Los mitos en torno al cuerpo femenino y la medicina tradicional

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Los mitos en torno al cuerpo femenino y la medicina tradicional.
Vanina Cortijo
vaninamariel2002@yahoo.com.ar;
vaninamariel2002@hotmail.com
Palabras Clave: mito, mujer, situaciones de poder, cuerpo femenino, parto,
prácticas médicas, discursos hegemónicos, imaginario social en torno al placer
y al dolor, rituales, organizadores de sentido, disciplinamiento.
La tesis de grado que pretendo realizar, abordará los discursos míticos en torno
al cuerpo femenino en las prácticas médicas de parto y post-parto. Partiendo
de la problemática que en Argentina, el 90% de los partos llamados “naturales”,
son tratados como patológicos, con exceso de intervención medicamentosa y
asistencia tecnológica. Teniendo en cuenta esta situación, analizaré la relación
existente entre este hecho y los mitos en torno al cuerpo femenino.
Breve síntesis del Contexto del problema
En Brasil, en el año 1985, la OMS (Organización Mundial de la Salud), la
Organización Panamericana de Salud y la oficina regional de la OMS para las
Américas realizaron una conferencia sobre la tecnología apropiada para el
parto, en la cual participaron comadronas, obstetras, pediatras, epidemiólogos,
sociólogos, psicólogos, economistas, administradores sanitarios y madres. Las
conclusiones a las que arribaron, generaron las “Recomendaciones de
Fortaleza de la OMS para el parto y el nacimiento”, aplicables en todo el
mundo1.
Las Recomendaciones citadas, promueven: el derecho que tiene la mujer a una
atención prenatal adecuada y un papel central en dicha atención, incluyendo su
participación en la planificación, ejecución y evaluación de esa atención;
valorizar los factores sociales, emocionales y psicológicos de la mujer; tomar el
1
Informe sobre "Tecnologías de Parto Apropiadas" publicado por la OMS en abril de 1985.
1
proceso de nacimiento como normal y natural; minimizar la intervención en los
partos de bajo riesgo; transformar profundamente los servicios sanitarios y las
actitudes del personal.
El informe, hace especial énfasis en que toda la comunidad debe estar
informada sobre los diversos procedimientos que conforman la atención del
parto, de modo que cada mujer pueda elegir el tipo de atención que prefiera.
Asimismo, advierte que no existe justificación, para que en cualquier región, la
tasa de cesáreas supere el 15 %; que deben favorecerse los partos vaginales
luego de una cesárea; señala que no está indicado el afeitado de la región
púbica ni las enemas de preparto; que las embarazadas no deben ser
acostadas boca arriba (durante el trabajo del parto y el parto), y que cada mujer
debe elegir libremente la posición que quiere asumir durante el parto. También
advierte que no se justifica el uso rutinario de la episiotomía (incisión para
ampliar la abertura vaginal); no deben inducirse los partos por conveniencia y
debe evitarse la administración por rutina de fármacos analgésicos o
anestésicos.
El análisis minucioso de las citadas recomendaciones evidencia, en primera
instancia; que los partos son atendidos de manera rutinaria, sin respetar el
cuerpo de la mujer, sus prácticas sociales, tradiciones y valores. En segundo
término; el hecho que se advierta la necesidad de informar a la población
acerca de las distintas formas de atención del parto, supone la presunción que
no hay una única manera. En tercer lugar; al señalar que debe evitarse el uso
rutinario (y por la tanto indiscriminado) de rotura de membranas, episiotomía,
inducciones, rasuraciones, enemas, cesáreas y controles tecnológicos;
demuestra que la mujer ha pasado a ser un sujeto pasivo en el proceso del
nacimiento.
En principio se podría decir que la tecnología y la medicina han transformado la
experiencia de parto de la mujer moderna. Las mujeres, han pasado a ser
sujetos pasivos en el proceso de nacimiento, se han convertido en
espectadoras. A 23 años de la
publicación de las recomendaciones de la
OMS; en Latinoamérica y más específicamente en Argentina, el parto sigue
2
siendo una práctica tecnológica y rutinaria a excepción del trabajo aislado y
desarticulado de médicos que no responden al paradigma tradicional.
