ADMINISTRACIÓN DEL CONOCIMIENTO PRODUCTIVO Y SENTIDO DE PERTENENCIA Miriam Josefina Vega Astorga La finalidad principal de este artículo es hacer un análisis sobre la influencia que puede ejercer la administración del conocimiento en la construcción de sentido de pertenencia de los trabajadores y trabajadoras, en aquellas empresas en donde el aprendizaje tecnológico y la organización flexible se han convertido en elementos importantes para cumplir con los nuevos requerimientos competitivos. Sobre todo porque desde hace más de cuatro décadas y debido a la aparente crisis de un modelo de producción, que fue incapaz de sobrellevar los cambios que se estaban presentando, además de los avances tecnológicos, que han marcado el rumbo y el ritmo productivo, las empresas han tenido que desarrollar una serie de cambios, tanto organizacionales como tecnológicos, con el propósito de hacer frente a las nuevas exigencias de los mercados y los nuevos niveles competitivos que están exigiendo. La presencia de estos cambios se ha dado, generalmente, en aquellas organizaciones que pretenden introducirse o mantenerse en un terreno donde la competitividad, además de la calidad productiva, es cada día más fuerte y los mercados se han convertido en centros impredecibles que modifican rápidamente sus esquemas de consumo y con ello los diseños de producción. Bajo estas circunstancias, la llegada o la introducción de formas flexibles de organizar el trabajo, de tecnología de punta y una nueva visión sobre la administración del conocimiento productivo se han convertido, para los empresarios principalmente, en la mejor alternativa para resistir y hacer frente a las exigencias de producción actuales. Con estos cambios, se intenta sacar a flote a las empresas y hacer mejora a las relaciones productivas que habían caído en crisis, debido a la rigidez de trabajo que planteaba el sistema Taylor-fordista y que impedía una reacción rápida a los cambios, tanto de calidad como de variación de productos (Boyer y Freyssenet, 2004) Así, ante la necesidad de superar esta crisis, la idea de un nuevo modelo de producción que fuera más flexible, para poder hacer cambios y adaptaciones rápidas, tomó fuerza con el modelo propuesto por los japoneses y que ha sido bien recibido por otras empresas no asiáticas (Neffa, 1982; Coriat, 1992; Boyer y Freyssenet; 2004) Con estas “nuevas”1 formas de organización del trabajo, que buscan flexibilizar el proceso de producción para poder reaccionar y adaptarse a cambios de mercado de una manera más rápida; Se ha promovido, o se trata de promover, un cambio de actitudes en el lugar del trabajo y fomentar un mayor compromiso organizacional de los empleados y empleadas hacia la empresa, o como lo define Robbins (1999), una mayor identificación con la empresa y sus metas, particularmente, con el objetivo de que estos –los trabajadores y las trabajadoras– construyan sentimientos de pertenencia, se comprometan con su trabajo y deseen mantenerse en la empresa como uno de sus miembros, pero también compartan sus conocimientos y experiencias dentro de la organización.. En éste contexto, sentido de pertenencia puede ser entendido como: La construcción de un vínculo sentimental hacía la empresa y hacia la actividad que se desarrolla dentro de una organización y que permite, además de una satisfacción con el trabajo, una lealtad muy fuerte hacia la empresa; lo cual propicia que se dé un compromiso y una identificación plena con los principios, filosofías y valores culturales dominantes de la empresa (Neffa: 1982)2. Con esta construcción de vínculos sentimentales se pretende contribuir a un cambio en la cultura laboral, donde, y sobre todo, se trata de inducir nuevas o diferentes actitudes y competencias al personal, tratando de generalizar una visión del mundo (Montes: 2005). Para lograr estos objetivos las empresas se han planteado una serie de programas de trabajo que promueven un mayor involucramiento de los trabajadores y trabajadoras en sus labores, a las que podríamos entender como: La posibilidad o la obligación – primero– de conocer todo el proceso productivo y cambiar entre los diversos puestos de trabajo (polivalencia y rotación interna) cuando sea requerido y –segundo– realizar la planificación de su propio trabajo utilizando de una manera más completa sus 1 El entrecomillado lo hago en virtud de que existen autores como Piore y Sabel (1990) que señalan que estas formas de trabajar no son tan nuevas y que en algunos centros de trabajo europeos se trabajaba con estas formas flexibles, tanto de personal como de maquinaria. 