Violencia juvenil: la crisis de la familia es la causa principal, según los expertos Víctor Ruiz (www.forumlibertas.com) El debilitamiento del modelo familiar, la pérdida de la disciplina y del respeto, la falta de autoridad de los profesores en la escuela y la incorporación de nuevas culturas pueden explicar el creciente fenómeno, dice un grupo de psicólogos y especialistas en el tema Los sucesivos brotes de violencia de las últimas semanas en diferentes puntos de la geografía española dejaban en el aire, en un anterior artículo que publicamos el pasado 1 de junio, la siguiente pregunta: ¿Qué pasa con los jóvenes? Ahora, un grupo de expertos psicólogos y especialistas en el tema vienen a confirmar las tesis expuestas en aquel artículo de que la crisis de la familia, con una excesiva permisividad y ausencia de valores en la tarea educativa con los hijos, entre otras razones, es la principal causa de esa violencia gratuita en el comportamiento de jóvenes y adolescentes. Jordi Obiols, profesor de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); Antonio Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Universidad de Barcelona (UB) y coordinador de un curso de verano sobre violencia, individuo y sociedad de la misma universidad; y Magí Panyella y Pere Notó, profesores del área de Psicología Social de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), consideran que la crisis del modelo familiar, la pérdida de la disciplina y del respeto, la falta de autoridad de los profesores en la escuela y la incorporación de nuevas culturas pueden explicar el porqué del creciente fenómeno de agresividad y violencia juvenil. También el psicoanalista Francesc Vila, el psicólogo y adjunto al Síndic de Greuges de Cataluña, Jaume Funes, y el filósofo Gregorio Luri hacen una radiografía de la violencia juvenil en la que el exceso de bienestar, los valores, el sentido de la responsabilidad de los actos cometidos y el concepto del mal también juegan un papel fundamental. Un fenómeno inherente al ser humano Un primer factor a tener en cuenta es el hecho de que la violencia juvenil, en cierta manera, ha existido siempre porque es un fenómeno inherente al ser humano, según recuerda Jordi Obiols. Los jóvenes de hoy en día se encuentran en un momento evolutivo personal muy singular que “viene marcado por una tendencia violenta con unas características y potencialidades adultas”. Esa tendencia está influenciada por los modelos que propugnan los medios de comunicación y muy especialmente la televisión, así como por un relajamiento en la aplicación y cumplimiento de las normas que han de garantizar la convivencia. Pérdida de disciplina y de respeto Sin embargo, Obiols considera que uno de los factores que mayor incidencia tiene en el comportamiento violento de los jóvenes es la crisis del modelo familiar y el flaqueo de la autoridad que los padres ejercen sobre los hijos. Este hecho conlleva una pérdida de la disciplina y el respeto, tanto en el seno de la familia, como en el centro escolar y en la sociedad en general. Por otra parte, tal como dice el experto, los profesores han perdido capacidad sancionadora y de actuación en los centros educativos y, sin duda, esta pérdida de “poder” puede explicar el aumento de casos de agresiones o acoso en las aulas. “El problema es que este fenómeno llega a un grado muy elevado sin que nadie haya hecho nada por evitarlo. Antes se acababa con esta agresión continuada mucho antes que ahora”, explica Antonio Andrés Pueyo. ¿Demasiado acostumbrados al bienestar? El psicoanalista Francesc Vila plantea que nuestros adolescentes y adultos jóvenes tienen un miedo radical al futuro que va más allá de la angustia personal. “No podemos resumir diciendo que se pelean por pasiones superfluas: esta sociedad vive acostumbrada al bienestar y no se ocupa de las nuevas generaciones, no les presta un futuro, sólo construye discursos condescendientes o se limita a adjetivarlas y catalogarlas”, señala Vila. Jaume Funes añade que hablar de casos de violencia, acoso escolar y suicidios es más fácil que encontrarle sentido a la vida y hacerlo extensible a los adolescentes. Ahí radica el problema, dice este especialista, quien asegura que esta generación plantea nuevos retos y necesidades de ser escuchada y acompañada por los adultos. “En un mundo cambiante, la juventud es lo que más cambia, y crea nuevas formas de violencia y de entender lo que sucede; pero no es a la fuerza un drama irresoluble”, asegura Funes. Responsabilizarse de sus actos “Los adolescentes se sienten por un lado sólos y, por otro, ven que los adultos están sólo disponibles para solucionarles los problemas”, señala Funes. Sin embargo, en opinión de este experto, lo único que necesitan es un adulto dispuesto a acompañarlos por un tiempo, dándoles seguridad, pero manteniéndose a suficiente distancia para no inmiscuirse en sus vidas. Sus actitudes violentas son funcionales y están al servicio de algo, aunque sólo sea para romper el aburrimiento, divertirse o hacer enfadar a la policía. Pero, en cualquier caso, lo que está fuera de toda duda es que deben responsabilizarse de sus actos. Influencia de los flujos migratorios Por otra parte, para los doctores Magí Panyella y Pere Notó, otro elemento importante a tener en cuenta en el aumento de los casos de agresividad juvenil es la aceleración de los flujos migratorios, con la llegada de nuevas culturas, que “están cambiando la sociedad”. La implicación de inmigrantes en actos violentos, advierten estos expertos, pueden provocar un sentimiento en la población autóctona de “invasión peligrosa” y la correspondiente “reacción de rechazo” a la inmigración, un factor negativo a tener en cuenta por los especialistas en el tema. El mal existe Relacionado con la violencia juvenil, el filósofo Gregorio Luri afirma que “hemos proclamado la bondad universal, abierto escuelas y decidido que el mal no existe: todos somos buenos, y el mal desaparecerá si no hablamos de él... No se está preparado para asumir la violencia como un hecho antropológico, y cuando se da no sabemos qué hacer”. Luri recuerda que la agresividad forma parte del ser humano y que violencia en los centros ha habido siempre. “La mayoría de los profesores no sabemos lidiar con ella: hay miedo e inseguridad, pues corres el riesgo de ser visto como autoritario”, dice el filósofo. “Urge reivindicar que la naturaleza humana no es angelical y pedir autocontrol; la voluntad ha sido sustituida por interés, y se estimula el deseo como principio que organiza la vida: ¿qué criterio superior puede ayudar a reprimirse?, se pregunta Luri.