Las indagaciones que desarrollaré, apuntan a relevar qué relación hay entre:
los mitos en la ciencia médica en torno al cuerpo de la mujer, los discursos que
se han naturalizado o legitimado a través del tiempo, la construcción del
imaginario social en torno al placer o al dolor de la mujer en situación de parto y
post-parto y la forma en que el discurso construye un imaginario que reproduce
situaciones de poder en tanto organizadores de sentido; instituyen las
conductas sociales (deseables o reprochables).
Estado del Arte
La relación entre poder, mujer, cuerpo femenino, sexualidad y mito, es
analizada por la psicóloga Ana María Fernández2, quien sostiene que: “La
cuestión de lo imaginario social en tanto universo de significaciones que
instituyen una sociedad, es inseparable del problema de poder”.
Ana M. Fernández, basándose en pasajes bíblicos y textos científicos y
jurídicos, aborda el problema de poder, desde la mirada microfísica (Michel
Foucault3); analizando la inscripción de sus dispositivos en la organización de
la sociedad y sus instituciones y en la subjetividad de hombres y mujeres.
Plantea que el discurso del orden y el imaginario social consolidan las
condiciones para que el poder se reproduzca, garantizando la continuidad del
poder conquistado (instituido). Es, a partir del discurso del orden y del
imaginario social que el poder cobra fuerza, enlazando las tensiones sociales y
asegurando su presencia.
Analiza, a través del análisis de la recopilación de discursos sociales, el poder
como dispositivo, procedimiento que le permite identificar las condiciones de su
funcionamiento
y reproducción:
sistemas de
legitimación,
enunciados,
normativas, reglas de justificación, sanciones a las conductas no deseables,
2
3
Ídem.
Michel Foucault, Microfísica del Poder, Barcelona, La Piqueta, 1980.
3
soportes mitológicos, emblemas y rituales, concluyendo que este universo de
significaciones, el Imaginario Social,
provoca el disciplinamiento de los
cuerpos.
El Imaginario Social, sostiene Fernández; provoca que los miembros de una
sociedad: “enlacen y adecuen sus deseos al poder”, interpelando emociones,
voluntades y sentimientos y explica que, a través de los rituales se adquieren
las formas de agresión, temor, amor, que son las formas como los deseos se
anudan a los poderes. El Imaginario Social aporta esquemas repetitivos, regula
comportamientos con los fines y metas del poder.
Analizando el rol de las instituciones en distintas sociedades, plantea que los
mitos que una sociedad instituye son cristalizaciones de significaciones que
operan como organizadores de sentido, legitimando –a su vez- sus
instituciones. El desorden social despliega nuevos organizadores de sentido,
de este modo crea o inventa nuevas significaciones imaginarias. Esta idea es
fundamental para el análisis de lo social, toda vez que supone mecanismos
constantes de lucha por las significaciones que pueden llegar a instituirse,
creando nuevos organizadores de sentido de lo femenino y masculino.
En su recorrido, la psicóloga evidencia que la familia opera como institución
que encarna el imaginario social, sosteniendo las delimitaciones de lo femenino
y lo masculino en un determinado período sociohistórico. Este imaginario opera
a través de la trilogía mítica: mujer/madre; pasividad erótica femenina; y amor
romántico, que son los tres pilares sobre los que se funda la sociedad moderna
(inventan lo femenino y masculino de la sociedad). Este conjunto de
significaciones constituyen la clave para el disciplinamiento de los cuerpos.
Reconoce que los mitos sociales logran su eficacia simbólica a través de la
repetición de sus narrativas (discursos científicos, jurídicos, escuelas, artes,
medios de comunicación), que instituyen lo femenino y lo masculino en una
sociedad. Sus formas totalizadoras estipulan no sólo lo que debe ser un
hombre o una mujer, sino lo que es. Es decir, opera violencia simbólica,
invisibilizando las diferencias de sentido, homogenizando y violando lo diverso.
