1 NATURALEZA Y SOCIEDAD Prof. Orlando A. Retamal Montecinos *Una reflexión sociológica necesaria o el discurso de la naturaleza debe ser incorporado de manera prioritaria a la reflexión de las Ciencias Sociales.* Si partimos del hecho que la tierra o la naturaleza ha evolucionado sin la presencia del hombre en el 99,93% del inicio de la vida (Sáiz Gutiérrez: Ecología y sociedad, 1978), podemos entender con toda claridad que los problemas que afectan hoy a la población de la especie humana y a la estructura social que la sustenta, son de fecha muy reciente. Ellos comienzan a generarse en el último instante del larguísimo proceso evolutivo del planeta. Casi un millón de años llevó a la especie humana desarrollarse como una especie inteligente en el marco de las relaciones naturales y en competencia con las demás poblaciones de especies que conforman la biodiversidad, con las que estaba emparentada biológica y genéticamente. Ninguna especie de la comunidad biótica o de los seres vivos escapó de las leyes que rigen el sistema natural y a la dinámica de su evolución, tampoco el hombre. La especie humana ha empezado a actuar diferenciada e independientemente en relación con sus parientes biológicos y con la naturaleza en su conjunto, como unidad sistémica, en la última fase de ese proceso que ha hecho posible la vida sobre la tierra, hace entre unos 500 mil a unos 10 mil años atrás, antes de lo que conocemos como la Pre y la Historia de la humanidad. Su desarrollo como especie diferenciada e inteligente se regula de acuerdo a la forma como resolvía la satisfacción de su necesidades básicas, que le permitía el desarrollo y la continuación de su ciclo de vida (nacimiento, procreación, desarrollo y muerte). Así en un comienzo, la relación del hombre intra e interespecie en el marco natural, tuvo un carácter semipasivo, utilizando tan sólo su potencial energético natural, al igual que las demás poblaciones de los otros mamíferos superiores, con los que competía directamente, como individuo o población de la especie por los recursos fotosintéticos de la naturaleza que constituyeron y constituyen la base de su supervivencia. 2 EL DESARROLLO SOCIO-CULTURAL EN EL MARCO DE LA CREACIÓN Y EXPANSIÓN DEL SISTEMA PRODUCTIVO ARTIFICIAL PROPIO DE LA ESPECIE HUMANA. Al desarrollo histórico posterior, con una vida social más compleja, en grupos sociales más amplios y estables contribuyó, sin lugar a dudas, la intensificación técnica que permitió la caza y la pesca. Estos recursos materiales y tecnológicos posibilitaron crear las condiciones que van a estructurar el "Primer Sistema Productivo" de la especie humana. Un sistema de regulación semi-independiente de los sistemas productivos naturales: La Agricultura y la Ganadería, que constituyen el éxito más grande alcanzado por el hombre en el conocimiento y transformación de la naturaleza, hace entre unos 10 mil a 8 mil años atrás. La creación de un "sistema productivo artificial", significó el comienzo de una serie de profundas transformaciones tanto cualitativas, como cuantitativas al interior de las poblaciones de la especie humana. Se forman las primeras aglomeraciones o sociedades primitivas estables: clanes, tribus, etc.) las que se forman y desarrollan en diferentes lugares y regiones del planeta. A este período de génesis, por su importancia posterior, se le conoce como la "Revolución del Neolítico" (Gordon Childe). Estos cambios fundacionales abarcaron, tanto el sistema de relaciones intraespecie: roles, funciones, jerarquías, competencias, posesiones, subordinaciones etc, como las relaciones interespecíficas dentro de la comunidad biológica: domesticación de plantas y animales. Todo ello significó un cambio fundamental en la transformación de los ecosistemas circundantes. Así mismo, se producen y desarrollan relaciones de propiedad sobre el entorno físico natural, es decir, se establece el uso, posesión y apropiación, como especie, de los recursos naturales que son un patrimonio de todos los seres vivos. La agricultura y la ganadería, como técnicas productivas, permiten por primera y única vez a una especie del sistema biológico, satisfacer sus necesidades básicas, prescindiendo de la secuencia temporal (estacionalidad) y del tipo o variedad del recurso natural. El excedente de recursos alimenticios y la seguridad que proporciona su disposición y uso a través de las técnicas del almacenamiento (en un comienzo tuvo carácter sagrado), permitieron el desarrollo de profundas y revolucionarias transformaciones en la vida social, económica, política y cultural de la especie, tales como la división social del trabajo, la propiedad, disposición y uso de los bienes productivos, los roles en las estructuras del estado y los mecanismos de gobierno y el acceso de la educación y la cultura etc. 3 El modelo de desarrollo del sistema productivo del hombre desde sus inicios, impulsa una serie de tendencias divergentes y desarmónicas, tanto al interior de las nuevas formas en que se estructura socialmente la especie: propiedad privada de los recursos naturales y de los medios de producción y consumo, conflictos político-sociales al interior de las nacientes estructuras de los Estados y acciones bélicas o punitivas entre las naciones y pueblos de la misma especie; como en el carácter depredador y agresivo que conforman las relaciones con las demás especies de la comunidad biológica. Además, la agricultura y la ganadería dan origen al sedentarismo y al desarrollo urbano lo que permite agrupar a nuevos y cada vez más amplios núcleos de población. Con lo cual se aceleran y profundizan las tendencias a la diversificación e independencia del medio natural. Así, el desarrollo tecnológico se convierte en el símbolo del poder de la