“Perfiles criminológicos de delincuentes sexuales y homicidas” HOMICIDAS Lic. Pamela Andrea González López pamelandreagonzalez@yahoo.com Psicóloga 2 (Extracto de la Investigación “Perfiles criminológicos de delincuentes sexuales y homicidas”) 1. HOMICIDAS Durante años los psicólogos se han ocupado de desarrollar tipologías que recogieran los aspectos esenciales de los delincuentes homicidas. En realidad se trata de una empresa difícil: hay mil maneras de matar, y mil maneras de morir. El factor situacional, además, es de crucial importancia, como lo demuestran los datos estadísticos que revelan, habituales la presencia en estos de elementos sucesos circunstanciales (alcohol, armas, etc.) (Echeburúa, 1994). El homicidio cometido por individuos con diagnóstico de psicopatía es un hecho que ha estado presente a través de la evolución de la humanidad, y quizá, figura como un acontecimiento que recurrentemente se impacta en cada época, ya que habla de muertes extravagantes y sangrientas, en aras de una estimulación sexual, económica o compensación egocéntrica de sujetos que van por la vida asesinando sin razón aparente, o para justificarlas con razonamiento disfrazados de ideologías revolucionarias extremistas, lo que tristemente confirma el hecho de que 3 seguimos, como sociedad, comportándonos de manera tan primitivas como las comunidades tribales, en las cuales el homicidio también estaba presente como una conducta que requería, como hoy, de la intervención del control social formal ( Jiménez y Zúñiga en Morales, 2008) . 1.1.-Definición criminológica: Con un razonamiento simple y discutible comete homicidio quien mata a otra persona. En general, los homicidas suelen ser varones jóvenes, y sus víctimas también comparten esas cualidades, ya que el estilo de vida de ambos hace coincidir las oportunidades de implicarse en acciones violentas. En relación a la investigación realizada por Megargee (1966), apoyada por la investigación empírica, donde establece dos categorías de homicidas los sobrecontrolados y los subcontrolados, la posición teórica ha sido objeto de debate en estos años, y a través del tiempo ha sido depurada. Es por esta razón que se concluye que es poco probable que clasificaciones basadas en factores individuales puedan explicar el crimen violento, mucho menos su etiología. Como ratifica Cresswell y Hollin (1994), para cometer actos violentos se requiere la combinación de factores personales y ambientales, estos últimos pueden ser tan importantes en la determinación del número de fatalidades y captura del agresor, como su competencia, motivación e inteligencia. 4 1.2.-Definición del código penal argentino: Homicidio Agravado: Comete homicidio quien mata: 1.- A su ascendiente, descendiente o cónyuge, sabiendo que lo son; 2. Con ensañamiento, alevosía, veneno u otro procedimiento insidioso; 3. Por precio o promesa remuneratoria; 4. Por placer, codicia, odio racial o religioso; 5. Por un medio idóneo para crear un peligro común; 6. Con el concurso premeditado de dos o más personas; 7. Para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o procurar la impunidad para sí o para otro o por no haber logrado el fin propuesto al intentar otro delito. 8. A un miembro de las fuerzas de seguridad pública, policiales o penitenciarias, por su función, cargo o condición. 9. Abusando de su función o cargo, cuando fuere miembro integrante de las fuerzas de seguridad, policiales o del servicio penitenciario ( Parma, 2005). 5 1.3.-Tipología El modelo que más ha impulsado la investigación en personalidad y violencia, quizá haya sido el propuesto por Megargee (1966). El autor sugirió que los delincuentes violentos podían dividirse en dos categorías: los sobrecontrolados y los subcontrolados. Según este modelo, la violencia ocurre cuando la instigación a ejercerla, exhacerbada por la rabia, excede el nivel de control de los sentimientos agresivos o impulsos de un individuo. Los sujetos sobrecontrolados tienen controles rígidos contra la agresión —raramente agreden física o verbalmente ante provocaciones, incluso muy serias—; su agresión se va construyendo, llenando de resentimiento, hasta que explota de cólera por cualquier razón en un hecho de gran violencia (sus víctimas pueden aparecer desmembradas, acuchilladas varias veces o con múltiples disparos); una vez liberada la tensión, el sujeto puede volver a su estado normal de tranquilidad y control. Además, no suelen tener antecedentes delictivos. Son propensos a ser interpretados en los test de personalidad como sujetos no agresivos y controlados, con personalidad no psicopática y, sin embargo, pueden encontrarse entre los delincuentes con agresiones y homicidios más severos. 