T1032-MDH-Santana-La medida.pdf

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Universidad Andina Simón Bolívar
Sede Ecuador
Área de Derecho
Programa de Maestría en Derechos Humanos
Mención Mecanismos Internacionales
“La Medida de Seguridad por Tiempo Indeterminado como Forma de
Violación de la Dignidad de los Enfermos Mentales en Brasil”
Viviane Monteiro Santana García
Tutora: Gardenia Chávez
Quito - Ecuador
2011
Al presentar esta tesis como uno de los requisitos previos para la obtención del
grado de magíster de la Universidad Andina Simón Bolívar, autorizo al centro de
información o a la biblioteca de la universidad para que haga de esta tesis un
documento disponible para su lectura según las normas de la universidad.
Estoy de acuerdo en que se realice cualquier copia de esta tesis dentro de las
regulaciones de la universidad, siempre y cuando esta reproducción no suponga una
ganancia económica potencial.
Sin perjuicio de ejercer mi derecho de autor, autorizo a la Universidad Andina
Simón Bolívar la publicación de esta tesis, o de parte de ella, por una sola vez dentro
de los treinta meses después de su aprobación.
Viviane Monteiro Santana García
Agosto de 2011
Resumen (“abstract”)
El presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis para definir de
qué forma la medida de seguridad por tiempo indeterminado vigente en Brasil actúa
como un instrumento de violación de la dignidad de los enfermos mentales que
cometieron crímenes. Para tanto, se abordará los temas de la locura, del control y de la
dignidad humana, realizando un análisis sobre los distintos modelos de control
utilizados por la sociedad que sirvieron de justificación para la segregación de los
enfermos mentales, articulando la concepción teórico-filosófica individualista de Kant
con aquella relacional de Hannah Arendt, para establecer una base teórica de la
comprensión de la dignidad humana y desarrollando un concepto jurídico de la misma.
Del mismo modo, se realiza un estudio teórico-dogmático de la medida de seguridad
como mecanismo de control en el ámbito del Derecho Penal, así como un análisis
crítico sobre la lógica de los fundamentos utilizados para su inserción en el sistema
penal brasilero, destacando la tensión existente entre la vigencia de la medida de
seguridad y la violación del principio de dignidad humana. Por fin, son examinados los
parámetros jurídicos para el tratamiento digno a los enfermos mentales autores de
delito, haciendo un análisis de las normas y estándares internacionales sobre la materia,
así como de las disposiciones de la Constitución Federal de 1988 relacionadas con el
tema, las demás normas nacionales pertinentes, la jurisprudencia del Supremo Tribunal
Federal de Brasil y la Corte Constitucional de Colombia, con el objetivo de delimitar el
marco legal para la protección de la dignidad y de los derechos humanos de las personas
con trastornos mentales
AGRADECIMIENTOS
En principio quiero manifestar mi más sincero agradecimiento a mi papá, a mi mamá y
a mi hermana por el inmenso amor, la confianza y todo el apoyo que me brindaron
siempre. A mi abuelita, Gilda, que me apoyó siempre, por el amor, y el agradecimiento
más profundo de quién, al volver, no más la encontró, pero que la tendrá en su corazón
siempre. A mis tíos y primos, por el continuo cariño y respaldo.
Agradezco profundamente a mi esposo Gustavo quien con amor, comprensión y
paciencia me acompañó y apoyó durante todo el camino que significó la elaboración del
presente trabajo. A Camila, por la alegría y el estímulo que significa en mi vida a cada
día.
A todos los compañeros y amigos que compartieron esta gran experiencia,
especialmente a Claudia, Verónica, Rodrigo y Johel, por todo que han representado para
mi, estando tan lejos de casa.
En esta oportunidad manifiesto igualmente mi gratitud hacia los profesores de la
Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador, por todas las horas de clases y por su
desinteresada
contribución
a
nuestro
crecimiento
académico
y
profesional.
Particularmente agradezco a Judith Salgado y Gardenia Chavez, esta última directora de
el presente trabajo.
A mi amores Camilita y Gustavo,
Los mayores regalos que recibí de Dios
a través de esta Maestría.
INDICE
INTRODUCIÓN
CAPITULO I - Locura, Control y Dignidad Humana
1. La evolución histórica de la concepción de locura
9
13
14
El Fundamento Religioso
15
El Fundamento Orgánico
16
El Fundamento Psicológico
18
2. La Dignidad Humana
24
Evolución del Concepto
24
Dimensión Jurídica de la Dignidad Humana
31
a) Naturaleza Jurídica
32
b) Contenido
35
3. Dignidad Humana y Personas con Trastorno Mental
37
4. Conclusiones
42
CAPITULO 2 – Medida de Seguridad y Violación de los Derechos
Humanos
1. Medida de Seguridad : Un Acercamiento Histórico
45
46
2. La Medida de Seguridad en Brasil
Derecho Penal, Medida de Seguridad y Control Social
52
El Actual Reglamento de la Medida de Seguridad
56
a) Naturaleza Juridica
57
b) Medida de Seguridad y Pena
58
c) Presupuestos
63
d) Finalidades
68
e) Plazo
71
4. Conclusiones
72
CAPITULO 3 – Marco Legal para el Respeto a la Dignidad y los
Derechos Humanos de las Personas con Trastorno Mental que
Cometieron Crímenes.
1. Normas y Estándares Internacionales
Sistema Global de protección de los Derechos Humanos
76
77
77
Declaración de los Derechos de los Discapacitados Mentales
78
Principios para la Protección de las Personas con Enfermedades
Mentales y el Mejoramiento de la Atención en Salud Mental
79
Legislación, Salud Mental: diez principios básicos
82
Informe sobre la Salud Mundial, "Salud mental: Nuevo diseño, nueva
esperanza"
82
Declaración de Caracas
85
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
87
Sistema Interamericano de protección de los Derechos Humanos
88
Informe N º 63/99 de la CIDH
89
Recomendaciones sobre la Promoción y Protección de los Derechos
de las Personas con Discapacidad Intelectual
92
Convención Interamericana para
la
Eliminación
de Todas
las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad
94
Caso Ximenes Lopes versus Brasil
95
Principios y prácticas para la protección de personas privadas de
libertad en las Américas
103
2. Normas Brasileñas
105
La constitución y la legislación infra constitucional después de 1988
105
La Ley 10.216/2001, el Código Penal y la Ley de Ejecución Penal
113
3. Conclusiones
118
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
122
BIBLIOGRAFÍA
126
ANEXO
132
9
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis para definir de
qué forma la medida de seguridad por tiempo indeterminado vigente en Brasil actúa
como un instrumento de violación de la dignidad de los enfermos mentales que
cometieron crímenes. Para tanto, se estudiarán detenidamente las tensiones existentes
entre la concepción – o concepciones - de la locura y la definición de la dignidad
humana por un lado, y, por el otro, la aplicación de la Medida de seguridad versus el
respeto a los derechos humanos de las personas con trastorno mental que cometieron
crímenes.
De acuerdo con la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), definir
“trastorno mental” es difícil, “dado que no existe un diagnóstico o cuadro clínico
unitario, sino un grupo de trastornos con algunos rasgos en común.”
1
Motivo por el
cual, en la actualidad existe un intenso debate acerca de las condiciones que son o
deberían ser incluidas en la definición de trastorno mental, particularmente en el
momento en que un Estado debe establecer una definición en su legislación nacional, la
cual dependerá de muchos factores, como por ejemplo: el propósito de la legislación y
el contexto social, cultural y económico.
De esta manera, el término “trastorno mental” que es utilizado en el presente
trabajo es aquel contenido en los siguientes documentos: Clasificación de Trastornos
Mentales y de Conducta: Descripciones Clínicas y Guías de Diagnóstico (CID–10)
(OMS, 1992), y Manual de Diagnóstico y Estadística sobre Trastornos Mentales (DSM
– IV) (Asociación Estadounidense de Psiquiatría, 1994). Los cuales señalan que:
“Trastorno no es un término exacto, pero se usa aquí para implicar la existencia de un
1
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, OMS. Manual de Recursos para la Salud Mental,
Derechos Humanos y Legislación, 2006, pp.18.
10
conjunto de síntomas y conductas clínicamente reconocibles, asociado en la mayoría de
los casos con el malestar y con la interferencia con el funcionamiento personal.”
Cabe aclarar que, no obstante la psiquiatría moderna privilegia la utilización
del vocablo trastorno mental, a lo largo de esta investigación son también utilizados los
términos “enfermedad mental”, “locura” y “sufrimiento mental” como equivalentes a
“trastorno mental”, puesto que los instrumentos internacionales, las normas brasileras y
la doctrina médica y legal, utilizan todos ellos indistintamente. Así mismo, cumple
resaltar que dichos términos son citados de acuerdo con el contexto histórico estudiado,
motivo por el cual, se puede observar que, por ejemplo, en la primera parte hay un
predominio del término locura sobre los demás.
Tomando en cuenta que se trata de un estudio teórico - doctrinario, las
fuentes utilizadas son esencialmente fuentes secundarias, las cuales fueron debidamente
recopiladas y sistematizadas, para luego ser sometidas a un prolijo y exhaustivo trabajo
de revisión y análisis, que sirvió para sustentar las ideas esbozadas en las siguientes
páginas.
Dicho esto, el primer capítulo aborda los temas de la locura, del control y de
la dignidad humana. Para el efecto, en principio se estudiará la evolución histórica de la
concepción de la locura, mostrando los diferentes enfoques desde los cuales fue visto y
entendido el trastorno mental en la sociedad a lo largo del tiempo. Asimismo, se
realizará un análisis sobre los distintos modelos de control utilizados por la sociedad,
con base en tres fundamentos: religioso, orgánico y psicológico, los cuales, sirvieron de
justificación para la histórica marginación y segregación de los enfermos mentales.
En segundo lugar, tomando en cuenta la complejidad de la definición del
concepto de dignidad, se articulará la concepción teórico-filosófica individualista de
Kant con aquella relacional de Hannah Arendt, a fin de establecer una base teórica en la
11
cual ambas dimensiones de la dignidad se complementan para alcanzar el desarrollo
pleno de la personalidad y el posterior reconocimiento y respeto de la dignidad humana
en el ámbito jurídico.
El segundo capítulo comprende un estudio teórico-dogmático de la medida
de seguridad como mecanismo de control en el ámbito del Derecho Penal, así como un
análisis crítico sobre la lógica de los fundamentos utilizados para su inserción en el
sistema penal brasilero, destacando la tensión existente entre la vigencia de la medida de
seguridad y la violación del principio de dignidad humana.
Con este objetivo, se estudian los antecedentes de este instituto en el
ordenamiento jurídico brasilero, para luego examinar las normas específicas que lo
regulan actualmente. Del mismo modo, se abordan detalladamente los siguientes
aspectos: naturaleza jurídica, presupuestos, finalidades y plazos. Por fin, se realiza una
comparación entre la medida de seguridad y la pena, destacando que en la práctica, tal
como afirma Zaffaroni, existen dos derechos penales: uno para los iguales y otro para
los extraños – o diferentes.
Por otra parte, es necesario el examen de los fundamentos del Estado
democrático de derecho brasilero y, más que esto, se los contrasta con la medida de
seguridad como mecanismo de control, estableciendo un debate entre las bases
deterministas y discriminatorias propias del positivismo que inspira la vigencia de este
instituto y los principios constitucionales de la dignidad de la persona humana, la
proporcionalidad, la igualdad y la humanidad de las penas.
A su vez, el tercer capítulo viene delinear el parámetro jurídico para el
tratamiento digno a los enfermos mentales autores de un delito, con el objetivo de que
sea garantizado el debido reconocimiento y respeto de sus derechos fundamentales. Para
el efecto, se recurre al análisis del amplio abanico de normas y estándares
12
internacionales sobre la materia, así como al examen de las disposiciones contenidas en
la Constitución Federal de 1988 relacionadas con el tema en estudio y las demás normas
nacionales pertinentes.
Por fin, es realizado un detenido análisis jurídico de los instrumentos normativos
relacionados con el respeto a la dignidad y los derechos humanos de las personas con
trastornos mentales, específicamente aquellos pertenecientes a los denominados Sistema
Global de Protección de los Derechos Humanos y Sistema Interamericano de protección
de los Derechos Humanos – aquellos a que se somete es estado brasilero. Bien así, se
estudia el ordenamiento jurídico brasilero y la jurisprudencia de los órganos
jurisdiccionales de control constitucional, el Supremo Tribunal Federal de Brasil y la
Corte Constitucional de Colombia, con el fín de delimitar el marco legal para la
protección de la dignidad y de los derechos humanos de las personas con trastornos
mentales, y así dar nuestra contribución para el estudio del tema y, quizás, el cambio de
las lamentables condiciones en que viven en la actualidad.
13
CAPÍTULO I
Locura, Control y Dignidad Humana
Para llegar a comprender los caminos que llevan a la medida de seguridad a
constituirse como un mecanismo de violación de los Derechos Humanos de la persona
con trastorno mental, no se puede dejar de entender el proceso histórico de la
concepción de la locura, aunque de forma resumida. El control social ejercido sobre la
locura esta directamente ligado con la forma con que fue visto el trastorno mental en la
sociedad y la medida de seguridad, a la cual llegaremos más adelante, no es otra cosa
que una de estas formas de control.
A su turno, el estudio de la dignidad, concepto muy complejo en su definición,
intenta generar una ampliación de su concepción basada en dos ejes: el filosófico y el
jurídico. En la parte filosófica se hace un esfuerzo por articular dos puntos de vista
partiendo de la concepción de dignidad de Kant y agregando a su carácter individualista
la contribución de la obra de Hannah Arendt, desarrollada en su libro “La Condición
Humana”. Comprendemos que las dimensiones individual y relacional de la dignidad
no se contradicen, sino que se complementan para el desarrollo pleno de la personalidad
humana y el reconocimiento de su dignidad. El estudio de la perspectiva jurídica de
dignidad humana completa este análisis, aportando atributos de forma y de contenido
para su noción esencial.
Por fin, el entrecruce de las dos categorías anteriores – locura y dignidad – lleva
a la problematización de las condiciones en que viven las personas con trastorno mental
en la sociedad, para comprender en que dimensión existe o no el respeto a la dignidad
de estas personas. El objetivo de este capítulo es entender en que medida se entablan las
relaciones existentes entre la concepción de locura y el control social sobre ella ejercido
14
y de qué forma la dignidad humana de los que sufren con trastorno mental es por ellas
afectada.
1.La Evolución Histórica de la Concepción de Locura
Se inicia por observar como los enfermos mentales fueron percibidos y tratados
en el contexto social general durante las diferentes etapas históricas de la humanidad,
para pasar después a analizar su inserción, específicamente en la realidad del derecho
penal. Caminando en la primera dirección, podemos afirmar que la concepción de
enfermedad mental ha variado inmensamente en la historia de la humanidad. Siendo así,
el presente estudio está destinado a desarrollar cada fase conceptual históricamente
relevante, pues de acuerdo con el decir de Foucault, “la enfermedad solamente tiene
realidad y valor de enfermedad en el interior de una cultura que la reconoce como tal.” 2
La comprensión sobre el origen de la locura se ubica primero en un fenómeno
religioso, pasando después por una justificación orgánica o biológica, y, por fin, en una
tercera comprensión basada en un descontrol emocional del paciente. Estas etapas pro
cíclicas, ponen de manifiesto un elemento relevante que merece ser destacado: la
alternancia y la posterior combinación de los motivos reconocidos como causas de la
locura, están estrechamente relacionados e incluso son dependientes de lo que, en su
momento, fue considerado como lo más adecuado para la realidad política, social y
cultural de cada época.
En realidad lo que se puede apreciar es la existencia, son ciclos repetitivos en los
cuales estos motivos se van alternando o combinando conforme sea más o menos
adecuado a la cultura y a las concepciones de cada época3.
2
FRAYZE-PEREIRA, João. O que é Loucura. São Paulo: Brasiliense, 9 ed., 1993, pp. 112.
CHERUBINI, Karina Gomes. Modelos históricos de compreensão da loucura. Da Antigüidade Clássica
a Philippe Pinel. Ver en: <http://jus2.uol.com.br/doutrina/texto.asp?id=8777>.
3
15
Fundamento religioso
En la antigüedad clásica se identificó como causa de la locura al fenómeno
religioso y esta concepción, con variaciones axiológicas, fue retomada en la edad media.
Tomando en cuenta que en la antigüedad se concebía a los dioses como responsables de
los acontecimientos terrenales, el hecho de que una persona tuviese un comportamiento
extraño al socialmente aceptado en la época, era atribuido directamente a una fuerza
sobrenatural, divina, que obraba sobre un individuo, motivo por el cual aquellos
insólitos actos, eran considerados como una manifestación de la voluntad celestial sobre
la cual el hombre no tenía control y consecuentemente no respondía por ellos.
Entre los siglos XV y XVI se retoman estas ideas pero con algunas variaciones
trascendentales fundadas en el establecimiento de las doctrinas cristianas. La primera es
que la causa de la locura sería una obra directa del demonio 4 o indirecta a través de la
brujería o hechicería, que se apodera de la parte física de la persona, instalándose en su
cerebro, puesto que el alma está reservada para dios. Como consecuencia de este
proceso de “demonización” surgen los procedimientos de exorcismo, pues existía la
creencia de que esta posesión demoniaca era sinónimo de un castigo divino, como relata
Pessoti “la pérdida de razón o descontrol emocional tienen una marca de condenación y
culpa”.5 La segunda variación es que en esta etapa la locura es estigmatizada
moralmente, lo que no acontecía en la antigüedad.
Como podemos advertir, la enfermedad mental para este modelo tiene una causa
sobrenatural, divina, benigna o maligna, aspecto que determina que un enfermo mental
no tiene la obligación de responder por sus actos, no obstante este reconocimiento, no se
absolvió a los locos del control social, de hecho, tanto el loco que cometió crímenes,
4
El término locura es reemplazado por el de “demonismo”, CHERUBINI, Karina Gomes. Modelos
históricos..., pp 10.
5
PESSOTI, Isaias. A Loucura e as Épocas.. Rio de Janeiro: 2.ed., 1997, p. 206, citado por CHERUBINI,
Karina Gomes. Modelos históricos... , pp 12.
16
cuanto el que no lo hizo recibían igual tratamiento tanto en la antigüedad clásica como
en la edad media. En esa última, locos, pobres, delincuentes y todos los diferentes
fueron tratados de la misma forma, o sea, con la exclusión y/o reclusión en la cárcel u
otros lugares.
Michel Foucault hace un interesante relato en el cual menciona rituales de
exclusión presentes en la edad media: “En uno de estos rituales, los locos son
perseguidos por la ciudad, con la población armada hasta que dejen el lugar. Otra forma
de alejamiento es la entrega de locos a mercaderes y marineros, que los abandonan en
locales lejos, para que no más encuentren el camino de vuelta.” 6
Según Cherubini, en la literatura de la época se puede ver también esta realidad,
un ejemplo es la obra basada en acontecimientos reales, “Nau de los locos”, que era
según la descripción de la autora “… una embarcación que transporta locos de un lugar
a otro, sin que se pueda saber de dónde viene o para donde va. La significación del agua
sobre la cual va es de purificación. Al mismo tiempo, se comprende que el loco está
preso en el propio medio de pasaje.” 7
Fundamento orgánico
El llamado modelo orgánico igualmente tiene origen en la antigüedad clásica
con Hipócrates, pero gana visibilidad y relevancia con el positivismo y su necesidad de
certeza científica. Este modelo pretende encontrar una causa física para la explicación
de la locura, consecuentemente buscará su cura a través de la utilización de fármacos y
medicinas. En este sentido, la doctrina de la época concluye que la locura tendría su
origen en el sistema nervioso.
En este momento histórico los locos se encontraban confinados en las prisiones,
mezclados con todos los excluidos de la sociedad. En el siglo XVII se crean los grandes
6
7
Michel FOUCAULT, História da Loucura. São Paulo, Perspectiva, 1995, p. 11-12.
CHERUBINI, Karina Gomes. Modelos históricos..., p.14.
17
hospitales y la masa de diferentes es transportada a ellos. Sin embargo aún no existían
criterios distintivos para la internación de personas en estas instituciones que recibían
tanto a los pobres y miserables como a todos los tipos de enfermos mentales. La
finalidad fue, una vez más, su aislamiento buscando consiguientemente la purificación u
homogeneización de la sociedad.
Según Cherubini, dos acontecimientos tienen mucha importancia para la forma
prejuiciosa como vemos la locura hasta la actualidad, uno es la reforma protestante y
otro son la ideas de la selección natural de Darwin. Veamos:
La reforma protestante se sostiene en que la salvación viene a través del trabajo
[…]. Los locos y los pobres comienzan a ser cuestionados por vivir en ociosidad.
Juzgase que se encuentran en el ocio y no producen riquezas [...]. Pasan a ser
temidos como amenaza social [...]. Hay la prohibición para que sean ayudados, a
no ser por las instituciones oficiales.
El loco es mirado como un ser inferior, incompetente y desadaptado para el
trabajo. Las ideas de selección natural de Darwin sirven para ver al loco como
un ser más débil. 8
Una paradoja llama la atención de quien estudia la historia de la enfermedad
mental, y es muy bien explotada por Michael Foucault9, quien observa que eran las
propias familias de los locos quienes los internaban para ocultar así la vergüenza social
que representaban. Por otra parte, la exhibición pública de éstos y de los presos llego a
ser una práctica habitual. Menciona el autor que Le Peletier, en Francia, dispuso que el
pueblo, incluso los niños, una vez al mes, vea a los presos, al mismo tiempo el Hospital
de Bethleem, en Inglaterra, exhibía a los locos todos los domingos10.
Es evidente que el surgimiento, a partir de la mitad del siglo XVII, de la
definición médica de la locura, no mejoró su comprensión, sirviendo solamente como
una legitimación científica de la exclusión sistemática con la que fueron tratados
quienes con ella sufrían.
8
CHERUBINI, Karina Gomes. Modelos históricos..., p. 18-19.
FOUCAULT, Michel. Vigiar e Punir, Petrópolis: Vozes, 13 Ed, 1996, p. 99.
10
FOUCAULT, Michel. Vigiar e Punir, p.99.
9
18
Fundamento psicológico
El modelo psicológico tiene su origen en la tragedia griega que encuentra un
conflicto entre las pasiones y los instintos naturales con la voluntad del hombre por
controlar su comportamiento y es retomado en la modernidad con Pinel, considerado el
padre de la psiquiatría. Él se basa en el tratamiento moral. Así, el origen de la locura
estaba en las pasiones, y su cura en una práctica terapéutica sin el uso de medicinas.
Hay entonces una nueva visión de la psiquiatría sobre el paciente, alejándose de los
patrones puramente orgánicos y científicos hasta entonces utilizados como absolutos.
Ese modelo ve la necesidad de una comprensión biológica, mental y
comportamental de la persona y propone una convivencia más intensa entre el médico y
su paciente. Foucault observa un cambio importante en la concepción de los
manicomios, ya que para el éxito del tratamiento pasan a ser considerados otros factores
como las condiciones físicas de la institución y la relación afectiva entre el médico y el
enfermo mental: “Abandonada la finalidad de pura exclusión y custodia, cámbiase el
papel de la medicina. El equipo médico pasa a tener finalidades de sanación y terapia.
Así tiene gran importancia, ya que debe quedarse el mayor tiempo posible con el
paciente, interactuando con él, para buscar traer de vuelta su racionalidad”. 11
Las propuestas de Pinel, continuadas por Esquirol, representaron en su tiempo
un gran avance, pero no se puede dejar de estar de acuerdo con la postura crítica de
Michael Foucault, para quien las consecuencias del modelo de Pinel son tres:
a) Se permite que la libertad del loco actúe, pero en un espacio cerrado y rígido;
b) Si hay la liberación de las consecuencias de la práctica del delito, por otro
lado el loco es mirado como preso en un determinismo de los mecanismos que
sobre el actúan, tornándolo irresponsable. Su irresponsabilidad es algo de la
competencia médica. El loco vive la inocencia del delito, en una situación de no
libertad;
c) Las corrientes que impiden el ejercicio de la libre voluntad del loco son
abiertas. Todavía, la voluntad de este es sustituida por la del médico.12
11
12
FOUCAULT, Michel, História da Loucura, p. 503.
FOUCAULT, Michel, História da Loucura, p 507.
19
Por todo lo que se ve, podemos concluir que la concepción de lo que es
enfermedad mental es históricamente variable. La conducta humana solamente puede
ser vista en su contexto social y cultural en un momento histórico determinado. De la
misma forma, en diferentes tiempos, los comportamientos considerados como locos, así
como los que constituyen crímenes, son variables. Cada sociedad determina lo que es
tolerable o no, y los comportamientos que considera o no normales. Argumentando eso,
Michael Foucault llega a decir que estos conceptos son tan variables – a veces hasta
personales - que “una de las formas de verse la locura es comparando el otro a mi,
entonces puedo ver si él es o no normal”. 13
La constante que se puede observar en todo este proceso es, lamentablemente, la
forma como son tratados quienes sufren de trastornos mentales. De hecho estamos de
acuerdo con Carrara al apuntar que la locura es, en la mayoría de las veces, un lenguaje
utilizado para el control social basado en la construcción de lo que es normal y lo que es
anormal. Este control, como vimos, es tradicionalmente destinado a la segregación de
los diferentes, y en la actualidad, no obstante los avances de la ciencia médica y la
farmacología, no es diferente. 14
Entablando una fuerte crítica a la psiquiatría actual, Szasz, afirma que la
contribución de la medicina a este control fue ejercida sin resistencia, ya que “fue
creada y ha sido siempre una empresa semitotalitaria y colectivista donde el médico
sirve al Estado y no al paciente”.
15
Llega el autor a comparar los psiquiatras con los
dueños de esclavos al afirmar que el perito psiquiatra ejerce sobre sus víctimas la misma
clase de subordinación. El hecho de clasificar a alguien como “anormal” da a él y al
13
Michel FOUCAULT, História da Loucura, pp. 167-169.
CARRARA, Sérgio. Crime e loucura – o aparecimento do manicômio judiciário na passagem do
século. Rio de Janeiro, Editora da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, 1998.
15
ZASZ, Thomas S. A fabricação da loucura. Rio de Janeiro: Zahar, 1976, pp. 256, citado por:
CORRÊA, Josel Machado, O Direito e a Psiquiatria: aspectos legais penais civis e processuais.
http://www.redebrasil.inf.br/0artigos/direito_e_psiquiatria.htm
14
20
Estado el derecho de intervenir y actuar contra su voluntad. De esta intervención surgen
las más diversas violencias y con ellas una serie de violaciones a los derechos humanos
de estos sujetos bajo el discurso de la seguridad pública. Una vez más citamos Szasz:
Con efecto la psiquiatría ha aceptado la función de abrigar los indeseables de la
sociedad. Este ha sido su papel desde mucho. Hace más de 150 años, el gran
psiquiatra francés Philippe Pinel observó: „los asilos públicos para los maníacos
han sido mirados como lugares de confinamiento para miembros que se han
vuelto peligrosos para la paz de la sociedad.` 16
Por otra parte, cuando Restrepo asevera que el psiquiatra trae el ropaje de
“médico, confesor y carcelero”17, analiza con mucha propiedad la relación entre control
social, poder y psiquiatría, empezando por afirmar que la institución psiquiátrica y la
administración manicomial tienen un verdadero “imperativo de excluir y aniquilar a
quien no se sujeta a los dictados de la norma”.18 En este sentido, el citado autor define el
manicomio como una institución total, al tiempo en que establece con precisión sus
características y detalla sus terribles consecuencias:
…una especie de ambiente protegido que impone severas restricciones a la
movilidad espacial y social de los pacientes, la institución de salud mental
termina generando en el recluso una situación de invalidez que se traduce en una
dependencia permanente e insuperable respeto a las autoridades sanitarias y
terapeutas, a la vez que socava de manera sistemática la imagen que el sujeto
tiene de si mismo para acoplarlo a los modelos permitidos de identidad
personal.19
Así, concluye Restrepo de forma enfática que:
El corpus psiquiátrico no sería, bajo esta perspectiva, más que una justificación
de diversas medidas de control social que esconden su carácter policivo tras
pomposos argumentos científicos, haciendo uso de etiquetas diagnósticas para
legitimar un ejercicio de poder sobre aquéllos que se resisten a cumplir con los
rituales establecidos.20
16
ZASZ, Thomas S. Ideologia e doença mental, pp. 84. (Tradución propia)
RESTREPO, Luis Carlos. Locura y Libertad. Bogotá, Colombia, Arango Editores, 3ª Edición, 2000,
pp. 48.
18
RESTREPO, Luis Carlos. Locura y Libertad…pp. 42.
19
RESTREPO, Luis Carlos. Locura y Libertad…pp. 42-43.
20
RESTREPO, Luis Carlos. Locura y Libertad…pp. 42.
17
21
Del mismo modo Franco Basaglia, que realizó la más relevante reforma
psiquiátrica de la actualidad en Italia y es fuente de inspiración del movimiento anti
psiquiátrico en todo el mundo, es contundente cuando afirma que:
“el manicomio no es más que un instituto de vigilancia donde la ideología
médica legitima su violencia tras una coartada técnico-científica, pues no de otra
manera puede llamarse esta sistemática descalificación y silenciamiento de toda
acción de rebeldía y oposición, las cuales son frenadas y apabulladas de
antemano por suponérselas producto de una mente enferma”21
El resultado de esta actuación sistemática es la marginalización y la segregación
que se suma al sufrimiento mental que ya alcanza estas personas. El modelo organicista
de comprensión de la locura, predominante en la actualidad, sigue dando herramientas
aún más potentes para este control, como el uso sistemático e indiscriminado de
psicofármacos. En relación a la utilización de estos, enfatiza Carrara que en el siglo XX
el tratamiento farmacológico y la hospitalización fueron vistos como la única forma de
cura, en consecuencia, la medicalización y la institucionalización pasa a ser el
paradigma de la misma, aún cuando existen tantas posibilidades no asilares y
multidisciplinarias de tratamiento. 22
De hecho, Restrepo alerta para la sustitución del modelo de control manicomial,
con las tradicionales coerciones física y mecánica, por el control ejercido mediante, lo
que él denomina, “camisas de fuerza química”. Es decir, utilización de fármacos para
administrar la locura, a fin de imponer el comportamiento esperado socialmente a través
del uso de incontables drogas que actúan de forma invasiva y agresiva sobre los
pacientes.23
21
BASAGLIA, Franco. A Instituição Negada. Editora Graal, 3ª Edição, 1991.
CARRARA, Sérgio. Crime e loucura – o aparecimento do manicômio judiciário na passagem do século.
Rio de Janeiro, Editora da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, 1998.
23
RESTREPO, Luis Carlos. Locura y Libertad…pp. 46-47.
22
22
En realidad hoy día hay una diversidad de posibilidades terapéuticas. Se sabe
que las enfermedades mentales no son solamente resultado de su componente biológico,
sino también por los factores psicológicos y sociales. La intervención que quiere
proporcionar la verdadera salud mental debe actuar en todas estas esferas.
Desde el punto de vista jurídico es necesario resaltar que el Estado tiene la
responsabilidad de garantizar la efectividad del derecho a la salud, no solamente desde
el punto de vista de un tratamiento adecuado, más sobretodo, actuando de modo
preventivo. En este análisis, no se puede olvidar que el ejercicio del propio derecho a la
vida está condicionado a la concretización del derecho a la salud, siendo ambos de igual
importancia en todas sus formas y que, por esta relevancia incontestable, es el Estado,
según el ordenamiento jurídico internacional y nacional, que debe cuidar del tema
detenidamente.
Al respecto, es pertinente observar que la Constitución brasilera establece
sólidas bases, no solo para el reconocimiento y garantía, pero fundamentalmente para la
concreción del derecho a la salud, sino veamos: El art. 1º, III, reconoce a la dignidad
humana como un principio fundamental del Estado democrático de derecho brasilero,
por su parte el art. 5º, “caput”, dispone que está “garantizada la inviolabilidad del
derecho a la vida”, a su vez el art. 6º, reconoce que el derecho a la salud es un derecho
social. Los artículos 194 y siguientes, al momento de referirse al Orden Social del
Estado definen que: “la seguridad social comprende un conjunto integrado de acciones
de iniciativa de los Poderes Públicos destinadas a asegurar los derechos relativos a la
salud, a la previdencia y la asistencia social”, y finalmente, el texto constitucional
dedica cuatro artículos (196 - 200) para establecer las directrices específicas sobre el
tema de la salud, estableciendo en el Art. 196 que la “salud es un derecho de todos y un
deber del estado”
23
De esta forma, se colige que la Constitución establece una clara protección y
garantía a todas las personas, desde su reconocimiento como titulares de un derecho
público subjetivo a la salud y que el Estado tiene la obligación de garantizar su
efectividad, mediante conductas positivas concretas.24
El Informe de la OMS sobre la Salud en el Mundo (2001) observa que, después
de la primera mitad del siglo XX, hubo muchos movimientos reclamando una verdadera
reforma en la atención a la salud mental. De hecho, el cambio se da pasando de la
necesaria institucionalización como tratamiento patrón para la atención centrada en la
comunidad. Este proceso tiene en cuenta el respeto a los derechos humanos de los que
sufren con trastornos mentales y que, para esto, se deben usar las técnicas más
avanzadas25.
Sin embargo, el mismo Informe es enfático en afirmar que este nuevo paradigma
todavía no es la regla en el tratamiento en salud mental. Sobre el diagnóstico de la
situación actual, apunta lo siguiente:
[...] el mundo está sufriendo una carga creciente de trastornos mentales, y un
desfase terapéutico cada vez mayor. Hoy día, aproximadamente 450 millones de
personas padecen un trastorno mental o del comportamiento, pero sólo una
pequeña minoría recibe siquiera el tratamiento más elemental. En los países en
desarrollo, a la mayoría de las personas con enfermedades psiquiátricas graves
se les deja que afronten como puedan sus cargas personales, como la depresión,
la demencia, la esquizofrenia y la toxicomanía. En conjunto, a muchas de ellas
su enfermedad las convierte en víctimas y en objetos de estigmatización y
discriminación. 26
Es posible apreciar a partir de un análisis integral de todo lo expuesto que la
exclusión de los enfermos mentales ha sido utilizada como eficiente instrumento de
control social y ineficiente herramienta terapéutica. El nuevo paradigma para la atención
24
Ministerio Público do Rio Grande do Sul. Responsabilidade do Estado pelo atendimento integral à
saúde da pessoa humana. Ver en: http://www.mp.rs.gov.br/dirhum/doutrina/id99.htm.
25
Organização Mundial da Saúde (OMS). (2001). Relatório sobre a saúde mental no mundo. Ver em:
http://www.who.int/whr/2001/en/whr01_djmessage_po.pdf , p.46.
26
Organização Mundial da Saúde (OMS). (2001). Relatório..., p. 3.
24
de la salud mental apunta al tratamiento con base comunitaria, el cual tiene mejor efecto
que el desarrollado en una institución, todavía la salud mental está lejos de ser una
prioridad para los Estados, lo que hace que el viejo sistema siga actuando, con raras
excepciones.
A su turno, el avance de la tecnología ha traído nuevos conocimientos que,
contradictoriamente, pueden actuar tanto para la liberación de los pacientes y su
inserción social como para su sometimiento total por el uso indiscriminado de
medicamentos.
El resultado práctico de todo esto es la vulneración de la dignidad humana de
estas personas y la reconocida violación de sus derechos más fundamentales. Siendo así,
entendemos necesario un análisis más profundo del tema de la dignidad al que
pasaremos en el siguiente acápite.
2.Dignidad Humana
Se inicia por aclarar que la complejidad del estudio de la dignidad humana no
permite precisión conceptual. Se opta en este trabajo por un acercamiento al tema por
las acepciones históricamente más representativas, culminando con la noción de
dignidad humana que desarrolla Hannah Arendten su libro “La Condición Humana”.
Por fin haremos un análisis del significado jurídico de la dignidad, lo que haremos
comprendiendo primero su naturaleza jurídica para llegar a su contenido.27
Evolución del Concepto
La idea de la dignidad humana no es algo reciente. En verdad, hay referencias a
su existencia desde la antigüedad y la edad media hasta la modernidad, y en cada
periodo histórico tal pensamiento fue desarrollado de forma diversa.
27
ARENDT, Hannah. La Condición Humana. Barcelona, Ed Paidós, 1996.
25
En la edad antigua se destaca la concepción estoica que comprendía la dignidad
como un ideal de acercamiento a la razón, llegándose a la dignidad cuanto más cerca
está el hombre de la razón humana y del uso de sus capacidades. Así, sólo le quedaba al
hombre perseguir este objetivo desarrollando sus capacidades racionales.
