El compositor Como los padres de Debussy eran personas de vida inestable, la decisión de su hijo de hacerse músico no les preocupó particularmente. Nacido en St. Germain−en− Laye, cerca de París, el 22 de agosto de 1862, comenzó a estudiar en el Conservatorio de París a los diez años y ganó su prestigioso Prix de Rome a los 21. Su Cuarteto de cuerda (1893)− original en su concentración de la textura musical más que en el "desarrollo" temático, o rigurosa elaboración de las ideas musicales, parte tan esencial de la tradición musical austro−germana− fue estrenado por el renombrado Cuarteto Ysaye. El verdadero punto de inflexión en su carrera, sin embargo, llegó con el revolucionario Preludio a la siesta de un fauno (1894), para orquesta, que le trajo la fama en Francia y que le ayudó a alumbrar lo que hoy llamamos música moderna. Pero fue su ópera, Pelléas et Mélisande (1902)− también revolucionaria en su renuncia del realismo y en la cercanía de la música a los ritmos del habla del habla del texto de Maurice Maeterlink− la que otorgó al nombre de Debussy una reputación mundial. Sus obras orquestales más conocidas son los Nocturnos, El Preludio a la siesta de un fauno, el Mar, y las tres Imágenes (1905−12). También escribió muchas canciones notables y numerosas piezas para piano que han permanecido en el centro del repertorio, especialmente dos cuadernos de Imágenes (que no deben confundirse con las piezas orquestales), y dos libros de Preludios. La fascinante e intrincada Jeux (1913), un ballet escrito para los Ballets rusos de Diaghilev, fue su última obra maestra innovadora. Debussy tuvo una vida personal turbulenta. A los 18 años viajó a Italia como tutor musical de los hijos de Nadezhda von Meck, la protectora de Tchaikovsky, y se enamoró de su hija de 16 años. Ella le rechazó. Después de una relación con una mujer casada, vivió con otra mujer durante nueve años, durante los cuales mantuvo relaciones con algunas otras. Cuando finalmente se casó con una tercera, la mujer con la que había convivido intentó suicidarse, y cuando abandonó a su esposa por otra mujer más, su esposa intentó también suicidarse. Esta última mujer, Emma Moyse Bardac, la mujer de un banquero, se convirtió finalmente en la segunda esposa de Debussy y en la madre de su único hijo, una niña. Murió de cáncer el 25 de marzo de 1918 en París. Sólo Stravinsky había hecho tanto como Debussy para disolver las formas musicales tradicionales y para concluir con el predominio de la música austro−germana en Europa. Las obras Ya en su tiempo, el estilo musical de Debussy (y, aunque con una frecuencia algo menor, el de su compatriota y contemporáneo más joven, Ravel) ha sido identificado habitualmente con la etiqueta de "impresionismo", un término tomado bastante libremente de la pintura. Aunque se ha discutido a menudo su adecuación para describir música, fue el propio Debussy quien le otorgó crédito al afirmar que la música podía representar el juego de luces de manera fluida, mientras que la pintura podía presentarlo sólo estáticamente y, por lo tanto, de manera antinatural. El Preludio a la siesta de un fauno, inspirado por un poema "simbolista" de Stéphane Mallarmé (1876) del mismo título, fue escrito entre 1892 y 1894. Debussy dijo que la música estaba concebida para expresar "los deseos y los sueños del fauno en el calor de la tarde. Entonces, cansado de perseguir a las ninfas y a las náyades en su vuelo temeroso, se abandona a sí mismo a un sueño embriagador, lleno de visiones finalmente comprendidas" El sueño, en otras palabras, es la comprensión. La textura orquestal del Fauno es transparente: nada de una sólida sección de metal o percusión, a excepción de dos antiguos platillos tocados levemente. Las sonoridades nuevas y milagrosamente refinadas de esta obra maestra ayudaron a abrir las puertas de la música del siglo XX. Los sueños, de nuevo, son fundamentales en los tres Nocturnos, cuyo título parece haber sido sugerido por los Nocturnos "impresionistas" del pintor Whistler. Debussy escribió que su nombre había de interpretarse en un "sentido decorativono ha de entenderse que hace referencia a la forma habitual de nocturno, sino más bien a todas las diversas impresiones y a los efectos especiales de luz que sugiere el término". Probablemente comenzó los Nocturnos en la misma época que el Fauno pero no los concluyó hasta 1899. "Nubes", la primera pieza, está surcada por un vago desasosiego. Debussy describió el gradual desvanecerse de sus últimos compases como "una agonía gris, suavemente teñida de blanco". En contraste, 1 "Fiestas" es una pieza animada, pero las "fiestas" se ven interrumpidas por una marcha con sordina, a la que el grave acompañamiento de arpas, timbales y la cuerda en pizzicato le