6 Así se entiende que jóvenes extremadamente violentos pueden ser diagnosticados en los test de personalidad como poco agresivos y más controlados que otros jóvenes delincuentes moderadamente agresivos. Esta hipótesis del sobrecontrol demuestra que las variables de personalidad no son en sí mismas suficientes para explicar la violencia, sino que reflejan patrones de desviación o disposiciones que pueden incrementar la probabilidad de conducta criminal pero que no conducen de forma irrevocable a los actos violentos (Blackburn, 1986, 1993; Walsh y Ellis, 2007 en Morales, 2008). En contraste, los subcontrolados tienen más probabilidad de ser identificados como personalidadades psicopáticas y con inhibiciones agresivamente de débiles modo a la agresión. habitual, incluso Responden cuando la provocación sea mínima; en este caso la violencia desplegada es menor, aunque más frecuente, y puede ocasionalmente matar a la víctima. Basándose en este trabajo, Blackburn (1971), en un estudio realizado con 56 asesinos internados en un hospital psiquiátrico penitenciario, distinguió las siguientes cuatro categorías elaboradas con el test MMPI: dos de sobrecontrolados (represores sobrecontrolados y depresivoinhibidos) y dos de subcontrolados (paranoico-agresivos y psicópatas). Los represores sobrecontrolados exhiben un alto grado de control del impulso y de actitud defensiva, bajos 7 niveles de hostilidad, ansiedad y síntomas psiquiátricos; los depresivo-inhibidos se caracterizan por bajos niveles de impulsividad, extraversión y hostilidad interna, y altos niveles de depresión. La clasificación de subcontrolados incluye al grupo de psicópatas con pobre control del impulso, alta extraversión, hostilidad externa, baja ansiedad y pocos síntomas psiquiátricos; y un grupo de paranoico-agresivos que también presentan alta impulsividad y agresión, pero se diferencian de los anteriores en la presencia de síntomas psiquiátricos, especialmente psicóticos. La posición teórica con respecto a estos grados de control ha sido objeto de debate. Mientras que Bartol (1991) ha sugerido que la baja inhibición de los subcontrolados corresponde a la proposición eysenckiana de que la conducta antisocial es el resultado de un fallo en la condición de control del impulso, otros autores como Henderson (1982), lo explican en términos de relaciones interpersonales. Blackburn (1986) ofrece un resumen más actual de estas posiciones: mientras que en los grupos de subcontrolados la probabilidad de la violencia se incrementa como resultado de su aproximación hostil y coercitiva en la solución de problemas interpersonales, en los grupos sobrecontrolados aquélla puede ser el último recurso cuando fracasan sus intentos de resolver la situación a través de la sumisión o evitar el problema. 8 Aunque, como vemos, la original clasificación de Megargee sobre sujetos subcontrolados y sobrecontrolados ha sido depurada y apoyada por la investigación empírica, es bastante poco probable que estas clasificaciones basadas en factores individuales puedan explicar por sí mismas el desarrollo del delito violento (mucho menos su etiología; en realidad sólo muy indirectamente estas tipologías pueden ser consideradas explicaciones causales de la delincuencia). La duda sigue siendo por qué ciertos individuos en determinadas situaciones cometen actos violentos como el asesinato (Hollin, 1989), lo que requiere la combinación de factores personales y ambientales, porque como aseguran Cresswell y Hollin (1994) los factores impredecibles del ambiente pueden ser tan importantes en la determinación del número de fatalidades y captura del agresor, como su competencia, motivación e inteligencia. Por otro lado al referirse a la enfermedad mental, la asociación entre ésta y la violencia ha sido tema de debate en el campo de la psiquiatría y la criminología durante décadas. Diferentes investigaciones han aportado resultados muy disímiles dependiendo de las características de la población estudiada. Mientras que en algunos estudios el diagnóstico de esquizofrenia era el único asociado significativamente con violencia (Tam E, Engelsmann F, Fugere R. 1996), “se encontró que el trastorno mental severo como la esquizofrenia fue la causa más común de delitos violentos tales como el homicidio”, otros afirman lo contrario: “la violencia no estaba 9 asociada positivamente con la esquizofrenia”; “el diagnóstico psiquiátrico no estaba relacionado con la agresividad (Fielitz, 2006). En relación a la conducta del