Estereotipos ponen en peligro la salud sexual Se retan a los criterios tradicionales para fomentar el comportamiento sexual de menor riesgo. Network en español: 2002, Vol. 21, No. 4 Las expectativas de lo que significa ser hombre o mujer, que forman parte de la sociabilización de la mayoría de los niños, dejan a muchos adultos mal preparados para disfrutar su sexualidad o proteger su salud. El género tiene una influencia tan poderosa sobre el comportamiento sexual que algunos expertos creen que poner en tela de juicio los puntos de vista tradicionales de la masculinidad y feminidad es esencial para promover la salud sexual. Los estereotipos de género de mujeres sumisas y hombres poderosos pueden restringir el acceso a la información, entorpecen la comunicación y promueven el comportamiento de riesgo en las mujeres y los hombres en formas diferentes, pero igualmente peligrosas. Al final, hacen aumentar la vulnerabilidad a los peligros que corre la salud sexual, por ejemplo la violencia, la explotación sexual, el embarazo no deseado, el aborto en condiciones de riesgo y las infecciones de transmisión sexual (ITS), incluido el VIH. Desde una edad temprana, la gente se ha sociabilizado para creer que los papeles de género son «naturales», lo cual contribuye a las creencias de que el comportamiento sexual de riesgo es inevitable, afirma la doctora Jill Lewis, coordinadora del proyecto «Vivamos Hoy para Mañana» del Instituto Nórdico para Investigaciones de Género y Estudios sobre la Mujer que se realizó con jóvenes en Estonia entre 1998 y 2000. Los proyectos como el de «Vivamos Hoy para Mañana» alientan a hombres y mujeres a cuestionar y modificar las creencias relativas al género que rigen el comportamiento sexual. Estos proyectos son relativamente nuevos y pocos, pero su experiencia indica que los jóvenes, en particular, están dispuestos a reconsiderar los papeles de género que sus sociedades han establecido para ellos. Esta amplitud de miras es importante porque los patrones de comportamiento sexual y reproductivo que los jóvenes adoptan durante la adolescencia tendrán efectos duraderos en su salud y bienestar futuros. 1 Vulnerabilidad de la mujer Muchas sociedades enseñan a las jovencitas a ser «buenas» esposas y las sociabilizan para que sean sumisas con los hombres.2 Las familias, los maestros y los compañeros refuerzan la suposición de que las niñas son inferiores a los niños, hasta tal punto que muchas jóvenes llegan a creer que su situación de desigualdad está justificada.3 La baja posición social y económica de las mujeres en gran parte del mundo es una amenaza grave para su salud sexual. El desequilibrio de poder entre hombres y mujeres puede hacer que para las mujeres sea imposible negarse a tener relaciones sexuales no deseadas o sin protección, negociar el uso del condón o usar la anticoncepción en contra de los deseos de su compañero o esposo. Así mismo, es más probable que las mujeres intercambien relaciones sexuales por dinero o favores y menos probable que dejen una relación de abuso o perjudicial si dependen económicamente de los hombres.4 Las expectativas de la sociedad en el sentido de que las mujeres deben ceder ante la autoridad masculina respalda muchas prácticas que son perniciosas para la salud sexual de las mujeres; por ejemplo, el matrimonio a una edad temprana y la violencia doméstica o sexual.5 En muchas sociedades, el hincapié que se hace en preservar la virginidad de las mujeres antes del matrimonio en realidad las hace más vulnerables. El temor a que la gente sospeche que tienen una vida sexual activa impide a muchas mujeres jóvenes hacer preguntas acerca del sexo, usar anticonceptivos para prevenir el embarazo, negociar el uso del condón para prevenir las ITS, o solicitar servicios de salud reproductiva. Algunas jóvenes creen que pueden seguir siendo vírgenes si tienen relaciones sexuales anales, práctica que puede hacerlas más vulnerables a la infección por el VIH.6 Y en las sociedades donde prevalece el VIH, la virginidad puede poner a las jóvenes en mayor riesgo de violación y coacción sexual por parte de los hombres que creen que al tener relaciones sexuales con una mujer virgen — o incluso con una niña de corta edad — quedarán curados de la infección por el VIH.7 Las inquietudes respecto a las tasas elevadas del VIH y de otras ITS entre los jóvenes y especialmente las mujeres jóvenes, la prevalencia de la violencia contra las mujeres y el papel que desempeñan los hombres al desanimar la planificación familiar han atraído nueva atención a las suposiciones de género que influyen en el comportamiento sexual y reproductivo. Casi todos los esfuerzos para poner en tela de juicio los estereotipos de género han tratado de empoderar a las mujeres, pero se reconoce cada vez más que éstas no pueden proteger su salud sexual si no tienen el apoyo de los hombres.8 Lo que significa ser hombre Los hombres se benefician de su situación privilegiada en la mayoría de las sociedades, pero los papeles de género tradicionales que desempeñan también tienen su precio. Las investigaciones han demostrado que la sociabilización de los muchachos para que repriman las emociones, recurran a la violencia para solucionar conflictos y sean independientes a una edad temprana tiene efectos perjudiciales sobre su salud.9 Por ejemplo, en una encuesta nacional realizada con muchachos de 15 a 17 años de edad en los Estados Unidos, entre los que tenían conceptos tradicionales de hombría había más probabilidades de consumo de drogas, violencia, delincuencia y prácticas sexuales en condiciones de riesgo.10 A diferencia de las jovencitas, se espera que los muchachos tengan una vida sexual activa a una edad temprana, e incluso se les anima a que lo hagan. En un estudio en Jamaica, realizado como parte del Proyecto de Estudios de la Mujer, de FHI, los muchachos de 12 años de edad dijeron que los compañeros y familiares de sexo masculino les instaban y presionaban para que tuvieran una vida sexual activa. Según un muchacho, sus familiares de sexo masculino le decían que «las jovencitas lo harían sentir como un verdadero hombre». 11 Los jóvenes tienen más probabilidades que las jovencitas de informar que han tenido relaciones sexuales ocasionales y, en algunos países, es posible que su primera relación sexual ocurra con las trabajadoras del sexo comercial.12 En muchas sociedades, tener varias compañeras sexuales se considera esencial para ser «hombre». La expectativa de que los muchachos tengan experiencias sexuales no significa que sepan cómo proteger su salud sexual. Los adultos tienden a suponer que los muchachos saben más de lo que en realidad saben, y éstos tienen miedo de hacer preguntas que revelen su ignorancia.13 La presión de los adultos y los compañeros también influye en su forma de ver las relaciones sexuales y, con frecuencia, los insta a un comportamiento sexual de riesgo. Para muchos hombres jóvenes, el inicio sexual se considera una prueba de virilidad y la presentación de sus conquistas sexuales a un grupo de compañeros puede ser tan importante como las relaciones sexuales mismas.14 Una táctica empleada para presionar a los muchachos a ajustarse a las expectativas que tiene una sociedad respecto al comportamiento masculino es insinuar que los que no lo hacen son homosexuales. 15 El prejuicio contra éstos es especialmente perjudicial para los jóvenes que tienen relaciones con hombres, lo cual los hace correr riesgos sexuales, tener poco amor propio e incluso suicidarse. Pero la homofobia afecta a todos los hombres ya que desalienta los comportamientos considerados «femeninos», por ejemplo interesarse por los demás o proteger su propia salud.16 Según los resultados de las investigaciones cualitativas realizadas entre muchachos en nueve países latinoamericanos, ellos consideraban que los riesgos para la salud eran menos importantes que las amenazas que veían contra su masculinidad.17 Pese a la fuerza de esas presiones, no todos los hombres se ajustan a los papeles de género tradicionales. Y en muchas partes del mundo, los papeles de género están evolucionando rápidamente debido a una serie de cambios sociales, económicos y culturales, entre ellos el acceso a la educación y los medios de información, la urbanización y la participación de las jóvenes en la fuerza laboral.18 Estos cambios suelen poner en peligro la salud sexual de los jóvenes sin estar preparados para ello, pero pueden ayudarles