Analizando a la edad media podemos observar la construcción del modelo
tomista de dignidad, que estableció los parámetros del pensamiento cristiano de esta
época. El hombre, en esta nueva mirada, va a ser más digno cuanto más conoce y ejerce
las leyes divinas. Estas leyes son concebidas como especies de leyes naturales, siendo
éstas universales y obligatorias. La dignidad no es algo intrínseco al hombre, pero si
algo que se le puede ser agregado o retirado de acuerdo con la aproximación o no de su
comportamiento con los parámetros cristianos. Esto nos enseña José Afonso da Silva al
recordarnos el discurso de San Tomás de Aquino sobre la pena de muerte. Para su
filosofía, entonces, “el hombre al delinquir se aleja del orden de la razón, y por lo tanto
decae de la dignidad humana y se baja de cierta forma a la condición de bestia” 28. La
dignidad, en conclusión, es condicionada, sea al apego a la razón o un dios por medio
del cumplimiento de sus leyes.
En estas dos concepciones, aunque muy diferentes, se puede percibir que tienen
en común una concepción de la dignidad como un ideal a ser alcanzado, una capacidad
a ser desarrollada por el hombre. Cierto es que esta exigencia lleva a una división
fundamental: los hombres que alcanzan tal objetivo y los que no lo logran. En otras
palabras, existen los hombres que son y los que no son dignos. Sobre esto nos describe
con mucha precisión el Documento del Consejo Nacional de Ética para las Ciencias de
la Vida de Portugal, cuando explica que “desde la esclavitud, que reinó en las
civilizaciones occidentales, clásicas y europeas, hasta las persecuciones de la
28
DA SILVA, José Afonso. A dignidade da pessoa humana como valor supremo da Constituição. Liber
Amicorum, Héctor Fix-Zamudio / Corte Interamericana de Derechos Humanos -Volumen I. – San José,
Costa Rica: Corte Interamericana de Derechos Humanos, Unión Europea, 1998, p.590. Tradución propia.
26
Inquisición, la discriminación social fue notoria y pacíficamente aceptada por los
filósofos”.29
Es recién en la modernidad europea, cuando se va a ver nacer la concepción de
dignidad humana como la conocemos en la actualidad. Ésta tiene como punto de partida
la reformulación del lugar del hombre en el mundo. En su nuevo puesto, el hombre se
ubica en el centro del mundo, y su mirada hacia el otro y hacia sí mismo pasa por una
necesaria resignificación.
En este contexto, Kant elabora la idea moderna de dignidad, ya desvinculada de
la influencia cristiana, que es apuntada casi por la unanimidad de los autores modernos
como la base del pensamiento sobre la dignidad humana. Al cuestionarse sobre las
posibilidades del conocimiento, Kant llega a la formulación de su concepto de dignidad:
En el orden de los fines, todo tiene un precio o una dignidad. Cuando una cosa
tiene un precio, puede ponerse, en cambio, al revés de ella, cualquier otra cosa
como equivalente; pero cuando una cosa esta por encima de todo precio, y por lo
tanto no permite equivalente, entonces tiene dignidad. 30
El hombre, por lo tanto, no tiene precio, no puede ser sustituido por otro igual, y
este es su valor, o sea, esta es su dignidad. Por lo tanto no debe recibir el mismo trato
que todo el resto, no puede ser tratado como objeto o como medio para alcanzar algo,
por más relevante que pueda parecer el fin. Para Immanuel Kant entonces, el hombre es
un fin en si mismo. La dignidad humana es comprendida fundamentalmente como un
valor, y este valor impone el límite de que no sea instrumentalizado por ningún motivo.
En palabras del propio autor: “Obra de tal modo que te relaciones con la humanidad,
29
Documento de Trabajo 26/CNECV/99 Reflexión ética sobre la dignidad humana, p. 9. Tradución
propia.
30
KANT, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Madrid, Alianza Editorial,
2002, pp. 102.
27
tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo
como un medio”.31
En este punto se concuerda con Jesús Gonzáles Amuchastegui cuando dice que
el concepto kantiano “refleja la igualdad básica entre todos los seres humanos, y
constituye un rasgo inherente a todos ellos, intrínsecamente valioso, carente de
equivalente o precio, y no susceptible, por ello, de intercambio ni de libre
disposición”.32Todos los seres humanos son, entonces, fines en si mismos, y en esto se
hacen iguales. Y si son iguales no es aceptable que unos utilicen a los otros como
medios, ya que esto supone una jerarquización entre los mismos, lo que significa una
contradicción ontológica.
Este concepto de igualdad fue absorbido por la Declaración de los Derechos del
Hombre. Teniendo al hombre como el centro del mundo y el origen de la ley (al revés
de las reglas divinas), los derechos humanos declarados en el siglo XVIII traen la
igualdad formal y la concepción individualista del ser humano como reflejo de su
concepción de dignidad humana. Sobre esto Hannah Arendt33 trae fuertes críticas ya que
entiende que esta idea abstracta y formal de hombre contradice la propia condición
humana una vez que no acepta su pluralidad. La negación de su identidad plural,
mientras sujeto que está necesariamente inserto en la complejidad de la existencia
humana, se contrapone a su singularidad y particularidad y, al hacerlo, niega su
dignidad.
Pero aún antes de la formulación de Arendt, Hegel ya proponía una visión
diferente de la dignidad. Mientras Kant puso el énfasis de su teoría en el respeto a la
dignidad, Hegel propone el reconocimiento, como ente más elemental que el respeto. Al
31
KANT, Immanuel. Fundamentación…, p. 104.
AMUCHASTEGUI, Jesús Gonzáles. Autonomía, Dignidad y Ciudadanía, Una teoría de los derechos
Humanos. Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, p. 425.
33
BRITO, Renata Romolo. Os Direitos Humanos na Perspectiva de Hannah Arendt. Revista Ética &
Filosofia Política, Vol. 9, n. 1, junho, 2006, p.2. Tradución propia.
32
28
reconocimiento, entretanto, no se llega aisladamente, pero si a través de la relación con
el otro. Entonces, según nos enseña Hegel, “la dignidad es, en este sentido, el efecto del
reconocimiento y su fundamentación y en este reconocimiento recíproco el ser humano
se hace capaz de libertad”, como define el Consejo Nacional de Ética para las Ciencias
de la Vida portugués. 34 Para que alguien tenga dignidad, tiene que ser reconocido por
los otros como ser humano, como igual. Si hay este reconocimiento, entonces habrá su
valor de ser humano y podrá ser visto como sujeto, no como objeto – o medio, en la
definición kantiana.
Volviendo a Arendt, su pensamiento sobre la crítica a la concepción abstracta
del hombre tiene otra consecuencia que vale la pena mencionarla aquí. Para la autora, la
dignidad reside en las relaciones construidas en la comunidad. Solamente ahí,
interactuando, el hombre deja evidente su particularidad. Solamente en el espacio
público el hombre puede exponerse y descubrirse
y ser descubierto como ser
individual, singular. La especificidad de cada persona solamente puede existir en el
convivir social y a partir de ello. La dignidad entonces solamente tiene sentido en la
vida en común. En las palabras de Renata Romolo Brito, “el individuo solito, excluido
de la red de relaciones humanas, queda sin la propia dignidad humana, justamente
porque nada de lo que haga o deje de hacer tendrá importancia. Sus actos no llegarán al
resto de la comunidad humana y pasarán como si nunca hubiesen sucedido”35.
El hombre no puede ser comprendido de forma abstracta y aislada y, sobretodo,
el hombre no puede existir dignamente de forma abstracta y aislada. La interacción con
los otros sujetos es esencial para el conocimiento de si mismo, ya que es conviviendo
que puede comprenderse como individuo y afirmar sus particularidades, o sea, en
comparación con la individualidad ajena. En cambio, el hecho de exponerse permite que
34
35
Documento de Trabajo 26/CNECV/99 Reflexión ética sobre la dignidad humana, p. 9.
BRITO, Renata Romolo. Os Direitos Humanos..., pp.2 y 3. Tradución propia.
29
el otro lo conozca y la revelación de su yo conlleva inevitablemente al descubrimiento
por el otro de su propio yo. Para la filosofía de Hannah Arendt entonces, “son las
relaciones establecidas en el espacio público con los diversos hombres que representan
la actividad dignificadora del ser humano. [...] Un ser humano aislado continúa vivo,
libre, con opiniones y actos, pero no hay ninguna garantía para esto o alguna
importancia en esto, ya que no afecta a nadie”.36 En otras palabras, solamente sufriendo
las consecuencias del comportamiento ajeno y ejerciendo influencia sobre el otro, el
hombre tiene una existencia digna.
Arendt desarrolla, entonces, el concepto de que la dignidad humana viene de la
acción y del discurso, dos fases de un mismo fenómeno que es la relación que los
hombres entablan entre si. Como consecuencia de esto reconoce la autora, al mismo
tiempo, la singularidad de cada persona y la seguridad de que todos son iguales ya que
comparten una misma realidad biológica, como nos explica Desireé Dorneles de Avila
Bollmann.37
La paradoja de la singularidad y de la simultánea igualdad del hombre con los
otros constituye una de las más relevantes contribuciones de la obra de Hannah Arendt a
la comprensión de la dignidad humana. Son estos seres humanos que componen esta
sociedad diversa y plural que es el ambiente donde florece su existencia digna. En ella
todo hombre, en su particularidad real (y no como una abstracción), es sujeto e
interactúa con los otros sujetos. En ella, cada hombre tiene lo que Javier Muguerza
36
BRITO, Renata Romolo. Os Direitos Humanos..., pp.2 y 3. Tradución propia.
BOLLMANN, Desireé Dorneles de Ávila. O Principio da Dignidade da pessoa humana na atuação
constitucional
do
Supremo
Tribunal
Federal.
http://www6.univali.br/tede/tde_busca/arquivo.php?codArquivo=405.
37
30
llama el primer derecho humano al cual aspiran los sujetos, o sea, el derecho humano a
ser sujetos de derechos humanos. 38
Siendo así, se puede percibir que el concepto de dignidad que propone Kant,
basado en su valor intrínseco representa una grande evolución para el análisis del
mismo, pero que, se reduce a comprender la dignidad desde el punto de vista del
individuo, hecho que no invalida, pero limita el entendimiento de la dignidad y del ser
humano en si mismo. El planteamiento de Hegel, y, a posteriori, el de Arendt, expanden
esta primera visión agregando a la dimensión individual de la dignidad de Kant otra
dimensión, la relacional. Para este trabajo, no hay contradicción, más si una
complementación entre ellas. De hecho, el hombre tiene una dignidad o un valor en si
mismo, pero no es solo esto. Existe también una dignidad que esta más allá y que nace
de las relaciones que este individuo puede mantener en sociedad. En el aislamiento no
hay dignidad, la vida humana gana significado real cuando pasa por la experiencia de la
vida en comunidad. Es posible afirmar, entonces, que la dignidad tiene dos dimensiones
complementarias, o sea, la individual, su valor esencial, también considerada como
formal o abstracta por algunos autores, y la relacional, que puede ser nombrada de real o
material, y que solamente se puede observar cuando el individuo vive e interactúa en
sociedad.
Partiendo de esta concepción, se pasa al entendimiento jurídico de la dignidad
humana, necesario para el análisis que propone la presente tesis, o sea, comprobar que
la medida de seguridad, de la forma como está planteada en Brasil, es un mecanismo de
violación de la dignidad humana de las personas con trastorno mental.
38
MUGUERZA, Javier, La alternativa del disenso, pp.50, citado por: AMUCHASTEGUI, Jesús
Gonzáles. Autonomía, Dignidad y Ciudadanía, Una teoría de los derechos Humanos. Tirant lo Blanch,
Valencia, 2004, p. 424.
31
Dimensión Juridica de la Dignidad Humana
Se puede ver que la dignidad humana ha aparecido por primera vez en los textos
jurídicos en la Declaración de los Derechos del Hombre, que es del siglo XVIII. Sin
embargo, fue con los hechos de la segunda guerra mundial que se puso en evidencia la
necesidad de resignificación de la dignidad humana y de su promoción en todo el
mundo.
En efecto, el asombro causado por lo que Flavia Piovesan llamó como la “lógica
de la destrucción y de la desechabilidad de la persona humana”39, fue el gran impulso
para el reconocimiento de la dignidad del hombre como la comprendemos en la
actualidad. Esta concepción se originó en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos de 1948 y fue confirmada más recientemente en la Declaración de Derechos
Humanos de Viena, de 1993.40 Con esto se inaugura la internacionalización de los
Derechos Humanos con el fin de combatir que, en el mundo, se establezcan las ideas
nazistas y se vuelvan a repetir sus crímenes.
De hecho, el más fuerte legado dejado por el nazismo fue el de “condicionar la
titularidad de los derechos, o sea, la condición de sujeto de derechos, a la pertenencia a
una determinada raza – la raza pura ariana”41. Precisamente en contra de esta lógica de
segregación que excluía a los comprendidos como no dignos del goce de los derechos,
es que surge un nuevo concepto de dignidad.
En este punto, se puede concordar una vez más con Hannah Arendt, cuando
dice que los derechos humanos no son innatos, pero sí son una construcción, una
invención humana, y están en constante proceso de construcción y reconstrucción 42. En
este sentido mencionamos también la noción de derechos humanos formulada por
39
Ver en: www.esmpu.gov.br/tiki-index.php?page=Direitos%20humanos.Tradución propia.
TRINDADE, Antônio Augusto Cançado. O processo preparatório da Conferencia Mundial de Direitos
Humanos: Viena, 1993. Revista Brasileira de Política Internacional, v. 36, n. 1, p. 1-45, 1993.
41
Ver en: www.esmpu.gov.br/tiki-index.php?page=Direitos%20humanos. Tradución propia.
42
ARENDT, Hannah. La Condición Humana. Barcelona, Ed Paidós, 1996.
40
32
Nino43, para el cual “los derechos humanos son una construcción consciente
vocacionada a asegurar la dignidad humana y a evitar el sufrimiento, en presencia de la
persistente brutalidad del hombre”.
Se puede llegar a la conclusión, entonces, que la afirmación y el respeto de la
dignidad humana es un proceso de lucha que resiste a la ideología de la exclusión con la
construcción de un nuevo parámetro axiológico. Este nuevo parámetro entonces pasó a
ser aceptado por los Estados que firmaron la Declaración de 1948 y, a posteriori, fue
incorporado en sus textos constitucionales.
Así, se pasa al estudio, aunque resumido, de la tutela jurídica de la dignidad
humana por el ordenamiento jurídico brasileño, ya que éste es el parámetro normativo
más próximo de la realidad que enseguida estudiaremos, o sea, las personas con
trastorno mental que cumplen medida de seguridad en Brasil.
a) Naturaleza Jurídica
La actual Constitución brasileña nació en 1988 y dispone acerca de la dignidad
humana en su artículo 1, III, como uno de los fundamentos de la República Federativa
de Brasil, como Estado Democrático de Derecho. El término no vuelve a ser
mencionado en la Carta, hecho que es comprendido por la doctrina nacional como
reconocedor del carácter multidimensional de la dignidad, ya que respeta todos los
factores de la existencia humana. 44
Como fundamento de la Republica Federativa de Brasil, la dignidad humana
tiene desde el punto de vista de la doctrina y la jurisprudencia constitucional, dos
naturalezas: como valor fundante y como principio constitucional general.45
43
Carlos Santiago Niño, The Ethics of Human Rights, Oxford, Clarendon Press, 1991, citado por
Piovesan, Flavia, ver en: www.esmpu.gov.br/tiki-index.php?page=Direitos%20humanos. Tradución
propia.
44
BOLLMANN, Desireé Dorneles de Ávila. O Principio da Dignidade..., pp. 51.
45
Sobre el tema, observese que la Corte Constitucional de Colombia, em su decisión T-881/2002,
entende de forma novedosa que la dignidad humana también puede ser entendida como derecho
33
En el primer caso significa decir que no se trata solamente de un principio que
orienta el orden jurídico, sino también el orden político, social, económico y cultural, ya
que fundamenta toda la vida nacional46. La dignidad humana es, entonces, fundamento
del propio Estado Democrático de Derecho y su reflejo no se limita a los derechos
fundamentales o al orden jurídico, y abarca todo lo que respecta al ser humano,
actuando como elemento que expande sus efectos más allá de los límites normativos.
Como principio constitucional general, se debe aclarar a priori que este
concepto es más amplio que el de principio constitucional fundamental. En verdad, el
segundo concepto es más restricto, ya que se refiere solamente a los principios del orden
constitucional, mientras el primero toca todo el ordenamiento jurídico.
Otro aspecto muy relevante es que la concepción de principio constitucional ya
no tiene el significado abstracto y etéreo de antes. De hecho, desde algún tiempo la
doctrina entiende que los principios tienen fuerza vinculante y, consecuentemente,
normativa. Esto significa que los principios obligan a todo el ordenamiento positivo y
negativamente, como un sentido normativo-constitucional que lleva a la congruencia, el
equilibrio y la esencialidad del sistema jurídico.47
Así, se afirma que los principios jurídicos, en virtud de la superación de las
concepciones positivistas, tienen naturaleza de normas jurídicas que tienen, obviamente,
un papel central como normas-clave del ordenamiento.48 Por fin, como corolario de
fundamental autónomo, afirmando que “el derecho a la dignidad humana, se constituye como um derecho
fundamental autónomo, y cuenta com los elementos de todo derecho: um titular claramente identificado
(las personas naturales), um objeto de protección más o menos elimitado 9 autonomía, condiciones de
vida, integridad fisica y moral) y um mecanismo judicial para su protección (acción de tutela). Se
consolida entonces como verdadero derecho subjetivo”.
46
DA SILVA, José Afonso. A digninade da pessoa humana como valor supremo da Constituição. Liber
Amicorum, Héctor Fix-Zamudio / Corte Interamericana de Derechos Humanos -Volumen I. – San José,
Costa Rica: Corte Interamericana de Derechos Humanos, Unión Europea, 1998, p.589.
47
ESPÍNDOLA, Conceito de princípios constitucionais: elementos teóricos para uma formulação
dogmática constitucionalmente adequada. São Paulo: RT, 2.ed., 2002. p. 249.
48
BONAVIDES, Paulo. Curso de direito constitucional. São Paulo: Malheiros, 8. Ed., 1999, pp.257.
34
todo lo mencionado véase el aporte de Ruy Samuel Espínola, en importante síntesis
sobre el tema:
Hoy, en el pensamiento jurídico contemporáneo, existe unanimidad en el
reconocimiento de los principios jurídicos el status conceptual y positivo de
norma de derecho, de norma jurídica. Los principios tienen positividad,
vinculatividad, son normas, obligan, tienen eficacia positiva y negativa sobre
comportamientos públicos y privados y sobre la interpretación y la aplicación de
otras normas, como las reglas y otros principios derivados de principios de
generalizaciones más abstractas. 49
En este sentido, importante también resaltar el pensamiento de Zagrebelsky50,
quien se refiere al “derecho por principios” como paradigma del derecho constitucional
contemporáneo, este autor afirma que observando las más recientes Constituciones
europeas, particularmente la italiana, alemana y española se puede apreciar que las
cláusulas principio representan la tendencia de fondo del constitucionalismo actual.
En esta línea de pensamiento, Zagrevelsky argumenta que la concepción del
“derecho por principios” pone en evidencia la verdadera función del derecho y reconoce
su idoneidad para disciplinar efectivamente la realidad conforme al valor que los
principios confieren a la misma. Esta temática, gana relevancia cuando nos referimos al
principio de la dignidad humana como fundamento de validez de todas las normas
jurídicas, las cuales deben concretizar este valor fundamental, puesto que, como asevera
el autor, no basta una validez lógica-teórica de las normas siendo necesaria una validez
práctica.51
Por fin, se pasa revista a tres importantes decisiones del Supremo Tribunal
Federal, máximo intérprete y “guardián” de la Constitución brasilera52, que confirman
49
ESPÍNDOLA, Conceito de princípios..., p. 60.(Traducción Propia)
ZAGREBELSKY, Gustavo. El Derecho dúctil, ley, derechos, justicia, Valladolid, Editorial Trotta
S.A., 1995, pp. 109 – 126.
51
ZAGREBELSKY, Gustavo. El Derecho dúctil…, pp. 109 – 126.
52
Art. 102 de la Constitución de la República Federal de Brasil. “Compete ao Supremo Tribunal Federal,
precipuamente, a guarda da Constituição”
50
35
el entendimiento de que la dignidad humana en Brasil tiene naturaleza jurídica de
principio fundamental:
“El postulado de dignidad de la persona humana representa – considerando la
centralidad de ese principio esencial (CF, Art. 1, III) – significativo vector de
interpretación, verdadero valor fundante que conforma e inspira todo el
ordenamiento constitucional vigente en nuestro país y traduce de modo
expresivo, uno de los fundamentos en que se asienta, entre nosotros, el orden
republicano y democrático consagrado por el sistema de derecho constitucional
positivo” (HC 85.237, Rel. Min. Celso de Mello, Juzgado en
17/03/2005, Publicado en DJ de 29/04/2005)
“La dignidad de la persona humana, siempre será preponderante, dada su
condición de principio fundamental de la República” (HC 83.358, Rel. Min.
Carlos Britto, Juzgado en 04/05/2004, Publicado en 04/06/2004)
“El principio de la dignidad humana, está previsto en la Constitución de Brasil
de modo destacado, incisivo, vigoroso, como principio fundamental” (HC
92.961, Rel. Min. Eros Grau, Juzgado en 11/12/2007, Publicado en 22/02/2008)
b) Contenido
Comprendida la naturaleza jurídica, pasemos al análisis del contenido de la
dignidad humana. Hemos visto que la concepción más conocida de dignidad está basada
en Kant, y como esta idea individualista de ser humano no es suficiente para
comprender todo lo que involucra la experiencia de la vida humana. Es más, después de
revisar el enfoque sobre la naturaleza jurídica que tiene la dignidad del hombre es
posible ver que el legislador originario ha escogido igual una mirada más amplia, ya que
reconoció que la dignidad no esta limitada a los derechos fundamentales, pero se
expande para toda la estructura estatal y privada. Pues bien, se puede entonces concluir
que el contenido jurídico de la dignidad no puede huir de ser coherente con todo lo
expuesto.
Tomando en cuenta lo que se ha afirmado, o sea, que el Derecho es una
construcción, debemos avanzar del entendimiento de la dignidad como algo natural,
hacia la concepción normativa que puede (y debe) agregar otras dimensiones que no la
36
estrictamente individual. En este tema, hemos revisado las principales decisiones del
Tribunal Constitucional brasileño – Supremo Tribunal Federal, o simplemente STF –
que no posee una formulación general de la cual se pueda sacar un concepto o contenido
esencial de lo que la justicia nacional entiende como dignidad humana. Por el contrario,
este Tribunal trabaja con la definición, en cada caso concreto, de lo que se puede
comprender por dignidad. Por este motivo es que traemos la decisión T-881 de 2002 de
la Corte Constitucional Colombiana que sistematizó muy didácticamente lo que llama el
“contenido de la expresión dignidad humana a partir de su objeto concreto de
protección”. En este fallo la Corte logra afirmar lo que nombra como “sustrato natural
del referente concreto de la dignidad humana”, entendiendo la autonomía individual y la
integridad física, y añade algunas cuestiones respecto a las relaciones sociales de la
persona, por comprender que éstas son fundamentales para el desarrollo integral de la
persona humana. Argumenta la Corte que “de tal forma integran un concepto normativo
de dignidad humana, además de su referente natural, ciertos aspectos que permitan
dotarlo de un contenido apropiado, funcional y armónico”. 53
Los elementos que integran la “noción jurídica de dignidad humana” son:
1. La autonomía individual – que aborda el concepto original de dignidad
ubicada con la libertad. En este punto lo ideal es que la persona tenga lo mínimo de
restricciones posibles, sean ellas impuestas por el estado o por el particular. La
autodeterminación estaría protegida, debiendo también el estado propiciar el ambiente
para su desarrollo.
2. Las condiciones materiales de existencia – los bienes y servicios deben estar
listos en la sociedad para proporcionar la inclusión social y dar a todas las personas la
“posibilidad real de desarrollar un papel activo en la sociedad”.54 La dimensión social
53
54
T-881/2002, Corte Constitucional de Colombia, p. 13 y 30.
T-881/2002, Corte Constitucional de Colombia, p. 31.
37
del individuo debe ser concretamente reconocida y promovida como imprescindible
para su desarrollo como persona. Ella es el eje fundamental de la dignidad y no puede
ser negligenciada.
3. La intangibilidad de los bienes inmateriales de la persona – se dirige a la
posibilidad de que todos deben ser y estar insertos y activos en la sociedad a la que
pertenecen. Sobre esto afirma la Corte que como consecuencia las “conductas dirigidas
a la exclusión social mediadas por un atentado o un desconocimiento a la dimensión
física y espiritual de las personas se encuentran constitucionalmente prohibidas al estar
cobijadas por los predicados normativos de la dignidad humana”.55
Se percibe así, una nítida ampliación de la idea tradicional de dignidad, al
reconocer que la dimensión social del hombre es imprescindible a su vida digna. Ya no
es suficiente, aunque muy relevante, que al hombre se le reconozcan solamente como
individuo. El desarrollo de su personalidad y el reconocimiento de su dignidad no
pueden realizarse sin el ejercicio de su dimensión social, como afirma Arendt.
Solamente con interacción social se le concede verdaderamente un rol de sujeto digno.
No podemos seguir comprendiendo el ser humano de forma aislada y la protección
jurídica debe ampliarse efectivamente para atender a la tutela de la dignidad en todas
sus dimensiones.
3.Dignidad Humana y Personas con Trastorno Mental
No es difícil notar que no obstante todo el avance sobre el entendimiento de la
dignidad y todo el esfuerzo doctrinario, jurisprudencial y legal realizado para lograr la
ampliación de su concepción, la realidad en la que viven las personas con sufrimiento
mental, ha sentido su impacto de forma insignificante. En efecto, el prejuicio y la
discriminación hacia ellos no ha disminuido, por el contrario se ha incrementado en los
55
T-881/2002, Corte Constitucional de Colombia, p. 31.
38
últimos años, como afirma José Guimón: “la discriminación contra los enfermos
mentales, ha sido una constante en todas las sociedades pero se ha aumentado en estos
últimos años, pese a que los tratamientos actuales son más eficaces y a que las leyes
ofrecen hoy a estos pacientes una protección más adecuada”. 56
En este sentido, el principio de la igualdad y no discriminación tiene un papel
transversal hacia todos los derechos humanos, así como ocurre con la dignidad humana,
constituyéndose como verdaderos presupuestos de todos los demás derechos. En efecto,
con relación a las personas que sufren con trastornos mentales, este principio afirma
primordialmente que no serán tratadas de forma diferente en razón de su discapacidad y
esto vincula al Estado que debe actuar en la protección de los particulares, utilizando,
para el efecto, todo el aparato estatal – legislativo, judicial y administrativo – y de esta
forma, garantizar que estas personas sean tratados como verdaderos ciudadanos y
puedan ejercer plenamente todos sus derechos. Por otro lado, el principio de la isonomía
implica el reconocimiento y respeto de las diferencias individuales, que deben ser
observadas por el Estado y por toda la colectividad, extendiéndose sus efectos a todo el
ordenamiento jurídico y sobre todo al diario vivir de estas personas.57
Según José Guimón, la explicación para el fenómeno de la discriminación está
en la intolerancia creciente hacia los comportamientos que están fuera del parámetro
social, para este hecho, la globalización de las costumbres ha contribuido mucho. En
este sentido, también identifica las dificultades en el campo laboral y la forma negativa
como los medios de comunicación transmiten la imagen de estas personas.
La consecuencia de este desvalor social es el prejuicio y su efecto práctico, la
discriminación de este grupo. De esta desigualdad persistente y extrema deriva la
56
GUIMÓN, José, La Discriminación de los pacientes mentales: un reto para los derechos humanos,
Cuadernos Deusto de Derechos Humanos, n 28, Bilbao, Universidad de Deusto, 2004, pp.61.
57
MELLO, Celso Antônio Bandeira de. Conteúdo jurídico do princípio da igualdade. 3ª ed. São Paulo:
Malheiros Editores, 1998.
39
exclusión social que, a su turno, ocasiona la invisibilidad de estas personas y su
consecuente demonización, conforme nos enseña Oscar Vilhena Vieira al describir el
proceso social que “fabrica” y legitima la exclusión social. 58
En los prejuicios se origina la cadena que señala Vieira. Las actitudes negativas
hacia ciertos grupos humanos son una constante que históricamente no se puede negar.
Como fruto de ellas se produce la distanciación social que discrimina en un primer
momento y termina por excluir de la convivencia a los indeseables. Si observamos la
historia de la locura podemos comprobar la repetición de este mismo comportamiento
que parte de la aversión hacia la diferencia, lo no normal. Guimón observa que:
[...] los prejuicios derivan del temor al otro ser humano diferente de nosotros, sea
en el cuerpo, como en el racismo, sea en la psique, como en el caso del prejuicio
hacia los enfermos mentales. En este caso se trata del temor que tenemos todos a
nuestra propia locura, a la posibilidad de actuar de forma descontrolada. 59
El siguiente paso mencionado por Vieira es la invisibilización del grupo
excluido. Es la actitud de ocultar la diferencia, de no querer mirarla, ni siquiera saber de
su existencia. Desconociéndola no somos parte de ella y esto “purifica” a la sociedad y a
cada uno de sus miembros. De esta forma, no sabemos lo que realmente sucede con
estas personas ni la forma como viven, puesto que, dejan de ser vistas.
De hecho el autor define la invisibilidad como lo que “significa que el
sufrimiento humano de ciertos segmentos de la sociedad no causa una reacción moral o
política en los más beneficiados y no dispara una respuesta legal adecuada en los
funcionarios estatales”.60 De esta manera, sus condiciones de vida, sus derechos y la
ofensa o no a su dignidad no son informadas y menos reconocidas, siendo tan invisible
58
VIEIRA, Oscar Vilhena. La desigualdad y la subversión del estado de derecho, en Sur Revista
Internacional de Derechos Humanos, n.6, año 4, Brasil, 1997, pp. 42.
59
GUIMÓN, José, La Discriminación…, pp.127.
60
VIEIRA, Oscar Vilhena. La desigualdad…, pp. 43.
40
que no hay ninguna reacción al respecto, ya sea por parte del Estado, las familias o la
población civil.61
No es por otro motivo que hasta los días actuales es tan común y corriente la
internación de las personas con sufrimiento mental, incluso involuntariamente. En otras
palabras, hasta hoy día se sigue con el proceso que Foucault llamó “la gran internación”.
Ésta no fue otra cosa (y no sigue siendo), sino la materialización del modelo de
neutralización propuesto por
Lombroso – en el siglo XIX – con base en el
determinismo biológico.
Hablando sobre las consecuencias de los prejuicios para los enfermos mentales,
Guimón es enfático en afirmar que “colocamos a los locos los más lejos posible de
nuestro entorno y si es posible a buen recaudo, en lugares apartados y ocultos a nuestra
visión. Lo importante no es que la locura no exista sino que no se vea”. 62
Siguiendo el proceso que describe Vieira, el siguiente paso es la demonización.
El autor así la define como “[...]
un proceso por el cual la sociedad hace una
desconstrucción de la imagen humana de sus enemigos, que en adelante no merecerán
estar incluidos dentro del reino de la ley.[...] Cualquier intento por eliminar o por
infligir un daño a los demonizados queda legitimado socialmente, y legalmente
inmune”.63
De hecho la sociedad ha permitido que, bajo las más diversas excusas y
justificaciones (la seguridad social y la autoridad de la medicina, son buenos ejemplos)
que se someta a las personas con trastornos mentales a los tratos más crueles. Si
miramos la historia, hasta el siglo XIX, éste fue precisamente el motivo que justificó
prácticas como la lobotomía, el uso de cadenas, las sangrías, la terapia de inducción al
vómito, el ahogamiento, la esterilización masculina y la amputación del clítoris como
61
VIEIRA, Oscar Vilhena. La desigualdad, pp.42.
GUIMÓN, José, La Discriminación …, p.127.
63
VIEIRA, Oscar Vilhena. La desigualdad…, p. 42.
62
41
formas de tratamiento médico practicado sistemáticamente, solamente para mencionar
algunos ejemplos64. Por su lado, en el siglo XX se puede recordar el trato dado a los
enfermos mentales por el nazismo, exterminando a 300.000 personas en su programa
público de limpieza de la raza ariana – programa eugenésico. Del otro lado del mundo,
en los Estados Unidos, estas prácticas no han desaparecido con el fin de la guerra. La
moderna ciencia americana, teniendo respaldo social, logró aprobar en los años 60,
leyes como la esterilización compulsoria de los enfermos mentales. Así, Paul Popenoe,
Harry Laughlin y Frederick Osborn “creían que la legislación eugénica liberaría el
Estado del gasto de millones de dólares con enfermos que llenaban las instituciones
públicas y protegería al país contra la reproducción de la masa de indeseables que
ensuciaban la sangre y la moral de la nación blanca y civilizada”. 65
A su vez, Restrepo cuestiona la legitimidad de las funciones psiquiátricas en su
libro Libertad y Locura66, en el cual describe con propiedad como ocurre el proceso de
demonización de los enfermos mentales a través de la actuación psiquiátrica:
(…) tras la denominación de enfermedad lo que se esconde en realidad es un
afán por segregar al diferente, a quien se aplica un rotulo que lo estigmatiza,
demonizando sus acciones y comportamientos por el mero hecho de no tener el
visto bueno del orden social imperante.
Volviendo al contexto jurídico actual, en el estado de derecho y con los derechos
fundamentales como base de los ordenamientos jurídicos nacionales, de ninguna manera
se justifica que el ejercicio de la libertad, como parte esencial de la dignidad del ser
humano y derecho clave para todas las personas consideradas “normales”, que para ellas
sólo es restringido cuando se cumplen los presupuestos específicos y determinados en
64
DE MATOS, Virgílio. Crime e Psiquiatría: uma saída: preliminares para a desconstrução das
medidas de segurança, Rio de Janeiro, Revan, 2006, p.41-45.
65
DE SOUZA, Vanderlei Sebastião, Limites e fronteiras da eugenia no Oeste dos Estados Unidos, ver
en: http://www.scielo.br/pdf/hcsm/v14n1/17.pdf , pp. 365.
66
RESTREPO, Luis Carlos. Locura y Libertad…pp. 42.
42
una ley expresa y bajo el control jurisdiccional, pierda todo este valor ante el hecho de
que una persona sufra de un trastorno mental. Llegando al extremo de que el
aislamiento en estos es casos sea plenamente justificable y aceptado.
Ante todo este encenario nos permitimos cuestionar con Virgílio de Matos:
“¿Qué especie de diferencia permite que el portador de sufrimiento o trastorno mental
pueda ser visto solamente como objeto y no como sujeto de derechos?”6768
Si observamos toda la construcción jurídica y todas las conquistas de la sociedad
civil no es posible compatibilizar el tratamiento que reciben las personas con trastorno
mental con el principio de la dignidad humana. Es necesario garantizar a estas personas
la posibilidad de vivir desarrollando todas sus potencialidades y esto debe empezar por
el esencial reconocimiento de su condición humana con todas las consecuencias sociales
y legales que implica.
La dignidad reclama el no condicionamiento para la titularidad de los derechos,
sobretodo los fundamentales. No se puede seguir teniendo personas de primera y de
segunda clase, relativizando el reconocimiento de la dignidad de algunos por nuestra
incapacidad de convivir con la diferencia. La pluralidad de la existencia humana y su
dignidad exigen esta igualdad.
4. Conclusiones
Desde el análisis histórico del concepto de locura, es evidente que su
comprensión ha variado de acuerdo con la realidad de cada período, tratándose de ciclos
que buscan una justificación específica, de acuerdo a lo que fue más o menos adecuado
67
DE MATOS, Virgílio. Crime e Psiquiatría..., pp.18.
Cabe aclarar que la noción de sujetos de derecho, una de las más relevantes conquistas de la
modernidad, dice respeto, según Marconi Pequeno, a la capacidad de tener derechos y obligaciones en la
sociedad. Según Kant, el hombre es obligado a seguir las leyes y reconocer en el otro las mismas
calidades que definen su misma humanidad. Ser sujeto de derechos, entonces, es el punto de partida para
el goce de los derechos humanos y este concepto trae implicaciones importantes para el Estado, que tiene
el deber de garantizar la dignidad de todos los seres humanos como sujetos de derechos que son. Para el
individuo esta el poder de exigir del Estado y de los demás el respeto a su dignidad de sujeto y el deber de
actuar en sociedad del mismo modo.