especie humana, tanto en lo que dice relación con la producción de bienes materiales y servicios sociales, como en la producción de armas (recursos bélicos) en las que se van a fundamentar las relaciones intra e interespecies. Estas tendencias se fueron desarrollando y consolidando progresivamente desde la Revolución del Neolítico, hasta la Primera Revolución Industrial en el siglo XVIII, extendiéndose a nivel planetario en el curso de los siglos XIX y XX. Como lo hemos expresado, se ha generado a partir del Neolítico una singular "relación de competencia" entre los sistemas productivos naturales, los que a través de la actividad fotosintética crean bienes y servicios naturales en forma permanente, manteniendo el equilibrio dinámico de las fuerzas productivas que regulan indefinidamente el uso y consumo de la materia y la energía. Además, la producción natural que realizan los propios componentes de la inmensa biodiversidad está al servicio de los miembros y poblaciones de todas las especies vivientes, incluyendo la especie humana. Este maravilloso sistema productivo, se ha visto afectado por las dimensiones que ha alcanzado el modelo depredador del sistema productivo artificial, que el hombre como única especie, ha logrado desarrollar, al emplear la materia y la energía independientemente de la regulación natural, en especial los recursos energéticos no renovables de alta entropía. Además, este sistema artificial para mantenerse en funcionamiento debe impulsar continua y permanentemente el desarrollo 4 de las "fuerzas productivas" o de las "fuerzas crecimiento de la producción material del artificial, lo cual, nos demos o no nos demos peligro de extinción no sólo el propio sistema los sistemas productivos naturales y con ello vida. destructivas", base del sistema de producción cuenta de ello, pone en productivo humano, sino la base que sustenta la Por otra parte, el sistema artificial de la especie humana está destinado a producir "bienes y riquezas" en forma limitada y exclusiva, sólo para la especie que lo ha creado. En esencia satisface necesidades no vitales, y por lo tanto, prescindibles. Además, los bienes producidos se reparten sin equidad dentro de la propia especie, es decir entre las naciones y al interior de los pueblos que conforman la sociedad humana. LA EXPANSIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL "MODELO DE PRODUCCIÓN DEL HOMBRE" Y SU RESPONSABILIDAD EN LA CRISIS ECOLÓGICA GLOBAL QUE AFECTA A LA NATURALEZA Y A LA SOCIEDAD. A partir de la llamada 1º Revolución Tecnológica e Industrial del siglo XVIII", se observa una relación Sociedad-Naturaleza, que se caracteriza por una situación en la que se manifiestan, en forma creciente nuevas y cada vez más violentas acciones impulsadas por la clase dirigente de la sociedad humana destinadas a dominar o controlar, no sólo al conjunto de los pueblos que gobiernan, sino a las demás naciones de la especie y a la naturaleza en su conjunto, con el fin de someterlos al modelo de desarrollo de su sistema productivo. Todo era válido para producir y reproducir el modelo de desarrollo "económico progresivo" o "economía del crecimiento", aunque tales acciones provocaran alteraciones acumulativas sobre los mecanismos naturales reguladores del equilibrio ecológico, en los que se fundamenta toda forma de vida. Este desarrollo económico, social y cultural de la humanidad, ecológicamente divergente y socialmente desarmónico, se acentúa, con la expansión a nivel mundial, de este modo de producción artificial, al que se le ha designado con diversos nombres (esclavista, feudal, mercantilista, capitalista, comunista, etc.), hoy se le denomina como economía social de mercado o del crecimiento. A partir de los países de Europa Occidental y de los Estados Unidos de Norteamérica, el sistema productivo artificial se impuso, no sólo a toda la población de la especie humana, sino que al conjunto de la biosfera. Esta nueva forma de organización económico-social, política y cultural que privilegia las relaciones de explotación, tanto del 5 trabajo asalariado (explotación intraespecie), como el uso abusivo y depredador de los recursos naturales (explotación interespecie), termina imponiéndose como el modelo productivo que pretendía regular la vida misma. La compulsión, la subordinación, la imposición y la violencia abierta o sutil, ha sido la forma como este sistema se ha impuesto a toda la especie y al conjunto de las especies que forman la diversidad biológica de la tierra. Todos los recursos científicos, tecnológicos, económico-financieros, sociales, políticos, religiosos, culturales y bélicos creados, fueron puestos al servicio de la tarea (cruzada) de imponer el sistema productivo artificial del hombre. El que para consolidarse rompía los marcos de las leyes naturales que habían permitido el larguísimo proceso de evolución de la vida en el planeta. Para mantener el desarrollo del proceso económico y permitir su reproducción ampliada es necesario incentivar el uso y control de los recursos naturales a través del desarrollo científico-tecnológico. Para asegurar los bienes naturales y especialmente los recursos energéticos fósiles (hidrocarburos) dispersos por el planeta se estimularon las acciones bélicas punitivas (el hombre es la única especie en que sus miembros se matan sin sentido), las que se extendieron más allá de las fronteras nacionales, dando origen a conflagraciones bélicas internacionales y a las guerras mundiales entre las potencias de los Estados-Naciones emergentes. La lógica consecuencia de las políticas de confrontación y/o agresión militar (exterminio intraespecies) y la conquista y dominación de la naturaleza (exterminio entre especies) fue el nacimiento y expansión en gran