Algunas reflexiones sobre el cambio climático, Las ilusiones del crecimiento verde y El espacio de desarrollo Ulrich Hoffmann NO 25 Diciembre 2011 Las opiniones expresadas en este documento son las del autor y no deben ser tomadas como opiniones oficiales de la secretaria de la UNCTAD o de sus estados miembros. Las designaciones y la terminología empleadas son también del autor. Los documentos de debate de la UNCTAD se leen de forma anónima por lo menos un árbitro, cuyos comentarios se toman en cuenta antes de la publicación. Los comentarios a este documento están invitados y puede ser dirigida al autor, c/o al asistente de publicaciones, Políticas Macroeconómicas y Desarrollo de la Subdivisión de Políticas (MDPB), División sobre globalización y Desarrollo de Estrategias (DGD), La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Palais des nations, CH-1211 Ginebra 10, Suiza (Telefax N°: 0041(0) 22917 no 0274/ teléfono: 0041 (0) 22917 5896. Copias de documentos de debate también se puede obtener de esta dirección: UNCTAD website www.unctad.org ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO, LAS ILUSIONES DEL CRECIMIENTO VERDE Y EL ESPACIO DE DESARROLLO. Ulrich Hoffmann Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo RESUMEN Muchos economistas y responsables políticos abogan por un cambio fundamental hacia un “crecimiento verde” como un nuevo paradigma de crecimiento cualitativamente diferente que se basa en un mejor aprovechamiento de los materiales, de los recursos y de la energía, y en unos cambios drásticos en la combinación de las energías. El “crecimiento verde” puede funcionar muy bien a la hora de generar nuevos impulsos de crecimiento con una mínima carga medioambiental y facilitar cambios tecnológicos y estructurales. Pero ¿puede también reducir el cambio climático a la escala y al ritmo necesario, es decir, puede reducir de forma importante, absoluta y permanente las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial? En este artículo se argumenta que las limitaciones en el crecimiento, en la tecnología, en la expansión de la población y en la gobernabilidad, así como algunas cuestiones claves sistemáticas, ensombrecen la esperanza de un “crecimiento verde”. No debemos engañarnos: este enfoque tan evolutivo (y a menudo reduccionista) no será suficiente para enfrentarse a las complejidades del cambio climático; es más, puede incluso arrojar falsas esperanzas y excusas para no hacer nada especialmente importante que permita dar un giro de 180º a la cuestión de las emisiones de gases de efecto invernadero. Los partidarios de una revolución en la eficiencia de los recursos y un cambio drástico en la combinación de energías deben examinar la evidencia histórica y, particularmente, la aritmética del crecimiento económico y de la población. Además, deben percatarse que la transformación que se exige va más allá de la innovación y de los cambios estructurales y, de esta manera, se incluiría una democratización en el cambio económico y cultural. El cambio climático cuestiona la igualdad global de oportunidades para prosperar (es decir, la justicia ecológica y el espacio de desarrollo) y es, por tanto, un inmenso desafío en el desarrollo del sur y una cuestión de vida o muerte para algunos países en vías de desarrollo, los cuales se oponen cada vez más a una formulación sobre la protección del clima frente a la equidad. I. INTRODUCCIÓN Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), las emisiones globales de CO2 procedentes de la combustión de combustible han incrementado en 2010 en un récord de un 5,3%, tras un ligero descenso del 1,5% en 2009 fruto de la crisis financiera mundial. El total de emisiones de gases de efecto invernadero en 2010 se estima que aumentó más de un 6%, lo que supone un récord histórico (The Guardian, 2011 y AIE, 2011a: 7). Asimismo, y según las previsiones de los analistas de Pricewaterhouse Coopers (PwC), la intensidad del carbono a nivel global (es decir, las emisiones de carbono por unidad del PIB) aumentaron por primera vez en muchos años. “En lugar de ir tomando poco a poco la dirección correcta, nos vamos desviando hacia la mala” dijo unos de los analistas de PwC (Financial Times, 2011: 1). Al