Salud sexual y procreación responsable. La ley 25673 y las leyes provinciales Pablo O. Rosales y María Silvia Villaverde 19 de abril de 2006 Doctrina Salud sexual y procreación responsable. La ley 25673 y las leyes provinciales Por Pablo O. Rosales y María S. Villaverde SUMARIO: I. La ley 25673 de Salud Sexual y Procreación Responsable y su contexto en la Argentina. ¿Qué es la salud reproductiva?.- II. Principios jurídicos aplicables a la salud reproductiva. El contenido de la ley 25673 y su inserción en el sistema normativo. Las leyes provinciales.- III. Marco de los derechos humanos: a) La producción de los derechos reproductivos y sexuales: 1. Origen reciente de los derechos reproductivos; 2. Definiciones recogidas en el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo; b) Proceso de especificación de los derechos humanos; c) Incorporación de la perspectiva de género.- IV. Conclusión.- V. Bibliografía I. LA LEY 25673 DE SALUD SEXUAL Y PROCREACIÓN RESPONSABLE Y SU CONTEXTO EN LA ARGENTINA. ¿QUÉ ES LA SALUD REPRODUCTIVA? La ley 25673 (LA 2002-D-4834), que crea el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, fue sancionada el 30/10/2002 y publicada en el B.O. del 22/11/2002. Fue discutida durante todo un año, tuvo grandes impulsores y poderosos detractores, pero no ha sido la primera norma del país en esta temática, sino la confirmación y el fortalecimiento a nivel nacional de una nueva política social y de salud. El art. 1 ley 25673 establece la creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable bajo la órbita del Ministerio de Salud de la Nación (hoy Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación). La ley 25673 conforma el primer programa de carácter nacional de salud reproductiva, aunque desde los primeros años de la década del '90 varias provincias tenían ya aprobados programas de carácter local en el mismo sentido. Constituye sin duda una de las más importantes políticas de salud actuales y de alguna forma viene a dar cohesión nacional a programas locales que se venían desarrollando en varias provincias desde principios de los años '90. En la Argentina varios programas de salud reproductiva y procreación responsable locales comenzaron a implementarse y desarrollarse mucho antes que el Programa Nacional, y fue pionera la provincia de La Pampa con su "Programa Provincial de Procreación Responsable" (ley 1363), vigente desde el 27/12/1991 (LA 1992-A-914). Las provincias siguieron su camino: la provincia de Chaco (ley 4276), desde el 10/4/1996 (LA 1996-C- 4066); la provincia de Córdoba (ley 8535), desde el 25/4/1996 (LA 1996-B-2557); la provincia de Mendoza (ley 6433), desde el 22/10/1996 (LA 1996-C-4207); la provincia de Corrientes (ley 5146), desde el 29/11/1996; la provincia de Río Negro (ley 3059), desde el 19/12/1996; la provincia de Neuquén (ley 2222), desde el 31/10/1997 (LA 1998-A-963); la provincia de Misiones (decreto 92/1998), desde el 2/2/1998 (LA 1998-B-2561); la provincia de Jujuy (ley 5133), desde el 3/6/1999 (LA 1999-C-3965); la provincia de Chubut (ley 4950), desde el 23/11/1999 (LA 2003-A-1029); la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (ley 418), desde el 22/6/2000 (LA 2000-C-3522); la provincia de la Rioja (ley 7049), desde el 14/12/2000 (LA 2001-A-1067); la provincia de Tierra del Fuego (ley 509), desde el 3/1/2001 (LA 2001-C-1444); la provincia de San Luis (ley 5344), desde el 30/10/2002 (LA 2002-D-6351); provincia de Santa Fe (ley 11888), desde el 14/11/2002 (LA 2001-C-4539); la provincia de Buenos Aires (ley 13066), desde el 28/5/2003 (LA 2003-C-3331); la provincia de Entre Ríos (ley 9501), desde el 22/6/2003 (LA 2003-C3723); y la provincia de Santa Cruz (ley 2656), desde el 26/6/2003. A estas provincias se agregan otras que aún no tienen ley provincial pero sí tienen formado un programa de salud reproductiva: la provincia de Catamarca (tiene un programa de atención integral de la mujer del que depende un subprograma de salud reproductiva y un proyecto de ley en la Legislatura sin aprobar aún); la provincia de Formosa (en la que el Programa Nacional de Salud Reproductiva articula con el Programa Provincial de Procreación Responsable); la provincia de Salta (cuenta con un proyecto de programa provincial de salud sexual y responsabilidad por la vida temprana, con media sanción en Cámara de Diputados); la provincia de San Juan (que no cuenta con ley, pero se incorporó al Programa Nacional parcialmente a través de la ley 5930 por el Programa de Salud de la Mujer); la provincia de Santiago del Estero recientemente promulgó su ley adhiriendo a la ley nacional; y la provincia de Tucumán (que cuenta con un programa que articula con el Programa Provincial de Salud Sexual y Reproductiva) (fuente: página del Consejo Nacional de la Mujer: www.cnm.gov.ar y Ministerio de Salud y Ambiente: www.msal.gov.ar). Observamos en nuestro país una tendencia, que se ha dado también en el derecho comparado, por la que los programas locales se desarrollan mucho antes que el Nacional y en la mayoría de los casos con el fuerte impulso y monitoreo de la sociedad civil a través del trabajo de las organizaciones no gubernamentales que impulsan el tema. La ley 25673 no define el concepto de salud reproductiva sino a través de la descripción de sus objetivos, por lo que trataremos de dar forma a alguna definición o descripción que nos permita responder a la pregunta "¿Qué es salud reproductiva y procreación responsable?". En principio, este concepto aparece en la bibliografía comparada también con otras acepciones: derechos reproductivos, derechos sexuales, libertad reproductiva, entre otros. El concepto de "salud reproductiva" es muy reciente. Se desarrolló como resultado de la experiencia de las décadas de 1970 y 1980 y adquirió su validez universal con el consenso de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD.) de 1994 en El Cairo. La Conferencia de El Cairo (1994) y posteriormente la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing en 1995 acuñaron un concepto, una definición de salud reproductiva que permite separar entre la relacionada con la reproducción y la vinculada a la vida sexual, a las que nos referiremos con mayor amplitud en el apartado siguiente. Sin perjuicio de la definición que la comunidad internacional desarrollara en estas conferencias internacionales (respecto de las que este año 2005 se han cumplido los diez años), la Dra. Angélica Touceda considera en su nota en este mismo semanario que "El concepto de salud sexual y reproductiva implica el derecho de tener relaciones sexuales gratificantes sin coerción, sin temor a infecciones o a embarazos no deseados, la posibilidad de poder regular la fecundidad, el derecho a un parto seguro y sin riesgos, y el derecho a dar luz y criar niños saludables". El concepto y los objetivos de la salud reproductiva fueron cambiando a lo largo de los años. Durante las décadas de 1950 y 1960 la salud reproductiva se vinculó principalmente con la regulación de la fecundidad, relacionando el crecimiento de ésta con la pobreza. La Declaración de Derechos Humanos de la Conferencia de Teherán de 1968 consagró la regulación de la fecundidad como un derecho humano básico. Ya antes, en 1974, el Programa de Acción de la Conferencia Mundial de Población de Bucarest señaló el derecho de las personas a tomar decisiones libres e informadas en relación con el número de hijos y su espaciamiento, como así también el papel del Estado en asegurar la información y el acceso a los métodos de control de la fecundidad para hacer efectivas estas decisiones (Naciones Unidas, 1995). Al año siguiente, en la Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujeres, en la ciudad de México (1975), se reconoció el derecho de las mujeres a la integridad física y a decidir sobre su propio cuerpo. La Conferencia Internacional de Población de la ciudad de México en 1984 amplió el enfoque de Bucarest, aludiendo a los derechos no sólo de los individuos sino además de las parejas (nota). La Conferencia de Alma-Ata, de 1978, abogó por la inclusión de la planificación familiar a la salud materno-infantil a nivel de la atención primaria. En los años '80 comienza a desarrollarse la perspectiva de equidad de género, y el concepto de salud reproductiva como lo conocemos hoy se consolida en las Conferencias de El Cairo (1994) y Beijing (1995) mencionadas. Los autores citados (nota) sostienen que "la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD.) de 1994 marcó un hito en los que serían los posteriores abordajes de las políticas de población...", ya que "hasta entonces estas políticas habían estado fundamentalmente dominadas por metas de control de la población, esto es, por objetivos en el plano demográfico relacionados con la regulación de la fecundidad de las mujeres (WHO., 2000). El nuevo acercamiento que propone esta Conferencia se inscribe en un marco más amplio de promoción de derechos humanos y de equidad de género". Estos autores sostienen que son dos los aportes sustantivos realizados por el movimiento de salud reproductiva: a) la construcción de las categorías de derechos sexuales y reproductivos y b) la inclusión de la sexualidad como dimensión ligada, en forma insoslayable, a la plenitud y a la salud humanas (nota). Salud reproductiva y procreación responsable no es sólo la utilización de métodos anticonceptivos, ni tampoco equivale a aborto. No es una cuestión de la mujer únicamente, sino también del hombre. No es una problemática de los hombres y mujeres del Primer Mundo, sino una realidad concreta y una preocupación de las mujeres y los hombres de todas las clases sociales en Latinoamérica. Por otra parte, la salud reproductiva no es sólo un problema importante de salud: es un problema de desarrollo y de derechos humanos. La inequidad en la salud reproductiva es una razón apremiante para la preocupación internacional frente a la justicia social, y no hay área de salud en que esta inequidad sea tan notoria como en dicha temática. La socióloga Susana Torrado destaca que el rezago en la modernización de los comportamientos procreativos que ostentan los pobres respecto de los no-pobres no es tanto el efecto de un ideal de familia numerosa cuanto el resultado de las barreras que encuentran estos últimos para la regulación de su fecundidad, o sea, para el acceso al conocimiento y disponibilidad de anticonceptivos eficaces. Y ello como consecuencia de políticas públicas pronatalistas, cuyo principal efecto fue impedir o dificultar la regulación de la fecundidad en los estratos más carenciados (que tienen por efector de salud al sector público), ya que los estratos superiores contrarrestaron con medios propios (viabilizados por sus altos niveles educativos) esta acción gubernamental. Un resultado previsible fue la disminución de la fecundidad más pronunciada en estos últimos. Así, los diferenciales interestratos son muy acentuados en lo que respecta a la procreación. La tasa de fecundidad, según la cual el número promedio de hijos por mujer es inferior a 3 en la clase media, fluctúa alrededor de 3,5-4 entre los obreros y entre 4-5 en los estratos carenciados. El tratamiento y la aprobación del proyecto de Ley de Salud Reproductiva y Procreación Responsable llevaron en el Congreso Nacional un trámite relativamente extenso. Debe recordarse que después de cuatro años de tratamiento en la Cámara de Diputados de la Nación, sus Comisiones de Acción Social y Salud Pública, de Familia, Mujer y Minoridad y de Presupuesto y Hacienda, se consideraron un total de ocho proyectos de diferentes legisladores, y el 18/10/2001, con la presencia de 129 diputados y por amplia mayoría, obtuvo media sanción la actual ley 25673, sobre la base de un solo proyecto consensuado entre todos los bloques en un único texto que fue remitido al Senado de la Nación para su consideración y efectos. El 30/10/2002 la Cámara de Senadores de la Nación dio inicio a las 16 hs. al tratamiento del proyecto de ley recibido de la Cámara de Diputados, y a las 20:49 hs. de ese mismo día aprobó por amplísima mayoría del cuerpo el dictamen único expedido por la Comisión de Asistencia Social y Salud Pública, después del informe de la senadora Oviedo al tratar el orden del día 700, donde expresamente ella indicó como fundamento de su exposición que "Lo hacemos desde una perspectiva humana. No obedecemos, como se dice en alguna publicación, a que queremos hacer un control de la natalidad...", donde se constató en la votación general y particular sólo la negativa de un ínfimo número de senadores nacionales que invocaron "estrictas convicciones personales" (Diario de Sesiones, 31ª reunión, 16ª sesión ordinaria, 30/10/2002). II. PRINCIPIOS JURÍDICOS APLICABLES A LA SALUD REPRODUCTIVA. EL CONTENIDO DE LA LEY 25673 Y SU INSERCIÓN EN EL SISTEMA NORMATIVO. LAS LEYES PROVINCIALES La ley 25673 se enmarca, como afirmamos, en una política de Estado de la que las normas jurídicas constituyen una herramienta de dicha política. En general las normas sobre salud reproductiva se encuentran sistematizadas en una única ley, como en el caso de la Argentina, pero otras normas sobre diversos temas afectan la salud reproductiva a veces en forma positiva (como cuando facilitan la educación en salud sexual y reproductiva) y otras en forma negativa (como cuando les reconocen a los profesionales de la salud el derecho a la objeción de conciencia sin exigirles que remitan a los pacientes a otros profesionales que presten dichos servicios). Otros países desarrollan leyes que se limitan a promover una meta particular de la atención en salud reproductiva (por ejemplo, en 1965 Guinea prohibió el corte genital femenino, incluyendo la práctica dentro del Código Penal como castración (nota); o Guyana, que en 1995 modificó la ley que penalizaba el aborto como un delito y adoptó una ley nueva que le da prioridad al derecho de las mujeres de disponer de servicios de aborto seguro (nota). La anticoncepción ha separado las relaciones sexuales de la reproducción, y más recientemente las nuevas tecnologías reproductivas basadas en la fertilización in vitro han separado la reproducción de las relaciones sexuales, no obstante los fundamentos históricos del derecho médico fueron establecidos cuando las relaciones sexuales y la reproducción humana estaban ligadas de manera inevitable (nota). Este concepto es necesario tenerlo en cuenta cuando decidimos avanzar sobre la evolución de la salud reproductiva y el análisis de los principios jurídicos que podemos relacionar con la salud reproductiva. La sexualidad humana la encontraremos históricamente siempre relacionada con la moralidad. En 1957 se publica en Gran Bretaña el Informe Wolfenden (nota). En este informe se afirmaba que debía existir un área de moralidad y de conciencia puramente privada y que no todo precepto moral tenía que estar expresado en una ley. Indicaba que en una sociedad democrática se debe mantener un ámbito de moralidad e inmoralidad privado, que en términos breves y concisos no le concierne a la ley. El informe favorecía la neutralidad moral del derecho y consideraba que la ley era un instrumento pragmático interesado en resultados prácticos que no necesariamente eran aprobados positivamente, pero que eran aceptables dentro de los límites de la tolerancia popular. La idea central del informe era modificar los fundamentos del derecho penal relacionados con la actividad sexual y cambiar las bases del criterio moralista y censurador por bases pragmáticas, tolerantes y democráticas. El informe va a tener una fuerte influencia cuando en 1967 Inglaterra dicta su Ley de Aborto