a liberarse para que consideren otras formas de relacionarse entre sí y a ver diferentes patrones de comportamiento sexual. Por ejemplo, los resultados de un estudio sobre la sexualidad de los jóvenes y su salud sexual en Lima, Perú, revelaron altos niveles de embarazo no deseado, relaciones sexuales bajo coacción, diagnósticos o síntomas de ITS y aborto, pero también indicaron la probabilidad de que se estén produciendo ciertos cambios positivos entre los adolescentes que tienen una vida sexual activa. El cincuenta por ciento de los muchachos de 16 a 17 años de edad que fueron entrevistados tenían las mismas probabilidades que los hombres de 19 a 30 años de edad de notificar que su primera experiencia sexual había sido con una trabajadora del sexo comercial. Los adolescentes de 16 y 17 años de edad — especialmente las jóvenes — tenían más probabilidades que los adultos jóvenes de notificar que habían usado un condón en su primera relación sexual. El doctor Carlos Cáceres, autor del estudio, escribió que esos resultados indican una experiencia sexual «que puede estar relacionada con el amor, la predisposición a protegerse contra las ETS [enfermedades de transmisión sexual] y otras cuestiones de respeto y responsabilidad.»19 Poner en duda los papeles de género La doctora Alice Welbourn, autora de un paquete de capacitación pertinente a la salud sexual titulado Stepping Stones para la serie Estrategias para la Esperanza de la organzación ActionAid, con sede en Londres, observa que los esfuerzos para poner en duda las opiniones predominantes respecto al género suelen ser vistos como una imposición de valores de otra cultura. En vez de promover comportamientos y actitudes concretos, el manual y videocinta de Stepping Stones deja a los participantes y facilitadores locales la interpretación de asuntos de género. Presentan cuestiones, relatos y ejercicios que animan a los participantes a expresar sus inquietudes, analizar sus actitudes y practicar nuevos comportamientos.20 Algunos grupos se han dado cuenta de que pueden abordar con más eficacia a los hombres si adoptan una actitud libre de críticas, incluso cuando se trata de los comportamientos más inaceptables inherentes a la masculinidad tradicional, por ejemplo la violencia doméstica.21 Otros que se esfuerzan para reducir las desigualdades entre los género, como la organización no gubernamental brasileña Instituto Promundo, se centran en los hombres jóvenes que ya están interesados en modificar su comportamiento. Su proyecto Jovem para Jovem (Jóvenes para Jóvenes) en Río de Janeiro, ofrece a esos hombres jóvenes apoyo de sus compañeros y de adultos y los anima a reflexionar sobre los efectos potencialmente perniciosos de algunos comportamientos masculinos tradicionales.22 El doctor Gary Barker, director del Instituto Promundo, observa que el trabajo con los adolescentes es importante ya que entre la pubertad y la edad adulta los jóvenes ensayan las formas de interacción en las relaciones íntimas a lo largo de sus vidas,23 y añade: «Sin embargo, las actitudes y los comportamientos de los hombres pueden cambiar durante su vida y durante diferentes relaciones. También hay momentos cruciales — por ejemplo, cuando nace su primer hijo o cuando se inicia una relación íntima — en que los hombres parecen más dispuestos a adoptar otros puntos de vista. Los planificadores de programas que tratan de promover un cambio de comportamiento y actitud pueden ser sensibles a estos momentos cruciales.» El Instituto Promundo y tres organizaciones no gubernamentales más han elaborado manuales y sesiones de capacitación en español y portugués acerca del trabajo con hombres jóvenes para modificar tanto las actitudes de género que ponen en peligro la salud como los comportamientos afines. El Instituto, con el respaldo del Proyecto Horizontes, del Population Council, elaborará y someterá a prueba una escala para medir los cambios de actitud o comportamiento entre los hombres jóvenes que participan en los programas que usan los manuales. Los evaluadores también pueden usar esa escala para medir las correlaciones estadísticas entre las actitudes de género y los comportamientos sexuales. Impresiones obtenidas en el terreno La