principio, la AIE esperaba que la reducción de las emisiones, a causa de la crisis, fuera mayor y que estos niveles se mantuvieran como forma de darle al mundo un respiro para que así los países se establecieran en la senda de un desarrollo bajo en carbono. En diciembre de 2010 en la cumbre del cambio climático de la CMNUCC celebrada en Cancún, y tras años de debate, los gobiernos finalmente accedieron a limitar para 2050 el calentamiento global a 2°; sin embargo, un considerable número de científicos advirtieron que, si se tenía en cuenta la tendencia actual de las emisiones de gases de efecto invernadero, ese objetivo estaba lejos de lograrse y que resulta mucho más factible un panorama de entre unos 3° y 5° de calentamiento (consúltese, entre otros, PNUMA, 2010; los proyectos actuales del AIE lo cifran en 3,5° pero sin llegar a excluir los 6°, AIE 2001b). Para ilustrar las implicaciones sumamente devastadoras de esta situación se debe recordar que la última vez que la temperatura terrestre estaba por encima de los 3° de media, hace más de tres millones de años en el periodo del Plioceno, el nivel del mar estaba 25 metros por encima del actual. La última vez que nuestro planeta estuvo por encima de los 4° de calentamiento, hace ya más de 55 millones de años al principio del periodo del Eoceno, la media del nivel del mar estaba 75 metros por encima del nivel actual (Su Alteza Real el príncipe de Gales et al.,2010: 44). Y este es uno de los mayores factores de riesgo, entre otros, también muy desalentadores. Con estos antecedentes, muchos economistas y responsables políticos abogan por un cambio fundamental hacia un “crecimiento verde bajo en carbono” para las próximas décadas y que se basa en un mejor aprovechamiento de los materiales/recursos/energías (MRE) y un giro en el consumo de las energías hacia unas fuentes renovables (ver, entre otros, PNUMA, 2011a). Sin embargo, dada la altísima cuota necesaria en la reducción de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (un 50% en los países en vías de desarrollo y un 85% en los países desarrollados) y la reducción proporcional en el consumo de los MRE, cabe plantearse si esta propuesta es realista: ¿tiene este “crecimiento verde” una naturaleza lo suficientemente baja por lo que respecta al uso del carbono y puede, por tanto, brindar la oportunidad de un desarrollo igualitario y garantizar la regeneración de la atmósfera? II. MÍTOS DEL CRECIMIENTO VERDE Conceptualmente, el “crecimiento verde” implica que el crecimiento económico se desvincula de la producción de los materiales y del uso convencional de las energías. Esto se debería lograr a través de un modelo cualitativamente diferente de crecimiento, en el que el efecto de la escala de crecimiento (donde también se refleja el crecimiento de la población) queda anulado por un cambio estructural y tecnológico. Sin embargo, lo que se necesita no es una desvinculación relativa sino una desvinculación total del crecimiento económico y de la producción de los MRE1 y todo esto a una escala sin precedentes en un periodo muy breve de tiempo: en los próximos veinte años. Para no exceder los 2° en el límite del calentamiento, se estima que la cantidad máxima tolerable a nivel mundial de emisiones de gases de efecto invernadero se sitúa alrededor de unas 750 toneladas brutas de CO2, y esto equivale a no más de 25 años de emisiones a los niveles actuales. (Hansen et al., 2008) 2. Según los defensores del “crecimiento verde”, una revolución en la eficiencia de los MRE y un cambio en la combinación de energías, a favor de la adopción de las energías renovables, supondría un cambio de 180º grados. Estos enfoques deberían funcionar en las empresas y en la industria nacional, ya que su base es la de una tecnología muy avanzada que implica una nueva restructuración y unos cambios drásticos en el consumo. El camino hacia el “crecimiento verde” debería ser un éxito a la hora de generar nuevos impulsos en un crecimiento con una mínima carga medioambiental y a la hora de facilitar el cambio tecnológico y estructural, lo que conlleva unos desafíos económicos, sociales y medioambientales (tal y como ilustra ampliamente el UNCTAD, 2010a). Este documento no pretende