otorgan un aire de pesadilla− lo que devuelve al oyente al espíritu nocturno de la obra. "Sirenas" incorpora las voces, sin texto, de un coro femenino a ocho partes a unas resplandecientes texturas orquestales que anticipan la imagenería marina de El Mar. El Mar, sin embargo, marca otro punto de ruptura en el estilo de Debussy. "Del alba al mediodía en el mar"− el primero de estos tres "bocetos sinfónicos", como Debussy denominó a los movimientos, brillantemente construidos− es una serie de complejos episodios que recorren la gama expresiva de la quietud premonitoria a la plenitud del sol. En "Juego de olas", un tema suave, como de sirenas, se eleva sobre unos ritmos rápidos y agitados. La indicación de tempo de Debussy para el "Diálogo entre el viento y el mar" es "animado y tumultuoso": la pieza comienza con sonidos amenazadores de los timbales, el bombo y la cuerda grave. Más tarde, otro tema como de sirenas se eleva por encima de la agitación del mar, pero es aniquilado por el poderoso climax. Debussy y el impresionismo Como en la pintura, el Impresionismo señala en música un auténtico corte. Su enlace con lo anterior es inexistente y en sus técnicas y concepciones debemos buscar el punto de partida de los cambios del siglo XX. No es casualidad que sea Francia la nación que proporciona los grandes maestros. París había sido la capital del Impresionismo pictórico, que sin duda influye en los compositores, prestándoles incluso expresiones en los títulos (Reflejos en el agua) y a los propósitos (Pintar las nubes). Además, en la lengua francesa escriben los poetas simbolistas, que habían introducido en la poesía la ruptura de la métrica, el sueño y el misterio como argumentos. Mallarmé, Rimbaud y Verlaine afirmaban que el verso libre y la prosa ritmada traducían mejor las fluctuaciones del alma que la rima y la métrica tradicionales. Debussy y Ravel plasman en la música estos objetivos. Propósito fundamental del impresionismo musical será la descripción, mediante el sonido, de los elementos fluctuantes del paisaje (luces y sonidos). Debussy lo expresó de forma definitoria: El rumor del mar, la línea del horizonte, el viento en las hojas, el piar de un pájaro, despiertan en nosotros múltiples impresiones. Y repentinamente uno de estos recuerdos se expande fuera de nosotros y se expresa el lenguaje musical. Si para traducir esta realidad fugitiva, momentánea, los pintores les estorbaba el dibujo y a los poetas la rima, para los músicos constituye una traba la melodía, fundamental en cambio para la expresión de los sentimientos del Romanticismo, y la sustituyen por acordes sueltos, especie de manchas sonoras capaces de sugerir las atmósferas evocadoras. Mientras Wagner supone la continuidad del Romanticismo, Debussy representa la ruptura, la iniciación de un nuevo camino en el arte musical. Tras poner música a cinco poesías de Baudelaire, compone el poema sinfónico Preludio a la siesta de un fauno, en el que en torno a las sensaciones pesadas del fauno y la versátil agilidad de las ninfas se captan las palpitaciones luminosas de la atmósfera mediante sonidos breves como toques de pincel. Debussy escribe entonces: el color es armonía. En los Nocturnos, se continúa este propósito de captación de un paisaje vivo, en movimiento. En la última parte, Sirenas, con un coro femenino que emite una simple ondulación sin sílabas, encontramos su tema obsesivo, el mar, por el que sintió pasión y cuyo intento de representarlo mediante sonidos es paralelo a los reflejos pictóricos de los paisajes acuáticos de Monet. OFRENDAS A DIVERSOS DEL FAUNO. (Mallarmé) I.− El fauno soñaría himen y casto anillo sin las ninfas del bosque ni siquiera escuchar en es salón recoleto cuando el piano de cola 2 idéntico a tu ingenio, pasa del grave al tierno. II.− ¡Feo fauno! como pasa por los bosquecillos un tren que silba lo que, quedo, el caramillo suspira. ¿Irás, por exceso de llama, a pedir esta cuarteta torpe para acallarla? o, si él la dijera, peor aún. III.− Ese fauno, si te tuviese sentada en una arboleda no se dedicaría a inflar su flauta indecisa con la turbación dispersa de sus viejos pasos. IV.− Fauno, que en un claro del bosque te deslizas mientras duermes con cuatro versos agradece a Dujardin tu hermano normando. V.− Fauno, si adoptas un atuendo simple como el de las enredaderas Dujardin y yo, no póstumamente te popularizaremos. El Preludio a la Siesta de un Fauno está inspirado en este poema de Mallarmé, en el que se evoca la delicada atmósfera de los sueños de un fauno en una calurosa tarde de verano. Podría afirmarse que en el Preludio Debussy no se propuso ni descubrir ni pintar las imágenes bucólicas, lánguidas o evasivas del poeta Mallarmé, sino que trató de decorarlo libremente. Debussy 4 3