mayoría de las intervenciones diseñadas para modificar las actitudes y los comportamientos relacionados con el género que ponen en peligro la salud sexual son bastante nuevas y no se han sometido a una buena evaluación. Cabe señalar que las indicaciones de sus repercusiones son principalmente anecdóticas. Se está realizando un estudio para evaluar la repercusión de las adaptaciones del paquete de capacitación de Stepping Stones en Sudáfrica. Mientras tanto, las pruebas anecdóticas de jóvenes y adultos que han participado en talleres de Stepping Stones en diferentes países y contextos culturales indican que se pueden modificar esos comportamientos y actitudes. Entre los cambios mencionados en las charlas de grupo y en las respuestas a los cuestionarios están los siguientes: mejor comunicación entre padres e hijos, menos violencia basada en el género, menos consumo y abuso de alcohol, mayor demanda de condones, mayor confianza en sí mismo y más respeto entre hombres y mujeres. Algunas mujeres jóvenes dicen que pueden decir «no» cuando no quieren tener relaciones sexuales y algunos hombres jóvenes dicen que pueden resistir la presión que ejercen sus compañeros para que tengan relaciones sexuales. 24 Un programa para muchachos adolescentes en Nigeria sudoriental trata de ayudarlos a poner en duda las suposiciones tradicionales de género mediante la participación continua en sus vidas. Esos muchachos están comenzando a tratar con más respeto a las mujeres. Entretanto, las adolescentes en un proyecto análogo llamado Iniciativa para Empoderar a las Jovencitas están aplicando sus nuevos conocimientos y aptitudes. Durante una de las sesiones de «rendición de cuentas» que inicia la reunión de cada semana, una de las jovencitas dijo que un muchacho le había pedido que fuese su amiga y que ella le había contestado que no estaba preparada para la relación de «amistad» que él tenía en mente; es decir, una relación sexual. La respuesta del muchacho la reconocieron las demás jovencitas: «¿Por qué será que las jóvenes de la Iniciativa para Empoderar a las Jovencitas hacen todas esas preguntas?»25 Los jóvenes del proyecto «Vivamos Hoy para Mañana», realizado en Estonia, también dijeron que sus compañeros habían notado un cambio en sus perspectivas y su capacidad de decir lo que pensaban. La doctora Jill Lewis, coordinadora del proyecto, afirmó que la clave de estos y otros cambios de comportamiento estaba en abordar las inquietudes de los jóvenes respecto al género y las relaciones sexuales, y añadió: «Si uno puede plantear esas cuestiones de género, se aborda toda una serie de ansiedades, interrogantes y esperanzas que se vuelven terreno fértil donde pueden echar raíz los mensajes relativos a la seguridad en materia sexual». — Kathleen Henry Shears Referencias 1. Mensch B, Bruce J, Greene M. The Uncharted Passage: Girls’ Adolescence in the Developing World. New York: Population Council, 1998; World Health Organization. What About Boys? A Literature Review on the Health and Development of Adolescent Boys. Geneva: World Health Organization, 2000. 2. 3. Mensch. 4. Rao Gupta G. Gender, sexuality, and HIV/AIDS: the what, the why, and the how. XIIIth International AIDS Conference, Durban, South Africa, July 9-14, 2000. 5. Mane P, Aggleton P. Gender and HIV/AIDS: what do men have to do with it? Curr Soc 2001;49(4):23-37. 6. Weiss E, Whelan D, Rao Gupta G. Gender, sexuality and HIV: making a difference in the lives of young women in developing countries. Sex Rel Ther 2000;15(3):233-45. 7. 8. Rao Gupta; Pitcher JG, Bowley DMG. Infant rape in South Africa. Lancet 2002;359(9303):274-75. Irvin A. Taking Steps of Courage: Teaching Adolescents about Sexuality and Gender in Nigeria and Cameroun. New York: International Women’s Health Coalition, 2000. Rivers K, Aggleton P. Working with Young Men to Promote Sexual and Reproductive Health. London: Department for International Development, 2002. 9. World Health Organization. 10. Courtenay WH. Better to die than cry? A longitudinal and constructionist study of masculinity and health risk behavior of young American men [dissertation; University of California at Berkeley]. Dissertation Abst Int 1998;59(08A0). In Barker G. Gender equitable boys in a gender inequitable world: reflections from qualitative research and program development with young men in Rio de Janeiro, Brazil. Sex Rel Ther 2000;15(3):262-82. 