¿Cuánto cuesta esto? Santiago Maunez Vizcarrondo Constantemente preguntamos ¿cuánto cuesta esto? Refiriéndonos al costo de los alimentos, el automóvil, la casa, la gasolina y demás productos de una u otra clase en el mercado. De manera bien elemental y un tanto barroca, esto es dándole vuelta a la contestación hasta llegar a ella, les diré lo que significa la palabra salario ya que casi todos nosotros hemos vivido de un salario. En la época del imperio romano estos pagaban a sus “empleados”, soldados o lo que fueran con un “salarium” que significaba pago de sal (una bolsa que contenía sal) que era muy valorada en esa época. Luego, con el correr del tiempo, nos “modernizamos” y se creó algo más práctico y llevadero que se llamo dinero, del latín “denarius”, que es todo un medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad para el pago de bienes, mercancías y servicios, y para el reembolso de deudas según se explica en Internet y ustedes conocen. Sobre el valor económico de las cosas, que es muy relativo como nos dijo Albert Einstein el mismo que nos habló sobre la infinita estupidez humana, sin alusiones personales, les daré un ejemplo: Alguien saca al mercado un reloj con el nombre de una marca cualquiera pero es una copia fiel y exacta de otro reloj de mucha fama y bien conocido en el mercado mundial. Ambos relojes funcionan iguales de bien, dan la misma hora al mismo tiempo, que para eso es un reloj. Pero el original que ha tenido mayor publicidad y reconocimiento por el público es más aceptado aunque cueste diez o mil veces más. ¿Por qué? Por el “prestigio” adquirido mediante la buena publicidad. Así sucede con todos los productos que interesamos comprar. Nuestros antepasados hacían carbón vegetal cubriendo totalmente enormes pilas de leña con musgo, ramas tiernas y tierra. Luego prendía la leña (parte inferior), y dejaban que se quemara durante días. A su debido tiempo quitaban la tierra, y encontraban el carbón ya hecho procediendo a empacarlo y luego trataban de venderlo al precio que creían más justo y apropiado de acuerdo a la época. Hay otro producto que se forma casi de la misma manera pero que a la naturaleza le toma millones de años producirlo. Son los diamantes. Normalmente se encuentran en minas profundas bajo tierra. Pero los que los encuentran necesariamente no son sus dueños ni le ponen precio. Los verdaderos dueños de las minas viven muy lejos de ellas y son estos los que deciden su valor en el mercado mundial. Sucede igual con todos los productos que deseamos comprar. La gasolina, cuyos dueños no son necesariamente los que sacan el petróleo de las profundidades de la tierra con que esta se hace, sino aquellos que controlan ese negocio internacional, son los que deciden cual será el precio de ésta. Estos son los que deciden lo que usted puede y el resto de la humanidad recibirá como salario, su familia comerá, qué transportación tendrá, cuánto costará su casa en fin como se vivirá el tiempo que nos toque vivir en este planeta donde quiera que hayamos nacido. Somos eternamente esclavos de nuestras necesidades, de nuestras emociones y de nuestras ambiciones mientras vivamos. Y ¿cuánto vale el amor o la dignidad? Pues están sujetos a las mismas condiciones que he presentado y que ustedes conocen pues desde que nacemos estamos sujetos a esta cosa que se llama salario, empleos, trabajos, dinero y la oferta y demanda, hasta la misma dignidad.