escala de la industria bélica (producción de armas), impulsada por las empresas privadas o por el estado nacional que se consolidaba. Con ello, comienzan a desviarse enormes recursos económicos, científicos y tecnológicos del sector civil al militar; distorcionándose con ello aun más, el carácter y la función del "modo de producción artificial del hombre". Este ya no estaba al servicio de asegurar una mejor calidad de vida y la supervivencia de la especie humana, sino que su finalidad pasa a ser: el modelo de crecimiento del sistema económico-militar, el que en esencia no había sido concebido para satisfacer las necesidades vitales de todos y cada uno de los miembros de la especie humana, sino fundamentalmente necesidades prescindibles o culturales (artificiales) de parte de las generaciones presentes de la sociedad humana. El resto de las especies de la diversidad biológica que constituyen la riqueza natural del mundo y 6 posibilitan la supervivencia no representan un valor primordial, ante la necesidad de mantener el modelo de acelerado crecimiento del modo de producción humano. El cuantioso derroche del sistema productivo artificial destinado a la destrucción y la muerte se pensó, erróneamente, que había concluído en 1945 con el término de la devastadora 2º Guerra Mundial. Craso error pues, es a partir de la postguerra y en especial desde 1950, con el inicio de la llamada "Guerra fría" que la insensatez del desarrollo económico-social, político, cultural y bélico de la especie humana, causa y efecto del modelo de producción artificial, alcanza su máxima expresión. A partir de 1950 con el inicio de la Guerra fría o confrontación de los dos bloques político-ideológicos y militares que dividieron de manera irreconciliable a todos los pueblos y Estados de la tierra, propiciando una lucha confrontacional intraespecie que tuvo enormes repercusiones para la Naturaleza y la Sociedad, y que se prolongó por casi 40 años. El conflicto mencionado impulsó como nunca antes el desarrollo del modelo productivo artificial de la especie humana. Para imponerse al enemigo fundamental (de la misma especie) cualquier recurso era legítimo. En este conflicto, la opinión o la vida de miembros o grupos de la población al interior o exterior de los bloques en pugna no tenían importancia, tampoco se tenía mayor consideración por la diversidad biológica, salvo como recursos naturales potenciales para destruir al enemigo. De este modo, la concepción militar determinó las relaciones entre los aliados y los enemigos dentro y fuera de los bloques. Dejaron de tener valor las "relaciones de vida", los hombres no pertenecían a una misma especie biológica: eran aliados o enemigos, así las nuevas relaciones sociales eran "relaciones de muerte". Esta mentalidad de bloques determinó también la relación Hombre-Naturaleza. Se presionó de manera increible a los sistemas naturales por recursos (materias y energía), no ya para satisfacer las necesidades que permitieran el desarrollo del ciclo de vida de una población que aumentaba de manera vertiginosa, sino derrotar al enemigo fundamental de la propia especie. El resultado de esta confrontación tan peligrosa como absurda ha sido la "crisis ecológica global" que afecta al conjunto de la biodiversidad, a la totalidad de la especie humana y a toda la biosfera. 7 Esta crisis global está presente y se desarrolló aceleradamente, aun cuando la clase dirigente en las esferas político-ideológicas, económico-sociales, culturales y militares de las naciones de la tierra no quieran asumir la gravedad de la situación, provocada por una sola especie (inteligente), que pretende o ha pretendido actuar al margen o desconociendo las leyes naturales que regulan y hacen posible la continuidad de la vida. A estas últimas cuatro décadas del siglo 20 se les conoce, de acuerdo con la denominación de las Naciones Unidas, como las "décadas del desarrollo". A pesar de la confrontación de los bloques político-militares, se promovió a nivel internacional la creación de organismo e instituciones financieras y de planificación que promovieran en el marco del modelo económico humano, el desarrollo social, económico y cultural de los pueblos y estados de la comunidad internacional. ¿Qué es lo que realmente le ha ocurrido al planeta (naturaleza y a la especie humana o sociedad) en estos últimos lustros? En un estudio realizado por el World Watch Institute de Washington y publicado en 1991, se hace una completa estimación científica, en la que se establece: "En cada una de estas cuatro décadas el crecimiento económico global de la tierra, ha sido igual o mayor que el crecimiento que ha tenido el mundo desde el año 0 hasta 1950" (citado por Max-Neef, Revista el Canelo, 1992). Además, el Informe coincide que en estas cuatro décadas nunca en la historia humana ha habido una explosión demográfica de tales proporciones, se necesitaron más de de 50.000 años para llegar a una población de 2.500 millones en 1950 y sólo 37 años para duplicar esa cifra, es decir, ya el año 1987 se había superado la barrera de los 5.000 millones de habitantes de nuestra especie, hoy sumamos 1.000 millones más en cada decenio. Con ello se ha incrementado dramáticamente la pobreza, el hambre y la mortalidad infantil. Así mismo, nunca antes en un período tan breve han ocurrido tantos colapsos sociales, políticos, ecológicos y medio ambientales en toda la tierra. Para completar lo expresado por el Instituto de Washington debemos agregar que la inversión militar de los bloques en pugna, en estas cuatro décadas se había más que triplicado, ya en 1980. Vale decir que la inversión militar anual creció de 130 mil millones de dólares en 1950, llegando a más de 500 mil millones, en 1980, elevándose dicha suma en 1990 a una cifra difícil de expresar 1 millón de millones de dólares (1 + 12 ceros) en sólo 365 días!!, es decir, en las llamadas "décadas del desarrollo; el gasto militar del mundo había crecido más de siete veces (SIPRE- Estocolmo, Suecia). 