68
43
o aceptable para cada sociedad, ya sea ésta de base teológica, biológica o síquica. A
cada concepción fueron agregándose modelos de control que, sin embargo, no varían en
relación a los resultados que producían: la marginación y la segregación.
En cuanto al estudio de la dignidad humana, se observó que es posible
entenderla desde diferentes puntos de vista: partiendo del kantiano, o sea, como valor
esencial del ser humano, hasta la perspectiva relacional desarrollada por Arendt, que se
refleja tanto en la concepción jurídica del contenido esencial de la dignidad encontrado
en la jurisprudencia colombiana que se toma como parámetro en este trabajo.
De hecho, se puede relacionar el concepto de dignidad como valor intrínseco del
hombre, en cuanto fundamento de los derechos humanos de la primera generación (o
dimensión, según parte de la doctrina), especialmente desarrollados en la primera parte
del concepto jurídico de la dignidad que describe la Corte de Colombia, cuando trata de
su entendimiento como autonomía individual. Del mismo modo, si observamos el
juzgado colombiano, el segundo aspecto mencionado describe las condiciones
materiales de existencia para que el sujeto pueda desarrollarse activamente en la
sociedad y el tercero, a su vez, se refiere a la intangibilidad de los bienes de la persona,
comprendida como una posibilidad real de inserción social. En ambos casos es un claro
reflejo de la expansión de la esfera del enfoque de la dignidad: de la simplemente
individual a la dimensión social de la existencia humana, esta última reivindicada en el
trabajo de Arendt como esencial para la dignidad del hombre.
Lamentablemente, en todos los casos, y desde todos los puntos de vista,
debemos reconocer la extrema vulnerabilidad de las personas con trastorno mental y
concluir que la forma que estas personas son tratadas es incompatible con su dignidad
como seres humanos. Como ya se ha mencionado, la evolución y la eficacia de los
tratamientos actuales no han impedido el crecimiento o proporcionado la reducción de
44
la intolerancia a la diferencia y la singularidad de la persona que sufre con la locura. Por
el contrario, el desvalor social con que son vistos, generador de los prejuicios y la
discriminación, acaban por invisibilizar, demonizar y excluir, en un cruel proceso que
permite el uso de cualquier medio para que la sociedad se vea libre de sus no deseados,
incluso por sobre la dignidad de la persona.
En este contexto, la medida de seguridad es aceptada como uno de los medios
legales y legítimos de los cuales tradicionalmente se vale la sociedad, y, en su
representación el Estado, para el control social al mismo tiempo de la locura y del delito
sin tener en cuenta el desarrollo del propio Estado y de sus fundamentos y principios.
De esta forma, la utilización persistente de estos medios socialmente legitimados
influye de forma predominante en la construcción del proceso histórico y estructural de
discriminación que sufren estas personas. A fin de comprender mejor las relaciones
entre delito y locura, reflejadas y sintetizadas en la medida de seguridad, es que
profundizaremos en el capítulo siguiente su estudio.
45
CAPÍTULO II
La Medida de Seguridad como Instrumento Jurídico
para el Control de la Locura
“¿En qué medida no estamos jugando con
las palabras y al cambiar el nombre de pena por
el de medida, no estamos dejando indefenso al
individuo frente al poder absoluto del Leviatán
estatal?”
(Francisco Muñoz Conde)
Ya se pudo ver en este trabajo como son complejas las relaciones de la sociedad
con la locura y con los que sufren con ella, y como es persistente el uso de mecanismos
de control, los más variados, para que la sociedad se pueda liberar de los que son vistos
como diferentes y como no convenientes. Ahora bien, cuando al estereotipo de la locura
se añade el delito, los procesos de exclusión ganan aún más fuerza e impacto social. La
síntesis del encuentro de estos dos mundos, el del hecho criminal y el de la persona con
trastorno mental, está en la medida de seguridad, mecanismo jurídico-penal construido
para reflejar todo lo expuesto anteriormente sobre el control, la locura y la violación de
la dignidad, de acuerdo con una visión del mundo muy particular y determinista.
La comprensión de la medida de seguridad como mecanismo de control de la
locura pasa necesariamente por el conocimiento de sus raíces históricas y teóricodogmáticas en el Derecho Penal. De igual forma, la crítica que objetiva este trabajo se
basa en la lógica de sus fundamentos y de su inserción en el sistema penal, ya que éstos
son el cimiento sobre el cual se afirma el actual reglamento de este instituto en Brasil.
Por fin, la problematización de su concepto, sus elementos y principales características
va a ser el siguiente paso para la identificación de los puntos de tensión entre la medida
de seguridad y la violación de la dignidad humana, y de la pertinencia de esta medida en
el contexto del Estado Democrático de Derecho.
46
1. La Medida de Seguridad: Un Acercamiento Histórico
Con base en la variabilidad de la comprensión de la locura, se puede aceptar que
la respuesta a ella, aunque siempre haya sido la exclusión, no se ha dado de la misma
forma. De hecho, la estructura con la que se conoce la medida de seguridad es una
creación que empieza a delinearse en el cientificismo del siglo XIX, aunque la historia
del control jurídico de la locura tiene precedentes mucho más antígüos. Como ejemplo
se observa la presencia de medidas preventivas que fueron aplicadas a las personas que
sufrían de un trastorno mental desde el derecho romano, a las cuales no se aplicaba la
pena, pero si la custodia. Entre las medidas utilizadas, según las que menciona Marco
Pólo Levorin, se destaca la custodia como un importante precedente de la internación,
una de las peculiaridades más marcantes de la medida de seguridad. 69 Describe además
el mismo autor que desde la antigüedad se han aplicado varias medidas preventivas
extremas a los considerados locos, prostitutas, criminales habituales, homosexuales y
vagos con el objetivo de excluirlos y así tratar de impedir la reincidencia. Ejemplo de
esto fue el tratamiento dado a los extranjeros por el mismo derecho romano, estos eran
vistos como aquellos que, aunque convivían en la sociedad, no poseían ningún derecho
pues eran los extraños, los que estaban fuera de la comunidad, como nos recuerda
Zaffaroni.70
En la edad media el poder punitivo fue ejercido por la iglesia católica teniendo
como objetivo sobretodo los disidentes, las brujas y los protestantes, estos deberían ser
neutralizados. En relación a las brujas, el primer enemigo, según entiende Zaffaroni, se
percibe una “invención montada sobre el prejuicio acerca de los maleficia y de la
inferioridad de la mujer, reforzando la regulación jerarquizada de la sexualidad,
69
LEVORIN, Marco Pólo. Principio da Legalidade na Medida de Segurança. São Paulo, Ed. Juarez de
Oliveira, 2003, pp.165-167.
70
ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños”, Derecho Penal del
Enemigo – el discurso penal de la exclusión, Buenos Aires, Euros Editores, 2006, vol 2, pp. 1133.
47
consolidada junto con el poder punitivo”, como advierte el autor.
71
Otra peculiaridad
fue que la expulsión o exilio empiezan a ser vistos como formas naturales de neutralizar
el peligro representado por los inadecuados sociales de todos los géneros. Este instituto
fue corrientemente utilizado en esta época y retomado en el siglo XVI, cuando fue
largamente practicado en la expansión marítima.72 A partir de este momento la actividad
ocupacional pasa a ser parte de la concepción de la preventividad siendo aplicada a
locos, menores, vagos y otros considerados como antisociales. Esta concepción, no se
puede dejar de observar, fue perfectamente útil en el momento histórico de la expansión
económica, se utilizó para dotar de la necesaria mano de obra fácil y barata. Así
empieza una nueva opción a las tradicionales penas de muerte y de mutilación. 73
En el siglo XVIII
viene la escuela clásica del Derecho Penal a reclamar
principalmente la humanización de las penas, la proporcionalidad entre ellas y el delito,
el principio de la legalidad estricta y el debido proceso. Las prisiones, que inicialmente
fueron denominadas como casas de corrección, ya eran una realidad, y esta escuela veía
en el cumplimento de la pena privativa de libertad, la prevención general. En otras
palabras, se buscaba la intimidación que la amenaza de la pena ejerce en la sociedad, y,
de esta forma, la pena tendría un carácter preponderantemente retributivo.
Con el siglo XIX y la escuela positivista del Derecho Penal, la pena viene a ser
comprendida no con el objetivo de retribuir un mal, mas si de evitar que vuelva el
agente a cometer otro delito. El punto de vista cambia radicalmente, puesto que antes,
en el análisis del Derecho Penal, el hecho criminoso era el protagonista, y ahora el
centro de atención es la persona que cometió el delito. Esta concepción es fundamental
para comprender la lógica de la medida de seguridad. En este momento histórico se nota
71
ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños”, pp. 1121.
LEVORIN, Marco Pólo. Principio da Legalidade na Medida de Segurança, pp.167.
73
LEVORIN, Marco Pólo. Principio da Legalidade na Medida de Segurança, pp.171.
72
48
la poca efectividad de la pena ante los altos niveles de reincidencia y se impone la
necesidad de crear alternativas para ella.
La escuela cientificista o positivista creía que todo podría ser explicado por la
causalidad, incluso - y sobretodo - el delito, comprendido por las determinantes
biológicas, sociales y psicológicas. La necesidad de defensa social impulsaba entonces
la concepción determinista del hombre que llevó a la consideración de dos
posibilidades: a) la resignificación de la pena, mantenida como única sanción penal,
pasando a ser comprendida como tratamiento y no como punición; y, b) el
mantenimiento de la pena como retribución y la creación de otra respuesta penal
paralela, de carácter preventivo, para el tratamiento de los delincuentes habituales, los
reincidentes, los menores y los locos. El delito pasa a ser visto como una enfermedad
social que, por lo tanto, necesita de tratamiento.
Según Eduardo Reale Ferrari “al adoptar la ideología del tratamiento, optaban
por una concepción preventista, seleccionando en la defensa social, en el determinismo,
en la peligrosidad y en el utilitarismo los principios para esta categoría de respuesta
sancionatoria”.
74
En verdad, para los positivistas, la defensa social permitiría la
segregación de los que no se adaptan a la sociedad y, en nombre de este objetivo, el
control social debería ser una forma de remedio social ejercida por el Derecho Penal.
El criminal es mirado como un no adaptado que no tendría opción, ya que es
determinado por la sociedad y por sí mismo (sicológica y biológicamente). Si la sanción
no podría basarse en la culpabilidad, puesto que está ausente el libre albedrío, habría
que fundamentarse en la peligrosidad, ya que la delincuencia es una fatalidad – y no una
opción - para estas personas. La peligrosidad justifica el tratamiento y pasa a ser la
razón de ser de la sanción penal que tiene por fin la no reincidencia y la protección
74
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de Segurança e Direito Penal no Estado Democrático de Direito.
São Paulo, RT, 2001, pp.20.
49
social. Según Zaffaroni en esta época el criminal y los individuos con trastorno mental
que cometieron crímenes consecuentemente, fueron vistos como “extraños” siendo
concebidos como alguien “biológicamente inferior, no en razón del género como en el
caso de las brujas, sino por patológico o porque se consideraba que pertenecía a una
raza no suficientemente evolucionada o por ser un degenerado”.75
En el siglo XX la escuela de la defensa social, comandada por Adolfo Prins,
según comenta Ferrari, afirmaba que, “[...] el fin perseguido consistía en la necesidad de
protección del patrimonio y de la moral sociales, por medio de instrumentos que no
fueran retributivos, destacándose entre ellos las medidas de seguridad”.76 La
intervención del Estado entonces se fundamentaba en la peligrosidad, y enseña el
mismo autor que la intervención estatal debería darse inclusive sin que se haya
practicado el delito. De hecho, Garófalo reconoce la insuficiencia de la pena -en su
concepción clásica- para la “defensa contra los enemigos naturales de la sociedad”,
justificando que, “los códigos, los procedimientos y el mismo poder judicial, parece que
se han puesto de acuerdo para proteger al criminal contra la sociedad”, mientras lo que
debería hacer era lo contrario.
77
Para este autor en particular se justificaba cualquier
actitud en nombre de la defensa social, argumentando que “mediante una matanza en el
campo de batalla la nación se defiende contra sus enemigos exteriores; mediante una
ejecución capital, de sus enemigos interiores”.
En este escenario Von Litz concibe igualmente la pena con el fin preventivo,
buscando la protección de los bienes jurídicos, basado nítidamente en la teoría de la
defensa social. De hecho su discurso reproduce los parámetros positivistas y de defensa
75
ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños”, pp. 1128.
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de Segurança e Direito Penal no Estado Democrático de Direito,
pp.25.
77
GARÓFALO, R. La Criminologia, trad. De Pedro Dorado Montero, Madrid, pp. 7, 11, 14 y 15, citado
por ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños”…, pp. 1129.
76
50
social, trayendo para la dogmática penal la propuesta de penas resocializantes para la
categoría de personas a la cual llamó “incorregibles”, como es la exclusión social por
tiempo indeterminado. En las palabras del propio autor: “La sociedad debe protegerse
de los irrecuperables, y como no podemos decapitar ni ahorcar, y como no nos es dado
deportar, no nos queda otra cosa que la privación de libertad de por vida”.78 Bajo su
influencia, Karl Stooss concibe el mecanismo de la medida de seguridad como una
medida “curativa impuesta a los delincuentes peligrosos”.79 Por él fue sistematizada la
nueva sanción penal en el Proyecto de Código Penal Suizo de 1893 - que entró en
vigencia en 1937 - y se destinaba a los reincidentes, los alcohólicos habituales, los
peligrosos y los delincuentes juveniles.80 En estos casos la medida sería aplicada
siempre que la pena no fuera eficaz, actuando como un sustituto para proteger a la
sociedad y dar un tratamiento al individuo.
Ferrari expone las características de esta primera versión de la medida de
seguridad:
a) se atribuye prioritariamente al juez; b) se pronuncia en forma se sentencia
relativamente indeterminada, con duración condicionada a la cesación de la
peligrosidad ;c) se basa en la peligrosidad del criminal; d) se ejecuta en
establecimientos especializados y adecuados al tratamiento del peligroso; e) se
constituye en medida complementaria, algunas veces sustitutiva de la pena,
ampliándose a aquellos delincuentes incorregibles para los cuales la ejecución de
la pena sería ineficaz.81
En el Brasil la medida de seguridad es sistematizada por primera vez en 1903
(Decreto 1.132 de 1903) y determinaba que los llamados “alienados” que ofendiesen el
orden público y la seguridad fueran puestos en instituciones propias.
78
V. VON LITZ, Franz, La idea de fin en el Derecho Penal, Valparaíso, 1984, p.120, citado por
ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños”…, pp. 1130.
79
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de Segurança e Direito Penal no Estado Democrático de Direito,
pp. 29.
80
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de Segurança e Direito Penal no Estado Democrático de Direito,
pp. 29.
81
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de Segurança e Direito Penal no Estado Democrático de Direito,
pp. 30.
51
En 1940 el Código Penal adoptó por primera vez expresamente la medida de
seguridad con el sistema del “duplo binario”. Según esta concepción la medida era
alguna vez sustituta de la pena, y en otra su complemento, siendo impuesta tanto al
imputable como al inimputable. Sobre este tema, una vez más enseña Ferrari:
Divididas en detentivas o no detentivas, las medidas de seguridad se
clasificaban como personales, por la gravedad del delito, bien como la
peligrosidad del agente, admitiéndose, con todo, medidas de naturaleza
patrimoniales, de las cuales ejemplos son el confisco, la interdicción de
establecimiento y la interdicción de la sede de la sociedad o asociación (Art.
100). Se trataba, así, de una respuesta penal justificada por la peligrosidad social,
puniendo el individuo no por lo que el hizo, más por lo que él era.82
Podemos así sistematizar las principales características de la medida de
seguridad en la redacción originaria del Código Penal de 1940:
a)
Podrían ser sometidos a la medida de seguridad los “irresponsables”,
sustituyendo la pena para los reincidentes en delitoes dolosos, considerados peligrosos
si su pena fuera mayor que 5 años o si su delito se relaciona con la ociosidad, la
vagancia o la prostitución;
b)
La medida de seguridad solamente termina con la completa cura, no
teniendo límite máximo, solamente límite mínimo;
c)
Podría ser aplicada la medida de seguridad como medida preventiva a
quién no ha cometido delito, siendo suficiente los hechos socialmente peligrosos (cuasi
crímenes);
d)
Los principios de jurisdicción y competencia fueron adoptados
relativamente, ya que fueron previstas situaciones de presunción legal de peligrosidad,
hipótesis en que la ley sustituye al juez; y,
e)
Fue prevista la posibilidad de aplicación de la medida de seguridad
provisoria, o sea, sin respetar la presunción de inocencia.
82
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de Segurança e Direito Penal no Estado Democrático de Direito,
pp. 31.
52
Sintetizando el pensamiento de esta época traemos los argumentos del propio
legislador, encontrados en la Exposición de Motivos del mismo Código Penal:
Es notable que las medidas solamente represivas y propiamente panales se han
revelado insuficientes en la lucha contra la criminalidad, en particular en contra
de sus formas habituales. Al lado de esto existe una criminalidad de los
enfermos mentales peligrosos. Estos, exentos de pena, no eran sometidos a
ninguna medida de seguridad o custodia si no los casos de inmediata
peligrosidad. Para corregir la anomalía, fueron instituidas, al lado de las penas,
que tienen finalidad represiva e intimidante, las medidas de seguridad. Éstas,
aunque aplicables en regla post delictum, son esencialmente preventivas,
destinadas a la segregación, vigilancia, reeducación y tratamiento de los
individuos peligrosos, aunque moralmente irresponsables.83
Más de 40 años después, la reforma de la parte general del Código Penal, en
1984, trae el actual escenario de la medida de seguridad. Posteriormente este trabajo
hará un análisis más detenido.
2. La Medida de Seguridad en Brasil
Derecho Penal, Medida de Seguridad y Control Social
Se ha podido observar que la medida de seguridad surge en el escenario jurídico
como una sanción penal dirigida hacia la defensa social, ante el peligro que
representaban los criminales vistos como incorregibles. La idea central sería la
segregación como una opción terapéutica para todos los considerados como peligrosos
con el fin de prevenir la comisión de nuevos delitos. De igual forma se pudo observar
que la lógica de su inserción en el ejercicio del jus puniendi estatal es el control, a través
de la segregación, o sea, de la exclusión indefinida de la convivencia social. De hecho,
como ya fue visto, el propio Von Litz reconoce que la sociedad necesita de una nueva
forma de protección contra los que llamó irrecuperables, ya que no se podría decapitar,
83
BRASIL. Decreto-Lei nº 2.848, de 7 de dezembro de 1940. Institui o Código Penal. Diário Oficial da
República do Brasil, Poder Executivo, Brasília, DF, 31 dez. 1940.
53
ahorcar o deportar estos individuos, siendo el Derecho Penal llamado a intervenir para
promover el control social de los que entiende como no susceptibles de recuperación.
En el primer capítulo se estudió detenidamente que el trato dado por la sociedad
a las personas que sufren trastornos mentales, parte de la discriminación por sus
diferencias y las lleva hasta la invisibilidad y la demonización, culminando en su
exclusión. En gran medida, esto pasa por el hecho de que el Estado no cumple con su
obligación de proteger estos sujetos contra la violación de sus derechos humanos por
terceros, es decir no actúa de forma preventiva ni represiva, tampoco es capaz de
adecuar su legislación para atender a los compromisos firmados ante la comunidad
internacional. De hecho, la negligencia es una característica de la actuación del Estado
en el tema de la salud mental, siendo que lamentablemente esta omisión de deberes
constitucionales no es la única conducta reprochable del Estado, puesto que como
veremos en los casos estudiados en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos,
dentro del tercer capítulo84, el Estado actúa muchas veces, a través de sus agentes,
agrediendo directamente la integridad física, moral y síquica de estos ciudadanos.
En este contexto el Derecho Penal, infelizmente, no escapa a la lógica descrita
cuando establece lo que Zaffaroni llama: “dualidad de los tratos penales”, que ejerce un
control penal diferenciado de acuerdo con la calificación del sujeto que cometió el
delito: amigo o enemigo, igual o diferente, o, como prefiere el autor, “la represión penal
siempre se ejerció de modo diferente, según sus destinatarios fuesen iguales o
extraños”. 85 En estos regímenes, donde tienen especial destaque el nazismo, el fascismo
y el estalinismo, el Derecho Penal establecía criterios muy variables, destinando las
garantías y beneficios a los iguales y la exclusión que llegó hasta la muerte sumaria en
los regímenes dictatoriales.
84
85
Caso Ximenes Lopes v.Brasil y Caso Victor Congo v. Ecuador.
ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños…, pp. 1122.
54
La escuela positivista, creadora de la medida de seguridad, fue una gran
motivadora del trato desigual que debería ser puesto en práctica por el Derecho Penal,
considerando al criminal como alguien biológicamente inferior, y afirmando que el
Derecho Penal, como ya fue visto, actúa en favor del criminal y no de la sociedad, como
debería. Tristemente se mantiene la misma actuación penal excluyente del siglo XIX, en
contra de todos los logros de las ciencias humanas, de la medicina y del Derecho, sobre
todo en lo que se refiere a los Derechos Humanos.
La existencia de la medida de seguridad refleja que el Derecho Penal tiene
claramente dos medidas: los iguales tienen acceso a los derechos y garantías del sistema
jurídico nacional e internacional86, mientras que los diferentes, los que tienen trastornos
mentales, son vistos como peligrosos, como amenazas - no como seres humanos, y,
consecuentemente, son vistos y tratados por el Derecho de la misma forma determinista
de siglos atrás. Véanse las palabras de Zaffaroni:
Desde el proyecto suizo de Stooss se teoriza un Derecho Penal para iguales y
otro para extraños, destinando a los primeros penas retributivas y a los segundos
medidas que están con un pie en el penal y otro en la coerción administrativa
directa, pues responden a la peligrosidad positivista. En definitiva, son penas sin
los límites ni garantías de las penas [...].87
Lo que no se puede dejar de tomar en cuenta es que no hay lugar en el Estado
Democrático de Derecho para tal trato discriminatorio. Esto implicaría el forzoso
reconocimiento de que el Código Penal está por encima de la constitución y de los
parámetros normativos internacionales para los derechos humanos. Lo que se observa es
una ofensa a los principios constitucionales más relevantes, los cuales garantizan el
86
Vale recordar que esta afirmación se refiere a lo dispuesto en las normas jurídicas y no corresponde
enteramente ni a la realidad fáctica vivida por los “iguales” o “normales” en la mayoría de los países del
mundo. De hecho, existe una brecha entre las previsiones legales sobre los derechos humanos y el
efectivo cumplimiento de estas normas para todos.
87
ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños”, pp. 1131.
55
respeto a la dignidad de la persona humana sin excepción, como establece el propio
cuerpo legal.
Los principios de la proporcionalidad y de la igualdad, fundamentales para el
Estado Democrático de Derecho, se encuentran flagrantemente vulnerados. Obsérvese
un ejemplo de fácil constatación, como el que regala Ary Queiroz Vieira Júnior:
Dos individuos cometen el delito de lesión corporal seguida de muerte (Art.
129, §3º,CP), uno es imputable y el otro inimputable. El imputable va sujetarse a
una pena de cuatro a doce años de prisión. El inimputable, todavía, se quedará
internado en un hospital de custodia, y se sabe solamente que va tener un plazo
mínimo fijado, y que corre serios riesgos de quedarse en esa condición por toda
la vida.
Y sigue su discurso haciendo un importante alerta:
Debemos analizar tanto la desmesurada desproporcionalidad, en el caso
mencionado, tanto cuanto denunciar y repudiar la inicua discriminación que se
hace entre imputable e inimputable, impidiendo este de saber cuales son los
límites de la actuación estatal en la ejecución de la medida preventiva que va
estar el sujeto a cumplir. 88
De igual forma es alcanzado el principio de la humanidad de las penas, que
prohíbe el trato cruel, inhumano y degradante, al establecer la medida de seguridad una
intervención estatal con un límite máximo extremamente dilatado (30 años), tiempo más
que suficiente para afectar de forma irreversible la vida de cualquier ser humano.
En verdad, la adopción del modelo organicista como preponderante en la
actualidad reafirma la causa biológica de los trastornos mentales y se convirtió en la
justificación perfecta y absoluta para el tratamiento de exclusión dado a los enfermos
mentales adentro del sistema penal. Se trata de verdadero ejemplo de Derecho Penal del
enemigo, como afirma Zaffaroni, que define las medidas de seguridad como “penas sin
88
VIEIRA JÚNIOR, Ary Queiroz. Indeterminação temporal da medida de segurança. Uma análise
constitucional. Ver em: <http://jus2.uol.com.br/doutrina/texto.asp?id=10677>, p.5.
56
los límites ni garantías de las penas”. 89 Es el mismo autor que explica que en la lógica
de Jakobs, el creador y defensor de lo que él mismo llama el Derecho Penal del
enemigo, según el cual, quien es calificado como enemigo no es considerado como
persona, admitiendo que algunas personas son peligrosas y, por lo tanto, deben ser
tratadas de forma diferente y más severa, cosificando a estos seres humanos, sacándoles
la condición de personas y, consecuentemente, no son asegurados por el ordenamiento
jurídico, como los demás. La tendencia es un Derecho Penal extendido al máximo para
estas consideradas como “no personas” en donde todo es permitido en nombre de la
seguridad, de la prevención.
El Derecho Penal debería ser un sistema de garantías para todos, como entiende
Ferrajoli, no siendo aceptable un doble orden jurídico que segrega y sanciona casi
ilimitadamente a una persona que, reconocidamente, no es culpable por sus actos.90 De
esta manera es posible observar que la propia idea de la medida de seguridad, de la
forma como la conocemos, no es compatible con el Estado Democrático de Derecho y
sus principios fundamentales, actuando como un verdadero mecanismo paralelo de
control social de los indeseables e incorregibles. Se trata de una medida realmente
desproporcional, desigual e inhumana, que no se somete a las reglas máximas del
Estado. Con el fin de profundizar lo mencionado, en el próximo acápite se hará el
análisis particular del instituto jurídico de la medida de seguridad tal como es concebida
hoy en Brasil.
El Actual Reglamento de la Medida de Seguridad
Comprendidas las raíces históricas, y los fundamentos dogmáticos y teóricos en
que se basa el mecanismo de la medida de seguridad, resulta más fácil entender su
actual concepción y la lógica de su inserción en la dinámica de la represión penal.
89
90
ZAFFARONI, Raúl Eugenio. La legitimación del control de los “extraños…, pp. 1131.
FERRAJOLI, Luigi. Derecho y Razón, Madrid, Editorial Trota, pp. 331.
57
Consiguientemente en esta parte del trabajo se hará una sistematización de las
características generales del tratamiento legal que recibe la medida de seguridad
actualmente en Brasil, para que al final se pueda observar en que medida este
mecanismo produce el control de la locura y si es pertinente este control en el Estado
Democrático de Derecho.
Se puede afirmar que la medida de seguridad es una sanción penal aplicada
después del hecho criminoso al sujeto que no resulta culpable pero que si es
considerado peligroso, como una forma de tratamiento que tiene por objetivo su
resocialización
y, simultáneamente, impedir la práctica de nuevos crímenes. Este
concepto es una propuesta de este trabajo, y fue formulado a partir de la suma de lo que
se consideró como las principales características de la medida de seguridad en estudio,
con el fin de aportar una visión más holística y, a la vez, analítica del mismo. En líneas
posteriores se estudiará cada uno de los elementos que lo forman.
a)Naturaleza Jurídica
El primer dato que se puede recoger de este concepto es la naturaleza jurídica de
la medida de seguridad. En efecto, así como las penas, las medidas de seguridad surgen
como sanción penal, o sea, como respuesta del Estado y, por lo tanto, es parte del
ejercicio del jus puniendi como una forma más de control social. En este caso específico
hemos visto que la medida de seguridad nació para intervenir ante la insuficiencia de la
pena, dirigiéndose inicialmente a los reincidentes y a todos los considerados peligrosos.
Solamente a posteriori tuvo restringida su actuación a los llamados en su época como
alienados.
Como se pudo observar, antes de la reforma de 1984 era posible que la medida
de seguridad sea impuesta a los imputables y también que se la imponga una autoridad
administrativa, no necesariamente pasando por el control judicial. Sin embargo, en la
58
actualidad no se puede concebir que una sanción penal, que nítidamente implica una
supresión de derechos, no tenga carácter – y control - necesariamente jurisdiccional. En
este punto concordamos con Ferrari cuando justifica que:
La legitimación de la medida de seguridad y de la penas son las mismas. Las
fuentes constituyen la necesidad de defensa social, eminentemente presente en el
Estado Democrático de Derecho, configurando la jurisdiccionalización una
característica imprescindible. La jurisdiccionalidad constituye una garantía de
los individuos, no impidiendo que técnicos especialistas en terapéutica deban
acompañar la ejecución de la medida de tratamiento. 91
De igual forma, la naturaleza jurídica de sanción penal implica que la medida de
seguridad sea aplicada solamente como respuesta al hecho ilícito y típico, ya no siendo
aplicable en los casos de “delito imposible y en las hipótesis de ajuste, instigación o
auxilio si el delito no llega, por lo menos, a ser intentado”, como nos recuerda Mirabete
que fue admitido antes de la reforma de 1984 al Código Penal.92
b) Medida de Seguridad y Pena
Teniendo la misma naturaleza jurídica y surgiendo, como se mencionó, para
atender al mismo fín, pena y medida de seguridad guardan entre si muchos puntos en
común, lo que lleva a que la doctrina discuta la identidad o no entre estos institutos
penales. Se puede decir que la doctrina mayoritaria no cree en esta identidad. Los
motivos, sintéticamente, son:
1.
Las penas se aplican a los imputables y las medidas de seguridad a los
inimputables;
2.
Las penas tienen fin retributivo, mientras la medidas de seguridad buscan
la prevención;
3.
La penas presuponen la culpabilidad, juicio de valor que se basa en la
condición personal del sujeto en el pasado, precisamente en el momento de la comisión
91
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de segurança e direito penal no estado democrático de direito.
São Paulo: RT, 2001, pp. 78.
92
MIRABETE, Julio Fabrini. Manual de Direito Penal – Vol. 1. São Paulo: Atlas, 22ª ed., 2005, pp. 366.
59
del delito, y la medida de seguridad presupone la peligrosidad, juicio que se dirige hacia
el futuro;
4.
Las penas son proporcionales al delito cometido, las medidas de
seguridad no lo son, pero tienen como único parámetro la existencia de peligrosidad;
5.
Las penas son temporalmente determinadas y fijadas por el juez en una
sentencia condenatoria y la medida de seguridad no posee la previsión legal de un
máximo de duración, tampoco el juez determina un plazo máximo, teniendo en cuenta
además que la medida de seguridad se fundamenta en una sentencia absolutoria.
Sin embargo, la doctrina minoritaria, pero ya muy representativa, defiende que
“la diferencias son meramente conceptuales y, por lo tanto, no convencen”, como aporta
Vinicius de Toledo Piza Peluso.93 Para los autores de esta corriente, pena y medida de
seguridad son equivalentes, rechazando los tradicionales argumentos enumerados.
No es una verdad absoluta que las penas son destinadas a los imputables y las
medidas de seguridad a los inimputables ya que hay inimputables que pueden recibir
pena y no medida de seguridad. Esto no se basa en ninguna afirmación concreta de su
peligrosidad, pero si a una presunción legal, de acuerdo con el artículo 26, Pár. Único
del Código Penal, que prevé la llamada semi-imputabilidad, penada con la disminución
de 1 a 2/3 de la pena.94
Desde hace mucho tiempo también se reconoce que la pena tiene la finalidad
preventiva, tanto especial cuanto general. En este punto es útil volver en el tiempo para
ver cómo y para qué nace la medida de seguridad, así se puede identificar la extrema
semejanza de ambas en su finalidad, ya que este instituto surge precisamente para
93
PELUSO, Vinicius de Toledo Piza. A medida de segurança de internamento para inimputáveis e seu
prazo máximo de execução. Ver en: http://www.editorajuspodivm.com.br/i/f/%7B1D000601-34CD453A-A7CD-F866160363D4%7D_amedida.pdf, pp. 3.
94
Anexo, pp.
60
sustituir a la pena en el momento que perdía la guerra contra la criminalidad. Como
señala Paulo Queiroz:
[... ]en esencia, las medidas de seguridad buscan los mismos fines señalados a la
pena: prevenir reacciones públicas o privadas arbitrarias contra el criminal
inimputable (prevención general negativa) y prevenir la reiteración de delitos
(prevención especial). La finalidad de la intervención jurídico - penal es, pues,
en ambos los casos, la protección subsidiaria de bienes jurídicos relevantes. 95
Del mismo modo no se puede negar que, en realidad, la medida de seguridad
tiene las mismas finalidades y consecuencias prácticas que la pena en cuanto a la
retribución de un mal con otro mal. El hecho típico e ilícito es sancionado de tal forma
que no puede ser despreciable ni el más pequeño sufrimiento ni la privación de derechos
que sufre el que está sometido a la medida de seguridad. Levorin y Basileu Garcia
alertan sobre otra gran semejanza entre los dos institutos, referida al hecho de que
ambos afectan los mismos bienes jurídicos.
9697
Además, cuando se considera que la
tutela del Estado en este caso no tiene delimitada su duración, entonces es posible
concluir con Heleno Claudio Fragoso que su carácter aflictivo puede ser más grave que
el de la pena.98
De igual forma el Derecho Penal siempre ha utilizado el concepto de
peligrosidad para dosificar su intervención en los imputables, como sucede cuando se
quiere negar o no la libertad provisoria en el curso del proceso penal, para definir el
régimen inicial de cumplimiento de la pena, o para dosificar la pena, como manda el
95
QUEIROZ, Paulo. Penas e medidas de segurança se distinguem realmente? Ver em:
http://pauloqueiroz.net/penas-e-medidas-de-seguranca-se-distinguem-realmente/, pp. 1.
96
GARCIA, Basileu. Instituições de Direito Penal, v. 1, t. 1, Max Limonad, 4ª ed, 40ª tir, 1978, pp. 594,
citado por: LEVORIN, Marco Polo. Princípio da legalidade na medida de segurança: determinação do
limite máximo de duração da internação. São Paulo: Juarez de Oliveira, 2003.
97
LEVORIN, Marco Polo. Princípio da legalidade na medida de segurança: determinação do limite
máximo de duração da internação. São Paulo: Juarez de Oliveira, 2003, pp. 163.
98
FRAGOSO, Heleno Cláudio. Lições de Direito Penal – Parte Geral. RJ: Forense, 13ªed., 1991, pp.
387.
61
artículo 59 del Código Penal brasileño99. Entonces no se puede decir que la peligrosidad
es un criterio solamente utilizado para la medida de seguridad, tampoco se puede
afirmar que estas medidas miran solamente hacia el futuro, toda vez que la actividad
jurisdiccional del Estado en el proceso se dirige y se fundamenta en un hecho pasado,
vale decir, el delito cometido. Es lógico que sin éste no hay razón para la existencia de
la sanción penal.
Por último, el Supremo Tribunal Federal, la Corte Constitucional brasileña, al
decidir el Habeas Corpus número 84.219 en 16/08/2005 en favor de Maria de Lourdes
Figueiredo, que se encontraba hace más de 30 años cumpliendo una medida de
seguridad, decidió someter los artículos del Código Penal (Arts. 75 y 97) y de la ley de
ejecución
penal (Art. 183) que trataban la medida de seguridad por tiempo
indeterminado a los parámetros constitucionales para el cumplimiento de la pena, vale
decir, la prohibición de prisión perpetua y la limitación de 30 años. 100 Así, pena y
medida de seguridad pasaron a tener un mismo plazo para su límite de cumplimento.
Por otra parte, en lo que toca a la naturaleza jurídica de la sentencia que impone
la medida de seguridad hay una incongruencia flagrante, ya que la sentencia absuelve al
sujeto y, al mismo tiempo, le impone una sanción penal que le priva del ejercicio de
innumerables derechos fundamentales. Sobre esta crítica comenta Fernando da Costa
Tourinho:
[...] en nuestro código ella se inserta entre las sentencia absolutorias, pero la
doctrina, sin perdonar al legislador, prefiere nombrarla como sentencia
absolutoria impropia, para distinguir de la genuina absolutoria, por la cual se
deshecha la pretensión punitiva de la acusación, sin que pueda el juez, ni si
quiera, aplicar la medida de seguridad. 101
99
PELUSO, Vinicius de Toledo Piza. A medida de segurança de internamento para inimputáveis e seu
prazo máximo de execução. Ver en: http://www.editorajuspodivm.com.br/i/f/%7B1D000601-34CD453A-A7CD-F866160363D4%7D_amedida.pdf, pp. 3.
