Creo en Dios padre; Andrés Torres Queiruga

Anuncio
FACULTAD DE TEOLOGIA DEL NORTE DE ESPAÑA SEDE DE VITORIA−GASTEIZ
Creo en Dios Padre
El Dios de Jesús como afirmación plena del hombre
• Torres Queiruga
Daniel Galindo Valcárcel
FilosofÃ-a de la Religión
Introducción
Torres Queiruga, en su obra Creo en Dios Padre. El Dios de Jesús como plena afirmación del hombre
(Editorial Sal Terrae, Santander 1988) pretende desvelar, las motivaciones esenciales por las que el ser
humano se pregunta acerca de la existencia o no−existencia de un ser absoluto como es Dios.
Descubriremos, por tanto, el punto de partida del ateismo, en que circunstancias nace, y como evoluciona
hasta la situación actual. Hablaremos también, de la relación Cristianismo y ateismo, Cristianismo y
secularización, y de la respuesta que la religión (la Iglesia) posiblemente deberÃ-a de dar ante estos
fenómenos que se dan en la modernidad.
Avanzaremos hasta poder afirmar, que Dios no es una amenaza para el hombre, sino que en Dios se produce
la afirmación plena del hombre. Porque Dios busca la felicidad del hombre, y consecuentemente Dios se
manifiesta defendiendo a los hombres, en su lucha contra la justicia y el mal (que es la roca del ateismo).
Concluiremos afirmando, que el Dios de Jesús, es un Dios de alegrÃ-a, −que goza cuando los hombres viven
la felicidad y sufre cuando los hombres experimentan el dolor−, y que siempre está presente en la historia de
la humanidad, acompañando a los hombres.
• Ateismo moderno y cristianismo: la afirmación del hombre como lugar de encuentro
1. Planteamiento: de la comprensión al encuentro
El Ateismo, desde el punto de vista religioso−teológico, es el gran problema que se nos presenta en la
actualidad, que va en aumento. El ateismo es una novedad. En la antigüedad era un fenómeno que no se
daba. Porque podÃ-a haber gente critica con la religión, incluso gente ´irreligiosa´, pero de algún modo,
todos daban por cierto la existencia de un ser absoluto ya sea Dios o los dioses.
Entonces, si el ateismo no tiene un comienzo en la época antigua, ¿Dónde encontramos el origen del
Ateismo? El ateismo, no comienza como un camino ya definido, con contenido marcado y delimitado, sino
que a partir de la Ilustración, los hombres comienzan a montar su vida sobre la negación de Dios,
después de razonarlo y de llegar a una serie de conclusiones; y que como consecuencia ejerce una notable
influencia en gran parte de la cultura occidental y paulatinamente ira creciendo.
Uno de los grandes teólogos, Karl Ranher, ante esta situación, se cuestionó el por qué de esta
situación, y la existencia de Dios, haciendo la siguiente afirmación: Si Dios existe y está con nosotros
para salvarnos, ¿Qué sucede para que haya tantos hombres que lo niegan, que no lo ven ni lo sienten de
ningún modo e incluso lo consideran como enemigo? Ante este fenómeno, el creyente debe de estar en una
1
actitud de poderlo comprender, para poder aprender y para aportar nuevas ideas, porque como bien dice
Torres Queiruga, algo tan grande, tan importante y tan profundo no ocurre porque sÃ-. Tiene que haber
razones muy serias de fondo.
2. Hacia una comprensión teórica
• Los primeros intentos.
Si hay algo que tenemos que tener en cuenta a la hora de abordar este fenómeno del ateismo, es que es una
de las muchas señales de que hay una gran crisis de la cultura occidental.
Es una crisis cultural importante y profunda, en cuanto que lo que está en juego es una dimensión esencial
e importante en la configuración−estructuración del ser humano, como es la dimensión religiosa. Y esto es
importante en esa configuración tanto a nivel individual (de la persona), como a nivel grupal (sociedad).
Siempre se ha acusado al cristianismo, no tanto desde dentro sino desde fuera, y con ello a Dios, de ser los
causantes y los culpables del atraso en el desarrollo de la sociedad a todos los niveles. Por contraposición,
desde dentro, se juzgaba que el hecho de no creer en Dios era algo malo, perverso, inmoral, incluso ese
individuo era calificado como mala persona de la que no se podÃ-a esperar nada bueno. En la actualidad
podemos comprobar, que tanto ateos como creyentes, pueden ser buenos o malos, independientemente de su
creencia o no creencia en Dios.
Torres Queiruga, hace una distinción entre lo explicito y lo implÃ-cito de una realidad que se puede dar en
las personas: alguien puede considerarse formalmente ateo y, ser implÃ-citamente creyente; y al revés, un
creyente explicito puede ser un ateo implÃ-cito. Una cosa es la teorÃ-a y otra muy distinta es la práctica. Lo
decisivo no es la cabeza, sino el corazón. Y es cierto que toda esta realidad está muy condicionada por todo
aquello que le rodea: ambiente, sociedad, personas, educación, malentendidos, presión social, pero
también por la forma en que se concibe la idea de Dios.
• El ‹‹Cristianismo anónimo››
Estas ideas recibieron una importante profundización en la teorÃ-a del Cristianismo anónimo de Karl
Ranher:
• ‹‹Aunque no quieras ser cristiano, lo eres de todos modos, sólo que anónimamente, sin
saberlo››. Y lo mismo se puede decir del que se considera cristiano, que a su vez, seria un ‹‹ateo
anónimo››.
