Pilares de la Educación. Por el Sr. D. Ignacio ESCANERO MARTINEZ Cuando Rabelais escribió que "... el niño no es un vaso que se llena; es un fuego que se enciende...", estaba insistiendo, como la inmensa mayoría de los maestros y pedagogos, en el principio básico que define el quehacer docente: la educación es algo más que la impartición de contenidos. Educar debe llegar a ser el arte de forjar el carácter y el intelecto de un ser humano, y dotarlo de autonomía suficiente para que logre razonar y decidir con la mayor libertad posible, para que alcance esa "soberanía personal", que es, a fin de cuentas, la más relevante de las soberanías. Sin embargo, esta capacidad de recibir educación no es patrimonio de muchas personas nacidas en algunos contextos geográficos de nuestro planeta. Hay países que aún claman por disponer de las dotaciones, siquiera mínimas, para abordar la formación y educación de sus ciudadanos, incluso en los niveles más elementales. Para alcanzar esta meta, se estima, según los últimos informes de la UNESCO, que se precisan nueve millones de docentes adicionales a los cincuenta millones existentes en todo el mundo, para que pueda lograrse el fin último de la enseñanza primaria y universal. Si a la precariedad económica se añade algún tipo de discapacidad, las diferencias se acentúan y las injusticias se hacen aún más evidentes. Ser pobre y discapacitado no es precisamente una garantía de éxito en nuestro mundo. Por eso, las Administraciones Educativas y los distintos Agentes de la Comunidad Educativa deben proteger, ayudar, velar..., mimar a los escolares discapacitados de nuestro país, de cualquier nivel educativo, procurando que éstos alcancen las cotas más altas en su formación, exigiéndoles a cambio una única contraprestación: su esfuerzo, su trabajo y su entusiasmo. La línea argumental recogida en los párrafos anteriores se halla más desarrollada en la publicación titulada "La Educación encierra un tesoro"- que representa un informe a la UNESCO por parte de la Comisión Internacional sobre Educación para el Siglo XXI, presidida por el Sr. Jacques Delors, ex Presidente de la Comisión Europea-. Tal publicación propone que los cuatro pilares de la educación que sustentan una adecuada y completa labor docente son: Aprender a conocer. Aprender a hacer. Aprender a vivir. Aprender a ser. Aprender a conocer.- La enseñanza secundaria y superior debe proporcionar a todos los alumnos el dominio de los instrumentos del saber, hecho tanto o más importante que la adquisición de conocimientos específicos. Puesto que el conocimiento es múltiple, resulta cada vez más utópico pretender conocerlo todo y se apuesta por la especialización, pero la especialización no debe excluir una cultura general. Una mente formada necesita una amplia cultura general y además tener la posibilidad de conocer a fondo un pequeño número de materias. En la enseñanza se debe favorecer la simultaneidad de ambas tendencias. Aprender a conocer supone aprender a aprender, ejercitando la memoria y el pensamiento. Ejercitar la memoria es cada vez más necesario ante la invasión de las informaciones instantáneas que difunden los medios de comunicación. Hay que ser selectivos en los datos que aprendemos "de memoria" pero hay que entrenar la memoria desde la infancia. Puede considerarse que la enseñanza básica tiene éxito si aporta el impulso y las bases que permitirán seguir aprendiendo durante toda la vida, no sólo en el empleo, sino también al margen de él. En definitiva, se trata de combinar una cultura general suficientemente amplia con la posibilidad de profundizar los conocimientos en un pequeño número de materias. Lo que supone, además, aprender a aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida. Aprender a hacer.- Aprender a conocer y aprender a hacer son indisociables puesto que hay que enseñar al alumno a poner en práctica sus conocimientos y adoptar las enseñanzas recibidas al futuro mercado de trabajo, cuyo camino, todos sabemos, que no es del todo previsible. En estos tiempos no puede darse a la expresión "aprender a hacer" el significado que tenía cuando se trataba de preparar a alguien para una tarea material definida. Hoy día, no sólo es necesaria una calificación determinada adquirida mediante la formación técnica y profesional, sino que además se requiere un comportamiento social determinado, aptitud para trabajar en equipo, capacidad de iniciativa, capacidad de comunicarse y de trabajar con los demás y afrontar y ser capaz de solucionar conflictos. En resumen se trata de adquirir no sólo una calificación profesional sino una competencia que capacite al individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Aprender a vivir juntos, aprender a vivir con los demás.