POLITICA CATOLICA ESPAÑOLA (ed. Mercaba, Murcia-España) a) Precedentes de política católica en España b) Coalición anti-liberal en España c) Católicos y partido conservador en España d) Batalla de la opinión en España e) Respuesta de Roma a políticos católicos f) El Partido Social Popular g) Conclusiones finales sobre la Política Católica española __________________________________________________________ a) Precedentes de política católica en España ¿Un partido católico o católicos en los partidos? ¿Católicos políticos o políticos católicos? ¿Quienes forman un partido que se defina como católico? ¿Cuál es su programa? ¿Cuáles son sus características? Estas cuestiones fueron fundamentales en la Iglesia española de finales del s. XIX y principios del s. XX. La condena de las llamadas “libertades de perdición” que Pío IX había hecho en el Syllabus puso a los católicos en la difícil situación de aceptar una Constitución liberal o luchar contra ella. Aceptar el orden establecido o cambiarlo. Si había que cambiarlo ¿cuál era la forma más adecuada para ello? Unos pensaron que era integrando a los católicos en el sistema político vigente. En España esto se concretaba en el partido conservador de Cánovas del Castillo. Otros creyeron que había que unir a los católicos en un partido netamente católico. Serían entonces los carlistas e integristas quienes podían liderar esta opción, aunque más tarde, como veremos enseguida, tomó fuerza la idea de una coalición antiliberal. Estas dos opciones, dos formas diversas de entender la presencia de los católicos en la política española de la Restauración, daría lugar a un enfrentamiento que fue más allá de los debates puramente políticos. Intervendrían los obispos y la Santa Sede. Lo que se iba a dilucidar era la confesionalidad política, en consecuencia la creación de un partido católico; o la libertad de opción política de los católicos. b) Coalición anti-liberal en España Cuando José Canalejas llegó al poder en 1910 intentó aplicar su propuesta regeneracionista que pasaba por resolver la cuestión religiosa. Según el político liberal España vivía en el atraso debido a la influencia que tenían las órdenes religiosas. La política anticlerical de Canalejas consiguió la reacción de los católicos. Sin embargo, esto no impidió una mayor división dentro del catolicismo español entre aquellos que propugnaban la integración de los católicos en el partido conservador y los que intentaron la creación de un partido católico. El proyecto cuajó con motivo de las elecciones provinciales del 12 de marzo de 1911. La idea era mantener vivo el espíritu que había movilizado a los católicos en contra de la política liberal. Quería reunir a un grupo de electores en torno a la bandera católica para defender los intereses de la Iglesia, al margen de debates políticos. En este proyecto estaban carlistas, integristas y los llamados católicos independientes, especialmente los propagandistas de Herrera Oria. Todos ellos no sólo se definían “católicos”; eran también “antiliberales”. ¿Por qué católico y antiliberal? El adjetivo pretendía excluir a los conservadores. Muchos de estos se definían católicos; sin embargo, defendían una política liberal, menos radical que los propiamente liberales, pero no dejaba de ser una doctrina condenada en el Syllabus. Un mes antes de las elecciones apareció en la revista Lectura Dominical un artículo sobre las normas y postura del cardenal Aguirre, primado de Toledo, sobre la unión electoral de los católicos. Aquí se recordaba que la opción política para los católicos españoles era votar al menos malo y no formar un partido propio1. 1 611 Vico a Merry del Val (26 febrero 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 37r-41v. Ante esto, uno de los candidatos antiliberales, el marqués de Castellanos, pidió autorización al obispo de Madrid, Salvador y Barrera, para presentarse en la coalición antiliberal con el título “católico”. El obispo lo desautorizó y prohibió la presentación de cualquier candidatura que se denominase “antiliberal”2. ¿Cuál fue el argumento empleado por Salvador y Barrera? Según el obispo, una coalición de este tipo infringía las normas que el cardenal de Toledo había dado a los católicos sobre uniones electorales y no seguía las indicaciones de la carta de Pío X, Inter Catholicos Hispaniae de 19063. Sin embargo, esto no convenció a los miembros de la coalición. El obispo era ambiguo en sus motivos. Aseguró que aprobaría la coalición si eliminaban el término “antiliberal”4. Finalmente se disolvió la coalición. Carlistas e integristas no quisieron retirar su propuesta antiliberal. El jesuita Ángel Ayala hizo balance de las consecuencias que todo esto tendría para el catolicismo español. Creía que el obispo se había excedido. La coalición entraba dentro de las normas a los católicos y si no se había aprobado era más por enfrentamientos políticos entre conservadores y antiliberales, que por motivos doctrinales como aseguraba Salvador y Barrera. Además, según el jesuita, esto encerraría aún más a carlistas e integristas en sus posturas; los obispos quedarían en evidencia y sería imposible volver a organizar otra coalición similar5. El Siglo Futuro anunció la disolución de la coalición6. La prensa liberal aprovechó la ocasión para atacar a integristas y carlistas. Los integristas entendieron esto como una afrenta personal, a lo que se añadían las críticas que el propio obispo de Madrid había hecho contra ellos y su fallecido jefe de fila, Ramón Nocedal. Según estos, Salvador y Barrera dijo que había que atacar menos a Canalejas y más a los integristas. Según noticias que llegaban al nuncio, estos actos podían hacer inútiles todas las movilizaciones católicas. Además, el obispo de Madrid había actuado sin tener en cuenta las indicaciones de la Nunciatura, desde donde habían advertido a los obispos que se abstuvieran de aprobar o prohibir candidaturas electorales7. Así las cosas, los integristas decidieron acudir a Roma para que en la Santa Sede aprobaran la coalición. Pidieron al cardenal Aguirre una carta de presentación. El Arzobispo de Toledo no lo consideró oportuno. Estaba convencido que la coalición no haría ningún bien. Es más, pensaba el primado, que restaría votos al partido conservador y en algunas circunscripciones ganarían los republicanos. Pidió al nuncio, Antonio Vico, que informara de esto en Roma8. El nuncio Vico informó al Secretario de Estado según las indicaciones del cardenal Aguirre. Al mismo tiempo indicó cuales serían las consecuencias si en la Santa Sede no se aprobaba la coalición: “getterebbe una funesta apatía nei cattolici anche independenti”. Como remedio, proponía el nuncio que los conservadores se unieran a la coalición9. Los antiliberales estaban empeñados en justificar su opción. Dadas las circunstancias sociales y políticas del país, sólo era posible una unión entre “los elementos decididamente católicos” y estos eran únicamente los antiliberales. En consecuencia decidieron excluir a los conservadores. Estos tenían una posición ambigua. No sólo se oponían a los “de los católicos francos”, sino que además apoyan al gobierno en el Congreso. Se preguntaban si su actuación era contraria a las normas que la Santa Sede había dado a los católicos españoles. Si el obispo de Madrid tenía autoridad para prohibir a los católicos independientes participar en la coalición. Y, si dadas las circunstancias políticas del país, debían o no excluir a los conservadores10. 2 Ayala a Vico (21 febrero 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, ff. 574rv. cf. CARCEL ORTI, V; “San Pío X, los jesuitas y los integristas españoles”, en Archivum Historiae Pontificiae, XXVII, Roma 1989, pp. 249-355; cf. MARTINEZ ESTEBAN, A; Aceptar el poder constituido. Los católicos españoles y la Santa Sede en la Restauración (1890-1914), Madrid 2006, pp. 358-373. 3 Ayala a Vico (22 febrero 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, ff. 578r-579v. Ayala a Vico (23 febrero 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, ff. 580r-581v 6 AA.VV; “Coalición católica antiliberal”, en El Siglo Futuro (24 febrero 1911), p. 1. 