Ranher, busca con todo esto, reconocer al otro, el derecho a la salvación, que tenemos todos los seres
humano, independientemente de nuestras teorÃ-as o razonamientos, sabiendo que la persona que ejercita
constantemente la bondad, es un ser bueno, sea cristiano o sea ateo. Ranher parte de un hecho fundamental
que denominó, el existencial sobrenatural, por el que la existencia de cada persona está real y
dinámicamente llamada a realizarse en la plenitud sobrenatural de la salvación de Dios.
• Ante esta llamada en la que el hombre debe realizarse en la plenitud de la salvación, cabe hacerse otra
pregunta más profunda y concreta, ¿Cómo y cuando responde el hombre a esta llamada y realiza las
posibilidades de esta gracia?
Ranher, afirma que si este mundo en el que vivimos, es un mundo que fue salvado por Cristo, los dinamismos
de esa gracia de Cristo, están continuamente trabajando y empujando a cada hombre, desde su propio
interior, hacia una mayor realización de sÃ- mismo, hacia su propio despliegue. Por lo tanto, el hombre
aunque se considere ateo, se siente interpelado a trabajar por la justicia, acogiendo asÃ- en su propio ser, la
2
gracia salvadora de Cristo. Sin distinguir la voz de Dios y sin reconocer el rostro de Cristo, está siendo
cristiano. Toda la realidad del ser humano, queda como bañada, por el amor de Dios. Y por consiguiente, es
el hombre, el que está respondiendo a ese amor divino, aunque realmente no lo perciba de esa forma y
niegue a Dios. Detrás de todo esto, el hombre que niega rotundamente a Dios, está negando únicamente la
Idea de Dios, pero no niega al Dios real, verdadero, que lo está humanizando y le invita a construir un
mundo mejor.
• Cristianismo y secularización
• Es a partir de los años setenta, cuando se va teniendo mayor conciencia de la autonomÃ-a del mundo,
respecto de Dios. Y se intenta dar una explicación razonable.
F. Gogarte, a partir de Bonhöffer, intentó dar una explicación del ateismo no como algo que es ajeno a la
fe, sino como algo provocado por ella. En el centro de todo esto está el tema de la secularización, es decir,
la transformación en algo profano de lo que antes era religioso. Y esta nueva realidad, − la de la
secularización−, no es un hecho negativo, sino más bien positivo. Porque es ahora, ante esta situación,
donde la religión tiene que aprender a convivir con lo profano.
El fenómeno del ateismo, solamente se da en paÃ-ses donde tradicionalmente se ha vivido el Cristianismo,
porque nace de esta fe. Dios al crear el mundo, al hacer otra realidad totalmente diferente a Él, hace
consecuentemente una separación entre lo divino (Dios) y lo profano (mundo). No hay nada divino fuera de
Dios, sin embargo lo divino, Dios, puede manifestarse en realidades humanas.
• Hans Urs von Balthasar, en su obra El problema de Dios en el hombre actual, afirma que el ateismo, en su
misma negatividad, puede ser una gran oportunidad para la fe, porque nos lleva a romper nuestras falsas
imágenes de Dios.
• Es evidente que existe un proceso evolutivo, en el que al comienzo, la religión estaba presente y dominaba
todos los ámbitos de la vida social y cultural, sin embargo, poco a poco a habido una progresiva
emancipación de los ámbitos sociales y culturales que viven una autonomÃ-a respecto de la religión.
Durkheim expresaba este proceso en los siguientes términos: Si hay una verdad que la historia permita a
firmar sin lugar a dudas es que la religión abarca una porción cada vez mas pequeña de la vida social.
En los comienzos se extiende a todo: todo lo que es social es religioso (). Luego poco a poco, las funciones
polÃ-ticas, económicas, cientÃ-ficas se liberan de la función religiosa, se constituyen a parte y adoptan
un carácter temporal cada vez más acusado. Dios () se retira de ellas progresivamente, deja el mundo a
los hombres y a sus disputas.
La secularidad puede y debe ser camino para aprender una espiritualidad mas comprometida y solidaria, mas
ecológica y humana la secularidad exige humildad y escucha; es un signo par aprehender signos velados del
mismo Dios, encontrarle ahÃ-, pero escondido como decÃ-a Edith Stein y a la vez, sitúa a la Iglesia en
lugares mas modestos. Exige un esfuerzo para comprender el sentido profundo del mundo
3. Hacia un encuentro en la experiencia
Lo importante del fenómeno del ateismo, está en los motivos e intenciones que dan origen a estos
pensamientos, en aquello que es positivo y que es lo que motiva a los seres humanos, a perseverar en está
opción de vida. Aunque es evidente que también tiene aspectos negativos. Es necesario por tanto, en esta
búsqueda de lo que da origen al ateismo, buscar aquello que tiene de positivo, para confrontarlo con lo
positivo del hombre que experimenta a Dios.
• Nace un nuevo mundo
Es en la Edad Moderna, donde nace un nuevo mundo a todos los niveles, no solamente desde el punto de vista
3
religioso.
En el Renacimiento se produce un redescubrimiento de la Antigüedad, donde se va formando una nueva
concepción del ser humano, de su dignidad como persona, y de su subjetividad. El hombre va tomando mas
conciencia de sÃ- mismo, y se pone en el centro de la creación, se convierte en el objeto del estudio y de la
ciencia. Hace nacer la ciencia. Se producen nuevos descubrimientos y el pensamiento humano va cambiando.
