IDENTIDAD Y FORMACION PARA UN CAMBIO CULTURAL

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PRINCIPIOS FORMATIVOS, IDENTIDAD Y
CAMBIO CULTURAL
Prof. Carlos Ciappina
“Nuestra mayor tristeza proviene de no saber quiénes somos. Hablamos
en castellano, pensamos en inglés, gustamos en francés, amamos en
ruso, nos apasionamos en italiano…vivimos de prestado, abrumados por
los preceptos de estéticas y éticas lejanas. Recién hemos dado en saber
que la primavera nos llega en setiembre y no en abril…”
Raúl Scalabrini Ortiz
Estas notas tienen como objetivo reflexionar sobre los principios que subyacen en la
elaboración de procesos de formación y capacitación en el marco de la recuperación de la
gestión estatal.
La recuperación de las funciones claves del Estado como garante del bien común, han sido
tratadas por varios autores en el campo académico y en los documentos de gestión que se
han elaborado a nivel nacional y provincial a partir del colapso que significó la crisis
neoliberal del 2001:
“si se considera la Argentina post crisis del 2001,se verifica un esquema novedoso para la teoría,
donde el Estado parece haberse recuperado más rápido que la sociedad civil y poseer muchos
mas recursos que ella….en ese sentido, la etapa amateur de gestión está finalizando y deviene
necesaria una etapa de profundización en la cual aparece el desafío de construir las herramientas
indicadas y precisas para continuar ese camino…..nos encontramos ante una coyuntura positiva
desde la perspectiva económica para el replanteo del sentido de la gestión pública . El Estado se
ha recuperado de manera favorable como para poder replantear políticas que se orienten al
desarrollo y a impulsar un proyecto en ese sentido …1
“Cualquier iniciativa de modernización, cualquier cambio que se proponga en sus prácticas, rutinas
y tecnologías de gestión, debe tener en cuenta si esto colabora con la inclusión de las personas y
el ejercicio real de la ciudadanía. Toda propuesta, modernizadora debe ser evaluada según su
capacidad de incluir a más personas en el proyecto social” 2
El convencimiento de que este proceso de recuperación y fortalecimiento del Estado sólo
esta en su etapa incipiente luego de más de tres décadas de desmantelamiento y
“extrañamiento” de la gestión pública de su rol clave como principal organizador de un
modelo de desarrollo nacional inclusivo e incluyente, nos lleva a intentar establecer algunos
principios que hacen a una de las actividades claves para acompañar la recuperación
estatal: la formación y la capacitación.
La recuperación y fortalecimiento del rol estatal está articulado con la formación y la
capacitación puestos en sintonía con todos los niveles de la gestión estatal.
Planificar en el estado, desarrollar estructuras alineadas a un Plan, avanzar en materia de
relación de empleo público, innovar en gestión requieren, obviamente de una formación y
capacitación alineadas a dichos procesos y dadas las particularidades de nuestra realidad
actual, en muchos casos resultado de dichos procesos. 3
1
2
3
ARROYO, Daniel. “Desarrollo y políticas públicas. Nuevos Desafíos para el Estado y la Sociedad Civil”. En: GARCÍA
DELGADO, Daniel. El desarrollo en un contexto posneoliberal. FLACSO, Bs. As. 2006.
BUGALLO, Sergio. “Un modelo de Estado para el Proyecto Nacional y Provincial.”. En: Plan Trienal de la Gestión Pública
de la Provincia de Buenos Aires. Subsecretaria de la Gestión Pública de la Provincia de Bs. As. 2004-2007.