7 611 Vico a Merry del Val (26 febrero 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 37r-41v. 8 Aguirre a Vico (22 febrero 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, f. 401rv. 9 Vico a Merry del Val (23 febrero 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, f. 58. 4 5 Estaban convencidos que Salvador y Barrera se había equivocado al prohibir la coalición. Su intención era seguir las indicaciones sobre la unión de los católicos en el terreno político. Así lo habían hecho cuando había sido oportuno. Habían establecido alianzas puntuales con los conservadores. No negaban que la Inter Catholicos Hispaniae estuviera en vigor. Cuando hubo peligro claro de una victoria de los radicales se habían unido a los conservadores, sin que se pusieran impedimentos, como había sucedido en Barcelona11. El veto impuesto a la coalición antiliberal ¿Significaba que era imposible un partido netamente católico? ¿Indicaba que defendían una doctrina distinta a la de los obispos y a la del Papa? Eran cuestiones planteadas por los antiliberales y que pedían una respuesta clara. La coalición quería defender los intereses de la Iglesia, pero los acusaban de ser modernistas12. Ante la polémica planteada, el obispo de Madrid publicó dos pastorales en las que intentó explicar su decisión. Pidió a los miembros de la coalición que retiraran el adjetivo antiliberal, ya que no se ajustaba a las normas de la Santa Sede y pidió que se unieran a los partidos de orden. Al mismo tiempo advirtió que la desobediencia a las indicaciones de la jerarquía podía conllevar la herejía13. Salvador y Barrera quiso que la Santa Sede confirmara su decisión. Detrás de la coalición había un proyecto contra el poder constituido. Iban en contra de las instrucciones dadas a los católicos y había consultado su decisión con el nuncio14. Sin embargo, la respuesta del Secretario de Estado Vaticano fue distinta a la esperada por el obispo. En las dos pastorales se hacían graves acusaciones contra “insignes católicos”. Eran además ataques públicos, ya que el obispo había mandado leer estas pastorales en las iglesias. Según la Secretaría de Estado todo esto era consecuencias de las normas que los obispos impusieron a los católicos en el Congreso de Zaragoza, cuando las divisiones políticas de los católicos afectaron al clero y tuvo que intervenir la Santa Sede15. Esto había convertido a los obispos en agentes electorales y daba lugar a interpretaciones que cada partido intentaba aprovechar en beneficio propio. El episcopado debía mantenerse al margen de las cuestiones políticas y limitar su actuación a la enseñanza doctrinal 16. Por otra parte, no se podía afirmar que los católicos que defendían a la Iglesia estuvieran próximos a la herejía, mientras que se callaba ante aquellos que eran los verdaderos enemigos del catolicismo. En la Santa Sede eran conscientes del poco peso político que tenían los integristas y carlistas; además de su tendencia antidinástica. Sin embargo, han sido los únicos que en muchas ocasiones han defendido los intereses de la Iglesia. “La verdad no cesa de ser verdad porque la proclaman labios integristas o carlistas, liberales o conservadores”17. Relación de los trabajos realizados por los elementos católicos de Madrid como preparación para elecciones de diputados provinciales y consulta elevada a Roma, con motivo de las complicaciones surgidas, por el Delegado del Señor Duque de Madrid, Don Bartolomé FELIU PEREZ, 27 febrero 1911: ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, ff. 585r-598r. 10 11 Ayala a Vico (27 febrero 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, ff. 422-427. Eran algunas reflexiones que un párroco de Murcia hacía al obispo de Madrid: Diego Alpañés a Salvador y Barrera (8 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1911) 1, f. 103. 12 Carta Pastoral que dirige el Excmo. y Rvmo. Sr. Obispo de Madrid-Alcalá a los fieles de su Diócesis explicando y comentando las normas dadas por el Emmo. Sr. CARDENAL AGUIRRE acerca de la acción católica-política y social de España (cf. “Carta Pastoral del Obispo de Madrid-Alcalá sobre la Coalición Antiliberal”, en Boletín Oficial del Obispado de Madrid-Alcalá, III, Madrid 1911, pp. 109-119). 13 14 Salvador y Barrera a Merry del Val (4 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 115-116. 140. cf. MARTINEZ ESTEBAN, A; “Al César lo que es del César: los primeros Congresos Católicos y la unión de los Católicos españoles”, en Revista Española de Teología LV, Madrid 2005, pp. 211-250. 15 Estas eran las impresiones que el Cardenal VIVES TUTO enviaba al Secretario de Estado como puntos a tener en cuenta en la respuesta al obispo de Madrid: Vives y Tutó a Merry del Val (9 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 138. 16 17 49478 Merry del Val a Salvador y Barrera (10 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 117-118. Desde la Santa Sede también respondieron a los antiliberales de forma oficiosa. Lo hicieron mediante un artículo de La Correspondance de Rome reproducido en el Diario de Barcelona18, en el que se afirmaba que la Santa Sede no aprobaría un partido antiliberal en España. Una noticia así hizo saltar las alarmas. Integristas y carlistas no conseguirían el apoyo vaticano que buscaban. Intervino entonces el nuncio. No se podía identificar el término antiliberal y antidinástico. Había muchos monárquicos que se consideraban contrarios al liberalismo. Por otra parte, aseguraba Antonio Vico, no habían tenido tiempo de presentar su programa político; pero era su intención unir a los católicos que quisieran defender la patria y la religión. Están dispuestos a prescindir de los intereses de partido para crear una organización contraria al liberalismo político. Las circunstancias políticas del país así lo exigían. El partido conservador se estaba dividiendo. Era posible la llegada al poder de Eduardo Dato, considerado por el nuncio como el ala izquierda de los conservadores. Si no se organizaban las fuerzas católicas en torno al antiliberalismo, lo único que se conseguirá será que los buenos se retraigan. Los antiliberales no quieren otra cosa que seguir las indicaciones del papa cuando llamó a los católicos a unirse sin distinción de partido. Defienden la aplicación de la tesis en España y la unidad católica, y combaten no sólo a los liberales, también a los conservadores que “han permitido encajar en los moldes de la realidad las leyes injustas que aquel promulga”19. La respuesta al nuncio llegó, de nuevo, por medio de otro artículo de La Correspondance de Rome. En una entrevista a “un personaje español” se afirmaba que era imposible la unión política de los católicos españoles debido a las diferencias ideológicas. Esto hacía inviable buscar una fórmula de unión al margen de los partidos políticos ya existentes, porque en el proyecto presentado era excluyente. La única unión posible, según este personaje, era para la defensa de “las corporaciones religiosas” de acuerdo con los obispos20. Antonio Vico envió a ferry del Val un análisis del artículo. Un católico tiene que seguir las enseñanzas de la Iglesia. Su acción política debe partir de la enseñanza político-religiosa de la Santa Sede. En consecuencia, si la Iglesia había condenado el liberalismo, la única opción posible para un católico era ser antiliberal. Por otra parte, aquellos católicos que militaban en los partidos del turno no tenían libertad para defender sus ideas y los intereses de la religión dentro de sus partidos. Conservadores y liberales se necesitaban mutuamente según el sistema electoral español. Estos tenían principios “diametralmente opposti al clericalismo, ossia al catolicismo”. La coalición al defender el antiliberalismo no excluía a nadie. El término aglutinaba a todos aquellos que profesaban públicamente la doctrina de la Iglesia y estaban dispuestos a defenderla. El nuncio terminó su análisis con una petición. Era la aspiración de los católicos españoles organizarse al margen de los obispos, con libertad e independencia21. La respuesta del Secretario de Estado Vaticano llegó días más tarde. La unión entre los católicos debía ser circunstancial, “por modum actus”. Nada de organización católica libre e independiente. La cuestión no admitía réplica. La Correspondance de Rome estaba considerada órgano oficioso de la Santa Sede. Vico, por tanto, no ignoraba que el artículo publicado, confirmado por la respuesta de Merry del Val, significaba que sus superiores no compartían la línea seguida: apoyar la creación de un partido católico antiliberal en España22. La Correspondance de Rome era el diario de Sodalitium Pianum, la organización de UMBERTO BENIGNA fundada para hacer frente al modernismo. El periódico se publicaba con la aprobación de la Secretaría de Estado, lo que daba a sus artículos un carácter oficioso (cf. POULAT, E; Intégrisme et catholicisme intégral. Un réseau International anti-moderniste: la “Sapinière” (1909-1921), Tournai 1969, pp. 105-106). 