Informe crítico médico legal. Prof. Mariano N. Castex. Se han analizado con detención los informes de necropsia y de renecropsia obrantes en la IPP nº 847, caratulada “Muerte por asfixia por sumersión / NN. Sosa Antonio, autos que se tramitan en la U.F. nº 2 del Departamento Judicial de Dolores y a cargo de la Dra. María Claudia Castro. En función de lo solicitado, consultada el área “Tanatología” del C.I.D.I.F., dependiente de esta Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, se producen las siguientes reflexiones: 1.- Necropsia efectuada el 31 de octubre de 1998, en el hospital Municipal de la ciudad de Chascomús (Pcia.de Buenos Aires), por el médico de policía Dr. Enrique Tomás Zabala, sobre cadáver de quien se identifica como Antonio Sosa: Cadáver de no más de 2 a 4 horas desde el cese de las funciones vitales (córneas trasparentes, conservación parcial de temperatura a nivel del abdomen, ausencia de rigideces, ausencia de hipostasis cadavéricas); A nivel oronasal emerge papilla alimenticia y líquido espumoso rosado; Córneas trasparentes; No se describen lesiones extermas; Líquido (15 cc. aprox.) en cavidad pericárdica; Corazón en sístole; De la superficie pulmonar fluye líquido rosado espumoso; Hígado congestivo y violáceo. Diagnóstico: asfixia por sumersión, posiblemente accidental con mecanismo de paro cardio respiratorio y edema pulmonar 1.- Re-necropsia efectuada el 24 de septiembre de 1999, en la Asesoría Pericial de la ciudad de La Plata, por los médicos forenses Dres. Juan C. Cassano, Julio César Brolese y Roberto Maffei: Cadáver en avanzadísimo estado de descomposición (parcial adipocira –en mayor parte-, y parcial reducción esquelética –en menor parte-); Reducción esquelética presente en la cabeza y extremos distales; No se observan lesiones óseas al exámen radiológico; No puede efectuarse exámen externo del cadáver; Se investiga el área malar izquierda en la zona que corresponde al reborde orbitario inferior en función de que en una fotografía existente en autos se aprecia un bultoma y coloración rojiza; Tras el lavado del cráneo se observa en el hueso malar izquierdo, en zona supra especificada, una coloración rojiza de 1 cm x 3,5 cm, hallándose similar coloración en la articulación de dicho hueso malar izquierdo con la arcada orbitaria del frontal. El estudio anatomopatológico del tejido blando extraído de la región malar izquierda explorada no arroja resultado positivo para lesión intravital a nivel del plano óseo. Se interpreta que tal coloración integrada al bultoma observado en una de las fotografías obrantes en autos podría corresponder a una acción traumática con o contra un elemento duro y romo. El estudio de investigación plancton sobre médula ósea de esternón resulta negativo. El estudio toxicológico resulta negativo. Ante la imposibilidad de poder determinar con rigor científico las causales del deceso, se admite como razonable el producido por el profesional médico policial: asfixia por sumersión, no ofreciéndose otras hipótesis como alternativas. CONSIDERACIONES MEDICO LEGALES Admitidas las falencias descriptivas que se reflejan en el acta de primera necropsia y que suelen verse con demasiada frecuencia en determinados ámbitos forenses, merecen efectuarse algunas consideraciones previas a una conclusión: El bultoma observado en fotografía nº 2 obrante en actuados no evidencia signo alguno de lesión externa, debiéndose tener en cuenta que toda contusión de tejido blando, máxime en esa zona, implica en la práctica un aplastamiento entre el objeto duro y romo, supuestamente traumatizante y el plano óseo subyacente. Una lesión reciente hubiera dejado al menos alguna marca a nivel cutáneo, dejando así rastros visibles en la fotografía, no siendo convincente el aserto de que en la fotografía se podría apreciar una coloración rojiza en esa zona, por lo que se señala a continuación. Así, el análisis de la fotografía nº 4 (superior) no permite producir conclusión alguna, ya que el trazo oscuro infraorbicular izquierdo externo se corresponde con otro trazo idéntico del lado derecho y pueden ambos responder a un sombreado. Nótese además trazo similar en lado derecho del rostro correspondiendo al surco nasogeniano. En cuanto al “bultoma” se considera que de las fotografías no puede inferirse conclusión válida médico legal alguna, sosteniendo alguno de los asesores del CIDIF consultados por el suscrito, que hasta podría tratarse de un artificio fotográfico tanto por el lugar anatómico peculiar en donde se observa, como por la incidencia lumínica, como por la posición en que pudo estar apoyado el rostro en tiempos previos a la necropsia. En efecto, si se miran con aumento y detención las fotografías, en especial la nº 2 inferior y también la nº 4 superior podría hablarse de otro seudo bultoma en la región inmediata anterior al pabellón auricular izquierdo que tampoco evidencia signo claro y preciso alguno de lesion cutánea o epidérmica, lo que debería haberse dado ciertamente en el caso del bultoma que describen los colegas platenses ya que el escaso tejido subcutáneo sufre aplastamiento entre el elemento agresor y el tejido óseo subyacente. En consecuencia de lo expuesto, a lo que debe agregarse el hecho de que la investigación histopatológica no confirma que el área hubiera recibido un traumatismo en vida, se torna difícil de aceptar a la interpretación aún cuando cauta y formulada en modo potencial o condicional por los colegas forenses platenses, en cuanto a que podría corresponder a una lesión, incursionándose con esta temática y en forma absolutamente hipotética en alguno de los capítulos más difíciles y complejos de la asfixia por sumersión y que se constituyen en torno a: lesiones producidas antes del ingreso al agua, lesiones producidas en el ingreso mismo y antes del cese del proceso de muerte y lesiones por choque o arrastre del cadáver. Todo ello sin dejar de recordar también, de querer admitir la hipótesis del bultoma, lo que el forense afamado británico Bernard Knight señala al referirse a las contusiones post-mortem y artificios a ellos asimilables: “es posible causar seudo contusiones por violencia aplicada a cadáveres”. (Forensic Pathology, auct.cit.G.Bretaña, 1991, pág.136) Cabe también señalar que aún admitiéndose al bultoma como una señal de violencia en el cuerpo, tal lesión, de haber existido, carecía por completo de entidad suficiente como para causar la muerte, mereciendo además la reiteración de lo ya dicho, en cuanto a que no exhibe signos cutáneos de violencia. En cuanto a la coloración rojiza que se aprecia a nivel del área malar ya descripta, debe aceptarse que es sumamente difícil otorgar un valor de signo médico legal indubitable a tal mancha, máxime cuando no pasa su observación de constituirse en una apreciación más subjetiva que objetiva si uno se atiene a lo poco convicente de las fotografías adjuntadas y que, por otra parte, no convencen en absoluto al suscripto ni a los expertos forenses por él consultados. CONCLUSIONES 1.- Ambas necropsias únicamente permiten concluir en que la escasa signosintomatología hallada apunta a una muerte por asfixia por sumersión. 2.- No puede aceptarse desde una visión profesional, la hipótesis de la existencia de un bultoma observable en fotografías (temática discutible por cierto), con objetivación en un supuesto cambio de color en área correspondiente, por falta de sustento médico legal adecuado. 3.- En consecuencia, desde la medicina legal, no puede hablarse en absoluto de signos de violencia reales o presuntos en el cadáver causante, signos que de haber existido no podrían haber pasado desapercibidos al forense policial, por más limitaciones que puedan enrostrarse al informe por él producido. Es todo cuanto se puede informar al respecto.