En el caso de la Provincia de Buenos Aires, ej. los procesos vinculados a la gestión del empleo público, en particular el
proceso paritario y los acuerdos en materia de mejora de la carrera administrativa son desarrollo nuevos y originales que
están generando sus propios contenidos de capacitación . (ver Plan Trienal de la Gestión Pública de la Provincia de
Buenos Aires, 2004-2007, y página Web de la Subsecretaría de la Gestión Pública de la Provincia de Buenos Aires,
www.gestionpublica.sg.gba.gov.ar
1
En general se acuerda en estos principios que vinculan formación y fortalecimiento del rol
estatal, pero hay poca reflexión sobre el vínculo entre formación y capacitación en
procesos de recuperación estatal en países que forman parte del mundo no
desarrollado y en donde las recetas de recuperación estatal planteadas desde los países
centrales han demostrado escaso éxito o resultados negativos en los términos de fortalecer
un estado inclusivo.
En el caso de la Provincia de Buenos Aires, p.ej. los procesos vinculados a la gestión del
empleo público, en particular el proceso paritario y los acuerdos en materia de mejora de la
carrera administrativa son desarrollo nuevos y originales que están generando sus propios
contenidos de capacitación. (ver Plan Trienal de la Gestión Pública de la Provincia de
Buenos Aires, 2004-2007, y página web de la Subsecretaría de la Gestión Pública de la
Provincia de Buenos Aires.).
Habría así que señalar que hay principios que subyacen al desarrollo de la formación que
son específicos de nuestra realidad nacional y regional.
Esta especificidad no es “secundaria” a los procesos de formación en el Estado, sino que
resulta central para proponer contenidos, modalidades y formas de capacitación que sean
realmente un aporte a una gestión estatal de carácter nacional y, al mismo tiempo nos
permita evaluar previamente los contenidos implícitos en las propuestas formativas que
hayan sido pensadas y construidas para otros estados y realidades y que se nos propongan
como únicas en su validez.
Si la gestión pública que proponemos está orientada a consolidar un modelo de desarrollo
integral basado en las mejores expectativas de la sociedad nacional, sus procesos
formativos no podrán estar asentados en fundamentos que son el resultado de
concepciones y prácticas de gestión estatal que no nos son propias.
¿Implica esto considerar todo lo que se genere fuera de nuestro horizonte nacional como no
válido? Por supuesto que no, pero creemos que en nuestra historia y presentes formativos
nos hemos excedido en la adopción a-crítica de ideas, valores, principios y finalmente
prácticas que nos extrañaron de nuestras mejores tradiciones y, peor aún, nos inhabilitaron
para pensar y desarrollar soluciones propias e innovadoras.
PRIMERO: EL SABER “SITUADO”
Para pensar y desarrollar proyectos formativos debemos tomar en cuenta que lo hacemos
desde un espacio geopolítico específico: América Latina.
América Latina no es simplemente la referencia anecdótica y folclórica de nuestro pasado
común sino el espacio económico-social, político y cultural donde hoy se está dando una
nueva batalla por la construcción de sociedades más inclusivas y equitativas.
Las políticas estatales que están definiendo cuestiones claves como los bloques regionales
latinoamericanos (MERCOSUR, Comunidad Sudamericana de Naciones) y la redefinición
de políticas tendientes a proteger y resguardar los recursos energéticos propios, la
biodiversidad y las culturas originarias latinoamericanas requieren necesariamente que
fortalezcamos lo propio y esclarezcamos que y quienes somos en el marco del mundo
global actual. 4
En ese sentido, nunca será poco lo que deba insistirse en que nuestras mirada cultural y
académica debe estar centrada desde nosotros y no desde los otros.
Si nos animáramos a señalar cuáles son los puntos que nos permiten “situarnos”
debiéramos decir:
4
CIAPPINA, Carlos. Proyectos Nacionales en América Latina. IPAP, Subsecretaría de la Gestión Pública, La Plata, 2005.
2
1. Debemos recurrir permanentemente a situarnos en América Latina. Somos
Occidente pero no en la misma forma que el “centro”. Somos Occidente pero como
su periferia que ha sido (y es) objeto de saqueo. El centro que nos prefiere sujetos
pasivos. Nuestro ingreso en Occidente es el resultado de la conquista y la
expoliación.