evaluar la efectividad de los “paquetes de estímulos ecológicos” como herramientas3 anti cíclicas o de mitigación de la crisis económica y/o financiera, sino que más bien intenta analizar si el “crecimiento verde” puede mitigar el cambio climático a la escala y al ritmo necesario, es decir, si conlleva una reducción significante, absoluta y permanente de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Por lo que a esto respecta, no hay ninguna duda de que el “crecimiento verde” realmente puede traer consigo una serie de cambios gigantescos, a la par que necesarios, pero con la limitación del tiempo. ¿Cuáles son las principales razones para ser escépticos? Una desvinculación “relativa” significa que el crecimiento de la tasa de consumo de los MRE (y de las emisiones de gases de efecto invernadero) es inferior al crecimiento del PIB. Sin embargo, una desvinculación “absoluta” implica una disminución en el consumo de los MRE (y de la emisión de gases de efecto invernadero) mientras que el PIB continua creciendo. 2 Para este periodo de 25 años se tiene en cuenta la fijación del carbón en la tierra, la biomasa y los océanos. 3 Para un análisis critico véase, Tienhaara (2009) A. La aritmética del crecimiento y los límites de eficiencia La primera cuestión es si los cambios que se necesitan son realmente factibles con el paradigma de crecimiento existente. Según la siguiente explicación, la intensidad en la producción del carbono a nivel global cae en la actividad económica de un 1kg/$ a 770g/$ (un 23% menos) en los 28 años que van desde 1980 a 2008 (una caída de alrededor de un 0,7% anual). En 2050 habrá en el mundo más de 9 billones de personas, y si se asume un crecimiento anual del 2% en el PIB hasta esa fecha – más lo que irán sumando los países en vías de desarrollo en el tema del PIB per cápita (la de la media Europea de 2007)4 –, la intensidad del carbono disminuiría a sólo 6g/$ de la producción, casi 130 veces menor que en la actualidad (lo que requiere una reducción media anual en intensidad de carbono de un 11%) para limitar el calentamiento global a 2°. Incluso si las tendencias recientes de la población mundial (en 1,4 % / año) se explotaron para el año 2050, la intensidad del carbono tendría que ser reducida a 36gCEO2 / $ - una mejora de 21 veces en el promedio actual (ver figura 1).5 Gráfico 1: INTENSIDAD ACTUAL DEL CARBONO POR PIB Y LÍMITE NECESARIO PARA LIMITAR EL CALENTAMIENTO GLOBAL A 2° FUENTE: Jackson, T (2009:81) y añadidos por el autor En retrospectiva, aparte de Alemania, durante un breve tiempo tras su reunificación en los años 90, Rusia es la única gran economía que ha reducido considerablemente las emisiones de gases desde 1990, si bien la razón principal se encuentra en el colapso de su industria pesada. La emisión de carbono en ese país cayó casi un 3% anual entre 1990 y 2005 (AIE, 2010a). El mundo, y no sólo un puñado de países con una tecnología muy avanzada, debería repetir la experiencia rusa y aplicarla de forma drástica hasta casi 3 veces más (e incluso así sólo se lograría limitar el calentamiento global a 3°). ¿Suena todo esto factible? 4 Incluso si se modifica de la manera generalizada, alcanzando el escenario de los países en desarrollo (es decir, que estos países llevan rápida industrialización a la UE PIB per cápita del 2007 y dejar que los demás países en desarrollo alcancen el PBI per capital actual de los países en desarrollo) la reducción necesaria de la intensidad de carbono no seria mucho mas baja que la rápida industrialización teniendo en cuenta que alrededor del 60% de la población actual del sur y el 50% de la del 2050. En el escenario 1, Jackson sigue ese enfoque, asumiendo un crecimiento de la renta muy alta de 5.10% para los países en rápido proceso de industrialización (Jackson, 2009: 80). 5 Para más información, véase Jackson (2009). 