LA EVOLUCIÓN DEL CUERPO Wes Nisker En el Samyutta Nikaya, el Buda dice: «Este cuerpo no es mío ni de nadie. Ha surgido debido a causas y condiciones pasadas». El Buda intuyó algún tipo de proceso evolutivo que crea nuestros cuerpos, y su punto esencial es que no son ni formados por nosotros ni de nuestra propiedad. Ahora tenemos evidencia de que nuestros cuerpos se derivan de las fuerzas y elementos que componen el universo entero, a través de una compleja cadena de eventos interdependientes. Internalizar este conocimiento puede ayudar a liberarnos de la poderosa sensación de pertenencia y apego que tenemos al cuerpo, que es causa de enorme sufrimiento, especialmente a medida que el cuerpo envejece y debemos enfrentar nuestro inevitable destino. Las siguientes reflexiones guiadas del Buda son una adaptación de los ejercicios clásicos de atención plena del cuerpo que se encuentran en el Mahasatipatthana Sutra. Aquí combinamos el aspecto de la experiencia de llevar la atención a las diversas partes del cuerpo, con una reflexión sencilla sobre el origen evolutivo de esas partes del cuerpo. Estos ejercicios pueden ayudar a revelar que este cuerpo no es nuestro, es el cuerpo de la evolución. El cuerpo en el que vivimos es un préstamo. Los ejercicios se hacen mejor en una posición sentada (sentado en una silla está bien), manteniendo la columna lo más recta posible. Es útil leer la serie de ejercicios completa, y luego volver al principio y centrarse en una sola reflexión a la vez. Después de leer una reflexión sobre una parte o función del cuerpo en particular, cierra los ojos y pon tu atención en esa zona del cuerpo y comienza el ejercicio. Estas reflexiones se pueden hacer en cualquier orden, o por separado, y puedes emplear el tiempo que desees en cualquiera de ellas. EL CUERPO Y LOS ELEMENTOS Empieza llevando la atención sobre todo el cuerpo, y por unos momentos solo siente el calor del cuerpo y su fuerza, su capacidad para mantenerse en posición vertical. La vitalidad y vivacidad que experimentas en tu cuerpo requiere sustancias químicas y minerales diversas, un suministro continuo de oxígeno, la energía del sol, y la cohesión y conductividad del agua. El Buda nos enseña a reflexionar sobre el cuerpo como compuesto de los elementos tierra, aire, fuego y agua, por lo que veremos cómo esta vida se entrelaza con los procesos universales. Ahora lleva la atención a la respiración, y simultáneamente mira a una planta en tu casa o las plantas que crecen fuera, y date cuenta de que con cada respiración estás alimentando a las plantas y siendo alimentado por ellas. Hacer esta simple reflexión solo unas pocas veces puede empezar a alterar tus sentimientos sobre el reino vegetal. Mientras te sientes a ti mismo intercambiando nutrientes con las plantas, serás capaz de reconocer que no solo te encuentras en la atmósfera, sino que eres una parte integral de ella. Con cada respiración te estás uniendo en la gran respiración única de toda la vida terrestre. EL ESQUELETO Centra la atención en el gran hueso del cráneo. Deja la conciencia recorrer toda la zona de la cabeza, sintiendo este enorme hueso que alberga el delicado cerebro. Observa los agujeros convenientemente situados para los órganos del sentido del oído, olfato, gusto y vista, y la gran apertura en la parte inferior del cráneo para que entre la columna vertebral. Se han necesitado 500 millones de años de evolución de los vertebrados para que el cráneo obtuviera esta forma, con su estrecha y rumiante frente. Para tener una mejor idea del hueso del cráneo, aprieta con suavidad la mandíbula y rechina los dientes un poco. Mientras sientes el poder de tu mandíbula, puedes reflexionar sobre el hecho de que la mandíbula se comenzó a desarrollar en una temprana criatura marina, semejante a un gusano, que obtuvo una gran ventaja en la supervivencia con la nueva capacidad de comer cosas más