UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES UNIDAD DE POSTGRADO El Niño y el adolescente en el discurso de la imagen TESIS para optar el grado académico de Magíster en Política Social AUTOR: Ademar Elliot Díaz Aparicio ASESOR: Manuel Castillo Ochoa Lima, Perú 2011 Agradecimientos Quiero expresar mis sinceros agradecimientos a las instituciones e individuos que hicieron viable este trabajo y porque no a aquellos trabajos previos que constituyeron el “quehacer del arte” del presente trabajo con lo cuales pude poner de acuerdo las bases para alguna ideas que tenía desde ya girando en la cabeza, exactamente desde hace más de doce años cuando estaba por egresar de la carrera de sociología. Entre los decentes, otorgar mi especial mención al profesor de la Maestría en Políticas Sociales con mención en Infancia de la UNMSM, Mg. Manuel Castro Ochoa, asesor de esta tesis y quien me otorgara valiosos puntos y precisas críticas para con los capítulos trabajados aquí; así mismo agradecer a Juan Enrique Bazán consultor y coordinador de esta maestría con quien sostuve fructíferas conversaciones en reiteradas ocasiones no solo sobre este tema, acerca de medios e infancia, sino además sobre el acontecer en el mundo global de la infancia, sus comportamientos y cosmovisiones, el sobre quehacer sociológico en esta atmosfera; agradecer a su vez a Don Alejandro Cussianovich, especialista en el tema Infancia y desde su impecable cátedra durante el tiempo que duró la Maestría, por quien a su vez pudimos abrir la puerta para romper algunos conceptos arraigados en nuestra mente histórica y seguro también la de algunos compañeros investigadores más acerca del sentido común y la observación vieja y achicada que se tiene en torno al niño. Quiero además extender mis agradecimientos a los demás profesores de la maestría del periodo 2005 – 2006 quienes agregaron su grano de arena desde que impartieron sus conocimientos, experiencias, trabajos y enseñanzas y que hoy en parte se cristalizan en este trabajo. Del mismo modo agradecer a la institución sin fines de lucro Save the Children Suecia, a quienes apoyé como consultor dos años consecutivos y pude así acercarme in situ a la realidad del entono de la infancia de las calles y niños trabajadores NATS; quiero agradecer también a la Facultad de Ciencias Sociales quienes además de proporcionarme excelentes elementos bibliográficos y contacto con expertos en conferencias, permitieron recientemente la creación de un taller de investigación para aquellos interesados en afinar sus tesis de maestría y en el cual he tenido la oportunidad de pulir la presente y poner de relevo ante otros profesionales algunos aspectos contenidos en el presente trabajo. Y en especial, agradecerle a mi esposa Marybel quien incondicionalmente me ha brindado su apoyo, cariño y comprensión con sus opiniones, agudo sentido de la crítica y por sus ansias de ver mi superación profesional ser parte de ella. Tabla de contenido Agradecimientos ........................................................................................................................... 2 Introducción .................................................................................................................................. 5 Texto completo.............................................................................................................................. 7 Introducción El presente trabajo estudia los vasos sanguíneos de la media realizando un cuidadoso diagnostico de la enfermedad que nutre sus contenidos y que contagia la mente de los sujetos con la magia sobre nuevos héroes, grandes nombres y efectos especiales. El primer capitulo es de sesgo conceptual, sobre significados y vocabulario en cuanto infancia e imagen, los demás capítulos describen la praxis de la media, del estado y de la familia, con ejemplos convenientes de spots o de filmes comerciales en estricto análisis de la imagen. En nuestro sexto y último capitulo presentamos el grueso analítico y reflexivo de las encuestas realizadas en nuestra investigación a nuestra población infantil. Podríamos de saque extender las observaciones de nuestro estudio y de alguna manera generalizarlas (las observaciones coinciden y relativamente son aplicables a cualquiera de los países de nuestra región), podríamos afirmar que los medios de comunicación actúan bajo un manto sagrado de orden sectario. Esto, constituye un serio problema porque apela a una cultura de la infancia que administra cada medio o cada periodista a veces, independientemente. Es decir que estos apelan a ideas particulares, creencias, valoraciones de juicio, acerca de lo que es un niño, la adolescencia y lo que acontece en torno a ellos. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los medios de comunicación, sin distinción, vienen practicando por un lado una especie de género de crónica policial terrorífica y de novela erótica nacista para cualquier expresión mediática llámesele noticia, película, spot, etc., y en el instante en que el ojo de la propaganda hace el tratamiento del niño y del adolescente el énfasis es mayor a medida que se desarrollan todos los marcos culturales confluidos en la globalización mientras esta se añeja en las hoy proclamadas innovaciones en tecnologías de la comunicación. Todo hecho social en esta categoría -entenderían los publicistas y marketeros- es tratable desde la criminalidad, la penalización y la sublimidad, a fin de cuentas, es tratado a partir de una línea de misterio y sospecha pero a la vez de exagerado sensacionalismo. Al juntar ambas categorías en el ejercicio profesional discrecionalidad y sospecha- lo único que deviene es una contracultura de la información -horror, sangre, escarnio- como cualquier otro género policial de lo socialmente desechable. En ese esquema, ese tipo de periodistas, necesitan apelar a la imagen del niño, en pos de las señales de quién puede ser fácil y a su vez identificado de forma sensible, dando las coordenadas socio-espaciales para que la comunidad lo localice volviéndose cómplice inconciente y actor principal y a su vez consumidor exclusivo dentro de este reparto de la trama periodística. Entonces el círculo morboso de esa prensa se ve completada: discrecionalidad, sospecha, víctima referencial y tragada además por diversos acentos sexistas alrededor del mismo. Peor aun cuando reconocemos que ese quehacer profesional va expresamente dirigido a formar esquemas en la opinión pública, es decir, para que la población acceda a ese medio y haga insumo y consumo de formas tales, y termine aceptando el signo, significado y sentido que ese tipo de periodistas y esas empresas de comunicación necesitan imponer. Dicho de otro modo, se forma y se va modelando una especie de opinión pública adormecida que comienza hacer una sostenida colisión con los lineamientos fundamentales de la Convención sobre los Derechos del Niño –la que dicho sea de paso, muy poca gente conoce, a no ser los círculos de defensores del niño y del adolescente – que supone ser hasta hoy la única herramienta construida y validada en la historia del hombre por el respeto, la provisión y la protección de la niñez a todo nivel dentro del marco del denominado paradigma de la protección Integral, la que presupone además que un niño o niña en peligro solicita y enseguida obtiene todos los tratamientos legales, biológicos o sicológicos adecuados a una carencia o por una falta hecha en su contra. En resumen, un niño cualquiera que desearía encontrar debajo de la falda de sus padres el mejor cobijo o en todo caso debajo de quienes fungirían serlo, deberían encontrarlo también reforzado en las leyes, pero la ley está invisible, no se le oye o se le lee casi en pentagrama, al revés o muy entre líneas en las lecturas de las imágenes mediáticas, cada uno deberá de coger un hilo conductor de aquellas para saber si la ley verdaderamente existe. La preocupación se amplifica cuando reconocemos que en la región de América Latina y el Caribe -sumando la ventana norteamericana respecto a noticias en español emitidas expresamente para nuestra región- existen alrededor de mil facultades de comunicación social, que producen aproximadamente 20 mil egresados periodistas por año, todos los cuales o en su mayoría buscan colocarse laboralmente en los medios bajo el esquema y las interpretaciones sobre empleabilidad que los términos educativos de las élites académica van refinando y calzando. 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