6 Para más información, véase Minqi Li (2008) A menudo no se ha tenido en cuenta que una reducción drástica en la intensidad de los gases de efecto invernadero debe producirse en un periodo de tiempo muy breve, es decir, en los 20 próximos años. Según los investigadores de McKinsey, la revolución del carbono debe ser tres veces más rápida que la productividad laboral en la industria en el periodo de la Revolución Industrial, durante la cual “los EEUU consiguieron una mejora del 10% en la productividad laboral entre 1830 y 1955. La diferencia fundamental es la línea temporal. Este incremento del 10% en la productividad se consiguió a lo largo de 125 años, mientras que la revolución del carbono debe producirse en sólo dos o tres décadas” (McKinsey Global Institute, 2008: 12-13). El segundo aspecto es que una mejora en la eficiencia de los MRE y una amplia disponibilidad de unas energías renovables más económicas provocarán un cierto “efecto rebote”, dicho en otras palabras, es probable que el consumo físico se incremente como resultado de los bajos precios y este giro hará que se ahorre dinero de consumidor o de la inversión de fondos (a menudo neutraliza entre el 10% y el 50% de las ganancias de los MRE)7, este aspecto muy marcado especialmente en los países en vías de desarrollo8. El resultado es poder lograr una desvinculación relativa de la emisión de gases de efecto invernadero de la dinámica del PIB, no obstante, está en duda si un masivo y claro descenso en el uso de los MRE es viable9. El efecto rebote puede ser teóricamente neutralizado por las tasas del carbono y los instrumentos del mercado, pero esto casi no se ha llevado a la práctica en los términos necesarios. La tendencia existente es la de un pensamiento demasiado lineal y la de unas propuestas que aumentan la eficiencia de los MRE, aunque su resultado a menudo sólo desvíe el problema; por ejemplo, en lugar de adoptar una nueva y sistemática actitud sobre el transporte en la que se redujera la necesidad de la movilidad y se favoreciera una red de transporte público y multimodal, la supremacía y la dependencia actual del transporte individual (mayoritariamente el coche)10, el transporte marítimo globalizado y los envíos aéreos se consolidan con mejoras técnicas como, por ejemplo, los coches eléctricos y ligeros o el uso de biocombustible en los coches y en los motores de aviones. Se pasa a menudo por alto que muchas de estas mejoras técnicas dependen del material, el cual es escaso o bien se necesita una gran intensidad de energía para producirlo o es difícil de reutilizar, reciclar o de deshacerse de él con seguridad. Según Bleischwitz et al., (2012:21) “el alza de la industria ecológica en el norte puede tener consecuencias negativas en el sur”, países desarrollados llevarlos a vías rápidas de extracción por encima de los sistemas ecológicos y socioeconómicos de las instituciones de las regiones y de abastecimiento de combustible, guerras civiles con rentas en los recursos. Incluso cualquier mejora técnica debe en ultima instancia, dar lugar a un menor consumo de MRE absoluta por unidad de producción a lo largo de la cadena de suministro, lo que parece ser la excepción y no la regla.11 sobre la base de un amplio estudio de las tendencias mundiales de materia de uso, Fischer-Kowalski(2010) llega a la conclusión de que la disociación relativa del consumo de MRE del crecimiento económico han sido gran parte de negocios como de costumbre y un conductor de crecimiento. Una desvinculación absoluta ha tenido lugar pocas veces y, hasta el momento, en unas tasas muy bajas en el crecimiento económico. Como Sarkar y Kern (2008:16) escribieron: “no podemos hacer desaparecer las leyes físicas, químicas y biológicas; por tanto, por lo que respecta a la productividad de los recursos hay unos límites en el crecimiento”. 7 El ahorro en la eficiencia puede quedar mermado a nivel nacional, pero también internacional, donde el ahorro de unos países puede quedar compensado de una forma excesiva por el consumo adicional de otros países. También existe el peligro de que la mejora de la eficiencia energética, combinado con un mayor despliegue de las energías renovables, pueda animar a los tradicionales productores de carburantes a incrementar los niveles de producción para prevenir las pérdidas de una futura bajada en los precios del carburante. 8 Para más información, consúltese Weizsäcker et al. (2009: 301–311). 9 Para un análisis exhaustivo de este tema, consúltese Dauvergne (2008: 35-47) y Foster (2003). 