2. Europa inicia el saqueo y el genocidio de lo que hoy es América Latina y, al mismo
tiempo e inevitablemente su repoblamiento y mestizaje que, por etapas,
culminará con lo que somos hoy: un continente multiétnico, multicultural y,
pese a todo, con una marcada identidad. Como todo proceso histórico-social los
rasgos negativos de este proceso tienen, como en un anverso de la moneda,
resultados que nos identifican positivamente: la diversidad cultural, el sincretismo,
la búsqueda de la tolerancia, el trabajoso, lento y no exento de peligros
proceso de búsqueda de convivencia común de tradiciones tan diversas, como
en ningún otro continente. 5
3. Un hecho incontrastable es que América Latina fue (y es) necesaria para la
constitución del capitalismo europeo y universal. Nuestros metales, recursos
naturales y tierras alimentaron el “despegue” de la burguesía comercial europea
primero (S. XVI) y sostienen la Revolución Industrial (S. XIX) después.
Así, un primer hecho clave a tener en cuenta es que no existió “nuestro
desarrollo” sino más bien una existencia proveedora y periférica para el
“desarrollo de los otros”.
América Latina se “deconstruyó” antes de construirse6. Esa es nuestra historia
situada. Sobre las ruinas de las sociedades originarias, España y Brasil construyeron
sus imperios y, sobre la balcanización de esos imperios Inglaterra y Europa
constituyeron nuestro sujeto periférico, débil y dependiente.
Por lo tanto es una condición imprescindible el fortalecer nuestro sujeto identitario
desde la centralidad y la mirada latinoamericana. El desarrollo independiente de las
sociedades originarias se vio interrumpido por la invasión europea, esta invasión
generó un tipo humano, cultural y social nuevo y las consecuencias nos
acompañarán siempre porque hoy son parte constitutiva nuestra. Hoy son también
nuestra identidad.
De aquí se sigue que las propuestas formativas y de capacitación que toman como
objetivo deseable o modelo a seguir los resultados alcanzados por los estados de los
países centrales, parten de un pre-supuesto erróneo y tienen invariablemente
resultados que refuerzan la desarticulación, el extrañamiento y la pérdida de
capacidad de gestión en los estados latinoamericanos.
Las consecuencias en la conformación de nuestra conciencia
Una identidad de “situación frente a“, es decir, para los latinoamericanos, más allá de
sus diferentes orígenes, modalidades de mestizaje, multiplicidad cultural, existe una
identidad de pertenencia a una realidad dependiente, inequitativa, desigual y periférica
que nos afecta a todos por igual, aunque ciertamente no a todos con la misma
intensidad.
Así, históricamente, nuestra conciencia, nuestra forma de ver el mundo ha estado
mediada, condicionada y constituída por el hecho de ser un continente
“descubierto y conquistado” por el capitalismo europeo.
5
6
MIRES, Fernando. La rebelión permanente. Las revoluciones sociales en América Latina. Ed. S.XXI. Bs. As. 2005.
FEINMANN, Pablo. La filosofía y el barro de la Historia. Página 12, Bs. As.2006.
3
Colón llega a América y no los Incas o los Mayas a España. Para nosotros ese
hecho no implica (o no debiera implicar) ninguna superioridad racial o cultural sino
simplemente la comprobación de que la burguesía europea utilizó la técnica para
apoderarse desesperadamente de los recursos en donde estos estuvieran: la Europa
del s.XIV desarrolló la navegación de altura, los armamentos de fuego y no p.ej. la
filosofía Zen o el pacifismo.
Por esta razón las recurrentes apelaciones a la civilización, la modernización y el
reforzamiento de los vínculos con el centro, remiten y generan recurrentemente
(como en un corsi y recorsi) a procesos de desintegración y compartimentación en
las sociedades latinoamericanas.