100
Código Penal Brasilero y Ley de Ejecución Penal en el anexo, pp.
101
TOURINHO FILHO, Fernando da Costa. Processo Penal, v. 4ª, São Paulo: Ed Saraiva, 2005, pp.207.
62
El mismo autor complementa el mencionado aporte afirmando que es un
entendimiento pacífico en la doctrina italiana que se trata de una sentencia condenatoria
ya que implica una restricción impuesta por un juez penal.
Por fin, se ha visto que muchos autores están de acuerdo en que ontológicamente
no hay distinción entre pena y medida de seguridad, como afirma Noronha.102 Véanse
las palabras de Paulo Queiroz:
[...] distinción ontológica alguna hay entre penas y medidas de seguridad, pues
ambas persiguen, esencialmente, los mismos fines y presuponen el concurso de
idénticos presupuesto de punibilidad: hecho típico, ilícito, culpable103 y punible.
La distinción reside, por lo tanto, únicamente, en las consecuencias: los
imputables están sujetos a la pena, los inimputables a la medida de seguridad,
atendiéndose a un criterio de pura conveniencia político-criminal, adecuación de
la respuesta penal.104
No obstante estas consideraciones, es necesario afirmar que ninguna actuación
estatal, tenga el nombre o la naturaleza jurídica que tenga, puede estar al margen de la
fuerza limitadora y garantista del principio de la dignidad humana y de los derechos
humanos en general, como valores fundantes del estado de derecho. Así que la
discusión sobre la identidad o no de las medidas de seguridad y penas es muy poco
relevante cuando se la coloca en la balanza con la dignidad de la persona humana,
considerada como un fundamento del Estado brasileño.
En este sentido, se cierra este análisis afirmando con Muñoz Conde que “debe
partirse de que las medidas de seguridad son un instrumento más de control social, que
consiste en la limitación de derechos individuales impuesta coactivamente por el
102
NORONHA, E. Magalhães. Direito Penal – Vol 1 Introdução e Parte Geral. São Paulo: Saraiva, 35ª
ed., 2000, pp. 314.
103
Se refiere el autor al hecho de que las otras formas de excluir la culpabilidad también son validas para
los inimputables y, se están presentes, no autorizan la medida de seguridad.
104
QUEIROZ, Paulo. Penas e medidas de segurança se distinguem realmente..., pp. 2.
63
Estado, razón más que suficiente para tratarlas como las penas desde el punto de vista
de las garantías”. 105
c) Presupuestos
Observando el concepto de medida de seguridad propuesto en este trabajo,
igualmente se encuentran los presupuestos para la aplicación de la medida de seguridad:
el delito y la peligrosidad. En primer lugar es relevante aclarar que el concepto de delito
es aquél que se comprende como el hecho típico, ilícito y culpable, ya que, como enseña
Bittencourt:
[...] es indispensable que el sujeto haya practicado un ilícito típico. Así, dejará de
existir ese primer requisito si hay, por ejemplo, excluyentes de criminalidad,
excluyente de culpabilidad – con excepción de la inimputabilidad – o aún si no
hay prueba del delito o de la autoría etc. Resumiendo: la presencia de
excluyentes de criminalidad o de culpabilidad y la ausencia de prueba impiden la
aplicación de la medida de seguridad. 106
Ninguna novedad representaría esta ya tradicional concepción de delito si la
misma doctrina no insistiera en que las excluyentes de culpabilidad, una vez confirmada
la inimputabilidad, no se aplicarían más al sujeto. En este sentido el presente trabajo
defiende que no hay ningún motivo técnico jurídico para excluir que los inimputables
puedan actuar bajo el efecto de la coacción moral irresistible, o que obedezcan a un
orden manifiestamente ilegal o, aún, que estén bajo el efecto de error de prohibición
inevitable. Evidentemente, si existen algunas de las excluyentes de culpabilidad
mencionadas, no es posible la aplicación de la medida de seguridad.107
La peligrosidad, según cuenta la historia de la medida de seguridad, es la propia
razón del nacimiento del instituto. De hecho ya fue visto en este trabajo que la
105
MUÑOZ CONDE, Francisco / GARCIA ARÁN, Mercedes. Derecho Penal – Parte General, 3ª ed.,
Valencia: Tirant lo blanch, 1998, p. 636, citado por: PELUSO, Vinicius de Toledo Piza. A medida de
segurança de internamento para inimputáveis e seu prazo máximo de execução. Ver en:
http://www.editorajuspodivm.com.br/i/f/%7B1D000601-34CD-453A-A7CDF866160363D4%7D_amedida.pdf,
106
BITTENCOURT, Cezar Roberto. Tratado de Direito Penal, Vol 1, 10ª. Ed, São Paulo: Saraiva, 2006,
pp.681.
107
QUEIROZ, Paulo. Penas e medidas de segurança se distinguem realmente?..., pp.1.
64
insuficiencia de la actuación de la pena para el control de los “peligrosos” motiva el
pensamiento en una nueva opción de sanción penal que sea más eficaz.
Volviendo a la actualidad, podría afirmarse que, existiendo un delito – el primer
presupuesto -, entonces se evidencía la peligrosidad del sujeto, el segundo presupuesto,
para saber si es aplicable o no la medida de seguridad. Sin embargo, lo que se averigua
en el proceso es simplemente la existencia de la inimputabilidad, según manda el
artículo 26 del Código Penal,108 ya que en Brasil en verdad la peligrosidad es una
presunción legal para los considerados inimputables y atiende a la lógica de que una vez
inimputable, necesariamente sería el sujeto peligroso. Como alerta Mirabete:
En cuanto a la aplicación de la medida de seguridad, la ley presume la
peligrosidad de los inimputables, determinando la aplicación de la medida de
seguridad a aquél que cometió el ilícito y se presenta en las condiciones del
artículo 26. En este caso, la aplicación de la medida de seguridad es
obligatoria.109
Si por un lado la peligrosidad presumida es prevista para los inimputables, en la
legislación brasileña la peligrosidad real es solamente aplicada a los imputables con
capacidad disminuida, como correctamente considera Ney Moura Teles a los tradicional
y curiosamente llamados semi-imputables. En efecto el artículo 98 del Código Penal
prevé que estas personas, conceptuados en el párrafo único del artículo 26 como los que
tienen relativa comprensión de la realidad o relativa capacidad de auto determinación,
reciben pena privativa de libertad con disminución de 1 a 2/3, y no medida de
seguridad. Si el juez observa necesidad de tratamiento para estas personas con
capacidad disminuida, sea ambulatoria o de internación, éstos pueden tener su pena
sustituida por una medida de seguridad. En este caso dos peculiaridades deben ser
108
Art. 26 - É isento de pena o agente que, por doença mental ou desenvolvimento mental incompleto ou
retardado, era, ao tempo da ação ou da omissão, inteiramente incapaz de entender o caráter ilícito do fato
ou de determinar-se de acordo com esse entendimento. Parágrafo único - A pena pode ser reduzida de um
a dois terços, se o agente, em virtude de perturbação de saúde mental ou por desenvolvimento mental
incompleto ou retardado não era inteiramente capaz de entender o caráter ilícito do fato ou de determinarse de acordo com esse entendimento.
109
MIRABETE, Julio Fabrini. Manual de Direito Penal..., pp. 364.
65
resaltadas: a) la previsión de un tiempo mínimo (un a tres años), que es igual para
cualquier medida de seguridad, y la existencia de un tiempo máximo, ya que la tutela
estatal no podrá exceder la pena in concreto inicialmente prevista; y, b) la consideración
por el juez de la peligrosidad, siendo real y no más presumida, exige que haya un
examen pericial que certifique la necesidad del tratamiento.
De hecho, lo único que hace el juez es definir el tipo de medida que va a ser
aplicada, y, aún así, la discrecionalidad es extremamente reducida. Una vez más se tiene
la exactitud matemática característica del positivismo: si es cometido un delito
sancionado con reclusión, necesariamente habrá internación; si es cometido un delito
para el cual se prevé la detención, ahí recién el juez podrá escoger entre la internación o
el tratamiento ambulatorial. Con seguridad prevé el Código Penal brasileño en su
artículo 97: “Si el agente es inimputable, el juez determinará su internación (art. 26). Si,
todavía, el hecho previsto como delito es punible con detención, podrá el juez somételo
al tratamiento ambulatorial”.
Hechas estas consideraciones cabe preguntarse: ¿Qué es al final la peligrosidad?
Según Ferrari se trata “del estado de lo que es peligroso, consistiendo en el conjunto de
circunstancias que indican la probabilidad de alguien para practicar o volver a practicar
un delito”. 110 Concepto semejante ofrece Fragoso al decir que “la peligrosidad es un
pronóstico, un hecho probable [...] es el estado síquico del agente como probable causa
de nuevos crímenes”.
111
De igual forma se añade la visión de Aníbal Bruno quien
entiende que “la peligrosidad criminal consiste en un estado grave de desajuste a las
normas de convivencia social”. 112
110
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de segurança e direito penal no estado democrático de direito...,
pp. 153.
111
FRAGOSO, Heleno Cláudio. Lições de Direito Penal – Parte Geral. RJ: Forense, 13ªed., 1991, pp. 24.
112
BRUNO, Aníbal. Direito Penal, parte geral. RJ: Forense, 2ª ed., 1996, v. I, t. II e III, citado por:
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de segurança e direito penal no estado democrático de direito. São
Paulo: RT, 2001, pp. 157.
66
Es necesario resaltar que se trata de un concepto que nace en el siglo XIX,
cuando se creía en el determinismo biológico y se imaginaba que la ciencia podría
prever el comportamiento criminal. Ahora se acredita que no la ciencia, pero si la ley,
puede presumir abstractamente que todas las personas consideradas como inimputables
son peligrosas y, como consecuencia, necesitan una intervención estatal que ya no es
considerada ilimitada ya que hay un límite máximo de solamente treinta años.
De igual forma vale recordar la extrema semejanza de la formulación actual de
peligrosidad con los conceptos del Derecho Penal del autor, famosa formulación del
Derecho Penal nazista. Para ellos, como resalta Muñoz Conde, “lo relevante no era el
hecho delictivo cometido, sino la „perversión‟, „inclinación o tendencia al delito‟ o
„peligrosidad criminal‟ que pudiera tener el autor ”. 113
Es evidente que la noción de enfermedad mental como sinónimo de peligro es
parte de lo que Foucault llamó “dispositivo de control-dominación de la locura”. 114 Este
control es ejercido por todo el complejo sistema de actuación penal, ya que la
probabilidad de volver a cometer crímenes, es presumida por la ley, y hace parte de la
propia inimputabilidad y así fundamenta la obligatoria aplicación de la medida de
seguridad. Véase el argumento de Ferrari: “La peligrosidad criminal se funda en la base
legal de que los enfermos mentales probablemente practicarán nuevos ilícitos típicos,
movidos por ciertos apetitos y impulsos, configurándose la medida de seguridad penal la
modalidad sancionatoria por excelencia para tratarlos o neutralizarlos”.115 Es inevitable
reconocer el carácter prejuicioso de esta afirmación, sobretodo con la constatación que
hace Restrepo:
113
MUÑOZ CONDE, Francisco. De nuevo sobre el “Derecho Penal del enemigo”, Derecho Penal del
Enemigo – el discurso penal de la exclusión, Buenos Aires, Euros Editores, 2006, vol 2, pp. 345.
114
FOUCAULT, Michel, História da Loucura. São Paulo, Perspectiva, 1995, pp. 244.
115
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de segurança e direito penal no estado democrático de direito, pp.
157.
67
Un examen detallado nos revela que la peligrosidad que suele presentar un loco
para la integridad de las personas es ínfima si se compara con los delitos
cometidos por los llamados normales, que en este terreno siguen llevando la
delantera. Las razones parecen ser de otro tipo. Más que representar un peligro
real, lo que hace el loco es provocar la imaginación colectiva, los sentimientos
de asco y de pudor, causando escándalo por su contravención a normas morales
y valores guardados con celo.116
Así, es evidente que la previsión de la peligrosidad presumida en el
ordenamiento jurídico, confirma la existencia de un injustificado tratamiento legal
diferente y más gravoso para los enfermos mentales.
Por orto lado, es posible entonces afirmar que la peligrosidad no es criterio
solamente para que los inimputables empiecen a cumplir la medida de seguridad, sino
también para concluir el cumplimiento de esta sanción, puesto que estas personas
necesitan de una evaluación de su peligrosidad – que ya no es presunta – la cual tendrá
que afirmar que el supuesto estado peligroso terminó.
De todo lo expuesto se concluye con Delgado que en la formulación de la
peligrosidad hay una previsión “casi oracular” que se cree capaz de “proyectarse en la
vida futura del loco que cometió el delito”, insistiendo que éste “es siempre un
procedimiento de alta especialización y sutilísima incertidumbre”. 117 En verdad, queda
en el estudio de la peligrosidad algunas preguntas incómodas: ¿Por qué no se debe
cuestionar para el fin del cumplimiento de la pena si el imputable, aquél que libre y
concientemente optó por el delito, tiene alguna probabilidad de hacerlo de nuevo, y se
permite que la duda - ante el hecho de que es verdaderamente imposible afirmar que no
habrá reincidencia - milite en contra de alguien que no tuvo libre albedrío? Y, al final,
116
RESTREPO, Luis Carlos. Locura y Libertad. Bogotá, Colombia, Arango Editores, 3ª Edición, 2000,
pp. 49.
117
DELGADO, Pedro Gabriel. As razões da tutela – psiquiatria, justiça e cidadania do louco no Brasil.
RJ: Te Corá,1992, pp.9-11, citado por: DE MATOS, Virgílio. Crime e Psiquiatría..., pp. 93.
68
¿Quién – cual legislador, juez o psiquiatra - puede garantizar que una persona que
cometió un delito, con trastorno mental o no, no volverá a hacerlo?
d) Finalidades
Ya se tuvo oportunidad de mencionar en este trabajo, que para los más
conservadores la medida de seguridad tendría solamente la finalidad preventiva,
mientras que la pena buscaría solamente la retribución. Sin embargo, aunque a la
mayoría de los autores les cueste admitir, una parte de la doctrina afirma que la medida
de seguridad tiene, en la práctica de su cumplimiento, la misma naturaleza aflictiva que
la pena retributiva, afectando de forma tan o más cruel a los mismos bienes jurídicos. Si
a estos argumentos se agrega el hecho de que aquél que cumple la medida de seguridad
no tiene las mismas garantías que los condenados, esta situación se agrava mucho.
Compartiendo esta misma mirada, De Mattos es enfático al concluir que la persona con
trastorno mental que comete el delito tiene un tratamiento diferenciado no justificable
en el Derecho Penal, al afirmar que:
Comparece ya debidamente etiquetado por la pericia siquiátrica, tiene la
transformación de la pena en medida de seguridad y soporta un peso de
exclusión mucho superior aquel que, no teniendo cualquier compromiso de
orden mental, puede contar con determinados derechos mínimos, como, por
ejemplo, se insiste: la progresión de régimen, remisión por el trabajo,
libramiento condicional, indulto, etc. 118
A parte de esto, es evidente que también se intenta alcanzar la prevención a
través de la medida de seguridad, la cuestión es qué tipo o tipos de prevención es
buscada por este mecanismo. Se sabe que las teorías relativas que justifican el Derecho
Penal se dividen entre las que defienden la prevención general y las que abogan por la
prevención especial. La prevención general, a su turno, se divide en prevención general
negativa y positiva.
118
DE MATOS, Virgílio. Crime e Psiquiatría..., pp. 93.
69
En poca líneas se puede decir que la prevención general negativa, que tiene
como principal autor a Feuerbach, comprende que el Derecho Penal tiene como fin la
prevención general de nuevos delitos por el temor psicológico de la amenaza de la
sanción, que actuaría como motivador para que no se cometa el acto criminoso. La
seguridad de la punición es, por lo tanto, elemento clave para que las personas opten por
no delinquir. Según la doctrina, en la medida de seguridad no habría utilidad práctica en
la prevención general negativa. La justificación es que las personas inimputables no
tendrían capacidad, por su enfermedad, de comprender la norma y sentirse influenciados
negativamente a cometer del delito por ella. Una vez más explica Ferrari que “En
cuanto a la prevención general negativa, ineficaz es su función con referencia a los
delincuentes enfermos, ya que no poseen capacidad de ser intimidados por la norma, ni
discernimiento en cuanto a su comprensión”.119
En lo que toca a la prevención general positiva, ésta apuesta en la prevención del
delito por el carácter pedagógico de la sanción, que confirmaría los valores éticosociales afirmados por la norma.120 El Derecho Penal es, entonces, funcional para la
sociedad por estabilizar los conflictos que la violación de la norma trae. El derecho
viene a corregir los trastornos provocados afirmando la vigencia de la norma violada. La
confiabilidad de la sociedad en el sistema jurídico debe ser recompuesta por la
aplicación de la pena, siendo el delito “la expresión simbólica de la falta de fidelidad al
derecho” y la sanción “una expresión simbólica opuesta”.121 En este punto la doctrina
resalta la relevancia para la concepción de la medida de seguridad, que sería
responsable, mientras que la sanción penal, por trae de vuelta a la sociedad la
119
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de segurança e direito penal no estado democrático de direito,
pp. 61.
120
QUEIROZ, Paulo. Direito penal, introdução crítica. São Paulo, Saraiva, 2001, pp. 48.
121
QUEIROZ, Paulo. Direito penal, introdução crítica, pp.51.
70
estabilidad rota por el delito. La afirmación del derecho por la medida de seguridad,
entonces, podría traer la paz a la comunidad.
Finalmente, la prevención especial, también llamada individual, entiende que el
fin del Derecho Penal no está en la sociedad pero si en el propio sujeto infractor,
buscando “por medio de la pena, la neutralización del criminal, específicamente,
inhibiéndole de la práctica de nuevos delitos”.122 La actuación de la punición en el
hombre criminoso busca convertirlo en alguien que esté apto para la convivencia social,
esto podría ser logrado por la neutralización de sus impulsos. Para Von Litz, su
principal defensor, la protección de los bienes jurídicos podría ser alcanzada por la
sanción, toda vez que esta actuaría en la personalidad del sujeto evitando que él vuelva a
cometer crímenes.123 En el ámbito de la medida de seguridad el fin especial consiste en
la resocialización de la persona a través de su tratamiento. La segregación que implica
el tratamiento sería necesaria para la cura y ésta, presupuesto del fin de la intervención.
Así que para Ferrari, “el fin de la segregación de las medidas de seguridad criminales
existe, pero, subsidiario al fin de la socialización”.124 En otras palabras, el Derecho
Penal espera resocializar el individuo que ha cometido el delito a través de su
segregación.
Lo que se percibe del estudio de las teorías de la prevención, es que están
basadas en una noción de enfermedad mental y de tratamiento que se remonta al tiempo
en que fueron formuladas, por motivos obvios. En verdad, en fines del siglo XIX y
comienzo del siglo XX, la segregación podría ser defendible en forma de tratamiento.
Igualmente ¿sería comprensible que se idealice la cura de los trastornos mentales a
través de la ciencia?, o sería aceptable ¿que se vea al inimputable como el “alienado”,
122
QUEIROZ, Paulo. Direito penal, introdução crítica, pp.48.
QUEIROZ, Paulo. Direito penal, introdução crítica. Pp. 55.
124
FERRARI, Eduardo Reale. Medidas de segurança e direito penal no estado democrático de direito,
pp. 61.
123
71
como eran llamados en esta época los que sufrían de trastornos mentales, sin importar
su patología? O sea, aquél que no comprende integralmente que es cierto o errado, que
no puede ser influenciado por la norma jurídica. Por último, se podría defender de forma
razonable, en el inicio del siglo XX y, por lo tanto, antes del reconocimiento actual de
los derechos humanos, que la supuesta necesidad de defensa social de las personas con
enfermedad mental sea más relevante que su dignidad como seres humanos.
En el siglo XXI, y después de todo el aprendizaje histórico y el avance de la
psiquiatría, del Derecho Penal y de las conquistas de los derechos humanos, no se
pueden aceptar tales parámetros. Este punto será profundizado en el siguiente capítulo.
e) Plazo
Como ya se estudió anteriormente, la medida de seguridad en Brasil no tiene
previsión legal de tiempo máximo de duración. Lo único que hace el Código Penal es
poner un plazo mínimo ya que “como providencia judicial curativa, no tiene plazo cierto
de duración, persistiendo mientras hay necesidad del tratamiento destinado a la cura o a
la manutención de la salud mental de inimputable”, como explica Greco.125 El fin de la
peligrosidad, declarado por el psiquiatra, es la forma natural por la cual termina el
cumplimiento de esta sanción.
Ya se tuvo oportunidad de observar en este trabajo que en una reciente decisión
el Supremo Tribunal Federal estableció un límite máximo para el cumplimiento de la
medida de seguridad, conforme la prohibición constitucional de penas perpetuas. Esto
significó que este instituto, así como las penas, tiene el plazo máximo de 30 años. Se
reconoce lo importante que fue este paso, sin embargo, fue también demasiado limitado.
De hecho, se concuerda una vez más con Greco cuando dice que “concientes de
que el estado no ofrece el mejor tratamiento para sus enfermos, debemos dejar el
125
GRECO, Rogério. Curso de Direito Penal - Vol. 1, RJ: Impetus, 7ª ed., 2006, pp. 729.
72
raciocinio teórico y a la vez utópico de que la medida de seguridad va, efectivamente, a
ayudar el paciente en su cura”, y sigue el autor evidenciando que “el régimen de
internación empeora la condición del enfermo”, alertando de que ésta es la razón de la
adopción en el país, desde 2001, de la reforma psiquiátrica.126 En efecto, la ley Nº
10.216 de 6 de abril de 2001, sobre la cual se volverá posteriormente, reformula el
modelo de asistencia a la salud mental en Brasil, reconociendo la falencia del antiguo
modelo que se centraba en el hospital y en el internamiento. Para esto fueron tomadas
diversas medidas, entre ellas la prohibición de la creación de nuevos manicomios
públicos. De esta forma, no se puede dejar de concluir que es incomprensible que se
tenga que segregar al portador de trastorno mental por hasta treinta años a la espera de
un tratamiento que, ya se sabe, reconocidamente no funciona.
3.
Conclusiones
Partiendo del análisis histórico de la medida de seguridad, desde el derecho
romano, pasando por la edad media, la edad moderna y las escuelas penales, hasta los
días actuales, se percibe que ha nacido con dos finalidades primordiales: la cura a los
delincuentes más peligrosos de la sociedad y la defensa de esta misma sociedad, por
medio de las medidas de seguridad ya que la pena no fue eficaz para hacerlo.
A su turno, en Brasil esta medida se constituyó originalmente, del mismo modo,
para remediar la insuficiencia de la represión penal pero específicamente destinado a
una especie de criminalidad que se notó particular, o sea, el fin principal fue la
protección de la sociedad frente a los crímenes cometidos por las personas con trastorno
mental, llamados de “alienados”. Según se observa en la exposición de motivos del
Código Penal brasileño, todavía vigente, sus finalidades fueron – y son: la segregación,
la vigilancia, la reeducación y el tratamiento de estas personas vistas como peligrosas.
126
GRECO, Rogério. Curso de Direito Penal - Vol. 1, pp. 730.
73
Como fruto de esta intervención, la segregación sin límite que se vio y se ve en
la internación revela la existencia de dos Derechos Penales: uno para los iguales y otro
para los diferentes o extraños, como prefiere Zaffaroni. De hecho la medida de
seguridad entra en la lógica del Derecho Penal como un mecanismo de control social
que, por sus objetivos y características esta mucho más cercana del modelo de estado
nazi que del Estado Democrático de Derecho en que creemos vivir. El trato diferenciado
destinado a las personas con trastorno mental solamente se puede justificar por el
modelo determinista y discriminatorio típico del positivismo y francamente
incompatible con los principios constitucionales de la dignidad de la persona humana, la
proporcionalidad, la igualdad, y la humanidad de las penas, siendo incompatible su
existencia, de la forma como esta concebida actualmente, con el Estado Democrático de
Derecho.
El estudio del Código y su reglamento en el sistema penal brasileño refleja estas
constataciones cuando observamos las características principales de la medida de
seguridad. De hecho se pueden concluir los siguientes puntos:
1. Que tiene naturaleza jurídica de sanción penal, siendo parte del ejercicio del
jus puniendi estatal;
2. Que no posee con la pena diferencia ontológica ni práctica, siendo
mecanismos esencialmente equivalentes de represión penal que se destinan a personas
distintas y, como consecuencia, dan a unas el derecho del goce de las garantías del
estado de derecho y a otras, en situación de vulnerabilidad, en vez de potenciar estas
garantías, se les retiran las mismas de forma injustificable;
3. Que tiene como presupuestos el hecho criminoso y la peligrosidad, siendo
esta no observada en cada caso mas presumida como consecuencia de la constatación de
74
la inimputabilidad – imposible no hacer la comparación con el determinismo biológico
y el Derecho Penal del autor, típicos del nazismo;
4. Que tiene la misma naturaleza aflictiva y finalidad retributiva de las penas,
aunque sin las mismas garantías en contra del ejercicio del poder punitivo estatal, un
logro reclamado por Beccaria, desde el siglo XVIII;
5. Que tiene la medida de seguridad, así como las penas, la prevención como
finalidad ultima. En este punto se destaca la prevención especial de resocialización a
través del tratamiento médico, en su gran mayoría hecho mediante internación, a que
son sometidas las personas con trastorno mental que cometen crímenes y la inevitable
constatación de una contradicción ontológica al buscarse lograr sociabilidad con
segregación;
6. Que el plazo de cumplimiento de las medidas de seguridad ahora es limitado
a un lapso temporal que varía “solamente” de uno a treinta años, tiempo en que se
espera la cura y consecuentemente el fin de la peligrosidad;
Por todo lo expuesto se puede concluir que la medida de seguridad, de la forma
como es concebida y está prevista en el ordenamiento jurídico brasileño, en primer lugar
no es compatible con las propias bases de este mismo sistema jurídico, violando las
garantías constitucionales y de derechos humanos y potencializando además la
vulnerabilidad que padece la persona que sufre con trastorno mental. En segundo lugar
este instituto jurídico desconoce los principios básicos de reconocimiento y respeto a la
dignidad de la persona humana, consagrados en los instrumentos internacionales sobre
derechos humanos y en la jurisprudencia de los Tribunales especializados.127
En este sentido, es esencial detenernos a realizar un análisis particular sobre el
ordenamiento jurídico internacional referido a la dignidad de los enfermos mentales, así
127
Corte interamericana de Derechos Humanos y Corte Europea de Derechos Humanos.
75
como sobre la jurisprudencia internacional de la materia y finalmente estudiar las
peculiaridades de la legislación brasileña, aspectos que serán abordados en el próximo
capítulo.
76
CAPÍTULO III
Marco Legal para el Respeto a la Dignidad y los Derechos Humanos de las
Personas con Trastorno Mental que Cometieron Crímenes.
Todo tratamiento de personas que padecen de
discapacidades mentales debe estar dirigido al mejor interés del
paciente, debe tener como objetivo preservar su dignidad y su
autonomía, reducir el impacto de la enfermedad, y mejorar su calidad
de vida.
Corte Interamericana de Derechos Humanos
Del detallado análisis realizado en el capítulo anterior, es posible evidenciar que
la medida de seguridad es un instituto jurídico fundamentado en las corrientes de
pensamiento del positivismo y del determinismo, las cuales están muy lejos de los
modernos preceptos de defensa de los Derechos Humanos y de los principios del Estado
de Derecho. De esta manera, cabe cuestionar, cuál sería entonces la forma digna de
tratamiento de las personas que sufren con trastornos mentales que cometieron un
delito? Para responder esta cuestión, recurrimos al análisis del amplio abanico de
normas y estándares internacionales sobre el tema y a las normas pertinentes del
ordenamiento jurídico brasileño.
En este sentido, en el presente capítulo, se delinea el parámetro para el
tratamiento digno a los enfermos mentales autores de un delito, con el fin de proponer
recomendaciones para que sea eliminado el instituto de la medida de seguridad en el
ordenamiento jurídico brasileño, en conformidad con el respeto a los derechos humanos
de estas personas. Para el efecto, se analiza, en primera instancia, los instrumentos del
sistema global de protección de los derechos humanos y posteriormente se estudia el
sistema interamericano, cabe resaltar que actualmente, Brasil forma parte de ambos
sistemas internacionales de protección. Finalmente, se examinan las disposiciones
contenidas en la Constitución de la República Federal de Brasil de 1988 relacionadas
con el tema en estudio, así como las demás normas nacionales pertinentes.
77
1. Normas y Estándares Internacionales
Sistema Universal de Proteción de los Derechos Humanos
El surgimiento de mecanismos de protección a favor de las personas con
trastornos mentales autoras de delito, los cuales son manifiestamente opuestos a las
prácticas de
exclusión y el condicionamiento institucional, es un hecho histórico
demasiado reciente; no obstante, tal como se expuso anteriormente, las múltiples formas
de control social de la locura se hayan impuesto desde la antigüedad. En ese sentido, es
evidente el aporte del proceso de internacionalización de los derechos humanos que
comenzó en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial con la Declaración
Universal de Derechos Humanos, seguida por la suscripción de numerosos convenios y
acuerdos en la década de los sesenta, instrumentos que están dirigidos a todos los los
seres humanos y que, por tanto, incluyen a las personas con trastorno mental.
Sin embargo, es evidente también que estas normas generales no han producido
ningún impacto sobre el tratamiento otorgado por parte de los Estados a los enfermos
mentales. De esta forma, se hizo necesaria la imposición de instrumentos
internacionales que se ocuparan específicamente del tema, a fin de elaborar un estándar
uniforme para el tratamiento de estas personas, dado el reconocimiento de sus
necesidades y especial condición de vulnerabilidad.
En este sentido, a continuación se estudian los reglamentos y normas
internacionales pertinentes, así como se realizará una revisión de la sentencia proferida
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el Caso Ximenes Lopes vs Brasil,
que estableció una referencia importante en la hermenéutica de los instrumentos de
derechos humanos de los enfermos mentales.
78
Declaración de los Derechos de los Discapacitados Mentales
La primera declaración internacional para la defensa y el establecimiento de
algunas normas mínimas para el tratamiento de los discapacitados mentales se remonta
al 20 de diciembre de 1971, fecha en la que fue aprobada por la Asamblea General de
la ONU la llamada “Declaración de los Derechos de los Discapacitados
Mentales”.128 Este documento tiene el mérito de ser el primer instrumento internacional
que se ocupa, sobre todo, de la condición especial de los discapacitados mentales como
sujetos de derechos; sin embargo, es una iniciativa aún muy tímida, dado su carácter no
contractual, es decir los Estados signatarios no están, strictu sensu, obligados a su
cumplimiento y, por otra parte, aborda la cuestión de una manera muy compacta y con
poca profundidad.
Al respecto, cabe mencionar que la citada Declaración consta de sólo siete
artículos, tres de los cuales tratan temas relacionados con la interdicción judicial y los
procedimientos de protección de la propiedad. Otros dispositivos reclaman el derecho a
un tratamiento médico adecuado, así como a la "educación, capacitación laboral,
rehabilitación y orientación para poder aprovechar al máximo sus capacidades y
posibilidades" (art. 2). Del mismo modo, establece en su artículo tercero el derecho a la
seguridad económica y a llevar a cabo una actividad productiva y destaca en el cuarto
artículo, la necesidad de reconocer el derecho especial para poder participar en la vida
social y el derecho a ser protegido contra la explotación, el abuso o cualquier otra forma
de trato degradante (art. 5).
De esta manera, como se puede observar, este primer documento internacional
es aún insuficiente, puesto que deja mucho que desear en relación con el reconocimiento
128
NACIONES
UNIDAS. Declaración de los Derechos de las
Resolución 2542 del 09 de diciembre de 1975.
Personas
con
Discapacidad.
79
de los derechos de los discapacitados mentales en el mundo y no establece mecanismos
que garanticen su efectivo ejercicio.
Principios para la Protección de las Personas con Enfermedades Mentales y
el Mejoramiento de la Atención en Salud Mental.
Tuvieron que transcurrir 20 años para que el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos se vuelva a manifestar sobre el tema de los enfermos mentales. En
efecto, no fue hasta 1991 que la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución
No 46/119, que contiene los Principios para la Protección de las Personas con
Enfermedades Mentales y el Mejoramiento de la Atención en Salud Mental. Son 25
principios que son entendidos por la comunidad internacional como derechos
inviolables de las personas con enfermedad mental. Su importancia es reconocida
inclusive fuera del Sistema Global, habiendo sido utilizados como guía interpretativa
para la formación de jurisprudencia de la Comisión y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.
Dichos principios están referidos a los siguientes temas: derechos y libertades
fundamentales, la protección de los niños, la vida en comunidad, los criterios para la
determinación de un trastorno mental, examen médico, la confidencialidad, el papel de
la comunidad y la cultura, el nivel de atención, tratamiento, medicación, derecho a la
información, la vida en el centro de salud mental, la admisión, los recursos para dichos
establecimientos, los pacientes involuntarios, el acceso a la información, las personas
que cometen delitos y cuestiones de procedimiento.129
Como se puede apreciar, estos principios constituyen una lista muy detallada que
se convirtió en una verdadera norma internacional sobre el tema; sin embargo, en esta
oportunidad solamente serán analizados aquellos especialmente relevantes para los
129
NACIONES UNIDAS. Principios para la protección de las personas con una enfermedad mental
y mejorar la atención de la salud mental. G.A. Res. 119, UN GAOR, Supp 46a Sesion, N
° 49, Anexo, p. 188-192. U. N. Doc .A/46/49 (1991).
80
objetivos de este trabajo, es decir, para el reconocimiento de los derechos humanos y la
dignidad de las personas que sufren de trastorno mental.
El primer principio, que se titula "Derechos y Libertades Fundamentales”, es
uno de los más relevantes de este documento, pues reclama un tratamiento humano para
las personas con enfermedad mental y "el respeto a la dignidad inherente a la persona
humana" (Principio 1.2), además de la mejor atención médica disponible (Principio 1.1)
y el derecho a la protección contra cualquier tipo de explotación, abuso de cualquier
naturaleza y los tratos degradantes (Principio 1.3). Asimismo, incluye la prohibición de
toda discriminación por razón de trastorno mental y asegura que las personas con
trastornos mentales tienen derecho al disfrute de los derechos humanos en el derecho
internacional. Del mismo modo, cuando define la discriminación como "toda distinción,
exclusión o preferencia que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de derechos",
este documento viene a reforzar una vez más la idea de que el contenido del principio de
igualdad no es una excepción para los enfermos mentales.130
De otro lado, este documento afirma la dignidad de las personas que sufren de
trastorno mental y establece las características de un tratamiento igual de digno, tanto
desde el punto de vista médico como jurídico. Así, el derecho a vivir y trabajar en la
comunidad se ha insertado como el tercer principio, resaltando que la dignidad humana
no existe en el aislamiento y la exclusión. Del mismo modo, destaca el importante papel
de la comunidad y el respeto por la tradición cultural del paciente, ya
que son
fundamentales para el tratamiento, el cual debe ser el menos invasivo y restrictivo
posible (Principio 9). Igualmente, subraya la necesidad de protección del individuo
contra cualquier daño, ya sea de otros pacientes o del mismo personal técnico e incluso
130
NACIONES UNIDAS. Principios para la protección…
81
los daños y perjuicios que puedan resultar del uso injustificado de medicamentos, como
lo exige el principio 8.2.131
En conformidad con lo anotado precedentemente y siguiendo las últimas
tendencias de la psiquiatría moderna, es posible asistir también al surgimiento de un
cambio de prioridades en la práctica psiquiátrica, como destacó Bertolote: "Los
términos de estos principios claramente invierten el orden habitual de esta práctica,
poniendo el interés del tratamiento adelante del valor social de la hospitalización". En
otras palabras, la internación en un hospital no debe tener valor en sí misma, sino
solamente cuando es funcional dentro de algo superior como el tratamiento y no al
revés. Una vez más, acudimos a las palabras del mismo autor, según el cual "la
detención no se justifica por sí misma".132
De igual importancia es que el tratamiento tenga por objeto lograr que el
paciente desarrolle el más alto nivel de independencia posible y no que se direccione a
la progresiva - y, a veces irreversible - institucionalización (Principio 9.4). Por
consiguiente, hay normas internacionalmente aceptadas para el tratamiento de los
trastornos mentales y éstas deben ser los parámetros para el buen cuidado de la salud
mental (Principio 9.3).