18 19 651 Vico a Merry del Val (4 abril 1911): ASV Segr. Stato 249 (1911) 2, ff. 209-212. cf. VV.AA; “El momento político-religioso en España. Para la defensa católica”, en La Correspondance de Rome (8 abril 1911) p. 1. 20 21 22 659 Vico a Merry del Val (15 abril 1911): ASV Segr. Stato 249 (1911) 2. 50320 Merry del Val a Vico (26 abril 1911): ASV Nunz Madrid 696 (2) Tit VI Rub III Sez III 9B. c) Católicos y partido conservador en España Algunos entre los antiliberales consideraron que detrás de este fracaso estaba el partido conservador. Así lo pensaba José María Urquijo, fundador de La Gaceta del Norte. La coalición había sido el fruto de las manifestaciones contra la política anticlerical. Lo que no había conseguido la Santa Sede ni los obispos en años, lo había logrado Canalejas en pocos meses. Esto exigía una unión mayor de todos los católicos, especialmente del gran número de independientes que no estaba afiliado al integrismo o al carlismo. Aquí se podían unir muchas asociaciones católicas; seglares; sacerdotes; religiosos; y muchos obispos. Sin embargo, se opuso el partido conservador. Algunos de sus hombres más importantes, Pidal, el marqués de Vadillo o el marqués de Comillas, apoyaron la iniciativa. No hizo lo mismo su jefe de filas, Antonio Maura. No sólo no está dispuesto a poner en juego el turno de partido, sino que además había apoyado a Canalejas en sus iniciativas políticas. Con esta actitud, el partido conservador “se había divorciado de la opinión católica”. Los conservadores sabían cubrir las apariencias gracias al apoyo que recibían de algunos jesuitas y obispos, principalmente del obispo de Madrid. Afirman que en la Constitución no hay nada reprobable; y presentan a Maura como el mal menor. Esperan que éste regrese al poder, pero mientras y con intención de frenar a los más radicales, apoyan a Canalejas y “su política sectaria, que ellos la interpretan benignamente suponiéndola tan solo simples fuegos artificiales”. Siempre habían actuado de acuerdo a las indicaciones de la Santa Sede y por eso acudieron al cardenal Vives y Tutó, al nuncio y al primado. Así consiguieron organizar a los católicos y formar juntas conservadoras en toda España para que la opinión católica fuera escuchada. Fueron necesarios muchos esfuerzos y sufrir acusaciones. Después de todas las manifestaciones celebradas, esperaban que en el senado los obispos reaccionaran con una fuerte oposición a Canalejas. Sin embargo, no lo hicieron. Unos pensaron que el gobierno actuaría endureciendo su política anticlerical; otros porque consideraban que Canalejas estaba frenando el avance de la revolución, creían que era el mal menor y veían necesario apoyarlo. Esta actitud ambigua de los obispos provocó desilusión. Los obispos “seguían un rumbo completamente distinto”, actuando al margen de la sociedad católica. Todo esto estaba creando confusión. Por una parte desde la Santa Sede y la Nunciatura los animaba a seguir con las movilizaciones y la organización política de los católicos; por otra, los obispos ponían impedimentos para esto mismo. El capuchino Joaquín Llevaneras, hermano del cardenal Vives, había escrito a Urquijo para que constituyeran un centro católico dispuesto a “defender la Religión y la Patria”, sin pretensiones antidinásticas, pero con el objetivo de “poner fin a todas las demasías, así de liberales como de conservadores”. Esto evidenciaba cuál era el deseo del Vaticano. Sin embargo, se opusieron algunos obispos, principalmente el de Madrid, ayudado por los jesuitas y los conservadores que se presentan como verdaderos intérpretes de las indicaciones de Roma23. ¿Qué dividía a los católicos españoles en este momento? ¿Por qué una unión electoral era inviable? Ángel Ayala envió a Antonio Vico un análisis de la situación. La organización de los católicos tenía, según el jesuita, dos caminos: 1º al margen de la política. Era difícil, pero posible, debido a la ambigüedad política de los católicos que militaban en el partido conservador. Ayala ponía el ejemplo de lo sucedido con las escuelas libres. Cuando los conservadores estuvieron en el poder no hicieron nada para suprimirlas. Sin embargo, protestan y se manifiestan contra ellas cuando gobiernan los liberales. “¿Qué sinceridad podía haber en semejantes actos contra el partido liberal?”. Su actuación era más de oposición que defensa de los intereses religiosos. 2º dentro de la política. Algo imposible para Ayala. Es cierto que podría ser viable una unión entre integristas, carlistas e independientes, pero está la disputa por la jefatura del partido. Sin embargo, estos han establecido alianzas puntuales en algunas ciudades. También sería posible una unión circunstancial entre los católicos independientes de estos partidos con los dos partidos del turno, como también se ha hecho en algunos sitios. Ahora bien, una unión de todos los católicos independientemente del partido al que pertenezcan es, según el jesuita, absolutamente imposible. ¿El motivo? La disciplina de partido. Si los conservado- 23 Urquijo a Rafael Santa María (25 febrero 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 47-54. res se unen a otros católicos fuera del propio partido rompen con la disciplina del grupo; si no lo hacen, no siguen las normas para la unión electoral de los católicos dadas por la Santa Sede. ¿Cuál sería entonces la solución? Ayala cree que, para la organización política de los católicos sea una realidad, la Santa Sede debía dar su aprobación explícita a esta organización. Es decir, que dé permiso para la creación en España de un partido católico. Además es necesario que los obispos se mantengan al margen y no interpretar las normas a los católicos según sus criterios personales. Y, por último, terminar con las mutuas acusaciones entre católicos de distintos partidos24. Una vez más lo que estaba en juego era determinar si en España había que había que aplicar la tesis, en consecuencia la condena de toda forma de liberalismo; o bien, la hipótesis, entonces se permitía cierta flexibilidad para aceptar las leyes basadas en principios liberales. Lo primero exigía “la aplicación íntegra del dogma y de las prácticas católicas a la gobernación del Estado”; lo segundo admitía “al pueblo determinadas libertades opuestas al catolicismo”. Había otras opciones: la antítesis. Era el gobierno de las mayorías que prescindía de la Iglesia. En consecuencia, se admitía la soberanía del poder civil. Y “la persecución” cuando se gobernaba en contra de las enseñanzas de la Iglesia. ¿Quiénes representaban en España cada una de estas opciones? La tesis católica no la defendía ningún partido concreto. Por una parte estaban los carlistas que quería la monarquía con D. Jaime, quien ostentaba la jefatura del partido; otros pretendía la defensa de la tesis católica con Alfonso XIII; y un tercero, integristas, eran indiferentes a la forma de gobierno. La hipótesis era defendida por los católicos pertenecientes al partido conservador. La antítesis por el partido liberal democrático. Y la persecución era promovida por los republicanos. Teniendo en cuenta esto, ¿cómo debían organizarse los católicos? Las opciones eran dos. La unión en un partido “con la bandera católica desplegada”; o bien, apoyar al partido conservador. Según las normas que el cardenal Aguirre había dado al respecto a principios de 191025, había que aplicar la teoría del mal menor y garantizar que el candidato defendiera los intereses de la Iglesia. Esto exigía, para