2 Para la construcción de esta definición se ha recurrido a los planteamientos que hace Neffa sobre las nuevas formas de organización del trabajo en su artículo: “Proceso de trabajo, división del trabajo y nuevas formas de organización del trabajo” capacidades físicas y mentales y con ello aumentar sus responsabilidades en la producción.3 Lo que podría estas facilitando el aprendizaje en las personas. Otra característica de este modelo es trabajar bajo sistemas de justo a tiempo, mejoramiento continuo y calidad total (Schonberger, 1987; Sandoval, 2003). Ese mejoramiento continuo puede expresarse o advertirse como la búsqueda de soluciones por parte de los trabajadores y trabajadoras a problemas concretos del proceso de producción. Este proceso de búsqueda permite que los trabajadores adquieran y perfeccionen sus habilidades, aptitudes, capacidades, aspiraciones (Lara, 1997) y posiblemente actitudes hacia la organización; que conducen a elevar los niveles de productividad y de calidad de la misma. Es decir y nuevamente, un mayor involucramiento en el proceso de trabajo. En estas posibles actitudes y mayor involucramiento para la búsqueda de soluciones es donde podrían estar ligados sentimientos de pertenencia hacia la organización, puesto que en esa mejora continua se pueden dar factores que estén motivando y creando satisfacción en los trabajadores y trabajadoras y permitan lograr ese vinculo sentimental, pero también podrían estar generando condiciones o sentimientos opuestos. La mejora continua, según plantea Lara (1997) se puede convertir en proceso de aprendizaje desde el momento en el que los trabajadores y trabajadoras modifican la maquinaria, las herramientas o la misma organización del trabajo y la empresa trata de producir, acumular y apropiarse de esos conocimientos y experiencias. Pero para poder realizar este apropiamiento, se requieren de formas de aprendizaje interno que estimule y dé la oportunidad a las personas de aportar mejoras al proceso y, sobre todo, dejar de considerar a la fuerza de trabajo un factor más de producción, y empezar a verlo como el factor más importante del proceso (Lefebre, 1996). Con esta visión, el conocimiento se convierte en un factor crucial para enaltecer la competitividad de las firmas y su estabilidad; además, la organización tiene que fomentar un ambiente organizacional donde los directivos y las personas empleadas puedan pensar 3 Este concepto se construyo bajo los planteamientos que expone Neffa sobre las nuevas formas de organizar el trabajo. y actuar con creatividad. Para lograr esto, es necesaria una cultura organizacional que favorezca la participación y que promueva y motive la creatividad. TIPOS DE CONOCIMIENTO: Nonaka y Takeuchi (1999) señalan que el primer paso para comprender cómo se crea el conocimiento organizacional es distinguir entre dos tipos de conocimiento: Tácito y Explícito. La interacción de estos dos conocimientos, a lo que ellos llaman conversión del conocimiento, origina cuatro cuadrantes o formas del proceso: Socialización, que es pasar de un conocimiento tácito a tácito; Exteriorización, que es el paso de conocimiento tácito a explicito; Combinación, de explícito a tácito y por último, Interiorización, que significa volver un conocimiento de explícito a tácito. Un conocimiento tácito sería aquel conocimiento que se adquiere con la práctica de cada individuo, en vivencias previas a la vida laboral o en la misma, y sólo le pertenece a él. Mientras que el conocimiento explícito es aquel que esta a disposición de todos y se expresa de una manera clara y detenida. Según lo planteado por estos autores (Nonaka y Takeuchi, 1999) La socialización del conocimiento comienza con la creación de un equipo donde todos los miembros expresan y comparten sus experiencias e ideas. Esta socialización se da gracias a diálogos frecuentes que permiten que cada integrante del equipo se exprese y compartan el conocimiento tácito. La combinación se inicia cuando el concepto generado por el equipo se combina con la información existente y con el conocimiento que se encuentra fuera del grupo. La interiorización es provocada cuando los miembros vuelven suyo el nuevo conocimiento explicito que se promueve en toda la organización y es usado para ampliar y reutilizar el conocimiento tácito de cada individuo. Si bien este proceso de creación de conocimiento se da en el ámbito grupal, la organización tiene que construir el ambiente propicio para que la dinámica de grupo y la creación y acumulación de conocimientos sea mucho más fácil. Algunas medias propuestas por Nonaka y Takeuchi que podrían tomar en cuenta las empresas para alcanzar e implementar un programa de creación de conocimiento son: Crear una visión de