Por último, se destaca que las disposiciones de estos parámetros se aplican a
personas que cometieron delitos, tal como establece el Principio 20. Este señala que
todos deben recibir la mejor asistencia a la salud mental disponible y que esas personas
gozarán de los mismos derechos legales en la mayor medida posible, no siendo
admisibles excepciones que disminuyan estos derechos.133
131
NACIONES UNIDAS. Principios para la protección…
BERTOLOTE, José M. Legislação relativa à saúde mental: revisão de algumas experiências
internacionais. Revista de Saúde Pública. São Paulo: Vol. 29, nº 2, 1995.
133
NACIONES UNIDAS. Principios para la protección de las personas con una enfermedad mental
y mejorar la atención de la salud mental…
132
82
Legislación de Atención a la Salud Mental: Diez Principios Básicos
La Organización Mundial de la Salud, organismo especializado del sistema de
Naciones Unidas en los asuntos sanitarios mundiales, elaboró en 1996 un documento
que contiene un tipo de interpretación simplificada de los Principios de las Naciones
Unidas al que llamó "Ley de Salud Mental: diez principios básicos" Este documento
contiene las directrices que facilitan la comprensión y la práctica de los derechos
humanos relacionados con la salud mental, con el fin de poder medir su adopción en el
nivel regional y local. Estos principios son:
1.
Promoción de la salud mental y la prevención de los trastornos mentales;
2.
El acceso a la salud mental de base;
3.
Evaluación de la salud mental de conformidad con los principios
internacionalmente aceptados;
4.
Disponibilidad de servicios de salud mental en el ambiente menos
restrictivo;
5.
La libre determinación;
6.
El derecho a ser asistido en el ejercicio de la libre determinación;
7.
Procedimientos de revisión de Accesibilidad;
8.
Mecanismos automáticos de revisión periódica;
9.
Directores y administradores cualificados;
10. El respeto a los objetivos de las leyes.134
Informe sobre la Salud en el Mundo
En el año 2001, la Organización Mundial de la Salud presentó el Informe sobre
la salud en el mundo con el tema "Salud mental: nuevos conocimientos, nuevas
esperanzas", documento que aporta una perspectiva innovadora sobre el tema de los
trastornos mentales y que permite, como enuncia el título del informe, llevar nueva
esperanza para aquellos que sufren directamente con estos trastornos, así como para sus
familias. Se trata de un documento detallado y completo que aborda el tema en
profundidad, con un "examen exhaustivo de los conocimientos sobre la carga actual y
134
Organización Mundial de la Salud, OMS. Manual de Recursos para la Salud Mental, Derechos
Humanos y Legislación, 2006, pp.18.
83
futura que plantean los trastornos mentales y los principales factores que contribuyen a
ellos", más allá del análisis de los tratamientos más eficaces hoy en día.135 De esta
manera, en un esfuerzo por establecer un estándar internacional para el cuidado de la
salud mental, recomienda realizar las siguientes acciones:
 Dispensar tratamiento en la atención primaria de salud;
 Asegurar la disponibilidad de medicamentos psicotrópicos;
 Prestar el cuidado a la salud mental en la comunidad;
 Educar a la población en general;
 Involucrar a las comunidades, las familias y los usuarios;
 Establecer políticas, programas y legislación de alcance nacional;
 Desarrollar los recursos humanos;
 Establecer vínculos con otros sectores;
 Supervisar la salud mental de las comunidades; y,
 Apoyar nuevas investigaciones en el área.
Vale la pena subrayar la importancia del cambio de paradigma en relación con la
atención a la salud mental, mucho más dirigida a la inclusión social de aquellos que
sufren de enfermedades mentales, sobre todo si comparamos esta lista con los diez
principios básicos mencionados anteriormente.
Entre los cambios propuestos en la atención a la salud mental, destaca la
necesidad de trasladar a las personas con trastorno mental que se encuentran en
instituciones correccionales a instituciones donde puedan recibir tratamiento. No
obstante, este aspecto no significa la simple reubicación de estas personas en los
Hospitales de Custodia y Tratamiento Psiquiátrico, ya que la Organización Mundial de
la Salud, al mismo tiempo, aboga por el "cierre de hospitales psiquiátricos de
135
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Organización Panamericana de la Salud.
Informe sobre
la salud
en
el
mundo 2001. Salud
mental: nuevo
diseño, una
nueva
esperanza. Ginebra: Organización Mundial de la Salud, 2001, pp XI.
84
hospitalización y la adopción de medidas para la integración de la atención de salud
mental en la atención de salud en general".136
De hecho, podemos afirmar que el objetivo de la OMS es que la salud mental
sea entendida como algo tan importante como la salud física y no sea considerada de
forma separada, ya que tanto las enfermedades mentales como las físicas están sujetas a
numerosos factores, psicológicos, sociales y biológicos. Así, las personas que sufren de
cualquier enfermedad, física o mental, deben ser tratadas de la manera menos restrictiva
posible y el tratamiento debe ser realizado en la comunidad, teniendo acceso a la
atención de salud mental de forma común, así como a los medicamentos más modernos.
El documento en análisis, también dedica un capítulo entero a explicar el tema
de la atención en la comunidad. Según el cual, el objetivo es proporcionar las funciones
de protección y tratamiento de las instituciones hospitalarias, pero sin perpetuar los
aspectos negativos de las mismas. En cuanto a los aspectos negativos mencionados, el
documento es extenso en enumerarlos, veamos:
Entre los fracasos de las instituciones de hospitalización es posible mencionar
los repetidos casos de maltrato de los pacientes, el aislamiento geográfico y de
las instituciones y de su personal, las irregularidades en los procedimientos de
presentación de informes y la contabilidad, la mala gestión e ineficiencia
administrativa, la distribución incorrecta de los recursos financieros, la falta de
formación del personal y las deficiencias de los procedimientos de inspección y
control de calidad. 137
El cambio de la atención institucionalizada de la enfermedad mental, a la
atención en la comunidad es un aspecto central señalado por la OMS, que reconoce, por
tanto, la ineficacia del tratamiento a través de la hospitalización del paciente. Este
cambio de paradigma tiene como fuerza impulsora no solamente la evolución de la
ciencia médica como tal, en lo que se refiere al conocimiento y tratamiento de las
136
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Organización Panamericana de
Informe sobre la salud…, pp. XIV.
137
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Organización Panamericana de
Informe sobre la salud en el mundo…, pp. XV.
la Salud.
la Salud.
85
enfermedades mentales, sino también la actividad del movimiento internacional para el
reconocimiento de los derechos humanos de todas las personas, sin excepción. Tales
esfuerzos conjuntos están dirigidos a lograr que las personas que padecen trastornos
mentales sean tratadas con dignidad, lo que significa tener acceso a un tratamiento
realmente eficaz, con función verdaderamente terapéutica y no punitiva.
Declaración de Caracas
La Declaración de Caracas, adoptada por la Organización Panamericana de la
Salud, en el marco de la Conferencia de Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en
América Latina, celebrada en Caracas, Venezuela entre el 11 y el 14 de noviembre de
1990, fue una iniciativa importante en el establecimiento de estándares para el
tratamiento de las personas con trastorno mental. Esta Declaración es reconocida por
distintas instancias médicas y jurídicas internacionales como referencia en la atención
médica de la salud mental. Estructurada a partir de una crítica incisiva de la concepción
tradicional del tratamiento psiquiátrico, la Declaración es contundente al establecer
estándares mínimos para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos de los
enfermos mentales, con base en el reconocimiento de su especial situación de
vulnerabilidad, el abandono y la impotencia ante las instituciones.138
En este sentido, se comienza por reconocer que la atención psiquiátrica
convencional, o sea, la internación en un hospital, no es compatible con el respeto a los
derechos humanos de los pacientes, y que el sometimiento de las personas a esta forma
predominante de tratamiento en vez de constituir una ayuda para su resocialización,
disminuye su capacidad para vivir en sociedad.139 Tales críticas reafirman el argumento
de que la hospitalización psiquiátrica, tal como ocurre con las personas sometidas a la
138
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Organización Panamericana de la Salud.
Declaración de Caracas. Adoptada por la Organización Mundial de la Salud en Caracas, Venezuela el
14 de noviembre de 1990, pp.1.
139
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Organización Panamericana de la Salud.
Declaración de Caracas…, pp. 1
86
medida de seguridad, no sólo no es capaz de tratar o recuperar a los enfermos mentales
que cometieron un delito, como es efectivamente un instrumento de violación de la
dignidad humana. Así se pronuncia la mencionada Declaración en su discurso de
apertura:
Que el hospital psiquiátrico como el único tipo de atención, no permite la
consecución de los objetivos mencionados, al:
a) aislar al paciente del medio social, generando así, una mayor
discapacidad social;
b) crear condiciones desfavorables que ponen en peligro los derechos
humanos y civiles de los enfermos;
c) exigir a la mayoría de los recursos humanos y financieros a los países
a los servicios de salud mental y,
d) proporcionar una educación insuficiente vinculada con las necesidades
de salud mental de las poblaciones, los servicios de salud y otros sectores. 140
Del mismo modo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos plantea
que las organizaciones internacionales de derechos humanos reconocen que los
hospitales psiquiátricos son violadores de estos derechos y realizan una labor ineficaz en
el tratamiento de enfermedades mentales. A saber:
De acuerdo con la OPS/OMS, el Centro de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas y la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, las
libertades fundamentales y derechos más frecuentemente violados en hospitales
psiquiátricos incluyen el derecho a ser tratado con humanidad y respeto, el
derecho a una admisión voluntaria, el derecho a la privacidad, la libertad de
comunicación, derecho a recibir tratamiento en la comunidad, derecho a
proporcionar consentimiento informado antes de recibir cualquier tratamiento y
el derecho a recurrir a un tribunal independiente e imparcial que determine la
legalidad de la detención en un hospital psiquiátrico. 141
Ya en la parte final y con fundamento en el raciocinio expuesto, la Declaración
de Caracas concluye que es necesario revisar el modelo basado en la hegemonía del
hospital psiquiátrico, ya que el tratamiento de la enfermedad mental debe estar
140
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Organización Panamericana de
Declaración de Caracas…, pp. 1
141
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Recomendación de la
interamericana de derechos humanos sobre la promoción y protección de los derechos de las
con discapacidad mental. Informe Anual 2000, Capítulo Vid, Discapacidad
OEA/Ser./L/V/II.111, doc. 20 rev., 16 abril 2001, pp. 1.
la Salud.
comisión
personas
Mental,
87
direccionado a "salvaguardar la dignidad personal e invariablemente los derechos
humanos y civiles" y también a "fomentar la permanencia del paciente en su medio
comunitario".142
Cabe señalar aún que en 1997, el Consejo Directivo de la Organización
Panamericana de la Salud adoptó la Resolución CD.40.R19 en la que hace una clara
advertencia a los Estados Miembros para adoptar las medidas que sean necesarias para
aplicar la legislación de protección a los derechos humanos de las personas con
trastorno mental.
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
Para los efectos del presente estudio, es pertinente mencionar que en 2006 fue
suscrita por Brasil – no obstante aún no fue ratificada - la Convención sobre los
Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas. Este es un
documento importante, siendo el primero en establecer normas vinculantes sobre esta
cuestión en el siglo XXI. Por otra parte, el tratado se refiere a la temática de la
discapacidad en forma amplia, prohibiendo la discriminación, destacando la igualdad
ante la ley y en el respeto de los derechos. Por fin, merece relieve en esta convención la
afirmación de que "la existencia de una discapacidad no justifique en ningún caso una
privación de la libertad" en su artículo 14, debiendo los Estados asegurar que las
personas con discapacidad que se vean privadas de su libertad en razón de un proceso
tengan, en igualdad de condiciones con las demás, derecho a garantías de conformidad
con el derecho internacional de los derechos humanos. 143144
142
ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD, Organización Panamericana de la Salud.
Declaración de Caracas…, pp.2.
143
NACIONES UNIDAS. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 6 de diciembre de 2006 por la
Resolución A/61/611.
144
NACIONES UNIDAS. Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
88
Sistema Interamericano de Proteção de los Direitos Humanos
De forma paralela a la evolución de los órganos y normas internacionales del
sistema global de protección de los derechos humanos – ya sean vinculantes o no – se
ha desarrollado el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDDHH), el cual
viene realizando contribuciones de gran valor para el debate aquí propuesto. Así, al
igual que en el sistema global, las personas con trastorno mentales están también
incluidas en los mecanismos de protección establecidos por sus principales instrumentos
normativos, tales como la Convención Interamericana de derechos Humanos y la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. Sin embargo, tal
como ocurre en el sistema global, su ineficacia generó la necesidad, de crear una norma
específica sobre la materia, la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad, de 1999.
Juntamente con este trabajo normativo, la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) han
desarrollado una sólida base jurisprudencial sobre los derechos y la dignidad de las
personas con trastorno mental. En primer lugar, recordamos que se tramitó ante
la Comisión
Interamericana
el
Caso N
º 11.427,
denominado
Caso
Víctor Rosario Congo versus Ecuador, el mismo concluyó en 1999 y originó el Informe
N° 63/99. Poco después, la Comisión Interamericana publicó en su Informe Anual del
año 2000, todo un capítulo dedicado a las "Recomendaciones para la Promoción
y Protección de los Derechos de
las
Personas con
Discapacidad
Mental". Posteriormente, en 2006, El Estado Brasileño fue condenado por la Corte IDH
en el caso Ximenes Lopes vs. Brasil; y más recientemente, la CIDH publicó los
“Principios y Buenas
Prácticas para la Protección de
las
Personas Privadas
de
89
Libertad en las Américas”, incluyendo en este rol explícitamente aquellas personas que
se encuentran en instituciones psiquiátricas.
Como se evidenciará más adelante, en todas las intervenciones del Sistema
Interamericano de Derechos Humanos existió un esfuerzo hermenéutico para desarrollar
reglas mínimas para el tratamiento de los enfermos mentales, contenido indispensable
para los objetivos de este trabajo.
Informe N º 63/99 de la CIDH
El Informe nº 63/99, está referido a una petición interpuesta ante la CIDH
contra el estado del Ecuador por la violación de la Convención Americana de Derechos
Humanos, conducta que tuvo como resultado el fallecimiento del Sr. Víctor Rosario
Congo. En el caso citado, se trataba de una persona que sufría con un trastorno mental
identificado como Síndrome de Ganser, teniendo como principales síntomas los
episodios de histeria y depresión, cabe mencionar que la mencionada persona se
encontraba bajo la custodia estatal debido a que cumplía prisión preventiva en una
institución carcelaria.
Este documento se ocupa sobre todo del análisis del derecho a la integridad
personal, entendida por la Convención Americana en su artículo 5.1145, como la
integridad física, mental y moral, que fija la base para la comprensión de muchos
elementos en el caso en tela, tales como: el ya mencionado artículo 5 de la Convención
Americana sobre Derechos humanos; los principios para la protección de los enfermos
mentales y para mejorar la atención de la salud mental en las Naciones Unidas,
entendida como una
guía de
interpretación para
el
reconocimiento
práctico de
los derechos humanos de ese grupo.
145
Artículo 5. Derecho a la Integridad Personal 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su
integridad física, psíquica y moral. 2. Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano.
90
Entiende la CIDH que el derecho a la integridad personal en el caso de los
enfermos mentales que se encuentran ante la tutela estatal debe ser analizado teniendo
como base tres puntos: a) la consideración de que el aislamiento celular es
efectivamente un trato cruel e inhumano; b) la responsabilidad del Estado por la
agresión física perpetrada por sus agentes en el 14 de septiembre de 1990; y, c) el deber
de asegurar la integridad física, psíquica y moral de personas afectadas por una
enfermedad mental.146
Así, afirma la CIDH que la Corte IDH ya estableció en el Caso Loayza Tamayo
versus Perú, por la Resolución del 2 de Julio de 1996, que la incomunicación per se
constituye un tratamiento inhumano, hecho que conlleva peores consecuencias si recae
sobre un discapacitado mental, puesto que se trata de una persona más vulnerable
psíquicamente, a quien el Estado debe otorgar una mayor protección, aún más cuando se
encuentra bajo su jurisdicción. De esta forma, el pronunciamiento de la CIDH concluye
que
la llamada "celda
de aislamiento" y la incomunicabilidad
de
los
detenidos
constituyen un caso flagrante de trato inhumano y degradante, aspecto que demuestra
una clara violación del artículo 5.2 de la Convención.
Del mismo modo entiende la CIDH que los actos de los agentes del Estado son
atribuibles al mismo, y que estos agentes tienen la obligación de comportarse de forma a
proteger y no agredir la integridad física de los que están bajo sus cuidados.
Asimismo, considera el deber especial que en este caso tenía el Estado, de
garantizar la integridad personal de los enfermos mentales, especialmente cuando están
bajo su custodia directa, dada la particular condición de vulnerabilidad. En este sentido,
la CIDH considera que el estado mental del Sr. Victor Congo merecía una asistencia
especializada, razón por la cual, nada justifica la negligencia con la cual fue tratado. Al
146
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe N.63/99.Caso N. 11.427 (V
íctor Rosario Congo), Ecuador, Informe Anual 1998, párrafos 51-68.
91
respecto, la Comisión Europea de Derechos Humanos ya decidió que la omisión de
tratamiento médico adecuado constituye tratamiento inhumano o degradante,147 y la
CIDH, a su turno, “considera que la violación al derecho a la integridad física es aún
más grave en el contexto del caso particular donde la víctima, en situación de prisión
preventiva y padeciendo de enfermedad mental, se encontraba bajo la custodia del
Estado en una situación de particular vulnerabilidad”.148
Al margen de esas consideraciones, la CIDH analiza el respeto al derecho a la
vida, de acuerdo con el contenido del artículo 4.1 de la Convención 149 y el derecho a la
tutela judicial, artículo 25.1150 del mismo instrumento internacional.151 Sobr este punto,
merece destaque el hecho de que las causas mortis fueron la deshidratación y la
desnutrición que sufrió el Sr. Víctor Congo, después de aproximadamente cuarenta días
aislado sin alimentos ni agua. Concluye la CIDH que “las medidas necesarias para su
supervivencia consistían en asistencia médica para la recuperación de sus lesiones
físicas, cuidados como el aseo y la alimentación y asistencia psicológica para tratar la
depresión y la psicosis característicos del Síndrome de Ganser”152. De este modo, el
sistema penitenciario ecuatoriano debería estar de acuerdo con los estándares
internacionales para la atención a la salud mental, no siendo admisible el argumento de
147
148
Herczegfalvy v. Austria, párrafo 242.
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe N.63/99…, párrafo 67.
149
Artículo 4. Derecho a la Vida 1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho
estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie puede ser
privado de la vida arbitrariamente.
150
Artículo 25. Protección Judicial1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que
violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun
cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.2. Los
Estados Partes se comprometen: a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal
del Estado decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b) a desarrollar las
posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de
toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso.
151
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe N.63/99…
152
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe N.63/99…párrafo 74.
92
que el Estado no cuente con establecimientos especiales para internación de los
detenidos penales, para la negligencia con sus vidas.
En efecto, los acometidos con enfermedad mental no están ordinariamente en
condiciones de cuidarse a sí mismos, pues necesitan de cuidados especiales, que en este
caso particular estaban a cargo del Estado, ya que el detenido no podía contar con sus
familiares, médico particular o abogado, mas solamente con el Estado, en las personas
de sus agentes. Así, “el hecho de que la supuesta víctima haya fallecido como resultado
de su estado de deshidratación y desnutrición revela que el Estado faltó a su deber de
hacer lo que estuviera a su alcance para asegurar su supervivencia, dados sus
trastornos psicofísicos”153. Del mismo modo, en la parte in fine la CIDH asevera que el
ocasional comportamiento antisocial del detenido no era más que una manifestación de
su padecimiento, y de ninguna manera podría el Estado apoyarse en esa situación para
excusarse de sus obligaciones o justificar la negligencia que ocasionó la muerte de la
víctima.
Recomendaciones sobre la Promoción y Protección de los Derechos de las
Personas con Discapacidad Mental
En este documento, la CIDH destaca todo el esfuerzo internacional para
reconocer los derechos de los discapacitados mentales, tanto en el sistema global, como
en los sistemas regionales e incluso cita
jurisprudencia del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, postura que mantiene en todos sus documentos. Al igual que este
Tribunal, la CIDH también se basa en la premisa de que se trata de un grupo de
personas con una especial "vulnerabilidad e indefensión" y que, en consecuencia, estas
merecen protección y cuidados especiales, tanto las que se encuentran en prisión como
aquellas que están internadas en instituciones psiquiátricas.
153
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe N.63/99…párrafo 82.
93
Las recomendaciones que hace la CIDH, se refieren específicamente a las
medidas legislativas, judiciales, administrativas y educativas necesarias para aplicar las
normas y convenios internacionales de protección de los derechos de las personas con
discapacidad mental; crear o modificar la legislación para garantizar el respeto de los
derechos humanos de estas personas; promover y aplicar servicios a la comunidad para
el cuidado de la salud mental para integrar plenamente a estas personas en la sociedad;
crear los órganos que vigilen el cumplimiento de las normas de derechos humanos en
todas las instituciones de salud mental y poner en práctica mecanismos de la conciencia
y educación públicas para luchar eficazmente contra la estigmatización y la
discriminación que sufren las personas con enfermedad mental.154
Aparte de las recomendaciones dirigidas a los Estados, la Comisión instó a todas
las partes implicadas en la promoción de la salud mental, así como a las que forman
parte activa de la defensa de los derechos humanos de este grupo de personas
especialmente vulnerables, a difundir los estándares internacionales pertinentes y las
normas de derechos humanos. Del mismo modo, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos se dirigió a los usuarios y sus familias con las siguientes palabras:
“Que tengan conciencia de que las personas con discapacidad mental tienen los mismos
derechos
y libertades que
el resto de
los seres humanos y
que existen principios
internacionales que protegen a estas personas, sobre todo por su particular condición
de vulnerabilidad e impotencia”. 155
154
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Recomendación de la comisión
interamericana de derechos humanos sobre la promoción y protección de los derechos de las personas
con discapacidad mental. Informe Anual 2000, Capítulo Vid, Deficiência Mental, OEA/Ser./L/V/II.111,
doc. 20 rev., 16 abril 2001, pp. 2.
155
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Recomendación de la comisión
interamericana…, pp.3.
94
Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra las Personas con Discapacidad
La Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra las Personas con Discapacidad fue aprobada en la ciudad de
Guatemala en 1999 y ratificada por Brasil en 2001. Este tratado internacional, a tiempo
de abordar el tema de la discapacidad en general, abarca explícitamente el tema de la
discapacidad mental, ya que establece en su artículo 1 la definición de la discapacidad
como "una
deficiencia
física, mental o sensorial, ya
sea permanente o
temporal, que limita la capacidad de ejercer una o más actividades esenciales de la
vida diaria, causados o exacerbados por el entorno económico y social".156
Se trata pues de un instrumento cuya importancia radica, entre otras razones, en
el hecho de reconocer la influencia del medio social y económico en las diversas formas
de discapacidad, incluida la salud mental, e instar a los Estados a trabajar en la
prevención y el tratamiento de las mismas. También resalta la necesidad de trabajar en
la educación de la población por el respeto y la igualdad, entre otros compromisos
contraídos por los
Estados en el curso de los catorce artículos de la Convención.
Otro punto importante es que
este es
el primer
documento del
SIDH para
hacer
frente a la realidad de las personas con discapacidad y que colocó esta cuestión en el
centro de discusión en los planos regional y nacional. Merece además un especial
destaque, el hecho de que se trata de un documento vinculante cuyo cumplimiento
puede ser jurídicamente exigible a los Estados signatarios.
Se debe reconocer que este acuerdo pone de manifiesto, sobre todo los principios
de igualdad y no discriminación, los cuales son, sin duda, la sustancia vulnerada
156
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Convención Interamericana para
la Eliminación de
todas las
formas de discriminación contra
las
personas
con discapacidad. Aprobada en la ciudad de Guatemala el 7 de junio de 1999, el período de
sesiones ordinario de sesiones de la Asamblea General, pp.1.
95
mediante todas las vías distintas de discriminación de las que son susceptibles las
personas
con
trastorno
mental. En
sus propias
palabras:
“las
personas con discapacidad tienen los mismos derechos humanos y que estos derechos,
incluso el derecho a no sufrir discriminación por su discapacidad, vienen de la dignidad
y de la igualdad inherentes a todos los seres humanos”.157
Caso Ximenes Lopes Vesus Brasil
En el caso Ximenes Lopes Vs. Brasil, la Corte Interamericana de Derechos
Humanos analizó los hechos que causaron la muerte del ciudadano brasilero Damiao
Ximenes Lopes, el cual sufría una enfermedad mental, razón por la que fue llevado por
su familia a una institución psiquiátrica privada, donde murió 48 horas después de haber
sido internado, debido a lesiones causadas por las maniobras de contención utilizadas
por el personal de esa institución.
Con motivo de resolver el caso mencionado, la Corte IDH realizó un detallado
análisis sobre los derechos de las personas con trastorno mental, el cual estuvo basado
en normas y estándares internacionales, entre los cuales se destaca la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Dicho instrumento, sirvió de fundamento al
citado Tribunal para proferir la primera sentencia condenatoria en contra del Estado
brasilero por la violación de los derechos humanos de un enfermo mental. A los efectos
del presente estudio, a continuación analizaremos los principales argumentos utilizados
por la Corte para sustentar su decisión.
En principio, cabe resaltar que desafortunadamente lo sucedido con el señor
Ximenes Lopes refleja la dura realidad que enfrentan las personas con trastorno mental
cuando son sometidas a internamiento en instituciones psiquiátricas, donde la
segregación y el maltrato son la norma y no la excepción. Al respeto, es revelador el
157
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Convención Interamericana para
la Eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con discapacidad, pp.1.
96
testimonio prestado por el Sr. Milton Pereira Freire, ante la Comisión de Derechos
Humanos, dentro del caso en análisis, quien después de haber pasado aproximadamente
diez años internado en diversas instituciones psiquiátricas, manifestó que: “Todavía
tiene fuertes recuerdos de los cuartos de los hospitales en que estuvo internado y de los
electrochoques que ahí recibió".158
Posteriormente, en alusión a la muerte del Sr. Ximenes Lopes, el testigo afirmó
que este hecho "se enmarcó en la cultura de mortificación existente con respecto a las
personas con enfermedad mental”159; continua su testimonio recordando que su
rehabilitación se produjo fuera de los hospitales y aseveró que: “Existe una creencia de
que no se puede curar la discapacidad mental, lo que es consecuencia de la segregación,
clausura, violencia y ausencia de vínculos sociales a que son sometidas aquellas
personas”.160
Del mismo modo, el perito propuesto por la Comisión de Derechos Humanos,
Dr. Eric Rosenthal, experto internacional sobre los derechos humanos de las personas
con discapacidad mental, explicó con meridiana claridad que la vulnerabilidad y los
consecuentes abusos a los que están sometidos los enfermos mentales, forman parte de
una realidad que se reproduce en todo el mundo; e identifica a las instituciones
psiquiátricas como un lugar inadecuado para el tratamiento de la enfermedad mental, el
cual debe llevarse a cabo en la comunidad del paciente.
Por la importancia y pertinencia del peritaje en estudio, a continuación citamos
las palabras del Dr. Eric Rosenthal:
Las personas con discapacidad mental están sujetas a prejuicios y fuertes
estigmas, constituyendo un grupo vulnerable a violaciones de derechos humanos
158
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil,
sentença
de
04
de
jul.
de
2006.
Ver
en:
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_149_por.pdf, pp.8.
159
160
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp 8.
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp.8.
97
a nivel global. Cuatro relatores de las Naciones Unidas constataron que las
personas con discapacidades mentales sufren de las más perversas formas de
discriminación, así como de difíciles condiciones de vida frente a cualquier otro
grupo vulnerable de la sociedad. Estas prácticas violatorias de los derechos de
personas con discapacidades mentales siguen patrones similares en todo el
mundo. Dichas personas son arbitraria e innecesariamente segregadas de la
sociedad en instituciones psiquiátricas, donde se encuentran sujetas a tratamiento
inhumano y degradante o a tortura.
Se ha demostrado que la gran mayoría de las personas con discapacidades
mentales pueden recibir tratamiento de manera segura y digna dentro de su
comunidad, y decidir responsablemente sobre su propio tratamiento. Muchas
veces, normas proteccionistas pueden causarles grandes daños al negarles la
capacidad de tomar decisiones importantes para sus vidas.161
Considerando los elementos de convicción referidos en líneas anteriores, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos realizó un minucioso examen de los
derechos aplicables a las personas con enfermedad mental, partiendo del presupuesto de
que la particular situación de vulnerabilidad de este grupo, genera la necesidad de una
protección especial por parte del Estado, es decir el Estado debe cumplir algunas
obligaciones especiales.162
Al respecto, la CIDH enfatiza que no es suficiente que los Estados se abstengan
de violar los derechos de los enfermos mentales, sino que es esencial la puesta en
vigencia de medidas positivas de protección. En este sentido, la Corte subraya que para
garantizar efectivamente los derechos humanos de las personas con trastorno mental, es
necesario que los Estados resuelvan las siguientes cuestiones:
a) La existencia de tipos de deficiencias mentales susceptibles de prevención
como resultado del análisis de la relación existente entre pobreza, exclusión social y
retraso mental;
b) La discriminación y la exclusión que sufren las personas con trastornos
mentales;
161
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp
12.
162
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil,
pp.28.
98
c) La situación de especial vulnerabilidad en relación con la integridad física y la
vida de los enfermos mentales, especialmente cuando son internados en instituciones
psiquiátricas. La Corte afirma que al encontrarse en situación de internamiento, los
enfermos mentales son "especialmente vulnerables a la tortura y a otras formas de trato
cruel, inhumano o degradante”;163
d) El desequilibrio de poder existente en las instituciones en general se ve
maximizada en las instituciones psiquiátricas, ya que el personal que allí trabaja ejerce
un fuerte control sobre las personas bajo su responsabilidad; y,
e) La violación de la integridad física, psíquica y moral de los pacientes, causada
por el trato cruel, inhumano o degradante, el cual limita también su autonomía, agrava
su enfermedad y vulnera su dignidad como seres humanos.
Tomando en cuenta que en los diferentes países de la región aún persisten estas
situaciones, la Corte IDH considera necesaria la adopción de medidas positivas de
intervención estatal, con el objeto de evitar la presencia de enfermedades mentales
susceptibles de prevención.164 Así deberían adoptarse medidas legislativas, sociales,
educativas, laborales o de cualquier otra naturaleza que erradiquen la discriminación e
integren plenamente a las personas con enfermedades mentales a la sociedad. Del
mismo modo, es urgente establecer una estricta vigilancia sobre las instituciones de
atención psiquiátrica, con el fin de que: “[s]ea preservado el derecho de los pacientes de
recibir un tratamiento digno, humano y profesional, y de ser protegidos contra la
explotación, el abuso y la degradación” .165
163
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp
28.
164
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp
28.
165
28.
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp
99
En un segundo momento, cuando la Corte realiza un análisis más profundo sobre
la infracción de los dispositivos convencionales por parte del Estado brasileño,
identifica la contravención de las disposiciones contenidas en los artículos 4.1, 5.1, 5.2,
8.1, 25.1 y 1.1 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos, a saber: el
derecho a la vida; a la integridad física, psicológica y moral; el derecho a un juicio justo
y a la protección judicial, además de la norma general que establece la obligación de
respetar este instrumento internacional de protección de los Derechos Humanos.166
El derecho a la vida (art. 4.1) es tradicionalmente entendido por la CIDH como
un derecho fundamental que se constituye en presupuesto esencial para el disfrute de
otros derechos humanos. Asimismo, es necesario dejar claramente establecido que el
derecho a la vida no es solamente concebido como el derecho a la existencia o el
derecho a una vida biológica cualquiera, sino que comprende diversas obligaciones.
En cuanto a la protección de la vida desde el punto de vista de la existencia, debe
observase el deber de impedir que la vida pueda ser arbitrariamente interrumpida, el
deber de adoptar medidas legales para disuadir cualquier amenaza a la vida y
finalmente, el deber de establecer un sistema de justicia que actúe efectivamente y
sancione las lesiones o amenazas a ese derecho.
Por otra parte, con relación al análisis del derecho a la vida desde un punto de
vista cualitativo, la sentencia objeto de estudio, describe la obligación del Estado de
proteger este derecho, garantizando que no existan ningún impedimento para el efectivo
ejercicio de una vida digna, incluyendo en este análisis, todas las medidas positivas
necesarias para propiciar el disfrute de ese derecho.167
166
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil,
pp.48.
167
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil,
pp.51.
100
Continuando con el estudio de los criterios esbozados por la CIDH, podemos
afirmar que el derecho a la integridad personal, es decir, a la integridad física, psíquica y
moral (art. 5), tiene como principal objetivo la protección contra la tortura y los tratos
crueles, inhumanos o degradantes. Del mismo modo, la CIDH señala que este derecho
también tendrá consecuencias específicas en lo que respecta a la protección de las
personas con trastorno mental. Por lo tanto, añade que el derecho al respeto de la
dignidad, el derecho a la autonomía y el derecho a una atención de salud eficaz, forman
parte de esa acepción especial de interpretación del derecho a la integridad personal, que
es aplicable a la protección especial de ese grupo, mediante las normas y estándares
internacionales.
Siguiendo esa línea de pensamiento y realizando una aproximación a nuestro
principal objeto de estudio, corresponde destacar el diseño del contenido del derecho a
un tratamiento eficaz. Así, cabe mencionar inicialmente cuáles son las circunstancias
especiales que rodean a los enfermos mentales, según análisis de la CIDH:
Debido a su condición psíquica y emocional, las personas que padecen de
discapacidad mental son particularmente vulnerables a cualquier tratamiento de
salud, y dicha vulnerabilidad se ve incrementada cuando las personas con
discapacidad mental ingresan a instituciones de tratamiento psiquiátrico. Esa
vulnerabilidad aumentada, se da en razón del desequilibrio de poder existente
entre los pacientes y el personal médico responsable por su tratamiento, y por el
alto grado de intimidad que caracterizan los tratamientos de las enfermedades
psiquiátricas.168
Posteriormente, recurrimos a la definición de tratamiento eficaz dada por la
propia CIDH, la cual reposa en parámetros internacionales, que encuentran fundamento
principalmente en los “Principios para la protección de los enfermos mentales y el
mejoramiento de la atención de la salud mental” de la Organización Mundial de la
Salud, cuyo contenido ya fue abordado anteriormente en este trabajo. De esta manera,
168
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil,
pp.52.
101
cuando la CIDH realiza un ejercicio hermenéutico sobre la comprensión de la integridad
personal de las personas que sufren de trastornos mentales, resalta la necesidad de un
tratamiento eficaz, es decir realiza consideraciones sobre los cuidados mínimos, las
condiciones dignas de internación y los límites en el uso de la sumisión.169
Para el efecto, la CIDH, una vez más, hace referencia a los principios
establecidos en el citado documento de la OMS, señalando a los principios 1, 8, 9, 11 y
13 como verdaderos parámetros para garantizar un tratamiento eficaz, precautelando,
entre otras cosas, que las condiciones de infraestructura del lugar donde se lleva
adelante el tratamiento psiquiátrico, sean acordes con el respeto de la dignidad humana.
Por último, la CIDH expone cuales son los deberes del Estado en la atención de
las personas con trastorno mental: Regular e inspeccionar, investigar y cuidar. De esta
forma, una vez más, considera que de la obligación general de proteger el derecho a la
vida y a la integridad personal, derivan deberes especiales para el caso en comento.
Los deberes de regulación y supervisión emergen como una forma de
proporcionar la debida protección a la vida y a la integridad personal y están dirigidos a
regular tanto las actividades de las entidades públicas como de las entidades privadas
que presten servicios de salud. Cabe señalar que para evitar la violación de esos
derechos, el Estado es considerado directamente responsable de la atención y cuidado
que debe ser prestado a las personas que están hospitalizadas.170
Por otra parte, la obligación asumida por el Estado a nivel internacional para
proteger y garantizar el respeto de los derechos humanos no se limita a tener un sistema
jurídico coherente, sino que se extiende a la obligación de investigar cada vez que se
presente alguna situación de violación de estos derechos. Vale resaltar que no se trata
169
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp.
52.
170
59.
