Camino de Emaús

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LECTIO DIVINA
“Camino de Emaús”
(De Ventall 251-Mayo 2004)
1. Lee
“Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Meaux, que distaba sesenta
estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió
que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con
ellos; pero sus ojos estaban retenidos par que no le conocieran. Él les dijo: “¿De qué
discutís entre vosotros mientras vais andando?” Ellos se pararon con aire entristecido.
Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: “¿Eres tú el único residente en Jerusalén que
no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?” Él les dijo: “¿Qué cosas?” Ellos le
dijeron: “Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras
delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le
condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a
librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El
caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de
madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían
visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los
nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le
vieron”.
Él les dijo: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los
profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?” Y,
empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había
sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de
seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: “Quédate con nosotros, porque
atardece y el día ya ha declinado”. Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando
se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba
dando.
Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se
dijeron uno a otro: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos
hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” Y, levantándose al momento, se
volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los once y a los que estaban con ellos,
que decían: “¡Es verdad! ¡’El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!” Ellos,
por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la
fracción del pan”. (Lc 24,13-35)
2. Comprende
Este relato, que es propio del evangelista Lucas, nos presenta a dos discípulos que han
perdido la fe por el escándalo de la cruz. Su idea de un Mesías político ha resultado una
desilusión. Jesús viene a su encuentro y se hace compañero de camino en su decepción
y les explica las Escrituras. Le presenta un Mesías siervo que da la vida por fidelidad al
Dios de los humildes y sencillos. Ellos lo reconocen en la fracción del pan.
Este relato describe el itinerario catequético de la comunidad de Lucas. El itinerario de
fe que se expresa en forma de camino:
a) Los ojos de los discípulos no podían reconocer al resucitado, porque las
esperanzas ilusorias puestas en Jesús habían quedado desmentidas y frustradas
por la crueldad de la cruz.
b) Como mucho descubren en Jesús un profeta de Dios. Interrogados por Jesús,
hacen confesión de la fe prepascual del grupo de discípulos: la tumba está vacía;
c) Jesús aporta la iluminación de la Escritura. Las promesas de Dios ayudan a leer
y comprender los hechos actuales, a captar el sentido profundo a pesar de la
aparente frustración. La fe aporta el sentido donde la razón humana sólo constata
un sin sentido. La catequesis de Jesús no provoca todavía el reconocimiento del
resucitado, pero lo prepara: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de
nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaban las Escrituras?”;
d) Las palabras con las que Lucas describe el gesto de Jesús en la mesa evocan el
relato eucarístico de la última cena. Para el creyente, la fracción del pan es el
lugar de reconocimiento del resucitado en medio de la oscuridad de la vida de
cada día.
Este relato quiere responder a una cuestión de la primera comunidad cristiana: si
realmente Jesús ha resucitado y está vivo, ¿dónde podemos encontrarlo? La respuesta
del evangelista es que si nuestros ojos no se abren a la fe, a la lectura de la Escritura, y a
la celebración eucarística, nunca podremos percibir la presencia del resucitado que
camina a nuestro lado.
3. Medita y contempla
Tú eres uno de los dos discípulos que van de camino. Métete dentro de la escena.
Recorre con tu imaginación el camino de Emaús, junto con otros / as miembros de tu
comunidad, pesarosos por el trabajo, los problemas, los proyectos de cada día.
 -Presencia. Jesús se acerca y camina con vosotros. Vuestros ojos no pueden
reconocer al Resucitado por las preocupaciones que llenan vuestra mente.
 -Palabra. Jesús remueve vuestra esperanza adormecida, os saca de vuestras
preocupaciones y os muestra el significado de su muerte, iluminándolo con la
Escritura: el camino del sufrimiento no es inútil, al contrario, es el prólogo de la
glorificación.
 -Pan. Jesús se da a conocer en ese gesto. Al atardecer, Jesús entra en vuestra
casa para quedarse en ella. Se sienta a la mesa con vosotros y repite los gestos de
la última cena. Detente en la meditación de esta escena.
 -Anuncio. Finalmente se abren vuestros ojos embotados. Y con el corazón
ardiendo salís a la calle para anunciar a los demás, jóvenes y adultos, que Jesús
está vivo y que habéis percibido su presencia, a pesar de vuestras
preocupaciones y de vuestros fracasos.
Esta es la vida de fe de los dos discípulos, es la vida de fe de vuestra comunidad, es tu
propia vida de fe. Ello es posible porque el Padre ha glorificado a Jesús que había
entregado a la cruz, amándonos hasta el extremo.
4. Mira a tu alrededor
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¿Tu estilo de vida facilita tu presencia entre los jóvenes?
¿Sales al encuentro de los otros, especialmente de los decepcionados, de los
necesitados de sentido?
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La Eucaristía y las Escrituras son el núcleo de toda comunidad cristiana,
constituyen el eje central que permite reconocer la presencia del Resucitado en
la vida de cada día. ¿Qué valor doy a la eucaristía en mi vida religiosa diaria?
¿Qué papel tiene la Escritura en mi meditación, y en mi espiritualidad?
5. Comparte
Puedes poner en común algún aspecto de lo que has meditado y contemplado, de lo que
has visto en tu vida y a tu alrededor.
Acoge algún aspecto del testimonio de fe de tus hermanos / as.
6. Da gracias
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Da gracias por lo que has vivido en este rato de lectio divina
Da gracias por la presencia de Jesús y por su compañía en tu camino.
Pide al Espíritu que te ayude a vivir más intensamente la Eucaristía y a beber
más a menudo de la Escritura.
Intercede por los hermanos / as que Dios ha puesto en el camino de tu vida.
Contempla y adora el Pan eucarístico.
Jordi Latorre, SDB
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