Comentario del texto de Maquiavelo “Pero, siendo mi propósito escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente ir directamente a la verdad real de la cosa que a la representación imaginaria de la misma. Muchos se han imaginado repúblicas y principados que nadie ha visto jamás ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería hacer, aprende antes su ruina que su preservación: porque un hombre que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina entre tantos que no lo son. Por todo ello es necesario a un príncipe, si se quiere mantener, que aprenda a poder ser no bueno y a usar o no usar de esta capacidad en función de la necesidad”. (MAQUIAVELO, El príncipe. Trad. M. A. Granada, Madrid, Alianza, p. 83). Con respecto al texto: (a) sitúa al autor en su momento histórico, (b) señala el tema o el problema del texto, (c) indica las ideas principales, (d) muestra las relaciones entre ellas y explícalas. a) Maquiavelo (1469-1527) vive en una Europa que está sufriendo una profunda mutación (descubrimiento de América, emergencia de los Estados nacionales modernos, sensación de la necesidad de una reforma religiosa…) y en una Italia fragmentada en numerosos y débiles Estados y, por ello, escenario en el que diversas potencias extranjeras, como Francia o España dirimen su hegemonía militar y política. Con una sólida formación latina y una directa experiencia política en su Florencia natal, Maquiavelo aspira a que Italia se incorpore a la política global europea. b) El fragmento refleja dos cosas: el realismo que debe impregnar el estudio de la vida política y la separación entre la moral y la política. Por otro lado, se trasluce un poco su concepción de la naturaleza humana. c) Las ideas principales del presente texto son: 1. Es conveniente describir cómo realmente se hace política, y no dejarse llevar por la imaginación 2. “Como se vive” y “como se debería vivir” son dos cosas distintas. 3. Quien quiere hacer de bueno en todos los aspectos busca su ruina entre tantos que no lo son. 4. Por eso un príncipe, si quiere mantenerse en el poder tiene que aprender a poder no ser bueno, si ello lo exige la necesidad. d) Estructura: Maquiavelo en el presente texto realiza, en cierto modo, un razonamiento que esquemáticamente sería así: 1. Son dos cosas diferentes cómo realmente se hace la política y cómo, desde el punto moral, debería hacerse. 2. Es más útil (más científico) describir cómo realmente se hace la política. 3. Como el hombre, en lo tocante al poder, suele ser malo, quien vaya a la lucha por el poder intentando siempre ser bueno, labrará su ruina. Conclusión: el príncipe, para conseguir el poder o para mantenerse en él, deberá dejar a un lado la moral, si ello lo requiere la necesidad o la razón de Estado. d) Uno de los rasgos más característicos del pensamiento de Maquiavelo es su realismo, que le lleva a elaborar no teorías grandiosas sobre la política, Comentario del texto de Maquiavelo muy al estilo de su época, sino un análisis de la realidad política (de cómo se practica realmente la política). Para tal análisis Maquiavelo se apoya en su “lunga esperienza delle cose moderne” y en la “continua lezione delle antique”, es decir, en las observaciones que él mismo pudo hacer desde los cargos políticos que desempeñó en Florencia y desde las lecciones que nos ofrece la Historia. Lo que a Maquiavelo le interesa es conocer los mecanismos por los que, de hecho, se consigue el poder, se conserva o se pierde. “Mucho debemos a Maquiavelo y a otros como él que escribieron sobre lo que los hombres hacen y no sobre lo que deberían hacer”, decía Fr. Bacon valorando el realismo del secretario florentino. Efectivamente, como leemos en el texto, es más útil describir “cómo se vive” o “lo que se hace”. Este realismo maquiveliano es inseparable de su concepción de la naturaleza humana. Para Maquiavelo, según se aprende de la Historia, el hombre ha sido, es y previsiblemente será el mismo; no decae, pero tampoco mejora. Y esa inalterable naturaleza humana no es ni particularmente buena, ni particularmente mala. Virtudes y vicios se hallan desigualmente repartidos. Lo que ocurre es que cuando la actividad humana se centra en torno al poder, los vicios suelen oscurecer a las virtudes; la rapacidad, la insaciabilidad, el ansia de poder parecen ser algo constitutivo del ser humano y en especial en el terreno de la política. Donde se plasma mejor esta idea realista de la política que sostiene Maquiavelo es en su obra “El Príncipe”, una breve obra en la que describe la naturaleza de los jefes de estado y los mecanismos para adquirir y perder el poder, o para mantenerse en él. Se trata de un libro práctico, que pretende dar normas concretas de acción, o técnicas de la acción política, pero un libro en el que no se intenta moralizar; Maquiavelo descarta por completo la moral. Por ello, el príncipe, el político o el hombre de estado debe reunir una serie de cualidades para conseguir el poder, conservarlo o aumentarlo, que se resumen en su capacidad para aprovechar las situaciones, manipular los deseos y las voluntades para lograr el único fin del político: el poder. Para Maquiavelo ese fin (el poder) justifica todos los medios. De modo más concreto el príncipe ha de tener, entre otros los siguientes rasgos o cualidades: - ha de tener virtù 1 que habrá de combinarse con la fortuna o el azar. El poder se alcanza “o per fortuna o per virtù” decía el florentino. - ha de saber prescindir de la moral; los pactos se han de violar, si ello conviene para el triunfo del príncipe. - ha de ser realista y escéptico; cuanto se le dice debe analizarlo profundamente para ver qué hechos encubre. Además de estas cualidades, el gobernante ideal debe hacer que su interés coincida con el interés del Estado. Así, si cumpliendo su obligación hace daño a algunos en beneficio de la mayoría obtendrá la gloria, si, por el contrario se arredra propiciará inseguridad a todos e infamia para sí. Para terminar, Maquiavelo puede ser considerado padre la moderna ciencia política, pues él estaba convencido de que debía trabajarse en éste área como lo hacen las demás ciencias: recopilando datos, y tratando de explicarlos desde hipótesis que los hechos confirmarían o refutarían y prescindiendo de toda valoración moral. Los hechos son hechos y no valores. “Virtù” es una palabra que podría significar una intuición lúcida y, a la par, resolución incansable por la lucha política. 1