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp
102
simplemente de cumplir una formalidad, más de llevar adelante una efectiva
investigación. De hecho, según afirma la Corte IDH este deber significa que el Estado
tiene la obligación de “[i]niciar ex officio y sin dilación, una investigación seria,
imparcial y efectiva, que no se emprenda como una simple formalidad condenada de
antemano a ser infructuosa”.171 En otras palabras, el Estado tiene el deber de no
permitir que la impunidad en los casos de violaciones de los derechos humanos se
transforme en un incentivo, sino que debe procurar sancionar a los responsables,
especialmente, alerta la CIDH, cuando se trate de agentes del Estado.172
En cuanto a la obligación de cuidar, se entiende que el Estado es responsable de
proporcionar las condiciones necesarias para el desarrollo de una vida digna. En
consecuencia, el vínculo indisociable del deber de cuidado con el reconocimiento y
respeto de la dignidad humana, ha establecido un parámetro de calidad en el marco de la
prestación de servicios de salud mental. En este contexto, la sentencia pone de
manifiesto que toda atención de salud mental debe prestarse con el fin de lograr el
bienestar del paciente y no el deterioro de su salud física y mental, sobre todo teniendo
en cuenta que “[l]os cuidados de que son titulares todas las personas que se encuentran
recibiendo atención médica, alcanzan su máxima exigencia cuando se refieren a
pacientes con discapacidad mental, dada su particular vulnerabilidad cuando se
encuentran en instituciones psiquiátricas”.173
171
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp.
60.
172
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp
60.
173
CORTE INTERAMERICANA DE DIREITOS HUMANOS, Caso Ximenes Lopes Versus Brasil, pp,
pp. 59.
103
Principios y prácticas para la protección de personas privadas de libertad
en las Américas
Los Principios y Prácticas para la protección de personas privadas de libertad en
las Américas de la CIDH, publicado en 2009, tienen por objeto la protección de las
personas sometidas a cualquier forma de privación de libertad, haciendo mención
explícita a la "situación de especial vulnerabilidad de las personas con discapacidad
mental privadas de libertad en hospitales psiquiátricos o instituciones penales"; y, a la
"preocupación por la situación crítica de la violencia, el hacinamiento y la falta de
condiciones de vida digna en diferentes lugares de privación de libertad en las
Américas".174 En efecto, el documento considera cómo privación de la libertad:
Toda forma de detención, el encarcelamiento, la institucionalización o la
custodia de una persona a causa de la asistencia humanitaria, tratamiento,
vigilancia o protección, o por delitos y violaciones de la ley, ordenada por una
autoridad judicial o administrativa o cualquier otra autoridad o bajo su control de
hecho, una institución pública o privada que no tiene libertad de movimiento. Se
incluyen en esta categoría no sólo las personas privadas de libertad por delitos o
violaciones y la violación de la ley, mismo sin haber sido acusados o
condenados, sino también los que están bajo la custodia y la responsabilidad de
ciertas instituciones como los hospitales psiquiátricos y otros establecimientos
para las personas con discapacidad física, mental o sensorial, instituciones para
niños y ancianos, centros para inmigrantes, refugiados, solicitantes de asilo o
refugiados, los apátridas y los indocumentados, y cualquier otra institución
similar para personas privadas de libertad.175
Los veinticinco principios establecidos en tal documento cubren los siguientes
temas: tratamiento humano, la no discriminación y la igualdad, la libertad personal,
legalidad, debido proceso, el control judicial y la ejecución de la pena, petición y
respuesta, los derechos y restricciones, las normas de admisión, registro, examen
médico y la transferencia, el derecho a la salud, alimentos y agua potable, condiciones
de alojamiento, higiene y vestido, educación y actividades culturales, el trabajo, la
174
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Principios y Prácticaspara la Prote
cción de las Personas Privadas de Libertad en las Américas. Aprobado por la CIDH en su 131 º período
de sesiones ordinario, OEA/Ser./L/V/II.131, doc. 38, 13 de marzo de 2008, pp 3.
175
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Principios y Prácticas…, pp.5.
104
libertad de conciencia y de religión, la libertad de expresión, asociación y reunión, las
medidas para prevenir el hacinamiento, libertad de comunicación, división en
categorías, el personal que trabaja en los lugares de privación de libertad, el examen
físico, inspección, instalación, parámetros de medidas disciplinarias para combatir
situaciones de violencia y de emergencia y los controles institucionales.
Como se puede apreciar, el documento es detallado y exhaustivo y, a pesar de su
carácter no vinculante, es especialmente valioso para la evaluación de parámetros de
tratamiento de las personas que están en esa particular condición de privación de
libertad.176
Con relación a los discapacitados mentales, los principios constituyen un
importante estándar sobre las condiciones que se consideran compatibles con la
dignidad humana de las personas con trastornos mentales que se mantienen, ya sea
voluntaria o involuntariamente, en tratamiento médico y privadas de su libertad
mediante la hospitalización.
Por otra parte, este instrumento hace un llamado para que los Estados miembros
promuevan la desinstitucionalización gradual de estas personas y establezcan formas
alternativas de atención, para, de esta manera, "lograr resultados objetivos compatibles
con un sistema de salud y una atención integral psiquiátrica, continua, preventiva,
participativa y comunitaria, a fin de evitar la privación innecesaria de la libertad en los
establecimientos hospitalarios o de otra naturaleza". Igualmente, es relevante el
reconocimiento de que la hospitalización en una institución psiquiátrica debe ser la
última alternativa en el tratamiento de los trastornos mentales, ya que "la simple
discapacidad no deberá, en ningún caso, justificar privación de la libertad".177
176
177
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Principios y Prácticas…, pp.5.
COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Principios y Prácticas…, pp. 6.
105
Por último, debemos destacar que este documento trata con igualdad a los
discapacitados mentales que cometieron delito o no, firmando importante base
hermenéutica que significa un gran avance en el análisis del tema. En efecto, en el punto
3, establece Medidas Especiales para las Personas con Discapacidad Mental, predicando
la obligación que tienen los Estados miembros de la OEA de desarrollar medidas para:
(…) garantizar la gradual desinstitucionalización de estas personas y la
organización de servicios alternativos que hagan posible el cumplimiento de
objetivos compatibles con un sistema de salud y una atención siquiátrica
integral, continua, preventiva, participativa y comunitaria, de este modo evitando
la privación desnecesaria de la libertad en establecimientos hospitalarios o de
otra naturaleza.
Por lo tanto, la CIDH señala que, en ambos casos, el tratamiento médico deberá
obedecer a las mismas condiciones y restricciones, jamás debiendo la simple
discapacidad mental ser fundamento para la privación de libertad.
2. Normas Brasileñas
La Constitución de 1988 y la Legislación Infra Constitucional Posterior
De modo muy similar a lo ocurrido en el derecho internacional, la legislación
brasileña también posee un gran número de normas que consagran los derechos a la
igualdad, la salud, la vida, la libertad, la seguridad, entre otros muchos, sobre todo
desde que la Constitución de 1988, llamada Constitución ciudadana, ha pasado a guiar
el ordenamiento jurídico nacional. El simple hecho de contener el reconocimiento de la
dignidad humana como fundamento del Estado brasileño ya sería base suficiente para
afirmar que las personas que sufren de trastornos mentales se encuentran bajo tal
protección constitucional y deben ser protegida de cualquier ataque a sus derechos
fundamentales.178
178
BRASIL.Constituição da República Federativa do Brasil. MORAES, Guilherme Peña de (Org.). 5. ed.
Rio de Janeiro: Lumen Juris, 2007.
106
Sin embargo, estamos de acuerdo con Jacobina, quien ha señalado que la
concepción tradicional de la dignidad y la ciudadanía está basada en la autonomía de la
voluntad, un tema que se plantea en las discusiones sobre las personas con trastorno
mental. Así el autor mencionado recurre a la interpretación sistemática de la dignidad
humana para añadir el concepto del pluralismo político, presentado por el art. 1, V de la
Carta Política de Brasil.179
Por lo tanto, la dignidad y la ciudadanía ganarían la fuerza necesaria para
alcanzar el nivel que siempre ha sido exclusivo de la norma, abarcando a todos los seres
humanos en toda la diversidad de su existencia. En las propias palabras del autor: "el
respeto a la ciudadanía y a la dignidad se produce esencialmente en el respeto a las
múltiples formas en que se manifiesta la razón y la sinrazón"180. Agréguense aún, los
elevados objetivos de construir una sociedad libre, justa y solidaria, de reducir las
desigualdades sociales y promover el bien de todos, también consagrados en la Norma
Fundamental de Brasil.
Desafortunadamente, el impacto de las normas citadas en la vida de las personas
con discapacidad mental fue muy reducido, lo que llevó al establecimiento de una
legislación específica para el tema. Se estudiaran así, las principales normas infra
constitucionales sobre las personas con enfermedad mental que entraron en vigencia
luego de la promulgación de la Constitución de 1988.
En primer lugar, es pertinente citar que ya en 1989 hubo una iniciativa pionera
sobre la materia, a saber, la Ley N° 7.853181, que estableció la Política Nacional para la
integración de las personas con discapacidad. Esa norma estaba dirigida a regular la
temática de la discapacidad en general y fue un marco importante en la lucha por los
179
JACOBINA, Paulo Vasconcelos. Direito Penal da Loucura: Medida de Segurança e Reforma
Psiquiátrica. Boletim dos Procuradores da República, n 70, Abril de 2006, pp. 17.
180
JACOBINA, Paulo Vasconcelos. Direito Penal da Loucura..., pp.17.
181
Anexo, pp. 124.
107
derechos de estos ciudadanos. En este dispositivo, por primera vez se aborda
directamente la necesidad de integración social de las personas con discapacidad como
un derecho, además de centrarse en la igualdad a través del prisma de la plena vigencia
de los derechos individuales y sociales.182
Posteriormente y más específicamente en relación a las personas con
discapacidad mental, se puede destacar el trabajo del Consejo Federal de Medicina
(CFM), que adoptó, mediante la Resolución N° 1.407 de 1994183, los principios que
figuran en la Resolución 46/119 de las Naciones Unidas, es decir, los Principios para la
Protección de las Personas con Enfermedades Mentales y el Mejoramiento de la
Atención en Salud Mental, que ya fueron abordados en la primera parte de este capítulo,
como un parámetro para la actuación de los médicos brasileños. Sobre este punto, es
preciso recordar la Sentencia emitida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en el Caso Ximenes Lopes vs. Brasil y manifestar que la resolución del CFM fue
entendida como la adopción por Brasil de los estándares internacionales de tratamiento
de los discapacitados mentales.184
No obstante, el primer instrumento contundente referido a la protección de los
derechos de las personas afectadas por enfermedad mental fue la Ley n. 10.216 de 2001,
denominada Ley de la Reforma Psiquiátrica185. Resultado de la militancia incesante y la
presión social ejercida por el movimiento antimanicomial, que contó con la
participación de la sociedad, los familiares de los pacientes, profesionales de la salud y
también la movilización de las organizaciones internacionales y la ya amplia doctrina
nacional y extranjera que se ha desarrollado sobre el tema, todo con el objetivo de
182
BRASIL. Lei nº 7.853, de 24 de outubro de 1989. Dispõe sobre o apoio às pessoas portadoras de
deficiência, sua integração social, sobre a Coordenadoria Nacional para Integração da Pessoa
Portadora de Deficiência - CORDE, institui a tutela jurisdicional de interesses coletivos ou difusos
dessas pessoas, disciplina a atuação do Ministério Público, define crimes, e dá outras providências.
Publicada no DOU de 25/10/89.
183
Anexo, pp. 130.
184
CONSELHO FEDERAL DE MEDICINA. Resolução CFM nº 1.407, de 08 de junho de 1994.
185
Anexo, pp.131-132..
108
denunciar la ineficiencia del modelo centrado en el hospital y reclamar un cambio de
paradigma.
Así, la Ley 10.216 estableció la Política Nacional de Salud Mental que, "regula
acerca de la protección y los derechos de las personas con trastornos mentales y da una
nueva dirección al modelo de atención de la salud mental" , creando así la base para un
nuevo modelo de atención de la salud mental en el que la responsabilidad pertenece al
Estado, el cual cuenta con la participación de la sociedad en su conjunto y,
especialmente, las familias de los afectados.
De este modo, la ley reconoce que la hospitalización debe ser excepcional para
el tratamiento de los trastornos mentales y sólo debe utilizarse cuando otros medios no
sean eficaces (art. 4). La hospitalización, por lo tanto, se convierte en la excepción y no
la regla del tratamiento psiquiátrico, debiendo además ser practicada durante un tiempo
limitado, ya que normalmente el cuidado de la salud mental debe ocurrir en la
comunidad y no fuera de ella. Sin embargo, se identificaron y se delinearon los límites
de los tres tipos de hospitalización, a saber: la voluntaria, la involuntaria y la
obligatoria. Esta última, de la que se ocupa este trabajo, es la hospitalización
determinada por la justicia, de acuerdo con la definición del artículo 6, III, abarcando,
por lo tanto, la hospitalización que ocurre por medida de seguridad. Todas las formas,
sin excepción, deben estar bajo los nuevos contornos del modelo antimanicomial de
atención a la salud mental.
Igualmente, la reforma establece que la finalidad del tratamiento no puede ser
otra que la rehabilitación del paciente y, por tanto, prohíbe con especial énfasis la
hospitalización en instituciones de características asilares186. También son enumerados
los derechos de las personas con trastornos mentales, entre los cuales se puede subrayar:
186
BRASIL. Lei nº 10.216, de 06 de abril de 2001. Dispõe sobre a proteção e os direitos das pessoas
portadoras de transtornos mentais e redireciona o modelo assistencial em saúde mental. Diário Oficial
da República do Brasil, Poder Executivo, Brasília, DF, 09 abr. 2001. Art. 4, §3º.
109
el trato humano, efectivizado a través de la inserción en la familia, en el trabajo y en la
comunidad; la protección en contra del abuso y la explotación; el derecho a la presencia
médica,
a la información y a la confidencialidad; el acceso a los medios de
comunicación; y, el derecho a que el tratamiento ocurra con los medios menos invasivos
y que sea realizado, de preferencia, en la comunidad.
Posteriormente, en 2002, el Plan Nacional de Derechos Humanos II vino a
afirmar explícitamente su apoyo a la aplicación de la Ley 10.216 al tratar en destaque el
tema de la Salud Mental. Este Plan aborda también la cuestión de los pacientes con
trastorno mental que cometen delitos, específicamente en sus propuestas signadas con
los números 366-368, que contemplan, entre otras medidas, la existencia de un esfuerzo
intersectorial para lograr la sustitución del modelo de atención a estas personas,
cambiando de los Hospitales de Custodia y Tratamiento Psiquiátrico (HCTP) para el
tratamiento de referencia, que es aquel que se da en el Sistema Único de Salud
(propuesta 367). De esta manera, se reafirma la intención del Estado en desactivar poco
a poco los Hospitales de Custodia y Tratamiento, incluso rediscutiendo el problema de
la inimputabilidad penal de las personas con trastorno síquico, como afirma la propuesta
N º 368187, con el objetivo de, a través de la creación de tratamientos alternativos a la
internación, eliminar gradualmente los manicomios, entre ellos, el judicial188.
187
BRASIL. Decreto nº 4.229, de 13 de maio de 2002. Dispõe sobre o Programa Nacional de Direitos
Humanos – PNDH 2, instituído pelo Decreto nº 1.904, de 13 de maio de 1996. Diário Oficial [da]
República do Brasil, Poder Executivo, Brasília, DF, 14 maio 2002.
188
Saúde Mental 365. Apoiar a divulgação e a aplicação da Lei nº 10.216, de 6 de abril de 2001, com
vistas à desconstrução do aparato manicomial sob a perspectiva da reorientação do modelo de atenção em
saúde mental. 366. Estabelecer mecanismos de normatização e acompanhamento das ações das secretarias
de justiça e cidadania nos estados, no que diz respeito ao funcionamento dos hospitais de custódia e
tratamento psiquiátrico. 367. Promover esforço intersetorial em favor da substituição do modelo de
atenção dos hospitais de custódia e tratamento por tratamento referenciado na rede SUS. 368. Promover
debates sobre a inimputabilidade penal das pessoas acometidas por transtornos psíquicos 369. Criar
programas de atendimento às pessoas portadoras de doenças mentais, apoiando tratamentos alternativos à
internação, de forma a conferir prioridade a modelos de atendimento psicossocial, com a eliminação
progressiva dos manicômios.370. Criar uma política de atenção integral às vítimas de sofrimento psíquico
na área da saúde mental, assegurando o cumprimento da carta de direitos dos usuários de saúde mental e o
monitoramento dos hospitais psiquiátricos.
110
En el año 2004, la Resolución Nº 5 del Consejo Nacional de Política Criminal y
Penitenciaria (CNPCP) – texto en anexo189, tuvo el objetivo de " adecuar las medidas de
seguridad a los principios del SUS y a las directrices contenidas en la Ley 10216".190
Para el efecto, se propuso nuevas directrices para la ejecución de esta sanción penal con
el fin de ajustarla al nuevo modelo antimanicomial. De las 18 directrices que figuran en
el cuerpo de la citada Resolución, se destacan la admisión de la finalidad de
reintegración del paciente en el medio social y la adopción de los principios de respeto a
los derechos humanos, de la deshospitalización y de la superación del modelo tutelar,
dispuestos en su artículo primero.
Asimismo, esta Resolución prevé la adopción de un tratamiento individualizado,
que deberá ocurrir en una institución que brinde atención integral a los pacientes,
contemplando una atención dirigida también a las familias, la integración de los HCTP
a la red del SUS, que exclusivamente criterios clínicos sean la base para la conversión
de tratamiento ambulatorio en hospitalización, que sólo por nueva sentencia judicial sea
posible volver a cumplir una medida de seguridad, la previsión de cupos para los que
salen de los HCTP en los servicios terapéuticos residenciales, y la supervisión de estas
personas oriundas de los HCTP por el servicio ambulatorio local, con el fin de generar
vínculos más estrechos con la comunidad, entre otras disposiciones.
Por otra parte, el Plan Nacional de Derechos Humanos III (PNDH III), puesto en
marcha por el Decreto n. 7.037 de diciembre de 2009, se ocupó de la salud mental de
forma difusa, estando presente esta temática en varios puntos, tales como la promoción
del derecho a la cultura, el esparcimiento y el deporte, y en el cuidado de los niños y
189
Anexo, pp.133-134.
BRASIL. Ministério da Justiça. Conselho Nacional de Política Criminal e Penitenciária. Resolução nº
5, de 4 de maio de 2004. Dispõe a respeito das Diretrizes para o cumprimento das Medidas de Segurança,
adequando-as à previsão contida na Lei nº 10.216 de 06 de abril de 2001.
190
111
adolescentes en situación de dependencia química y sufrimiento síquico.
191192
Debe
tenerse en cuenta las posturas asumidas cuando se trata de la ampliación del acceso
universal a la salud y la reestructuración del sistema penitenciario. En estos puntos, el
PNDH III establece entre sus acciones los objetivos programáticos tales como:
Invertir en la Política de Reforma Psiquiátrica estimulando programas de
tratamientos sustitutos a la hospitalización, que aseguren a las personas con
trastorno mental la posibilidad de elección autónoma de tratamiento, con
convivencia familiar y acceso a los recursos psiquiátricos y farmacológicos" y
"aplicar la Política Nacional de Salud Mental y la Política para la Atención
Integral de Usuarios de Alcohol y Otras Drogas en el sistema penitenciario.193
Así, los principios se reafirman en el año 2001 por la Reforma y su aplicación
necesaria en el sistema penitenciario. No obstante lo anterior, la Resolución n. 113 de
abril de 2010 del Consejo Nacional Justicia (CNJ)194, de forma contradictoria establece
en su artículo 14 que la medida de seguridad debe aplicarse de conformidad con la Ley
10.216 de 2001, al tiempo que afirma que esa medida sigue bajo los parámetros de la
Ley 7210 de 1984, o sea, la Ley de Ejecución Penal, en claro desacuerdo con la primera
norma mencionada, la cual es de fecha posterior. Además, el CNJ deja para el criterio
del juez de ejecución penal que "siempre que sea posible trate de aplicar políticas
antimanicomiales”.195
191
Promover el derecho a la cultura, y esparcimiento el deporte como elementos formativos de la
ciudadanía. Acciones programáticas: h) Garantizar el derecho de las personas con discapacidad y
enfermedad mental de participar en la vida cultural en igualdad de oportunidades con los demás, y
desarrollar y utilizar su potencial creativo, artístico e intelectual.
192
Garantizar el acceso a los servicios de salud mental para niños y adolecentes en sufrimiento síquico y
dependencia química. Acciones programáticas: a) universalizar el acceso a servicios de salud mental para
niños y adolecentes en ciudades grandes y medianas, incluyendo la garantía para el uso de unidades de
detención socio educativas. Promoción de los derechos humanos de los profesionales del sistema de
seguridad pública, asegurada su formación continuada y de acuerdo con las actividades que desarrollan.
193
BRASIL. Decreto nº 7.037, de 21 de dezembro de 2009. Aprova o Programa Nacional de Direitos
Humanos - PNDH-3 e dá outras providências. DOU DE 21/12/2009.
194
Anexo, pp. 135-138.
195
BRASIL. Resolução nº 113 de 20 de abril de 2010. Dispõe sobre o procedimento relativo à execução
de pena privativa de liberdade e de medida de segurança, e dá outras providências. Publicada no DJ-e nº
73, em 26/04/2010, p. 03-07; Alterada pela Resolução n° 116, publicada no DJ-e n° 150/2010, em
18/08/2010, p. 03-07, art. 17.
112
Más recientemente, en julio de 2010, el Consejo Nacional de Política Criminal y
Penitenciaria (CNPCP) emitió la Resolución n. 4196, volviendo a establecer las
directrices nacionales para atender a las personas que cumplen medida de seguridad y a
todos los pacientes judiciarios. En general, este reglamento reafirma la necesidad de
igualar el cumplimiento de la medida de seguridad con el Plan Nacional de Salud
Mental establecido por la reforma psiquiátrica, cambiando el modelo de atención
tradicional para el antimanicomial.
De igual forma, establece las directrices que deben orientar la atención a la salud
mental, como el enfoque intersectorial, el acompañamiento psicosocial continuado, la
reafirmación de la individualización de la medida, la inclusión social del paciente y el
fortalecimiento de sus habilidades y capacidades hacia la responsabilidad social. Afirma
también que el paciente judiciario debe tener un acompañamiento sicológico, jurídico y
social en las diferentes etapas del procedimiento, con el fin de que se estudien y
acompañen los procesos de estos pacientes, elaborando pareceres e informes dirigidos al
juez, realizando sugerencias sobre las medidas procesales correctas y transmitiendo las
informaciones clínicas que garanticen los derechos del paciente. Por lo tanto, la
hospitalización, cuando se produce, debe ocurrir en la red municipal de salud, ya que se
debe evitar al máximo el manicomio judiciario. Finaliza la norma con el establecimiento
de un plazo de 10 años para que los poderes ejecutivo y judiciario procedan a la
sustitución del modelo asilar para el antimanicomial en el cumplimiento de la medida de
seguridad, es decir, el año 2020.197
Es posible percibir que la producción legislativa de los últimos diez años, es
decir, después de la Reforma Psiquiátrica, fue abundante e insistente en afirmar su
196
Anexo, pp. 139-141.
BRASIL. Ministério da Justiça. Conselho Nacional de Política Criminal e Penitenciária.. Resolução nº
4 de 02 de agosto de 2010. Dispõe sobre as Diretrizes Nacionais de Atenção aos Pacientes Judiciários e
Execução da Medida de Segurança. Publicado no DOU de 03/08/2010, Seção 1, p. 49.
197
113
contenido y sus principios. Desafortunadamente, muy poco fue hecho para cambiar la
triste realidad de los pacientes en HCTPs. Esto ocurre por muchas razones, desde los
prejuicios y el miedo social a la persona con trastorno mental, hasta la aparente
confusión sobre la materia que combina las disposiciones de la Ley 10216, la Ley de
Ejecución Penal y el Código Penal brasileño. Para resolver estas dificultades se
procederá a la interpretación sistemática de tales normas.
La Ley 10.216/2001, el Código Penal y la Ley de Ejecución Penal
El Código Penal
Brasileño (CPB)198, tal como se evidenció
en el
capítulo anterior, regula la tramitación de la Medida de Seguridad, basado en
el positivismo jurídico y afirma
categóricamente que,
una
vez
declarada
la
inimputabilidad, el sujeto es necesariamente percibido como peligroso y debe, por lo
tanto, someterse a una medida de seguridad, ya sea ambulatoria o de hospitalización.
Esta cuestión se encuentra prevista en el título VI de la mencionada norma,
específicamente entre los
artículos 96 y 99,
lo
que
significa que se
encuentra
en la parte general de este código, el cual fue modificado por última vez en 1984, es
decir, mucho antes de la entrada en vigor de la Ley de Reforma Psiquiátrica, e incluso
antes de la propia Constitución Federal de 1988. De esta forma, es fácil percibir que la
disposición legal
que regula la aplicación de la medida de seguridad, no guarda
coherencia con los principios del Estado democrático de Derecho y menos aún con las
disposiciones que forman parte del Sistema Nacional de Salud Mental.
En este sentido, es evidente la necesidad de compatibilizar estas normas, tal
como reivindica no sólo la sociedad, sino también la doctrina y, como hemos visto,
también se expresan en este sentido las Resoluciones de la CNJ y CPCNP que en este
198
Anexo, pp.142.
114
sentido,
van
más allá
de lo
dispuesto en
los
Planes
Nacionales de Derechos Humanos II y III. 199
Como punto de partida, veamos los parámetros que adoptó la reforma
psiquiátrica, en síntesis realizada por Jacobina:
A) Un enfoque interdisciplinario de la salud mental, sin preferencia de unos
profesionales sobre otros;
B) Negación del carácter terapéutico de la hospitalización;
C) Respeto pleno de las características específicas de cada paciente, y de la
naturaleza plenamente humana de su psicosis;
D) La discusión del concepto de "cura", ya no como "devolución" a el paciente
de una “sanidad perdida", sino como un trabajo permanente de construcción de
un "sujeto" (yo) donde parece existir solamente un "objeto" de la intervención
terapéutica (esto);
D) La denuncia de las estructuras tradicionales como las estructuras de represión
y exclusión;
E) La no neutralidad de la ciencia; y,
F) El reconocimiento de la estrecha relación existente entre las estructuras
psiquiátricas tradicionales y el aparato jurídico y policial. 200
Por lo tanto, es posible observar que en realidad hay contradicción entre el
artículo 97, § 1 del Código Penal
201
, que establece los plazos mínimos para que se
realice el examen médico y el contenido de los artículos 4 y 5de la Ley N º 10.216, que
afirma la utilidad terapéutica de la hospitalización y la alta progresiva de los pacientes
crónicos y con alta dependencia institucional. 202203
Del mismo modo, no es coherente la previsión de la presunción de peligrosidad
objetiva, basada en la inimputabilidad, generando la aplicación indiscriminada de esta
sanción penal, o la norma rígida contenida en el artículo 97, que dirige los individuos a
199
Resoluciones n. 5/2004 y 4/2010 del CNPCP y Resolución n. 113/2010, del CNJ.
JACOBINA, Paulo Vasconcelos. Direito Penal da Loucura..., pp. 17.
201
§1º - La hospitalización o el tratamiento en ambulatorio debe ser por tiempo indeterminado, debiendo
quedarse hasta que no haya comprobación, por examen médico, de que ya no haya peligrosidad. El plazo
mínimo debe ser de un hasta tres años.
202
Art. 4º - La hospitalización, en cualquier de sus formas, solamente puede ser indicada cuando los
recursos no hospitalarios no sean suficientes.
203
El paciente que este hace mucho tiempo hospitalizado o para el cual se observe situación de grave
dependencia de la institución, por su cuadro clínico o por no tener apoyo social, debe ser objeto de
política específica de liberación planeada y rehabilitación sicosocial asistida, con la responsabilidad de la
autoridad sanitaria adecuada y control de instancia a ser definida por el poder ejecutivo, estando
asegurada la continuidad del tratamiento, cuando sea necesario.
200
115
la vía de tratamiento hospitalario en función del tipo penal y no en el mejor interés del
paciente. 204 No tiene ningún sentido dedicar un tratamiento uniforme e individualizado,
como solicita la norma, sobre todo cuando se declara que el objetivo del tratamiento es
la rehabilitación del paciente en el medio social, debiendo utilizarse la hospitalización
únicamente en casos en que los recursos extra hospitalarios no sean suficientes.205
En este último caso, deberá inclusive tenerse en cuenta que las dos normas van
en caminos diametralmente opuestos, el CP que comienza por la hospitalización
ordenada por el juez, la cual no se basa en criterios médicos o el bienestar del paciente y
la Ley de la Reforma Psiquiátrica, que establece que se deben agotar todos los recursos
antes de utilizar la internación en un hospital y que, en su caso, debe ser por el menor
tiempo posible.
Por otra parte, el concepto de fin de la peligrosidad otro de los términos
utilizados y que es absolutamente extraño a la Constitución, a la Ley 10.216 y las Leyes
8080 y 8142/90, fundadoras del Sistema Único de Salud, sirve como criterio guía para
la determinación de la existencia o no de la necesidad de una intervención médica
extrema como es la hospitalización obligatoria. Ahora bien, si la Medida de Seguridad
sería realmente una medida terapéutica, como insiste en afirmar parte de la doctrina,
cabe preguntar ¿por qué estaría esta medida sometida al comando del juez y no de una
junta médica, como establecen las normas que tratan de derecho sanitario?
Por otra parte, el § 3 del artículo 97 del CP206 trata de la deshospitalización o
liberación, estableciendo que siempre ocurrirá condicionalmente y que cualquier otro
hecho indicativo de peligrosidad es suficiente para que la medida sea retomada. Una vez
204
Art. 97 – Si el sujeto es inimputable, el juez debe determinar su hospitalización (art. 26). Si, sin
embargo, el hecho definido como delito tiene como pena la detención, puede el juez someterlo a
tratamiento en ambulatorio.
205
Art. 2º, Párrafo único – Son derechos de las personas con trastorno mental: I – tener acceso al mejor
tratamiento del sistema de salud, de acuerdo con sus necesidades.
206
Art. 97, §3º - La desospitalización , o la liberación, debe ser siempre condicional, debiendo volver a la
situación anterior si el sujeto, antes que pase un año, practica hecho que indique su peligrosidad.
116
más hay una total violación de las demás normas, ya que el art. 6 de la Ley 10.216 dice
que la hospitalización sólo puede ocurrir con el informe médico que justifique la
necesidad de tratamiento y no por la presunción legal de peligrosidad, que no es medida,
por lo menos, como en el momento de la sentencia, con la realización de nuevos delitos,
mas a partir de un hecho de contenido indefinido.
207
En el mismo sentido, Jacobina
reflexiona que "por el nuevo sistema, la hospitalización o el tratamiento ambulatorio, se
originan en las recomendaciones de un equipo multidisciplinario que trabaja con el
paciente y no en una determinación legal o judicial".208
Asimismo, es necesario cuestionar la naturaleza del hospital de Custodia y
Tratamiento Psiquiátrico como una institución prevista en el Título IV del CP, que trata
de las cárceles y en el capítulo VI de la Ley de Ejecución Penal209, poco después de
tratar de la penitenciaria, de la colonia agrícola, industrial o similar, de la Casa de
Albergado y del centro de observación. En efecto, no se trata de una legítima institución
hospitalaria, con sujeción a las normas que regulan la atención de salud mental en
general, sino de una institución especial que pertenece al grupo de las instituciones
penales, que, según establece también el artículo 99 del CP, posee características de un
hospital pero no es realmente uno. 210 De hecho, el mismo autor concluye que "no hay
manera de defender que la medida de seguridad tiene naturaleza sanitaria y no punitiva
sin evidenciar la contradicción de un „hospital‟ sometido al sistema penitenciario, y no
al sistema único de salud",211
De hecho, si analizamos las Leyes 8080 y 8142/90, que contienen los principios
rectores del Sistema de Salud, no se encuentra ninguna similitud entre este y el
207
Art. 6º - La hospitalización siquiátrica solamente debe ser hecha con examen médico que caracteriza
sus motivos.
208
JACOBINA, Paulo Vasconcelos. Direito Penal da Loucura..., pp. 19.
209
Anexo, pp. 143-145.
210
Art. 99 – La persona hospitalizada debe ser llevada a institución con características hospitalarias y
debe ser sometida a tratamiento.
211
JACOBINA, Paulo Vasconcelos. Direito Penal Da Loucura..., pp. 18.
117
funcionamiento de HCTP. Recurriremos una vez más a Jacobina, que así sintetizó los
principios de la salud pública:
A. La salud es un derecho ciudadano, exigible frente al Estado;
B. Los servicios de salud deben ser la prestación universal y equitativa, teniendo
en cuenta la situación particular de los grupos e individuos;
C. La atención de salud siempre será integral y eficaz, es decir, eficiente; y,
D. Acciones de salud deben ser inter sectoriales, y humanizado el servicio a la
comunidad - que, de hecho, debe participar, democráticamente, del
conocimiento del proceso de la salud/enfermedad, y de la planificación de los
servicios, decidiendo y controlando el proceso. 212
Ante esta brecha abismal, no es posible defender el carácter sanitario de la
medida de seguridad y también se debe reconocer que este instituto tiene naturaleza
francamente punitiva. Agréguense también las numerosas leyes - ya analizadas antes que apuntan a la necesidad de aplicar la legislación sanitaria a las personas que sufren
con trastornos mentales y que cometen delitos.
Como conclusión, es esencial recordar que las lecciones jurídicas más básicas
enseñan que los conflictos de normas jurídicas no son más que ilusiones, ya que, en la
mayoría de los casos, existen criterios suficientes para resolverlos. En este caso
particular, los criterios no faltan: la Ley 10.216 de 2001 es posterior a la parte general
del Código Penal y la Ley de Ejecución Penal, ambos de 1984, y trae los dispositivos
que establecen los derechos mucho más amplios - véase el artículo 2 - que la estrecha y
restringida descripción de derechos enumerados antes por las dos leyes, siendo, por lo
tanto, sin duda más beneficioso y en consecuencia aplicable.213
212
JACOBINA, Paulo Vasconcelos. Direito Penal Da Loucura..., pp. 18
Art. 2º - En la atención de problemas de salud mental, de cualquier naturaleza, la persona y sus
familiares o responsables serán formalmente informados de los derechos enumerados en el párrafo único
de este artículo. Párrafo único: son derechos de la persona portadora de trastorno mental: I – tener acceso
al mejor tratamiento del sistema de salud acorde con sus necesidades; II – ser tratado con humanidad y
respeto con el objetivo especifico de beneficiar su salud y alcanzar su recuperación mediante su inserción
en la familia, en el trabajo y en la comunidad; III- ser protegida contra cualquier forma de abuso o
explotación; IV – tener la garantía de confidencialidad en las informaciones prestadas; V – tener derechos
a la presencia médica, en todo momento, para aclarar la necesidad o no de su internación involuntaria; VI
– tener libre acceso a todos los medios de comunicación disponibles; VII – recibir la mayor cantidad de
información posible con relación a la enfermedad y su tratamiento; VIII – ser tratado en un ambiente
213
118
3. Conclusiones
Con base en el análisis realizado en este capítulo, es posible concluir que existe
efectivamente un marco legal para el trato humano y digno de las personas que padecen
trastornos mentales en general y que estos parámetros normativos son plenamente
aplicables a los ciudadanos que cometieron un delito. La comisión de un delito no puede
servir de escusa para que los enfermos mentales sean tratados de forma diferente. No es
justificable que exista un trato más invasivo y cruel para aquellos que cometieron un
delito y menos aún cuando no está presente el elemento de la culpabilidad.
El marco legal del que se habla en este trabajo impone, entonces, una obligación
para el Estado de respetar la especial condición de vulnerabilidad de los enfermos
mentales, condición que es agravada por la situación desfavorable
que
se
presenta en instituciones totalitarias, como son los hospitales psiquiátricos, donde existe
una evidente relación desigual de poder ejercida por la institución y sus profesionales y
en la cual, los pacientes son inclusive sometidos a un fuerte control síquico y físico,
sobre todo, mediante la utilización de la fuerza y de los fármacos psicotrópicos.
Los estándares en regla apuntan, entonces, para que la atención de la salud
mental no sea realizada siguiendo el modelo tradicional y que por lo contrario exista un
efectivo cuidado de los enfermos mentales, tal como manda la moderna psiquiatría.
Del análisis de todos los documentos estudiados en este tercer capítulo, es
posible observar que existe un consenso en algunos puntos, los cuales permiten esbozar
los parámetros para la vigencia de un trato respetuoso y digno de los enfermos mentales.
Tales parámetros parten de algunas constataciones, a saber:
 La no existencia de la dignidad humana en el aislamiento y la exclusión;
 El reconocimiento de la igualdad de todos los seres humanos;
terapéutico por los mecanismos menos invasivos posibles; IX – ser tratada, preferencialmente, en
servicios comunitarios de salud mental.