grandes que ella. El gran número de masticadores ahora vivos en el mundo demuestran la utilidad de esta bisagra de gran alcance. A continuación, mueve la conciencia por debajo del cráneo a la columna vertebral y las costillas. Comprueba si puedes sentir todo el esqueleto de huesos que se extienden hacia fuera desde el eje central de la columna vertebral. Si mueves las extremidades o la cabeza un poco, obtendrás un sentido kinestésico de la estructura esquelética. También podrías visualizar los esqueletos que has visto, de Halloween, libros de anatomía, o carteles de Grateful Dead. A medida que visualizas y sientes la estructura ósea, ten en cuenta que hay más de 600 huesos separados en tu cuerpo. Mientras sientes todo el esqueleto, también puedes reflexionar un momento en el hecho de que nuestros huesos están compuestos de fosfato de calcio. Son, literalmente, la arcilla de la tierra, moldeada en nuestra forma humana. Nuestros cuerpos no solo están en la tierra, son la tierra. Cuando estás sentado o caminando, puedes sentir tu cuerpo como una especie de brote de tierra que ha ganado movilidad. Mientras estamos con el tema de los huesos, podemos extraer una buena lección sobre la práctica del Dharma de los microbios primitivos, que al parecer se irritaban por el fosfato de calcio y otras sales de mar así que las descargaban de sus cuerpos. A continuación, algunos microbios emprendedores, tal vez después de “sentarse con la irritación” (por así decirlo), descubrieron que las sustancias minerales podían ayudar a proteger sus cuerpos. De este modo, los huesos del primer esqueleto empezaron a tomar forma. Es interesante notar que en contenido mineral y porosidad, los huesos humanos son casi idénticos a ciertas especies de coral del Pacífico del Sur, y los cirujanos plásticos han comenzado a utilizar este coral para arreglar y reemplazar el hueso humano. EL APARATO DIGESTIVO A continuación, lleva tu atención consciente a la zona del estómago. Aunque puede que no sientas muchas sensaciones distintas, deja que tu consciencia se quede allí mientras reflexionas sobre algunas de las actividades que tienen lugar en esta región de tu cuerpo. Por ejemplo, en este momento, junto con la digestión –nutrientes siendo extraídos de sustancias alimentarias y residuos siendo procesados para su eliminación– hay miles de células naciendo y muriendo. Tu estómago contiene cientos de miles de glándulas digestivas, y el estómago debe producir un nuevo revestimiento cada tres días para protegerse de sus propios jugos digestivos. Para esta tarea, tu estómago produce hasta 500.000 células nuevas cada minuto. Junto con toda esta actividad, puedes considerar que en este mismo momento hay más seres vivos dentro de tu estómago que todos los seres humanos que han vivido en la tierra. Teniendo en cuanta los miles de millones de bacterias y microbios que viven dentro de cada uno de nosotros, la microbióloga Lynn Margulis escribió: “Nuestro concepto del individuo está totalmente deformado. Todos nosotros somos comunidades andantes”. No somos seres separados. Cada uno de nosotros es un ecosistema. LAS MANOS Lleva la atención sobre tus manos. Extiende los dedos, muévelos, presiónalos contra la palma y el pulgar. El diseño de cinco dígitos de la mano se remonta 370 millones de años a los primeros vertebrados terrestres, llamados tetrápodos. Tal vez cinco dígitos era el número mínimo necesario para mantenerse en la tierra y no caer al mar. Mientras sientes tus manos, ten en cuenta que hace sólo dos millones de años, un parpadeo en tiempo biológico, nuestros antepasados apenas podían manipular piedras y palos, y ahora algunas de nuestras manos pueden tocar el piano, picar más de cien palabras por minuto, y construír cohetes y ordenadores. Puedes experimentar la gran destreza de tus manos en este momento, simplemente desabrochando un botón. ¡Ni siquiera tienes que dirigir