Es aquÃ-, donde se produce un primer choque, entre paradigmas, entre los principios que ya dábamos por
sentados y las nuevas realidades que con los avances de la ciencia y de nuestro pensamiento vamos
descubriendo.
• El cristianismo en el choque entre dos paradigmas
El ateismo moderno es consecuencia de estos dos paradigmas, de estos dos mundos culturales tan diferentes:
el antiguo y el moderno. ¿Y qué tiene que ver la fe en todo esto? Pues que la fe no es ajena a los
movimientos culturales que viven los hombres, sino que la fe esta inculturada , es decir, está presente en las
formas mentales de cada época, está en los hábitos psicológicos, en los modos prácticos e
institucionales, en la cultura de sus fieles. La fe es vivida por los hombres, la fe se adapta al modo de vida de
los creyentes.
Nos encontramos ante el choque de dos paradigmas, que como explica T. S. Kuhn, son dos constelaciones de
creencias, valores, usos y técnicas. Solo hay dos alternativas ante esta situación: 1) Que el viejo paradigma
logre asimilar los datos y experiencias nuevas sobre los que se apoya el nuevo paradigma que trata de
imponerse, y asÃ- mediante su transformación, mantiene su validez. 2) Que el viejo paradigma se resista al
cambio o que no sea capaz de asimilar los nuevos datos, entonces acaba siendo desplazado por el paradigma
emergente.
En la cultura occidental, para muchos, el cristianismo y la modernidad no son realidades compatibles, y el
cristianismo,−que no supo asimilar el paradigma de la modernidad−, fue desplazado por el nuevo paradigma
emergente, convirtiéndose este paradigma, en una de las fuentes del ateismo. Evidentemente, que para otros
muchos, el cristianismo sigue siendo tan valido hoy como ayer. Cabe ahora hacer una reflexión, de si la
situación actual, es la más acertada o no. Desde la distancia histórica, podemos comprender, que en un
momento inicial lo que se ponÃ-a en cuestión no era la fe, sino la cultura en la que la fe estaba involucrada.
Solo habÃ-a que cambiar, la experiencia de la interpretación cristiana. HabÃ-a que hacer una adaptación al
contexto actual de la época.
• El ejemplo de la critica bÃ-blica
A partir de la Ilustración, llega una nueva forma de leer las Sagradas Escrituras, ya no se lee literalmente,
además se somete como cualquier otro libro, a métodos histórico−crÃ-ticos. Todos los cambios en la
forma de concebir como se a de comprender la Biblia, provocará una crisis.
Encontramos aquÃ- de nuevo, un choque entre dos paradigmas: 1) la manera literalista de leer la Biblia no
querÃ-a aceptar los nuevos datos, porque parecÃ-a que negaba la inspiración y la revelación. 2) Muchos de
los que aceptaban los nuevos descubrimientos partÃ-an del presupuesto, de que habÃ-a que negar la
Escritura, porque estaba caduca y no era compatible con la cultura.
Otro eligieron seguir otro proceso distinto, a los anteriores: los que desde la fe, quisieron ver, aceptando antes
que nada que los datos son datos. Y esto, obligaba, evidentemente, a una revisión del paradigma. Comienza
una nueva forma de interpretar la Escritura, que aunque ya no sea de forma literal, trasparenta en esencia la
Revelación de Dios a los hombres.
4
Con el ateismo ocurre lo mismo. La experiencia moderna, aporta datos plausibles, demostrables, que no se
pueden negar. Comprendiendo bien estas aportaciones, podemos confrontarlo con nuestras ideas de Dios y
asÃ- poder adaptar o modificar las ideas que tenemos de Dios, pero no nuestra fe en Dios, ni a Dios.
4. La intención profunda de la modernidad
Ya hemos dicho anteriormente, que a Dios, en la sociedad moderna, se le puede percibir como un rival para el
hombre. De hecho, todos aquellos que niegan a Dios, a la religión, fundamentan su actitud, en la convicción
de que Dios y la religión, impiden el desenvolvimiento de una plena y autentica humanidad, coartan la
libertad del ser humano. El hombre se siente amenazado por Dios, en el ejercicio de su libertad y de su
razón. Dice Feuerbach: para enriquecer a Dios debe empobrecerse el hombre; para que Dios sea todo, el
hombre debe ser nada.
Las Iglesias, tienen mucho que ver, en esta mala imagen que la sociedad tiene de la religión, y en
consecuencia de la figura de Dios. Todo esto debido a su oposición al desarrollo y el progreso de los
pueblos, a no saber adaptarse. La Iglesia no supo ir caminando de la mano de la cultura moderna, dejando una
imagen de la Iglesia rancia, oscurecida, como una religión vinculada a un marco pasado y autoritario, que se
opone a la búsqueda de la libertad individual y social, cientÃ-fica, religiosa y polÃ-tica.