algunos, la vinculación de los católicos al partido conservador, de esta forma se conseguiría que hubiera “más bien católicos diputados, que diputados católicos”. Sin embargo, otros consideraban que la única opción era defender la tesis católica y formar un partido católico. Esto se apoyaba también en las indicaciones dadas por el arzobispo de Toledo, según el cual había que presentar candidatos propios siempre que fuera posible; y las instrucciones que había dado el papa a los integristas: “defender la tesis católica en España”26. Esto se había intentado en las elecciones provinciales de 1911 en varias ciudades para evitar la victoria de los republicanos. Los conservadores, en cambio, no quisieron colaborar. Estos se unieron a los liberales. Consiguieron que muchos católicos se retrajeran y el avance de los republicanos27. Así las cosas, desde la Santa Sede quisieron que la organización católica estuviera en manos de los obispos. Tenía que ser el arzobispo de Toledo como primado quien se pusiera a la cabeza del movimiento católico. Era la forma de evitar que los partidos políticos se apropiasen de la defensa de la Iglesia, excluyendo a los demás28. ¿Cómo veían desde el partido conservador la coalición antiliberal? Antonio Maura estaba convencido que la solución pasaba por mantener el turno de partidos. Esto exigía a los conservadores mantenerse dentro de la legalidad y no hacer experimentos. Romper “la armonía constitucional”, como pretendían los antiliberales, era peligroso no sólo para la nación, también para la Iglesia. Y por esto, por mantener esta armonía, Maura había dejado el poder tras la Semana Trágica de 1909. Los radicales estaban esperando que el jefe conservador extremara su postura para tener argumentos con los que atacar. Además, se preguntaba Maura, de haber actuado así, ¿cuántos de su propio partido lo hubieran seguido? Se hubieran producido disidencias y se hubiese debilitado la monarquía. Si tuviese la conciencia clara de que por el camino emprendido por la “extrema derecha” se salvasen los intereses de la patria y de la religión, lo seguiría de manera incondicional. Pero sabía que no Apuntes de Ayala a Vico (23 marzo 1911): ASV Nunz Madrid 696 (2) Tit VI Rub III Sez III 9B. cf. MARTINEZ ESTEBAN, A., op.cit, pp. 479-483. 26 Sobre las normas a los integristas y las consecuencias que esto tuvo (cf. Ibid, PP. 423-429). 27 Allegati al Dispaccio 651 Vico a Merry del Val: ASV Segr. Stato 249 (1911) 2, ff. 147-151. 28 Reservada. Merry del Val a Aguirre (7 abril 1911): ASV Segr. Stato 249 (1911) 1, ff. 106-107. 24 25 sería así. Era necesario unir a las fuerzas de la derecha para hacer frente a la revolución, pero había que poner condiciones. El único camino que estaba dispuesto a seguir era “dentro de la constitución y por los medios legales”. La extrema izquierda era audaz y violenta. Ahora bien, estaba seguro que no se conseguiría nada respondiendo del mismo modo. España ya había pasado por eso y los resultados no conducían a ningún sitio. “La paz verdadera únicamente se impondrá por la purificación lenta del ambiente social, de la opinión, con una acertada graduación moral legislativa dentro de la constitución. Con calma, con constancia y por el camino de la legalidad, no improvisada, sino bien cimentada en la opinión, mucho se llegará a hacer por la patria y por esos intereses que a todos nos son tan queridos”29. España era un país de mayoría católica. Ahora bien, no se podía identificarlos con carlistas e integristas. Es más, la gran mayoría o estaban afiliados a los partidos dinásticos o eran independientes, pero todos apoyaban la monarquía de Alfonso XIII. Antonio Maura había dado al partido conservador una orientación social. Había restablecido el principio de autoridad y propugnado leyes inspiradas en el cristianismo. Esto hizo que muchos católicos vieran en el partido conservador el mejor modo de participar en política. Eran conscientes de que las soluciones propuestas por el partido integrista y carlista no sólo no eran viables, sino que además no gozarían del consenso de la mayoría y serían mal vistas por los gobiernos europeos. La radicalidad anticlerical de la prensa liberal y la influencia, cada vez mayor, de la masonería convenció a muchos católicos de que era el partido conservador quien mejor defendía los intereses de la Iglesia y de la nación. Sin embargo, a pesar del empeño de muchos de estos católicos en seguir las indicaciones de los obispos, han sido atacados y difamados por carlistas e integristas. Estos presentan a los conservadores como liberales enemigos de la Iglesia y condenados por el Papa. Aseguran que Antonio Maura es católico practicante “para, llevando a Cristo dentro de su pecho, poder mejor venderle”. Se le compara con Lerroux, asegurando que aquel es más peligroso para la Iglesia que éste. Había grandes diferencias entre conservadores y carlistas-integristas. Mientras aquellos respetaban y seguían las normas dadas por el Primado, estos las obviaban y aplicaban las propias; y tachaban a los obispos de “liberales”. Aseguraban que un católico no podía ser en conciencia conservador. Cuando los conservadores acudieron a los obispos para resolver los conflictos, estos se mantuvieron al margen. En secreto aprobaban su actuación, pero públicamente no se atrevían a hablar porque, reconocían, no estaban apoyados por la Santa Sede. Esta ambigüedad de posturas exigía, según los conservadores, que en el Vaticano resolvieran el conflicto y carlistas e integristas no sigan provocando enfrentamientos y los católicos puedan actuar libremente en política30. Los conservadores, en su recurso a Roma, querían saber si era posible ser católico y liberal; si pertenecer al partido conservador era compatible con la doctrina de la Iglesia; si la condena del liberalismo incluía a aquellos que defendían el mal menor y acataban el poder constituido31. Ante la falta de orientación, algunos del partido conservador comenzaron a plantearse la necesidad de prescindir de las indicaciones vaticanas en materia política. El propio Maura no volvería al gobierno con la oposición de radicales y reaccionarios, si desde Roma no daban criterios claros a integristas y carlistas. d) Batalla de la opinión en España Toda esta polémica saltó a la prensa. La comenzó el magistral de Sevilla, Roca Ponsa, con un artículo en El Correo Español, órgano propagandístico de los carlistas. Aquí acusó de “liberalizantes” a los católicos que defendían la Constitución de 187632. 29 30 Sub-secreto Antonio Maura [s.f.]: ASV Segr. Stato 249 (1911) 2, ff. 77-78. Nota informativa [sin autor; sin fecha]: ASV Segr. Stato 249 (1911) 2, ff. 108-113. Eran cuestiones planteadas por José Luis GOYOAGA del partido conservador de Vizcaya a VIVES TUTO: Goyoaga a Vives y Tutó (18 noviembre 1910): ASV Segr. Stato 249 (1913) 10, f. 80. 31 32 cf. “El señor magistral de Sevilla”, en El Universo (19 enero 1911), p. 1. Respondió El Universo, periódico vinculado a los conservadores y órgano del Centro de Defensa Social, formado por católicos conservadores. Consideraban que la Carta Magna no defendía el liberalismo tal y como había sido condenado por el Syllabus de Pío IX. Al día siguiente, El Correo Español publicaba una carta del cardenal Moreno a Pío IX, fechada el 19 de marzo de 1876, en la que atacaba la Constitución de 1876. El director del periódico carlistas añadió algunos comentarios, asegurando que El Universo era un “ángel de las tinieblas, y órgano de Satanás”33. El periódico conservador defendió la Constitución. En ella se establecía la religión católica como religión oficial, aunque no estaba de acuerdo con que se hubiera aprobado la tolerancia religiosa34. El Universo, según los tradicionalistas, era antes maurista y dinástico que católico. Así lo demostró cuando no quiso apoyar a carlistas e integristas en su oposición a la ley del candado de Canalejas y aceptando la política liberal. Comenzaron aceptando el poder constituido; después aprobaron las alianzas con los liberales; a continuación quiso meter a todos los católicos en el partido conservador. En conclusión, “El Universo va por la pendiente y no se podrá detener”35. Los conservadores rechazaron la acusación. En las