4
Como construyen un “real”, presentado como realidad objetiva, producen
regímenes de verdad que enjuicia cualquier conducta de la transgresión.
Para concluir, Ana Fernández afirma: el mito opera por deslizamiento de
sentidos, que vuelven equivalentes los disímiles (ejemplo: para ser madre es
necesario ser mujer = para ser mujer es necesario ser madre, la ecuación
vuelve equivalentes ambos conceptos) y al inscribirse en una dimensión
sociohistórica, hace posible la producción de consensos de una sociedad. Sin
embargo, los procesos de violentamiento no producen sometimientos masivos.
Cada mujer se inscribe en cierto grado de sometimiento y organiza formas de
resistencia, contraviolencia y contrapoder.
Si bien estos conceptos acerca del mito, el imaginario y el poder, resultan
beneficiosos y apropiados para el análisis del problema de mi investigación,
también destaco el trabajo que realiza Fernández acerca de la historia de la
“histeria femenina”. La autora afirma que el discurso médico esta emparentado
a las formas de vida, de muerte y de sufrimiento; y agrega que los médicos:
“hablan de la vida, la sociedad, los valores, etc. diciéndonos cómo
tenemos que vivir, sufrir, gozar, parir, enfermar, morir”.
En su recopilación, análisis y contraste de discursos científicos de sociedades
antiguas y actuales, textos filosóficos, jurídicos y religiosos, analiza que –
durante siglos- el discurso médico se ha emparentado y enfrentado con los
discursos religiosos y filosóficos, pero que siempre han sido piezas claves en
los dispositivos por los cuales la sociedad produce hombres y mujeres.
Teniendo en cuenta que durante siglos, el discurso médico ha sido enunciado
por hombres, analiza como el imaginario masculino “ve y construye” a sus
mujeres, en cada momento socio histórico. A través de enunciados filosóficos y
datos estadísticos, señala que en Siglo XIX se consolida el dispositivo que
produce: la medicalización del cuerpo de las mujeres; la alianza entre médicos
y familias (que cambiará los criterios de crianza y educación de los niños); y la
idea de la “naturaleza femenina”: sexualmente pasiva, frágil, emotiva,
dependiente y predestinada a la maternidad.
5
Recopilando
datos
de
enfermedades
femeninas,
analiza
las
ideas
predominantes en torno al cuerpo de la mujer desde la antigüedad hasta el
Siglo XIX; y describe los modos en que el saber médico da cuenta de tales
enfermedades y elabora tratamientos a partir de la “idea”, lo que “imagina” del
cuerpo de la mujer (ya que no lo ve y no lo toca).
En su relevamiento de manifestaciones socioculturales, observa que cuando en
la maternidad entra la mirada de la medicina, adquiere estatus de enfermedad
y por tanto debe ser medicalizada. El proceso de medicalización, se inscribe en
un cambio estratégico en el cual la demanda de los cuerpos es otra. Es un
cambio de estrategia biopolítica, por el cual, el capitalismo naciente necesita
de cuerpos. La consecuencia será la organización de una particular relación de
las mujeres con sus médicos. En este proceso, se moraliza el cuerpo de la
mujer y se sacraliza la maternidad.
Como conclusión final, el trabajo de Ana María Fernández, aporta por un lado,
el marco teórico conceptual sobre el cual realizaré las indagaciones del
problema de investigación. Es decir, el abordaje de los conceptos de: poder,
mito,
saber
científico
e
imaginario
social.
Asimismo,
la
descripción/recopilación de las significaciones como cristalizaciones de sentido
en distintas sociedades, las distintas ideas acerca de qué es Mujer, qué es
Hombre, qué es lo femenino y qué es lo masculino para cada momento
sociohistórico, traducidas como prácticas en torno a la mujer y el cuerpo
femenino, enriquecen de manera contundente la pregunta de investigación de
mi tesis.