10 El total de coches que tendrá la población se estima que se doble del actual billón a los 2 billones en el año 2030. Actualmente se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero corresponden globalmente a 5.5 toneladas de CO2 .Incluso un ambicioso aumento del 40% por coche en la eficiencia de los carburantes será insuficiente para neutralizar la creciente flota global de coches. Bajo este escenario de eficiencia, las emisiones de gases de efecto invernadero se dispararán a 6,8 billones de toneladas de CO 2 hasta 2030 (Kohlmaier, Beemicker, 2011). En la India, hay actualmente 30 coches por mil habitantes; en China, el promedio es de 120 y en los países de la OECD es de 750. Si la India y China alguna vez alcanzaran un promedio similar al de los países de la OECD, estos dos países por si solos serían el hogar de 1,5 billones de vehículos y consumirían la producción actual de petróleo. Nadie debería creer que esta escala en aumento la podrán detener los coches ecológicos (Nair, 2011). Las Perspectivas de la Energía del Mundo de 2010 de la AIE planteaban que el transporte de combustible exigirá un crecimiento aproximado del 40% en 2035 (AIE, 2010b: 10). 11 Por poner un ejemplo, el Beetle de Volkswagen pesaba 730kg y tenía un consumo de carburante de 7,5l/100km en 1955. 50 años más tarde, en 2005, el mismo modelo tenía un peso de 1200kg y un consumo de carburante de 7,1l/100km (casi dos tercios del consumo con una mejora en la eficiencia del carburante de sólo un 5%; Paech, 2010). Gráfico 2 PROPORCIÓN DE EMISIONES DE CARBONO EN LOS PRODUCTOS (Porcentaje de emisiones totales a nivel nacional de países claves en vías de desarrollo y desarrollados en 2001) En tercer lugar, una parte considerable de ganancias de eficiencia de la MRE en los países desarrollados se ha logrado no por "física real ahorro" resultantes de cambios en la producción y las pautas de consumo/modelos, sino también por su "outsourcing" muy MRE de intensiva producción a los países en desarrollo (casi un cuarto de las emisiones de GHG relacionadas con bienes consumidos en los países desarrollados se ha contratado).12 De acuerdo con el Reino Unido, El Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales, entre 1990 y 2008, las emisiones de producción de GHG del Reino Unido disminuyo en 14% , mientras que las emisiones de consumo de GHG del Reino Unido aumento en 20%.13 Incluso un equipo de científicos de Oxford estima sobre la explicación correcta que permite a las importaciones y exportaciones, la huella de carbono de Gran Bretaña es casi dos veces mas alta que la cifra oficial (ej.21T CO2 eq/person/year instead of 11) (citado en Mackay, 2009:93). Las proporciones de CO2 de las importaciones netas de emisión de carbono de los países desarrollados, recientemente han oscilado para Grecia en 15% a casi 60% para Suiza (Aichele y Felbermayr, 2011:13). Alemania que es uno de los países más eficientes en recursos de ingeniería – inteligentes economías complejas, aumento sus recursos internos/eficiencia material por casi 14% en el periodo 2000-2007. Sin embargo, cuando se calcula como requisito total de material, incluyendo los flujos de materiales indirectos a través de la “Mochila ecológica del comercio internacional”, indica que la eficiencia del material solo mejoro en un 4% y el volumen físico del total de material/consumo de recursos, en realidad aumento en 134 millones de toneladas (Simon y Dosh, de 2010 y el Centro para la Eficiencia de Recursos y Protección del Clima, 010). Una comparación de la productividad material (es decir GDP, generado por unidad de consumo de material físico) entre la Republica de Corea y Chile, realizado por Dittrich en (2011), muestra que la primera era siete veces mas productiva que la segunda en el 2005, sin embargo tras la inclusión de material indirecto que fluyo en ambos países lo cual eran casi igualmente material productivo (en torno a US$250 EE.UU, por tonelada). Los autores advierten que por tanto,” amplios materiales basados en el flujo de indicadores es una condición previa para una evaluación completa de la productividad de consumo de recursos en un país, que evita los artefactos que producen debido al comercio internacional y la externalización de la producción industrial” (Dittrich et, al 2011:.30) la figura 2 resume de una manera auto explicativa las emisiones de carbono incorporadas en bienes exportados como la participación en el total de emisiones nacionales de varios países para el año 2001. 