conocimiento, desarrollar personal de conocimiento, construir un campo de interacciona de alta densidad en la línea frontal, apoyar en el proceso de desarrollo de nuevos productos, adoptar una administración donde se parte de los mandos medios como orquestador de la comunicación, adoptar una organización de hipertexto y construir una red de conocimiento con el exterior. Otros autores, como Villavicencio y Salinas (2002) mencionan que el uso productivo de las tecnologías necesita movilizar el desempeño de habilidades, conocimientos y capacidades que han adquirido los trabajadores y trabajadoras en los diversos procesos de socialización y formación. Y que una parte de estas competencias esta compuesto por conocimientos codificados que se pueden obtenerse gracias al sistema educativo o a través de manuales de operación o uso de patentes. Y la otra parte de estas competencias corresponden a conocimientos tácitos, no codificados. “El conocimiento codificado está compuesto por el conjunto de leyes, principios y teorías que explican de manera sistemática la realidad” (Villavicencio y Salinas, 2002: 512). Estos conocimientos se encuentran codificados, ya sea en un libro, una máquina o un modelo, mediante un lenguaje entendible y accesible para todas las personas, lo que lo hace un bien público y puede ser visto como un activo de la empresa si este es usado para una transformación. El conocimiento codificado trata sobre el conocimiento tácito que puede ser codificado u objetivizado a través de un código o lenguaje común que permita descifrar y traducir ese conocimiento tácito en explícito. En este proceso de codificación se descontextualizarán los conocimientos tácitos para volverse conocimientos transferibles, con acceso a todos y con facilidad de uso. La creación de nuevas habilidades o competencias y la creación de conocimientos nuevos se dan gracias a la combinación de estos conocimientos tácitos y codificados o explícitos. MECANISMOS PARA CREAR CONOCIMIENTO PRODUCTIVO: El interés por utilizar el conocimiento como nueva fuerza productiva, según Villavicencio y Salinas (2002), se manifiesta de muchas maneras y su distribución puede ser desigual en cada empresa, ya que cada organización cuenta con diferentes mecanismos para establecer y dirigir nuevo conocimiento. Según estos mismos autores, algunos de los mecanismos utilizados son los proyectos de investigación y desarrollo (ID), el desarrollo de patentes, el establecimiento de sistemas de aseguramiento de calidad (SAC), la elaboración de manuales de producción y las normas ISO (International Organization for Standarizating), estas últimas como un método para estandarizar las actividades de la empresa y que permite dar fiabilidad a los intercambios de partes y piezas entre empresas y sus proveedores. Las normas ISO y los SAC, podrían considerarse como dispositivos que favorecen la combinación de los diversos tipos de conocimiento que se dan en las empresas, y la aplicación de estos dispositivos implica un proceso de explicación de las mejores prácticas productivas que se estén desarrollando en la organización, pero además, la creación de nuevo conocimiento y la promoción de crearlo. Como ya se dijo, para que una empresa pueda generar y promover nuevo conocimiento se tiene que dejar de lado la visión de que el aprendizaje de una organización es la suma de los aprendizajes individuales, sino verlo como el resultado de un proceso donde se modulan los conocimientos y las experiencias individuales de las personas que forman la empresa y que conduce al aprendizaje de la organización entera y a la creación de nuevo conocimiento; los SAC y los ISO ayudan a compartir ese conocimiento individual. Las normas ISO y los SAC vendrían entonces a integrar el aprendizaje que se puede obtener de manera individual por el uso de tecnología avanzada, la organización para hacer uso de esa tecnología y la manera en que su uso podrá ser difundido hacia los otros individuos y hacia la organización en su totalidad. Los ISO por ejemplo, permiten difundir esos conocimientos hacia fuera de la empresa, pero también fortalece y crea conocimiento hacia dentro de la firma, y los SAC, pueden difundir y fomentar el aprendizaje individual, para luego ser compartido hacia toda la organización mediante estrategias como: sistemas para aportar ideas, equipos de trabajo para proyectos, rotación de puestos de trabajo, programas de capacitación, etc., como una manera de gestionar o administrar el conocimiento que se esta dando en la empresa. La idea de administrar el conocimiento tiene una dirección muy especifica, buscar la innovación en los procesos, los productos y los sistemas