• El núcleo de la experiencia moderna
La palabra clave y esencial, que define perfectamente, el núcleo de esta experiencia de la modernidad, es: la
autonomÃ-a, que consiste en que los diversos sectores de la realidad se van emancipando de la dirección y
tutela de la religión, para descansar, de modo cada vez más decidido, en sÃ- mismos. El hombre comienza
a sentirse dueño de sÃ- mismo.
a) Mundo fÃ-sico. Primeramente, la ciencia descubre, que el mundo está sujeto a una serie de leyes
naturales, y que por lo tanto no depende (y no es necesario recurrir) de seres sobre naturales o de Dios.
b) Mundo social. La sociedad funcionaba en distintas clases sociales, por la gracia de Dios. Más tarde se
descubre que esa realidad no es cierta y que la sociedad, funciona como el hombre la hace funcionar. El
hombre se da cuenta, de que la sociedad, se rige por unas determinadas leyes y no por la acción de Dios.
c) Ley moral. Las leyes morales ya no dependen de Dios, sino del hombre, que es el que las ordena y las
establece. El hombre las descubre con su cabeza, se da cuenta de que él mismo posee un sentido moral.
• El ateismo como preservación del hombre
El hombre no niega a Dios, por negar a Dios. El hombre niega a Dios, porque busca preservar al hombre. Esto
responde, a que el hombre quiere rechazar, todo aquello que le impide un crecimiento personal o que le
impide llegar a la ‹‹mayorÃ-a de edad›› (Kant).
Pero detrás del ateismo, se esconde la rebeldÃ-a del hombre, que no es capaz de afrontar sus limitaciones,
deficiencias, su imperfección, odios, y por otro lado, sus ansias de poder.
3. El encuentro entre cristianismo y ateismo
Tanto el cristianismo, como el ateismo, tienen al menos, un punto en común: la defensa del hombre.
Exponerse a la crÃ-tica del ateismo es el único modo de lograr que el ateismo se exponga también a la
crÃ-tica del cristianismo. Es en esta situación donde se puede dar un encuentro autentico.
Si los cristianos logramos demostrar, con nuestra teorÃ-a y nuestra practica, que Dios es la máxima
5
negación de toda negación del hombre, entonces se abre un terreno estrictamente común en el que
podemos encontrarnos con la búsqueda más honda de los no creyentes. Porque coincidimos en lo
fundamental: la defensa del hombre y de sus posibilidades.
Veamos también la negatividad o los limites del ateismo. Lo que Hegel denuncio al comienzo se hizo
evidencia empÃ-rica: la negación de la transcendencia con la intención de afirmar al hombre, lo que
realmente hizo fue privarle de su profundidad. Todos los esfuerzos por absolutizar al hombre no consiguieron
conjurar el fantasma del nihilismo: la ‹‹muerte de Dios›› aparece como arrastrando inevitablemente
la ‹‹muerte del hombre››.
La ‹‹cristonomia››, es la gran aportación del cristianismo. Se trata de reconstruir la imagen de Dios,
que en gran parte es la causante del ateismo moderno. Pero también urge, a la vez, la necesidad de
remodelar el anterior paradigma teológico, para que pueda acoger, las nuevas experiencias que el hombre
moderno va viviendo.
Paul Tillich, sitúa el énfasis moderno en la autonomÃ-a como paso intermedio entre la heteronomÃ-a de
una religión caducada en sus formas y la teonomÃ-a de la autentica experiencia, que es preciso recuperar.
La teonomÃ-a busca, poder conciliar los dos aspectos: Dios y su ley, no es una realidad que sea ajena al
hombre, que no tiene nada que ver con la humanidad, sino que en realidad es la manifestación mas profunda
de su propia realidad. La teonomÃ-a no es más que ‹‹la razón autónoma unida a su propia
profundidad››.
• El cristianismo, entre el ateismo social y el espÃ-ritu burgués
1. La constitución de la sociedad burguesa
Dice Torres Queiruga, que la dimensión social es uno de los vectores más importantes que marcan la
marcha de nuestro mundo. El modo como se sitúe la presencia de Dios en el entramado social, resulta
decisivo para la configuración de la conciencia cristiana. Y esto solo se puede dar, desde como nos
acerquemos al Dios de Jesús. Porque solo presentando una imagen verdadera de Dios, es como podemos
transmitir su amor a la humanidad. No hay que olvidar, que cada época, cada hombre, hace una imagen de
Dios propia, que nace como fruto de su experiencia. Pero en definitiva, no deja de ser una imagen de Dios,
que está condicionada por una serie de factores. Es más lo que no conocemos de Dios, que lo que
conocemos. Y tendemos a apropiarnos de esa imagen de Dios, a manipularla, y a ponerla al servicio de
nuestros propios intereses. Esta es la amenaza de la inculturacion burguesa del cristianismo.
La burguesÃ-a:
• Nace en el siglo XII
• Se produce la 1º revolución de occidente: los habitantes de los Burgos (artesanos y comerciantes),
buscan los privilegios de la sociedad feudal.
• Sensación de optimismo, producido por el crecimiento de ciudades, la paz, manufactura artesana y
comercio. Bienestar social y crecimiento cultural.
• Desde el punto de vista teológico, se valoran las realidades del mundo. Concepto de la historia de la
salvación. Aumenta la piedad.
• El hombre empieza a ser consciente de que tiene en sus manos la libre configuración de la realidad social.
Todo esto, es fruto del esfuerzo del hombre por universalizar la sociedad, además de luchar contra la
nobleza, y reivindicar más derechos justos para el resto de ciudadanos que formaban las otras clases de
inferior rango. Una lucha apoyada en lo económica, y en lo espiritual a través de la cultura. Se trataba de
hacer que la sociedad, −hasta entonces en manos de un grupo pequeño de privilegiados−, fuera una sociedad
6
de todos y para todos.
