misa del deporte en la iglesia divina pastora

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Misa del deporte en la iglesia divina pastora
Como ya es tradición, el pasado 6 de Enero, la familia deportiva de Caracas y
de toda Venezuela se reunió, en la histórica Iglesia de La Pastora, para
celebrar la Misa del Deporte.
La celebración eucarística, presidida por Mons. Jesús González de Zárate,
Vicario General de la Arquidiócesis de Caracas, contó con la participación de
autoridades del Estado, atletas y deportistas, entrenadores y dirigentes
deportivos, y de una significativa representación de la feligresía de esta
Parroquia caraqueña.
La feliz iniciativa de celebrar la Misa del Deporte nació en el corazón
sacerdotal de Mons. Francisco Castillo Toro, quien quiso con ella poner en
evidencia el valor del deporte como actividad humana y la necesidad de
acercarse a Dios de todos los que se dedicaban a las nobles, saludables y
constructivas disciplinas deportivas.
Siguiendo sus huellas, a lo largo de sesenta y dos años, los pastores y fieles de
la Iglesia han unido sus oraciones a las de los deportistas y dirigentes
deportivos, para dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas en el mundo
deportivo, y para pedir su protección en el año que recién comienza.
La Misa del deporte es un encuentro anual de fe cristiana que, como toda
tradición buena, merece conservarse y profundizarse, dado que el deporte es,
con toda seguridad uno de los fenómenos más significativos del mundo de
hoy.
En la homilía, Mons. González de Zárate presentó algunas reflexiones sobre el
valor del deporte, a la luz de la fe cristiana.
Haciendo alusión a la Primera Carta a los Corintos, en la cual el apóstol San
Pablo, que conocía bien el mundo deportivo de su tiempo, comparó la
salvación con una competencia deportiva, recordó que sí, para conseguir una
medalla o un trofeo, es necesario que un deportista tenga honestidad consigo
mismo y con los otros, lealtad, fuerza moral, - tal vez más que la fuerza física
-, perseverancia, generosidad, amplitud de mente y de corazón, capacidad de
convivencia y de compartir, estas virtudes son aún más necesarias para
alcanzar el premio que no se destruye, el que sólo Dios puede darnos, el de la
salvación.
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Mons. González de Zárate aprovechó ocasión tan singular para invitar a todos,
y especialmente a los más jóvenes, a descubrir la grandeza de ser cristianos, y
a vivir, conforme a las enseñanzas de Jesucristo, según la ley suprema del
amor, el cual es el secreto de una vida feliz y la dimensión más profunda y
auténtica del deporte
Invitó a todos a contribuir a la construcción de la civilización del amor, tanto
con la práctica deportiva como con su conducta de cada día, y les recordó la
grave responsabilidad que tienen como cristianos de trabajar, con todo su
corazón, para que Dios no esté ausente en esta importante dimensión de la
actividad humana que es el deporte.
Así mismo, destacó la importancia de redoblar esfuerzos para hacer del
deporte una forma sublime de desarrollar la dignidad, la libertad y el
desarrollo integral del hombre, en modo que el deporte esté al servicio del
hombre y no se convierta en un fin en si mismo. Les exhortó a no olvidar que
la dignidad de la persona humana constituye el fin último del deporte.
Pidió que la luz de Dios que guió a los Reyes Magos a encontrar y reconocer a
Jesús en el portal de Belén, guíe a los deportistas y dirigentes deportivos a
reconocerlo como su Dios y Señor. Y que esa Misa del Deporte, fuese una
ocasión propicia para renovar en cada uno de los presentes, el compromiso
generoso de hacer presente en nuestra sociedad el amor recíproco, la
fraternidad sincera y una auténtica solidaridad, a través del deporte. .
La celebración eucarística fue también una ocasión propicia para formular
votos por el éxito de la gestión de las autoridades deportivas, especialmente
ahora que se les asigna mayor responsabilidad y amplitud de acción, y para
rezar por los eventos que tendrán lugar en nuestro país en el presente año,
especialmente la Copa América.
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