11. Jackson J, Leitch L, Lee A, et al. The Jamaica Adolescent Study Final Report. Research Triangle Park, NC: Family Health International and the University of the West Indies, 1998. 12. Barker. 13. Rao Gupta. 14. Barker. 15. Rivers K, Aggleton P. Adolescent Sexuality, Gender and the HIV Epidemic. New York: United Nations Development Programme, 1999. 16. Rao Gupta; Rivers and Aggleton, 2002. 17. Rivers and Aggleton, 2002. 18. Mensch. 19. Cáceres C. Sexual cultures and sexual health among young people in Lima in the 1990’s [dissertation]. Berkeley, CA: University of California, 1996. 20. Welbourn A. Gender, Sex and HIV: How to Address Issues that No-One Wants to Hear About. London: ActionAid, 2000. Available: http://www.steppingstonesfeedback.org. 21. UNAIDS. http://www.talcuk.org/stratshope/sstantqu.html or Working with Men for HIV Prevention and Care. Geneva: Joint United Nations Programme on HIV/AIDS, 2001. 22. Barker. 23. World Health Organization. 24. Initial Feedback from Stepping Stones Users. Unpublished report. London: ActionAid, 1997. Available: http://www.talcuk.org/stratshope/SSrep97.html. 25. Irvin. Mensajes contradictorios ponen a las jóvenes en una situación de riesgo Los resultados de un estudio cualitativo efectuado con jóvenes de Rwanda indican que muchas jóvenes están tan restringidas por mensajes contradictorios acerca de lo que es la pureza, la sumisión y el amor que no pueden decir «sí» ni «no» a las relaciones sexuales.1 El estudio, realizado bajo el proyecto Aplicación de la Atención y la Prevención del SIDA (IMPACT) de FHI en Rwanda, se diseñó para ayudar a los planificadores de programas a comprender mejor el comportamiento sexual de los jóvenes de 15 a 35 años de edad en Kigali, capital de Rwanda, y en dos provincias. Casi 300 jóvenes de los grupos objetivo de dos proyectos apoyados por IMPACT — miembros de grupos de jóvenes católicos de la Arquidiócesis de Kigali y de la Diócesis de Byumba, y también jóvenes de Byumba de otras religiones o que no pertenecían a ninguna religión — participaron en un total de 28 charlas de grupos de enfoque. En estas sesiones, hombres y mujeres jóvenes examinaron relatos acerca de relaciones y comportamiento sexual, que les permitían hablar de temas delicados sin dar la impresión de haber participado ellos mismos en algún comportamiento socialmente prohibido. Los resultados revelaron que las prohibiciones sociales impuestas a las jóvenes respecto a las relaciones sexuales prematrimoniales hacen casi imposible que las que sí desean tener relaciones sexuales acepten ese deseo, y mucho menos que soliciten servicios de salud reproductiva o negocien el uso del condón con compañeros sexuales. Por otra parte, los hombres jóvenes son objeto de presión por parte de sus amigos para que empiecen a tener relaciones sexuales a una edad temprana. Se cree que un período de iniciación sexual antes del matrimonio, llamado kwitoza (capacitación), previene la impotencia. Art Explosion Los participantes de los grupos de enfoque de hombres dijeron que los muchachos buscan en una joven señales que indiquen que ésta desea tener relaciones sexuales. Dijeron que muchos hombres jóvenes creen que si una mujer se sienta en una cama o acepta dar un paseo a pie tarde en la noche, es posible que esté expresando su consentimiento para tener relaciones sexuales. Los participantes de los grupos de enfoque confirmaron que la presión que se ejerce en las jóvenes para que tengan relaciones sexuales puede ser tan fuerte como el tabú social que prohibe dichas relaciones. Al hablar de los encuentros ficticios de los jóvenes, los participantes dijeron que algunas jóvenes tienen relaciones sexuales con el novio para comprobar el amor que sienten por él. A menudo una joven lo hace cuando su novio le promete que se va a casar con ella o la amenaza con dejarla a menos que tenga relaciones sexuales con él. Pero la joven que acepta tener relaciones sexuales con la esperanza de asegurar la relación con su compañero a menudo se decepciona. Es probable que el joven, afirmaron