Sin duda, que esta situación no culmino como se esperaba. E. Bloch lo expresa asÃ- ‹‹se esperaba el
citoyen y llegó el bourgeois››. Esto es, se esperaba que llegara al fin el ciudadano, y lo que llegó fue el
burgués, un nuevo acaparador para un grupo determinado, de lo que era bien común de todos. Existe un
fracaso puesto que no se consigue la verdadera universalidad.
El cristianismo, por tanto, tiene también que afrontar el desafÃ-o burgués, que en principio busca la
universalidad. Lo que está claro, es que incluso en la actualidad, unos grupos pretenden estar siempre por
encima de otros, negando de algún modo la equidad y la igualdad. Seria ingenuo, por nuestra parte, pensar
que la imagen cristiana de Dios permaneció al margen en este ambiente. La sociedad burguesa pide por un
lado, la justa reivindicación de lo universal, y pero por otro lado se apropia de todo, produciendo un injusto
acaparamiento frente a las clases bajas. La iglesia dará una respuesta desigual ante esos dos vectores.
2. La formación del ‹‹cristianismo burgués››
• La estructura general del proceso histórico
¿Cómo fue situándose en este proceso el cristianismo? ¿Como reacciono la Iglesia y como se fue
configurando la concepción cristiana del mundo frente a esta dinámica histórica? La respuesta, es
evidente, que es difÃ-cil, por la complejidad de la situación.
Torres Queiruga, hace una diferenciación respecto al cristianismo. Por una parte propone diferenciar 1) lo
que es la experiencia original, impulso profético que llega de Jesús de Nazaret, de lo que es la
institucionalización, inercia histórica, hábitos e ideas heredadas, y 2) no se puede confundir lo que es
cuerpo eclesial y lo que es jerarquÃ-a dentro de la Iglesia. El proceso ascendente de la burguesÃ-a en
formación,−continua Torres Queiruga−, procedió por idénticos canales en el cuerpo social y en el cuerpo
eclesial.
En estas estructuras, encontramos que existen tensiones en las cumbres, tanto en el poder polÃ-tico como en
el eclesiástico. Y que por debajo de esta, las bases populares coincidÃ-an: las mismas personas llevaban casi
siempre los movimientos de renovación. Pero todo cambia cuando estalla el conflicto, porque la Iglesia que
debe de afrontar la revolución social, es ya una Iglesia jerarquizada, en cuanto a institución, que no permite
un retroceso en lo ideológico.
Junto a esto, hay que tener en cuenta, la enorme influencia de la Reforma protestante, ya que en ella se fueron
concentrando los impulsos de la renovación. Todo lo que tenÃ-a que ver con renovación y que procediera
del pueblo, se presentaba como una amenaza para la Iglesia institucional, y por ello aparecÃ-an siempre como
ideas sospechosas y revolucionarias en el mal sentido de la palabra. Aparece aquÃ- la tragedia del catolicismo
moderno: no saber hacer una renovación institucional y teológica para dar respuesta a la novedad del
mundo que nacÃ-a.
• La dialéctica de lo peo con lo peor
Aunque pueda parecer todo lo contrario, la Revolución Francesa, no iba contra la Iglesia en un momento
inicial. De hecho en sus ideas y en su posterior proceso de desarrollo, participaron muchos miembros de la
Iglesia. La relación determinante acabó discurriendo por otros cauces: no se estableció entre el principio
profético del cristianismo y el impulso ascendente de la nueva situación, sino entre el poder institucional
en lo eclesiástico y el poder reaccionario en lo polÃ-tico.
Ante esta situación la Iglesia del clero alto, se aliara con la oligarquÃ-a del poder y con la monarquÃ-a
restauradora, para intentar asÃ- preservar todos sus privilegios y situaciones de poder. La Iglesia aparecerá
7
cada vez más presente en el ámbito público y social, mientras se va oponiendo a toda clase de libertades.
E aquÃ- una de las grandes cuestiones por lo que la Iglesia se va separando y alejando del mundo moderno.
3. La oportunidad del cristianismo en la situación actual
• Enmarcamiento histórico y criterios fundamentales
Al releer el proceso histórico que se desarrolla desde la época de la Ilustración hasta el momento actual,
nos encontramos, con que todo gira en torno a dos ejes o lÃ-neas fundamentales:
• LÃ-nea Teórica: la de la razón crÃ-tica, que se manifestó sobre todo en los estudios
histórico−crÃ-ticos de la Biblia y en el cuestionamiento filosófico de la teologÃ-a. En ella se hizo
sentir la crisis en su novedad y donde comenzó a desarrollarse el ateismo. Es en esta lÃ-nea donde el
ateismo es afrontado.
• LÃ-nea Práctica: la de la libertad emancipadora, que se apoya en que la sociedad es un hecho
entregado a la libre y responsabilidad racional del hombre. Solo en nuestro tiempo empezó a recibir
una consideración refleja y sistemática. Tan solo con los nuevos métodos de la TeologÃ-a de la
esperanza, la TeologÃ-a polÃ-tica y la TeologÃ-a de la liberación cabe hablar de un afrontamiento
al justo nivel histórico.
Aun asÃ-, los problemas no se solucionaron.
1º Urge una necesidad imperante a remitirnos a la experiencia cristiana, tal y como la manifestó Jesús de
Nazaret. La critica Biblia nos permitió descubrir y acceder a la vida de Jesús de Nazaret, asÃ- como
descubrir su actuación en las circunstancias reales de la sociedad de su tiempo.