circunstancias políticas del momento, la monarquía era la mejor opción para España y sólo Maura podía defender los intereses de la Iglesia y de la nación36. Con motivo de las elecciones de marzo de 1911 y con la formación de la coalición antiliberal, el Correo Español y el Universo tomaron partido. El primero, como no podía ser de otra forma, a favor de la coalición. Ante la política anticlerical del gobierno había que unir a los católicos. Sin embargo, otros tenían miedo; “se empeñan en adormecer las conciencias de los demás pintando a Canalejas como un buen gobernante, apoyándose en la teoría del mal menor”37. El periódico conservador se querelló contra los tradicionalistas en el tribunal eclesiástico de Madrid. Intervino entonces Antonio Vico. Quería evitar que la polémica fuese juzgada por Salvador y Barrera, al que pidió que se eximiera y remitir el caso a Roma38. El obispo de Madrid recurrió al Secretario de Estado. Llevar este asunto a la Santa Sede crearía malestar y aumentarían los enfrentamientos. El problema, según el obispo de Madrid, estaba en el nuncio que estaba influido por el sacerdote integrista Fernández Montaña. Salvador y Barrera propuso que una comisión de cinco teólogos dictaminara los problemas doctrinales de los artículos de El Universo y según el resultado actuaría39. Merry del Val recordó al obispo de Madrid cuál fue la valoración doctrinal que Pío IX había hecho de la Constitución. No había que volver sobre la misma cuestión y ambos periódicos debían guardar silencio40. Por su parte, el nuncio Antonio Vico también envió a Roma sus impresiones sobre la polémica. El obispo de Madrid se había puesto al lado de los conservadores y se preocupaba más por los intereses de partido. Pero se equivocaba pensando que los católicos debían vincularse al partido de Maura para defender la monarquía41. Había datos más que suficientes, en la vida y obra del líder de los conservadores, que demostraban que los verdaderos católicos no podían unirse al partido conservador42. Las declaraciones de El Universo a favor de la Constitución hicieron que algunas asociaciones católicas pusieran en cuestión la catolicidad del periódico. A pesar de esto, el obispo de Madrid seguía sin llamar la atención del diario. El nuncio creía que detrás de esto estaba el jesuita Pablo Villada, con- cf. “Cátedra contra cátedra”, en El Correo Español (20 enero 1911), p. 1. cf. “La enseñanza de los maestros”, en El Universo (25 enero 1911), p. 1. 35 cf. “Rectificaciones de El Universo”, en El Correo Español (27 enero 1911), p. 1. 36 cf. “Dos criterios y dos conductas”, en El Universo (26 enero 1911), p. 1. 37 cf. “Situación de los católicos españoles”, en El Correo Español (28 febrero 1911), p. 1. 38 Vico a Salvador y Barrera (3 marzo 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) VI III III 9ª, f. 450. 39 Salvador y Barrera a Merry del Val (4 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 115-116.140. 40 49478 Merry del Val a Salvador y Barrera (10 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 117-118. 41 622 Vico a Merry del Val (7 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 170-172. 33 34 Junto con el despacho antes citado, el nuncio enviaba un escrito donde se analizaba, desde el punto de vista antiliberal, la trayectoria política de ANTONIO MAURA: Partido liberal-conservador. 100 puntos a meditar, (Durango, 1910). 42 fesor y amigo personal de Maura. Vico le llamó la atención y le exigió que se mantuviera al margen de cuestiones políticas y dejara actuar al nuncio en la cuestión de El Universo43. No sirvieron las advertencias del nuncio. El Universo volvió sobre los mismos argumentos. Publicó la carta de un sacerdote, antiguo carlista y persona cercana al duque de Madrid. El clérigo afirmaba que la situación política de España no permitía la defensa de la tesis católica, sino una acción que impidiera la llegada de la antítesis, la política radical al estilo francés. La carta terminaba con una defensa de la Constitución44. Vico pidió a Salvador y Barrera que amonestara al director del periódico por sus ataques a carlistas e integristas; y por poner en cuestión las condenas de la Santa Sede a la tolerancia religiosa admitida por la Constitución. Pensaba el nuncio que no podía esperar nada del obispo. Desoyendo sus indicaciones sobre la denuncia puesta contra El Correo Español, Vico recordó que Salvador y Barrera la había admitido45. En un nuevo artículo sobre la Constitución, El Universo reconocía que no era admisible la tolerancia religiosa; pero en el artículo 11 se reconocía también oficialmente la religión católica46. Una vez más, Vico pidió a Salvador y Barrera que frenara la publicación de estos artículos. Un católico estaba obligado a defender la doctrina del Papa y el Papa había condenado la tolerancia religiosa47. El obispo se desentendió. No había intervenido y se limitó a rogar al director del periódico que escribiera al nuncio48. Éste, en cambio, le exigió que, como obispo, censurase esos artículos49. El director de El Universo justificó ante Vico la postura de su periódico. Aseguró que alguien cercano al Secretario de Estado le había sugerido la necesidad de aclarar el sentido del artículo 11 de la Constitución sobre la tolerancia religiosa. Había tenido en cuenta la carta de Pío IX al cardenal Moreno, entonces arzobispo de Toledo. En ella se condenaba sólo la parte referida a la tolerancia religiosa. Sin embargo, el director del periódico atendió la demanda del nuncio y prometió no publicar más comentarios50. Vico tomó nota. El periódico había suscitado una polémica innecesaria. Sus comentarios eran contrarios a las indicaciones que la Secretaria de Estado había dado al obispo de Madrid 51. Además desde la Santa Sede nunca habían dado esas indicaciones a El Universo52. Eran las posturas irreconciliables, y las acusaciones mutuas cada vez mayores. Los conservadores aseguraban seguir las normas de actuación dadas por el cardenal Aguirre. Los antiliberales, considerados antidinásticos, estaban aprovechando la abundancia de mal para alzarse como defensores auténticos de la España católica y derribar la monarquía de Alfonso XIII. Es cierto que los antiliberales movilizaron a los católicos en contra de la política anticlerical, pero lo único que consiguieron fue radicalizar la postura del gobierno y marginar a las fuerzas de la derecha, donde había católicos dispuestos a defender a la Iglesia. Así se restaban fuerzas y la monarquía estaba perdiendo base política. Si se quería evitar una persecución religiosa había que sostener al Rey desde los partidos dinásticos. La única solución para evitar los conflictos entre católicos era, según los conservadores, seguir las indicaciones de los obispos; permitir la filiación a los partidos del turno sin ser acusados de malos católicos; y unir a los católicos al margen de los partidos políticos53. 623 Vico a Merry del Val (8 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 153-154. cf. “Una opinión sensata sobre la Constitución vigente”, en El Universo (10 marzo 1911) 1. 45 625 Vico a Merry del Val (11 marzo 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 12, ff. 156-157. 46 cf. “Sobre la Constitución política. Manifestaciones categóricas”, El Universo (12 abril 1911), p. 1 47 Vico a Salvador y Barrera (12 abril 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, f. 504. 48 Salvador y Barrera a Vico (12 abril 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, ff. 506-507. 43 44 Vico a Salvador y Barrera (12 abril 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, f. 508. Ese mismo día el nuncio informó a MERRY DEL VAL sobre artículos y actitud del obispo de Madrid: 658 Vico a Merry del Val (12 abril 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 13, ff. 27r-28v. 49 Rufino Blanco a Vico (15 abril 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, ff. 510-511. Vico a Rufino Blanco: (17 abril 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, f. 512. 52 Merry del Val a Vico (28 abril 1911): ASV Nunz Madrid 696 (1) Tit VI Rub III Sez III 9A, f. 514. 53 Nota dada por el Sr. Ibarra [sic] (18 abril 1911): ASV Segr. Stato 249 (1911) 2, ff. 114-121. 