La lúdica el placer y el afecto

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CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V.
Magister Comunicación y Educación
PHD Profesor Titular Universidad Libre Seccional Pereira
LA LÚDICA DEL PLACER Y DEL AFECTO
Existen tres tendencias básicas en el desarrollo en el comportamiento humano
que se encuentran directamente relacionados con algunas estructuras
cerebrales específicas: el placer, el afecto y la agresividad son los impulsos
que nos han permitido llegar a ser lo que somos en el proceso de hominización
de nuestra especie. Estas serían las tres emociones que al ser modificadas por
las conciencia, nos han permitido la gran diversidad de sentimientos y de
conductas que tiene el ser humano para hacer el bien o para hacer el mal. Esto
ha originado, en términos paradójicos, no sólo la violencia humana, sino la
construcción de las grandes realizaciones en el arte, la moral y el conocimiento
humano, lo cuales han permitido todas las formas de cultura que distinguen
una sociedad de otra.
Lo paradójico de lo anterior, consiste en que el hombre tiene dentro de sí
comportamientos excluyentes o ambivalentes como el afecto y la agresividad,
que en muchos casos pueden ser también ser complementarios. De sus
decisiones y no de sus condiciones depende cuál de ellas se manifiesta. Para
Frankl: “Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber lo que
realmente es el hombre. Después de todo, el hombre es ese ser que ha
inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha
entrado a esas cámaras con la cabeza ardida y el padrenuestro o el Shema
Israel en sus labios” (2003:184).
El soporte estructural de estas emociones se encuentra en la profundidad
interna de los hemisferios cerebrales en una estructura formada por varios
núcleos y órganos de interconexión, denominada sistema límbico en el que se
encuentran los núcleos implicados en el placer humano sexual (septum), como
también aquellos relacionados con el afecto y la solidaridad (amígdala lateral),
y con la agresividad y la violencia (amígdala medial). Sin embargo, estos
núcleos no se encuentran solos ni independientes, sino que actúan como
acción de masas interconectados con otros núcleos, como el hipocampo
(sistema operativo de la memoria). También habría que añadir a estos
procesos una parte del córtex frontal anterior (prefrontal ventro-mediano), que
evidencian las grandes relaciones existente entre lo emotivo y lo cognitivo en el
ser humano. Recuérdese que los procesos relacionados con la racionalidad no
pueden funcionar sin los procesos relacionados con la emoción.
INTELIGENCIA EMOCIONAL
Para Daniel Goleman, el sistema amígdala-hipocampo es fundamental para el
funcionamiento de la inteligencia emocional. La amígdala nos sirve para
memorizar todo lo relacionado con lo emocional (ira, dolor, entre otros), que se
manifiesta en el ser humano en la secreción de sustancias que produce la
ansiedad y que predisponen al ser humano a la huida o al ataque. Por otra
parte, el hipocampo memoriza la información de acuerdo con el contexto. Para
Goleman, los sentimientos dependen de los pensamientos y los pensamientos
dependen de los sentimientos, pero la pasión inunda los sentimientos.
Desde el psicoanálisis freudiano, se habla de instintos ligados a la vida y al
placer (Eros), y comportamientos instintivos ligados a la agresividad y a la
muerte (Thanatos). En este proceso, cabría reflexionar, desde las
neurociencias, sobre el origen de estas tendencias e impulsos que son
determinantes para comprender la complejidad humana, ya que todo cuanto
hacemos se encuentra dirigido a la eficacia biológica. Para Acarín, en su libro
“El cerebro del rey”: “La satisfacción del ansia de placer es el impulso
coadyuvante que dirige nuestra conducta para sentirnos gratificados en el
proyecto de perpetuación. Ya el bebé siente placer al amamantarse, gracias a
lo cual ingiere líquido y alimento sin los cuales sucumbiría” (2001:225).
El proceso de hominización y de aprendizaje permitió el aumento del volumen
de los núcleos del sistema límbico, ligados al placer y al afecto, frente a los
núcleos vinculados a los comportamientos agresivos y violentos. Al respecto
Acarín dice: “Puede afirmarse que la adquisición de conocimiento está
directamente influida por el sentimiento de placer y las vivencias emocionales
de afecto o agresividad, lo que por otra parte parece obvio, pues todos
sabemos que aprendemos más fácilmente aquello que nos produce
satisfacción (placer), y que nos es enseñado con afecto y cariño, o por que lo
necesitamos para ganarnos la vida, o defendernos o competir con éxito
(agresividad)” (2001:179).
En esta misma línea, Damasio resume lo dicho en forma magistral:”
probablemente las estrategias de la razón humana no se desarrollaron ni la
evolución, ni en ningún individuo aislado, sino en la fuerza encausadora de los
mecanismos de la organización biológica de los que la evolución y los
sentimientos son expresiones notables. Además, incluso después de que las
estrategias de razonamiento se establezcan en los años de formación,
probablemente su despliegue afectivo depende en gran manera de una
capacidad continuada de experimentar sentimientos” (citado por Acarín 2001:
179).