Cuando se habla de nuestra pertenencia a Occidente, en forma a-crítica y
admirándose de los logros de los países centrales, se deja de lado conciente o
inconcientemente el hecho de que nuestra “pertenencia” es en la modalidad
“dependiente”. Hemos sido la condición necesaria para el brillo y la riqueza de las
sociedades occidentales centrales del norte. No somos los que llegaremos al modelo
societario del desarrollo central de la abundancia y el despilfarro, por la simple razón
de que nuestra situación de subdesarrollo es la condición que ha permitido ese
desarrollo central.
Nuestra identidad cultural y valorativa está en proceso de construcción. Para dejar de
ser periféricos, primero hay que pensar desde nosotros. Nuestro sujeto cultural ha
estado siempre en tensión por esta batalla entre una mirada cultural eurocéntrica y
una latinoamericana.
El saber como naturalización de la mirada central: algunos puntos clave
La universalización de la experiencia europea y hoy norteamericana, ha quedado expresada
en un conjunto de cuestiones que han presentado y presentan como normales un orden
mundial establecido sobre las reglas impuestas desde el centro y que supuestamente deben
seguirse “naturalmente”.
Citemos sólo algunos ejemplos que son aplicables a nuestra realidad latinoamericana:
a. Una visión de la Historia europea como “universal”. Todos los pueblos deben
organizar la comprensión de su pasado desde el cronograma europeo. Así, en
América Latina estudiamos la historia del continente desde las categorías que
Europa construyó para su propia historia. Las sociedades originarias americanas
forman parte, por, ejemplo, de la Edad Media y Moderna con lo que su propia
valoración de los tiempos está organizada según el parámetro eurocéntrico. “Nacen”
a la historia a partir de la llegada de Colón como si su vida no fuera previa e
inicialmente autónoma (y, por lo tanto libre) de la experiencia europea.
b. La naturalización de principios ordenadores que se toman como universales. Un
ejemplo concreto es el de la propiedad y el derecho privados que se impusieron e
impone a comunidades originarias a lo largo del continente. Principio y práctica que
se tradujo (y traduce) en despojo y pobreza para comunidades que no se
organizaban según este principio.
c. La superioridad de los saberes de la ciencia occidental por sobre cualquier otro
saber, lo que desdeña las experiencias y conocimientos milenarios de sociedades
que llevan miles de años de convivencia armónica con su medio.
d. Hoy p.ej. se nos presenta el mundo global y a la concepción neoliberal como
“natural”. El individualismo extremo y la falta de solidaridad como actitudes
naturales y exitosas y a las políticas y naciones que tienen su propia mirada sobre
este proceso, lo cuestionan y señalan sus límites y consecuencias, como atrasados,
fundamentalistas o peligrosas.
4
IDENTIDAD Y FORMACION: los problemas de “nuestra conciencia”
De esta perspectiva general resulta pues la necesidad de situar también a nuestros
procesos formativos.
La formación y la capacitación también deben estar “situadas”.
.Y esto implica reconocer aquellos principios formativos que dificultan el desarrollo de
propuestas formativas generadas en nuestra propia realidad.
Algunos ejemplos:

Las consecuencias de una identidad prestada: Para el pensamiento liberal
latinoamericano de fines del S. XIX, la condición de existencia de América Latina era
la mirada europea. Europa nos mira, por lo tanto existimos. Esta contradicción, la de
una existencia centrada en el reconocimiento del otro, y, peor aún, del otro que
nos domina y subyuga, es una de las fuerzas que mas han coartado la
posibilidad de un proyecto nacional y latinoamericano autónomo.
Hubo una correlación muy fuerte entre la conciencia y la cultura como visión del
mundo “a la europea” y la instalación y desarrollo de un modelo de país construido
hacia afuera, de espalda a las regiones y realidades del interior, a la multiplicidad y
riqueza cultural autóctona y desde un Estado elitista y constituido para unos pocos.