50 51 e) Respuesta de Roma a los políticos católicos ¿Por qué la Santa Sede prohibió la Coalición antiliberal? La creación de un partido católico en España ya fue vetada en tiempos de León XIII54. Cuando Pío X publicó su primera encíclica, E supremi apostolatus, hizo un llamamiento a los católicos para “restaurar todas las cosas en Cristo”, formando un partido de orden, el partido de Dios, “el que nosotros debemos fomentar y al que debemos llevar el mayor número posible de adhesiones”55. Cuando en España, Canalejas comenzó su política anticlerical, algunos entendieron que estas palabras del Papa eran una llamada a formar un partido, sostenido en principios católicos y antiliberal. Estaría formado por todos aquellos que quisieran defender a la Iglesia e implantar “el reino de Dios y su justicia”56. El objetivo de esta formación era la destrucción del liberalismo, siguiendo las enseñanzas de la Iglesia: condena de las libertades de perdición, del derecho nuevo y de la neutralidad de las leyes57. El proyecto parecía responder a las indicaciones del Papa. Sin embargo, desde el Vaticano, una vez más lo vetaron. ¿Qué había sucedido? En abril de 1907, Pío X pronunció un discurso a los nuevos cardenales, donde aseguró que unos rebeldes, bajo formas engañosas, profesaban y difundían graves errores. Defendían la autonomía de los católicos dentro de la Iglesia y hablaban de una caridad sin fe58. A finales de ese mismo año publicaba la Pascendi Domini grecis. La condena del modernismo no sólo afectó al estudio de la teología, sino también a las organizaciones católicas. Esto tuvo consecuencias, principalmente en Italia y Francia. En Italia, Romulo Murri, director de la Cultura Sociale, lideraba el grupo de la Lega Democrática Nazionale, enfrentado a los que propugnaban una política clerical dentro de la Obra de los Congresos. El grupo de Murri defendía el derecho de cada católico a conocer y profundizar la verdad cristiana de forma libre y personal59. El enfrentamiento estalló en el Congreso de Bolonia en noviembre de 1903. Un mes más tarde, Pío X publicaba unas normas dirigidas especialmente al grupo de Murri. En ellas estableció la obligación que todo escritor católico tenía de someterse a la autoridad del Papa y de los obispos; de someterse a la previa censura eclesiástica. Al mismo tiempo debían “hacer todo esfuerzo y todo sacrificio para que reinen entre sí caridad y concordia, evitando todo género de injurias y reproches”. Debían aceptar el recurso al obispo en caso de enfrentamiento entre periodistas católicos60. A la vista de lo sucedido en Bolonia Pío X disolvió en 1904 la Obra de los Congresos y llamó a los disidentes a que obedecieran a la Jerarquía, identificada con la Iglesia, para construir la civilización cristiana61. 54 55 cf. MAGAZ FERNANDEZ, J. M; La Unión Católica (1881-1885), Roma 1990, pp. 329-341. cf. PIO X, Epistola encyclica Supremi Apostolatus, ed. Acta, I, Roma 1905, p. 6. Era la propuesta que hacía el jesuita ABREU en “El Partido de Dios”, en El obrero y la Iglesia, VI, Madrid 1910, pp. 1-2. Sobre la polémica a la que dio lugar este artículo cf. MARTINEZ ESTEBAN, A., op.cit, pp. 593-600. 56 cf. “A los socios de la sección de Acción Católica del Centro de Social. Algo sobre la unión de católicos”, en ASV Segr. Stato, CCILIX, Madrid 1911, p. 33. 57 cf. “Discurso a los cardenales en el consistorio del 17 de abril de 1907”, en MUÑOZ IGLESIAS, S; Doctrina Pontificia, vol. I: Documentos Bíblicos, Madrid 1955, pp. 276-278. 58 Sabatier a Gallarati Scotti (1 octubre 1906), y cf. “Carte Sabatier alla Maisonnette -Carte Gallarati Scotti all’Ambrosiana”, en Fonti e Documenti, III, Roma 1974, p. 811. Amplia informacion tambien en el Centro Studi per la Storia del modernismo (Istituto di Storia dell’Università di Urbino). 59 cf. PIO X; “Fin dalla prima nostra encíclica”, en Doctrina Pontificia, III, Madrid, 1964, pp. 405-406; cf. ZOPPI, S; Romolo Murri e la prima democrazia cristiana, Firenze 1968, pp. 180-205. 60 Este fue el sentido de Il fermo proposito del 11 de junio de 1905, ante un intento de organizar de nuevo la Obra de los Congresos. 61 En Francia, después de la ley de separación de 1905, la actuación del grupo católico Le Sillon se puso en cuestión. Se consideraban un grupo laico que no necesitaba el permiso de cardenales y obispos para ser republicano y demócrata62. Fue condenado por la Santa Sede en 1910 por medio de una carta al cardenal Andrieu, arzobispo de París. La carta Nostre Charge Apostolique denunciaba, en primer lugar, “la pretensión de Le Sillon de substraerse a la autoridad eclesiástica. Los jefes de Le Sillon, en efecto, alegan que se desenvuelven sobre un terreno que no es el de la Iglesia; que no persiguen más que intereses del orden temporal y no del espiritual”63. El movimiento de Marc Sangnier se dividió. Por una parte los grupos juveniles bajo la autoridad de los obispos; por otra, el grupo político, al margen de la autoridad episcopal64. La coalición antiliberal había pedido libertad respecto al episcopado. Esto no se conciliaba bien con lo que, desde la Santa Sede, entendían como identidad católica. Ésta no podía estar al margen de la Iglesia identificada con Jerarquía. Los seglares, acudiendo en auxilio de la Iglesia, estaban sometidos a los obispos y estos, al Papa. Por eso el Secretario de Estado vetó una coalición antiliberal que pretendía ser autónoma65. En el caso español, además, la división entre los católicos exigió a la Santa Sede dar unas nuevas normas de actuación. Estas llegaron en abril de 1911, precedidas de una carta de Pío X al cardenal Aguirre, encargado de la organización católica. El Papa pedía a los obispos españoles que se mantuvieran al margen de las cuestiones políticas. No podían aprobar o desaprobar un candidato; ni intervenir en la formación de coaliciones; o establecer censuras previas a los periódicos políticos, sino que tenían que seguir las indicaciones de la Pascendi66. Las normas de Roma hablaban de: -la aplicación de la tesis frente a la hipótesis, -la defensa de la unidad católica de España, -la libertad de opción política por parte de los catolicos, -la no existencia de un partido exclusivamente católico, -votar a los candidatos que ofrecieran “garantías para el bien de la religión y de la patria, a fin de que salga elegido el mayor número posible de personas dignas”67. Las nuevas normas no consiguieron acallar la polémica. Una vez más la prensa tradicionalista, integrista y conservadora las interpretó de acuerdo a sus intereses. Hubo nuevas consultas a Roma. Desde la Secretaría de Estado respondieron que todo estaba dicho y que se atuvieran a lo indicado68. La solución llegaría, en parte, con la dimisión de los partidos dinásticos de 1914. La división de los partidos del turno llegó con la dimisión de Antonio Maura como jefe de los conservadores. Decidió retirarse de la vida política porque no estaba dispuesto a condescender con los errores de los gobiernos anteriores69. El Rey llamó a Eduardo Dato para que formara nuevo gobierno. La división del partido conservador entre datistas y mauristas favorecio una tendencia de los católicos independientes hacia estos últimos, especialmente cuando las diferencias entre integristas y carlistas eran mayores. El enfrentamiento entre liberales, por su parte, se palpaba en el conde de Romanones y García Prieto, disputandose el apoyo de los más radicales. La división entre republicanos, finalmente, en reformistas (dispuestos a aceptar la monarquía), y republicanos puros (dispuestos a no ceder en nada70), roturaba un nuevo escenario político. Estos datos ¿indicaban que se produciría en breve una trasformación de los partidos del turno? En todos ellos se estaba configurando una fuerza centrista. Desde la izquierda se podrían incorporar los cf. BARBIER, E; La décadence du "Sillon". Histoire documentaire, vol. II, Paris 1907, p. 75. cf. PIO X; “Nostre Charge Apostolique”, en AAS, II, Roma 1910, p. 609. 64 Jerôme de Genève a Benigni (10 junio 1910): ASV Fondo Benigni 8/ 1100/ 521-522. 62 63 cf. SARDELLA, L. P; Mgr. Eudoxe Irénée Mignot (1842-1918). Un eveque français au temps du modernisme, París 2004, p. 542. 