y en 1969 Canadá revisa su legislación, abriendo camino al aborto y a la anticoncepción legal. En los Estados Unidos la reforma no va a venir por la legislación, sino por la decisión de su Corte Suprema de Justicia en ambos casos (nota). La ley 25673 recepta una variedad de principios jurídicos claves que en general constituyen un mínimo de exigencias para satisfacer los estándares de justicia prevalecientes en nuestro Derecho, incorporando también principios del Derecho Internacional, principalmente receptados a través de la reforma del art. 75 inc. 23 CN. (LA 1995-A-26). Avanzaremos en los párrafos siguientes sobre estos principios y la recepción de los mismos en la ley, como así también sobre una presentación suscinta de la misma en el marco de los objetivos de esta nota. Los cuatro principios básicos de los derechos reproductivos son: autonomía personal, igualdad, diversidad e integridad corporal, que deben ser respetados consistentemente en los servicios de salud. Junto con la solvencia científica y la equidad de trato forman parte de la calidad de atención exigible por las y los usuarias/os (nota). Todos estos aspectos son el objeto del monitoreo social del que más adelante desarrollaremos algunos conceptos. El consentimiento informado, o la decisión informada, se encuentra adelantado en el art. 2 ley 25673 cuando señala como uno de los objetivos de la misma "alcanzar para la población el nivel más elevado de salud sexual y procreación responsable con el fin de que pueda adoptar decisiones libres de discriminación, coacciones o violencia", reforzado con la afirmación del art. 3 respecto de que la ley está destinada a la población en general, "sin discriminación alguna". La ley exige que las decisiones tanto para aceptar como declinar las prestaciones de la misma deben ser además producto de una información adecuada y que se indicarán "a demanda de los beneficiarios" (art. 6 inc. b). La reglamentación de este último artículo exige para la elección de un método anticonceptivo el consentimiento del interesado, "en un todo de acuerdo con sus convicciones y creencias y en ejercicio de su derecho personalísimo, vinculado a la disposición del propio cuerpo en las relaciones clínicas, derecho que es innato, vitalicio, privado e intransferible". Algunos sistemas legales exigen para ello un "estándar profesional" según el cual el proveedor (médico o institución) tiene el deber de revelar la información que revelaría cualquier otro profesional de la misma área en una situación similar; otros exigen que la información tenga el nivel de detalle adecuado para que una persona razonable en las circunstancias generales del paciente pueda tomar una decisión. Ambos sistemas, por su parte, exigen que los proveedores relacionen la información que deben dar al paciente con lo que razonablemente se espera que sepan sobre éste y con lo que realmente saben. Respecto de la relación de la edad del niño o niña con el consentimiento informado en salud reproductiva el art. 4 establece la norma general: "La presente ley se inscribe en el marco del ejercicio de los derechos y obligaciones que hacen a la patria potestad. En todos los casos se considerará primordial la satisfacción del interés superior del niño en el pleno goce de sus derechos y garantías consagrados en la Convención Internacional de los Derechos del Niño (ley 23849 [LA 1994-B-1689])". La norma es clara cuando aun inscribiendo los derechos de los niños/as a la salud reproductiva en el marco de la patria potestad (que se ejerce hasta los 21 años) prioriza marcadamente el "superior interés del niño/a" que establece la Convención mencionada (nota). Por su parte, la reglamentación del art. 4 de la ley establece una interpretación adecuada a la realidad y a los compromisos internacionales. En primer lugar, para la Convención de los Derechos del Niño se entiende por tal a la persona hasta los 18 años (nota). Esta Convención contempla expresamente que los niños/as tienen derecho a: a) formarse un juicio propio para expresar libremente su opinión (art. 12); b) ejercer plenamente la libertad de conciencia, de religión y de pensamiento (art. 14); y c) disfrutar del más alto nivel posible de salud y de servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud (art. 24) (nota). La reglamentación del art. 4 ley 25673 (nota) establece que en los casos de menores de 14 años se propiciará la presencia de un adulto de referencia en las consultas, pero para la colocación de un método anticonceptivo la reglamentación exige la presencia de un padre o adulto responsable. La reglamentación agrega que las personas menores de edad tendrán derecho a recibir, a su pedido y de acuerdo con su desarrollo, información clara, completa y oportuna; manteniéndose confidencialidad sobre la misma y respetándose su privacidad. En el caso de los niños y niñas de entre 14 y 21 años la ley no exige autorización o representación alguna del niño/a respecto de consultas sobre su salud sexual y reproductiva o sobre la colocación de métodos anticonceptivos. El art. 2 ley 25673 establece los objetivos propuestos para el programa, que pueden resumirse en: a) alcanzar para la población el nivel más elevado de salud sexual y procreación responsable (el art. 3 destina el programa a la población en general, sin discriminación) ; b) disminuir la morbimortalidad materno infantil; c) prevenir embarazos no deseados y promover la salud sexual en los adolescentes; d) contribuir a la prevención y detección precoz de enfermedades de transmisión sexual; e) garantizar a la población el acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de servicios referidos a la temática; y f) potenciar la participación femenina en la toma de decisiones relativas a su salud sexual. De estos objetivos se destacan conceptos importantes como la universalidad del programa, los objetivos de prevención y promoción, el deber de garantía del Estado y el rol principal de la participación activa de la mujer. Ninguno de estos objetivos podría alcanzarse sin la adecuada capacitación de los educadores, trabajadores sociales y de todos los operadores comunitarios para que formen agentes aptos como multiplicadores del programa. Esta capacitación está desarrollada en el cap. III del "Manual de apoyo para el trabajo de los agentes de salud", editado por el Ministerio de Salud y Ambiente, y en el texto general del mismo. Esta capacitación, incorporada por el art. 5 ley 25673, tiene como objetivo mejorar la satisfacción de la demanda por parte de efectores y agentes de salud; contribuir a la capacitación, perfeccionamiento y actualización de los conocimientos básicos en este tema en la comunidad educativa; promover en la comunidad espacios de reflexión y acción y detectar adecuadamente conductas de riesgo y brindar apoyo a los grupos en esta situación, fortalecer los espacios comunitarios, etc. La ley establece que esta tarea es responsabilidad del Ministerio de Salud en coordinación con el de Educación y Desarrollo Social, con miras a desarrollar un plan de acción conjunto para el desarrollo de las actividades previstas en la ley (art. 5 de la reglamentación). La capacitación de los educadores y de los educandos, particularmente en el ámbito educativo, está hoy en día vapuleada, muy especialmente por el lobby religioso contra las leyes de educación sexual en las escuelas y en ámbitos educativos en general. El art. 6 de la ley estable las bases de la necesidad de un modelo de atención que se implementará reforzando la calidad y cobertura de los servicios de salud con el objetivo de dar respuestas eficaces sobre la salud sexual y procreación responsable. En este sentido, la norma estable tres pautas a considerar para sustentar este modelo, lo que superaría los objetivos de esta nota desarrollar, pero que enunciaremos con una breve descripción de cada una: a) Establecer un adecuado sistema de control de salud para la detección temprana de ETS., VIH./sida y cáncer genital y mamario y en estos casos realizar diagnóstico, tratamiento y rehabilitación: un programa de esta naturaleza, en el atomizado sistema de salud de la Argentina, implica coordinar esfuerzos nacionales con cada jurisdicción provincial y los distintos subsistemas de salud entre sí. b) Provisión de métodos anticonceptivos, estableciendo la norma condiciones para ello, incorporadas principalmente para satisfacer el lobby de grupos religiosos. Estos métodos deben proveerse: 1) a demanda del beneficiario (no existe obligación de provisión si no es solicitada); 2) los métodos que se provean deben ser de carácter reversible, no abortivos y transitorios; 3) deben respetarse los criterios y creencias de los beneficiarios; 4) deben tener prescripción médica; 5) previamente a la provisión del método elegido debe informarse adecuadamente sobre las ventajas y desventajas de los métodos naturales (criticar la denominación) y de aquellos aprobados por la ANMAT. c) Como tercera pauta, el artículo citado exige que una vez informado el interesado y provisto el método anticonceptivo elegido se efectúen controles periódicos posteriores a la utilización del mismo. Es decir, concretamente la tarea de consejería y provisión del método no termina con el suministro del mismo; puede decirse que es el comienzo de un proceso de acompañamiento del beneficiario/a y su grupo familiar. El art. 7 ley 25673 establece que las prestaciones indicadas en el art. 6 (métodos anticonceptivos) deben ser incorporadas a tres importantes instrumentos del área salud: el Programa Médico Obligatorio, el Nomenclador Nacional de Prácticas Médicas y el Nomenclador Farmacológico. El artículo citado además ordena que los servicios de salud del sistema público, de la seguridad social de salud y de los sistemas privados los incorporen a sus coberturas, en igualdad de condiciones respecto de sus otras prestaciones. Lo que significa que tienen las mismas características y obligatoriedad que las prestaciones generales de los sistemas de salud mencionados. En el mismo sentido, el art. 6 ley 13066 de la provincia de Buenos Aires establece la incorporación a la cobertura médico asistencial del Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA.) de las prestaciones médicas y farmacológicas referidas a los métodos conceptivos y anticonceptivos no abortivos y de carácter transitorio y reversibles que al efecto fije la autoridad de aplicación de la ley local. El art. 6 decreto 2627, reglamentario de la ley bonaerense, impone al IOMA. la obligación de desarrollar un programa a fin de dar cumplimiento a lo ordenado por la ley. El art. 8 de la ley exige que se haga difusión periódica del programa, y esta obligación se encuentra a cargo de los Ministerios de Salud y Ambiente y de Educación, Ciencia y Tecnología (art. 8 de la reglamentación). Otros obligados principales a la difusión y aplicación de la ley son las instituciones educativas públicas de gestión privada, confesionales o no, en el marco de sus convicciones (art. 9), y las instituciones privadas de carácter confesional que brinden por sí o por terceros servicios de salud, que en este caso, y también en el marco de sus convicciones, podrán exceptuarse del cumplimiento de lo dispuesto en el art. 6 inc. b (provisión de anticonceptivos). Este último artículo se enmarca en la institución de la objeción de conciencia (nota), tanto de los profesionales del ámbito público como privado, cuyo desarrollo excede esta nota y que será tratado específicamente en otro trabajo de este semanario. Cabe aclarar que la recepción del derecho del objetor de conciencia se complementa con la obligación del mismo de garantizar la atención y la implementación del programa mediante la derivación a otro profesional o centro asistencial que pueda dar cumplimiento a la ley. Sólo en este marco es admisible la objeción de conciencia. El Ministerio de Salud y Ambiente incorporó las prestaciones de la ley 25673 al Programa Médico Obligatorio de Emergencia (PMOE., resolución MS. 201/2002) a través de la resolución MSyA. 310/2004, y, en consecuencia, resultan obligatorias tanto para las obras sociales nacionales como para las prepagas. El PMOE. es el instrumento que establece las prestaciones básicas esenciales que deben garantizar las obras sociales y las prepagas a toda su población beneficiaria. El PMOE. es un paquete de prestaciones especiales que las obras sociales nacionales (y las EMP., por la ley 24754 [LA 1997-A-3]) están obligadas a dar a sus beneficiarios, cuyo origen surge del art. 28 ley 23661 (LA 1989-A-58): "Art. 28. Los agentes del seguro deberán desarrollar un programa de prestaciones de salud, a cuyo efecto la ANSSAL. establecerá y actualizará periódicamente, de acuerdo con lo normado por la Secretaría de Salud de la Nación, las prestaciones que deberán otorgarse obligatoriamente, dentro de las cuales deberán incluirse todas aquellas que requieran la rehabilitación de las personas discapacitadas. Asimismo, deberán asegurar la cobertura de medicamentos que las aludidas prestaciones requieran". La obligación que surge del art. 28 mencionado se concretó en el año 1996 con el primer Programa Médico Obligatorio (resolución MS. 247/1996), que fuera modificado en dos oportunidades. En el año 2000 la resolución 939/2000 modificó y amplió el anterior PMO. hasta que en el año 2002, y como consecuencia de los hechos sociales de diciembre de 2001, finalmente es reemplazada por la resolución 201/2002 del Ministerio de Salud (PMOE.), que rige hasta el 31/12/2005, debiendo dictarse entonces el PMO. de carácter definitivo. La resolución MS. 201/2002 suspende los efectos de las resoluciones MS. 939/2000, 1/2001, 45/2001 y todas aquellas que se opongan a la misma mientras subsista la emergencia sanitaria. La resolución MSyA. 310/2004 modifica parcialmente la resolución PMOE. 201/2002 e incorpora al Anexo I del mismo el Programa de Prevención de la ley 25673, estableciendo específicamente que será sin coseguro a cargo de los beneficiarios. Por su parte, el art. 7.3 de dicha resolución establece que "Tendrán cobertura del 100% para los beneficiarios, a cargo del agente del seguro de salud, los medicamentos de uso anticonceptivo incluidos en los Anexos III y IV y que se encuentran explícitamente comprendidos en la norma de aplicación emergente de la ley 25673 de Salud Sexual y Procreación Responsable". La norma incorpora expresamente los siguientes métodos: - anticonceptivos intrauterinos y dispositivos de cobre; y - condones con o sin espermicidas, diafragmas y espermicidas. La cobertura, en ambos casos, estará a cargo de los agentes del seguro al 100%. Sin perjuicio de ello, el art. 6 de dicha resolución ministerial incorpora una doble obligación específica para las obras sociales nacionales (y por imperio de la ley 24754 a las prepagas) y para su organismo de control, la Superintendencia de Servicios de Salud: "Art. 6. Los agentes del seguro deberán elaborar un programa de salud sexual y procreación responsable de acuerdo con las características demográficas, epidemiológicas y regionales propias, el que deberá tener en cuenta el Programa Nacional de Salud Sexual y procreación responsable y los alcances de esta resolución. La Superintendencia de Servicios de Salud establecerá mediante el dictado del acto administrativo correspondiente los indicadores sanitarios, las tasas de uso y cantidad y tipo de las prestaciones establecidas en la presente, así como la información epidemiológica relevante que deberán recabar y remitir a la autoridad de aplicación los agentes del seguro de salud". El Programa Nacional Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable establece entre sus objetivos generales (nota) dar cumplimiento a la ley 25673; brindar el programa a la población general sin discriminación alguna; estimular servicios de salud con calidad y cobertura adecuadas, con énfasis en la estrategia de atención primaria de la salud; monitorear y evaluar el desarrollo del programa nacional y de los programas provinciales. Dentro de los objetivos específicos del programa se menciona: reducir la morbimortalidad general, materno infantil y ginecológica/reproductiva; prevenir el embarazo no deseado; promover hábitos de vida saludable en esta temática; efectuar controles y detección de afecciones ginecológicas que permitan la consulta médica oportuna junto con la provisión del método anticonceptivo, sin que ello implique una demora en la provisión del mismo; propiciar, asesorar e implementar programas y acciones educativas orientadas al mejoramiento de la salud reproductiva; garantizar a toda la población el acceso a la información, orientación, métodos y prestaciones de servicios; promover la salud reproductiva en la adolescencia, entre otros. Como estrategia para lograr estos objetivos el Programa Nacional se propone (nota), entre otras cosas, mantener, ampliar y perfeccionar la red asistencial para mejorar la satisfacción de la demanda; coordinar acciones con otros programas que aborden aspectos de la salud de la mujer y promover un modelo de salud integral; propiciar la participación comunitaria, etc. El programa define actividades prioritarias del nivel central nacional (nota), entre las que deseamos destacar: "Trabajar con organismos reguladores de la seguridad social y privada para asegurar el desarrollo del programa en sus ámbitos de influencia incluyendo sus prestaciones en el Programa Médico Obligatorio" (nota). La resolución 310/2004 mencionada fue publicada en el B.O. del 15/4/2004, y hasta la fecha de esta nota (noviembre de 2005) la Superintendencia de Servicios de Salud no había cumplido con la obligación de determinar por resolución del superintendente los indicadores sanitarios, las tasas de uso ni la cantidad y tipo de las prestaciones establecidas de acuerdo con la resolución 310, ni tampoco se solicitó a las obras sociales la información epidemiológica relevante para remitir a la autoridad de aplicación (el Ministerio de Salud y Ambiente) (nota), ni el desarrollo de programas propios de acuerdo con las características de su población. Obviamente esto dificultará el trabajo conjunto de la SSS. con el organismo de control y la implementación de un programa de salud reproductiva adecuado para los más de 11 millones de beneficiarios de obras sociales más los dos millones de afiliados a prepagas, pese a lo que este organismo tiene una ventaja considerable: jurisdicción nacional respecto de las obras sociales nacionales bajo su superintendencia, lo que permite sortear las dificultades reales que trae aparejadas en salud el sistema federal de gobierno y que comprometen a casi un tercio de la población nacional. Ello también afectará severamente la posibilidad de contar con estadísticas anuales para esta importante población que puedan compararse año a año. Otra parte importante del Programa Nacional (de aplicación a las obras sociales) que no se encuentra aún adecuadamente desarrollada es la Consejería en Salud Sexual y Reproductiva (nota). La ley 25673 no incorpora en su articulado la posibilidad de control y seguimiento de la sociedad civil a través del llamado monitoreo social, aunque en su art. 11 prevé realizar el seguimiento y la evaluación del programa y actividades conjuntas entre los diferentes organismos que forman el sistema de la ley. Se entiende por monitoreo social a la "construcción colectiva de herramientas y mecanismos para supervisar la atención de la salud", y se basa en una vigilancia social de las propuestas y metas del Programa de Salud Reproductiva y Procreación Responsable. Este monitoreo social generalmente es realizado por las ONGs. de la sociedad civil a través de su articulación con los gobiernos de turno. III. MARCO (nota) DE LOS DERECHOS HUMANOS a) La producción de los derechos reproductivos y sexuales Para interpretar apropiadamente el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, creado por la ley 25673, se ha de describir sucintamente el proceso de ampliación de los derechos humanos, específicamente mediante el reconocimiento de los derechos reproductivos y sexuales como derechos humanos fundamentales. Dicho proceso, en el que nos hallamos inmersos, se ha caracterizado por marchas y contramarchas en la conceptualización y reconceptualización de los derechos, cuya complejidad abarca las cuestiones de salud, género, desarrollo, globalización, democracia, libertad y reflexión ética, entre otros. A partir de las reflexiones desarrolladas en este apartado procuraremos demostrar que si bien el proceso legislativo que ha desembocado en la ley puede parecer exclusivamente nacional, enmarcado por fuerzas y dinámicas locales, en verdad cobra sentido en un marco más amplio dado que resulta un emergente de las luchas libradas en la arena política internacional. 1.- Origen reciente de los derechos reproductivos Se ha atribuido el origen de la expresión "derechos reproductivos" a Marge Berer (nota), directora de la revista Reproductive Health Matters, vinculada a la campaña de finales de los años '70 por el aborto, contra la esterilización forzada y el derecho a la contracepción, y utilizada en círculos restringidos. Recién a mediados de la década de los ochenta la denominación "derechos reproductivos" ingresa al espacio de la legitimidad social y política cuando es adoptada por la Reunión Internacional sobre Mujeres y Salud en Amsterdam (1984), organizada conjuntamente por la Red CARASA. (nota) y por una red europea de lucha por el derecho al aborto y a la contracepción (que luego se convertiría en la Red Mundial por los Derechos Reproductivos de las Mujeres). En esa reunión participaron mujeres de los países en desarrollo y, por primera vez, el término derechos reproductivos fue utilizado de manera amplia como la denominación más adecuada para abarcar conceptos tales como la salud integral de la mujer, el derecho al aborto y el derecho a la anticoncepción, entre otros. Se podría considerar este momento como un hito en la larga marcha del movimiento de mujeres a nivel mundial para ampliar los alcances del concepto de derechos humanos, aunque recién en la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena (nota) (14 al 25/6/1993) los Estados habrían de considerar como una violación a los derechos humanos toda violación de los derechos específicos de las mujeres ("3. La igualdad de condición y los derechos humanos de la mujer"). Para destacar la tradición histórica de contactos y de fuerte comunicación en el plano internacional que ha caracterizado al movimiento de mujeres hemos de remitirnos a un texto (nota) de Elizabeth Jelin en el que explica: "Este diálogo y comunicación tiene diversos sentidos. Convocados por las organizaciones internacionales -a menudo como resultado de presiones anteriores de los movimientos sociales- estos procesos de deliberación y de resolución responden, en realidad, a la lógica de acción de lo que Keck y Sikkink (1998) denominan "redes defensoras internacionales" (international advocacy networks). Estas redes incluyen actores estatales, movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales, organismos y funcionarios del sistema internacional, ligados entre sí por valores compartidos, que están en un permanente intercambio de información, de servicios y de actividades y estrategias. En el plano internacional, el resultado de este tipo de red y de los encuentros, cumbres y conferencias es la aprobación de documentos y convenciones, que establecen parámetros para la acción futura". Casi simultáneamente con la Reunión de Mujeres de Amsterdam en 1984 se celebraba la Conferencia de Población y Desarrollo de la Naciones Unidas en la ciudad de México. Ésta fue la segunda (nota) de las tres grandes conferencias realizadas por Naciones Unidas sobre población (nota) hasta la fecha: Bucarest, 1974; México, 1984; El Cairo, 1994. Mientras que en Amsterdam las mujeres hablaban de derechos reproductivos, en México -si bien se aceptó más ampliamente la idea de planificación familiar con relación a lo que se había acordado en Bucarest diez años antes- el gobierno de Reagan implantó la llamada "política americana de México". Esta política, en el marco de la Conferencia sobre Población, significó el recorte de los recursos al Fondo de Población de Naciones Unidas (FNUAP.) y generó de inmediato la obstrucción del lenguaje relativo al aborto en las resoluciones de esta Conferencia. En el contexto de Naciones Unidas, desde tiempo atrás se venía construyendo una agenda de derechos en salud, en especial en el terreno de la reproducción. Esa trayectoria incluye las definiciones de la Conferencia de Derechos Humanos de Teherán (1968), de la Conferencia de Salud de Alma-Ata (nota) (1978) y contenidos de la Convención Contra Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (nota) (CEDAW.) adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1979. Pero el marco más significativo fue la Conferencia de Población de Bucarest en 1974 en la que se adoptó el principio general del derecho de las parejas e individuos de decidir sobre el número de hijos. En esta conferencia se afirmó que la planificación de la familia es un derecho fundamental de "todas las parejas e individuos", pero sus deliberaciones sobre la reducción de las altas tasas de fecundidad en los países en desarrollo no estuvieron explícitamente basadas en los derechos de la mujer. En 1974 el Plan de Acción Mundial sobre Población, una laboriosa solución de transacción, sólo mencionó una vez a la mujer. Un año después, en la primera Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer (México) se convino en que el derecho a la planificación de la familia es imprescindible para la igualdad de género. En 1984 la Conferencia Internacional de Población, celebrada en la misma ciudad, acordó que los hombres deben compartir la responsabilidad de la planificación de la familia y la crianza de los hijos, "a fin de proporcionar a las mujeres la libertad de participar plenamente en la vida de la sociedad", un objetivo integral para el logro de "los objetivos de desarrollo, inclusive los relativos a la política de población". La Conferencia de 1984 también llamó la atención sobre las "grandes necesidades insatisfechas de planificación de la familia" entre las parejas que querían limitar o espaciar la procreación pero que carecían de acceso a anticonceptivos. Señaló además que esas necesidades se incrementarían significativamente a medida que aumentase en el decenio siguiente el número de parejas en edad de procrear. Sin embargo, en México 1984 ese avance se vio amenazado por la posición mencionada del gobierno norteamericano, en la actualidad retomada por el presidente Bush. Debe considerarse que entre 1984 y 1993 Estados Unidos suspendió la ayuda al FNUAP. (nota) (Fondo de Población de las Naciones Unidas , United Nations Population Fund, UNFPA.) e implementó una regla según la cual la ayuda de la cooperación internacional del país (Agencia USAID.) que se otorgaba a organizaciones no gubernamentales de todo el mundo se hallaba condicionada a la inclusión de una cláusula que aclarara que dichas organizaciones no podrían incluir el aborto entre sus servicios y programas. Se trataba de una cláusula marcadamente intrusiva, pues obligaba a las organizaciones que recibían fondos de la USAID. a "abrir" sus proyectos para ser revisados, a fin de controlar que no contemplaran actuaciones orientadas a la despenalización del aborto. Sin embargo, este obstáculo fue removido con la política implementada durante la presidencia de Clinton en 1993. En 1994 en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo realizada en El Cairo (CIPD.) el estancamiento se superó y el concepto de derechos reproductivos alcanzaría verdadera legitimidad institucional (nota). Se aprobó el párr. 7º.3, que establece una definición sobre derechos reproductivos como derechos de individuos y parejas de tener decisiones libres de coerción respecto del número y espaciamiento de los hijos y de cómo tenerlos y se afirmó la pertenencia de esa definición al marco más amplio de los derechos humanos. 2.- Definiciones recogidas en el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (nota) "La salud reproductiva es un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuencia, la salud reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia. Esta última condición lleva implícito el derecho del hombre y la mujer a obtener información y de planificación de la familia de su elección, así como a otros métodos para la regulación de la fecundidad que no estén legalmente prohibidos, y acceso a métodos seguros, eficaces, asequibles y aceptables, el derecho a recibir servicios adecuados de atención de la salud que permitan los embarazos y los partos sin riesgos y den a las parejas las máximas posibilidades de tener hijos sanos. En consonancia con esta definición de salud reproductiva, la atención de la salud reproductiva se define como el conjunto de métodos, técnicas y servicios que contribuyen a la salud y al bienestar reproductivos al evitar y resolver los problemas relacionados con la salud reproductiva. Incluye también la salud sexual, cuyo objetivo es el desarrollo de la vida y de las relaciones personales y no meramente el asesoramiento y la atención en materia de reproducción y de enfermedades de transmisión sexual" (párr. 7º.2). "Teniendo en cuenta la definición que antecede, los derechos reproductivos abarcan ciertos derechos humanos que ya están reconocidos en las leyes nacionales, en los documentos internacionales sobre derechos humanos y en otros documentos pertinentes de las Naciones Unidas aprobados por consenso. Esos derechos se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre éstos y a disponer de la información y de los medios para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva. También incluye su derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos..." (cap. VII, párr. 7º.3 del Programa de Acción CIPD., 1994). En la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD.) se mantuvo el término "derechos reproductivos" y se eliminó la referencia a los "derechos sexuales" presente en los borradores entre corchetes. La ausencia de un texto que expresamente reconozca y garantice como tales a los derechos sexuales -salvo algunos consensos, planes y plataformas del sistema de Naciones Unidas que carecen de fuerza vinculante- originó que su estatuto jurídico fuera relativamente débil. Sin embargo, se ha señalado que a través de la interpretación articulada de los instrumentos internacionales de derechos humanos que reconocen la libertad y autonomía, la dignidad humana, la igualdad y el derecho a la salud de todas las personas dichos derechos quedarían incluidos en el Estatuto de los Derechos Humanos. A pesar de las exclusiones discursivas, el documento resultante de la Conferencia de El Cairo ha sido valorado como una de las declaraciones más progresistas que han surgido recientemente del consenso global, al reconocer la actividad sexual como un aspecto positivo de la sociedad humana. Así, la 57ª Asamblea Mundial de la Salud, en la octava sesión plenaria del 22/5/2004 (WHA57.12), respalda el Informe de la Secretaría A57/13, en el que se destaca que la adopción de las definiciones integrales de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994 marcó el inicio de una nueva era y que los logros alcanzados durante el último decenio son numerosos y de envergadura: "La definición de salud reproductiva adoptada en 1994 especifica las características esenciales que diferencian la salud reproductiva y sexual de los demás campos de la salud. La salud sexual no se limita al período reproductivo de una persona, y está estrechamente relacionada con diversos factores socioculturales, las funciones características de uno u otro sexo y el respeto y la protección de los derechos humanos, en especial -aunque no exclusivamente- los relacionados con la sexualidad y las relaciones interpersonales". Aunque en este punto hemos de hacer mención a un documento de la OMS. (nota), la OPS. (nota) y la Asociación Mundial de Sexología (AMS.