de trabajo, con la premisa de que esto puede llevar a la firma a ser más competitiva. De esta manera la tendencia de ver a la empresa como un espacio de aprendizaje y dinámica toma relevancia. La representación de la organización como un espacio de aprendizaje podría plantearse en dos dimensiones: La primera, esta relacionada con el espacio organizacional, que concierne con la creación y modificación de reglas de comportamiento e intercambio entre los individuos, formas de coordinación de las funciones y las actividades productivas de las empresas. La segunda, hace hincapié al aprendizaje tecnológico que comprende la adquisición, la difusión y la creación de las competencias productivas por parte de los individuos, es decir, los conocimientos, habilidades y las experiencias prácticas que hacen posible la operación de la maquinaria y la elaboración de productos. La creación de conocimientos productivos se da del aprendizaje tecnológico, pero es la dimensión organizacional la que hace posible dicho proceso. Por lo tanto, se puede decir que una empresa que aprende lo hace en la medida en la que almacena, administra y moviliza un conjunto de experiencias, habilidades y conocimientos y no se limita al conocimiento que se puede adquirir en la rutina que provoca el trabajo, ya que esta no permite tomar en cuenta la existencia de otro tipo de competencias no previstas, que en la práctica pueden ser trabajadas pero quizá no compartidas y por tanto el conocimiento queda estancado. La efectividad de administrar el conocimiento y de promoverlo podría radicar, hasta cierto punto, en la descentralización de las decisiones y en saber motivar a las personas a participar e involucrarse en el proceso de trabajo. LA RELACION CON SENTIDO DE PERTENENCIA Una de las características más negativas que se señalan del modelo Taylor-fordista es la falta de atención a las opiniones y conocimientos que los trabajadores podrían aportar en mejoras laborales y de proceso, la base de esa ideología se centraba en poder controlar el proceso de producción desde arriba, es decir desde los altos mandos, con la finalidad de mantener el control del trabajo (lo que se hacía, como se hacía, a que tiempo se hacía) y de los trabajadores. Con la crisis de este modelo y el surgimiento de ideologías que fomentaban la participación de los trabajadores, con la finalidad de aprender de ese conocimiento tácito que la experiencia y la propia vivencia que el trabajo diario le da a los trabajadores y trabajadoras, la necesidad de un cambio en las actitudes del personal hacia la empresa ha tomado mayor relevancia. La necesidad de acercar a los empleados y empleadas a las metas y filosofías de las firmas, es decir, de que construyan sentido de pertenencia, así como conducir y fomentar la participación, son una base importante para la administración del conocimiento productivo; ya que si los trabajadores y trabajadoras sienten que la empresa es parte de su vida, que es su segunda casa y que sus metas son también las metas de ellos, podrán pensar en beneficio de la organización y aportar nuevas y mejores ideas para la productividad y la competitividad de la empresa. Muchos de los mecanismos que se emplean en los sistemas de aseguramiento de calidad, por ejemplo, están basados en ideologías de involucramiento de las personas en el proceso de trabajo. Buscando siempre la satisfacción que el reconocimiento puede otorgar y lo que puede sentir por esto la persona que aporta algo para la firma en la que trabaja. Los esquemas de capacitación en el marco de los SAC hacen referencia a los aspectos técnicos y productivos necesarios para mejorar la calidad de los productos, pero también incluyen los aspectos organizacionales derivados de los programas de calidad, como son; la motivación a la participación en equipos de trabajo, técnicas y métodos para medir la calidad, elaboración de los indicadores y estadísticas, etcétera. En estos esquemas, la capacitación se complementa con la rotación de los puestos de trabajo, con esto se busca contar con trabajadores y trabajadoras polivalentes, es decir, empleados que puedan desempeñar cualquier tarea del proceso de producción ante una necesidad. Pasar de un puesto a otro permite a los trabajadores ampliar sus habilidades y conocer más sobre el proceso de trabajo, pero también les permite relacionarse con otros trabajadores y con ello compartir experiencias de trabajo en la línea de producción. Otra manera de fomentar la participación de los trabajadores y buscar un acercamiento de ellos hacia la empresa es el uso de sistemas de aportación de ideas o buzón de sugerencias, a través del cual los trabajadores