los participantes de los grupos de enfoque, concluya que ella es promiscua y la abandone. «En general, uno no se acuesta con la muchacha que uno ama, porque una muchacha que le dice «sí» a un hombre, le dirá «sí» a otros hombres», explicó un joven. Estos resultados presentaron un reto tremendo para los planificadores de programas. En respuesta, IMPACT-Rwanda y sus socios locales han elaborado un programa participatorio para mejorar la comunicación entre las mujeres y los hombres jóvenes, a fin de capacitarlos para que se protejan contra el VIH y otros riesgos de salud sexual. Esta labor, que se evaluará mediante encuestas periódicas acerca del comportamiento sexual de los jóvenes y más estudios cualitativos, incluye el desarrollo de confianza en sí mismas y aptitudes de comunicación que las jóvenes necesitan para decir «no» cuando un hombre les hace propuestas sexuales que ellas no desean, y ayudar a los muchachos a aprender a respetar la decisión de una joven de no tener relaciones sexuales. — Kathleen Henry Shears Referencia 1. Ndabamenye P. Rapport de Recherche Qualitative de Base auprès des Jeunes de la JOC/Archdiocese de Kigali. Kigali, Rwanda: Family Health International and Jeunesse Ouvrière Chrétienne, 2000; Muramutsa F. Rapport d’Evaluation Qualitative de Base dans le cadre du Programme de Prevention du VIH/SIDA auprès des Jeunes du Diocese de Byumba. Kigali, Rwanda: Family Health International and the Diocese of Byumba, 2001. Programas para los jóvenes cuestionan estereotipos Todavía hace falta demostrar si en realidad mejoran la salud reproductiva los programas que trabajan con los jóvenes para ayudarles a cuestionar suposiciones relativas a lo que significa ser hombre o mujer que ponen en peligro la salud. Pero el enfoque de los programas existentes diseñados para lograr esa meta son sorprendentemente similares. Muchos de esos programas: Abordan cuestiones de género y salud sexual, fomentando la reflexión, el diálogo y el análisis con información y ejemplos sacados de las experiencias de los participantes y de los estudios locales. Participantes de talleres realizados en la India han reexaminado creencias generalizadas al hablar de experiencias personales en sus relaciones con familiares y compañeros que son excepciones de los comportamientos habituales. 1 El análisis de la publicidad y el contenido de los medios de información ha ayudado a los jóvenes de la India y Estonia a comprender la manera en que los mensajes que reciben a menudo refuerzan la discriminación basada en el género y los estereotipos. 2 Emplean métodos creativos e interactivos para mantener a los participantes interesados, animarlos a pensar de manera crítica y ayudarles a abordar temas delicados. Estos métodos incluyen un cambio fundamental de las funciones de los géneros, debates y ejercicios participatorios. Muchos programas han observado que las escenificaciones y otras artes del espectáculo les ayudan a mantener el interés de los participantes, plantear cuestiones que de otro modo serían demasiado controvertidas para examinarlas en público, y demostrar modelos de comportamiento más equitativo de los géneros, como por ejemplo la participación en la toma de decisiones relativas al uso de anticonceptivos, la aceptación de la decisión del compañero o la compañera de practicar la abstinencia, o el uso de la comunicación en vez de la violencia para resolver conflictos. Abordan la salud sexual ampliamente, en lugar de centrar la atención en la salud reproductiva o en la prevención de comportamientos de riesgo particulares. Linnea Renton, asesora de ActionAid, con sede en Londres, y excoordinadora del Proyecto de Capacitación y Adaptación de Stepping Stones, considera que el paquete de capacitación de Stepping Stones relativo a cuestiones de género y salud sexual ha recibido buena acogida por parte de la gente de muchos países porque no se dirige solamente a cambiar el comportamiento sexual. Un participante de Living for Tomorrow, proyecto relativo a cuestiones de género y al VIH para los jóvenes de Estonia, opinó: «Si hubiera sido sólo acerca de condones y hechos reales y enfermedades, hubiera sido aburridor». Seleccionan y capacitan a facilitadores que están dispuestos