Dinamarca - Condiciones de vida - El Estado de bienestar escandinavo Dinamarca 3. Condiciones de vida 3.1 El Estado de bienestar escandinavo [menú principal] - [sección anterior] - [sección siguiente] 3.1.1 Historia 3.1.2 Características 3.1.3 La crisis del Estado de bienestar A menudo se emplea la expresión de Estado de bienestar escandinavo para designar la manera en que los daneses, los suecos y los noruegos han decidido organizar y financiar la protección social, la sanidad pública, la educación, etc. en sus respectivos países. En estos ámbitos, en efecto, los países escandinavos se distinguen claramente de los demás países europeos. Historia [principio] Alemania fue el primer país del mundo en el que el Estado se comprometió a proteger socialmente a sus ciudadanos al instaurar, en 1883, un seguro de enfermedad. La iniciativa alemana no tomó de improviso a los demás países europeos, tampoco a los escandinavos, que en el decurso de los años que siguieron, adoptaron medidas destinadas a asegurar económicamente a sus ciudadanos en caso de accidente, enfermedad, vejez o desempleo, campos todos ellos en los que se aplican las prestaciones esenciales del Estado de bienestar. Aunque el desarrollo de estas medidas de protección social tuvo lugar por separado en cada uno de los países escandinavos, los rasgos comunes que comparten algunos países justifican, en cierto modo, que pueda hablarse de un modelo de Estado de bienestar común a dichos países. En los países europeos encontramos cuatro modelos de Estado de bienestar. En primer lugar, el modelo escandinavo, que distribuye a todos los ciudadanos las mismas ayudas sociales. Este modelo es igualmente denominado modelo nórdico, modelo socialdemócrata o modelo institucional. El modelo Beveridge, que toma su nombre del funcionario británico que dirigió la elaboración de los principios de este modelo, según el cual, las ayudas sociales sólo se destinan a los necesitados. Este modelo se ha venido a denominar igualmente modelo anglosajón, modelo liberal o modelo de protección social residual. El modelo Bismarck debe su nombre al canciller alemán que ideó las primeras leyes de seguridad social. Este modelo, que sólo concede ayuda social a los ciudadanos que han disfrutado de un trabajo anteriormente, se denomina también modelo central europeo, modelo conservador o modelo orientado al rendimiento. Finalmente, el modelo de subsidiariedad, que preconiza que las tareas sociales deben ser asumidas por la familia o tan cerca de la familia como sea posible. También se ha venido a denominar el modelo meridional o católico. Características [principio] Según el principio que rige para el modelo escandinavo de protección social, las ayudas y prestaciones sociales se conceden a todos los ciudadanos que cumplan los requisitos exigidos, sin tomar en consideración su situación laboral o familiar. Este sistema ofrece cobertura a todos, es universal, y las ayudas son asignadas individualmente, de manera que, por ejemplo, las mujeres casadas gozan de derechos propios, independientemente de sus maridos. Aún así, el derecho a percibir el seguro por enfermedad o por desempleo depende de la participación anterior en el mercado de trabajo y, en algunos casos, de la afiliación a una caja de desempleo y del pago de la cotización correspondiente. No obstante, la mayor parte del peso financiero de dichas prestaciones sigue soportándola el Estado, financiándolas a través de los impuestos generales y no principalmente mediante las contribuciones reservadas a tal propósito. En los países escandinavos, en mucho mayor grado que en los demás países europeos, el Estado está implicado en la financiación y la organización de los servicios creados en beneficio de los ciudadanos. Paralelamente al modelo de protección social existe, por tanto, un modelo fiscal basado, a su vez, en una amplia base tributaria y en una elevada presión fiscal. Las ayudas concertadas son más generosas que las del modelo británico de Beveridge y, combinadas con el modelo fiscal, dan lugar a una redistribución superior que la ofrecida por el modelo de Bismarck, más conservador del status quo. El modelo de organización escandinavo es, además, infinitamente más sencillo y comprensible que el que encontramos en los demás países europeos. En Escandinavia, la mayor parte de los servicios sociales corren a cargo del Estado o de las autoridades públicas locales y, sólo en menor medida, son asumidos por particulares, familias, Iglesia u organizaciones de beneficencia de ámbito nacional. El Estado de bienestar escandinavo se distingue, asimismo, por el hecho de poner a disposición de los ciudadanos amplios servicios públicos, a menudo gratuitos o subvencionados, más que desembolsar ayudas en metálico. Tanto la sanidad como la educación son gratuitas. En el ámbito social, la organización y financiación, tanto de las transferencias sociales como de los servicios, tienen lugar en el seno de un mismo sistema unificado. Durante el período que siguió a la Segunda Guerra Mundial, un aspecto políticamente importante del modelo escandinavo de bienestar lo constituyó el intento de asegurar el pleno empleo a todos los ciudadanos. Sin embargo, en Dinamarca no ha sido posible alcanzar este objetivo desde mediados de los años setenta; el desempleo también se ha convertido en un serio problema para Suecia