No podemos menos que recordar este vínculo con lo ocurrido en décadas recientes,
en donde el neo-liberalismo propuso una condición de existencia desde el
reconocimiento que de nuestros países realizaran las potencias hegemónicas o los
organismos transnacionales.
Así, no es casual que se repitieran en las décadas de 1980 y 1990 los procesos de
empobrecimiento cultural, elitismo y exclusión social que acompañaron el
despliegue del modelo liberal en los países latinoamericanos entre 1880 y 1930.

El problema de nuestra identidad cultural débil: Queremos ser lo que ellos son
para que nos reconozcan. De esta forma nuestra filosofía, nuestra literatura, nuestra
racionalidad se vuelven importantes si no son nuestras.
¿Qué nos vienen señalando y enseñando desde ese sujeto cultural extrañado, ajeno
de sí mismo?:
Que ser culto en América Latina es un ejercicio de traducción. La medida de nuestra
cultura estaría dada por la solidez de nuestras traducciones y en la erudición que
demostremos (esto es, en nuestra capacidad de citar y acumular conocimientos que
otros escribieron).
¿Pensar nosotros y desde nuestras percepciones, sensaciones y prácticas?. No. Eso
está reservado al “centro”. Podríamos aspirar , como máxima, a la admiración del
centro por la erudición demostrada al copiarlos tal cual son, quizás mejor de lo que el
propio centro lo hace.
Una vieja y fuerte tradición cultural nos dijo siempre y nos dice hoy que la mejor
forma de ser sujeto es tomando como propios las instituciones, la economía y la
cultura de los otros.
Es, por ejemplo el Sarmiento del Facundo que detesta (aún admirándolo) todo lo
que huele a la tradición interior y autóctona de Argentina y América Latina: los
indígenas, los mestizos, los gauchos, los llaneros, las reminiscencias españolas.
Para él, por el contrario, el inglés, el francés y el alemán, expresaban la civilización y
debían fatalmente imponerse.
5
¿Cuánto de este pensamiento sigue hoy presente en nuestros países en general y
en la Argentina en particular?
Desde la Academia, los medios masivos de comunicación, los periódicos, los textos
escolares se refuerza permanentemente el estereotipo que compara países
civilizados (los industriales occidentales) con naciones “atrasadas”, las que están
habitadas por sujetos resentidos, irracionales, corruptos, a los que debiera
entregarse la clave para un desarrollo como el de los países centrales. La clave es
copiar lo que el centro hace.
Para esta tradición instalada entre nosotros la cultura es sólo la herencia de Grecia,
la organización romana, la espiritualidad medieval, las artes del renacimiento, el
racionalismo moderno y la revolución francesa e industrial.
Así, nuestro sujeto cultural es el de los países centrales y solamente este, con todas
las consecuencias que de ello derivan.
Eurocentrismo, razón instrumental y neoliberalismo:
la conciencia del centro
El modelo de centralidad del mercado se sostiene en una “razón instrumental”7 en donde si
una política económica “mide bien” en términos macroeconómicos la sociedad debe
mantener un contrato social que garantice primero esa eficacia macroeconómica,
subordinando el resto de las demandas de conjunto (p.ej. equidad, distribución progresiva
de la riqueza, mejora en las condiciones educacionales y de salud,) a la conservación de
ese bien racionalmente establecido.
Visto en perspectiva desde nuestras sociedades latinoamericanas, el resultado fue un no
cuestionarse los efectos de las políticas de ajuste estructural más allá de indicadores
estrictamente economicistas y , como consecuencia la pregunta que muchos se hacen
hoy es ¿Porqué no previmos los efectos?. Como si estos efectos no estuvieran implícitos en
la propuesta original.
La razón instrumental, la ciencia pura, concebida desde los países centrales, desdeña
los saberes generados por experiencias y ámbitos no académicos, los ve y cataloga
como primitivos, místicos , oscuros y en definitiva, inferiores.