65 Pío X a Aguirre (22 abril 1911): ASV Segr. Stato 249 (1911) 2, f. 131-132. Merry del Va a Aguirre (24 abril 1911): ASV Segr. Stato 249 (1913) 13, ff. 72-77. 68 50971 Merry del Val a Vico (3 junio 1911): ASV Segr. Stato 249 (1911) 4, ff. 33-34. 69 Maura ante el Rey. Documento importante: “ABC” (27 octubre 1913) 5. 70 167 Ragonesi a Merry del Val (2 enero 1914): ASV Segr. Stato 249 (1914) 1, ff. 21-25. 66 67 reformistas al partido liberal. Y desde la derecha se podrían unir los más liberales del partido conservador. Esto indicaría que desde la derecha habría una tendencia hacia los mauristas71. Todo esto hizo que volviera a plantearse la formación de un partido católico. La noticia salió en la prensa a propósito de un viaje del pretendiente legitimista a Roma. Según esto, Pío X habría pedido la creación en España de un partido conservador-católico dirigido por Maura, Vázquez de Mella y Azcárraga. El mapa político tendría tres fuerzas. Un partido conservador, en el que se unirían todas las derechas; el partido demócrata, con Melquiades Álvarez, García Prieto y Azcárate; y el partido liberal, encabezado por Eduardo Dato y el conde de Romanones72. La noticia fue desmentida pocos días después. El jefe político de los tradicionalistas, Vázquez de Mella, lo negó. Habían hablado Maura y él sobre la situación política y la crisis del régimen, pero sin llegar a un acuerdo73. Las elecciones siguientes, sin embargo, abrieron nuevas posibilidades de unión entre católicos. El modelo propuesto por el Centro de Defensa Social fue el italiano. Los resultados que allí habían obtenido los católicos demostraban que era posible la unión. Estos no se habían limitado a aplicar la teoría del mal menor y evitar el enfrentamiento entre candidaturas católicas, sino que los candidatos habían firmado una declaración por la que se comprometían a defender las creencias católicas frente a cualquier legislación hostil a la Iglesia. La Junta Central de Acción Católica, siguiendo ese ejemplo, propuso votar a aquellos candidatos que apoyaran un programa de cuatro puntos donde se defendía el derecho de los padres a la educación religiosa de los hijos; luchar contra toda política hostil a los religiosos; defender los derechos que la Constitución reconoce a la religión católica; y defender la unidad de la familia74. La propuesta de la Junta adquirió vigencia a partir del anuncio de las elecciones legislativas para el 8 de marzo. La posibilidad de una organización electoral católica, que no anulase a los propios partidos políticos, sería una solución adecuada para unir al gran número de fuerzas católicas existente en España. Se formaría un Comité central con conservadores, jaimistas e integristas, a cuyos candidatos sólo se les exigiría la defensa de los intereses religiosos en el Congreso. Era la forma de hacer frente al caciquismo y sacar del retraimiento a muchos católicos cansados de los manejos electorales del gobierno. La propuesta había conseguido unir a periódicos como El Debate, La Gaceta del Norte y El Universo hasta entonces enfrentados75. Pocos días antes de las elecciones, los mauristas presentaron sus candidatos con un programa católico-conservador. Enarbolaron la bandera católica en defensa de la religión, la dinastía y la patria contra las amenazas de la revolución76. El gobierno, como era habitual, consiguió la mayoría. Sin embargo, la sorpresa fueron los mauristas. Salieron convertidos en una fuerza capaz de reunir a las derechas. Habían conseguido despertar a una masa de votantes, hasta entonces pasivos, con un programa monárquico-católico y unir a carlistas, integristas, independientes y algunos liberales. Estos resultados podían ser el principio de una unión electoral católica. Además indicaban que se consolidaba la tendencia de los católicos hacia la derecha. En Madrid venció la candidatura del Centro de Defensa Social, que consiguió los votos de mauristas, integristas, jaimistas y de los propagandistas. Lo mismo sucedió en Zaragoza donde venció un católico independiente. Estos ejemplos comenzaban a seguirse en otras provincias españolas. 167 Ragonesi a Merry del Val (2 enero 1914): ASV Segr. Stato 249 (1914) 1, ff. 21-25. cf. “Sobre la transformación de los partidos políticos”, en El Universo (6 enero 1914), p. 1. 73 cf. “Declaraciones del Sr. Mella”, en El Correo Español (8 enero 1914), p. 1. 74 cf. “Circular. Junta Central de Acción Católica”, en ASV Segr. Stato, CCILIX, Madrid 1914, p. 33. 75 193 Ragonesi a Merry del Val (22 febrero 1914): ASV Segr. Stato 249 (1914) 1, ff. 29-30. 71 72 “En nombre de la Religión, de la Patria, de la Monarquía amenazadas por los bárbaros de las semanas sangrientas [...] vamos con juvenil arremetida, en los comicios de hoy, mañana donde sea menester, a interrumpir el sabroso refocilo de los que alumbran y calientan sus hogares con astillas del Trono, con hojas del Catecismo, con leña del árbol secular de la genealogía española... ¡Por la Cruz, por la Bandera y la Corona, salgamos todos como nuevos Quijotes a restaurar los ideales caballerescos tan estragados y marchitos en esta pública orgia de mercaderes y felones!”. (cf. “Manifiesto de los candidatos mauristas”, en El Universo (3 marzo 1914), p. 2). 76 Los comentarios sobre una posible disolución del partido jaimista confirmarían esta tendencia. Sus resultados donde había presentado candidatura propia no fueron buenos. Algunos diputados pidieron al nuncio que el Papa interviniera para que D. Jaime renunciase a sus derechos legitimistas. Entre los integristas se producía un movimiento similar. Todo apuntaba a que, en poco tiempo, se lograría la unión de todos los católicos77. Las elecciones de marzo marcaron la tendencia del movimiento católico español en el primer cuarto del siglo XX. Quienes se habían caracterizado por la lucha antiliberal bascularon hacia posiciones más moderadas. Se había logrado la adhesión de las fuerzas católicas al proyecto político maurista, donde descubrían una posible conciliación entre catolicismo y partidos dinásticos. El nuncio, al informar sobre estos hechos, aseguraba: “Il Maurismo si presenta come una grande speranza”78. El 22 de diciembre el nuevo Secretario de Estado, cardenal Pietro Gasparri, escribió al nuncio en España para que informara sobre el movimiento católico español, su relación con los obispos y, especialmente “cio che riguarda la scelta dei candidati e la tattica da adottarsi nei singoli casi”79. En España no existía una organización electoral católica. Las opiniones políticas de los católicos eran diversas y cada uno miraba por el interés de su propio partido. Se habían conseguido acuerdos puntuales entre carlistas, integristas y conservadores para hacer frente a liberales y republicanos. Desde el Congreso de Burgos en 1899 hasta las últimas instrucciones dadas por la Santa Sede, los obispos habían intentado la unión de los católicos en el terreno electoral sin conseguirlo. Se crearon, en cambio, el Centro de Defensa Social de Madrid y otras organizaciones parecidas de Barcelona, Burgos, Sevilla, Valencia o Jerez, que podrían ser en un futuro el germen de una organización electoral católica permanente. Había que tener en cuenta además el sistema electoral español. Se basaba en el caciquismo y la compra de votos. Esto influía en los partidos no gubernamentales y también en los obispos. En unas Cámaras de mayoría católica, el episcopado debería tener una mayor influencia. Sin embargo, a partir de las normas dadas por Merry del Val para que los obispos no intervinieran en la elección de los candidatos, estos se mantenían al margen de las cuestiones políticas. ¿Qué dirección debían tomar los católicos españoles? La solución no era fácil. El nuncio propuso potenciar los Centros de Defensa Social formado por católicos independientes. Las derechas se podían unir en una Confederación con un programa mínimo y constituir un organismo central con un número proporcionado de políticos de los llamados católicos80. Había un hecho claro, los católicos respondieron cuando habían visto peligrar sus intereses. Cuando la lucha social los obligó a salir a la calle se convirtieron en una fuerza que había hecho temblar a los gobiernos. Era necesario despertar de nuevo a la España católica y conseguir la organización que todos deseaban pero nunca llegaba81. Las elecciones de marzo de 1915 confirmaron la tendencia del voto católico hacia la derecha82. Los resultados en Madrid gracias a la unión de mauristas, integristas, carlistas e independientes lo estaban demostrando. Lo mismo sucedió en Valencia, donde se unieron los partidos de orden y venció la lista completa de candidatos. Todo esto “dimostra chiaramente la forza reale delle destre e la necessitá dell’unione, come saggiamente stabiliscono le ultime Norme della Santa Sede”83. “Tutto visto e considerato mi sembra potersi conchiudere che molti sono i timori, ma, secondo il mio umile sentire, sono maggiori le speranza di vedere in epoca non lontana una grande unione dei cattolici per la difesa della Chiesa é degli interessi generali della Nazione”: 205 Ragonesi a Merry del Val (21 marzo 1914): ASV Segr. Stato 249 (1914) 1, ff. 43-45. 