y Noruega durante estos años. Con todo, los países escandinavos son los países que ostentan las tasas de actividad laboral más altas del mundo, en parte porque las mujeres en grado casi idéntico al de los hombres participan en el mercado de trabajo. El Estado de bienestar escandinavo funciona dentro del marco de una economía de mercado capitalista reglamentada, dentro del cual se tiende a poner freno a la desigualdad en la distribución de la renta y a la concentración del capital y del poder. En el ámbito político, todos los países escandinavos están gobernados por una democracia parlamentaria que se caracteriza por las estrechas relaciones anudadas entre, por un lado, las organizaciones patronales y los sindicatos obreros y, por otro, el sistema político. La distendida actitud que la población en general muestra en sus relaciones con el poder central y con los demás poderes públicos es una característica fundamental del sistema político. También en los países escandinavos el debate acerca de la organización y el desarrollo del Estado de bienestar constituye, a menudo, una parte importante de la lucha política. Sin embargo, el calificativo de «modelo socialdemócrata» que se le ha aplicado al Estado de bienestar escandinavo induce al error. En el transcurso de los últimos cien años, todos los partidos políticos de los países escandinavos han participado en el desarrollo del Estado de bienestar. Este es el caso, sin excepción, de todos los partidos que han formado gobierno, y todos los países escandinavos han tenido gobiernos conservadores o gobiernos con participación conservadora durante largos períodos de tiempo a lo largo del siglo XX. El Estado de bienestar no representa, pues, una ideología socialdemócrata común, sino un compromiso político nacional sobre la manera de organizar y financiar los servicios sociales, la sanidad y la educación que, políticamente, se ha decidido ofrecer a la población. Por tanto, los partidos obreros socialdemócratas no inventaron el Estado de bienestar escandinavo aunque, comparados con otros partidos, han tomado mayor número de iniciativas al respecto. A su vez, ha habido mayor consenso entre los distintos grupos políticos enfrentados en los países escandinavos en cuanto al desarrollo del Estado de bienestar que en los demás países europeos. El hecho de que las divergencias en los puntos de vista hayan sido menores y la convergencia de intereses, mayor, ha dado pie al establecimiento de una protección social más armoniosa y, en una serie de ámbitos, más amplia que en la mayor parte de los demás países del mundo. La crisis del Estado de bienestar [principio] Sin embargo, el Estado de bienestar nunca ha sido un modelo que haya permanecido incontestado, ni siquiera en los países escandinavos, y en el decurso de estos últimos años, la crisis del Estado de bienestar ha figurado en lo más alto del orden del día político, también en Escandinavia. Esta crisis se debe a varios factores y, muy particularmente, al hecho de que los regímenes actuales de protección social se establecieron y desarrollaron durante los años sesenta y setenta, en un momento en que la tasa de crecimiento económico era alta y la tasa de desempleo baja. Ni los seguros de desempleo y de enfermedad, ni las prestaciones en metálico, fueron concebidos para ser desembolsados a un número tan elevado de beneficiarios y durante períodos de tiempo tan prolongados, tal como ha sido el caso en los últimos años. La financiación del Estado de bienestar se ha convertido, pues, en un problema y, ante la imposibilidad política de aumentar la presión fiscal, ya de por sí muy elevada, los Estados escandinavos han ido acumulando una importante deuda que puede llegar a constituir, a largo plazo, una amenaza para el propio sistema. La cuestión es, por tanto, saber si el compromiso nacional será viable en un futuro. Las reducciones y los cambios relativamente numerosos que han experimentado los Estados de bienestar escandinavos estos últimos años ilustran, en general, la adaptación paulatina de los sistemas de protección social a la situación económica actual. Estos cambios no significan, sin embargo, que la concepción del Estado de bienestar escandinavo haya sido modificada, ni que los países escandinavos se dispongan a introducir un modelo distinto de protección social. Probablemente, no se sabrá hasta entrado el siglo XXI si éste será finalmente el resultado. Sin embargo, todo parece indicar que la protección social asegurada por el Estado de bienestar de los países escandinavos se está volviendo, lentamente pero con toda seguridad, más fragmentada que en el pasado. En los países escandinavos se ha ido desarrollando durante los últimos años un sistema de bienestar complementario que ofrece mayores servicios a los trabajadores en activo. Este sistema significa una clara ruptura con el igualitarismo que constituye la esencia del modelo escandinavo. Los convenios acordados entre la patronal y los sindicatos, convenios que rigen las condiciones de trabajo en todos los países escandinavos, han asegurado, de hecho, una situación más ventajosa en caso de maternidad, enfermedad y jubilación. Pero también es un hecho que estas prestaciones que perciben la gran mayoría de asalariados escandinavos a través de los convenios colectivos, no benefician a todos los ciudadanos en su conjunto.