8 A la vez el consumo de combustible fósil, principal responsable del calentamiento de la tierra (efecto invernadero) y de la lluvia ácida, se había multiplicado varias veces. Para completar el balance de este derroche inútil provocado por la "Guerra Fría" para imponer acentos libertarios o sociales al modelo de producción humano; debemos agregar que hacia 1990 en los Estados Unidos, se gastaba el 70% del presupuesto público de investigación científica, en el desarrollo de programas relacionados con el armamentismo; en la ex Unión Soviética, el 60%; en Gran Bretaña, el 50%. Además, de los 2.250.000 científicos comprometidos en investigación en todo el mundo, 500.000 trabajan en actividades relacionadas con la industria bélica. Por último, de los físicos e ingenieros, sobre el 50% de ellos, investigaba exclusivamente en el desarrollo de nuevos sistemas de armamentos (Jonathan Porritt B.B.C. Books, citado por A. Hoffmann, 1990). ¡Triste balance de lo realizado en este medio siglo por la única especie inteligente de la diversidad biológica! Por otra parte, las consecuencias de la catástrofe ecológica y de los problemas medio ambientales que nos afectan hoy, fueron advertidos oportunamente en el Estudio Global 2000 que un grupo de miembros de diversos organismos gubernamentales norteamericanos, presentaron al Presidente J.Carter en 1980. En las conclusiones del Informe se expresa: "Si la actual tendencia al desarrollo continúa, en el mundo del año 2000, la tierra llegará a estar más superpoblada, más contaminada, ecológicamente más inestable y más propensa a trastornos que el mundo en que hoy vivimos una fuerte explosión demográfica, una enorme presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente, se pueden predecir con toda claridad. A pesar de un enorme incremento de los bienes materiales, el hombre y el medio ambiente serán más pobres de lo que son hoy". (The Global 2000 Report to the President, 1980). EL ROL DE LA CIENCIA Y DE LAS CIENCIAS SOCIALES EN LA CONTINUIDAD DE LA VIDA. "En el encuentro del capital y del trabajo, de la materia y de la inteligencia, las nuevas tecnologías han cambiado no solamente nuestra manera de trabajar sino toda nuestra manera de vivir. Ellas se inscriben en un doble movimiento que caracteriza las sociedades modernas hoy. Por una parte, la incorporación de más y más conocimientos en los bienes y servicios; las máquinas, los procesos de producción, la información, la comunicación, la comercialización y, por otra parte, el uso creciente de la inteligencia en los procesos económicos y sociales. El futuro de las naciones depende de manera 9 crucial de la capacidad de agregar inteligencia a las materias primas y de manejar en forma coherente y pragmática, una economía que garantice una buena distribución y motive la innovación" (CONICYT. Panorama científico Nov. 1993: Las funciones de la ciencia en la sociedad chilena actual). La pregunta que surge al leer esta declaración de principios del credo modernista de la economía del crecimiento es: ¿al servicio de qué o de quién está la ciencia o más bien, cuales son sus objetivos fundamentales? ¿Debe ser la ciencia un instrumento del modelo de desarrollo económico y social de la especie humana, concebido en los parámetros de la economía social de mercado o economía del crecimiento, al cual ha venido sustentando y el cual la ha sometido a lo largo del tiempo y en especial en estos dos últimos siglos? O de verdad la ciencia debe estar al servicio de estudiar, profundizar, comprender y mantener el equilibrio de los procesos naturales y sociales, lo que hace posible la continuidad de la vida, entendiendo por tal, el conjunto de la inmensa diversidad biológica, tanto la que conocemos, como la que nos es desconocida que puebla el único planeta, que hasta donde sabemos ha desarrollado la vida. Compartimos, al respecto, el principio expresado por John Ruskin en: CUATRO ENSAYO SOBRE LOS PRINCIPIOS DE LA ECONOMÍA POLÍTICA PUBLICADO EN 1860: ¡¡ “NO HAY MÁS RIQUEZA DE LA VIDA”!! Como ya lo expresamos, todo el desarrollo científico y cultural de la humanidad ha estado directa o indirectamente subordinado a los valores y principios que le ha impuesto el modelo de desarrollo o crecimiento del sistema productivo artificial del hombre; ambos procesos el económico y el científico se han alimentado o retroalimentado recíprocamente a lo largo del tiempo. Para la mayoría de la población que, como ya vimos, crece vertiginosamente, nada hay más importante que el incremento de la riqueza material producida, sin importarle para qué se produce o cuál es el costo natural y social que este modelo de producción provoca. Así la euforia que producen las conquistas materiales y la fe en la capacidad tecnológica (inteligencia humana), aumentan la ilusión o la creencia que nos hemos convertido en una supra especie animal o extra sistema natural, y que por lo tanto, ya no dependeríamos del medio ambiente que nos rodea, el que condiciona y posibilita, en última instancia, la continuidad de la vida, también de la nuestra como especie. De modo que los seres humanos somos animales, a pesar del esfuerzo realizado por filósofos, científicos y teólogos a través de los tiempos para demostrar lo contrario. 