119
 El tratamiento tiene por fin desarrollar la autonomía del paciente;
 La extrema vulnerabilidad de los que sufren con trastornos mentales que se
encuentran en instituciones siquiátricas;
 La sistemática violación de los derechos humanos de las personas que se
encuentran en hospitalización siquiátrica;
 La no justificación de la privación de libertad simplemente basada en la
existencia de enfermedad mental;
 El reconocimiento por la comunidad internacional de que el aislamiento
celular y la incomunicabilidad son formas de trato inhumano y degradante; y,
 La importancia de la educación de la sociedad para el respeto y la tolerancia a
las diferencias de cada ser humano, en contra de la estigmatización y la
discriminación habituales.
De esta manera, se puede constatar como consecuencia el consenso sobre las
siguientes reglas:
 La necesidad de la protección contra la explotación, los malos tratos, los
abusos, de orden síquico o físico y la tortura;
 El derecho a vivir y trabajar en la comunidad;
 El derecho a recibir la atención menos invasiva posible;
 La indicación del cierre de los Hospitales de Custodia y Tratamiento
Psiquiátricos y el tratamiento de sus pacientes en los centros de atención primaria de
salud;
 El derecho a la integridad física, síquica y moral;
 El derecho a la vida no solamente como el derecho a existir, mas como
derecho a tener acceso a calidad de vida;
120
 El reconocimiento de que las personas con sufrimiento mental tienen derecho
al goce de los mismos derechos que los demás;
 La comprensión de que cualquier forma de detención, aunque para
tratamiento, en que el sujeto no disfrute de libertad de locomoción y que esté bajo el
control y la responsabilidad de una institución pública o privada es efectivamente una
situación de privación de la libertad que no puede ser justificada simplemente por la
presencia de trastorno mental y en la cual la persona detenida debe contar con todas las
garantías del Estado Democrático de Derecho.
Como resultado, es imperativo reconocer que los más recientes instrumentos
normativos internacionales y patrios
tienen en común el entendimiento de que el
modelo de atención a la salud mental por medio de la hospitalización, no solamente no
es suficiente para tratar a las personas que padecen de dichos trastornos, como somete
al paciente a una forma de vida indigna, violando sus derechos humanos. Como
consecuencia y reconociendo la validez del ideal del modelo de asistencia en la
comunidad, es preciso determinar la utilización de la estructura del sistema único de
salud y además debe realizarse el acompañamiento de estos pacientes.
Como reflejo de todo lo mencionado, se pudo observar que en Brasil la
constitución proclama la igualdad de todos y el respeto a la dignidad humana como
fundamento del Estado y que la legislación nacional tuvo muchos avances. Así, se
percibe que la legislación brasilera, después de haber pasado por la reforma psiquiátrica,
está adecuada a los parámetros internacionales. Existen también varias disposiciones
legales que entraron en vigencia después de la promulgación de la norma que instituyó
dicha reforma, como se evidenció, éstas apuntan a la aplicación de sus reglas en los
casos de cumplimiento de medida de seguridad, haciendo compatible y coherente el
tratamiento de los enfermos mentales en el país.
121
No obstante, el hecho de la reforma direccionar la atención de la salud mental
para el cambio que impone la psiquiatría moderna, la doctrina y la jurisprudencia
brasileñas insisten en la aplicación de los antiguos dispositivos sobre el tema, los cuales
se encuentran contenidos en la Ley de Ejecución Penal y en el Código Penal.
Dispositivos que, entretanto, están en franco desacuerdo con los estándares
internacionales ya mencionados, motivo por el cual se ha olvidado que la norma descrita
en la Ley 10.216/2001 es mucho más benéfica y reciente y debe, en consecuencia,
derogar las anteriores e ineficaces previsiones legales sobre la materia.
Esta tensión, lamentablemente sigue impidiendo la amplia aplicación de los
dispositivos legales pertinentes y, consecuentemente, el ejercicio de los derechos
humanos en ellos garantizados. En la práctica, siguen existiendo los Hospitales de
Custodia y Tratamiento en Brasil, aunque la reforma psiquiátrica ya haya abierto los
caminos para el cambio al modelo de asistencia comunitaria y haya otorgado suficientes
normas que apuntan en la dirección hermenéutica correcta que debe seguir el derecho
penal, para que finalmente esté conforme con los principios del Estado Democrático de
Derecho.
122
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Por todo lo expuesto, es posible afirmar que es evidente que la situación a la
que están sometidas las personas con trastorno mental en el cumplimiento de
las Medidas de Seguridad no es compatible con los principios fundamentales del
estado democrático de derecho y con la protección nacional e internacional de los
derechos humanos. En este sentido, se puede apreciar que lamentablemente el derecho
penal no ha logrado constituirse como un instrumento de cambio y, por el contrario, la
vigencia de la medida de seguridad coadyuva a perpetuar las arcaicas formas de
dominación y desigualdad de trato a las personas que ya sufren con trastornos mentales,
mediante prácticas de control que generan invisibilidad y exclusión.
En este escenario, consideramos que la solución a la oscuridad en la que se
encuentra el derecho penal, proviene de la luz del principio de la dignidad humana, el
cual
no
debe entenderse
únicamente
de
forma estática e
individualista,
sino
comprenderse desde la visión global de Arendt, que ve al hombre en su perspectiva
relacional y no como un ente aislado. Así, el concepto jurídico de la dignidad no puede
desconocer la necesidad esencial del ser humano de vivir en sociedad, pues en
definitiva, no existe vida digna en condiciones de aislamiento y exclusión. De esta
forma, se puede afirmar que el concepto de dignidad debe expandirse para abarcar la
complejidad de la existencia humana y en consecuencia debe tomar en cuenta
tres aspectos fundamentales: la autonomía del individuo, las condiciones materiales
para su existencia y la inclusión social.
De este modo, si observamos como son ejecutadas las medidas de
seguridad, podremos claramente evidenciar una contradicción ontológica, sobre todo
cuando se pretende utilizar la segregación como una forma de tratamiento e inclusión de
las personas con trastorno mental en la sociedad. Es indiscutible la lógica determinista
123
que permea la concepción de este instituto, toda vez que el mismo prevé una
consecuencia particularmente diferente y más gravosa para quien comete un delito sin
que esté presente el elemento de culpabilidad.
Al respecto, cabe recordar que el concepto de culpabilidad está vinculado a
la noción de reprochabilidad social del sujeto que se comporta de forma típica e ilícita, y
que si no se encuentra presente, como en el caso de los inimputables, no existe
autorización normativa para la aplicación de una pena, que tendría todas las garantías
previstas en el ordenamiento jurídico, y al revés, solamente podrá aplicarse una medida
de seguridad, la cual incomprensiblemente genera una situación más grave para quien
no es culpable.
Por otra parte, del detenido estudio de la medida de seguridad se puede
concluir que: a) posee naturaleza jurídica de sanción penal; b) no existe distinción de
naturaleza ontológica o práctica en relación a la pena; c) tiene como presupuestos el
hecho crimonoso y la peligrosidad, y que esta última es una presunción que existe en
caso de inimputabilidad; d) tiene la misma naturaleza aflictiva, con los mismos fines
preventivos y retributivos de la pena; y, e) tiene plazo límite para cumplimento
muy extendido – de 01 a 30 años - no existiendo ninguna proporción con la gravedad
del delito cometido. Con relación a esta última afirmación, es fácil percibir que si la
reprochabilidad no radica en la gravedad del hecho, lógicamente recae en la persona
del autor y eso significa un enorme retroceso en la historia del derecho penal. Por lo
tanto, se debe reconocer que las características citadas son contrarias a las bases
garantistas y democráticas en las que se funda el Estado brasileño, y violan
flagrantemente el principio de la dignidad humana.
De otro lado, es importante señalar también que a lo largo del presente
trabajo se demostró que tanto los estándares internacionales como las normas brasileras
124
sobre salud mental caminan en una dirección diametralmente opuesta al "tratamiento"
que reciben las personas que padecen trastornos mentales cuando el Estado aplica la
medida de seguridad. En efecto, existe un marco legal internacional e interno para el
tratamiento de estas personas, el cual obliga al Estado a mantener una actitud
positiva para garantizar el respeto de los derechos humanos de estos ciudadanos. Fue
precisamente con base en esta obligación que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, tal como vimos en el último capítulo, condenó a Brasil en el Caso Ximenes
Lopes versus Brasil.
Cabe destacar que después del estudio de varios instrumentos normativos, se
puede aseverar que actualmente el Estado brasilero debe observar las siguientes reglas
en el tratamiento de personas con trastorno mental: a) la necesidad de protección contra
la explotación, los malos tratos, los abusos, de orden síquico o físico y la tortura; b) el
derecho a vivir y trabajar en la comunidad; c) el derecho a recibir la atención menos
invasiva posible; d) la indicación del cierre de los Hospitales de Custodia y Tratamiento
Psiquiátricos y el tratamiento de sus pacientes en los centros de atención primaria de
salud; e) el derecho a la integridad física, síquica y moral; f) el derecho a la vida no
solamente como el derecho a existir, mas como derecho a tener acceso a cualidad de
vida; g) el reconocimiento de que las personas con sufrimiento mental tienen derecho al
goce de los mismos derechos que los demás; h) la comprensión de que cualquier forma
de detención es efectivamente una situación de privación de la libertad que no puede ser
justificada simplemente por la presencia de trastorno mental; y, i) la persona detenida
siempre debe contar con todas las garantías del Estado Democrático de Derecho.
Efectivamente, las normas brasileñas de salud pública, siempre apoyadas en
la
Constitución, son
exhaustivas al
establecer
reglas
que
adoptan
los
parámetros descritos anteriormente. Sin embargo, el impacto de tales disposiciones en el
125
ámbito jurídico penal aún se hace esperar. De esta forma, es una realidad que el
ordenamiento jurídico brasilero carece de coherencia, pues paradójicamente se
proclama la igualdad, la proporcionalidad y la dignidad humana y, al mismo tiempo, se
genera dos derechos penales paralelos, el uno tiene acceso a garantías y derechos,
mientras que el otro tiene como destino la segregación por tiempo indefinido.214
Asimismo, la Ley 10.216/2001 de Reforma Psiquiatríca determina que
la aplicación de las normas de atención a la salud mental vigentes para el Sistema
Único de Salud sea extendida a todos, y que, en consecuencia, sean aplicadas en favor
de todos los que están relegados al olvido en los Hospitales de Custodia y Tratamiento
Psiquiátrico. Es urgente que se proceda, de esta forma, a la recuperación de la
ciudadanía y de la dignidad de la vida de estas personas, por medio de su verdadera
inclusión en la sociedad, esta vez no como objetos sino concretamente como sujetos de
derechos y ciudadanos que son.
214
Aunque existe, como ya se ha visto en el capítulo 2, un límite máximo para el cumplimiento de una
medida de seguridad, no hay previsibilidad - o seguridad - del tiempo que la persona se encontrará bajo la
custodia del estado, y, a su turno, esta puede variar entre uno y treinta años.
126
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132
ANEXO
133
LEI Nº 7.853, DE 24 DE OUTUBRO DE 1989.
Dispõe sobre o apoio às pessoas portadoras de deficiência, sua
integração social, sobre a Coordenadoria Nacional para Integração
da Pessoa Portadora de Deficiência - Corde, institui a tutela
jurisdicional de interesses coletivos ou difusos dessas pessoas,
disciplina a atuação do Ministério Público, define crimes, e dá
outras providências.
O PRESIDENTE DA REPÚBLICA, faço saber que o Congresso Nacional
decreta e eu sanciono a seguinte Lei:
Art. 1º Ficam estabelecidas normas gerais que asseguram o pleno exercício dos
direitos individuais e sociais das pessoas portadoras de deficiências, e sua efetiva
integração social, nos termos desta Lei.
§ 1º Na aplicação e interpretação desta Lei, serão considerados os valores básicos
da igualdade de tratamento e oportunidade, da justiça social, do respeito à dignidade da
pessoa humana, do bem-estar, e outros, indicados na Constituição ou justificados pelos
princípios gerais de direito.
§ 2º As normas desta Lei visam garantir às pessoas portadoras de deficiência as
ações governamentais necessárias ao seu cumprimento e das demais disposições
constitucionais e legais que lhes concernem, afastadas as discriminações e os
preconceitos de qualquer espécie, e entendida a matéria como obrigação nacional a
cargo do Poder Público e da sociedade.
Art. 2º Ao Poder Público e seus órgãos cabe assegurar às pessoas portadoras de
deficiência o pleno exercício de seus direitos básicos, inclusive dos direitos à educação,
à saúde, ao trabalho, ao lazer, à previdência social, ao amparo à infância e à
maternidade, e de outros que, decorrentes da Constituição e das leis, propiciem seu
bem-estar pessoal, social e econômico.
Parágrafo único. Para o fim estabelecido no caput deste artigo, os órgãos e
entidades da administração direta e indireta devem dispensar, no âmbito de sua
competência e finalidade, aos assuntos objetos esta Lei, tratamento prioritário e
adequado, tendente a viabilizar, sem prejuízo de outras, as seguintes medidas:
I - na área da educação:
a) a inclusão, no sistema educacional, da Educação Especial como modalidade
educativa que abranja a educação precoce, a pré-escolar, as de 1º e 2º graus, a supletiva,
a habilitação e reabilitação profissionais, com currículos, etapas e exigências de
diplomação próprios;
b) a inserção, no referido sistema educacional, das escolas especiais, privadas e
públicas;
c) a oferta, obrigatória e gratuita, da Educação Especial em estabelecimento
público de ensino;
d) o oferecimento obrigatório de programas de Educação Especial a nível préescolar, em unidades hospitalares e congêneres nas quais estejam internados, por prazo
igual ou superior a 1 (um) ano, educandos portadores de deficiência;
e) o acesso de alunos portadores de deficiência aos benefícios conferidos aos
demais educandos, inclusive material escolar, merenda escolar e bolsas de estudo;
f) a matrícula compulsória em cursos regulares de estabelecimentos públicos e
particulares de pessoas portadoras de deficiência capazes de se integrarem no sistema
regular de ensino;
II - na área da saúde:
134
a) a promoção de ações preventivas, como as referentes ao planejamento familiar,
ao aconselhamento genético, ao acompanhamento da gravidez, do parto e do puerpério,
à nutrição da mulher e da criança, à identificação e ao controle da gestante e do feto de
alto risco, à imunização, às doenças do metabolismo e seu diagnóstico e ao
encaminhamento precoce de outras doenças causadoras de deficiência;
b) o desenvolvimento de programas especiais de prevenção de acidente do trabalho
e de trânsito, e de tratamento adequado a suas vítimas;
c) a criação de uma rede de serviços especializados em reabilitação e habilitação;
d) a garantia de acesso das pessoas portadoras de deficiência aos estabelecimentos
de saúde públicos e privados, e de seu adequado tratamento neles, sob normas técnicas e
padrões de conduta apropriados;
e) a garantia de atendimento domiciliar de saúde ao deficiente grave não internado;
f) o desenvolvimento de programas de saúde voltados para as pessoas portadoras
de deficiência, desenvolvidos com a participação da sociedade e que lhes ensejem a
integração social;
III - na área da formação profissional e do trabalho:
a) o apoio governamental à formação profissional, e a garantia de acesso aos
serviços concernentes, inclusive aos cursos regulares voltados à formação profissional;
b) o empenho do Poder Público quanto ao surgimento e à manutenção de
empregos, inclusive de tempo parcial, destinados às pessoas portadoras de deficiência
que não tenham acesso aos empregos comuns;
c) a promoção de ações eficazes que propiciem a inserção, nos setores públicos e
privado, de pessoas portadoras de deficiência;
d) a adoção de legislação específica que discipline a reserva de mercado de
trabalho, em favor das pessoas portadoras de deficiência, nas entidades da
Administração Pública e do setor privado, e que regulamente a organização de oficinas
e congêneres integradas ao mercado de trabalho, e a situação, nelas, das pessoas
portadoras de deficiência;
IV - na área de recursos humanos:
a) a formação de professores de nível médio para a Educação Especial, de técnicos
de nível médio especializados na habilitação e reabilitação, e de instrutores para
formação profissional;
b) a formação e qualificação de recursos humanos que, nas diversas áreas de
conhecimento, inclusive de nível superior, atendam à demanda e às necessidades reais
das pessoas portadoras de deficiências;
c) o incentivo à pesquisa e ao desenvolvimento tecnológico em todas as áreas do
conhecimento relacionadas com a pessoa portadora de deficiência;
V - na área das edificações:
a) a adoção e a efetiva execução de normas que garantam a funcionalidade das
edificações e vias públicas, que evitem ou removam os óbices às pessoas portadoras de
deficiência, permitam o acesso destas a edifícios, a logradouros e a meios de transporte.
Art. 3º As ações civis públicas destinadas à proteção de interesses coletivos ou
difusos das pessoas portadoras de deficiência poderão ser propostas pelo Ministério
Público, pela União, Estados, Municípios e Distrito Federal; por associação constituída
há mais de 1 (um) ano, nos termos da lei civil, autarquia, empresa pública, fundação ou
sociedade de economia mista que inclua, entre suas finalidades institucionais, a proteção
das pessoas portadoras de deficiência.
§ 1º Para instruir a inicial, o interessado poderá requerer às autoridades
competentes as certidões e informações que julgar necessárias.
135
§ 2º As certidões e informações a que se refere o parágrafo anterior deverão ser
fornecidas dentro de 15 (quinze) dias da entrega, sob recibo, dos respectivos
requerimentos, e só poderão se utilizadas para a instrução da ação civil.
§ 3º Somente nos casos em que o interesse público, devidamente justificado,
impuser sigilo, poderá ser negada certidão ou informação.
§ 4º Ocorrendo a hipótese do parágrafo anterior, a ação poderá ser proposta
desacompanhada das certidões ou informações negadas, cabendo ao juiz, após apreciar
os motivos do indeferimento, e, salvo quando se tratar de razão de segurança nacional,
requisitar umas e outras; feita a requisição, o processo correrá em segredo de justiça,
que cessará com o trânsito em julgado da sentença.
§ 5º Fica facultado aos demais legitimados ativos habilitarem-se como
litisconsortes nas ações propostas por qualquer deles.
§ 6º Em caso de desistência ou abandono da ação, qualquer dos co-legitimados
pode assumir a titularidade ativa.
Art. 4º A sentença terá eficácia de coisa julgada oponível erga omnes, exceto no
caso de haver sido a ação julgada improcedente por deficiência de prova, hipótese em
que qualquer legitimado poderá intentar outra ação com idêntico fundamento, valendose de nova prova.
§ 1º A sentença que concluir pela carência ou pela improcedência da ação fica
sujeita ao duplo grau de jurisdição, não produzindo efeito senão depois de confirmada
pelo tribunal.
§ 2º Das sentenças e decisões proferidas contra o autor da ação e suscetíveis de
recurso, poderá recorrer qualquer legitimado ativo, inclusive o Ministério Público.
Art. 5º O Ministério Público intervirá obrigatoriamente nas ações públicas,
coletivas ou individuais, em que se discutam interesses relacionados à deficiência das
pessoas.
Art. 6º O Ministério Público poderá instaurar, sob sua presidência, inquérito civil,
ou requisitar, de qualquer pessoa física ou jurídica, pública ou particular, certidões,
informações, exame ou perícias, no prazo que assinalar, não inferior a 10 (dez) dias
úteis.
§ 1º Esgotadas as diligências, caso se convença o órgão do Ministério Público da
inexistência de elementos para a propositura de ação civil, promoverá
fundamentadamente o arquivamento do inquérito civil, ou das peças informativas. Neste
caso, deverá remeter a reexame os autos ou as respectivas peças, em 3 (três) dias, ao
Conselho Superior do Ministério Público, que os examinará, deliberando a respeito,
conforme dispuser seu Regimento.
§ 2º Se a promoção do arquivamento for reformada, o Conselho Superior do
Ministério Público designará desde logo outro órgão do Ministério Público para o
ajuizamento da ação.
Art. 7º Aplicam-se à ação civil pública prevista nesta Lei, no que couber, os
dispositivos da Lei nº 7.347, de 24 de julho de 1985.
Art. 8º Constitui crime punível com reclusão de 1 (um) a 4 (quatro) anos, e multa:
I - recusar, suspender, procrastinar, cancelar ou fazer cessar, sem justa causa, a
inscrição de aluno em estabelecimento de ensino de qualquer curso ou grau, público ou
privado, por motivos derivados da deficiência que porta;
II - obstar, sem justa causa, o acesso de alguém a qualquer cargo público, por
motivos derivados de sua deficiência;
III - negar, sem justa causa, a alguém, por motivos derivados de sua deficiência,
emprego ou trabalho;
136
IV - recusar, retardar ou dificultar internação ou deixar de prestar assistência
médico-hospitalar e ambulatorial, quando possível, à pessoa portadora de deficiência;
V - deixar de cumprir, retardar ou frustrar, sem justo motivo, a execução de ordem
judicial expedida na ação civil a que alude esta Lei;
VI - recusar, retardar ou omitir dados técnicos indispensáveis à propositura da ação
civil objeto desta Lei, quando requisitados pelo Ministério Público.
Art. 9º A Administração Pública Federal conferirá aos assuntos relativos às pessoas
portadoras de deficiência tratamento prioritário e apropriado, para que lhes seja
efetivamente ensejado o pleno exercício de seus direitos individuais e sociais, bem
como sua completa integração social.
§ 1º Os assuntos a que alude este artigo serão objeto de ação, coordenada e
integrada, dos órgãos da Administração Pública Federal, e incluir-se-ão em Política
Nacional para Integração da Pessoa Portadora de Deficiência, na qual estejam
compreendidos planos, programas e projetos sujeitos a prazos e objetivos determinados.
§ 2º Ter-se-ão como integrantes da Administração Pública Federal, para os fins
desta Lei, além dos órgãos públicos, das autarquias, das empresas públicas e sociedades
de economia mista, as respectivas subsidiárias e as fundações públicas.
Art. 10. A coordenação, superior dos assuntos, ações governamentais e medidas,
referentes às pessoas portadoras de deficiência, incumbirá a órgão subordinado à
Presidência da República, dotado de autonomia administrativa e financeira, ao qual
serão destinados recursos orçamentários específicos.
Parágrafo único. A autoridade encarregada da coordenação superior mencionada
no caput deste artigo caberá, principalmente, propor ao Presidente da República a
Política Nacional para a Integração da Pessoa Portadora de Deficiência, seus planos,
programas e projetos e cumprir as instruções superiores que lhes digam respeito, com a
cooperação dos demais órgãos da Administração Pública Federal.
Art. 10. A coordenação superior dos assuntos, ações governamentais e medidas,
referentes a pessoas portadoras de deficiência, incumbirá à Coordenadoria Nacional
para a Pessoa Portadora de Deficiência (Corde), órgão autônomo do Ministério da Ação
Social, ao qual serão destinados recursos orçamentários específicos. (Redação dada pela
Lei
nº
8.028,
de
1990)
Art. 10. A coordenação superior dos assuntos, ações governamentais e medidas
referentes a pessoas portadoras de deficiência caberá à Secretaria Especial dos Direitos
Humanos da Presidência da República. (Redação dada pela Medida Provisória nº 437,
de
2008).
Art. 10. A coordenação superior dos assuntos, ações governamentais e medidas,
referentes a pessoas portadoras de deficiência, incumbirá à Coordenadoria Nacional
para a Pessoa Portadora de Deficiência (Corde), órgão autônomo do Ministério da Ação
Social, ao qual serão destinados recursos orçamentários específicos. (Redação dada pela
Lei nº 8.028, de 1990)
Art. 10. A coordenação superior dos assuntos, ações governamentais e medidas
referentes a pessoas portadoras de deficiência caberá à Secretaria Especial dos Direitos
Humanos da Presidência da República. (Redação dada pela Lei nº 11.958, de 2009)
Parágrafo único. Ao órgão a que se refere este artigo caberá formular a Política
Nacional para a Integração da Pessoa Portadora de Deficiência, seus planos, programas
e projetos e cumprir as instruções superiores que lhes digam respeito, com a cooperação
dos demais órgãos públicos.(Redação dada pela Lei nº 8.028, de 1990)
Art. 11. Fica reestruturada, como órgão autônomo, nos termos do artigo anterior, a
Coordenadoria Nacional, para Integração da Pessoa Portadora de Deficiência Corde. (Revogado
pela
Lei
nº
8.028,
de
1990)
137
§
1º
(Vetado).
§ 2º O Coordenador contará com 3 (três) Coordenadores-Adjuntos, 4 (quatro)
Coordenadores de Programas e 8 (oito) Assessores, nomeados em comissão, sob
indicação
do
titular
da
Corde.
§ 3º A Corde terá, também, servidores titulares de Funções de Assessoramento
Superior (FAS) e outros requisitados a órgão e entidades da Administração Federal.
§ 4º A Corde poderá contratar, por tempo ou tarefa determinados, especialistas
para atender necessidade temporária de excepcional interesse público.(Revogado pela
Lei nº 8.028, de 1990)
Art. 12. Compete à Corde:
I - coordenar as ações governamentais e medidas que se refiram às pessoas
portadoras de deficiência;
II - elaborar os planos, programas e projetos subsumidos na Política Nacional para
a Integração de Pessoa Portadora de Deficiência, bem como propor as providências
necessárias a sua completa implantação e seu adequado desenvolvimento, inclusive as
pertinentes a recursos e as de caráter legislativo;
III - acompanhar e orientar a execução, pela Administração Pública Federal, dos
planos, programas e projetos mencionados no inciso anterior;
IV - manifestar-se sobre a adequação à Política Nacional para a Integração da
Pessoa Portadora de Deficiência dos projetos federais a ela conexos, antes da liberação
dos recursos respectivos;
V - manter, com os Estados, Municípios, Territórios, o Distrito Federal, e o
Ministério Público, estreito relacionamento, objetivando a concorrência de ações
destinadas à integração social das pessoas portadoras de deficiência;
VI - provocar a iniciativa do Ministério Público, ministrando-lhe informações
sobre fatos que constituam objeto da ação civil de que esta Lei, e indicando-lhe os
elementos de convicção;
VII - emitir opinião sobre os acordos, contratos ou convênios firmados pelos
demais órgãos da Administração Pública Federal, no âmbito da Política Nacional para a
Integração da Pessoa Portadora de Deficiência;
VIII - promover e incentivar a divulgação e o debate das questões concernentes à
pessoa portadora de deficiência, visando à conscientização da sociedade.
Parágrafo único. Na elaboração dos planos, programas e projetos a seu cargo,
deverá a Corde recolher, sempre que possível, a opinião das pessoas e entidades
interessadas, bem como considerar a necessidade de efetivo apoio aos entes particulares
voltados para a integração social das pessoas portadoras de deficiência.
Art. 13. A Corde contará com o assessoramento de órgão colegiado, o Conselho
Consultivo da Coordenadoria Nacional para Integração da Pessoa Portadora de
Deficiência. (Revogado pela Medida Provisória nº 2.216-37, de 2001)
§ 1º A composição e o funcionamento do Conselho Consultivo da Corde serão
disciplinados em ato do Poder Executivo. Incluir-se-ão no Conselho representantes de
órgãos e de organizações ligados aos assuntos pertinentes à pessoa portadora de
deficiência, bem como representante do Ministério Público Federal.
§ 2º Compete ao Conselho Consultivo:
I - opinar sobre o desenvolvimento da Política Nacional para Integração da Pessoa
Portadora de Deficiência;
II - apresentar sugestões para o encaminhamento dessa política;
III - responder a consultas formuladas pela Corde.
§ 3º O Conselho Consultivo reunir-se-á ordinariamente 1 (uma) vez por trimestre
e, extraordinariamente, por iniciativa de 1/3 (um terço) de seus membros, mediante
138
manifestação escrita, com antecedência de 10 (dez) dias, e deliberará por maioria de
votos dos conselheiros presentes.
§ 4º Os integrantes do Conselho não perceberão qualquer vantagem pecuniária,
salvo as de seus cargos de origem, sendo considerados de relevância pública os seus
serviços.
§ 5º As despesas de locomoção e hospedagem dos conselheiros, quando
necessárias, serão asseguradas pela Corde.
Art. 14. (Vetado).
Art. 15. Para atendimento e fiel cumprimento do que dispõe esta Lei, será
reestruturada a Secretaria de Educação Especial do Ministério da Educação, e serão
instituídos, no Ministério do Trabalho, no Ministério da Saúde e no Ministério da
Previdência e Assistência Social, órgão encarregados da coordenação setorial dos
assuntos concernentes às pessoas portadoras de deficiência.
Art. 16. O Poder Executivo adotará, nos 60 (sessenta) dias posteriores à vigência
desta Lei, as providências necessárias à reestruturação e ao regular funcionamento da
Corde, como aquelas decorrentes do artigo anterior.
Art. 17. Serão incluídas no censo demográfico de 1990, e nos subseqüentes,
questões concernentes à problemática da pessoa portadora de deficiência, objetivando o
conhecimento atualizado do número de pessoas portadoras de deficiência no País.
Art. 18. Os órgãos federais desenvolverão, no prazo de 12 (doze) meses contado da
publicação desta Lei, as ações necessárias à efetiva implantação das medidas indicadas
no art. 2º desta Lei.
Art. 19. Esta Lei entra em vigor na data de sua publicação.
Art. 20. Revogam-se as disposições em contrário.
Brasília, 24 de outubro de 1989; 168º da Independência e 101º da República.
JOSÉ SARNEY
João Batista de Abreu
Este texto não substitui o publicado no D.O.U. de 25.10.1989
139
CONSELHO FEDERAL DE MEDICINA
RESOLUÇÃO CFM nº 1407/1994
(Publicada no D.O.U., 15 de junho de 1994, Seção I, p.8799)
)
Adota os "Princípios para a Proteção de Pessoas Acometidas de Transtorno Mental e
para a Melhoria da Assistência a Saúde Mental‖, aprovados pela Assembléia Geral das
Nações Unidas em 17.12.91.
O Conselho Federal de Medicina, no uso das atribuições que lhe confere a Lei nº 3.268,
de 30 de setembro de 1957, regulamentada pelo Decreto nº 44.045, de 19 de julho de
1958 e,
CONSIDERANDO ser um imperativo ético a humanização da assistência à saúde
mental e o reconhecimento dos direitos de cidadania das pessoas acometidas de
transtorno mental;
CONSIDERANDO o esforço internacional no sentido da implantação da reforma
psiquiátrica e a necessidade de adoção de normas que estejam em consonância com este
movimento;
CONSIDERANDO a necessidade de serem estabelecidas normas de orientação para os
médicos brasileiros;
CONSIDERANDO que a Organização das Nações Unidas adotou, em Assembléia
Geral realizada em 17 de dezembro de 1991, os "Princípios para a Proteção de Pessoas
Acometidas de Transtorno Mental e para melhoria da Assistência à Saúde Mental";
CONSIDERANDO, finalmente, o decidido na Sessão Plenária de 08 de junho de 1994.
RESOLVE:
Art. 1º - Adotar os "Princípios para a Proteção de Pessoas Acometidas de Transtorno
Mental e para a Melhoria da Assistência à Saúde Mental", aprovados pela Assembléia
Geral das Nações Unidas em 17.12.91, e cujo texto está anexo a esta Resolução, como
guia a ser seguido pelos médicos do Brasil.
Art. 2º - Esta Resolução entrará em vigor na data da sua publicação.
Brasília-DF, 08 de junho de 1994.
IVAN DE ARAÚJO MOURA FÉ
Presidente
HERCULES SIDNEI PIRES LIBERAL
Secretário-Geral
140
LEI No 10.216, DE 6 DE ABRIL DE 2001.
Dispõe sobre a proteção e os direitos das
pessoas portadoras de transtornos mentais e
redireciona o modelo assistencial em saúde
mental.
O PRESIDENTE DA REPÚBLICA Faço saber que o Congresso Nacional
decreta e eu sanciono a seguinte Lei:
Art. 1o Os direitos e a proteção das pessoas acometidas de transtorno mental, de
que trata esta Lei, são assegurados sem qualquer forma de discriminação quanto à raça,
cor, sexo, orientação sexual, religião, opção política, nacionalidade, idade, família,
recursos econômicos e ao grau de gravidade ou tempo de evolução de seu transtorno, ou
qualquer outra.
Art. 2o Nos atendimentos em saúde mental, de qualquer natureza, a pessoa e
seus familiares ou responsáveis serão formalmente cientificados dos direitos
enumerados no parágrafo único deste artigo.
Parágrafo único. São direitos da pessoa portadora de transtorno mental:
I - ter acesso ao melhor tratamento do sistema de saúde, consentâneo às suas
necessidades;
II - ser tratada com humanidade e respeito e no interesse exclusivo de
beneficiar sua saúde, visando alcançar sua recuperação pela inserção na família, no
trabalho e na comunidade;
III - ser protegida contra qualquer forma de abuso e exploração;
IV - ter garantia de sigilo nas informações prestadas;
V - ter direito à presença médica, em qualquer tempo, para esclarecer a
necessidade ou não de sua hospitalização involuntária;
VI - ter livre acesso aos meios de comunicação disponíveis;
VII - receber o maior número de informações a respeito de sua doença e de seu
tratamento;
VIII - ser tratada em ambiente terapêutico pelos meios menos invasivos
possíveis;
IX - ser tratada, preferencialmente, em serviços comunitários de saúde mental.
Art. 3o É responsabilidade do Estado o desenvolvimento da política de saúde
mental, a assistência e a promoção de ações de saúde aos portadores de transtornos
mentais, com a devida participação da sociedade e da família, a qual será prestada em
estabelecimento de saúde mental, assim entendidas as instituições ou unidades que
ofereçam assistência em saúde aos portadores de transtornos mentais.
Art. 4o A internação, em qualquer de suas modalidades, só será indicada
quando os recursos extra-hospitalares se mostrarem insuficientes.
§ 1o O tratamento visará, como finalidade permanente, a reinserção social do
paciente em seu meio.
§ 2o O tratamento em regime de internação será estruturado de forma a oferecer
assistência integral à pessoa portadora de transtornos mentais, incluindo serviços
médicos, de assistência social, psicológicos, ocupacionais, de lazer, e outros.
§ 3o É vedada a internação de pacientes portadores de transtornos mentais em
instituições com características asilares, ou seja, aquelas desprovidas dos recursos
mencionados no § 2o e que não assegurem aos pacientes os direitos enumerados no
parágrafo único do art. 2o.
141
Art. 5o O paciente há longo tempo hospitalizado ou para o qual se caracterize
situação de grave dependência institucional, decorrente de seu quadro clínico ou de
ausência de suporte social, será objeto de política específica de alta planejada e
reabilitação psicossocial assistida, sob responsabilidade da autoridade sanitária
competente e supervisão de instância a ser definida pelo Poder Executivo, assegurada a
continuidade do tratamento, quando necessário.
Art. 6o A internação psiquiátrica somente será realizada mediante laudo médico
circunstanciado que caracterize os seus motivos.
Parágrafo único. São considerados os seguintes tipos de internação psiquiátrica:
I - internação voluntária: aquela que se dá com o consentimento do usuário;
II - internação involuntária: aquela que se dá sem o consentimento do usuário e
a pedido de terceiro; e
III - internação compulsória: aquela determinada pela Justiça.
Art. 7o A pessoa que solicita voluntariamente sua internação, ou que a consente,
deve assinar, no momento da admissão, uma declaração de que optou por esse regime
de tratamento.
Parágrafo único. O término da internação voluntária dar-se-á por solicitação
escrita do paciente ou por determinação do médico assistente.
Art. 8o A internação voluntária ou involuntária somente será autorizada por
médico devidamente registrado no Conselho Regional de Medicina - CRM do Estado
onde se localize o estabelecimento.
§ 1o A internação psiquiátrica involuntária deverá, no prazo de setenta e duas
horas, ser comunicada ao Ministério Público Estadual pelo responsável técnico do
estabelecimento no qual tenha ocorrido, devendo esse mesmo procedimento ser adotado
quando da respectiva alta.
§ 2o O término da internação involuntária dar-se-á por solicitação escrita do
familiar, ou responsável legal, ou quando estabelecido pelo especialista responsável
pelo tratamento.
Art. 9o A internação compulsória é determinada, de acordo com a legislação
vigente, pelo juiz competente, que levará em conta as condições de segurança do
estabelecimento, quanto à salvaguarda do paciente, dos demais internados e
funcionários.
Art. 10. Evasão, transferência, acidente, intercorrência clínica grave e
falecimento serão comunicados pela direção do estabelecimento de saúde mental aos
familiares, ou ao representante legal do paciente, bem como à autoridade sanitária
responsável, no prazo máximo de vinte e quatro horas da data da ocorrência.
