SNASPE: Nuevos Desafíos para la Conservación Biológica La conservación de la diversidad biológica ha sido abordada pobremente por nuestro país. La firma y ratificación del Convenio sobre la Diversidad Biológica y la promulgación de la Ley de Bases generales del Medio Ambiente dio un nuevo impulso a la conservación de nuestro patrimonio biológico, sin embargo la falta de voluntad política y la carencia de una estructura administrativa encargada de coordinar los esfuerzos para la conservación biológica ha impedido, en la práctica, avances significativos. El Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNASPE) es considerado uno de los ejes en la conservación del patrimonio biológico chileno, pero su importancia no lo ha privado de numerosos problemas que han limitado su capacidad de asegurar la mantención de los ecosistemas que intenta proteger. La Ley 18.362 de Creación del SNASPE buscó organizar y mejorar las áreas protegidas en Chile. Con el SNASPE, nuestro país comenzó a definir los objetivos y clarificar los límites geográficos de las unidades del sistema, muchas de las cuales datan desde comienzos de siglo. La Ley 18.362 también introdujo los conceptos de representatividad ecológica y mantención de los procesos evolutivos. En términos generales esto implicó reconocer la naturaleza biológica de los ecosistemas que se deseaban conservar. Otro avance significativo fue la priorización de la conservación de ecosistemas por sobre otros servicios de las áreas protegidas como el turismo y la recreación. Lamentablemente, mucho de este esfuerzo legislativo no ha dado los frutos esperados. La Corporación Nacional Forestal (CONAF) encargada de velar por el SNASPE ha tenido grandes dificultades en fortalecer el departamento de áreas protegidas. La falta de recursos y voluntad política ha imposibilitado contar con un adecuado número de científicos, técnicos y guardaparques que permita cumplir con los objetivos fijados por la ley. Actualmente, el SNASPE se encuentra bajo una fuerte presión de los distintos sectores de la sociedad. Diversos autores han expuesto las deficiencias del sistema en representar los ecosistemas naturales y mantener estas muestras con éxito en el largo plazo (Armesto et al, 1992, Villarroel, 1992 y Lara et al, 1995). La inadecuada distribución de las unidades del SNASPE, permite que más del 80% de su superficie se encuentre en las regiones extremas del país. Los ecosistemas con menor representación en el SNASPE son los mediterráneos y áridos, que poseen una gran parte de los endemismos y la diversidad biológica del país. A las deficiencias producto de la irregular representación de los ecosistemas se ha unido un aumento en el número de visitantes y el nivel de uso de las unidades durante la última década. Este fenómeno se ha concentrado en aquellas unidades de fácil acceso y gran potencial turístico. El crecimiento en la demanda recreativa ha sido acompañado por el desarrollo de nuevas infraestructuras al interior de los parques (Lazo, 1996) aumentando la extensión e intensidad de los impactos sobre los ecosistemas protegidos (Pauchard, 1998). Lamentablemente, no se cuenta con la adecuada información científica sobre los efectos de la actividad humana sobre los ecosistemas protegidos por el SNASPE. Por ello sólo es posible enfatizar algunos de los riesgos a los cuales se enfrenta el sistema en su rol de conservación de la biodiversidad. En este artículo, se intentara reconocer las falencias del SNASPE a la luz del conocimiento en conservación biológica desarrollado a nivel internacional. Por último, se recomendaran algunas medidas generales para mejorar la eficacia del SNASPE. Estas recomendaciones tienen por objeto revitalizar la discusión nacional sobre criterios biológicos para la administración del SNASPE. Fragmentación en áreas protegidas. Si analizamos la realidad de las áreas protegidas en el contexto de grandes ecosistemas o regiones biológicas, el panorama se complica. Con el desarrollo urbano, industrial, agrícola o forestal de las áreas adyacentes, las áreas protegidas se han convertido en islas biológicas en una matriz de ecosistemas antropogénicos (Noss y Cooperrider, 1994 y Landres