10 Ahora bien, si estamos destinados a permanecer en la tierra, debemos plantearnos seriamente por lo adecuado o inadecuado del modelo de desarrollo de nuestro sistema económico-social, el que , como lo hemos dicho, en tan brevísimo lapso de la evolución cósmica está amenazando con la extinción, no sólo a nuestra especie, sino a toda la biodiversidad, una obra de creación inmensa, sino logramos vivir en armonía con nuestro medio ambiente, en el marco de las leyes naturales y restablecemos el equilibrio ecológico, peligrosamente alterado por el modelo económico de la especie, al que impulsan la ciencia, la técnica y la cultura actual. "Es imprescindible hacer un alto en nuestra carrera suicida para evitar el colapso inminente que se presagia si no recobramos nuestra cordura y no reconocemos la vulnerabilidad de nuestro sistema natural" (Cantú Martínez: contaminación ambiental, 1992). Como se sabe, el hombre es un producto postrero de la biocenosis terrestre, fue una consecuencia del medio y como tal se presenta como un organismo adaptado a vivir en las condiciones naturales existentes sobre el planeta. Este es el principio fundamental que debe regir todo lo que el hombre como especie cree o desarrolle!!. De modo que pretender que el hombre se organice y actúe, ignorando los sistemas naturales que le rodean y la organización fundamental de la naturaleza es una utopía sin sentido que terminará, sin duda en el fracaso. El objetivo primordial y lo que justifica la ciencia y la formación de los científicos no ha sido hasta hoy el conocimiento de las leyes y los procesos naturales, hasta ahora la biodiversidad se ha calculado en 30 millones de especies y se han clasificado solamente, 1.400 000 -(revista Muy Interesante, 1991), o de la producción diversificada y ampliada de alimentos que completen la producción fotosintética natural. Ahora bien, a nuestro entender, dos han sido los falsos caminos transitados por la ciencia, los que a la vez han contribuido a que ella se subordine al proceso económico del crecimiento. El primero ha sido la especialización o superespecialización que ha restringido el principio holístico fundamental de toda visión científica. Los hombres de ciencia "en su determinación por saber más y más acerca de menos y menos, han terminado a menudo sabiéndolo todo sobre nada" (Frank Bracho 1992). El segundo, es que han sido las instituciones armadas y las actividades industriales las que han impulsado el desarrollo, en especial, de las ciencias de la materia (física-química) para conocer más a fondo la materia y la energía, no para una mayor comprensión de las leyes y procesos naturales y de la vida, sino para desarrollar 11 nuevos y más poderosos y sofisticados armamentos y equipos de guerra al servicio de la destrucción y la muerte. El ejemplo más notable y trágico de lo afirmamos es el uso bélico de la energía atómica y el holocausto de Hiroshima y Nagasaki. Así mientras las técnicas han adaptado el medio ambiente para el actual modelo de desarrollo económico-social del hombre, los científicos han ignorado el estudio de los efectos de la acción del hombre sobre la naturaleza (Detmyeer 1971: Man's impact on environment, citado por Juan Gastó: Ecología, el hombre y la transformación de la naturaleza, 1979). Como ya lo hemos expresado, al mismo tiempo que se desarrollaban las ciencias de la materia y la aplicación tecnológica, proliferaron las llamadas ciencias sociales, cuyo objeto fue el estudio de nuevos ámbitos y procesos de la realidad que surgían de la expansión del modelo de desarrollo económico o Economía del crecimiento y la explosión demográfica. Dos de estas ciencias han ocupado una posición central en su afán de explicar los fundamentos de estos procesos: La Economía y la Sociología. LA CIENCIA ECONÓMICA: DEL PARADIGMA DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO AL DESARROLLO SUSTENTABLE. Es necesario expresarse con el máximo de claridad, si se intenta precisar con objetividad el concepto de sustentabilidad o desarrollo sustentable, separándolo del discurso teórico-metodológico de la ciencia económica oficial, que se caracteriza por ignorar o relativizar, lo referente al delicado equilibrio de los sistemas productivos naturales y a la crisis ecológica global que aqueja hoy a la naturaleza y por ende a la sociedad. Los economistas profesionales como teóricos y la clase política y la oligarquía económica que en la práctica controla todo el proceso productivo a nivel nacional e internacional, se esfuerzan, utilizando todos los instrumentos a su alcance: medios de comunicación, difusión y control, medios educacionales y culturales, para convencerse y convencernos que en verdad existe el milagro del crecimiento económico continuo y permanente. Que tal crecimiento podría generar, sino se producen interferencias o anomalías, un volumen tal de recursos, suficientes para resolver los problemas del hambre y todos los males conexos, que aquejan a la humanidad. Lo lamentable del asunto es que todavía la mayoría de la población cree que eso es posible, pese a todas las evidencias científicas que afirman lo 12 contrario, como lo expresado en el Informe Global 2000 dirigido al Presidente de Estados Unidos, o en el Balance del World Watch Institute de Washington, ya analizados en la parte anterior de este ensayo. Ahora bien, "el término desarrollo sostenible o sustentable, tiene por lo tanto, sentido para la ciencia económica, sólo si se entiende como "desarrollo sin crecimiento, es decir, la mejora cualitativa de una base económica física que se mantiene en un estado físico mediante un rendimiento de la materia-energía que está dentro de la capacidad regeneradora y asimilativa del ecosistema. Así el desarrollo sostenible es una adaptación cultural hecha por la sociedad cuando cobra conciencia de la necesidad del no crecimiento. Ni siquiera un crecimiento verde es sostenible. Hay límites en cuanto a la población de árboles que puede sostener la tierra, como hay límites a