conscientemente los movimientos! Nuestras manos (y cerebros) definitivamente se merecen un aplauso. Mientras aplaudes, también puedes notar la flexibilidad de las muñecas. La mayoría de las personas pueden mover las muñecas en un arco de casi 360 grados, y los hombros son casi tan flexibles. De acuerdo con los biólogos evolucionistas, este rango de movimiento en las muñecas y los hombros se produjo porque durante millones de años nuestros antepasados se movieron balanceándose por los árboles. ¿Cuántas de nuestras características físicas son heredadas de la vida que hubo antes? Investigaciones recientes indican que la destreza de las manos fue también muy importante en el crecimiento de nuestro cerebro. Como nuestras manos comenzaron a manipular herramientas, se requería un cerebro más grande para dirigir los movimientos y guardar la enorme cantidad de información nueva que se iba aprendiendo. La interacción y estimulación mutua de las manos y el cerebro crea un bucle de retroalimentación evolutivo en el que ambos se desarrollaron en un grado sin precedentes. A medida que mueves tus dedos –abotonar, escribir, tocar un instrumento– puedes reflexionar en la compleja actividad que sucede simultáneamente en tu cerebro para dirigir esos movimientos. Mientras sentimos nuestros brazos y manos, también puedes meditar que esos apéndices fueron una vez aletas, y no solo en nuestros antepasados lejanos. Cada uno de nosotros, en el útero, desarrolla estructuras semejantes tanto a aletas como a branquias a medida que pasamos por el ciclo de instrucciones genéticas de las muchas formas de vida que nos precedieron. Nuestro cuerpo y el cerebro se construyen a partir de los triunfos y las derrotas de toda la vida terrestre, una corriente extraordinariamente compleja de causas y condiciones. TODO EL CUERPO Por último, lleva la conciencia a todo el cuerpo, sintiendo el organismo completo. Siente las energías dentro del cuerpo, las corrientes de sensaciones, los puntos de contracción o tensión, los grandes pulsos del aliento y el latido del corazón. Date cuenta de cuanta actividad se lleva a cabo en este momento dentro de ti –y sin ti. En estos momentos hay literalmente millones de células cerebrales disparándose señales entre sí, una verdadera tormenta de actividad eléctrica que tiene lugar dentro de tu cabeza. Tu tallo cerebral está ocupado controlando la temperatura corporal y la frecuencia del latido del corazón, mientras que el sistema límbico se mantiene en alerta ante cualquier posible amenaza u oportunidad posible para la supervivencia. Mientras tanto, el oxígeno es inhalado y transportado por todo el cuerpo y es quemado como combustible en el proceso de transformar la energía almacenada en el sol de tu propia energía vital. En cada segundo, millones de células mueren y millones más son creadas. Productos químicos que hacen el trabajo del cerebro, el estómago, el hígado y los riñones están siendo fabricados y segregados. Al contemplar nuestro cuerpo, nos damos cuenta de que no dirigimos la mayor parte de estos procesos. No vivimos, no tanto como la vida vive a través nuestro. Estas son sólo algunas reflexiones sobre las fuentes de la evolución del cuerpo y comportamiento: son prácticas de ambos, ecología profunda y liberación. Utilizando la información científica como un medio hábil, podemos experimentar lo que se ha llamado nuestro “ser ecológico”, o “ser de especie”. A través de estos ejercicios podemos empezar a darnos cuenta de que nuestra vida humana individual es antes que nada vida; en segundo lugar, es humana, y solo en tercer lugar es individual. Llegar a conocernos a nosotros mismos como seres biológicos, entretejidos con todos los elementos de la tierra y otras formas de vida, puede ser una buena fuente tanto de liberación como de compasión. Wes Nisker es autor de Naturaleza de Buda, publicado por La Liebre de Marzo (www.liebremarzo.com)