a aceptar nuevas ideas y a poner en duda sus propias actitudes respecto a sexualidad, cuestiones de género e igualdad. «La capacitación que trata de influir en las actitudes sociales requiere una participación mucho más profunda, desde el punto de vista intelectual y emocional, por parte de los capacitadores», escriben los autores de un estudio de casos de un proyecto de cuestiones de género y salud reproductiva realizado en la India.3 Joseph Robinson, quien dirige el grupo de arte del espectáculo Ashe de Jamaica y ha capacitado a educadores en vida familiar en este país, dice que gran parte de la capacitación consiste en ayudar a los participantes a sentirse cómodos con su propia sexualidad a fin de no transmitir actitudes sexuales negativas a sus estudiantes. Trabajan con padres, maestros y otras personas de una comunidad para establecer un entorno de más apoyo para los jóvenes que desean cambiar su comportamiento. En una zona de bajos ingresos de Kingston, Jamaica, Robinson ha iniciado un proyecto piloto con jóvenes, padres, maestros, asesores guías y profesionales de la salud titulado «Se requiere una isla». Esta adaptación del proverbio africano que dice «se requiere una aldea para criar a un niño», refleja su convicción de que los jóvenes necesitan oír mensajes coherentes de todas las personas que desempeñan una función en su sociabilización. Adoptan un enfoque positivo respecto al sexo y la sexualidad. La doctora Alice Wellbourn, autora de Stepping Stones, escribe que muchas campañas relativas al VIH/SIDA «han pasado por alto el hecho de que el sexo también puede ser placentero y creativo». Al vincular el sexo con la muerte y no con la vida, han alienado a muchas de las personas a quienes trataban de beneficiar. 4 Un enfoque puramente negativo de la salud sexual también puede perjudicar la credibilidad de un programa, porque muchos jóvenes saben que el sexo puede ser placentero.5 Gary Barker/Instituto Promundo El proyecto Jovem para Jovem en Río de Janeiro, Brasil, ayuda a hombres jóvenes a reflexionar sobre los efectos potencialmente perjudiciales de algunos comportamientos tradicionalmente masculinos. Empoderan a los jóvenes a actuar por sí mismos. Muchachos del proyecto Jovem para Jovem de Brasil representan una obra que crearon acerca de la violencia doméstica. En la India, los jóvenes han elaborado «planes de trabajo personal» detallados en los que describen someramente maneras de cambiar su comportamiento y contrarrestar la resistencia prevista.6 En Nigeria, los muchachos de un programa de cuestiones de género y salud sexual leen sus ensayos en talleres públicos e incluso participan en conferencias de prensa.7 Sin embargo, el doctor Carlos Cáceres, autor de un estudio de salud sexual de los jóvenes de Lima, Perú, advierte que el empoderamiento implica que los adultos estén preparados a confiar en los jóvenes. Y opina: «Las soluciones que ellos proponen pueden ser un poco diferentes de las que proponen los adultos». — Kathleen Henry Shears Referencias 1. Gupta P, Joshi A, Crook B. Leadership, Responsibility, and Men’s Partnership with Women to Improve Reproductive Health. A Case Study Prepared for the Men and Reproductive Health Subcommittee of USAID Gender Working Group. Mussoorie, India: Society for Integrated Development of Himalayas, 2001. 2. Lewis J. Learning to relearn givens. PLA Notes 2000;37(20):100-105. http://www.nikk.uio.no/forskningsprojekt/livingfortomorrow/lft_plaart.html. 3. Gupta P, Joshi A. Leadership, Responsibility and Men’s Partnership with Women to Improve Reproductive Health: A Process Documentation of Designing a 4-Day Training Module for Youth in the Jaunpur Area in Tehri Farhwal District in the Central Himalayas of Uttar Pradesh. Mussoorie, India: Society for Integrated Development of Himalayas, 1998. 4. Welbourn A. Gender, Sex and HIV: How to Address Issues That No-One Wants to Hear About. London: ActionAid, 2000. Available: http://www.talcuk.org/stratshope/sstantqu.html or http://www.steppingstonesfeedback.org. 5. Irvin A. Taking Steps of Courage: Teaching Adolescents about Sexuality and Gender in Nigeria and Cameroon. New York: International Women’s Health Coalition, 2000. 6. 7. Gupta, 2001. Irvin. Available: