poseen ese genital, pues solo cree que las mujeres despreciables lo habrían perdido pero su madre, como ser respetable que es, no habría sufrido tal destino. De este modo y a través de la pulsión de investigación comienza a crear teorías sexuales infantiles, es decir, en lugar de aceptar lo que el encuentro con la castración produjo, el niño lo rechaza creando las teorías sexuales infantiles. Siguiendo a Osvaldo Delgado podemos decir que ellas implican dos cosas: un rechazo a la castración, pero además implican un modo de satisfacción, pues están vinculadas a una zona erógena. 2 A pesar de ello, en el curso de estas indagaciones cuando el niño aborda los problemas en relación al origen de los sexos y que solo las mujeres pueden parir hijos, comprende que la madre ha perdido el pene. Es a partir de la castración en la madre que el niño teme que la castración recaiga sobre su propio cuerpo, pues esto equivaldría a una nueva separación de la madre y llevaría al niño a resignificar las perdidas anteriores, como el pecho y las heces por ejemplo. No obstante, tal como lo destaca Freud, solo puede hablarse de complejo de castración cuando la pérdida se enlaza con el genital masculino. Asimismo Osvaldo Delgado plantea que si bien el complejo de castración se pone en relación con la fase fálica, no sería posible sin la anterioridad lógica de la castración en la madre, pues es eso lo que permite la ecuación simbólica niño=pene (falo), es decir, remite al propio Edipo de la madre y al narcisismo, dando cuenta entonces de la equivalencia cuerpo=falo: “como hijo de una madre, el niño es un objeto de intercambio producido por una mujer”1. Sería entonces el falo, como premisa universal, el articulador entre el complejo de Edipo y el complejo de castración. Y es justamente en la fase fálica donde se plasman con mayor precisión las diferencias entre los sexos, pues las primeras fases de desarrollo libidinal son recorridas de modo similar, siendo la madre el primer objeto de amor tanto para la niña como para el niño. En el caso del varón, durante el complejo de Edipo quisiera tener a la madre como objeto de amor y eliminar al padre como rival. Aparecen dos modos posibles de satisfacción, una activa situándose en el lugar de padre y como él mantener comercio sexual con la madre donde el padre es visto como un obstáculo. O bien una satisfacción pasiva, sustituyendo a la madre y haciéndose amar por el padre. No obstante la amenaza de castración termina con las dos posibilidades de satisfacción derivadas del complejo de Edipo. “En efecto ambas conllevan la pérdida de pene; una la masculina en calidad de castigo, y la otra, la femenina, como premisa” 2. Se produciría así un conflicto entre sus intereses narcisistas por el pene y las investiduras de los objetos parentales. El temor a perder el pene lleva al niño a abandonar el complejo de Edipo, reprimirlo y a que se instaure como su heredero un poderoso Superyó. La autoridad del padre, introyectada en el yo va a parar al núcleo del Superyó y desde allí sostiene la prohibición del incesto y el parricidio; las aspiraciones libidinosas del complejo de Edipo son desexualizadas y sublimadas y traspuestas en mociones tiernas. De este modo el niño se extraña del complejo de Edipo y se inicia el período de latencia. 1 2 O. Delgado “consideraciones críticas de la concepción freudiana de los complejo de Edipo y de castración” S. Freud “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924). AE tomo XIX, pág 184 3 En el caso de la niña sucede algo diferente, pues en ella existe una ligazón madre preedípica, que dura hasta aproximadamente los cuatro años y puede dejar como secuela ocasiones para fijaciones y predisposiciones. Durante este período el padre es solo un rival. Estos vínculos libidinosos de la niña con la madre atraviesan las tres fases de la sexualidad infantil, y se expresan mediante deseos orales, sádicos-anales y fálicos. Sin embargo, durante la situación edípica de la niña es el padre quien ha devenido objeto de amor, pues según Freud la ligazón madre-niña se va al fundamento por el complejo de castración, puesto que la niña hace responsable a su madre de su falta de pene. Al igual que en el varón, el complejo de castración se inicia con la visión de los genitales del otro sexo, aparece entonces la envidia de pene y por un buen tiempo se aferra al deseo de llegar a tener algo así, conservándose este deseo en lo inconsciente. El descubrimiento de su castración puede producir tres orientaciones en el desarrollo de la niña: inhibición sexual o neurosis, complejo de masculinidad, feminidad normal (ecuación simbólica). En síntesis: durante la fase fálica para ambos sexos se produce el encuentro con la castración, en tanto peligro imaginario. En el caso del varón en el transcurso del complejo de Edipo conserva zona erógena y objeto de amor, mientras que la niña debe mudar ambos. Asimismo el complejo de Edipo en el varón se va pique por el complejo de castración, mientras que en la niña sucede casi lo contrario, pues el complejo de castración hace que ella abandone la ligazón preedípica con la madre e ingrese así al complejo de Edipo, permaneciendo dentro de él por un tiempo indefinido, solo después lo destruye y aun lo hace de manera incompleta. Es dable destacar una cita “si el yo no ha logrado efectivamente mucho más que una represión del complejo, este subsistirá inconsciente en el ello y más tarde exteriorizará su efecto patógeno”3. Podríamos decir de acuerdo con Freud, que sería necesario sepultar este complejo en tanto que si se reprime se producirá indefectiblemente el retorno de lo reprimido. Freud afirma que el complejo de Edipo se va al fundamento, es decir, se va al centro de la neurosis y pasa a ser el complejo nuclear de las neurosis. Esto tiene una importancia clínica fundamental sostiene el autor, puesto que en la pubertad cuando se realice una elección de objeto, los objetos incestuosos de la infancia son nuevamente investidos de libido y ambos sexos tendrán la tarea de desasirse de sus padres y así alcanzar un rol adulto.