- La educación tiene una doble misión: enseñar la diversidad de la especie humana y contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos. El descubrimiento del otro pasa forzosamente por el conocimiento de uno mismo, por consiguiente, para desarrollar en el niño y el adolescente una visión cabal del mundo, la educación, tanto si la imparte la familia como si la imparte la comunidad o la escuela, primero debe hacerle descubrir quién es. Sólo entonces podrá realmente ponerse en el lugar de los demás y comprender sus reacciones. El fomento de esta actitud en la escuela será fecundo para los comportamientos sociales a lo largo de la vida. Por otro lado, los programas de educación escolar deben iniciar desde muy temprano a los jóvenes en proyectos cooperativos en el marco de actividades deportivas y culturales, participación en actividades sociales, servicios de solidaridad... Además la participación de los profesores y alumnos en proyectos comunes puede ser una referencia para la vida futura de los jóvenes que enriquecerá al mismo tiempo la relación entre educadores y educandos. Aprender a vivir juntos supone desarrollar la comprensión del otro y la percepción de las formas de interdependencia - realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los conflictos - respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz. Aprender a ser.- Todos los seres humanos deben estar en condiciones, gracias a la educación recibida en su juventud, de dotarse de un pensamiento autónomo y crítico y de elaborar un juicio propio, para determinar por sí mismo qué deben hacer en las diferentes circunstancias de la vida. La función esencial de la educación es conferir a todos los seres humanos la libertad de pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginación que necesitan para que sus talentos alcancen la plenitud y seguir siendo artífices, en la medida de lo posible, de su destino. El desarrollo del ser humano, que va del nacimiento al fin de la vida, es un proceso dialéctico que comienza por el conocimiento de sí mismo y se abre después a las relaciones con los demás. La educación es ante todo un viaje interior, cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad. Aprender a ser para que florezca mejor la propia personalidad y se esté en condiciones de obrar con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad personal. Como resumen de los cuatro pilares de la educación podemos decir que mientras los sistemas educativos formales proponen dar prioridad a la adquisición de conocimientos en detrimento de otras formas de aprendizaje, importa concebir la educación como un todo. En esa concepción deben buscar inspiración y orientación las reformas educativas, tanto en la elaboración de los programas como en la definición de nuevas políticas pedagógicas. A estos pilares, el Sr. Mayor Zaragoza, Director General de la UNESCO, en la última reunión internacional de educación celebrada en Ginebra recientemente, añadió otro que tituló: "Aprender a emprender, que es el resumen de una acción educativa necesaria". Este compendio de buenas intenciones sería insuficiente si no existiese un marco normativo que regulase toda acción educativa dirigida a las personas discapacitadas. Así tenemos, en primer lugar, que la Constitución Española, en su artículo 49, encomienda a los poderes públicos la realización de una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los ciudadanos disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, debiéndoles prestar la atención especializada que requieran, amparándoles en sus derechos. Por su parte, la Ley 13/1982, de 7 de abril, de Integración Social de los Minusválidos, desarrollando el mandato Constitucional contenido en el mencionado artículo, da un paso más en lo que se refiere a la atención de las personas disminuidas en sus capacidades físicas, sensoriales o psíquicas, estableciendo para su educación una serie de directrices acordes con los principios de normalización de los servicios, integración escolar, sectorización de la atención educativa e individualización de la enseñanza. Posteado por: Celeste Portabarría. Sección 02 Bajado de: http://www.mec.es/cesces/ignacio.html