Una forma de trabajar la lectura en clase, por Antonio Vega. Es bastante frecuente a la hora de trabajar la lectura hacerlo -más o menosateniéndonos a pautas como éstas: En la lectura colectiva: un niño o niña va leyendo al tiempo que los demás siguen la lectura –muchos se pierden, aunque por diversas causas. A cada poco hacemos que continúe otro, etc. Vamos parando de vez en cuando y hacemos determinadas preguntas sobre lo leído y comprobamos que gran parte de nuestros alumnos se enteran perfectamente de lo leído. Otros muchos, no. Observamos también que aunque muchos niños responden claramente a preguntas que les hacemos nosotros o el libro, difícilmente captan el sentido global de lo leído. Finalmente comprobamos que por lo general siempre se enteran los mismos por lo que solemos quedar bastante decepcionados al terminar la lectura. Otras veces les damos más autonomía; dejamos que cada cual lea individualmente el texto, y tras la lectura les hacemos una serie de preguntas, y aunque podemos verificar que muchas veces –casi la mayoría- nos pueden responder perfectamente a las cuestiones propuestas constatamos que comprendido la globalidad; al tiempo que ocurre como en la propuesta anterior: siempre se enteran los mismos, y al finalizar la corrección terminamos con idéntica decepción que en el primer caso. Todos sabemos que los elementos básicos que intervienen en esta actividad son tres: el texto, el alumno y el maestro. Estoy convencido de cada uno de nosotros utiliza los mejores recursos de los que dispone a la hora de trabajar la lectura. Igualmente considero que si el alumno no comprende lo que lee, no es porque no quiera, sino porque no puede o no sabe. ¡Estaría encantado de poder comprender lo leído y responder eficazmente a su maestra! A veces pensamos que no comprenden por que no se fijan. ¿Pero saben dónde y en qué han de fijarse? ¿Los que si comprenden se fijan más? ¿En este proceso de fijación los alumnos actúan a nivel consciente? ¿Podríamos enseñar estrategias para obtener mejores resultados en la lectura? Honestamente creo que lo que realmente hacemos –aunque no nos damos cuenta- es evaluar –verificar- continuadamente lo que el alumno comprende de lo leído, y esa evaluación es innecesaria pues a priori sabemos los resultados que van a obtener cada uno de nuestros alumnos. El tercer elemento, el texto: ¿Es apropiada la lectura que propongo o propone el libro de texto para mi grupo concreto de alumnos? ¿Qué porcentaje de alumnos obtiene éxito con las lecturas que utilizo? ¿Podrían obtener mejores resultados si las lecturas utilizadas fuesen más asequibles? ¿Te son útiles las lecturas del libro de texto que habéis elegido en tu colegio? ¿Son fáciles, difíciles, …? ¿Has probado con lecturas más asequibles para la mayoría de tus alumnos? ¿Podría tener que ver el desproporcionado nivel de dificultad de los textos que utilizamos con el resultado que obtenemos? Desde mi punto de vista, la elección de los textos es clave. Un libro de texto no puede ser tan versátil que pueda ser válido para cualquier alumno, independiente del nivel cultural familiar o del estrato social al que pertenezca. Debemos utilizar textos que puedan entender la mayoría de nuestros alumnos. El éxito en la lectura facilitará el gusto por la misma. El fracaso diario en las actividades lectoras bloqueará el gusto por ella y con ello la posibilidad de poder aprender de manera autónoma. “Todos avanzamos gracias a los éxitos que vamos teniendo por el camino, ya que realimentarse del fracaso es sólo para personas excepcionales” ¿Y cómo trabajar la lectura en clase? Os voy a proponer una estrategia que a muchas personas nos ha dado extraordinarios resultados: Una vez elegida la lectura que vamos a trabajar el día siguiente, les digo a mis alumnos: ¡Chicos, esta es la lectura con la que vamos a trabajar mañana! ¡Atentos! Leo muy lentamente, con la entonación adecuada y en voz alta el texto elegido –ellos lo tienen delante. Posteriormente escribo en el encerado aquellas palabras que considero no puedan conocer o entenderlas en el contexto, y a la derecha un sinónimo que sí puedan comprender, haciendo que las escriban en el cuaderno. (Si les proponemos que las busquen en el diccionario pueden tener al menos dos problemas: que el sinónimo que encuentren no se ajuste al contexto, y que al parar la lectura para utilizar el diccionario, pierdan el hilo de lo leído, lo que les desconcierta aún más) Vuelvo a leer el texto una segunda vez, con lo cual entiendo que ya se ha comprendido, y que conocen -en el contexto- las palabras utilizadas. Ahora les indico que alguno de sus padres les vuelva a leer el texto –a los padres ya se lo comenté en la primera reunión que tuvimos; y a aquellos que no vinieron, le mandé un carta explicándolo, pues es necesario que los padres sepan claramente lo que exigimos de ellos aunque luego haya alguno que no actúe en consecuencia. Posteriormente él tendrá leerlo de nuevo al familiar que antes se lo leyó o a toda la familia si llega el caso. En este momento el niño ha escuchado la lectura tres veces y la ha leído una. Al día siguiente en la escuela podemos trabajar la lectura colectiva de otra manera. Todos saben de qué va lectura. El que lo desee –y serán bastantes- leerá en voz alta y con seguridad. Discutiremos de lo que el texto dice de manera explicita, de cómo podría decirse de otra manera, de lo que está implícito y no dice, de la opinión personal, de las relaciones causa-efecto, de las palabras con dificultad ortográfica, de otros posibles finales, de todo aquello que se nos pueda ocurrir. De esta manera estamos enseñando a comprender los textos, fijarse en lo que queremos, enseñamos a inferir, a entender la estructura de los relatos, a buscar nuevas aventuras y/o posibilidades a los personajes, a inventar finales diferentes y originales; y esto, creo, es lo realmente importante. Estas actividades, que considero de entrenamiento, no necesitamos evaluarlas. En la lectura, pienso que es mucho más eficaz plantearse objetivos de entrenamiento que objetivos de resultados. Pues cuando hay entrenamiento eficaz los resultados llegan irremediablemente; y plantearse objetivos de resultados sin entrenamiento puede ser desolador. Pues bien, después de trabajar unas 6 u 8 lecturas de la manera indicada, puedes hacer una primera evaluación, que seguro te sorprenderá. Y sigue la pauta. Pero recuerda: “Nada funciona mientras no lo practicas. Si quieres te lo digo al revés: La práctica siempre funciona, la repetición siempre funciona, el hacer pruebas siempre funciona. No existe mejor herramienta cerebral que la magia de la repetición. La repetición es la más poderosa herramienta de aprendizaje. Sin repetición no hay aprendizaje. Sin repetición no hay aprendizaje. Sin práctica no hay aprendizaje. Sin práctica no hay aprendizaje”. (Ricardo Ros)