EL SENTIDO RELIGIOSO EN LA EDUCACIÓN Aportes de la LOGOTERAPIA ___________________________________________________ No se podría hablar de “Educación Integral”, si no se tuviera en cuenta el aspecto religioso, es decir, la relación con un Ser Trascendente, como algo “connatural al ser humano”.Más aún, V. Frankl reinvindica lo religioso, en cuanto relación con un Ser Trascendente, como la “clave” para poder comprender el misterio del hombre, la “medida” e “imagen” de su grandeza y el “sentido final” de su existencia. Si Albert Einstein llegó a afirmar que “la ciencia sin religión anda coja”, con cuánta mayor razón, deberíamos decir lo mismo respecto de la Educación,si se descuidara o no se le prestara la debida atención al fenómeno religioso. Por de pronto, si se silenciara dicho aspecto de la Trascendencia, como relación dialogal con Dio, no se ofrecería – según V. Frankl – una auténtica doctrina del hombre, conforme a la verdad, que posibilitaría “restablecer una imagen del hombre que haga justicia al ser humano,” porque la “elevación del humanismo se logra tan solo demostrando la trascendencia del devenir humano”. Hoy, más que nunca, se hace sentir la necesidad de cultivar el sentido religioso, porque es cada vez más angustiante el enrarecimiento de la atmófera cultural, contaminada de paganismo y de ateísmo, que agudizan la radical y vital desorientación del hombre actual, que “no sabe hacia qué estrella vivir,”como bellamente lo expresaba Ortega y Gasset. La Logoterapia, por su parte, dada la riqueza de su acervo doctrinal antropológico, puede brindar juna valiosa ayuda para la educación del sentido religioso. La originalidad de la Logoterapia estriba en poder demostrar que el “fenómeno religioso” es algo “connatural al ser humano”, por tratarse de un auténtico y primordial fenómeno humano, que surge desde su misma esencia antropológica. Los aportes que puede brindar la Logoterapia para la educación del sentido religioso, en aras de una educación integral, nos llegan por dos caminos. Por un lado, partiendo de la “voluntad de sentido” y de la consiguiente capacidad de responsabilizarse para realizarlo, hasta el sentido “más elevado”, el “último”, que anida en la interioridad de la trascendencia de la conciencia; y por otra parte, examinando la “espiritualidad inconsciente”, donde se descubre la “Presencia Ignorada de Dios”. Precisamente, la Logoterapia presenta como punto de partida para la educación de la religiosidad, el conducir al descubrimiento del sentido plenificante de la propia existencia, para asumirlo y hacerse cargo de su realización. En efecto, todo ser humano tiene que dar una respuesta a Quien, en lo más profundo de su conciencia, se la está pidiendo, desde el momento que le ha confiado al cuidado de su libertad, una misión única e irremplazable. Y avanzando en el descubrimiento del sentido de la propia existencia, no se detiene hasta inquirir igualmente, acerca del “ultimo sentido” que debería alcanzar para coronar su plenitud humana. De esta manera llega a vislumbrar que, más allá de la frontera de sí mismo y del mundo, está lo “Absoluto” y “Definitivo”, que es una Presencia Personal, yacente en la profundidad inconsciente de la conciencia, pero que siempre deja oír su “voz”, intentando siempre entablar un diálogo del tu al TU. Por consiguiente y con toda razón, V. Frankl se atreve a considerar como sinónimos,el “realizar el sentido de la vida” y el “ser religioso”, cuando afirma, apropiándose de una expresión de P. Tillich:”Ser religioso significa preguntarse apasionadamente por el sentido de nuestra existencia”. Además, según el mismo V. Frankl, para que la educación pueda presentar e inculcar una auténtica imagen de hombre conforme a verdad, tiene que “permanecer abierta hacia el mundo y hacia el supermundo: tiene que dejar abierta la puerta hacia la Trascendencia. Por la puerta abierta, empero, cae la sombra de lo Absoluto”. Dicha apertura hacia lo Absoluto, señala asimismo, el aspecto religioso en la educación de la responsabilidad .Porque sólo se es responsable ante alguien, ante un Ser Personal que en su esencia trascienda al hombre y que por lo tanto ,tiene que ser de naturaleza superior al hombre; es, como lo dice V. Frankl,”lo que desde muy antiguo llamamos Dios”. Existe, pues, ese “Testigo invisible”, Dios, que espera algo de cada ser humano, no sólo como una tarea concreta, sino como una misión que le encomienda. Y en este aspecto, la conciencia, para V. Frankl, asume una doble perspectiva: La conciencia, pues, nos transmite dicho mensaje del Trascendente, y además, representa la respuesta a la conversación del hombre con Dios. En efecto, si se considera la vida como respuesta a tareas específicas confiadas al hombre – como respuesta a un interrogante hecho precedentemente – la “voz de la conciencia” viene a ser la respuesta que se da a cada empeño y , por consiguiente, representa la respuesta que se da la conversación con Dios. Todo supone una relación con lo Trascendental, en el sentido de un estado inconsciente de relación con Dios, una relación con lo Trascendental, inmanente al propio hombre, aunque a menudo latente a él. Es decir, que detrás del yo inmanente, se hace visible, el “Tu Trascendente”, en cuanto que existe siempre en nosotros una tendencia inconsciente pero intencional hacia Dios, y que V. Frankl designa como “Presencia Ignorada de Dios”..Es una relación inconsciente, en el sentido que permanece como velada u oculta; es también, intencional, en cuanto se trata de una presencia personal y supone una Alteridad no humana, hacia la cual tendemos tan libre como inconscientemente. Tal religiosidad del hombre es una realidad que es una actualidad y una omnipresencia que, sin embargo, puede permanecer inconsciente e igualmente reprimida. Y cuando está reprimida, desde lo recóndito del inconsciente trascendental, surge, de cuando en cuando la Trascendencia reprimida en forma de “inquietud del corazón”, que en ocasiones puede asimismo dar lugar a evidentes síntomas neuróticos. “En la existencia neurótica, dice V. Frankl, se venga de si misma la deficiencia de la Trascendencia”. Después de todo lo expuesto, podemos afirmar que a la Logoterapia le asisten razones valederas para ocuparse de la experiencia religiosa del ser humano como indispensable en el proceso educativo, por cuanto pretende ser una interpretación de la naturaleza del hombre, cuyo fenómeno religioso es algo “connatural al hombre” y se vincula con el sentido de su existencia y con su sentido final. La Logoterapia, al enfatizar en el proceso educativo, el aspecto existencial de la Trascendencia, pone de manifiesto cómo todo lo específicamente humano se enriquece de dignidad y de mayor comprensión. Tan es así, que la misma vida puede ser vivida en una dimensión superior: Vivir la vida como un “mandato”. “La vida, dice V. Frankl, traduce la existencia de un mandato trascendente”...Es el “Homo Religiosus”, “en cuya conciencia y responsabilidad, se da, junto a su misión, el que se la impone”. 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