-WAS.) de mayo de 2000, titulado "Promoción de la salud sexual. Recomendaciones para la acción" (nota), en el que se habría de definir aún con mayor amplitud la salud sexual: "La salud sexual es la experiencia del proceso permanente de consecución de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal y social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social. No se trata simplemente de la ausencia de disfunción o enfermedad o de ambos. Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de las personas se reconozcan y se garanticen". En el mismo se afirma que el grupo de expertos "acordó que la formulación de una definición de la salud sexual es a la vez una tarea posible y recomendable siempre que la definición se derive del concepto de derechos sexuales y lo abarque". Seguidamente se señala que "El enfoque de los derechos humanos en materia de promoción de la salud se ha estipulado explícitamente en el caso de la promoción de la salud reproductiva. El reconocimiento de los derechos sexuales se encuentra en proceso de evolución. Los derechos humanos son aquellos principios que se consideran universalmente como protectores de la dignidad humana y promotores de la justicia, la igualdad, la libertad y la vida misma. Dado que la protección de la salud es un derecho fundamental del ser humano, es obvio que la salud sexual conlleva derechos sexuales". En el mismo documento se transcribe la Declaración de los Derechos Sexuales Universales (nota) del Ser Humano, dejando constancia de que "el grupo de expertos recomienda firmemente que las organizaciones internacionales, tales como la OMS. y otros organismos de las Naciones Unidas, promuevan y se conviertan en defensoras de la causa para lograr el consenso acerca de la Declaración de los Derechos Sexuales Universales del Ser Humano, emanada de la Asociación Mundial de Sexología: "El derecho a la libertad sexual”. "El derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo”. "El derecho a la privacidad sexual”. "El derecho a la equidad sexual”. "El derecho al placer sexual”. "El derecho a la expresión sexual emocional”. "El derecho a la libre asociación sexual. El derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables”. "El derecho a información basada en el conocimiento científico”. "El derecho a la educación sexual integral”. "El derecho a la atención de la salud sexual". Tras este excurso por las recomendaciones de la OMS., la OPS. y la AMS., volvemos al Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de 1994, en la que se definieron los elementos esenciales a incorporar en la atención de la salud reproductiva en el contexto de la atención primaria de salud (cap. VII, párrs. 7º.6, 7º.7, 7º.8, 7º.9 y 7º.11 del Programa de Acción CIPD., 1994): "Información, educación y comunicación sobre sexualidad humana, salud reproductiva y paternidad responsable. Información y acceso a métodos de planificación familiar que sean apropiados, seguros, efectivos, accesibles económicamente, y aceptados como consecuencia de una decisión informada. Provisión de servicios para un embarazo, parto y puerperio seguros. Prevención y tratamiento de las consecuencias del aborto, y acceso a servicios en los casos en que no es ilegal. Prevención y tratamiento adecuado de la infertilidad. Prevención, diagnóstico y tratamiento de infecciones de transmisión sexual (ITS.), incluyendo VIH./sida y otras afecciones como cáncer de mama o del sistema reproductor. Eliminación de conductas dañinas como la mutilación genital femenina, la violencia sexual o el tráfico sexual. Generar mecanismos para la participación comunitaria, en especial de las mujeres en todos los niveles del sistema de atención de salud. Alentar la responsabilidad masculina en todos los aspectos vinculados a la salud sexual y reproductiva sociedad civil y de la comunidad en general, brindando especial apoyo al empoderamiento de la mujer en la defensa de sus derechos reproductivos. Desarrollar programas innovadores para adolescentes y hombres adultos". En el mismo documento de 1994 se contempla la necesidad de avanzar hacia la equidad de género, eliminar la violencia contra las mujeres y asegurar su habilidad para controlar la propia fertilidad, como elementos básicos de las políticas de población y desarrollo. Además, en el Programa de Acción de la CIPD., después de un prolongado debate en el que peligró el consenso, se llegó a una solución transaccional respecto del aborto (nota). En la Conferencia Internacional de Población de 1984 se había convenido en que nunca debía promoverse el aborto como medio de planificación de la familia, que debía ayudarse a las mujeres a evitarlo mediante un mejor acceso a los métodos de planificación de la familia y que aquellas mujeres que se veían obligadas a recurrir al aborto precisaban un trato humanitario y un asesoramiento psicosocial. En el Programa de Acción de 1994 se reafirmaron esos acuerdos, incluyéndose en la sesión referida a la mortalidad materna un párrafo -el 8º.25- donde se reconoció que el aborto realizado en malas condiciones es un problema de salud pública de gran magnitud; y se agregó que las mujeres debían tener acceso a servicios de calidad para el tratamiento de las complicaciones derivadas del aborto. Los gobiernos admitieron que la política relativa al aborto es de la incumbencia de cada país y que cuando el aborto no es contrario a la ley debería efectivizarse en condiciones de seguridad. Obsérvese que en acuerdos internacionales anteriores sobre cuestiones de población se plantearon metas demográficas para limitar la población mundial con énfasis en los servicios anticonceptivos como medio principal para alcanzarlas. Por el contrario, en los Principios y Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo -El Cairo, 1994- se tratan las políticas de población, las cuestiones de salud reproductiva y sexual y los derechos correspondientes en el marco ampliado de las políticas macroeconómicas, el desarrollo sostenible y los derechos humanos. Por lo tanto, la pregunta trascendental referida a quién tiene el derecho a decidir acerca del número de hijos, si tenerlos o no y en qué momento, fue respondida en esta CIPD., lográndose un consenso mundial acerca de que los derechos reproductivos son parte de los derechos humanos, siendo la decisión en la materia competencia de hombres y mujeres. Con anterioridad, y en marcos diversos al generado históricamente hasta llegar a la Conferencia de El Cairo, esta pregunta no había tenido respuestas fáciles, pues aun en épocas recientes se había considerado que era el Estado el que debía regular el tamaño de la población "incidiendo" principalmente sobre la fecundidad de las mujeres. En sus versiones pronatalistas (destinadas al incremento de la población y adoptadas preferentemente por los gobiernos militares en América Latina) o controlistas (destinadas a la reducción de la población y desarrolladas principalmente en la década de los '80 para contrarrestar el acelerado crecimiento poblacional), las políticas con metas demográficas transgreden los derechos humanos, al procurar incidir de diversos modos, incluyendo la coerción sobre las decisiones personales, principalmente de las mujeres. El discurso médico y el discurso religioso también habían sido llamados a decidir sobre esta dimensión de la vida de las personas. En la actualidad, a pesar de las divergencias en el plano de la efectividad, el programa resultante de El Cairo recepta un fuerte lenguaje de derechos cuya influencia se habría de ejercer sobre los consensos de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer -CMM. (Beijing, 1995)-. En la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (nota) se confirmó el Programa de Acción de El Cairo y los derechos reproductivos como cuestiones fundamentales del programa de promoción de la igualdad de género. La Plataforma para la Acción de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer (1995) logró avances en el proceso hacia la definición de los derechos sexuales (nota), aunque sin conseguir la admisión del término, ni la representación de aquellos contenidos relativos a la experiencia homosexual. El párr. 26º, sobre los derechos humanos de las mujeres en materia de sexualidad, se formuló conforme al siguiente texto: "Los derechos humanos de las mujeres incluyen el derecho a tener control sobre su sexualidad, incluida la salud sexual y reproductiva, y a decidir libre y responsablemente respecto de esas cuestiones, libres de coerción, discriminación y violencia". En dicho párrafo no se hace referencia explícita a los "derechos sexuales"; tampoco fue posible adoptar la idea de que la orientación sexual no es una razón justificable de discriminación. Aun con esas limitaciones se reconoce que las mujeres tienen el derecho a ejercer su sexualidad en condiciones libres de discriminación, coerción y violencia. Más aún, se agregó una frase al párr. 8º.25 de la CIPD. de El Cairo que dice: "...se recomienda a los países que revisen las legislaciones punitivas con relación a las mujeres". Si bien estas definiciones carecen de la fuerza normativa de las contenidas en las convenciones internacionales, los dos Programas de Acción, tanto el de El Cairo como el de Beijing, operan como marcos normativos éticos; pues son textos laboriosamente consensuados por la comunidad internacional, con reservas de algunos países, que para los Estados firmantes forman parte de la agenda construida al interior de las Naciones Unidas. Como lo pone de relieve Alejandro Morlachetti, "...son importantes para la interpretación de tratados, pueden constituir evidencia del Derecho Internacional consuetudinario y facilita el conocimiento de las posturas individuales de cada país respecto de temas en particular, que se hacen visibles a través de las reservaciones o declaraciones que los representantes de los países hacen sobre el documento final de la cumbre o conferencia en cuestión" (nota). Dicho esto, es preciso reconocer que prosigue el complejo proceso de conceptualización y reconceptualización de los derechos sexuales y reproductivos, de lucha ideológica y política; especialmente continúa el ingente y sostenido esfuerzo de afirmar dichos derechos como agendas consensuadas al interior de la sociedad y en el contexto de las relaciones entre las sociedades y los Estados. Los derechos sexuales y reproductivos constituyen una actualización de la agenda de los derechos humanos; pertenecen a una nueva generación que plantea una concepción en la que los derechos humanos se refieren a los abusos cometidos por agentes individuales y privados en esferas de la vida que no son "públicas". Por ello se afirma que se ha producido una revolución copernicana (nota), cuya consecuencia es la apertura de la esfera privada a la aplicación de derechos y prerrogativas. La Conferencia Internacional de Derechos Humanos de Viena de 1993 ha sido distinguida como el punto de inflexión, por haberse superado en ella la división del campo de los derechos humanos entre los derechos civiles y políticos, por un lado, y los derechos económicos y sociales, por otro, confirmándose la integralidad e indivisibilidad de los derechos humanos, a pesar de que aún quede por recorrer el camino hacia la implementación normativa efectiva de esa reconceptualización. Después de las Conferencias de Viena, El Cairo y Beijing en las sociedades se generan debates en los que se analiza la transformación del tratamiento jurídico de instituciones que se resignifican como consecuencia de la aplicación de los nuevos enfoques. Así, se reconoce a la violencia doméstica, y más especialmente a la violencia sexual o de género, como un abuso de los derechos humanos, sobre todo en situaciones de conflictos armados. Entretanto, el aborto alcanza una primera legitimidad institucional en los años '90, en El Cairo y en Beijing, cuando aparece tematizado como una cuestión de derechos reproductivos, pues en esas dos conferencias se obtuvo el consenso sobre el aborto como grave problema de salud pública (nota), además de la recomendación para que los países revisaran su legislación. Además, si las personas tienen el derecho de decidir sobre el número de hijos sin coerción, de algún modo aparece implícita la decisión sobre el embarazo indeseado. En estos debates se ha argumentado que el aborto puede debe ser pensado como un tema de democracia, dado que significa respeto a la pluralidad democrática en la que las posiciones de grupos específicos, sean cuales sean, no pueden imponerse sobre el consenso social más amplio. Sostienen que la obviedad de que el aborto legal y accesible no obliga a nadie a abortar no es generalmente reconocida ni hecha visible en el debate público sobre el tema. Agregan que la criminalización del aborto, en la mayoría de los países del mundo, no existe para que las mujeres que abortan sean efectivamente condenadas y privadas de su libertad; pues si así se procediera con aquellas que abortan anualmente, se incrementaría excesivamente la población carcelaria. Por lo tanto, el sentido de la penalización sería mantener un ambiente moral de culpabilización y criminalización que termina promoviendo la existencia de un mercado clandestino de acceso al procedimiento. En ese sentido, el aborto se convertiría en un tema de justicia social, porque en las sociedades desiguales las mujeres que tienen recursos acceden a abortos sin riesgo, con el procedimiento y la tecnología correctos. Mientras tanto, las mujeres pobres y las mujeres jóvenes, sobre todo sin recursos, acceden al aborto clandestino de baja calidad, que conlleva riesgos para la salud y también la muerte. Aborto peligroso: la 57ª Asamblea Mundial de la Salud, en la octava sesión plenaria del 22/5/2004 (WHA57.12) sobre "Salud reproductiva: proyecto de estrategia para acelerar el avance hacia el logro de los objetivos y metas internacionales de desarrollo", respalda el Informe de la Secretaría A57/13, en el que se define el "aborto peligroso" y se lo tematiza como "un desafío" en los ítems 17 y 37. En la nota 1 al ítem 17 se definió el aborto como una intervención destinada a la interrupción de un embarazo no deseado practicada ya sea por personas que carecen de la preparación necesaria o en un entorno que no reúne las condiciones médicas mínimas, o ambos (nota). Además, se estima que de los 45 millones aproximadamente de embarazos involuntarios que se interrumpen cada año, unos 19 millones son objeto de abortos peligrosos. El 40% del conjunto de los abortos peligrosos se da en jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años. Según las estimaciones, los abortos peligrosos se cobran cada año la vida de 68.000 mujeres, lo que representa un 13% del total de defunciones relacionadas con el embarazo. Además, llevan asociada