12 Según Peter et. al (2011), en términos de inventarios basados en el consumo, el 11% de crecimiento de emisiones mundiales de CO2, las emisiones entre 1990 y2008 pueden atribuirse al consumo en el anexo B (i.e , los países desarrollados) en lugar de un porciento de reducción de emisiones territoriales. 13 Ver www.defra.gov.uk/statistics/environment/green-economy/scptb01-ems/. En cuarto lugar, será técnicamente muy difícil de remplazar por completo los combustibles fósiles por energías renovables (ER). Energía eólica y solar, las dos fuentes de energías renovables y prometedoras, son variables e intermitentes y por lo tanto no pueden servir como “base de carga” de electricidad, lo que requiere una importante capacidad de electricidad convencional como copia de seguridad. También requiere material de entrada significativa en la producción de paneles solares y turbinas de viento y una mejora importante de la capacidad de almacenamiento, líneas de transmisión y la creación de redes de inteligencia, todo ello para elevar el consumo de materiales (y los costos relacionados), en algunos casos completamente agotador suministro de materiales estratégicos (para obtener mas información, consulte Achzet et al 2011)14. Por otra parte, dos tercios de los combustibles fósiles se utilizan como combustible para el transporte, para lo cual no es ningún sustituto real a la vista (los biocombustibles no pueden satisfacer mas que una pequeña fracción de la demanda mundial de combustible para el transporte) 15. Hanggi (2011) en un reciente libro advierte que un cambio en el mix energético no suele dar lugar a una situación directa de combustibles fósiles por combustibles renovables, mas bien la nueva energía probablemente se utiliza en paralelo con el anterior desde hace bastante tiempo (un fenómeno que se aplica a muchas innovaciones sociales), tanto como renovaciones técnicas, pero también relacionado con el antes mencionado efecto rebote. Por ejemplo el consumo mundial actual de carbón es más alto que antes de la era del petróleo, en comparación con el consumo de leña que se utilizo antes de la edad de carbón. Además, para asegurar el suministro confiable de electricidad, las estaciones de servicio que dependen de energía es probable que desempeñen un papel importante en la copia de seguridad de instalaciones eólicas y de energía solar (Ropke y Lippelt, 2011). Tampoco debe pasarse por alto que, a diferencia de los combustibles convencionales, las energías renovables por lo general solo se encuentra disponible en forma no concentrada, lo cual tiene que ser compactado o en términos técnicos, la reducción de entropía de un sistema16, que solo se puede lograr mediante el aumento de la entropía en otras partes. En términos prácticos de la energía renovable, lo que significa que uno puede más que el viento compacto solar, o la energía hidroeléctrica mediante el aumento de utilización de combustible o de materias primas17. Como resultado, la energía retornable sobre la energía invertida (EREI) es baja y, a veces incluso negativa para los combustibles convencionales, el EREI ha disminuido dramáticamente en las últimas décadas18. De acuerdo con Hall (2009:25-47), no es importante tener alternativas de energía renovable, si no que tienen (i) una densidad de energía suficiente (ii), transportabilidad (iii), el impacto ambiental relativamente baja por unidad neta entregada a la sociedad,(iv) un nivel relativamente alto EREI, y (v) se puede obtener en una escala que demanda la sociedad. Los autores subrayan que “debemos recordar que por lo general lo que queremos es que los servicios de energía, no en si la energía, que por lo general tiene poca utilidad económica intrínseca”. Mackay (2009:103-104) añade que “para un plan de energía sostenible, tenemos que tanto en las formas y cantidades de consumo de energía y la producción a la altura”. Conversión de la energía de una forma u otra… por lo general implica perdidas considerables de energía útil… las perdidas de conversión (en el Reino Unido, por ejemplo- añade el autor, representan del 22% del consumo total de energía nacional). 