psicópata, ésta asusta porque muchas veces es inexplicable, sin beneficio aparente; desconcertante, porque ofende las convenciones más básicas de la relación interpersonal. Cuando Ted Bundy —uno de los mayores psicópatas del siglo pasado— señalaba que, en el momento en que cometía cada violación, sentía que poseía a la víctima “como uno podría poseer una maceta, un cuadro o un Porsche”, parece ir más allá de los sentimientos que conocemos, precisamente porque revela una ausencia absoluta de los mismos. Es el desprecio definitivo y último a la víctima: ni siquiera se esgrime el odio ciego, detonado por un deseo de venganza provocado por una humillación, ya sea ésta real o imaginaria. La víctima no existe como persona, es un mero objeto. Es en este sentido cuando decimos que los psicópatas difieren de los delincuentes comunes ( Morales, 2008). Los estudios psicológicos refuerzan la idea que los homicidas pueden o no ser cuerdos o psicópatas, paranoides susceptibles y normales. Desafortunadamente, estas tipologías explican pobremente el proceso de llegar a ser un asesino, salvo en los casos normales, donde los factores circunstanciales parecen destacarse ( Echeburúa, 1994). 10 En el caso del psicópata por tratarse de un individuo con características propias de un depredador de la sociedad, como lo define el Dr. Vicente Garrido, está más cercano a realizar un homicidio con un desenvolvimiento “natural” que corresponde a las variables psicológicas propias de su personalidad, además puede cometer homicidio sin dejar huella, con características de crimen organizado, otra similitud de un asesino en serie. A diferencia de los otros constructos psicológicos como es el caso de la psicosis, que por tratarse de esta patología obedece mayormente a los delirios y alucinaciones, para cometer un crimen, correspondiendo ciertamente a su patología, más que a un posesionamiento de la víctima como lo define Ted Bundy al cometer un homicidio. 1.4.- Etiología En relación al estudio de Megargee sobre el rol etiológico de la agresión en el homicidio, los autores Birón y colaboradores, llegan a la siguiente conclusión: “…las manifestaciones agresivas juegan un papel significativo en el caso de los tipos psicópata e hipersensitivo, ya que en ambos la agresión parece ser una parte pronunciada y permanente de la estructura de personalidad, lo cual, junto a mecanismos de control disminuidos y a aspectos facilitadores, conducen al homicidio. circunstanciales Por otra parte, en el grupo “normal” la agresión no tiende a reprimirse o a 11 exhibirse en exceso, de ahí que podamos concluir que en estos sujetos el acto agresivo es, fundamentalmente, una respuesta de reacción, y no un reflejo de estructura de personalidad” ( Echeburúa, 1994). 1.5.- Tratamiento Las intervenciones se llevaron a cabo en distintas países de Europa, con más de 30 programas aplicados a delincuentes violentos. Estos programas se efectuaron en prisiones de jóvenes y adultos. Los componentes del proyecto tenían técnicas interventivas como las que se mencionan a continuación: - terapia de conducta - programa ambiental de contingencia - terapia cognitivo-conductual - comunidad terapéutica - terapia psicológica – psiquiátrica no conductual - endurecimiento del régimen En el anteriormente, conjunto se de evaluaron programas, indicadores mencionados de relativos a medidas de ajuste institucional, efectividad psicológico, medidas académicas y laborales, eventuales mejoras en las habilidades de los sujetos para la interacción y reincidencia. Los programas más efectivos fueron los de orientación conductual y cognitiva – conductual, en los que los 12 individuos tratados mejoraron en más del 50 por ciento de los indicadores medidos. Por lo que se concluye que muchos de estos programas lograron un nivel satisfactorio en relación a objetivos. Mejor mención merecen los logros en relación a la reducción de la tasa de reincidencia. El diseño adecuado de programas rehabilitadores y su aplicación permanente delincuencia violenta. afectarán positivamente a la Pueden producir mejoras en la humanización de los sistemas de control, especialmente en el penal. Uno o varios programas educativos, laborales, psicológicos, etc. Posibilitan convertir a la cárcel en un lugar más apacible, humano y rico en estimulación social para quienes la habitan. Además de producir efectos muy positivos en la reducción futura de sus eventuales acciones violentas ( Echeburúa, 1994). Dentro de las intervenciones efectivas, para los delincuentes adultos, los programas de corte cognitivoconductual, cuyas metas se establecen en atención