77 78 258 Ragonesi a Merry del Val (24 junio 1914): ASV Segr. Stato 249 (1914) 3, ff. 98-100. 2252 Gasparri a Ragonesi (22 diciembre 1914): ASV Nunz. Madrid 732 (1) Posizione 57, f. 140. 80 384 Ragonesi a Gasparri (10 enero 1915): ASV Nunz. Madrid 732 (1) Posizione 57, ff. 142-150. 81 cf. “El año político. Las fuerzas políticas católicas. Su labor en 1914”, en El Debate (3 enero 1915), p. 1. 79 “... opinamos, humildemente, que los católicos, para ajustarnos a las Normas, debemos votar la candidatura maurista, cuyas personalidades son las más afines a nosotros en ideas y procedimientos, en amores y odios...” (cf. “Las derechas y las próximas elecciones”, en El Debate (3 marzo 1915), p. 1). 82 83 460 Ragonesi a Gasparri (19 marzo 1915): ASV Segr. Stato 249 (1915) 2, ff. 4-5. f) El Partido Social Popular No fue hasta febrero de 1919 cuando se planteó, de nuevo, la necesidad de crear un partido católico español. Fue El Debate quien lanzó la idea. Había que seguir el ejemplo de otros países europeos. El Zentrun, partido católico alemán; en Holanda o en Bélgica, los católicos habían unido fuerzas. Se habían constituido en un partido independiente que buscaba alianzas, no sólo con los afines, sino con todos aquellos que buscasen la paz y estabilidad de la nación. España necesitaba un partido que despertase a la sociedad y que resolviera los graves problemas del país84. En Italia el sacerdote Luigi Sturzo había fundado en enero de este mismo año el Partido Popular Italiano85. No había que crear una copia española de este proyecto, sino seguir “el espíritu, la orientación, la contextura y los procedimientos” de un partido que fuera capaz de contener el avance de la revolución y dar salida a los problemas sociales. En España esto era más necesario que nunca. Los partidos dinásticos se estaban desintegrando, era por tanto un nuevo partido que naciera, según la propuesta de El Debate, de la derecha. Había gente y programa. “¿Qué resta? Que unas cuantas personalidades, que ocho o diez figuras de relieve en la política de derechas se pongan de acuerdo para armonizar actuaciones”86. Este nuevo partido “católico-social” debe ser fruto de una unión circunstancial; organizado y unido, pero al mismo tiempo con la flexibilidad suficiente para que quepan distintas opiniones; y con la fuerza necesaria para hacer cumplir un programa mínimo87. ¿Cuál sería, según El Debate, este programa? En primer lugar la defensa de leyes favorables a la Iglesia; enseñanza católica en las cátedras universitarias; libertad de enseñanza, “para que las Órdenes religiosas […] implanten los propios métodos y tradicionales maneras”; “la representación proporcional” en las Cámaras; autonomía municipal y regional; “defensa de la instituciones sociales”88. Además debe ser confesional “en su doctrina y en su conducta”. Esto no significa resucitar las divisiones y polémicas entre católicos, sino garantizar “la ortodoxia de las soluciones que se den a los problemas sociales” y la sumisión a la Santa Sede y a los obispos89. ¿Quiénes formaría este partido? Podrían entrar mauristas, jaimistas, e independientes como base social. A estos se podrían unir gente del grupo de la Democracia Cristiana; de los Propagandistas; la Confederación Nacional Católica Agraria, asociaciones obreras católicas; los regionalistas catalanes; y personajes como Ossorio Gallardo y Goicoechea90. El Partido Social Popular se presentó en sociedad en diciembre de 1922. Quería reunir en una formación política a los católicos independientes mediante una organización de derechas. Con una organización asamblearia, defendían la autonomía política de los seglares, pero siguiendo la doctrina de la Iglesia y defendiendo la religión por encima de la política. Y en materia de educación, política interior recoge las aspiraciones de los conservadores91. g) Conclusiones finales sobre la Política Católica española El nuevo partido católico PSP nació para dar respuesta a la crisis de los partidos de turno y al bipartidismo de la cámara legislativa. Su vida fue efímera92, pero de su modelo tomaran ejemplo numerosos partidos futuros con ideales cristianos (sobre todo la CEDA católica de la II República, arrasadora en todas las elecciones republicanas). Había nacido con vocación social. cf. GARCIA ESCUDERO, J. M; El pensamiento de “El Debate”. Un diario católico en la crisis de España (1911-1936), Madrid 1983, pp. 608-609. 84 cf. FANELLO MARCUCCI, G; Luigi Sturzo. Vita e battaglie per la libertá del fondatore del Partito popolare italino, Milan 2004, pp. 41-60. 85 cf. GARCIA ESCUDERO, J. M., op.cit, p. 609. cf. Ibid, p. 610. 88 cf. TUSELL GOMEZ, J; Historia de democracia cristiana en España. Antecedentes y CEDA, Madrid 1974, pp. 110-113. 89 cf. Ibid, pp. 611-612. 90 cf. Ibid, pp. 612. 91 cf. Ibid, pp. 615-616. 92 Hasta el golpe de estado-1923 y posterior dictadura de PRIMO DE RIVERA. 86 87 Desde el comienzo de la Restauración alfonsina hubo quien identificó religión y política, convirtiendo a la Iglesia en un partido político. Otros buscaron medios para integrar a los católicos en el sistema, seguros que el camino marcado por León XIII era la aceptación del poder constituido y la colaboración leal con todos los hombres honestos. El Papa había denunciado a aquellos que pretendían apropiarse de su magisterio, utilizarlo con fines políticos, y prescindir de todas aquellas indicaciones doctrinales que no estaban de acuerdo con su ideología93. Los distintos intentos de unión y sus fracasos marcarían la tendencia política del catolicismo español al llegar la II República, decantándose por: -el posibilismo, o luchar por el mayor bien posible, -el mal menor, o defender aquello que conlleve un mal menor, -la unión circunstancial, al margen del régimen político. En esta dirección fueron orientando los obispos españoles a sus fieles a partir del 14 de abril de 94 1931 . Al final logro primar la legítima autonomía y la libertad política de los católicos. La Iglesia no se hacía solidaria con ninguna forma de gobierno. Todas eran legítimas, siempre y cuando respetaran los derechos y libertades de los ciudadanos. Nadie podía identificar la postura católica con una determinada ideología política; y nadie podía hacer un uso fraudulento del magisterio pontificio, apropiándose el título de católico95. Manuel Arnaldos Diócesis de Cartagena-Murcia Indice general: www.mercaba.org/GradodeHistoria/1.htm cf. ROBLES MUÑOZ, C; “Otro proyecto de la presencia de los católicos en política”, en Hispania Sacra, LX, Madrid 2008, pp. 735-741. 93 cf. CARCEL ORTI, V; Pío XI entre la República y Franco. Angustia del Papa ante la tragedia española, Madrid 2008, pp. 3-23. 94 “Muchas veces sucederá que la propia concepción cristiana de la vida les inclinará en ciertos casos a elegir una determinada solución. Pero podrá suceder, como sucede frecuentemente y con todo derecho, que otros fieles, guiados por una no menor sinceridad, juzguen del mismo asunto de distinta manera. En estos casos de soluciones divergentes, aun al margen de la intención de ambas partes, muchos tienden fácilmente a vincular su solución con el mensaje evangélico. Entiendan todos que en tales casos a nadie le está permitido reivindicar en exclusiva a favor de su parecer la autoridad de la Iglesia” (cf. VATICANO II, Gaudium et spes, n. 43, Roma 1965). 95