El estereotipo de una ciencia racional, ordenada y transparente se transforma en los
procesos formativos, en una apelación a los desarrollos aplicados en los países centrales: el
lenguaje, la forma y el sentido de una formación y capacitación que aplicados a los Estados
de países en situación de desventaja resultan en efectos bien distintos del de los países de
origen.
¿Porqué? Porque nuestra existencia visto desde ese paradigma central es la de ser objetos,
receptores pasivos, espectadores y, en el mejor de los casos proveedores de algunos
bienes.
Por esta razón el neoliberalismo acompaña sus políticas macroeconómicas con una
formación eurocentrista e instrumentalista que refuerza la mirada extrañada sobre la
realidad del rol estatal en las sociedades latinoamericanas, privilegiando propuestas
formativas a-políticas, estrictamente técnicas y asentadas en el supuesta superioridad
de los aportes y experiencias de reforma estatal de los países centrales.
7
FEINMANN, Pablo. Filosofía y Nación. 2004.
6
IDENTIDAD Y FORMACIÓN:
¿Formación desde el saber elitista o desde la multiplicidad de saberes?
Responder adecuadamente esta pregunta implica en principio tener una mirada crítica
sobre:
a. La concepción del saber como aristocracia recluida en la ciencia, en el uso de un
lenguaje críptico para iniciados, en la idea de un saber definitivo e inatacable.
b. Las ciencias sociales como ciencias que pretenden dominar al propio objeto de
conocimiento8 y la formación, por ende como forma de dominación y no de
crecimiento individual y colectivo.
c. La concepción del saber como el lugar a donde se recurre para aplicar
prácticamente los descubrimientos. Lo que llamaríamos como apego a un saber
meramente “instrumental”, a la ciencia y sus aplicaciones como disciplina pura y
valiosa en sí por su amor al conocimiento.
d. El saber que no se pregunta por el sentido de su acción: no piensa ni se piensa. Es
el saber científico que, por ejemplo, desarrolla los principios que permiten el
desarrollo de armas químicas o atómicas y se sorprende luego por los efectos de su
descubrimiento. Es el saber que deja sus descubrimientos en manos del poder
político y//o económico sin “meterse” en esos ámbitos por considerarlos poco puros.
Es el que separa Academia de vida cotidiana y sociedad. En este mismo sentido, es
el saber que se aplica a la generación de políticas de modernización y ajuste
estructural y aplica prolija y puntillosamente procesos de capacitación que
refuerzan la gestión de un estado excluyente, elitista y desentendido de los
ciudadanos.
La capacitación y los límites del saber instrumental.
El saber instrumental (y, por ende la formación y la capacitación para un saber
instrumental) no requiere del saber sobre su propio saber. No necesita, y más aun,
desdeña la autorreflexión.
Por esta razón, el contexto político y el contexto histórico son claves para definir
en que y para qué nos formamos. La propia acción y la práctica son, en este sentido,
también objeto de la reflexión y el aprendizaje.
En una formación meramente “instrumental” el sentido y los fines últimos de los procesos
formativos y de capacitación se les escapa a los propios sujetos de la misma.
Las organizaciones estatales que desarrollan procesos formativos de carácter
estrictamente técnico-instrumental corren, a nuestro modesto entender dos riesgos: que
los procesos sean finalmente “inocuos” para la misma o , lo que resultaría aún más
grave, que sus procesos formativos respondan a lógicas y objetivos contrarios a la
misma o a la sociedad a la cual la organización estatal debiera servir. (un ejemplo claro
son los procesos formativos diseñados por los organismos internacionales para ser
desplegados de la misma forma en los distintos países de América Latina y sus
consecuencias como apoyo a los procesos de destrucción y retiro del Estado en la
década de los noventa).