SOPORTE DE LA CONCIENCIA Y DE LA INTELIGENCA LÚDICA
El gran desarrollo del neo-córtex, que junto con el tálamo, constituyen el
soporte neurobiológico de la conciencia, de la inteligencia y del conocimiento.
Este proceso es el modulador y regulador de las tres tendencias básicas
humanas (placer, afecto y agresividad). Es necesario - mediante la educación
formal, no formal, - orientarlas en beneficio de la especie humana
y
lógicamente de su sobrevivencia ya que sólo adoptando posiciones éticas de
compasión, amor, afecto y justicia se podrá construir una nueva sociedad en la
que todos logremos saltar del placer a la felicidad que producen el juego y la
lúdica. De igual forma que del afecto saltemos al amor que nos proporcionan
las interacciones sociales y la sexualidad humana. Y, también, de la
agresividad saltemos a la creatividad y la inteligencia para poder aprovechar y
explotar la naturaleza en forma racional y ética para mejorar nuestros niveles
de vida y de conocimiento.
De cualquier modo, se siente placer de multiplicidad de formas: cuando
estamos con nuestras familias, cuando comemos y bebemos, cuando tenemos
algún triunfo, cuando nos apareamos y, fundamentalmente, cuando jugamos
con nuestro cuerpo, con nuestra mente o con los otros, es decir, toda la vida
corremos tras el placer y la necesidad de relacionarnos. Estos impulsos nacen
en el cerebro humano; son el producto de miles de millones de años de
evolución y de adaptación biológica y social para poder sobrevivir
satisfactoriamente como especie pensante.
Con respecto a lo anterior, es necesario aclarar que tanto el goce como el
placer, fundamentalmente, se encuentran condicionados por la estimulación
que se produce a nivel emotivo, por medio de los órganos de los sentidos,
como son el olfato, el oído, la vista, el tacto, el gusto y otros de carácter
cenestésico-vestibular, en los cuales se puede experimentar un placer en
muchos casos llevado al extremo. Sin embargo no se toma conciencia de ello,
ya que simplemente es un disfrute muy diferente a lo que puede producir la
conciencia-espiritualidad, como aquellos procesos relacionados con la
autorrealización humana, autoconocimiento, y la autoexpresión, con la visión
ética del cumplimiento del deber, con el libre albedrío y otra serie de procesos
cognitivos-emotivos, con los cuales el ser humano sí toma conciencia, y le
producen gran felicidad al ser humano.
LA FELICIDAD
Las evidencias anteriores, nos sugieren que la suma de muchos goces o
placeres, no constituyen en sí la felicidad, como proceso de autorrealización
humana. Cabe aclarar que las prácticas de interacción lúdica que vivimos en
los primeros procesos de desarrollo humano, son muy diferentes al proceso de
disfrute de un simple juego didáctico. Para Doletski, en su libro “Todo comienza
en la infancia”, afirma: “Seguramente no nos equivocaremos si llamamos “feliz”
a la etapa de la infancia.
Cada persona que recuerde los primeros años de su vida, relacionará este
tiempo con un sentimiento de libertad, del descubrimiento de los nuevos
conceptos y verdades de las agudas percepciones del aroma de las hierbas, de
las flores, del aire matinal, del agua del río o del mar. El carácter agudo de las
sensaciones jubilosas se combina con la presencia primitiva del mundo. Los
niños no han pasado aún por el crisol de los errores y las falsas
representaciones de la juventud y la madurez” (1990: 96).
Para este autor, la felicidad es la sensación de plenitud de la existencia, el
estado de dicha suprema, de emociones positivas, un extraordinario auge
moral e incluso físico, la satisfacción relacionada con la autorrealización… por
eso, la suma aritmética de gozos, no pueden constituir la felicidad.
De igual manera, en la lúdica no se puede renunciar al goce y al placer que
implica el jugar. He ahí lo paradójico, ya que se hace necesario, en gran
medida, que se ligue la felicidad con el goce, es decir, que la alegría de la
conciencia, se funda con la alegría del sentimiento, y se produzca en forma
espontánea y natural a través de muchas prácticas cotidianas que se pueden
vivir en contacto con el arte, con la naturaleza, con el deporte, con el amor, con
la sexualidad y con todas aquellas prácticas lúdicas que nos plantea
Duvignaud, en su libro “El juego del juego” cuando dice que: “el juego es esa
región lúdrica que invade la existencia, empezando por la divagación, el sueño,
o la ensoñación, la conviavilidad, la fiesta y las innumerables especulaciones
de lo imaginario” (1980:25).
CARLOS ALBERTO JIMENEZ V.
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