En lo que respecta al problema del saber científico, la jerarquía en la relación
médico-paciente y el cuerpo de la mujer; el recorrido que hace la autora es
profundo y aporta un relevamiento exhaustivo de las transformaciones que han
comportado las distintas sociedades, relevando las distintas ideas acerca de la
imagen del cuerpo de la mujer y la prácticas médicas que se propiciaron en sus
cuerpos.
6
Ahora bien, relacionando el problema de la mujer, el poder, el mito y el parto,
es necesario destacar que en la sociedad actual, el parto es vivido como una
experiencia dolorosa. En este sentido, Casilda Rodrigáñez Bustos4 realiza un
abordaje del parto como cuestión de placer y poder. Describe los mitos, las
leyendas y tabúes que a lo largo de la historia de la humanidad han dado
cuenta del placer del cuerpo de la mujer a partir del útero. Basándose en la
biología femenina, en pasajes bíblicos, narraciones, piezas arqueológicas,
pinturas y cuentos mitológicos, analiza el ocultamiento del placer sexual del
cuerpo de la mujer a partir del útero, en la sociedad moderna.
Interpela los postulados legitimados socialmente, a través de los cuales se
construyó - a lo largo de miles de años - la idea del dolor en el parto como una
negación del pacer sexual femenino. Es su investigación, los conceptos claves
son: Parto, Dolor/Placer, Poder, Mito, Mujer, Madre, Sexualidad, Cuerpo, Útero.
Casilda Rodigráñez Bustos analiza la relación entre cuerpo - sociedad dominación masculina, como un sistema complejo creado para controlar el
poder sexual de la mujer, adecuándolo a las necesidades socio-históricas de
un momento determinando, en el cual cambia el rol de la madre y se consolida
el poder patriarcal. Realiza un recorrido por diversos autores: antropólogos,
sociólogos, arqueólogos, médicos, psicólogos, para dar cuenta de la
vinculación entre el saber perdido de la mujer (su placer sexual uterino) y la
construcción de la sexualidad femenina actual como patológica.
El análisis, rico en citas bibliográficas, narraciones míticas, pasajes bíblicos,
estadísticas clínicas, antropológicas y demostraciones arqueológicas (que a
través de: pinturas, gráficos, piezas de la vida cotidiana; dan cuenta de rituales
y formas de organización social que comprueban el placer sexual anterior),
está centrado en descubrir un momento de la historia, en el que se cristaliza la
subordinación de la mujer, la patología del parto, la negación de su propio
cuerpo y de su sexualidad.
4
Casilda Rodrigàñez Bustos, Pariremos con placer. Apuntes sobre la recuperación del útero espástico y
la energía sexual femenina”. Anexo: “Tender la undimbre. El parto es una cuestión de poder” 4 (ponencia
presentada por Casilda Rodrigáñez Bustos, en el primer Congreso Internacional de Parto y Nacimiento en
Casa, en Jerez de la Frontera, en octubre de 2000), España, Ediciones Crimentales S.L.
7
Toma al poder como algo negativo (poder/dominación/sumisión), una situación
que es necesario revertir para volver a un estado previo, donde la mujer,
gozaba de su cuerpo y la sociedad estaba compuesta a partir de la armonía
que proporcionaba el placer sexual. La idea de que la mujer, haya perdido su
placer sexual, modifica las relaciones simbióticas con sus hijos/hijas, ya que la
educación/socialización -en el estado moderno consiste en la represión sexual.
A su vez, las niñas crecerán desconociendo la naturaleza de tal placer. Esta
situación
de
dominación/desconocimiento/represión
genera
“madres
patriarcales”.
La idea de armonía sexual versus represión sexual (“que genera malestar en la
cultura”), está claramente analizada en el cambio del paradigma de la sociedad
tribal a la sociedad medieval, y de la modernidad hasta hoy, como paso de la
idea de supervivencia a la acumulación. Es decir, en la armonía, las
sociedades vivían de acuerdo a sus necesidades o a las necesidades de sus
componentes; en la represión, las sociedades han organizado un sistema de
acumulación (previo al capitalismo), que requiere cuerpos para la guerra y
manos para la producción/explotación/esclavismo.