En los procesos de ajuste estructural, el saber instrumental tomó la forma de un saber
estrictamente técnico, apolítico, a-crítico y asentado en el éxito de su aplicación en
países y estados centrales, industrializados y desarrollados.
8
FOUCAULT, Michel. Vigilar y castigar, 1975.
7
LOS PRINCIPIOS QUE NOS ORIENTAN
a.
Debemos abandonar la “minoría de edad” cultural y formativa: Para nosotros
esto significa dejar de ser reflejo y expresión de los otros. Trabajar desde
nuestra cultura, nuestra educación y nuestro estado significa una lucha
múltiple: hay una historia escrita para nosotros que hay que reescribir desde
nosotros; hay una agenda comunicacional y mediática diseñada para
nosotros que hay que decodificar y comunicar también desde nosotros.
Una propuesta de Economía, Estado y Sociedad “hecha para nosotros” desde
la que se concibe la capacitación como adiestramiento de mínima o erudición
formal de máxima que hay que poner en tensión para empezar a hacerla desde
nuestra realidad.
b.
Necesitamos una “vigilancia epistemológica9 y cultural” permanente para
disfrutar y aprovechar los aportes culturales y formativos que, por su valor
intrínseco y/o sus evidentes resultados positivos deban ser incorporados a
nuestros procesos formativos reconociendo su origen y la necesidad de
adecuación a una realidad económica, social y cultural distinta.
No hay pues, proceso formativo inocente. Todo proceso formativo tiene un
propósito expreso y uno tácito. No hay, por ende, procesos formativos apolíticos si por estos se entiende carencia de un interés que trasciende la
formación en sí.
c.
Toda formación surge, pues, dentro de un marco histórico. Para nosotros
hoy, es el de un nuevo tiempo al que podemos llamar un nuevo momento
histórico-político: la Argentina Post-default 2001 y lo que se denomina el postneoliberalismo en América Latina y la emergencia de los gobiernos
nacionales y populares a partir del inicio del S. XXI. (Evo Morales en Bolivia,
Chávez en Venezuela, El Frente Amplio en Uruguay, Lula da Silva en Brasil, N.
Kirchner en Argentina).
d.
Instalar nuestros temas: permanentemente estamos siendo empujados a creer
en los valores, principios e ideas que como verdaderos dogmas, propone hoy,
el complejo comunicacional global: simple y llanamente, nuestros temas, como
latinoamericanos, no están en la agenda global. Los temas del desarrollo
integral, el estado inclusivo, la equidad distributiva, el fortalecimiento de
la multiculturalidad, el cuidado de los recursos naturales nacionales, no
forman parte de la agenda global porque si lo fueran expondrían la
desigualdad de las relaciones entre nuestros países y el centro.
e.
Proponernos salir de una conciencia refleja, pasiva, que trabaje con los temas
de una agenda “central”. Una conciencia activa, propositiva y propia. Esta será
una conciencia contra el poder en lo que tiene de elitista y excluyente, y
contra el poder que relega a las personas y a los países a un espacio físico y
mental de suburbio pasivo de la historia.
Una conciencia que le diga no a lo dado, a lo que es, a lo que se propone como
indiscutible. En resumidas cuentas hoy: una oposición a la mirada
globalizadora que propone una única economía (la neoliberal), una única
cultura (la mediática globalizada) y una sola matriz social (la asentada en el
consumo individualista).
9
BOURDIEU, Pierre; CHAMBOREDON; Jean-Claude y PASSERON, Jean-Claude. El oficio del sociólogo. México, Siglo
XXI, 1983. Utilizamos aquí la idea de la vigilancia epistemológica en cuanto necesidad de rever no sólo aquellos
preconceptos que obstaculizan una mirada científica integral , sino en el sentido de aquellos preconceptos que son el
resultado de la cosmovisión eurocéntrica sobre el rol, sentido, carácter y objeto del conocimiento científico y de su
correlato formativo y que se constituyen como un obstáculo al logro de un proceso formativo propio.