“Estas tareas se plantean para todas las personas; es digno de notar cuan raramente se finiquitan de la manera ideal, es decir, correcta tanto en lo psicológico como en lo social. Pero los neuróticos no alcanzan de ningún modo esta solución”4. Recorriendo la obra de Freud, encontramos en varios pasajes el carácter universal 3 4 S. Freud “El sepultamiento del complejo de Edipo” (1924) AE tomo XIX, pág 185 S. Freud “21ª conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales”. AE tomo XVI, pág 307 4 atribuido a este suceso de la niñez temprana. Pues ya el mismo Freud indagando la Tragedia Griega de Edipo Rey afirmaba que los espectadores al contemplar dicha tragedia, en lugar de horrorizarse por ello y tomarla como una pieza inmoral y que atenta contra sus aspiraciones éticas, reaccionaban como si ya hubiesen conocido en su interior el Complejo de Edipo, como si supieran de sus deseos de matar al padre y quedarse con la madre. Dice Freud respecto a la tragedia de Edipo “en vano te revuelves contra tu responsabilidad y protestas lo que hiciste para contrariar esos propósitos criminales. Eres bien culpable, pues no has podido aniquilarlos; persisten todavía inconscientes en ti. Y ahí se encierra una verdad psicológica”5 Las tragedias griegas eran manifestaciones artísticas a las que acudían los ciudadanos de la polis; en ellas se destacaba el protagonismo del héroe trágico quien debía enfrentarse a un destino fatal y luchar contra él, sin retroceder; sabe que su destino se cumplirá, sin embargo da la batalla para revertirlo, lucha contra la imposibilidad. En Edipo Rey, Edipo, al no saber quienes eran sus verdaderos padres y al querer enfrentar y desafiar a su destino, comete el error trágico de la obra, que es matar a su verdadero padre (el Rey Layo), pero haciéndose cargo de lo sucedido se castiga lastimándose los ojos. Freud sostiene que cada neurótico fue alguna vez Edipo, por lo tanto en un análisis y en transferencia – definida por el autor como la palestra del análisis- la tragedia de cada paciente y su mito individual lo indefectible del destino será interrogado. Lo que el ingenuo o sapiente trata como designio o fatalidad será interrogado hasta la cuestión del mito mismo, como un argumento o novela que el neurótico construye para velar la castración estructural, producto de la operación simbólica. Así se transita de lo universal del Edipo al singular del responsable de su propio destino, de su dramática, intentando que el neurótico produzca un pasaje de postularse como víctima a responsabilizarse por sus elecciones y por su saber. En todo caso se trataría de una víctima culpable en el sentido de responsable. En conclusión podríamos decir que todo psicoanálisis plantea recuperar en el recuerdo ese período infantil, el cual contiene los comienzos de la vida sexual y por tanto los dos crímenes de Edipo: el incesto con la madre y el parricidio. Ambos deseos prohibidos, y aún reprimidos, el hombre no puede dejar de responsabilizarse por ellos pues son las fuentes más importantes de la conciencia de culpa que hace padecer a los neuróticos. *Nota: se sugiere la película “Edipo Rey” de Pier Paolo Passolini (1967) como posible articulador pedagógico entre la tragedia griega y las conceptualizaciones freudianas respecto a esta temática. 5 S Freud Freud “21ª conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales”. AE tomo XVI, pág 302 5 Bibliografía Delgado Osvaldo. Las consideraciones críticas de los Complejos de Edipo y Castración. La subversión freudiana y sus consecuencias, Buenos Aires, JVE, 2005 Delgado Osvaldo. El Edipo como operador estructural. Ficha de cátedra. Freud, S (1897). Carta 71. En Obras Completas, tomo I, Buenos Aires, Amorrortu Editores Freud, S (1924). El sepultamiento del Complejo de Edipo. En Obras completas, tomo XIX, Buenos Aires, Amorrortu Editores Freud, S (1923). La organización genital infantil. En Obras completas, tomo XIX, Buenos Aires, Amorrortu Editores Freud, S (1916-1917). 20ª conferencia. La vida sexual de los seres humanos. En obras completas, tomo XVI, Buenos Aires, Amorrortu Editores Freud, S (1916-1917). 21ª conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales. En Obras completas, tomo XVI, Buenos Aires, Amorrortu Editores Freud, S (1933) 33ª conferencia. La femineidad. En Obras completas, tomo XXII, Buenos Aires, Amorrortu Editores Freud, S (1927). Fetichismo. En Obras Completas, tomo XXI, Buenos Aires, Amorrortu Editores Freud, S. (1905). Tres ensayos de Teoría Sexual, En Obras Completas, tomo VII Buenos Aires, Amorrortu Editores Teóricos Osvaldo Delgado 2009 6