a los factores de riesgo de la conducta delictiva. Para definirlos se considerará la distinción realizada por Andrews y Bonta (1994) entre los factores de riesgo estáticos y los dinámicos. Los primeros son aspectos del pasado del delincuente (como su edad o su historial delictivo) que no pueden ser modificados. Los segundos, también denominados “necesidades criminógenas” son cambiables y son los que constituyen propiamente los objetivos de un programa de 13 tratamiento. Entre ellos se encuentran tener amigos delincuentes, actitudes antisociales, etc. estos programas se destacan por su efectividad, igualmente, en el caso de los delincuentes sexuales, delincuentes violentos (Motiuk y Serin, 2001). En los programas cognitivos- conductuales de más éxito aplicados a los delincuentes jóvenes, se emplean métodos como el modelado y el role-playing, entrenamiento en habilidades sociales y habilidades cognitivas; la tutela (mentoring) junto con estrategias de consejo (counselling) individual, siempre y cuando el profesional se ajuste a la capacidad de respuesta del joven; el consejo individual estructurado dentro de un modelo como la reality therapy o la solución de problemas interpersonales, y los hogares de “padres enseñantes”, donde profesionales cualificados actúan como los responsables de un hogar que alberga a varios delincuentes juveniles (modelo teaching-family; si bien la permanencia de los beneficios en el tiempo de esta modalidad está por confirmar). (Garrido, 2004) 14 1.6. Conclusión Por la disparidad de maneras de poner término a una vida, el homicidio ha sido materia para la psicología elaborar tipologías que expliquen las características propias de los homicidas. Inevitablemente, los homicidios de la historia que han acaparado la atención de la humanidad en los distintos tiempos, los más escabrosos, han sido cometidos por psicópatas. Como definición criminológica, en un sentido amplio, los homicidas suelen ser varones jóvenes, y sus víctimas también comparten esas cualidades, ya que el estilo de vida de ambos hace coincidir las oportunidades de implicarse en acciones violentas. A través de distintas explicaciones se ha llegado a la conclusión que cometer actos violentos requiere la combinación de factores personales y ambientales, en los primeros se consideraría la competencia, motivación e inteligencia y los segundos son determinantes en la acción. 15 En las tipologías, el modelo que más investigación ha impulsado en personalidad y violencia, es el propuesto por Megargee (1966). Se refería a los sobrecontrolados y los subcontrolados. En los primeros, hay controles rígidos contra la agresión; se llena de resentimiento hasta que explota de cólera por cualquier razón en un hecho de gran violencia; una vez liberada la tensión, el sujeto puede volver a su estado normal de tranquilidad y control. En el otro grupo, los subcontrolados tienen más probabilidad de ser identificados con personalidadades psicopáticas. Responden agresivamente de forma habitual, y puede incluso ocasionalmente matar a la víctima. Se ha demostrado a través de la historia la relación que existe entre la violencia cometida en los delitos de homicidio y la enfermedad mental, especialmente la esquizofrenia, aunque existen versiones contrarias. En relación a la conducta del psicópata, la forma de vincularse con la víctima es muy diferente a la del caso de la esquizofrenia. Porque precisamente la víctima pasa a ser un objeto, el cual es utilizado como medio para la consecución de su fin, que es el móvil de este tipo de sujeto. De acuerdo a las características de personalidad del psicópata, por tratarse de un individuo que planifica su 16 transgresión, tiene mayor similitud con el crimen organizado o los asesinos en serie, a diferencia del homicidio relizado por el psicótico que acata delirios y alucinaciones, propios de su psicopatología. En general, en relación a los tratamientos que se utilizaron en los homicidas, se llegó a la conclusión que los programas de orientación cognitivo conductual alcanzaron los objetivos y la tasa de reincidencia fue disminuida. En estos programas, de más éxito, emplean métodos como el modelado y el role-playing, entrenamiento en habilidades sociales y habilidades cognitivas; la tutela junto con estrategias de consejo (counselling) individual, el consejo individual estructurado dentro de un modelo como la reality therapy o la solución de problemas interpersonales. 17 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1) American Psychiatric Association (1995). DSM-IV. 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