la población de seres humanos y automóviles. Engañarnos a nosotros mismos creyendo que el crecimiento económico sigue siendo posible y deseable, tanto sí lo etiquetamos como sostenible o lo coloreamos de verde, tan sólo retrasará la transición inevitable, y la hará más dolorosa" (Herman E. Daly: crecimiento sostenible: un teorema de la imposibilidad. Rev.. Desarrollo Nº 20, 1991). De modo que en la naturaleza nada crece indefinidamente. Esto es válido, tanto para el hombre como especie, como para su sistema económico; todos los componentes de la biosfera evolucionan, se desarrollan y se expanden, dentro de los límites de las leyes que regulan el sistema natural, manteniéndose así el equilibrio dinámico que permite la continuidad de la vida. Existe hoy pues, una tarea impostergable para la ciencia, cuál es superar teórica y metodológicamente las parámetros del desarrollo de la economía social de mercado o de la economía del crecimiento, pues como lo expresa Herman Daly (Economía, ecología y ética, 1980). "Fácilmente puede resultar que el crecimiento económico termine costando más de lo que vale". Con el fin de poner la economía al servicio de la vida y no ésta al servicio de aquella, se deben romper las ataduras tecnocráticas e instrumentales de la ciencia económica para lograr una visión más objetiva del actual modelo de producción del hombre o de la "economía del crecimiento" y de sus repercusiones en los sistemas naturales, sostenedores de la vida. "Vivimos en un mundo demasiado poblado de teoría y de teóricos de la economía, y también de discípulos y seguidores altamente sensibles a cualquier menoscabo de la importancia de los manantiales en que beben su sabiduría y a los que deben sus salarios. El procedimiento, si bien es utilizado por todos los "científicos de la economía" que después de inventar sus verdades llegan incluso a creer en ellas, no lleva en realidad, a parte alguna" (Alvaro Briones: la Economía es Política, Stgo. Chile). 13 Como podemos observar, es absolutamente indispensable pasar de las razones ideológicas, a la verdad científica, para superar el bloqueo de los dogmatismos y reduccionismo de la cobertura socio-cultural vigente que limita el desarrollo del cuestionamiento teórico y científico de la realidad que nos envuelve y se retarda la búsqueda de soluciones verdaderas a la crisis natural y social que amenaza la vida en la tierra. Si existen evidencias más que suficientes sobre la gravedad de los problemas ecológicos generalizados que afectan a la naturaleza y a la sociedad a escala planetaria, como así mismo, un cúmulo de evidencias científicas, sobre la delicada estructura y funcionamiento de los sistemas naturales. ¡Cómo es posible que la preocupación por esta grave situación, permanezca inflexiblemente subordinada y mediatizada a los intereses materiales de corto plazo, dentro del sistema del lenguaje económico oficial, y al margen de las políticas macroeconómicas aplicadas por la clase política, sin excepción en casi todos los países de la tierra!. "En el sistema del lenguaje de la economía convencional, a través de la enorme capacidad de penetración de sus justificadores (progreso, modernización, crecimiento, desarrollo, integración, eficiencia, productividad, economías a escala, externalidades, etc.), en las formas de expresión de la vida cotidiana de las personas, se ha transformado en un increiblemente poderoso y persistente sistema de dominación, cuyo más notable atributo es su capacidad de influenciar igualmente la percepción y la acción humana, más allá de las preferencias políticas o ideológicas" (Max-Neef- A.Elizalde: Hacia una Economía Ecológica- CEPAUR-Santiago-Chile). Todos los indicadores económicos, cuando son positivos, despiertan en la población, la ilusión de la riqueza y el bienestar. Sí la situación socio-económica no es favorable, se piensa que podría serlo en el futuro cercano. Ahora bien ¿todos estos indicadores o variables macroeconómicas indican realmente lo que dicen?, ¿no nos engañan?. Tomemos por ejemplo el PGB que es una abstracción intelectual, si es positivo nos indica cuanto crecemos, si es negativo que no lo hacemos, pero cualquiera que sea el porcentaje (positivo-negativo) no indica en que proporción nos estamos comiendo (destruyendo) "nuestro capital natural. Sí cuando lo utilizamos, se regenera y cómo lo hace, cuando generamos el PGB (Max- Neef). Además, como la expresa Frank Bracho (Salud, Ambiente y economía, 1992), "el cálculo del P.T.B. está lleno de convencionalismos para calcular el gasto nacional, 14 convencionalismos para calcular la inflación nacional, convencionalismos para calcular la inversión etc. Estos convencionalismos a veces son extremados por los países para adecuarse a sus recursos estadísticos, lo que puede alejarlos aún más de la realidad. A título de ejemplo, en el caso de Venezuela para la medición de la inflación se contabiliza en forma combinada el rubro alimentos, bebidas y tabaco, con lo cual se tiende a dar la misma valoración social a un plato de lentejas, un whisky y un cigarrillo, lo que revela el menosprecio por la salud humana que pueden tener las simplificaciones estadísticas del Producto Territorial Bruto, que como se ve, por lo anterior, puede llegar a ser ¡bruto de verdad!". ¿Qué es lo que rescatamos de la anteriormente expresado?: la destrucción de la naturaleza no cuenta para la economía del crecimiento, a pesar de las evidencias científicas abrumadoras. El biólogo Peter Vitousek, de la Universidad de Stanford-Estados Unidos y sus colegas, calculan que el 40% de la producción básica neta anual de la tierra sirve para atender directamente las necesidades humanas, o las utiliza o destruye indirectamente la actividad del hombre, lo que deja