y trabajadoras pueden aportar ideas para soluciones y modificaciones al proceso productivo o incluso del producto. A cambio de estas aportaciones, la compañía realiza reconocimientos o premios simbólicos, que pueden ir desde una pluma hasta aparatos electrónicos o dinero en efectivo, así como el hecho de que se lleve a cabo la modificación o se vea reflejada su aportación al trabajo en específico. Los comentarios y aportaciones que hacen los trabajadores y trabajadoras, según Villavicencio y Salinas: “ No constituyen ocurrencias espontáneas, sino que implica que éstos participen en la lógica tecnológica y organizativa del proceso productivo; suponen un diagnóstico y una reflexión sobre el cómo y el por qué, un proceso de búsqueda e investigación que articula las dimensiones del conocimiento tácito y codificado que el individuo posee: Sus saberse prácticos, sus experiencias pasadas, las nociones de mecánica, electricidad o física que han adquirido sobre la marcha o en una escuela técnica, la representación mental que tiene de la maquinaria.” (2002:517) Sin embargo, ¿qué tanto pueden inducir estas formas de promover el aprendizaje en las organizaciones y el involucramiento y aportación para la mejora, a la construcción de sentido de pertenencia? ¿Cómo es que perciben las personas este involucramiento y fomento a la participación y aportación de ideas?, ¿realmente consiguen que se establezca un vínculo sentimental, es decir un sentido de pertenencia, de los empleados hacia la organización que trata de motivar a que participen y expresen y compartan sus conocimientos tácitos? Algunas ideas generales sobre estos aspectos, e incluso algunos autores, manejan que no es que estas nuevas formas de organizar el trabajo y fomentar el aprendizaje en los empleados este humanizando el trabajo, sino que se busca un mayor control y aprovechamiento de los trabajadores y de sus conocimientos. Por ejemplo, Coriat (1985) y Micheli (1996) señalan que estas “nuevas” formas de organizar el trabajo lo que podrían estar buscando son un aumento en el rendimiento del trabajo, un mejor y mayor control de los trabajadores y trabajadoras y de la calidad de producción; una mayor flexibilidad y adaptabilidad de las líneas productivas ante las variaciones de la demanda y así obtener un mayor compromiso del personal y de las máquinas. Es decir, lo que plantea el modelo flexible, en sí, no es más que otra manera de programar la división del trabajo, una refuncionalización de las labores que implica un mayor control y compromiso de la fuerza de trabajo hacia la empresa. Además, si bien es cierto que los reconocimientos pueden cierto grado de satisfacción por aportar algo de utilidad a la empresa donde se labora, esas aportaciones pueden no ser tan reconocidas por la empresa o pueden no otorgarle los derechos de patentes a los empleados y empleadas, por ejemplo, que la desarrollaron y afectar así el interés a participar en los intercambios de conocimiento. Otro aspecto que podría afectar en esa construcción de sentido de pertenencia en la administración del conocimiento, podría ser que las modificaciones que se tienen y pueden hacer por los empleados y empleadas, necesariamente tienen que estas aprobadas por autoridades o personal de un rango más alto, lo que puede retrasar el entusiasmo de las personas por participar y provocar descontento en la manera de proseguir de la empresa, y sobre todo, puede crear barreras para que las personas se sientan identificadas con la empresa y creen esos vínculos sentimentales que los motive a verse y sentirse como parte de la empresa y con ello compartir sus conocimientos. Un aspecto más sería saber si realmente las gratificaciones que reciben los trabajadores y trabajadoras son de su agrado y las perciben como satisfactorias al momento de recibirlas o si sólo las ven como un deber de la empresa, pero un deber que esta siendo limitado, según el grado de beneficios que sus ideas otorguen a la producción y a la empresa misma y que no se refleja en los premios. A manera de conclusión, se podría decir que la administración del conocimiento en el proceso productivo, puede tener una influencia importante en la construcción de sentido de pertenencia en los trabajadores y trabajadoras de las empresas, sin embargo, sería conveniente a analizar y estudiar hasta que punto, en la práctica, se esta logrando esto y cuáles son las limitantes más comunes que se pueden encontrar para que éste sentido de pertenencia que podría motivar a la participación de los trabajadores y trabajadoras a compartir su conocimientos y experiencias, no se este dando. 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