2º Urge plantear una consideración, que sea radical, y que no este a merced de las apariencias o de las
afirmaciones superfluas. Hay que tratar de poner en contacto la aspiración original que hizo nacer al
movimiento social, con el espÃ-ritu profético que motivó al cristianismo.
3º Se nos impone, el hecho de que tenemos que partir, del principio, de que la redención de Cristo y la
fuerza salvadora de Dios no niegan, sino que radicalizan lo humano.
• El Dios de Jesús, defensor del pobre
El ser humano, sin lugar a dudas, es el sujeto de la sociedad, está en el centro de la sociedad. Y la
universalidad que se particularizó de nuevo con la burguesÃ-a, debe ser abierta para que pueda acoger a
todos los hombres y mujeres sin excepción.
Este es un camino, que de alguna manera, nos refleja la cuestión de fondo, de la experiencia bÃ-blica. El
Dios de Jesús, es un Dios que es de todos, es un Dios que se manifiesta y se introduce en la historia personal
de cada ser humano. El Dios de Jesús, es el Abba, es el Padre de todos los hombres y mujeres, y creer en
Dios como Padre de todos, es apostar por la igualdad de todos.
En el anuncio de Jesús de Nazaret, y en toda la tradición bÃ-blica, Dios aparece siempre al lado de los
pobres y marginados del mundo. Es este Dios el que nos invita y nos interpela a hacer de nuestra vida una
opción preferencial por los pobres como universalidad real, como un hecho palpable en nuestra sociedad.
El cristianismo, desde su experiencia originaria, ofrece una aportación especÃ-fica al esfuerzo común. La
experiencia cristiana supone una oposición y una confrontación contra todo tipo de reduccionismo de la
integridad humana. Frente al reduccionismo: económico, el cristianismo rompe de raÃ-z el principio de
cambio, porque desde el amor de Dios, ya no es posible el egoÃ-smo, sino que se nos invita a darlo todo por
8
los pobres.
• Creo en Dios Padre.
Dios como afirmación plena del hombre
‹‹Creo en Dios Padre››, asÃ- comienza el primer artÃ-culo de nuestra fe, y asÃ- nos adentramos en
el Misterio de nuestra fe. Un Misterio que nos es lejano, ni frÃ-o, sino que es cercano, calido y acogedor. Y si
Dios se nos revela como nuestro Padre, es porque a nosotros nos revela como sus hijos.
La paternidad−maternidad de Dios como sÃ-mbolo supremo de su relación con el hombre. La sociedad
moderna no se opone a este amor de Dios por los hombres, porque ese amor paternal, no lo asocia con Dios.
Para la modernidad, Dios es percibido como un absoluto rival. La realidad, es que hoy en dÃ-a, el termino
Dios, viene acompañado de mucho negativismo, incluso en algunos sectores de la teologÃ-a. Tan solo el
rostro verdadero del Dios de Jesús podrá romper la ambigüedad y desenmascarar como un Ã-dolo la idea
de un dios rival del hombre.
• La experiencia cristiana de Dios como Padre
La experiencia de la paternidad de Dios viene siempre fundamentada en un acto histórico: la salida de
Egipto. Dios es el que elige cuidar y amar a su pueblo. Se trata de una elección por parte del mismo Dios.
Sin duda, que esta paternalidad de Dios, alcanza su mayor expresión, en Jesús de Nazaret, rompiendo todas
las expectativas y alcanzando una mayor intensidad, que alimentaran a toda experiencia religiosa. En Jesús,
la vivencia de esta relación paternal con Dios, marcara el núcleo central y esencial de su personalidad.
Jesús presenta a Dios, como el Padre no solo de él, sino de todos los hombres. AquÃ- esta la novedad de
esta relación paternal entre Dios y el hombre.
De un Dios, que asÃ- se quiso revelar al ser humano, el hombre puede esperarlo todo y no temer a nada. Entre
ese todo y esta nada se le ofrece su lugar a la experiencia cristiana. Por eso la confianza que Jesús pone en el
Padre no es freno sino motor, la ternura no es debilidad, sino capacitación energética para la entrega total.
En definitiva, la confesión de Dios como Padre, no se apoya, en razones teóricas, sino en la experiencia
propia de Jesús de Nazaret, y en la invitación que nos hace, de confiar en Dios.
• Dios, el Anti−mal
A simple vista, puede parecer contradictorio, el hecho de que Dios, el Dios de Jesús, haya creado el mundo y
en consecuencia, exista la presencia del mal en dicho mundo. La presencia del mal, que nos afecta a todos los
hombres y mujeres, de cualquier época y de cualquier lugar.
Para las personas no creyentes, el hecho del mal constituye el argumento: roca del ateismo. Resulta evidente,
que se da una confrontación entre la realidad del mal y Dios que es amor, que busca la salvación de todos
los hombres. En esta situación se puede dar una paradoja, donde esta puesta la esperanza de los cristianos,−
dice Torres Queiruga−, desde esta perspectiva, el mal no solo no aparece como contrario a la bondad divina,
sino que, sin perder un átomo de su horror, se convierte en el escenario de la manifestación suprema del
amor de Dios. Dios se manifiesta, como defensor del hombre, frente a la injusticia y el mal.
Epicuro, ante este problema, del mal que esta presente en un mundo que fue creado por Dios, dice al respecto:
O Dios quiere quitar el mal del mundo, pero no puede; o puede, pero no lo quiere quitar; o no puede, ni
quiere; o puede y quiere. Si quiere y no puede, es impotente; si puede y no quiere, no nos ama; si no quiere ni
puede, no es el Dios bueno, y además, es impotente; si puede y quiere, entonces, ¿de donde viene el mal
real y por qué no lo elimina?.
