Nuevos Estatutos de la Universidad: el día siguiente El 23 de octubre el Claustro de la Universidad de Zaragoza aprobó las subsanaciones al proyecto de nuevos Estatutos. De esta forma se atendían las sugerencias técnicas y jurídicas realizadas por el Gobierno de Aragón que, finalmente, sólo alcanzaron a unos pocos artículos del texto que el propio Claustro había aprobado a finales de febrero. Una vez más, el espíritu constructivo y de colaboración entre los grupos más representativos de la Comunidad universitaria ha facilitado un rápido y brillante colofón al largo proceso estatutario inducido por la Ley Orgánica de Universidades (LOU). Ahora sólo resta esperar el acuerdo del Gobierno de Aragón que permita su publicación en el Boletín Oficial de Aragón para que entren en vigor, objetivo que probablemente se alcance antes de final de año. Inevitablemente se ha comenzado a trabajar pensando en el día siguiente a la publicación de los Nuevos Estatutos. El actual equipo de gobierno tiene fecha de caducidad a la vista y quién más y quién menos se posiciona para el día de después que, de hecho, abrirá un periodo de interinidad. En él, seguramente, emergerán tensiones electorales producto de las legítimas aspiraciones de futuros candidatos al gobierno de la Universidad. Así, a la incertidumbre de unas nuevas normas de convivencia y funcionamiento, se añadirán las expectativas de futuros más ilusionantes, construidos sobre proyectos y bases diferentes a los dominantes en los últimos años. El primer problema a resolver, el día de después, será decidir la forma y ritmo del cambio de la actual legalidad universitaria. Según la LOU, corresponde fundamentalmente esta responsabilidad al Consejo de Gobierno de la Universidad. De entre las muchas normas y reglamentos, urge modificar las relativas a las elecciones de Rector y de los miembros del Claustro Universitario; ambas debieran tener la máxima prioridad. El Consejo de Gobierno de la Universidad está fuertemente condicionado por la pertenencia a él de los miembros del equipo de Dirección del Rector cuya composición no ha sufrido cambios en los últimos años. Así refleja la representatividad de los grupos universitarios de hace cuatro años, pero es sensiblemente distinta a la del Claustro que ha elaborado los nuevos Estatutos. El papel central del Consejo de Gobierno en el proceso de interinidad, que va a comenzar en pocas semanas, justifica que la opción democráticamente más imparcial sería que actuase el menor tiempo posible y se limitara a adoptar las decisiones imprescindibles. Las razones en pro de la neutralidad del actual Consejo de Gobierno se refuerzan al considerar que el mandato del Rector y, por consiguiente, de su equipo de Dirección expira en mayo de 2004 y que el procedimiento de elección del próximo Rector cambia radicalmente. Anteriormente era elegido por los representantes en Claustro, ahora lo será por sufragio universal de toda la Comunidad universitaria con un sistema de voto ponderado. Frente al papel clave del Consejo de Gobierno, el Claustro, que elige un número reducido de los miembros de aquél, ya ha concluido el grueso de su trabajo con la elaboración de los Estatutos y, actualmente, tiene una composición próxima a la definitiva por lo que no sería tan urgente su renovación. Esta cadena de argumentos, junto con el deseo de que las situaciones de interinidad sean breves, conduce a propugnar un proceso de adaptación que comience con la elección de Rector en el menor plazo de tiempo. Además, habida cuenta de los distintos colegios electorales, y para evitar posibles interferencias que mediatizaran los resultados, esta elección no debería coincidir con las de representantes al Claustro. Un paso posterior, ya con un Rector y equipo de gobierno nuevos, sería proceder a la disolución del Claustro actual e iniciar la elección de otro plenamente conforme a los nuevos Estatutos. Tras su constitución (idealmente antes del verano del 2004), se procedería a adaptar definitivamente el Consejo de Gobierno a la nueva legalidad quien, durante su mandato, controlaría toda la adaptación de las normas y órganos académicos a los nuevos Estatutos. Es el momento de abrir en la Comunidad Universitaria un debate de ideas para que, el día siguiente, haya un amplio acuerdo sobre los procesos a seguir que permita la actuación, en plano de igualdad, de todas las fuerzas dispuestas a concurrir al nuevo proceso electoral. Sólo así, se podrán liberar las iniciativas de excelencia y de carácter socialmente innovador que necesita nuestra Universidad. Rafael Navarro Linares Director del CPS