Art. 11. Pesquisas científicas para fins diagnósticos ou terapêuticos não
poderão ser realizadas sem o consentimento expresso do paciente, ou de seu
representante legal, e sem a devida comunicação aos conselhos profissionais
competentes e ao Conselho Nacional de Saúde.
Art. 12. O Conselho Nacional de Saúde, no âmbito de sua atuação, criará
comissão nacional para acompanhar a implementação desta Lei.
Art. 13. Esta Lei entra em vigor na data de sua publicação.
Brasília, 6 de abril de 2001; 180o da Independência e 113o da República.
FERNANDO HENRIQUE CARDOSO
142
RESOLUÇÃO N.º 05, de 04 de maio de 2004
Dispõe a respeito das Diretrizes para o cumprimento
das Medidas de Segurança, adequando-as à previsão
contida na Lei nº 10.216 de 06 de abril de 2001.
O CONSELHO NACIONAL DE POLÍTICA CRIMINAL E PENITENCIÁRIA,
reunido em sessão ordinária aos 04 dias do mês de maio do ano de dois mil e quatro, na
cidade de Brasília, tendo presente a Proposta de Diretrizes para o cumprimento de
Medidas de Segurança, adequando-as ao contido na Lei nº 10.216, de 06 de abril de
2001, RESOLVE:
Art. 1º. Aprovar as Diretrizes Anexas à presente Resolução, visando adequar as
Medidas de Segurança às disposições da Lei nº 10.216, de 06 de abril de 2001.
Art. 2º. Recomendar à Secretaria deste Conselho que remeta cópia desta Resolução e do
Anexo que a integra às Secretarias Estaduais que administram o Sistema Prisional, bem
como aos Conselhos Penitenciários Estaduais e ao DEPEN/MJ.
Art. 3º. Esta Resolução entra em vigor a partir da data de sua publicação.
ANTONIO CLÁUDIO MARIZ DE OLIVEIRA
Presidente
DIRETRIZES PARA O CUMPRIMENTO DAS MEDIDAS DE SEGURANÇA
A partir dos resultados do ―Projeto de Apoio à Reinserção Social dos Pacientes
Internados em Hospitais de Custódia e Tratamento Psiquiátrico do Rio de Janeiro‖,
realizado por equipe da Superintendência de Saúde da Secretaria Estadual de
Administração Penitenciária e considerando as propostas aprovadas na ―III Conferência
Nacional de Saúde Mental‖ e no ―Seminário para a Reorientação dos Hospitais de
Custódia e Tratamento Psiquiátrico‖, bem como as discussões ocorridas na Comissão
eleita no referido Seminário para encaminhar projeto de mudança à Lei de Execução
Penal, e tendo como objetivo adequar as medidas de segurança aos princípios do SUS e
às diretrizes previstas na Lei nº 10.216/2001, ficam propostas as seguintes diretrizes:
O tratamento aos portadores de transtornos mentais considerados inimputáveis ―visará,
como finalidade permanente, a reinserção social do paciente em seu meio‖ (art. 4º, § 1°
da Lei nº 10.216/01), tendo como princípios norteadores o respeito aos direitos
humanos, a desospitalização e a superação do modelo tutelar.
2. A atenção prestada aos pacientes inimputáveis deverá seguir um programa
individualizado de tratamento, concebido por equipe multidisciplinar que contemple
ações referentes às áreas de trabalho, moradia e educação e seja voltado para a
reintegração sóciofamiliar.
3. O internado deverá ―ter acesso ao melhor tratamento consentâneo às suas
necessidades‖ (art. 2º, § 1º, inciso I), de mesma qualidade e padrão dos oferecidos ao
restante da população.
4. Os pacientes inimputáveis deverão ser objeto de política intersetorial específica, de
forma integrada com as demais políticas sociais, envolvendo as áreas de Justiça e Saúde
e congregando os diferentes atores e serviços que compõem a rede.
5. A medida de segurança deverá ser cumprida em hospital estruturado de modo a
oferecer assistência integral à pessoa portadora de transtornos mentais, incluindo
serviços médicos, de assistência social, psicológicos, ocupacionais, de lazer etc. (art. 4º,
§ 2º).
143
6. A atenção deverá incluir ações dirigidas aos familiares e comprometer-se com a
construção de projetos voltados ao desenvolvimento da cidadania e à geração de renda,
respeitando as possibilidades individuais.
7. Os Hospitais de Custódia e Tratamento Psiquiátrico deverão estar integrados à rede
de cuidados do SUS, adequando-se aos padrões de atendimento previstos no Programa
Nacional de Avaliação dos Serviços Hospitalares - PNASH/ Psiquiatria e aos princípios
de integralidade, gratuidade, eqüidade e controle social.
8. Nos Estados onde não houver Hospitais de Custódia e Tratamento Psiquiátrico os
pacientes deverão ser tratados na rede SUS.
9. Os Estados deverão realizar censos jurídicos, clínicos e sociais dos portadores de
transtornos mentais que sejam inimputáveis, a fim de conhecer suas necessidades
terapêuticas, disponibilizar recursos, garantir seu retorno à comunidade de referência e
acesso a serviços territoriais de saúde.
10. A conversão do tratamento ambulatorial em internação só será feita com base em
critérios clínicos, não sendo bastante para justificá-la a ausência de suporte sóciofamiliar ou comportamento visto como inadequado.
11. A medida de segurança só poderá ser restabelecida em caso de novo delito e após
sentença judicial. Os casos de reagudização de sintomatologia deverão ser tratados no
serviço de referência local.
12. A medida de segurança deve ser aplicada de forma progressiva, por meio de saídas
terapêuticas, evoluindo para regime de hospital-dia ou hospital-noite e outros serviços
de atenção diária tão logo o quadro clínico do paciente assim o indique. A regressão
para regime anterior só se justificará com base em avaliação clínica.
13. A fim de garantir o acesso dos egressos dos hospitais de custódia aos serviços
residenciais terapêuticos, deverão ser estabelecidas cotas específicas para estes
pacientes nos novos serviços que forem sendo criados.
14. Como forma de superar as dificuldades de (re)inserção dos egressos nos serviços de
saúde mental da rede, os gestores de saúde locais devem ser convocados, desde o início
da medida, para participarem do tratamento, realizando busca ativa de familiares e
preparando a família e a comunidade para o retorno do paciente.
15. Após a desinternação, desde o primeiro ano, o paciente deve ser assistido no serviço
local de saúde mental, paralelamente ao tratamento ambulatorial previsto em lei, com o
objetivo de construir laços terapêuticos em sua comunidade.
16. Os pacientes com longo tempo de internação em hospital de custódia e tratamento
psiquiátrico, que apresentem quadro clínico e/ou neurológico grave, com profunda
dependência institucional e sem suporte sócio-familiar, deverão ser objeto de ―política
específica de alta planejada e reabilitação psicossocial assistida‖ (art.5º da Lei),
beneficiados com bolsas de incentivo à desinternação e inseridos em serviços
residenciais terapêuticos.
17. Os portadores de transtornos relacionados ao uso de drogas deverão ser objeto de
programas específicos, de conformidade com a política do Ministério da Saúde para a
Atenção Integral ao Usuário de Álcool e outras Drogas.
18. Em caso de falta às consultas ou abandono de tratamento, os serviços locais de
saúde deverão realizar visitas domiciliares com o fim de avaliar a situação e estimular o
retorno do paciente ao tratamento.
Publicada no DOU n.º 92, seção I, pág. 34 de 14/05/2004
144
CONSELHO NACIONAL DE JUSTIÇA
RESOLUÇÃO Nº 113 DE 20 DE ABRIL DE 2010
CONSIDERANDO a necessidade de uniformizar procedimentos relativos à execução
de pena privativa de liberdade e de medida de segurança, no âmbito dos Tribunais;
CONSIDERANDO que o CNJ integra o Sistema de Informações Penitenciárias INFOPEN, do Ministério da Justiça, o que dispensa a manutenção de sistema próprio de
controle da população carcerária;
CONSIDERANDO que compete ao juiz da execução penal emitir anualmente atestado
de pena a cumprir, conforme o disposto no inciso X do artigo 66 da Lei nº 7.210/1984,
com as modificações introduzidas pela Lei nº 10.713/2003;
CONSIDERANDO a necessidade de consolidar normas do CNJ em relação à execução
de pena privativa de liberdade e de medida de segurança;
CONSIDERANDO o deliberado pelo Plenário do Conselho Nacional de Justiça na 103ª
Sessão Ordinária, realizada em 20 de abril de 2010, nos autos do ATO 000269857.2010.2.00.0000;
CONSIDERANDO o deliberado pelo Plenário do Conselho Nacional de Justiça na 103ª
Sessão Ordinária, realizada em 20 de abril de 2010, nos autos do ATO 000269857.2010.2.00.0000;RESOLVE:
DA EXECUÇÃO PENAL
Art. 1º A sentença penal condenatória será executada nos termos da Lei 7.210, de 11 de
julho de 1984, da lei de organização judiciária local e da presente Resolução, devendo
compor o processo de execução, além da guia, no que couber, as seguintes peças e
informações:
I - qualificação completa do executado;
II - interrogatório do executado na polícia e em juízo;
III - cópias da denúncia;
IV - cópia da sentença, voto(s) e acórdão(s) e respectivos termos de publicação;
V - informação sobre os endereços em que possa ser localizado, antecedentes criminais
e grau de instrução;
VI - instrumentos de mandato, substabelecimentos, despachos de nomeação de
defensores dativos ou de intimação da Defensoria Pública;
VII - certidões de trânsito em julgado da condenação para a acusação e para a defesa;
VIII - cópia do mandado de prisão temporária e/ou preventiva, com a respectiva
certidão da data do cumprimento, bem como com a cópia de eventual alvará de soltura,
também com a certidão da data do cumprimento da ordem de soltura, para cômputo da
detração;
IX - nome e endereço do curador, se houver;
X - informações acerca do estabelecimento prisional em que o condenado encontra-se
recolhido;
XI - cópias da decisão de pronúncia e da certidão de preclusão em se tratando de
condenação em crime doloso contra a vida;
XII - certidão carcerária;
XIII - cópias de outras peças do processo reputadas indispensáveis à adequada execução
da pena.
Art. 2º A guia de recolhimento para cumprimento da pena privativa de liberdade e a
guia de internação para cumprimento de medida de segurança obedecerão aos modelos
145
dos anexos e serão expedidas em duas vias, remetendo-se uma à autoridade
administrativa que custodia o executado e a outra ao juízo da execução penal
competente.
§ 1º Estando preso o executado, a guia de recolhimento definitiva ou de internação será
expedida ao juízo competente no prazo máximo de cinco dias, a contar do trânsito em
julgado da sentença ou acórdão, ou do cumprimento do mandado de prisão ou de
internação.
§ 2º Em se tratando de condenação em regime aberto a guia de execução será expedida
no prazo fixado no parágrafo anterior, a contar da data da realização da audiência
admonitória pelo juízo da condenação nos termos do artigo 113 da LEP.
§ 3º Recebida a guia de recolhimento, o estabelecimento penal onde está preso o
executado promoverá a sua imediata transferência à unidade penal adequada, conforme
o regime inicial fixado na sentença, salvo se estiver preso por outro motivo, assegurado
o controle judicial posterior.
§ 4º Expedida a guia de recolhimento definitiva, os autos da ação penal serão remetidos
à distribuição para alteração da situação de parte para "arquivado" e baixa na autuação
para posterior arquivamento.
Art. 3º O Juiz competente para a execução da pena ordenará a formação do Processo de
Execução Penal (PEP), a partir das peças referidas no artigo 1º.
§ 1° Para cada réu condenado, formar-se-á um Processo de Execução Penal, individual e
indivisível, reunindo todas as condenações que lhe forem impostas, inclusive aquelas
que vierem a ocorrer no curso da execução.
§ 2° Caso sobrevenha condenação após o cumprimento da pena e extinção do processo
de execução anterior, será formado novo processo de execução penal.
§ 3º Sobrevindo nova condenação no curso da execução, após o registro da respectiva
guia de recolhimento, o juiz determinará a soma ou unificação da pena ao restante da
que está sendo cumprida e fixará o novo regime de cumprimento, observada, quando for
o caso, a detração ou remição.
Art. 4º Os incidentes de execução de que trata a Lei de Execução Penal, o apenso do
Roteiro de Pena, bem como os pedidos de progressão de regime, livramento
condicional, remição e quaisquer outros iniciados de ofício, por intermédio de algum
órgão da execução ou a requerimento da parte interessada deverão ser autuados
separadamente e apensos aos autos do processo de execução.
Parágrafo único. O primeiro apenso constituirá o Roteiro de Penas, no qual devem ser
elaborados e atualizados os cálculos de liquidação da pena, juntadas certidões de feitos
em curso, folhas de antecedentes e outros documentos que permitam o direcionamento
dos atos a serem praticados, tais como requisição de atestado de conduta carcerária,
comunicação de fuga e recaptura.
Art. 5º Autuada a guia de recolhimento no juízo de execução, imediatamente deverá ser
providenciado o cálculo de liquidação de pena com informações quanto ao término e
provável data de benefício, tais como progressão de regime e livramento condicional.
§ 1º Os cálculos serão homologados por decisão judicial, após manifestação da defesa e
do Ministério Público.
§ 2º Homologado o cálculo de liquidação, a secretaria deverá providenciar o
agendamento da data do término do cumprimento da pena e das datas de implementação
dos lapsos temporais para postulação dos benefícios previstos em lei, bem como o
encaminhamento de duas cópias do cálculo ou seu extrato ao diretor do estabelecimento
prisional, a primeira para ser entregue ao executado, servindo como atestado de pena a
cumprir e a segunda para ser arquivada no prontuário do executado.
146
Art. 6º Em cumprimento ao artigo 1º da Lei nº 7.210/84, o juízo da execução deverá,
dentre as ações voltadas à integração social do condenado e do internado, e para que
tenham acesso aos serviços sociais disponíveis, diligenciar para que sejam expedidos
seus documentos pessoais, dentre os quais o CPF, que pode ser expedido de ofício, com
base no artigo 11, V, da Instrução Normativa RFB nº 864, de 25 de julho de 2008.
Art. 7º Modificada a competência do juízo da execução, os autos serão remetidos ao
juízo competente, excetuada a hipótese de agravo interposto e em processamento, caso
em
que
a remessa dar-se-á após
eventual juízo
de retratação.
DA GUIA DE RECOLHIMENTO PROVISÓRIA
Art. 8° Tratando-se de réu preso por sentença condenatória recorrível, será expedida
guia de recolhimento provisória da pena privativa de liberdade, ainda que pendente
recurso sem efeito suspensivo, devendo, nesse caso, o juízo da execução definir o
agendamento dos benefícios cabíveis.
Art. 9º A guia de recolhimento provisória será expedida ao Juízo da Execução Penal
após o recebimento do recurso, independentemente de quem o interpôs, acompanhada,
no que couber, das peças e informações previstas no artigo 1º.
§ 1° A expedição da guia de recolhimento provisória será certificada nos autos do
processo criminal.
§ 2° Estando o processo em grau de recurso, sem expedição da guia de recolhimento
provisória, às Secretarias desses órgãos caberão expedi¬-la e remetê-la ao juízo
competente.
Art. 10 Sobrevindo decisão absolutória, o respectivo órgão prolator comunicará
imediatamente o fato ao juízo competente para a execução, para anotação do
cancelamento da guia.
Art. 11 Sobrevindo condenação transitada em julgado, o juízo de conhecimento
encaminhará as peças complementares, nos termos do artigo 1º, ao juízo competente
para a execução, que se incumbirá das providências cabíveis, também informando as
alterações
verificadas
à
autoridade
administrativa.
DO ATESTADO DE PENA A CUMPRIR
Art. 12 A emissão de atestado de pena a cumprir e a respectiva entrega ao apenado,
mediante recibo, deverão ocorrer:
I - no prazo de sessenta dias, a contar da data do início da execução da pena privativa de
liberdade;
II - no prazo de sessenta dias, a contar da data do reinício do cumprimento da pena
privativa de liberdade; e
III - para o apenado que já esteja cumprindo pena privativa de liberdade, até o último
dia útil do mês de janeiro de cada ano.
Art. 13 Deverão constar do atestado anual de cumprimento de pena, dentre outras
informações consideradas relevantes, as seguintes:
I - o montante da pena privativa de liberdade;
II - o regime prisional de cumprimento da pena;
III - a data do início do cumprimento da pena e a data, em tese, do término do
cumprimento integral da pena; e
IV - a data a partir da qual o apenado, em tese, poderá postular a progressão do regime
prisional e o livramento condicional.
147
DA EXECUÇÃO DE MEDIDA DE SEGURANÇA
Art. 14 A sentença penal absolutória que aplicar medida de segurança será executada
nos termos da Lei nº 7.210, de 11 de julho de 1984, da Lei nº 10216, de 06 de abril de
2001, da lei de organização judiciária local e da presente resolução, devendo compor o
processo de execução, além da guia de internação ou de tratamento ambulatorial, as
peças indicadas no artigo 1º dessa resolução, no que couber.
Art. 15 Transitada em julgado a sentença que aplicou medida de segurança, expedir-se-á
guia de internação ou de tratamento ambulatorial em duas vias, remetendo-se uma delas
à unidade hospitalar incumbida da execução e outra ao juízo da execução penal.
Art. 16 O juiz competente para a execução da medida de segurança ordenará a formação
do processo de execução a partir das peças referidas no artigo 1º dessa resolução, no que
couber.
Art. 17 O juiz competente para a execução da medida de segurança, sempre que
possível buscará implementar políticas antimanicomiais, conforme sistemática da Lei nº
10.216, de 06 de abril de 2001.
DISPOSIÇÕES GERAIS
Art. 18 O juiz do processo de conhecimento expedirá ofícios ao Tribunal Regional
Eleitoral com jurisdição sobre o domicílio eleitoral do apenado para os fins do artigo 15,
inciso III, da Constituição Federal.
Art. 19 A extinção da punibilidade e o cumprimento da pena deverão ser registrados no
rol de culpados e comunicados ao Tribunal Regional Eleitoral para as providências do
Art. 15, III, da Constituição Federal. Após, os autos do Processo de Execução Penal
serão arquivados, com baixa na distribuição e anotações quanto à situação da parte.
Art. 20 Todos os Juízos que receberem distribuição de comunicação de prisão em
flagrante, de pedido de liberdade provisória, de inquérito com indiciado e de ação penal,
depois de recebida a denúncia, deverão consultar o banco de dados de Processos de
Execução Penal, e informar ao Juízo da Execução, quando constar Processo de
Execução Penal (PEP) contra o preso, indiciado ou denunciado.
Art. 21 Os Juízos com processos em andamento que receberem a comunicação de novos
antecedentes deverão comunicá-los imediatamente ao Juízo da Execução competente,
para as providências cabíveis.
Art. 22 O Juízo que vier a exarar nova condenação contra o apenado, uma vez
reconhecida a reincidência do réu, deverá comunicar esse fato ao Juízo da Condenação e
da Execução para os fins dos arts. 95 e 117, inciso VI, do Código Penal.
Art. 23 Aplica-se a presente resolução, no que couber, aos sistemas eletrônicos de
execução penal.
Art. 24 Os Tribunais e os juízos deverão adaptar sua legislação e práticas aos termos da
presente resolução no prazo de até 60 dias.
Art. 25 Esta resolução entra em vigor na data de sua publicação.
Art. 26 Ficam revogadas a Resolução nº 19, de 29 de agosto de 2006, a Resolução nº 29,
de 27 de Fevereiro de 2007, a Resolução nº 33, de 10 de abril de 2007, e a Resolução nº
57, de 24 de junho de 2008
Ministro GILMAR MENDES
148
RESOLUÇÃO CNPCP Nº 4/2010
O PRESIDENTE DO CONSELHO NACIONAL DE POLÍTICA CRIMINAL E
PENITENCIÁRIA, no uso de suas atribuições legais, previstas no artigo 64, I, Lei
7.210/84,
CONSIDERANDO a Lei 10.216, de 6 de abril de 2001, que dispõe sobre a proteção e
os direitos das pessoas portadoras de transtornos mentais e redireciona o modelo
assistencial em saúde mental;
CONSIDERANDO os princípios e diretrizes aprovados na III Conferência Nacional
de Saúde Mental, realizada de 11 a 15 de dezembro de 2001;
CONSIDERANDO os princípios e diretrizes aprovados na IV Conferência Nacional
de Saúde Mental, realizada de 27 de junho a 1 de julho de 2010;
CONSIDERANDO a Resolução 5, de 4 de maio de 2004, deste conselho, que dispõe a
respeito das diretrizes para o cumprimento das medidas de segurança, adequando-as à
previsão contida na Lei 10.216, de 6 de abril de 2001;
CONSIDERANDO a Resolução 113, de 20 de abril de 2010, do Conselho Nacional de
Justiça, que, entre outras providências, dispõe sobre o procedimento relativo à
execução de pena privativa de liberdade e medida de segurança;
CONSIDERANDO, finalmente, o aprendizado a partir do amadurecimento de
programas pioneiros no Brasil de atenção a pacientes judiciários adotando a política
antimanicomial; resolve:
Artigo 1º — O CNPCP, como órgão responsável pelo aprimoramento da política
criminal, recomenda a adoção da política antimanicomial no que tange à atenção aos
pacientes judiciários e à execução da medida de segurança.
§ 1º — Devem ser observados na execução da medida de segurança os princípios
estabelecidos pela Lei 10.216/2001, que dispõe sobre a proteção dos direitos das
pessoas portadoras de transtornos mentais e redireciona o modelo assistencial de
tratamento e cuidado em saúde mental que deve acontecer de modo antimanicomial,
em serviços substitutivos em meio aberto;
§ 2º — Devem ser também respeitadas as seguintes orientações:
I — Intersetorialidade como forma de abordagem, buscando o diálogo e a parceria
entre as diversas políticas públicas e a sociedade civil e criando espaços e processos
integradores de saberes e poderes;
II — Acompanhamento psicossocial contínuo, realizado pela equipe interdisciplinar
que secretaria o transcurso do processo e oferece os recursos necessários para a
promoção do tratamento em saúde mental e invenção do laço social possível
compartilhando os espaços da cidade, bem como realiza a coleta de subsídios que
auxiliem na adequação da medida judicial às condições singulares de tratamento e
inserção social;
III — Individualização da medida, respeitando as singularidades psíquicas, sociais e
biológicas do sujeito, bem como as circunstâncias do delito;
IV — Inserção social, que promove a acessibilidade do sujeito aos seus direitos
fundamentais gerais e sociais, bem como a sua circulação na sociedade, colocando-o
de modo responsável para com o mundo público;
V — Fortalecimento das habilidades e capacidades do sujeito em responder pelo que
faz ou deixa de fazer por meio do laço social, através da oferta de recursos simbólicos
que viabilizem a resignificação de sua história, produção de sentido e novas respostas
149
na sua relação com o outro;
Artigo 2º — A abordagem à pessoa com doença mental na condição de autor do fato,
réu ou sentenciado em processo criminal, deve ser objeto de atendimento por
programa específico de atenção destinado a acompanhar o paciente judiciário nas
diversas fases processuais, mediando as relações entre o Poder Judiciário e o Poder
Executivo, visando à promoção da individualização da aplicação das penas e medidas
de segurança e no encaminhamento das questões de execução penal dos pacientes
judiciários;
I — A União e os Estados devem garantir que o programa específico de atenção ao
paciente judiciário tenha extensão em todo o território nacional, podendo contar nos
Estados com uma estrutura central e núcleos regionais ou municipais.
Artigo 3º — São responsabilidades do programa específico de atenção ao paciente
judiciário:
I — promover o estudo e o acompanhamento dos processos criminais e infracionais
em que figurem pacientes judiciários, visando à elaboração de projeto individualizado
de atenção integral;
II — realizar o acompanhamento psicológico, jurídico e social do paciente judiciário
usando
a
rede
substitutiva
de
serviços
de
saúde
mental;
III — manter contato e articulação intersetoriais, em caráter permanente, com:
a) a rede pública de saúde, visando a efetivar a individualização do projeto de atenção
integral;
b) a rede social, visando à promoção social do paciente judiciário e à efetivação das
políticas públicas pertinentes ao caso;
IV — realizar discussões com peritos criminais nos casos em que houver exame de
sanidade mental e cessação de periculosidade, apresentando, em caso de determinação
judicial, dados relativos ao acompanhamento do paciente;
V — emitir relatórios e pareceres ao juiz competente sobre o acompanhamento do
paciente judiciário nas diversas fases processuais;
VI — sugerir à autoridade judicial medidas processuais pertinentes, com base em
subsídios advindos do acompanhamento clínico social;
VII — prestar ao juiz competente as informações clínicosociais necessárias à garantia
dos direitos do paciente judiciário.
Parágrafo único — Para o cumprimento das responsabilidades de que trata este artigo,
serão realizadas diligências externas, sempre que necessário.
Artigo 4º — Em caso de internação, mediante o laudo médico circunstanciado, deve
ela ocorrer na rede de saúde municipal com acompanhamento do programa
especializado de atenção ao paciente judiciário.
Parágrafo único — Recomenda-se às autoridades responsáveis que evitem tanto
quanto possível a internação em manicômio judiciário.
Artigo 5º — O paciente judiciário há longo tempo internado em cumprimento de
medida de segurança, ou para o qual se caracterize situação de grave dependência
institucional, decorrente de seu quadro clínico ou de ausência de suporte social, será
encaminhado para política específica de alta planejada e reabilitação psicossocial
assistida, conforme previsão no artigo 5º da Lei 10.216, de 2001.
Artigo 6º — O Poder Executivo, em parceria com o Poder Judiciário, irá implantar e
concluir, no prazo de 10 anos, a substituição do modelo manicomial de cumprimento
de medida de segurança para o modelo antimanicomial, valendo-se do programa
específico de atenção ao paciente judiciário.
§ 1º — Será realizado levantamento trimestral de dados estatísticos sobre as medidas
de seguranças impostas e executadas, de incumbência dos órgãos responsáveis pelos
150
internamentos e tratamentos impostos.
§ 2º — O levantamento a que se refere o parágrafo anterior será realizado por equipe
constituída pelo Ministério da Justiça, Ministério da Saúde, Ministério do
Desenvolvimento Social e Conselho Nacional de Justiça.
Artigo 7º — Esta Resolução entra em vigor na data de sua publicação, revogadas as
disposições em contrário.
GEDER LUIZ ROCHA GOMES
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DECRETO-LEI No 2.848, DE 7 DE DEZEMBRO DE 1940.
CÓDIGO PENAL BRASILEIRO
TÍTULO VI
DAS MEDIDAS DE SEGURANÇA
Espécies de medidas de segurança
Art. 96. As medidas de segurança são: (Redação dada pela Lei nº 7.209, de
11.7.1984)
I - Internação em hospital de custódia e tratamento psiquiátrico ou, à falta, em
outro estabelecimento adequado; (Redação dada pela Lei nº 7.209, de 11.7.1984)
II - sujeição a tratamento ambulatorial. (Redação dada pela Lei nº 7.209, de
11.7.1984)
Parágrafo único - Extinta a punibilidade, não se impõe medida de segurança nem
subsiste a que tenha sido imposta. (Redação dada pela Lei nº 7.209, de 11.7.1984)
Imposição da medida de segurança para inimputável
Art. 97 - Se o agente for inimputável, o juiz determinará sua internação (art. 26).
Se, todavia, o fato previsto como crime for punível com detenção, poderá o juiz
submetê-lo a tratamento ambulatorial. (Redação dada pela Lei nº 7.209, de 11.7.1984)
Prazo
§ 1º - A internação, ou tratamento ambulatorial, será por tempo indeterminado,
perdurando enquanto não for averiguada, mediante perícia médica, a cessação de
periculosidade. O prazo mínimo deverá ser de 1 (um) a 3 (três) anos. (Redação dada
pela Lei nº 7.209, de 11.7.1984)
Perícia médica
§ 2º - A perícia médica realizar-se-á ao termo do prazo mínimo fixado e deverá ser
repetida de ano em ano, ou a qualquer tempo, se o determinar o juiz da
execução. (Redação dada pela Lei nº 7.209, de 11.7.1984)
Desinternação ou liberação condicional
§ 3º - A desinternação, ou a liberação, será sempre condicional devendo ser
restabelecida a situação anterior se o agente, antes do decurso de 1 (um) ano, pratica
fato indicativo de persistência de sua periculosidade. (Redação dada pela Lei nº 7.209,
de 11.7.1984)
§ 4º - Em qualquer fase do tratamento ambulatorial, poderá o juiz determinar a
internação do agente, se essa providência for necessária para fins curativos. (Redação
dada pela Lei nº 7.209, de 11.7.1984)
Substituição da pena por medida de segurança para o semi-imputável
Art. 98 - Na hipótese do parágrafo único do art. 26 deste Código e necessitando o
condenado de especial tratamento curativo, a pena privativa de liberdade pode ser
substituída pela internação, ou tratamento ambulatorial, pelo prazo mínimo de 1 (um) a
3 (três) anos, nos termos do artigo anterior e respectivos §§ 1º a 4º. (Redação dada pela
Lei nº 7.209, de 11.7.1984)
Direitos do internado
Art. 99 - O internado será recolhido a estabelecimento dotado de características
hospitalares e será submetido a tratamento. (Redação dada pela Lei nº 7.209, de
11.7.1984)
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LEI Nº 7.210, DE 11 DE JULHO DE 1984.
LEI DE EXECUÇÃO PENAL.
TÍTULO IV
Dos Estabelecimentos Penais
CAPÍTULO I
Disposições Gerais
Art. 82. Os estabelecimentos penais destinam-se ao condenado, ao submetido à
medida de segurança, ao preso provisório e ao egresso.
§ 1° A mulher e o maior de sessenta anos, separadamente, serão recolhidos a
estabelecimento próprio e adequado à sua condição pessoal. (Redação dada pela Lei nº
9.460, de 04/06/97)
§ 2º - O mesmo conjunto arquitetônico poderá abrigar estabelecimentos de
destinação diversa desde que devidamente isolados.
Art. 83. O estabelecimento penal, conforme a sua natureza, deverá contar em suas
dependências com áreas e serviços destinados a dar assistência, educação, trabalho,
recreação e prática esportiva.
§ 1º Haverá instalação destinada a estágio de estudantes
universitários. (Renumerado pela Lei nº 9.046, de 18/05/95)
§ 2o Os estabelecimentos penais destinados a mulheres serão dotados de berçário,
onde as condenadas possam cuidar de seus filhos, inclusive amamentá-los, no mínimo,
até 6 (seis) meses de idade.(Redação dada pela Lei nº 11.942, de 2009)
§ 3o Os estabelecimentos de que trata o § 2o deste artigo deverão possuir,
exclusivamente, agentes do sexo feminino na segurança de suas dependências
internas. (Incluído pela Lei nº 12.121, de 2009).
§ 4o Serão instaladas salas de aulas destinadas a cursos do ensino básico e
profissionalizante.(Incluído pela Lei nº 12.245, de 2010)
§ 5o Haverá instalação destinada à Defensoria Pública. (Incluído pela Lei nº
12.313, de 2010).
Art. 84. O preso provisório ficará separado do condenado por sentença transitada
em julgado.
§ 1° O preso primário cumprirá pena em seção distinta daquela reservada para os
reincidentes.
§ 2° O preso que, ao tempo do fato, era funcionário da Administração da Justiça
Criminal ficará em dependência separada.
Art. 85. O estabelecimento penal deverá ter lotação compatível com a sua estrutura
e finalidade.
Parágrafo único. O Conselho Nacional de Política Criminal e Penitenciária
determinará o limite máximo de capacidade do estabelecimento, atendendo a sua
natureza e peculiaridades.
Art. 86. As penas privativas de liberdade aplicadas pela Justiça de uma Unidade
Federativa podem ser executadas em outra unidade, em estabelecimento local ou da
União.
§ 1o A União Federal poderá construir estabelecimento penal em local distante da
condenação para recolher os condenados, quando a medida se justifique no interesse da
segurança pública ou do próprio condenado. (Redação dada pela Lei nº 10.792, de
1º.12.2003)
§ 2° Conforme a natureza do estabelecimento, nele poderão trabalhar os liberados
ou egressos que se dediquem a obras públicas ou ao aproveitamento de terras ociosas.
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§ 3o Caberá ao juiz competente, a requerimento da autoridade administrativa
definir o estabelecimento prisional adequado para abrigar o preso provisório ou
condenado, em atenção ao regime e aos requisitos estabelecidos. (Incluído pela Lei nº
10.792, de 1º.12.2003)
CAPÍTULO VI
Do Hospital de Custódia e Tratamento Psiquiátrico
Art. 99. O Hospital de Custódia e Tratamento Psiquiátrico destina-se aos
inimputáveis e semi-imputáveis referidos no artigo 26 e seu parágrafo único do Código
Penal.
Parágrafo único. Aplica-se ao hospital, no que couber, o disposto no parágrafo
único, do artigo 88, desta Lei.
Art. 100. O exame psiquiátrico e os demais exames necessários ao tratamento são
obrigatórios para todos os internados.
Art. 101. O tratamento ambulatorial, previsto no artigo 97, segunda parte, do
Código Penal, será realizado no Hospital de Custódia e Tratamento Psiquiátrico ou em
outro local com dependência médica adequada.
TÍTULO VI
Da Execução das Medidas de Segurança
CAPÍTULO I
Disposições Gerais
Art. 171. Transitada em julgado a sentença que aplicar medida de segurança, será
ordenada a expedição de guia para a execução.
Art. 172. Ninguém será internado em Hospital de Custódia e Tratamento
Psiquiátrico, ou submetido a tratamento ambulatorial, para cumprimento de medida de
segurança, sem a guia expedida pela autoridade judiciária.
Art. 173. A guia de internamento ou de tratamento ambulatorial, extraída pelo
escrivão, que a rubricará em todas as folhas e a subscreverá com o Juiz, será remetida à
autoridade administrativa incumbida da execução e conterá:
I - a qualificação do agente e o número do registro geral do órgão oficial de
identificação;
II - o inteiro teor da denúncia e da sentença que tiver aplicado a medida de
segurança, bem como a certidão do trânsito em
julgado;
III - a data em que terminará o prazo mínimo de internação, ou do tratamento
ambulatorial;
IV - outras peças do processo reputadas indispensáveis ao adequado tratamento ou
internamento.
§ 1° Ao Ministério Público será dada ciência da guia de recolhimento e de sujeição
a tratamento.
§ 2° A guia será retificada sempre que sobrevier modificações quanto ao prazo de
execução.
Art. 174. Aplicar-se-á, na execução da medida de segurança, naquilo que couber, o
disposto nos artigos 8° e 9° desta Lei.
154
CAPÍTULO II
Da Cessação da Periculosidade
Art. 175. A cessação da periculosidade será averiguada no fim do prazo mínimo de
duração da medida de segurança, pelo exame das condições pessoais do agente,
observando-se o seguinte:
I - a autoridade administrativa, até 1 (um) mês antes de expirar o prazo de duração
mínima da medida, remeterá ao Juiz minucioso relatório que o habilite a resolver sobre
a revogação ou permanência da medida;
II - o relatório será instruído com o laudo psiquiátrico;
III - juntado aos autos o relatório ou realizadas as diligências, serão ouvidos,
sucessivamente, o Ministério Público e o curador ou defensor, no prazo de 3 (três) dias
para cada um;
IV - o Juiz nomeará curador ou defensor para o agente que não o tiver;
V - o Juiz, de ofício ou a requerimento de qualquer das partes, poderá determinar
novas diligências, ainda que expirado o prazo de duração mínima da medida de
segurança;
VI - ouvidas as partes ou realizadas as diligências a que se refere o inciso anterior,
o Juiz proferirá a sua decisão, no prazo de 5 (cinco) dias.
Art. 176. Em qualquer tempo, ainda no decorrer do prazo mínimo de duração da
medida de segurança, poderá o Juiz da execução, diante de requerimento fundamentado
do Ministério Público ou do interessado, seu procurador ou defensor, ordenar o exame
para que se verifique a cessação da periculosidade, procedendo-se nos termos do artigo
anterior.
Art. 177. Nos exames sucessivos para verificar-se a cessação da periculosidade,
observar-se-á, no que lhes for aplicável, o disposto no artigo anterior.
Art. 178. Nas hipóteses de desinternação ou de liberação (artigo 97, § 3º, do
Código Penal), aplicar-se-á o disposto nos artigos 132 e 133 desta Lei.
Art. 179. Transitada em julgado a sentença, o Juiz expedirá ordem para a
desinternação ou a liberação.
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