9
Torres Queiruga, habla de la reacción que tenemos ante este dilema, es decir, por un lado, presuponemos que
Dios quiere eliminar el mundo del mal, pero no lo puede hacer; pero al mismo tiempo que hacemos esa
afirmación, nos resistimos a asumir esa afirmación, y a creer que entonces Dios no es todopoderoso.
Además, siempre tratamos de justificar a Dios, y en nuestra justificación lo hacemos de forma positiva.
Bien es cierto, que a pesar de todos los horrores que experimenta el ser humano, Dios siempre muestra su
ternura, su perdón, su amor, su ayuda Aunque es cierto, que nada, puede justificar la presencia del mal, si se
puede evitar.
Karl Barth, explica todo esto, cuando acude a una indefinible no−realidad intermedia entre Dios y el mundo:
la nadeidad, lo opuesto a Dios y a su creación; lo que no es creado por Dios por Dios, aunque viene de Él
como no querido y rechazado. Aunque esta explicación de Barth, es muy cuestionable.
Dios se nos presenta como Salvador del mundo, en toda la tradición bÃ-blica y de un modo definitivo, en la
persona de su Hijo, Jesús de Nazaret. Desde el Antiguo Testamento, la lucha de Dios contra el mal, es una
prolongada lucha contra el Misterio. La liberación de Egipto, como acontecimiento importante, en la historia
de la Salvación, pone de manifiesto esa cercanÃ-a de Dios con el sufrimiento de los hombres, y el carácter
liberador de Dios. La intención de Dios, cuando creo al hombre, fue que viviera plenamente feliz. Por tanto,
la meta final, es la felicidad, a través de nuestro recorrido por la historia, con sus dificultades y con sus
obstáculos.
Este Dios que lucha contra el mal, se hace patente de forma sorprendente, en la vida y en las acciones de
Jesús de Nazaret, que se compadece de los que sufren, que cura a los enfermos y acoge con ternura a los
niños, que lucha contra el mal entregando su propia vida. El anuncio del Reino de Dios y que ya está
presente, es de alguna forma, el clamor de que Dios lucha contra el mal y busca la felicidad para los hombres.
La Cruz de Jesús evidencia el carácter forzoso e inevitable del mal en la historia. La Resurrección que no
niega ni oculta el mal, sino que la incluye en un horizonte más amplio que la relativiza, quiebra su fuerza y
la vence. Es en Cristo donde se afirma la plenitud del hombre.
• La evidencia de Dios y su alegrÃ-a
El ateismo, esta estrechamente vinculado, a las Iglesias y su forma de presentar la imagen de Dios en la
sociedad moderna. Es responsabilidad de la Iglesia, al no tener la suficiente lucidez para renunciar a la vieja
visión cultural y a la institución en que tenÃ-an expresada la fe, provocando la confusión de ésta con su
revestimiento externo, llevando a muchas personas a creer que la religión y el nuevo modo de vida de la
modernidad, eran realidades totalmente opuestas e incompatibles. En la sociedad moderna, solo son
aceptables aquellas realidades que son plausibles, que son empÃ-ricamente demostrables, desterrando todo
aquello que huela a trascendencia y misterio. Marx Weber, en este sentido, habló de un desencantamiento del
mundo que tiende a reducir la realidad a su aspecto manipulable, eliminando lo profundo y misterioso.
En muchas ocasiones, a lo largo de la historia y de la tradición bÃ-blica, los hombres hablan de Dios y de su
silencio o del ‹‹silencio de Dios››, incluso Jesús de Nazaret en algunos momentos de su vida, en la
Pasión, percibe este ‹‹silencio de Dios››, donde se experimenta una sensación de abandono, de
lejanÃ-a, de diferencia por parte de Dios. Este es un hecho que percibimos de iguales modos tanto creyentes
como no creyentes, aunque con una respuesta distinta.
En el fondo de esta situación, del ‹‹silencio de Dios››, el problema no es el hecho de que Dios este
callado, sino en el hecho de cómo nosotros interpretamos ese silencio. El problema estriba en que el ser
humano, por naturaleza, tiene ciertas limitaciones en relación con la trascendencia, y una de ellas, es la
incapacidad que poseemos para poder escuchar a Dios. Pero esta realidad, de por sÃ-, es normal, puesto que
Dios y los hombres, somos totalmente distintos en cuanto a ser. Existe por tanto, una gran diferencia
ontologica entre Dios y nosotros. Pero lo sorprendente es que aun asÃ-, Dios se hace presente en la historia de
la humanidad, y busca comunicarse con los hombres, estableciendo una relación de amor y confianza.
10
Y porque Dios no puede ser visible en nada, puede de algún modo hacerse visible en todo. A Dios no lo
visualizamos fÃ-sicamente, ni lo palpamos en ninguna realidad que sea fÃ-sica, no lo vemos ni en el mundo,
ni en la ciudad, ni en la naturaleza no lo vemos como podemos ver a una persona, sin embargo, si que de
algún modo podemos percibir su presencia en todo aquello que nos rodea, incluso en nosotros mismos. Dios
se transparenta en el mundo.