el 60% para los casi 30 millones de otras especies que residen en la tierra y comparten el planeta con los seres humanos. Mientras ha sido preciso el devenir de toda la historia humana para llegar a este punto, de mantenerse el crecimiento demográfico del hombre al ritmo actual, para el año 2030 la parte correspondiente al ser humano se duplicará y alcanzará el 80%. Simultáneamente, al usurpar las personas (hombre) cada vez una mayor parte de la energía sustentadora de la vida terrestre, los sistemas se deteriorarán más de prisa. Es imposible precisar con exactitud cuando se cruzará irreversiblemente el umbral vital. Pero como Vitousek y sus colegas observan, "estas realidades biológicas parecen ignorarlas los que creen que los límites del crecimiento económico se encuentran tan lejos que ello carece de importancia para quienes toman actualmente las decisiones" (Peter M. Vitousek y Cols. Human Appropiation of the Products of Photosynthesis- Bio Science junio 1981, citado en la salvación del planeta. Laster R. Brown y otros 1992). Ahora bien, ¿cuánto vale el sistema productivo humano, desarrollado en las condiciones que hemos venido planteando?. ¿Cuánto cuesta a la naturaleza y a la biodiversidad sustentarlo?. Por no querer, no saber o no poder calcular el costo real del deterioro provocado por la sociedad a sí misma y a la naturaleza, no se puede afirmar o ignorar que dicho costo no existe, en todo caso en el lenguaje económico oficial se le designa con el nombre de externalidades, es decir, un mal necesario. 15 Cuando se talan los árboles y se venden como madera, la operación se incluye como ingreso y se incorpora al PGB, pero no se anota débito alguno por el deterioro del bosque y la diversidad biológica. Como señala Robert Repetto (No Accounting for Pollution: Washington Post-28 mayo 1989), "la incompetencia para distinguir entre destrucción del activo natural y la generación de ingresos convierte al PGB en falso indicador del progreso. La verdad que una nación puede avanzar hacia la bancarrota ecológica mientras sigue registrando aumento del producto geográfico bruto". Por último, "volver a calcular el PGB, de manera que tome en cuenta el agotamiento y deterioro de los bosques, recursos pesqueros, provisiones de agua, calidad del aire y otros bienes naturales, constituye un primer paso crítico para tender un puente que nos permita franquear el creciente hueco abierto entre los beneficios económicos reales y los ilusorios" (Lester R. Brown y otros: Salvación del planeta, 1992). En el mismo sentido se pronuncia la influyente revista Time (18.12.1989) en relación con los Estados Unidos: "en definitiva, Estados Unidos necesita una forma completamente nueva de evaluar el crecimiento económico. El Producto Nacional Bruto y otras mediciones convencionales del progreso se ocupan solamente de los aumentos en la producción. No toman en cuenta la pérdida de recursos naturales irrecuperables y el daño que la contaminación derivada de la mayor producción, causa al ambiente". Hay que tener presente que la acción de deterioros o impacto ambiental ocurre en todas las fases del ciclo económico, desde la extracción, uso y manipulación de los bienes naturales para la producción humana, pasando por el consumo y eliminación de lo producido, es decir, el proceso productivo implica creación, eliminación, modificación y recombinación de los componentes naturales, lo cual provoca contaminación o polución, ya sea por exceso, defecto o nueva combinación de los constituyentes que componen los bienes producidos, provocando con ello en la naturaleza, no sólo deterioro por el uso abusivo de los productos naturales, sino se le exige también a ella el servicio de purificar o reciclar lo producido o eliminado por el hombre. LA SOCIOLOGÍA Y LAS CIENCIAS SOCIALES DEBEN CONTRIBUIR A FUNDAMENTAR EL NUEVO PARADIGMA: DE LA SOCIEDAD DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO A LA SOCIEDAD DEL PROGRESO SOSTENIDO. Como se sabe, la Sociología nace en la fase de consolidación y expansión más allá de las fronteras europeas del sistema de producción artificial del hombre, más conocido con el nombre de "modo de producción 16 capitalista". Nace ante la necesidad de encontrar respuestas coherentes y racionales, a una enorme cantidad de situaciones críticas o problemáticas que provocaba el acelerado proceso tecno-industrial y la expansión demográfica explosiva de la especie humana. No hay duda que la etapa fundacional de la Sociología comienza con el esfuerzo teórico y científico de Marx y su escuela para dilucidar uno de los principios básicos del modo de producción capitalista: la explotación del trabajo asalariado. Marx con su crítica a la Economía Política dilucida o desentraña, a través del concepto de plusvalía el real valor o significado del trabajo en la composición del capital, que había permanecido oculto en la economía clásica. De la sociología clásica, pasando por la Sociología Crítica de la Escuela de Frankfurt, hasta la Sociología actual, la preocupación central de esta ciencia ha sido todo lo concerniente al hombre y a la sociedad humana, en su compleja multidimencionalidad. Al margen de su ámbito de reflexión y análisis, han quedado las relaciones de vida, es decir, las relaciones del hombre y de la sociedad, como especie, con la inmensa diversidad biológica, en el marco de la naturaleza que hacen posible la existencia del hombre y la sociedad. Nuestro planteamiento es que también el "discurso de la naturaleza" debe ser, un tema central de la Sociología y de las Ciencias Sociales. Así como la primera crítica a la Economía Política Clásica, al develar el verdadero carácter de la Economía burguesa, constituyó uno de los momentos fundacionales de esta ciencia. Una