et al, 1998). En términos biológicos, estas "islas" tienen dificultades en mantener los patrones y procesos naturales. Es importante clarificar que las islas biológicas no se encuentran aisladas completamente de la matriz y que numerosos flujos ecológicos se producen tanto entre la matriz y las islas como entre islas. Por esta razón, es preferible denominar fragmentos a estos remanentes de los ecosistemas naturales. Por ejemplo, un cultivo de trigo puede ser una matriz muy dura de traspasar para un roedor de bosque, mientras que para una ave rapaz o un carnívoro superior puede no significar una barrera a su desplazamiento. El Parque Nacional Nahuelbuta, la Reserva Los Ruiles y el Monumento Natural Cerro Ñielol son algunos de los ejemplos más impresionantes de fragmentación y aislamiento biológico en el SNASPE. El valor desde un punto de vista biológico de estas unidades se ve afectado fuertemente por el contexto donde se sitúan. Esto no significa que sean inútiles para la conservación biológica, por el contrario pueden actuar como núcleo para el reestablecimiento de ecosistemas naturales, siempre que se establezcan decisiones de manejo adecuadas. En áreas protegidas que se comportan como fragmentos, los efectos ambientales y biológicos de la matriz atraviesan fácilmente las fronteras de las unidades (Landres et al, 1998). Los efectos de la fragmentación sobre áreas protegidas pueden caracterizarse en los siguientes procesos (Forman, 1995): 1. Efecto de borde. El efecto de borde consiste en la suma de los efectos producidos por un ecosistema sobre el adyacente. Por ejemplo, entre una pradera y un bosque natural. En esta interfase las condiciones ambientales son diferentes de los hábitat de interior, pradera y bosque. El bosque pierde humedad, la luz luminosidad ingresa al sotobosque y el viento penetra con mayor velocidad. Por otro lado, la pradera recibe los propágulos de las especies del bosque cambiando su estructura y composición. En áreas protegidas los efectos de bordes hacen disminuir el hábitat interior. Si se considera una unidad pequeña como el Monumento Natural Cerro Ñielol, nos encontramos que la mayoría de la unidad se ha convertido en ambiente de borde. El problema surge porque ciertas especies poseen rangos de tolerancia muy pequeños que sólo se encuentran en hábitat de interior. Si el efecto de borde se intensifica se produce una reducción en los hábitats de interior que puede llevar a la extinción local o total de una especie. 2. Aislamiento biológico de las poblaciones naturales. El aislamiento genético de las poblaciones naturales es considerado uno de los mayores problemas en conservación biológica. Las consecuencias genéticas del aislamiento, como el entrecruzamiento y la deriva génica, pueden llevar a la extinción de poblaciones cuyo tamaño ya ha sido disminuido por el efecto de la actividad humana. Una extinción poblacional, no significa la extinción de la especie, pero si la reducción de la variabilidad genética de la especie y una mayor probabilidad de extinción frente a catástrofes o cambios ambientales. La conservación de la variabilidad genética de la especie previene la mortalidad total de una población frente a una enfermedad o un cambio climático. 3. Invasión de especies exóticas. Aun cuando existe cierto escepticismo frente al efecto negativo de las especies exóticas, países como EEUU han reconocido que las invasiones exóticas constituyen una grave amenaza para las poblaciones de especies naturales (US Congress office of Technical Assessment en White y Schwarz, 1998).Las especies exóticas, vegetales y animales, ingresan a las áreas protegidas compitiendo con éxito frente a las especies nativas. Pauchard (1998) encontró en el área de desarrollo del Parque Nacional Conguillío, un 18% de especies exóticas de un total de 120 especies de plantas vasculares. La literatura ha comenzado ha demostrador el poder que tienen las especies exóticas vegetales para cambiar la dinámica de perturbaciones de un área, pudiendo alterar el ciclo del fuego o la sucesión vegetal (Mark y DíAntonio, 1998). Chile tiene mayores probabilidades de enfrentar problemas con las especies exóticas invasivas ya que su