Descartes versus Spinoza La obra de Baruch de Spinoza es una respuesta al advenimiento de un nuevo orden político en la Europa central y al racionalismo imperante en el siglo XVII, con la destacada figura de Descartes como referente más próximo. La substancia como punto de partida Descartes había reducido a un rígido mecanicismo, a un orden necesario, todo el mundo de la naturaleza; pero había excluido de este determinismo al hombre en cuanto sustancia pensante. La sustancia extensa es mecanismo y necesidad; pero la sustancia pensante, la razón humana, es libertad, y como tal potencia absoluta de dominio sobre la misma sustancia extensa. Spinoza fija su atención sobre todo en el hombre, en su vida moral, religiosa y política; y su intención es reducir toda la existencia humana al mismo orden que Descartes había reconocido para el mundo natural. Necesidad y libertad, mecanicismo y razón se distinguen y se oponen según Descartes; para Spinoza, en cambio, se identificarán. Así, Spinoza pretende restablecer aquella unidad del ser que Descartes había roto con la separación de las sustancias. El punto de fusión, el concepto central que hace posible esta unificación es el concepto de sustancia. Spinoza parte de la misma noción de sustancia que partía Descartes, por eso la define como aquello que para existir no necesita de otra cosa. Pero, a diferencia de Descartes, será rigurosamente coherente con su propia noción de sustancia, de la cual se deduce que sólo Dios es propiamente sustancia, ya que Dios es lo único que existe por sí. La substancia es una, única, infinita y eterna. Vemos cómo la concepción divina de Spinoza difiere de la tradición religiosa judeo-cristiana, pues se opone a la idea de creación. Esto supondría la existencia de una sustancia anterior creadora del cosmos, con lo cual la sustancia ya no sería única ni infinita y eterna, lo que, según Spinoza, sería absurdo. Los atributos de la substancia La extensión y el pensamiento (las dos sustancias de Descartes) son para Spinoza atributos de esa sustancia única. Y por atributos entiende las diversas maneras de ser de la sustancia única, los elementos constitutivos de su esencia. Aunque esta sustancia única puede tener más atributos, nosotros, los hombres, sólo conocemos dos, el pensamiento y la extensión. Los modos Aparte de los atributos, Spinoza también distingue los modos. Modo es aquello que existe en virtud de otra cosa (a diferencia de la sustancia). Así son modos del pensamiento la voluntad y el intelecto. Son modos de la extensión el movimiento y el reposo. De esta manera todo está en Dios, y Dios está en todo, ya que todas las cosas o bien son atributos de Dios o bien modos por los que los atributos de Dios se expresan. Es decir, no hay distinción entre Dios y el mundo, entre Dios y la Naturaleza. Esto es lo que llamamos Panteismo. 'Por Natura naturans debemos entender aquello que es en sí y se concibe por sí, o sea, aquellos atributos de la substancia que expresan una esencia eterna e infinita, esto es, Dios [...] Por Natura naturata, en cambio, entiendo aquello que se sigue de la necesidad de la naturaleza de Dios, o sea, de la de cada uno de los atributos de Dios, esto es, todos los modos de los atributos de Dios, en cuanto se los considera como cosas que son en Dios y que sin Dios no pueden ni ser, ni concebirse'. [E1p29esc] Lo que Spinoza quiere explicar es que la Natura naturans, como substancia y causa, y la Natura naturata, como efecto y modo, se entrelazan en vínculos de mutua inmanencia; por una parte, la causa permanece en sí misma, y por otra, el efecto o el modo permanece en la causa. La relación alma-cuerpo Hemos visto que existe una sustancia única, y también que existen infinitos atributos de esa sustancia única. El hombre de estos infinitos atributos sólo conoce dos: el pensamiento y la extensión. Pero entonces, ¿qué es lo que somos nosotros? Según Spinoza, no hay en el hombre ninguna substancialidad, sólo somos modos finitos de la sustancia única. Y estos modos finitos no son un compuesto de alma y cuerpo, como quería Descartes, sino que alma y cuerpo son una y la misma cosa, que se concibe unas veces bajo el atributo del pensamiento (alma) y otras bajo el atributo de la extensión (cuerpo), es decir, un paralelismo psicofísico. Si se cae en el pensamiento dualista es porque el hombre imagina fácilmente un cuerpo material y un alma inmaterial que lo componen, jerarquizando ambos y dando superioridad a la conciencia sobre el cuerpo, pero el caso es que ambos se corresponden. Spinoza constituye, por tanto, una solución más extrema que el dualismo de Descartes, acabando en un monismo que vendrá a problematizar la independencia del hombre y su libertad.