8
f.
La formación y la capacitación como una actividad que ayude a combatir
el orden “natural” de las cosas. ¿En qué sentido? La idea de que todo está
más o menos bien porque “así es el mundo” nos instala en la posición de la
apatía, del no cambio y de la aceptación de un orden que es el orden
inamovible de las sociedades y estados esclerosados. Ese orden visto como
“natural” es, obviamente, muy poco natural en tanto es expresión de un modelo
económico, social y cultural que se presenta como dado (p.ej. el neoliberalismo
de fines del S. XX y principios del XXI, que generó y genera exclusión,
inequidad, pobreza y desintegración social y pretende que esa situación es
natural a todas las sociedades humanas).
g.
Combatir la apatía: la mirada apática sobre las posibilidades de cambiar
siempre significará apostar en contra de los intereses de las mayorías. El no
cambio en un mundo desigual es garantía de inequidad permanente. La
diferencia es entre el que piensa que todo está bien y porqué cambiarlo, y por
otro lado el que piensa en la realidad como objeto de transformación. El
primero vive individual y grupalmente en la comodidad de conservar lo que
está, el otro vive des-acoplado, incómodo con la realidad. En el primero no hay
distancia entre su norte y la realidad cotidiana, en el segundo la realidad está
desenfocada en relación a un deber ser superador.
En el Estado, la apatía es , además una propuesta de extrema pobreza ética,
no sólo porque no corresponde con lo mejor que podamos dar en relación a un
salario que paga el pueblo para el pueblo, sino (en un sentido más profundo) ,
porque se vuelve funcional al no cambio y el no cambio anula toda la
potencialidad (nuestras infinitas posibilidades) de lo que el estado pueda
desarrollar con sus trabajadores, en beneficio del conjunto de la comunidad y,
en particular, de los sectores sociales más desprotegidos.
h.
Desnudar y rechazar el “saber” que se aplica a la generación de políticas de
modernización y ajuste estructural que refuerzan la gestión de un estado
excluyente, elitista y desentendido de los ciudadanos y “se sorprende” de los
resultados de sus políticas.
i.
La convicción de que en el estado nacional y popular la formación no es
alcanzar erudición como acumulación compulsiva, sino generar espacios de
aprendizaje que partan de la reflexión y concluyan en la acción de gobierno, en
un diálogo que se retroalimenta para mejorar las prácticas concretas.
9
BIBLIOGRAFIA
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recomendaciones para el caso del Instituto Provincial de la Administración Pública.
La Plata, 2003.

CIAPPINA. Carlos. Política Formativa en el ámbito público. Ejes y Principios para
orientar el cambio cultural en el Estado. IPAP. Subsecretaría de la Gestión Pública.
La Plata .2004.

CIAPPINA, Carlos. Proyectos Nacionales en América Latina. IPAP, Subsecretaría de
la Gestión Pública, La Plata, 2005.

FEINMANN, Pablo. Filosofía y Nación. Bs. As. 2004.

GALASSO, Norberto. Los malditos. Hombres y Mujeres excluídos de la Historia
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
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contexto post-neoliberal. FLACSO, CICCUS, 2006. Bs. As.

LANDER, Edgardo. La colonialidad del saber: eurocentrismo y Ciencias Sociales.
Perspectivas latinoamericanas, CLACSO, 2006. Bs. As.
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Subsecretaría de la Gestión Pública de la Provincia de Buenos Aires.
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Instituto Provincial de la Administración Pública, Subsecretaría de la Gestión Pública,
La Plata, 2006.
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SEIBOLD, Jorge. “La interculturalidad como desafío, una mirada histórica.”. En:
SCANNONE, Juan Carlos y GARCÍA DELGADO, Daniel (compiladores). Ética,
Desarrollo y Región. Ed. Grupo Farrel- CICCUS, Bs. As. 2005.
10
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