fauna y flora ha evolucionado rodeada de barreras naturales, este principio biológico ha sido ampliamente demostrado en Australia, donde las especies exóticas han provocado graves estragos en los ecosistemas naturales. De confirmarse los efectos planteados anteriormente, el SNASPE se encontraría en una situación preocupante respecto a su rol en la conservación biológica. La fragmentación del hábitat, el aislamiento biológico y el aumento de los impactos al interior de las unidades, estarían modificando los patrones y procesos naturales de los ecosistemas causando, en algunos casos, la extinción local o total, en un largo plazo, de aquellas especies más sensibles. En nuestro país, sólo recientemente se está investigando los efectos de la fragmentación y aislamiento biológico de los ecosistemas. Es crucial impulsar el desarrollo de la investigación de estos procesos y sus impactos en los ecosistemas de Chile. Especial énfasis debe dársele a las áreas protegidas dado su importancia en la conservación de la biodiversidad y su potencialidad como laboratorios naturales donde los impactos del hombre tienen una menor intensidad. ¿Cómo garantizar la conservación biológica en el SNASPE? La falta de antecedentes científicos impide tomar decisiones de manejo con la rigurosidad necesaria, no obstante la experiencia internacional demuestra que algunas medidas básicas pueden ayudar a mitigar los impactos humanos sobre las áreas protegidas. Basado en la literatura y el análisis de la realidad del SNASPE es posible delinear las siguientes acciones tendientes a mejorar la capacidad del sistema para proteger la biodiversidad: 1. Fortalecer el SNASPE incorporando nuevas áreas para completar la representatividad ecológica e incluir aquellas áreas prioritarias por su diversidad biológica. 2. Actualizar o elaborar los planes de manejo de las unidades sobre la base de información científica y considerando las demandas sociales, tanto locales: Propietarios, grupos indígenas o habitantes rurales, como nacionales: científicos, empresarios y visitantes. Sólo así se incorporará la sustentabilidad social al sistema. 3. Disminuir el impacto de las actividades y proyectos al interior de las áreas protegidas. Para ello debe hacerse efectivo el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) a las actividades y proyectos en áreas protegidas, tal como se menciona en la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente. Además, se deben estudiar los límites de cambio aceptables (LCA) para cada unidad e incorporar estos parámetros en los planes de manejo. 4. Crear zonas amortiguadoras que imponga restricciones al uso de las áreas aledañas a las áreas protegidas. Considerando incentivos a aquellas actividades con menor impacto como el ecoturismo o el manejo forestal sustentable. 5. Desarrollar por medio de la cooperación público-privada un sistema de corredores y reservas biológicas que permita interconectar las áreas protegidas del Estado y completar aquellos ecosistemas en riesgo. Medidas de manejo pueden utilizarse para impulsar la conservación en la matriz (áreas productivas), mitigando así los efectos de la fragmentación. 6. Por último, resulta esencial realizar un plan de monitoreo de las áreas protegidas y áreas aledañas. Esta es la única manera de asegurar que su rol en la conservación biológica se está cumpliendo. Es imposible pensar que la diversidad biológica puede ser conservada en "museos biológicos". Las decisiones sobre el manejo y protección de la biodiversidad deben hacerse considerando las diferentes escalas, temporales y espaciales, y contextos ecológicos. Se necesita integrar la conservación de las especies con la conservación de los ecosistemas locales y regionales. En términos generales, es imposible exigir al SNASPE que asegure la conservación de la totalidad de nuestro patrimonio biológico. Nuevos esfuerzos basados en antecedentes científicos deben producirse para generar un sistema que integre y promueva las iniciativas privadas y gubernamentales para la conservación biológica en Chile. FUENTE: Aníbal Pauchard Cortés. Ingeniero Forestal. Estudiante de Doctorado. Universidad de Montana, USA. pauchard@forestry.umt.edu