una considerable carga de morbilidad: los estudios indican, por ejemplo, que al menos una de cada cinco mujeres que se someten a abortos peligrosos padece infecciones del aparato reproductor como resultado de ello; en algunos casos se trata de infecciones graves que causan esterilidad. En el ítem 37 se propone su superación como un desafío: "El aborto peligroso, una causa prevenible de mortalidad y morbilidad maternas, debe abordarse como parte del Objetivo de Desarrollo del Milenio relativo a la mejora de la salud materna y de otros objetivos y metas internacionales de desarrollo. Es preciso adoptar varias medidas urgentes, entre ellas el robustecimiento de los servicios de planificación familiar con objeto de prevenir embarazos involuntarios y, en la medida en que la ley lo permita, asegurar la disponibilidad y accesibilidad de los servicios pertinentes. Es necesario asimismo, capacitar a los dispensadores de atención de salud en el manejo de técnicas modernas y proveerlos de los fármacos y suministros médicos apropiados, dentro de los límites permitidos por la ley, asegurando la disponibilidad de todos estos medios para la asistencia ginecológica y obstétrica; prestar a las mujeres con embarazos involuntarios apoyo social y de otra índole; y, en la medida de lo permitido por la ley, ofrecerles servicios de aborto en el nivel de atención primaria de salud. Las mujeres que padezcan complicaciones relacionadas con abortos peligrosos deben tener acceso a un tratamiento inmediato y humano, dispensado en el marco de un servicio de atención postaborto". Más allá de la consideración del aborto como un problema de salud pública, se han problematizado también los aspectos éticos-políticos del tema, que van mucho más allá del debate público que en general se reduce a la perspectiva estrictamente moral, desplazándose del campo argumental la capacidad de decisión ética de las mujeres que viven un embarazo indeseado, así como la complejidad y dificultades que entraña el proceso de decisión. Por lo que las mujeres no serían reconocidas como sujetos plenos con plena capacidad de discernimiento. Esa construcción o representación de la mujer que, al mismo tiempo, es moral, religiosa, jurídica y del sentido común elude completamente las condiciones reales que actúan en el embarazo indeseado: la falta de información (nota), la falta de acceso a servicios, los métodos que fallan, la sexualidad forzada, las dificultades de negociar el sexo. Hay allí un debate ético que nos lleva, sin duda, al ámbito de la reflexión bioética. Aunque previo a los planteamientos filosóficos debe afrontarse el debate éticopolítico circunscripto a la inequidad de género en el ámbito de las decisiones reproductivas. A estos fines se han de esbozar en el apartado siguiente los conceptos básicos de la perspectiva de género para propiciar el debate mencionado, promoviendo su despliegue en el marco de los derechos humanos pero localizándolo en el proceso identificado como "proceso de especificación de los derechos humanos" (nota). b) Proceso de especificación de los derechos humanos El enfoque de los derechos humanos a través de los procesos de positivización, generalización, internacionalización y especificación permite la contextualización del surgimiento histórico de los mismos en los planos nacional e internacional. Es precisamente en el proceso de especificación donde se definen con mayor precisión los sujetos titulares de los derechos y los contenidos, articulándose estrechamente con el contexto histórico. Esta vinculación es la respuesta del derecho a la discriminación resultante de considerar al sujeto de derecho como un titular genérico, abstracto y neutro; dado que esta concepción produjo la agudización de las desigualdades al tratar como iguales a los que son diferentes. En consecuencia, los derechos se vincularán con las personas concretas y se evaluarán sus condiciones particulares (nota), tales como: i) condición social, cultural y de género de las personas que se hallan en relaciones de desigualdad que conllevan la discriminación de una de las partes; en cuyo caso es preciso una protección especial, una garantía o una promoción para superar la discriminación, el desequilibrio o la desigualdad; ii) condición física de las personas que por distintas causas se hallan en situación de inferioridad en las relaciones sociales, generándose obligaciones de protección especial con fundamento en los principios de igualdad y solidaridad, como los derechos de los niños y de las personas con discapacidad; iii) situaciones que ocupan las personas en determinadas relaciones sociales, como los derechos del consumidor. c) Incorporación de la perspectiva de género. La perspectiva de género (nota) es el método de análisis e interpretación de la realidad que ofrece la posibilidad de visibilizar la complejidad del entramado social que sostiene el sistema vigente de relaciones entre los hombres y mujeres. Para el tratamiento de los derechos humanos desde esta perspectiva, por considerársela más integradora, amplia y sensible a las diferencias, previamente se expondrán algunas distinciones y revisarán algunos conceptos elaborados por las ciencias sociales que pueden contribuir a desplazar los obstáculos que se erigen ante la reflexión pluralista como parte de la agenda de la democracia. Distinción sexo-género La primera distinción referida a la categoría de análisis sexo-género, desarrollada desde la psicología, la antropología y la sociología, asocia al sexo todo aquello referido a los aspectos físicos o biológicos del cuerpo, especialmente de los órganos genitales con relación a su forma y función, y al género todo aquello que se adquiere a través del proceso de socialización y que se traduce en lo socialmente reconocido como femineidad o masculinidad. La relevancia política de la utilización de la distinción entre sexo-género radica en el desplazamiento de la idea de la masculinidad y la femineidad como naturales -es decir, como aproblemáticas y dadas por supuesto- (nota). Sexo El sexo es un concepto que se refiere a las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, diferencias que, por lo tanto, son naturales. Generalmente se afirma que una persona es de uno u otro sexo de acuerdo con la forma y funciones de sus órganos sexuales: se nace hembra o macho. Género Es el conjunto de características, roles, actitudes, valores y símbolos que conforman el deber ser (expectativas sociales) de cada hombre y de cada mujer, impuestos dicotómicamente a cada sexo mediante el proceso de socialización (nota), y que hacen aparecer a los sexos como diametralmente opuestos por naturaleza. Se ha conceptualizado al género como una condición social y cultural construida históricamente; por lo tanto, al ser una construcción social, es susceptible de ser transformado. Los franceses suelen entenderlo como "sexo social". Obstáculo epistemológico La confusión entre sexo y género puede convertirse en un obstáculo para el avance en el desarrollo del tema, por lo que se efectuarán algunas precisiones preliminares. El género no es sinónimo de sexo aunque algunos utilicen ambas palabras indistintamente; siendo aún menos admisible el empleo del término "género" como sinónimo de "mujer". Es imprescindible que se entienda que los hombres también responden a un género, de manera que cuando se menciona la incorporación del género en una determinada actividad o estudio no se está significando la incorporación de la mujer, aunque el resultado de incluir la visión de género sea visibilizar a la mujer al hacerse patentes las relaciones de poder entre los sexos. Incorporar la visión o perspectiva de género en las actividades humanas y los análisis que se hagan de las mismas no es tan sencillo como "agregar" a las mujeres. Es mucho más complejo que eso. El género hace referencia a la dicotomía sexual que es impuesta socialmente a través de roles y estereotipos, que hacen aparecer a los sexos como diametralmente opuestos. Es así que a partir de una exagerada importancia que se les da a las diferencias biológicas reales se construyen roles para cada sexo y que las características con que se define a uno u otro sexo tienen distinta valencia, en el sentido de que legitimen la subordinación del sexo femenino, subordinación que no es dada por la naturaleza. Es decir, mientras que el concepto "sexo" podría afirmarse que es fisiológico, el de género es una construcción social. Esta distinción es muy importante, ya que nos permite entender que no hay nada natural en los roles y características sexuales y que, por lo tanto, pueden ser transformados. El científico Robert Stoller hace esta distinción entre sexo y género en sus investigaciones sobre varios casos de niños y niñas que habían sido asignados al sexo al que no pertenecían genética, anatómica y/o hormonalmente y socializados de acuerdo con este último. A partir de los resultados, supuso que lo determinante de la identidad sexual no es el sexo biológico sino la socialización, desde el nacimiento o antes, como perteneciente a uno u otro sexo. Concluyó que la asignación del rol es más determinante en la consolidación de la identidad sexual que la carga genética, hormonal o biológica. A esa identidad que se fundamenta en la asignación del rol con base generalmente -pero no siempre- en el sexo genético él la llamó identidad de género, para diferenciarla de la identidad sexual basada únicamente en el sexo biológico. Niveles del género Considerando que el género es una categoría compleja, se han de distinguir sus niveles de funcionamiento: A nivel individual se refiere a la manera como los roles, actitudes, valores y relaciones con respecto de niñas y niños, mujeres y hombres son construidos en cada sociedad. A nivel institucional se refiere a la manera como el parentesco, la división del trabajo, el control social, la ideología, la religión y lo simbólico, artístico, idiomático e imaginario crean estatus sociales diferenciados para la asignación de derechos y responsabilidades. Articulando ambos niveles, el género es una identidad socialmente construida que resulta de la interacción entre el deber ser que cada generación y cada sociedad o cultura otorga a cada sexo y la personalidad y experiencias concretas de cada persona; pero también es una estructura que divide el trabajo en aquel que se realiza en el hogar y aquel que se realiza en el esfera pública; legitima la desigualdad de autoridad y poder entre hombres y mujeres dentro de cada clase social, etnicidad, raza, edad o grupo humano y jerarquiza los valores atribuidos a los hombres, institucionalizándolos como paradigma de la humanidad. Aclarado que el género es construido a nivel individual pero que también es una estructura o institución social, se evidencia que para lograr transformaciones se debe operar tanto a nivel social y estructural como a nivel personal, problematizando lo dado por supuesto, lo considerado incuestionable, los supuestos acerca de la constancia de la estructura del mundo de vida que constituyen aspectos esenciales del pensar dentro de la actitud natural de las personas que han pasado por el proceso de socialización exitosamente. Se trata de interrumpir la sucesión rutinaria de experiencias no problemáticas y generar un problema contra un fondo de evidencias. Sobre las dificultades que entrañan este tipo de luchas observan Berger y Luckmann que "Las instituciones derivan su poder del mantenimiento de una validez dada por supuesto. La integridad de una institución peligra desde el momento en que las personas que viven en su interior o próximas a ella comienzan a considerar roles institucionales, esquemas de interpretación, valores y cosmovisiones. Los filósofos conservadores han sido siempre conscientes de esta situación y los miembros más antiguos de un cuerpo de policía lo saben por experiencia práctica. En un `caso normal' los pensamientos peligrosos pueden ser razonablemente controlados. Sin embargo, el pluralismo hace más difícil ejercer ese control" (nota). Necesidad de incorporar la perspectiva de género Jelin, Valdés y Barreiro (nota), en un trabajo exploratorio titulado "Género y Nación en el Mercosur. Notas para comenzar a pensar", destacan precisamente la importancia de incorporar la perspectiva de género en las etapas iniciales del proceso de construcción de las instituciones del Mercosur, que -citando a Aldo Ferrer- "es mucho más que un fenómeno comercial o de inversiones. Se trata de un fenómeno histórico, cultural y político, de vasto alcance en el escenario latinoamericano e internacional". Afirman que "La negociación de la `integración' es un proceso `de cúpula', con espacios limitados a la participación de funcionarios estatales, empresarios y sindicatos. Pero el proceso tiene efectos importantes en otras esferas de la vida social y cultural de la región... Se trata de indagar cómo incorporar una perspectiva de género en el análisis de estos procesos sociales y culturales. El punto de partida es claro: no hay una manera única o automática de hacerlo. De ahí que haya que revisar distintas perspectivas y abordajes posibles, o explorar algunos temas que, hasta ahora, han estado ausentes o invisibles, para llegar a plantear algunas preguntas de investigación prometedoras. ¿Para qué hacerlo? El desafío académico se combina con el desafío y la urgencia política. En muchos campos de acción pública y política, los procesos de construcción institucional se han desarrollado sin prestar atención a las diferencias y desigualdades de género. Las mujeres, entonces, llegamos `tarde', a espacios y estructuras institucionales ya consolidados. La lucha por penetrar y conquistar esos espacios se hace muy difícil. Quizás, si la perspectiva de género es incorporada en las etapas iniciales de la construcción del Mercosur, la tarea sea más sencilla". Con la referencia al trabajo de Elizabeth Jelin hemos querido mostrar que la perspectiva de género no es un mero ejercicio académico, como se ha querido afirmar a la hora de abordar las cuestiones más complejas y delicadas que aquejan a las mujeres (prevención de la exterminación, mutilación o explotación de millones de seres humanos en el mundo). El origen de muchos problemas actuales se halla en los orígenes de la estructura social actual, porque en el proceso formativo de la gran mayoría de los mecanismos concebidos para la defensa y promoción de los derechos humanos no se han tenido en cuenta descripciones de la realidad género sensitivas que incluyan a las mujeres y a las relaciones de poder articuladas entre ellas y los hombres. De ahí la necesidad de incorporar la perspectiva de género en todas las interpretaciones y análisis de la realidad. La insensibilidad al género ha sido identificada como una de las principales manifestaciones del sexismo (nota). Se presenta cuando se ignora la variable género como socialmente importante y válida, ya sea cuando no se toman en cuenta los distintos lugares que ocupan los hombres y mujeres en sus contextos socioculturales, o el mayor o menor poder que detentan de acuerdo con su sexo, etc. Es preciso tomar conciencia de que toda descripción de la realidad lo es desde una perspectiva que debe ser explicitada. Resulta relevante entender que en general las mujeres y los hombres padecemos la falta de consciencia de las estructuras de género y que por lo tanto interiorizamos los valores de conformidad con las valencias asignadas por la sociedad en que vivimos. Esta explicación permite explicar las razones por las que la mayoría de las personas consideran que la perspectiva -o punto de vista- masculina no es una perspectiva, o en todo caso que es la perspectiva propiamente humana. Por lo tanto, cuando se incorpora la perspectiva de género a una investigación, a una ley, a una política o a cualquier descripción o análisis de la realidad parece parcializada -en lugar de considerársela género sensitiva- hacia las mujeres y, por ende, injusta o discriminatoria contra los hombres. En efecto, parece parcializada hacia las mujeres porque estamos acostumbrados/as a descripciones de la realidad donde las mujeres no aparecen. Esto ocurre también con los derechos reproductivos, pues en la esfera pública son considerados como una demanda de las mujeres para las mujeres. Los hombres que incorporan la defensa de esos derechos anuncian sus posiciones a partir de un compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres. Los que están en contra también dirigen su discurso a las mujeres como si fueran las únicas implicadas. Por lo que la perspectiva de género permite la ampliación del debate sobre esos derechos, tanto para incorporar más personas a su defensa como para transformarlos en una cuestión de interés general. En este sentido, se ha señalado que los derechos reproductivos desde la perspectiva de género (nota) tienen que constituirse en referencias para la redefinición política y de las condiciones sociales y económicas no sólo de la vida de las mujeres, sino también de la sociedad como un todo (nota). Repárese en el ejemplo del pueblo de pescadores y tejedoras (nota), en el que queda en evidencia de qué modo la perspectiva masculina ha hecho sentir y pensar a hombres y a mujeres socializados bajo los mismos patrones culturales y en las instituciones sostenidas por dichas pautas formativas que los hombres y sus experiencias son centrales a la experiencia humana; es decir, que lo que ellos son y hacen es representativo de toda la humanidad o suficiente para entender determinada situación: "...se dice que tal pueblo es un pueblo de pescadores, a pesar de que a las mujeres, que probablemente son más de la mitad del pueblo, se les prohíba pescar. Desde la perspectiva masculina que ha sido considerada, insisto, como una no-perspectiva, las experiencias de las mujeres son consideradas o percibidas como demasiado específicas o particulares a `un grupo' o sector de la sociedad como para ser mencionadas. Y así, por siglos, se han clasificado los pueblos, las épocas, los hechos, desde la perspectiva masculina que pasa por objetiva". Sin embargo, interpretada cualquier realidad desde la perspectiva de género quedaría al descubierto que las experiencias de los hombres y sus interpretaciones son tan centrales o marginales a la experiencia humana como las de las propias mujeres: el pueblo de pescadores de nuestro ejemplo, analizado desde la perspectiva de género, es en realidad un pueblo de pescadores y tejedoras de redes; debiendo aclararse que esta división del trabajo se basa en que a las mujeres se les prohíbe pescar. La descripción resultante con estas precisiones es más objetiva, integradora y compleja que la primera y nos permite tener mayor conocimiento sobre el pueblo. Cabe destacar que cuando se incorpora la perspectiva de género a la descripción de cualquier realidad se está incluyendo a las mujeres sin excluir a los hombres y desocultando las estructuras de género (en sus dos niveles), que discriminan y excluyen a las mujeres, al tiempo que se sugieren alternativas para reestructurar la sociedad de manera que no se discrimine ni oprima a ninguno de los sexos. Por ello en la descripción del pueblo de nuestro ejemplo, desde una enfoque género sensitivo, es necesario agregar la explicación de por qué las mujeres no pescan. O al menos decir que se les prohíbe pescar, lo que denota que permanecer en tierra no es algo natural o querido por las mujeres. A su vez, de ello puede inferirse que las cosas podrían transformarse. El informe sobre el "Estado de la población mundial 2005: La promesa de igualdad. Equidad de género, salud reproductiva y objetivos de desarrollo del milenio" del Fondo de Población de las Naciones Unidas se refiere a la eficacia de los "enfoques con sensibilidad cultural" para promover los derechos humanos y la igualdad entre hombres y mujeres en diversos contextos nacionales y locales, pues la experiencia ha demostrado que las comunidades que comprenden los peligros planteados por ciertas prácticas firmemente arraigadas en la tradición -entre ellas, el casamiento en la infancia, la mutilación o corte genital femenino o la "purificación" de las viudas- y las cuestionan desde su propio lente cultural pueden movilizarse para cambiarlas o eliminarlas. Alda Facio señala en el artículo citado que incluir una perspectiva de género en una determinada descripción o análisis de la realidad significa no sólo agregar a las mujeres sino que hay que visibilizar las relaciones de poder y sugerir formas diferentes de relaciones. Por lo tanto habría que llevar a cabo varias -o todas- de estas acciones: 1) Tomar conciencia de que en toda descripción de la realidad se encuentra presente una perspectiva y de que lo más probable es que se trate de una perspectiva masculina. 2) Tomar conciencia de que aunque las mujeres pertenecen al género femenino, y/o clase, edad o grupo discriminado, es muy probable que también su concepción de la realidad sea androcéntrica y que, en consecuencia, para efectuar una descripción género sensitiva deberá hacerse un esfuerzo consciente para no incurrir en alguna manifestación de sexismo. 3) Visibilizar a todas las mujeres, de todas las edades, clases, razas, etc.; de no ser posible, especificar a qué mujeres se está visibilizando y desde qué lugar se observa. 4) Identificar las barreras que se erigen contra la participación y productividad de las mujeres en las esferas política, económica, cultural, religiosa, legal, artística, ideológica, etc. 5) Tomar en consideración lo que piensan y sienten las mujeres sobre el tema que se está describiendo o analizando. 6) Sugerir formas de superar la discriminación que sufren las mujeres. En resumen, la perspectiva de género visibiliza la óptica unidimensional con la que tradicionalmente se percibe la realidad; explicita que en las estructuras de género se hallan implícitas situaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres; y revela que las estructuras de género, que conforman las identidades, no son insusceptibles de transformación, dado que no son naturales sino construidas socialmente y que su historia formativa fue borrada para representarlas como esenciales o naturales, por lo tanto, inmodificables. Ante el riesgo siempre presente de un enfoque reduccionista sobre la relación entre el género y la reproducción, se propugna la incorporación de la perspectiva de género a la reflexión ético política en torno al hecho reproductivo, cuya intelección deriva en gran parte de la concepción vigente -situada e histórica- de las relaciones sociales entre hombres y mujeres que hemos explicitado. Dicha perspectiva aseguraría (nota) al menos: 1) Atender tanto a los intereses y cuestiones morales de las mujeres como a los de los hombres; 2) tratar a ambos, hombres y mujeres, como agentes morales completos; 3) afirmar los valores culturales que han sido asociados con las mujeres (interdependencia, comunidad, conexión, la idea de compartir, emoción, cuerpo, ausencia de jerarquías, naturaleza, inmanencia, procesos, alegría, paz y vida) al menos tanto como los valores que han sido asociados con los hombres (independencia, autonomía, intelecto, voluntad, prudencia, jerarquía, dominación, cultura, trascendencia, resultados, ascetismo, guerra y muerte); y 4) valorar las experiencias y los modos de razonamiento moral de las mujeres tanto como los de los hombres. Mediante los aportes previos hemos querido esbozar las distinciones conceptuales básicas para un debate ético-político circunscripto a la inequidad de género en el ámbito de las decisiones reproductivas. Su examen en los diversos contextos culturales se hallará en el documento titulado "Estado de la población mundial 2005: la promesa de igualdad. Equidad de género, salud reproductiva y objetivos de desarrollo del milenio" del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA.), que examina los vínculos entre pobreza, igualdad entre hombres y mujeres, derechos humanos, salud reproductiva, conflictos y violencia contra las mujeres y las niñas, desde una perspectiva género-sensitiva, o un enfoque "con sensibilidad cultural" (nota). IV. CONCLUSIÓN Hemos procurado describir el proceso de producción de los principales compromisos orientadores para analizar la problemática de la salud sexual y reproductiva y del reconocimiento de los derechos reproductivos y sexuales; como así también esbozar los enfoques, implícitos en dichos compromisos a raíz de su historia formativa, y las categorías conceptuales que posibilitan la continuación del diálogo alrededor del tema, como parte de la agenda de la democracia, en el plano nacional y en los espacios de debate público regional e internacional. Al desarrollo de los diversos aspectos que conforman su trama, referidos a salud, género, desarrollo, globalización, democracia, libertad y ética, se dedicarán los artículos que conforman el material ofrecido del presente semanario, cuyo norte es la interpretación y aplicación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable creado por la ley 25673. V. BIBLIOGRAFÍA 57ª Asamblea Mundial de la Salud. 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WomenWatch es un proyecto conjunto de las Naciones Unidas destinado a crear un espacio central en internet dedicado a los asuntos relativos a la mujer en todo el mundo. Se estableció con el fin de supervisar los resultados de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995. Fue fundado en marzo de 1997 por la División para el Adelanto de la Mujer, el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem) y el Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (Instraw), http://www.un.org/spanish/womenwatch/about/. Arroyo Vargas, Roxana, "Conceptos básicos de derechos humanos y aportes feministas. Ubicación del tema en el marco de los derechos humanos", en "Mujeres jóvenes y derechos humanos. 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Cook, Rebeca, Dickens, Bernard y Fathalla, Mahmoud, "Salud reproductiva y derechos humanos", Oxford, Profamilia, Colombia, 2003, p. 97. Este informe era emanado del Comité sobre Ofensas Homosexuales y Prostitución, y el informe fue conocido por el nombre del presidente del Comité, sir John Wolfenden, más tarde designado lord. "Grisnwold v. Connecticut", 381 United States Reporter 479 (1965) (Corte Suprema de los Estados Unidos, sobre anticoncepción), y "Roe v. Wade", 410 United States Reporter 113 (1973) (Corte Suprema de Estados Unidos), sobre aborto. "Monitoreo social. Guía para la acción", Consorcio Nacional de Derechos Reproductivos y Sociales, julio de 2005, p. 20 (www.conders.com.ar). La ley 26061 (B.O. del 26/10/2005) (LA 2005-D-4576) desarrolla una definición de "interés superior del niño" en su art. 3: Interés superior. A efectos de la presente ley se entiende por interés superior de la niña, niño y adolescente la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías reconocidos en esta ley. Debiéndose respetar: a) su condición de sujeto de derecho; b) el derecho de las niñas, niños y adolescentes a ser oídos y que su opinión sea tenida en cuenta; c) el respeto al pleno desarrollo personal de sus derechos en su medio familiar, social y cultural; d) su edad, grado de madurez, capacidad de discernimiento y demás condiciones personales; e) el equilibrio entre los derechos y garantías de las niñas, niños y adolescentes y las exigencias del bien común; f) su centro de vida. Se entiende por centro de vida el lugar donde las niñas, niños y adolescentes hubiesen transcurrido en condiciones legítimas la mayor parte de su existencia. Este principio rige en materia de patria potestad, pautas a las que se ajustarán el ejercicio de la misma, filiación, restitución del niño, la niña o el adolescente, adopción, emancipación y toda circunstancia vinculada a las anteriores cualquiera sea el ámbito donde deba desempeñarse. Cuando exista conflicto entre los derechos e intereses de las niñas, niños y adolescentes frente a otros derechos e intereses igualmente legítimos, prevalecerán los primeros". La opinión consultiva OC. 17/2002 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha expresado en el sentido de que las personas hasta los 18 años son titulares de derechos y no sólo objeto de protección (art. 19 CADH.) y que el "interés superior del niño" implica que el desarrollo del niño en ejercicio pleno de sus derechos debe ser considerado como criterio rector para la elaboración y aplicación de normas en todos los órdenes relativos a la vida de éste. Gil Domínguez, Andrés, "Ley Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable", abril de 2003, Ed. Ad-Hoc, p. 59. Decreto 1282/2003 (LA 2003-B-1845). Decreto reglamentario 1282/2003, art. 10: "Se respetará el derecho de los objetores de conciencia a ser exceptuados de su participación en el Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable previa fundamentación, y lo que se enmarcará en la reglamentación del ejercicio profesional de cada jurisdicción. Los objetores de conciencia lo serán tanto en la actividad pública institucional como en la privada. Los centros de salud privados deberán garantizar la atención y la implementación del programa, pudiendo derivar a la población a otros centros asistenciales, cuando por razones confesionales, sobre la base de sus fines institucionales y/o convicciones de sus titulares, optaren por ser exceptuados del cumplimiento del art. 6 inc. b de la ley que se reglamenta, a cuyo fin deberán efectuar la presentación pertinente por ante las autoridades sanitarias locales, de conformidad con lo indicado en el párr. 1º de este artículo cuando corresponda". "El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina", Ministerio de Salud y Ambiente de la Nación, 2004, ps. 30/31. "El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina" cit., p. 32. "El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina" cit., ps. 34/35. "El libro de la salud sexual, reproductiva y la procreación responsable en la Argentina" cit., p. 35. Sin embargo, con fecha 4/5/2004 (apenas tres semanas después) se publica en el Boletín Oficial la resolución SSS. 331/2004, que obliga a las obras sociales a suscribir contratos de prestación de servicios farmacéuticos destinados a los beneficiarios del Sistema Nacional del Seguro de Salud, los que deberán respetar las previsiones establecidas en la ley 25649 (nada dice sobre los métodos anticonceptivos ni su incorporación a estos contratos) y que en su Anexo tiene diez indicadores, determinando el art. 4 que "los agentes del seguro de salud remitirán a este organismo, a partir del 1/7/2004 y cada tres meses de modo regular y sistemático, la información epidemiológica relevante de la prestación farmacéutica que se detalla en el Anexo I de la presente. La Subgerencia de Informática de este organismo deberá elaborar el aplicativo informático para la remisión de la información dentro del plazo de treinta días". Los indicadores a los que alude la resolución MS. 310/2004 a la fecha siguen esperando. El Programa Nacional entiende por Consejería en Salud Reproductiva "la atención individual proporcionada al usuario demandante con el fin de brindar información clara, completa y oportuna que le permita tomar sus propias decisiones con relación a su salud reproductiva, planificación familiar y utilización de métodos anticonceptivos" (ob. cit., p. 38), agregando que "la Consejería es un proceso activo entre quien orienta y quien solicita la prestación en un marco de respeto a sus derechos, privacidad y confidencialidad" (p. 39). Remitimos para mayor desarrollo a la nota de la Dra. Angélica Touceda en este semanario. A partir de la noción de Goffman (1974), el "marco" sería un dispositivo de atribución de sentidos que rige la interpretación de una situación y el compromiso en ella. Estos esquemas cognitivos se generan prácticamente, socialmente, organizacionalmente (Goffman, Erving, "Frame analysis", Northeastern University Press, 1974, Boston). Correa, Sonia y Petchesky, Rosalind, "Los derechos reproductivos y sexuales: una perspectiva feminista", en "Elementos para un análisis ético de la reproducción", 2001, UNAM., México. Committee for Abortion Rights and Against Sterilization Abuse. http://www.unhchr.ch/huridocda/huridoca.nsf/(Symbol)/A.CONF.157.23.Sp?OpenDocume nt. Jelin, Elizabeth, "Diálogos, encuentros y desencuentros: los movimientos sociales en el Mercosur", Cuaderno n. 10, Programa de Investigaciones Socioculturales en el Mercosur, Serie Cuadernos para el Debate, Instituto de Desarrollo Económico y Social. Trabajo publicado en el International Social Science Journal, n. 159, marzo de 1999. La realizada en Bucarest fue la primera conferencia de negociación global sobre el tema, auspiciada por Naciones Unidas e involucrando a todos los Estados miembros; la de México fue la segunda y la de El Cairo la tercera. Conferencias Internacionales sobre la Población y el Desarrollo: 1. Roma, 31 de agosto al 10/9/1954, Primera Conferencia Mundial de Población, organizada por las Naciones Unidas, a fin de intercambiar información científica acerca de las variables demográficas, sus determinantes y consecuencias. Esta Conferencia, de carácter eminentemente académico, resolvió básicamente profundizar en el conocimiento demográfico de los países en desarrollo y fomentar la creación de centros de capacitación regional que contribuyeran al tratamiento de los temas de población y a la preparación de personal especializado en el análisis demográfico. 2. Belgrado, 30 de agosto al 10/9/1965, Segunda Conferencia Mundial sobre Población: con una participación mayoritaria de expertos en población y organizada por la IUSSP. y las Naciones Unidas, en este encuentro internacional se enfatiza el análisis de la fecundidad como parte de una política para la planificación del desarrollo. Esta Conferencia se realiza en un momento en que confluyen los estudios sobre aspectos demográficos del desarrollo llevados a cabo por especialistas con el inicio de los programas de población subvencionados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID.). 3. Bucarest (Rumania), 19 al 30/8/1974: la Tercera Conferencia Mundial de la Población, organizada por las Naciones Unidas, es la primera de naturaleza intergubernamental, y participaron en ella representantes de 135 países. El énfasis del debate se centró en las relaciones entre los factores de población y el desarrollo. Como fruto de la Conferencia, el Plan de Acción Mundial sobre Población señala, entre otros principios, que la meta esencial es el desarrollo social, económico y cultural de los países, que los fenómenos demográficos y el desarrollo son interdependientes y que los objetivos y políticas demográficas son parte integrante (elementos constitutivos) de las políticas de desarrollo social y económico. 4. Ciudad de México, 6 al 14/8/1984: en esta Conferencia se revisaron y ratificaron en la mayoría de los aspectos los acuerdos de la Conferencia de Bucarest de 1974 y se amplió el Plan de Acción Mundial sobre Población (PAMP.), para incorporar los resultados de las últimas investigaciones y datos proporcionados por los gobiernos. Los derechos humanos individuales y familiares, las condiciones de salud y bienestar, el empleo, la educación, entre otros, fueron temas relevantes dentro de la Declaración suscripta por la Conferencia. Otros asuntos destacados fueron: el impulso a la cooperación internacional y la búsqueda de una mayor eficacia en la toma de decisiones políticas sobre población. 5. El Cairo, 5 al 13/9/1994: la V Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, se celebró con la participación de más de 180 Estados. En ella se aprobó un nuevo Programa de Acción como guía para la acción nacional e internacional en el área de población y desarrollo para los próximos veinte años. Este nuevo Programa de Acción pone énfasis en la relación integral entre la población y el desarrollo y se concentra en responder a las necesidades de los individuos -en el marco de las normas de derechos humanos universalmente reconocidas-, en lugar de lograr sólo metas demográficas. La adopción de este programa marca una nueva etapa de compromiso y voluntad para integrar efectivamente los temas de población en las propuestas de desarrollo socioeconómico y lograr una mejor calidad de vida para todas las personas, incluidas las de las generaciones futuras. 6. Nueva York, 30 de junio al 2/7/1999, Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo ICPD.+5: los progresos y desafíos en la implementación de las estrategias sobre población y desarrollo fue el tema central de esta reunión de líderes mundiales acordada por una resolución de la Asamblea General adoptada el 18/12/1997. La sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas tuvo lugar cinco años después de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD.) celebrada en El Cairo, Egipto, en 1994. En esta sesión especial de la Asamblea General se revisó y evaluó la implementación del Programa de Acción que surgió de la Conferencia de 1994. 7. Nueva York, 22 al 26 de marzo y 6/5/2004, resolución 2004/2: seguimiento del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo; la Comisión de Población y Desarrollo efectúa el examen y evaluación de los progresos realizados en la consecución de los fines y objetivos del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo. Desde la propia constitución de la OMS. se establece que "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de infecciones o enfermedades. El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social". La Constitución fue adoptada en Nueva York, el 22/7/1946, por la Conferencia Institucional de la Salud. Fue firmada por los representantes de 61 Estados y entró en vigor el 7/4/1948. Las reformas adoptadas por las 26ª, 29ª y 39ª Asambleas Mundiales de la Salud se han incorporado al presente texto. Estos principios fueron reafirmados en la Declaración de Alma-Ata (Conferencia Internacional sobre Atención de Salud Primaria) en 1978. La Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud de Alma-Ata, convocada por la Organización Mundial de la Salud (OMS.) y por Unicef, planteó alcanzar la "salud para todos" para el año 2000. Esta meta valiente y ambiciosa todavía no se cumplió. La declaración de Alma-Ata fue un acto de consenso. La conferencia contó con la presencia de 134 países, 67 organismos internacionales y decenas de organizaciones no gubernamentales. Fue muy importante el proceso de desarrollo conceptual acerca de qué es la salud. En 1946 la definición de salud incorporada en la Constitución de la OMS. había sido propuesta por Andrija Stampar, pionero croata de la salud pública. Costó mucho que fuera comprendida por los expertos de los gobiernos de entonces, a pesar de constituir un notable salto cualitativo. En la Declaración de Alma-Ata se reitera en forma expresa esa definición. Y se agregan los conceptos de que la salud "es un derecho humano fundamental, y que el logro del grado más alto posible de salud es un objetivo social muy importante en todo el mundo". Además, el texto dice que su realización "exige la intervención de muchos otros sectores sociales y económicos, además del de salud". Tampoco se comprendió, por las deformaciones profesionales, que la salud es una realidad social cuyo ámbito no puede ser separado con nitidez de otros ámbitos sociales y económicos y que, por lo tanto, no debe circunscribirse a un sector administrativo burocrático del Estado. Tampoco se percibió suficientemente, a pesar de estar escrito varias veces, el hecho de que la salud es, por sobre todo, una realidad social compleja un proceso social aún más complejo, y un proceso político dentro del cual hay que tomar decisiones políticas no sólo sectoriales sino también de Estado, capaces de comprometer obligatoriamente y sin excepciones a todos los sectores. Lo que sí fue muy claro, pero sigue siendo muy mal entendido, es la responsabilidad y el deber de todos personas, grupos sociales y la ciudadanía en general- de cuidar de modo activo de su salud individual y colectiva. Lamentablemente, y en la práctica, las personas siguieron siendo consideradas como recipientes pasivos de actividades puntuales prestadas por sistemas de servicios institucionalizados de atención médica reparativa orientada a enfermedades específicas. La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (LA 1994-B-1669), adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 18/12/1979, señala en su art. 12: "Los Estados parte adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera de la atención médica a fin de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, el acceso a servicios de atención médica, inclusive los que se refieren a la planificación de la familia". El Fondo de Población de las Naciones Unidas, FNUAP., brinda apoyo a los países en desarrollo en los campos de salud reproductiva y de las políticas poblacionales. Las áreas principales son las siguientes: elevación del acceso a, y de la calidad de, la salud reproductiva, en particular del planeamiento familiar, maternidad segura y prevención de las infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH./sida. Formulación de las políticas poblacionales y de ayuda en la recolección y análisis de la información para ayudar a los países a alcanzar el desarrollo sostenible. Protección de la juventud. El FNUAP. promueve el acceso a la juventud de información segura y al consejo no oficial. Promoción de los derechos de las mujeres. Suministro de salud reproductiva. El FNUAP. ayuda a asegurar el suministro adecuado de anticonceptivos. Eleva el conocimiento acerca de temas poblacionales y del desarrollo, promoviendo la movilización de recursos y de la voluntad política para tomar acciones en esta área. Estrategia regional: América Latina y el Caribe reciben ayuda del FNUAP. en las siguientes áreas temáticas: atención de la salud reproductiva y del planeamiento familiar. Educación, con el fin de elevar el conocimiento de la población de los problemas, y permite que las personas obtengan información y tomen decisiones libres y responsables. Aspectos relacionados con los géneros y sus efectos sobre las políticas y programas poblacionales. Integración de la dimensión de la población en la formulación de las políticas económicas y sociales y de todos los niveles de desarrollo. Formulación, ejecución y evaluación de las políticas poblacionales dentro del marco de las políticas y estrategias de desarrollo nacional. Estudios de los vínculos entre los temas de población y desarrollo. Recolección y análisis de los datos demográficos e investigación de la dinámica poblacional y su influencia sobre los procesos de desarrollo. Efectos medioambientales relacionados con la población y el desarrollo (http://www.onu.org.cu/uunn/cd-residente/pnud/unfpa.html). Sobre los acuerdos y desacuerdos del prolongado debate de El Cairo y las implicancias de las decisiones tomadas ver el artículo titulado "Hacia un enfoque interdependiente de los derechos reproductivos y sexuales como derechos humanos: reflexiones sobre la CIPD. y el futuro", en Copelon, R. y Petchesky, R., "Toward an interdependent approach to reproductive and sexual rights as human rights: reflections on the ICPD. and beyond", 1978, Nueva Jersey. Naciones Unidas, documento A/CONF.171/13: informe de la CIPD. Antecedentes: la Organización Mundial de la Salud (OMS.) convocó en 1974 a una Reunión sobre Capacitación y Tratamiento en Cuestiones de Sexualidad Humana: la Formación de Profesionales de la Salud ("Meeting on Education and Treatment of Human Sexuality: the Training of Health Professionals"). Dicha reunión tuvo lugar del 6 al 12/2/1974. Las conclusiones de esta reunión se plasmaron en el documento "Capacitación y tratamiento en cuestiones de sexualidad humana: la formación de profesionales de la salud. Informe de una reunión de la OMS., 1975. Informe 01, 1975. Col. Serie de Informes Técnicos n. 572.1". Se trata de un documento histórico que sentó las bases para mejorar la capacitación de los profesionales de la salud y prepararlos para que puedan ofrecer educación, consejería y terapias sexuales. Asimismo, dichas conclusiones sirvieron de estímulo para el avance en el campo de la sexología y de los centros de recursos relativos a la sexualidad en el mundo entero. Desde entonces dos reuniones subsiguientes de la Oficina Regional para Europa de la OMS. abordaron los temas relativos a dicho documento. Empero, los informes no se divulgaron ampliamente y, por ende, las medidas propuestas no se adoptaron extensamente tal como se había recomendado. La Organización Panamericana de la Salud (OPS.) fue establecida en 1902 y es la organización de salud pública más antigua del mundo. Es la Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud y trabaja con los países para mejorar la salud y elevar la calidad de vida de sus habitantes. "Promoción de la salud sexual. Recomendaciones para la acción". Actas de una Reunión de Consulta convocada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS.) y la Organización Mundial de la Salud (OMS.), en colaboración con la Asociación Mundial de Sexología (WAS), celebrada en Antigua Guatemala, 19 al 22/5/2000. Web de Archive for Sexology, Berlín: http://www.sexology.cjb.net. Declaración del 13º Congreso Mundial de Sexología, 1997, Valencia, revisada y aprobada por la Asamblea General de la Asociación Mundial de Sexología, WAS., el 26/8/1999, en el 14º Congreso Mundial de Sexología, Hong Kong, República Popular China. El texto completo de la Declaración sobre los Derechos Sexuales emitida por la Asociación Mundial de Sexología se presenta en el Apéndice I del documento titulado "Promoción de la salud sexual. Recomendaciones para la acción (OMS. - OPS. - WAS.)". Declaraciones y reservas de la Argentina al documento final de la Conferencia de El Cairo: "Respecto del principio 1.57 el representante nacional señaló su aceptación, teniendo en cuenta que la vida existe desde el momento de la concepción y que desde ese momento la persona goza del derecho a la vida, siendo éste el fundamento de todos los otros derechos individuales. También se dejó constancia de que la Argentina acepta el párr. 5º.1 con la aclaración de que, si bien la familia puede adoptar distintas formas, en ningún caso puede alterar su origen y fundamento, es decir la unión entre varón y mujer, de la cual se derivan los hijos. Finalmente, señaló que la Argentina no puede admitir que en el concepto de `salud reproductiva' se incluya el aborto ni como servicio ni como método de regulación de la fecundidad; esta reserva se extiende a todas las menciones que contengan ese sentido... familia". La Argentina realizó declaraciones y reservas al informe final de la Cuarta Conferencia sobre la Mujer de similar tenor a las efectuadas a los documentos de las otras conferencias. Al igual que en El Cairo, reitera la interpretación del concepto de familia como unión del varón y la mujer, agregando que ninguna definición debilita la responsabilidad primaria de los padres en la educación de los hijos, incluyendo los temas sexuales. Asimismo, se dejó en claro que el consenso otorgado al párr. 106º.k -consistente en la posibilidad de revisar el derecho que impone sanciones a la madre que comete un aborto- no significa una propuesta para despenalizarlo ni eximir de responsabilidad criminal a quienes puedan ser coautores o partícipes de este delito. Art. 37 CCABA. (LA 1996-C-3797) (integra el cap. IX, titulado "Igualdad entre varones y mujeres"): "Se reconocen los derechos reproductivos y sexuales, libres de coerción y violencia, como derechos humanos básicos, especialmente a decidir responsablemente sobre la procreación, el número de hijos y el intervalo entre sus nacimientos. Se garantiza la igualdad de derechos y responsabilidades de mujeres y varones como progenitores y se promueve la protección integral de la familia". Morlachetti, Alejandro, "Situación actual: obligaciones de Latinoamérica y el Caribe ante el Derecho Internacional de Adolescentes y Jóvenes", marzo de 1999, p. 34. Correa, Sonia, "Los derechos sexuales y reproductivos en la arena política", Serie Aporte al debate, Campaña por la defensa de la salud reproductiva, MYSU. (Mujer y Salud en el Uruguay), 2003, Montevideo, p. 22, con colaboración de REPEM.