Casilda Rodrigáñez Bustos sostiene que, a través de la “satanización” de las
figuras, emblemas, símbolos y rituales que representaban el placer sexual de
la mujer (serpientes, medusas, sirenas, ranas, espirales, pulpos), se ha
satanizado a la mujer misma, haciendo que lo bueno se convierta en malo
(maligno), trastocando el sentido de narraciones y explicaciones antiguas y
ocultando el procedimiento por el cual se llevó a cabo.
Para concluir, se destaca la conceptualización que hace la autora, acerca del
Poder, el parto y el dolor, en la sociedad patriarcal: “¿Por qué le estorba al
Poder la sexualidad femenina? ¿Por qué necesita que el parto y el nacimiento
sean dolorosos, y cómo consiguieron que fueran así? La respuesta es: por la
cualidad específica de la líbido materna y su función en la vida humana
autorregulada, tanto en el desarrollo individual de cada criatura humana, como
en las relaciones sociales, en la formación social.”
8
El trabajo de Casilda Rodrigáñez Bustos enriquece profundamente el marco de
análisis desde el cuál planteo el problema de investigación. La recopilación de
datos que hace la autora, que refieren al placer sexual de la mujer en general y
del parto en particular; cómo y desde cuándo éste se convirtió en algo negativo
para el sistema patriarcal, es un aspecto de sumo interés para la tesis que
propongo, que aporta un elemento novedoso para el análisis.
El desarrollo (y recorrido) de la problemática que aborda la autora, tiene
similitudes con la investigación que voy a realizar, sobre todo en lo referente a:
las instituciones como mediadoras y transformadoras de conocimiento; los
mitos, leyendas y tabúes, como el proceso social (narrativo) por medio del cual
se cristalizan las ideas y las practicas culturales de un momento sociohistórico
determinado, trasformando y ocultando el estado anterior; la condición
biológica de la mujer para sentir placer a través del parto; las situaciones y los
discursos de poder que se entrelazan y atraviesan los cuerpos de las mujeres;
la correspondencia de: tipo de sociedad con tipo de nacimiento, forma de vida,
disfrute sexual, idea de cuerpo.
En cuanto al marco teórico conceptual, si bien es compartido en todo lo
relacionado a lo citado anteriormente, es justamente en el concepto de “Poder”
que se desprende del texto, donde el abordaje de mi tesis será disímil. Si bien,
el trabajo define que la problemática en relación a la mujer (y su sexualidad)
está atravesada por el poder (esta idea es compartida); no se concuerda con la
idea de Poder que trabaja la autora.
En conclusión, en la tesis que voy a realizar, deberé realizar el mismo recorrido
que la escritora, analizaré los mismos discursos y las mismas prácticas,
vincularé estas manifestaciones y transformaciones sociales con la idea de
poder, mito y sociedad; pero en lo referente al análisis mismo del concepto de
poder, trabajaré con la noción microfísica que elabora Michel Foucault5, para
5
Michel Foucault, Microfísica del Poder Barcelona, La Piqueta, 1980.
9
luego explicar como a través del “imaginario social”6 se instituyen las conductas
deseables y no deseables de la sociedad, que construyen un ideal Hombre y
un ideal Mujer, que es una ilusión7. Esta concepción, trabajada por Ana
Fernández, permite relacionar el poder con el mito, las cristalizaciones de
sentido (instituidas) y el disciplinamiento de los cuerpos. Esta forma de abordar
los poderes; comporta la idea de transformación que tienen las prácticas
sociales de resistencia (instituyente).
6
Ana María Fernández, La mujer de la Ilusión, cap. 10: Poder e imaginario social, Argentina, Paidos,
1993.
7
Ídem.
10
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