• Dios en el gozo y en el dolor de la vida
Puesto que podemos afirmar que Dios creó al hombre para que sea pleno y feliz, podemos también
afirmar que Dios se alegra con las alegrÃ-as de los hombres y que goza cuando los hombres viven en
felicidad. Pero también es cierto, que acompaña a los hombres no solo en los buenos momentos sino
también en los malos, que sufre cuando los hombres viven el dolor, porque Dios desea para nosotros la
felicidad.
A Dios también se le encuentra, cuando se lucha y se trabaja, en una praxis social que busque la dignidad y
la justicia de todos los hombres. Dios esta presente en todas las acciones que se lleve a cabo a favor de los
hombres. El ejemplo mas evidente de esta presencia de Dios, lo encontramos en Jesús de Nazaret que lucha
contra la opresión de los pobres, que pone al hombre y al amor, en el medio de todo su servicio.
• La alegrÃ-a de Dios
Dios vive la alegrÃ-a y el hombre experimenta esta alegrÃ-a desde Dios y ante Dios. El creyente vive esta
alegrÃ-a de Dios, por el hecho de que Dios es nuestra esperanza última en esta vida, Él es el sentido
último de la existencia humana. La vida del hombre se encuentra inmersa y envuelta en el Misterio de Dios.
La realidad, es que a lo largo de la historia, los creyentes no hemos mostrado este rostro alegre de Dios, sino
que más bien presentamos el rostro de un Dios legalista, impositivo, vengador Afirma Alfred North
Whitehead: ‹‹el hombre moderno a perdido a Dios y lo esta buscando››; ‹‹si el hombre
moderno debe buscar a Dios, lo hará a través del amor y no del mundo››. A través de la alegrÃ-a
de la salvación, podemos concluir con toda justicia. Cuando rompamos esas imágenes falsas de Dios, y
hablemos de un Dios que es amor, podremos facilitar el encuentro y la comunicación de Dios con el hombre
moderno.
El lenguaje de la intimidad personal debe ir a la par de las relaciones humanas, son dos ámbitos inseparables,
para la experiencia religiosa.
Ejes fundamentales sobre los que la alegrÃ-a de la salvación cristiana deberá articular su presencia en el
mundo:
• Presentación del proyecto cristiano como pura y exclusivamente liberador.
• Confrontación con las exigencias de una autentica autonomÃ-a humana.
• Mostración efectiva de carácter liberador de Dios en la liberación socio−histórica del hombre.
Concluyo con una frase muy sugerente de San Ireneo: ‹‹la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del
hombre es la visión de Dios››
VI. Valoración personal
En general, creo que es una visión cristiana muy acertada, de toda esta realidad que nos esta envolviendo, y
que por tanto nos toca muy de cerca a todas las personas que de algún modo se cuestionan la existencia de
un ser trascendental, del Absoluto. Quisiera resaltar muy brevemente, algunos de los puntos que señala
Torres Queiruga en esta obra:
11
Torres Queiruga al comienzo de su obra, afirma que los creyentes debemos comprender el fenómeno del
ateismo para de alguna forma poder dar soluciones a ese problema. Ahora bien, el ateismo ¿se puede
considerar como un problema? Personalmente creo que no. Esto no quiere decir, que no debamos dar nuevas
aportaciones que sean útiles en la búsqueda de la verdad y de Dios.
Estoy de acuerdo, que la secularización, no debe ser vista como algo negativo sino positivo, porque para los
creyentes es un desafÃ-o y un reto, presentar y buscar nuevas formas de vivir nuestra fe en la sociedad
moderna. Pero es un desafÃ-o que se nos presenta a todos. Nos obliga a repensar la fe y a como dinamizarla.
En palabras de Luis González−Carvajal, la presencia pública de la Iglesia, hoy debe conseguirse
aprendiendo a vivir religiosamente lo profano. Es otra forma de situarnos ante la realidad y de vivir el
Misterio. Y esto, es evidente, no propicia un destierro de la religión de nuestra sociedad y de nuestra vida,
sino que implica, un nuevo modo de entender y vivir la religión en una sociedad que es moderna.
La sociedad moderna percibe a Dios como una amenaza para el hombre y por ello lo quiere desterrar. La
Iglesia tiene que repensar su forma de inculturar la fe en nuestra sociedad, y el modo en que debe mostrar la
imagen del Dios de Jesús. Lo que es esencial, no puede cambiar, pero todo aquello que lo envuelve, el
formato, eso es lo que debe ir cambiando en la medida en que una sociedad va evolucionando. La forma en
que se vive la fe y la experiencia de Dios debe ir transformándose.
Decimos que creemos en Dios Padre−Madre. Pero creemos en Dios como afirmación plena del hombre. Este
es el Dios que se revela en Jesús. Un Dios que es amor, que acoge con ternura, que goza cuando los hombres
somos felices y que sufre cuando vivimos inmersos en el dolor. Por consiguiente es errónea la percepción
de Dios como opresor de los seres humanos.
A. APARICIO−J. CANALS, Diccionario teológico de la vida consagrada, publicaciones claretianas, Madrid
1989 Pág. 1607
M. J. ARANA, DesafÃ-os del mundo actual a la espiritualidad cristiana y las claves de identidad de una
nueva espiritualidad liberadora, de la conferencia pronunciada en el Encuentro Internacional de Espiritualidad
de Granada 2008
L. GONZALEZ−CARBAJAL, La secularización como desafÃ-o y oportunidad, Pliego de Vida Nueva, nº
2.553.
16
12
Descargar