-DAWN. y apoyo internacional de la Women Health Coalition" (http://www.mysu.our.uy). Aborto peligroso: 57ª Asamblea Mundial de la Salud. Wha57.12, punto 12.10 del orden del día 22/5/2004. "Salud reproductiva: proyecto de estrategia para acelerar el avance hacia el logro de los objetivos y metas internacionales de desarrollo". Ver Informe de la Secretaría sobre Salud Reproductiva A57/13, del 15/4/2004, ítems 17 y 37, ps. 7 y 11. Definición de aborto (nota 1 del ítem 17 remite al informe de un grupo de trabajo técnico, documento WHO/MSM/92.5, 1992, titulado "The prevention and management of unsafe abortion"). "The prevention and management of unsafe abortion", informe de un grupo de trabajo técnico, documento WHO/MSM/92.5, 1992. La problemática de la sexualidad no está sólo condicionada por la falta de información, sino que además guarda estrecha relación con la construcción cultural de los roles femenino y masculino. Peces-Barba Martínez, Gregorio, "Curso de derechos fundamentales. Teoría general", Universidad Carlos III de Madrid, Imprenta del Boletín Oficial del Estado, 1995, Madrid. Arroyo Vargas, Roxana, "Conceptos básicos de derechos humanos y aportes feministas. Ubicación del tema en el marco de los derechos humanos", en "Mujeres jóvenes y derechos humanos. Manual de capacitación en derechos humanos de las mujeres jóvenes y aplicación de la CEDAW.", Red Latinoamericana y Caribeña de Jóvenes por los Derecho Sexuales y Reproductivos -REDLAC.- y Programa Mujer, Justicia y Género, ILANUD., 2002, ps. 180/181. La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires incorpora la perspectiva de género en el art. 38: "La Ciudad incorpora la perspectiva de género en el diseño y ejecución de sus políticas públicas y elabora participativamente un plan de igualdad entre varones y mujeres. Estimula la modificación de los patrones socioculturales estereotipados con el objeto de eliminar prácticas basadas en el prejuicio de superioridad de cualquiera de los géneros; promueve que las responsabilidades familiares sean compartidas; fomenta la plena integración de las mujeres a la actividad productiva, las acciones positivas que garanticen la paridad en relación con el trabajo remunerado, la eliminación de la segregación y de toda forma de discriminación por estado civil o maternidad; facilita a las mujeres único sostén de hogar, el acceso a la vivienda, al empleo, al crédito y a los sistemas de cobertura social; desarrolla políticas respecto de las niñas y adolescentes embarazadas, las ampara y garantiza su permanencia en el sistema educativo; provee a la prevención de violencia física, psicológica y sexual contra las mujeres y brinda servicios especializados de atención; ampara a las víctimas de la explotación sexual y brinda servicios de atención; promueve la participación de las organizaciones no gubernamentales dedicadas a las temáticas de las mujeres en el diseño de las políticas públicas". Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas, "Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La orientación del hombre moderno", 1997, Ed. Paidós Studio, Barcelona. Ver cap. 4, titulado "La pérdida de lo dado por supuesto", ps. 79 a 93. Schutz, Alfred y Luckmann, Thomas, "Las estructuras del mundo de la vida", 2003, Ed. Amorrortu. Ver cap. 1, titulado "El mundo de la vida cotidiana y la actitud natural", ps. 25/40. Proceso por el cual las personas de sexo femenino desde pequeñas van interiorizando los valores y actitudes que se les atribuyen como apropiadas, descartando toda emoción o deseo atribuible al otro sexo y aprendiendo el rol asignado para convertirse en personas de género femenino, es decir, en "mujeres"; al tiempo que aquellas de sexo masculino desde pequeños pasan por el proceso que los hará personas de género masculino, es decir, "hombres". Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas, "Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La orientación del hombre moderno" cit. Ver cap. 4, titulado "La pérdida de lo dado por supuesto", p. 84. Jelin, Elizabeth, Valdés, Teresa y Barreiro, Line, "Género y Nación en el Mercosur: notas para comenzar a pensar", Documentos de Debate, n. 24, MOST. (Gestión de las Transformaciones Sociales), Unesco. Este artículo fue preparado en el ámbito del proyecto MOST. Fase 1 "Mercosur: espacios de interacción, espacios de integración". Sexismo y sus manifestaciones: androcentrismo, sobregeneralización y sobreespecificidad, doble parámetro, deber ser de cada sexo y dicotomismo sexual. El patriarcado es el sistema jerárquico de relaciones sociales, políticas y económicas que, adoptando como fundamento la diferencia biológica sexual y su significado genérico, establece, reproduce y mantiene al hombre como parámetro de la humanidad, otorgándole privilegios e institucionalizando su relación de dominación y superioridad sobre la mujer. Sexismo: es una creencia basada en el mito de la superioridad del sexo masculino, derivándose en privilegios para ese sexo por considerarlo superior y manteniendo al sexo femenino a su servicio. Se mantiene y reproduce socialmente la situación mediante la naturalización de esas diferencias, a través de estrategias de vaciamiento de su historicidad. La estrategia de naturalización muestra lo contingente como natural e intemporal. Ejemplo de ello es la división del trabajo social entre hombre y mujeres como producto de características fisiológicas de uno u otro sexo. Androcentrismo: es la visión del mundo desde la perspectiva masculina únicamente, en la que las necesidades y experiencias de los hombres se validan y generalizan para hombres y mujeres, como paradigma de lo humano. La misoginia -repudio u odio a lo femenino- y la genopia -imposibilidad de ver lo femenino o la invisibilización de la experiencia femeninason sus manifestaciones extremas. Sobregeneralización: es cuando un estudio, teoría o texto sólo analiza la conducta del sexo masculino pero presenta los resultados, el análisis, las conclusiones o el mensaje como válidos para ambos sexos. Sobreespecificidad: consiste en presentar como específico de cada sexo ciertas necesidades, actitudes e interés que en realidad son de ambos sexos. Insensibilidad al género: se presenta cuando se ignora la variable género como socialmente importante y válida, ya sea cuando no se toman en cuenta los distintos lugares que ocupan los hombres y mujeres en la estructura social, o el mayor o menor poder que detentan de acuerdo con su sexo, etc. Doble parámetro: es similar a la doble moral. Se da cuando la misma conducta, situación o característica humanas son valoradas o evaluadas con distintos parámetros o diferentes instrumentos para uno y otro sexo. Deber ser de cada sexo: consiste en partir de la creencia de que hay conductas o características humanas que son más apropiadas para un sexo que para el otro. Dicotomismo sexual: es partir de una concepción binaria en la que se trata a los sexos como diametralmente opuestos y no se reconocen como sexos con características semejantes. "Hombres jóvenes como aliados en la promoción de la salud y la equidad de género". En 2001 IPPF./RHO. apoyó y participó en una conferencia con el Instituto Promundo, PAHO./WHO., FNUAP., ECOS., Programa PAPAI. y Salud y Género para discutir la participación de hombres jóvenes de 15 a 25 años en la promoción de todas las áreas relacionadas con la salud y la equidad de género. Los participantes incluyeron individuos que trabajan en educación, promoción de la salud y relaciones de género en instituciones gubernamentales y no gubernamentales de varios países en América Latina, el Caribe, los Estados Unidos y África. La reunión fue un foro para que los participantes compartieran sus experiencias y discutieran cómo avanzar en esta área de las relaciones de género, la cual ha sido reconocida cada vez más como imprescindible en la promoción de la salud y la equidad de género. La conferencia concluyó con una capacitación de participantes en el uso de cinco manuales desarrollados por el Proyecto H, Trabajando con Hombres Jóvenes. Ávila, María B., "Feminismo y ciudadanía: la producción de nuevos derechos", en "Campaña por la Convención de los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos", Serias para el Debate, n. 1, 2003, Lima, p. 74. Facio, Alda, "La perspectiva del género", en "Mujeres jóvenes y derechos humanos. Manual de capacitación en derechos humanos de las mujeres jóvenes y aplicación de la CEDAW." cit., Red Latinoamericana y Caribeña de Jóvenes por los Derecho Sexuales y Reproductivos -REDLAC.- y Programa Mujer, Justicia y Género, ILANUD., 2002, ps. 107/108. Guerra Palmero, María J., "Género y reproducción: discursos acerca de la apropiación del cuerpo de las mujeres" (siguiendo en este punto a Tong, Rosmarie, "Feminist approaches to bioethics: theoretical reflections and practical applications", Boulder, Westview Press, 1997, Colorado, 2), en "Perspectivas bioéticas", dirigida por Florencia Luna, año 9, n. 16, primer semestre de 2004, FLaCSo., ps. 18 y 19. Se recomienda especialmente la lectura de los caps. 2, sobre "Inversiones estratégicas: el dividendo de la igualdad", y 3, sobre "La promesa de los derechos humanos", ps. 18 y 28, http://www.unfpa.org/swp/2005/pdf/sp_swp05.pdf. La definición de sexualidad humana que figura en el informe de la reunión de 1983 es: "La sexualidad es parte integral de la personalidad de cada quien: hombre, mujer y niño. Es una necesidad básica y un aspecto inherente a la realidad de ser humano que no puede separarse de otros aspectos de la vida. La sexualidad no es sinónimo de relaciones sexuales, no se trata de tener orgasmos o no y no es la suma total de nuestra vida erótica. Esto quizás sea parte de nuestra sexualidad pero tal vez no lo sea. La sexualidad es mucho más que eso: es la energía que nos motiva a buscar amor, contacto, calidez e intimidad; se expresa en la manera en que sentimos, nos movemos, tocamos y somos tocados; es acerca de ser sensual y ser sexual. La sexualidad influye en los pensamientos, los sentimientos, las acciones, las interacciones y, por ende, sobre nuestra salud mental y física. En vista de que la salud es un derecho humano fundamental también debe serlo la salud sexual" (Langfeldt, T. y Porter, M., "Sexuality and family planning: report of a consultation and research findings", Oficina Regional para Europa, 1986, Copenhague, p. 5). Después de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD.), celebrada en El Cairo en 1994, el UNFPA. (Fondo de Población de las Naciones Unidas) fue designado dentro del sistema de las Naciones Unidas como organismo rector para el seguimiento y la aplicación del Programa de Acción de la CIPD. A partir de 1978, todos los años el UNFPA. ha publicado un informe sobre cuestiones de población de actualidad. "El estado de la Población Mundial 2005: la promesa de igualdad: equidad de género, salud reproductiva y Objetivos de Desarrollo del Milenio. Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD.)", CIPD.+5, CIPD.+10. "Desde 1994, se ha observado un impulso notable en el desarrollo de políticas y programas relativos a los derechos y la salud de la reproducción, y se ha logrado un progreso significativo en los siguientes aspectos: comprensión de un enfoque a la salud reproductiva basado en los derechos humanos, que abarca la planificación familiar y la salud sexual; cambios para que los servicios ya no se presten de manera vertical, ni sobre la base de metas ni cuotas demográficas; así como en la promoción de la salud reproductiva de los adolescentes". La lista de SIECUS. acerca de los comportamientos de adultos sexualmente sanos se elaboró con el consenso de expertos no solamente de los Estados Unidos, sino también de países tan diversos como Brasil, Nigeria y Rusia. Existen varias cuestiones transversales no directamente relacionadas con la reforma de la atención de salud que también influyen notablemente en los resultados sanitarios. Cabe citar como ejemplos el agua y el saneamiento, el transporte y la relación entre varios ODM. y los derechos humanos. Esa interrelación -sobre todo en lo referente a los pobres- ha sido objeto de atención por parte del relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la salud. | "The volume contains, in multiple languages as relevant, the declarations, resolutions, and action plan from the official reports of the review meetings of the UN. Regional Commissions and the Commission on Population and Development, held between 2002/2004". "UNFPA. and the government of Sweden convened the high-level roundtable, `Reducing Poverty and Achieving the Millennium Development Goals (MDGs.): Investing in reproductive health and rights', on 11 and 12/4/2005 in Stockholm to draw global attention to the need for increased investments in reproductive health and rights and build on progress made in reproductive health policies and programmes in many countries. Participants, including ministers, parliamentarians, heads of the United Nations and other multilateral agencies, donor representatives, and leaders of non-governmental and youth organizations, recognize a list of practical ways to invest in reproductive health". Destaca los aspectos cualitativos que confieren matices muy específicos al fenómeno de la sexualidad humana, haciéndolo único e intransferible a otras especies. Estos rasgos son los siguientes: Placentero: contribuye al bienestar individual, al enriquecimiento de la personalidad y al desarrollo del vínculo con los otros. Afectivo: la capacidad de amar constituye un componente eminentemente humano y es un elemento sustantivo en la trascendencia del vínculo. Comunicacional: es la forma de comunicación de mayor profundidad entre los seres humanos. Creativo: como fuente de expresión integral de las personas, potencia la capacidad de creación, en la que intervienen elementos estéticos y lúdicos. Ético: se define a partir de una dialéctica de valores sustentada en los derechos humanos. Procreativo: esta posibilidad se destaca como el logro extraordinario de dos personas que consciente, libremente y con responsabilidad compartida asumen la creación de un nuevo ser.