segunda crítica al modelo económico de la Economía del crecimiento y a la ciencia económica que lo fundamenta significaría para la Sociología develar el carácter mistificador de este modelo económico que oculta el significado de la naturaleza en la formación de la riqueza producida, ya que ha desarrollado una economía del absurdo, que en nombre de los valores superiores destruye todos los valores (naturaleza). Pensamos que la Sociología y las Ciencias Sociales deben contribuir a superar el retraso teórico y científico que existe sobre el pensamiento socio-ecológico y sobre el desarrollo de la ciencia medio ambiental. Como lo expresa Fernando Mires (Discurso de la naturaleza: Ecología y Política en América Latina, 1990) "América Latina continúa siendo en realidad el paraíso de los economistas del desarrollo", justo en los momentos en que en los países más industrializados, tal 17 desarrollo se encuentra en un creciente descrédito (D. Meadows, "Los límites del crecimiento-Informe del Club de Roma sobre la situación humana, 1972). En cambio, en América Latina el consenso industrialista (modernista) continúa vigente en todas sus formas, hoy no bajo el lema de la "sustitución de importaciones" como en los años 30 al 60, sino al amparo de la nueva fórmula mágica de la "Economía del crecimiento". Así pues, los problemas que provocan la "diversificación de exportaciones" o las "ventajas comparativas", se les considera un lujo; pues primero hay que resolver los problemas del hambre y la miseria. ¡Cómo si la explotación del ser humano y la explotación de la naturaleza fueran antagónicas y no dos caras de la misma moneda o del mismo modelo económico"!. Además el economista del crecimiento olvidó, hace mucho tiempo, las dimensiones físicas de la producción y centró su atención tan sólo en el valor. Pero que la riqueza artificial creada por el hombre se mida en unidades de valor, no anula sus dimensiones físicas y sus consecuencias destructivas impredecibles. Ahora bien, pensamos que las ciencias sociales deben reflexionar sobre el surgimiento de una economía (social) de necesidades finitas y sin crecimiento, es decir, la naturaleza y la sociedad necesitan para la continuidad de la vida el estado estacionario o el progreso permanente. El término estado estacionario en el sentido clásico empleado por John Stuart Mill, hace ya más de un siglo, en los conceptos que hoy día difícilmente podrían ser más vigentes: "Los economistas políticos tienen que haber visto con mayor o menor claridad que el incremento de la riqueza debe tener un límite: que al final de lo que llamen estado progresivo, se encuentra el estado estacionario" (Principios de Economía Política. Vol II 1857, citado por Herman Daley, 1980). "Por estado estacionario se entiende un acervo constante de riqueza física (capital) y un acervo constante de personas (población). Naturalmente estos acervos no permanecen constantes por sí solos. La gente muere y la riqueza se consume, se desgasta o se deprecia. En consecuencia los acervos se deben mantener con un índice de entradas (nacimientos, producción) igual al índice de salidas (defunciones, consumo). Se podría suponer que el uso de los recursos imitan el modelo creado por la propia naturaleza: un sistema de circuito cerrado de ciclos materiales movidos por el sol. En semejante sistema, la durabilidad se maximiza y los recursos terrestres en teoría podrían 18 durar tanto como el sol siga irradiando energía para mover los ciclos productivos" (Herman Daley.Economía, ecología, ética, 1980). Ahora bien, el hombre puede y debe imitar a la naturaleza y construir una economía en que se reciclen todos los productos de desecho y en que la energía se disipe a una escala mínima, para evitar la contaminación térmica, respetándose así la segunda ley de la termodinámica. En la medida que la riqueza se vuelva más y más duradera, se puede reducir al mínimo la generación de desechos. ¿Pero qué es lo que sucede hoy con el modelo económico actual del hombre?. La economía del crecimiento para maximizar la producción promueve previamente una enorme demanda al mercado, lo que impulsa una producción de dimensiones cada vez mayores; pero si se aumentase la durabilidad de los bienes, se reduciría la necesidad de reposición. No obstante, cuanto más a prisa se desgasten las cosas, tanto mayor será el flujo de la producción y los ingresos para quién produce. Mientras la apatía del consumidor y el debilitamiento de la competencia lo permitan existirán incentivos para minimizar la durabilidad. Así, la obsolencia planeada, la autodestrucción programada y otras prácticas dispendiosas, son el resultado lógico de maximizar la corriente de mercaderías al mercado. Si pensamos que "no hay más riqueza que la vida", debemos maximizar, el acervo de la riqueza (vida) y no el flujo material (destrucción). Al respecto, nada más ejemplarizador es lo que ha señalado la Organización Mundial de la Salud O.M.S. "con sólo 250 productos esenciales, hoy existen más de 50 mil marcas en el mercado mundial, se podría atender la mayoría de los problemas médicos-sanitarios de cualquier país de la tierra". Así resulta que el desarrollo de una falsa conciencia de masas, nos ha hecho creer que el bienestar o la calidad de vida consiste en el consumo a todo trance de más y más cosas, que la mayoría de las veces, son inútiles, sin valor real y atentan contra la continuidad de la vida. A la hora de recapitular podemos decir que el hombre es la única especie de la diversidad biológica, que puede conciente y planificadamente ayudar al desarrollo de las potencialidades naturales y procesos vitales. Pero al mismo tiempo, es la única especie que concientemente puede acabar con el milagro de la vida en la tierra.