El contagio emocional Usted entra a trabajar a una empresa con muchas expectativas, optimismo y deseos de desarrollarse, pero apenas llega siente un ambiente negativo. Escucha comentarios negativos en los pasadizos, siente conflictos en los equipos de trabajo, incluso escucha quejas sobre el gerente general, a quien consideran incapaz. A la semana, su estado de ánimo optimista ha cambiado, siente negatividad, pesimismo y, poco tiempo después, es uno más hablando en los pasadizos en forma negativa. O quizás ha experimentado lo contrario, usted estaba tenso, preocupado, negativo y ha entrado a un equipo con buena onda, que bromea y ríe, y en pocos minutos usted ha cambiado de estado de ánimo. Daniel Goleman menciona en su último libro, Inteligencia Social, un conjunto de estudios sobre el contagio emocional. Ahora el emergente campo de las neurociencias sociales, que estudian cómo actúa el cerebro de las personas cuando éste interactúa con otros, agrega a esta información una pieza que estaba faltando. El descubrimiento más importante fue el hallazgo de “neuronas espejo”, una clase de células cerebrales ampliamente dispersas que operan como “redes neuronales inalámbricas”. Las neuronas espejo rastrean el flujo emocional, el movimiento e incluso las intenciones de la persona con la que estamos, y reeditan en nuestro propio cerebro el estado detectado, al alborotar en él las mismas áreas que están activas en el de la otra persona. Las neuronas espejo ofrecen un mecanismo neuronal que explica el contagio emocional, esto es, la tendencia de una persona a adoptar los sentimientos de otra, particularmente cuando éstos se expresan de manera vehemente. Esta conexión de cerebro a cerebro también puede funcionar respecto de los sentimientos de compenetración que, según los descubrimientos de investigaciones, dependen en parte de sincronizaciones extremadamente veloces de la postura, el ritmo vocal y los movimientos de las personas mientras éstas interactúan. … Semejante coordinación de emociones, reacciones cardiovasculares o estados cerebrales entre dos personas ha sido estudiado en madres con niños, en matrimonios e incluso entre gente que se reúne. Al revisar décadas de este tipo de información, Lisa M. Diamond y Lisa G. Aspinwall, psicólogas de la Universidad de Utah, ofrecen el término “unidad de regulación psicobiológica mutua” para describir la fusión de dos psicologías discretas en un circuito conectado. Hasta el momento en que esto ocurre, afirman Diamond y Aspinwall, la cercanía emocional permite a la biología de una persona influir en la de otra. Tanto la buena vibración como la mala se contagian tan rápido como los virus del resfríado. A un grupo de personas le mostraron una fotografía de una persona con expresión de angustia. Pocos segundos después de ver la fotografía, las personas sintieron la misma emoción: angustia. Habían sido contagiados. Al conducir un análisis de tomografía cerebral del sujeto de la foto y de las personas que observaron la fotografía, encontraron que tenían las mismas áreas del cerebro activadas. En otro estudio, mencionado por Goleman, actores profesionales aparentaron ser empleados en diferentes equipos de una empresa. Algunos actores tenían el rol de ser negativos y pesimistas, y otros tenían el rol de ser optimistas y positivos. Encontraron que, en los grupos de actores con rol negativo, el ambiente terminó siendo negativo. Y en los grupos donde los actores actuaban de forma positiva, el ambiente terminó siendo positivo. Otros estudios han encontrado que cuando el jefe es positivo o negativo, su impacto en el estado anímico del equipo es aún mayor. Conclusión: las emociones se contagian, sean positivas o negativas. Cuando estamos resfriados, nos cuidamos de no acercarnos a otras personas por temor a contagiarlas. Decimos "no te acerques porque no te quiero contagiar". No queremos esparcir el virus. Pero cuando estamos negativos, nos acercamos a todos y comentamos todo lo malo que vemos. Inconscientemente, contagiamos el virus de la negatividad, y las consecuencias pueden ser peores que las de un resfrío. Decenas de estudios demuestran que tener mala vibra, durante períodos prolongados, baja nuestras defensas y nos hace vulnerables a todo tipo de enfermedades, inclusive al cáncer.¿Qué quieres contagiar en tu vida y en tu trabajo? ¿Mala vibra y negatividad? ¿O positivismo y optimismo? No pretendo que usted viva una vida sin sentir emociones negativas, pues eso sería imposible. Las emociones negativas tienen su utilidad: el miedo nos ha protegido de depredadores y enemigos desde épocas ancestrales, y la ira nos mueve a eliminar los obstáculos que encontramos hacia nuestras metas. Pero lo que sí podemos hacer es controlar el tiempo que estas emociones permanecen con nosotros. Rescatemos el mensaje que nos trae la emoción negativa para pasar la página y mantener buena vibra. Si en su casa, está predominantemente negativo, con ira, rabia y pesimismo, contagiará a sus familiares estas emociones. Contribuirá a que sus hijos aprendan que vivir así es normal y esa terminará siendo su forma normal de ser. Si en su trabajo está negativo, saboteará su potencial, sus capacidades intelectuales y, sobre todo, su salud. Un estudio realizado con 272 ejecutivos reveló que quienes eran más positivos se desempeñaban mejor y llegaban más alto en la empresa. Ser positivo no solo ayuda a desempeñarnos mejor, también contagia de optimismo a los demás y ayuda a crear un ambiente laboral grato que beneficia a todos. La decisión está en sus manos. Usted escoge qué contagiar. DAVID FISCHMAN es miembro de Beyond Leadership Group. Daniel Goleman* The New York Times *Autor del libro La inteligencia emocional