14 Solo un ejemplo: para satisfacer el consumo mundial de electricidad mediante energía solar de paneles fotovoltaicos en el año 2030 requería un consumo de cobre de 100-200 millones de toneladas, lo que se compara con un reciente nivel de la producción mundial de cobre de 15 millones de toneladas por año. Si aproximadamente de 900 millones en las cuatro ruedas de los vehículos en uso en todo el mundo se iban a convertir a la pila de combustible tecnológico de propulsión, el consumo resultante de platino seria alrededor de 27 mil toneladas, con una renovación anual de 2600 toneladas. Sin embargo, los recursos de platino actualmente conocidos son solo de 29000 toneladas. Incluso bajo el supuesto que las tasas de reciclado fueron 50%, los recursos, mundiales de platino se agotaran en 2 años. Situaciones similares se aplican a tierras traseras y algunos metales pesados, lo que es mas, su producción es altamente problemática del medio ambiente (Exner et.al, 2008:.68, 69,72), para obtener mas información consulte también Bleischwitz et, al (2012). 15 Las estimaciones de necesidad de la tierra para biocombustible varían ampliamente, pero, pero sobre todo depende del tipo de materia prima, ubicada geográficamente y el nivel de entrada y aumento de rendimiento. La enorme escala de necesidad de suelo para satisfacer la mezcla de biocombustible sin embargo, apunta a plantear un serio desafío competitivo para la tierra para la producción de cultivos alimentarios. Para remplazar el 10% del combustible para el transporte mundial la demanda por los biocombustibles de primera generación en 2030 se necesitaría el equivalente a no menos de 8 a 36% de la corriente mundial, las tierras de cultivo, incluyendo cultivos permanentes (UNEP, 2009). Esto contrasta con las recientes estimaciones de que solo alrededor del 5% de la tierra cultivable en el planeta no se utiliza (Kluger, 2010: 34-39).Por otra parte, un estudio reciente del Instituto de Relaciones Europeo de Política Ambiental sobre los efectos de indirecto uso de la tierra, asociados con el aumento del uso de biocombustibles convencionales que los estados miembros de la UE han previsto para dentro de sus Planes Nacionales de Acción de Energías Renovables hasta 2020 (es decir 10% de combustible para el transporte de consumo debería de provenir de recursos renovables), se llega a la conclusión de que alcanzar este objetivo seria llevar a entre el 80,50025 y el 167% mas de emisiones de GHG que satisfacer la misma necesidad a través de combustibles fósiles (Bowyer, 2010). 16 En la termodinámica clásica, el concepto de entropía se define por la segunda ley de la termodinámica, que establece que la entropía de un sistema aislado siempre se mantiene constante. La entropía es la unidad de medida que permite mediante cálculo, determinar la parte de energía que no puede utilizarse para producir trabajo. 17 Para más información, ver Sarkar (2009: 316-318) y Rundgren (2012: capitulo 6). 18 Para más información, ver Exner al (2008:60-79). En quinto lugar hay signos claros de escasez de petróleo y uranio que son propensos a elevar sus niveles de precios en el futuro. Sin embargo, “la cúspide petrolera” es poco probable que provoque explosiones extremas en los precios de los combustibles convencionales, que podrían dar lugar a pasos significativos en la eficiencia energética global. La razón es simple, el aceite puede ser remplazado con relativa facilidad por el carbón (y “no convencionales”19), las fuentes de las cuales tiene un alcance geológico de algunos otros 200 años. La licuefacción del carbono, utilizando la teoría clásica, permitiría la producción en masa de petróleo a precios de US$ 60-80 por barril, asumiendo que los precios de carbón, incluso de alto precio US$100 por tonelada corta (Von Weizsacker et al, 2009: 318). El potencial del calentamiento global de carbón es el doble de altura que la de gas natural y 50% mayor que el de aceite. 80% de la demanda mundial de carbón hasta el año 2030 se prevé que proviene de China y la India (IEA, 2007:43). La captura y almacenamiento de carbón (CCS) se encuentra en fase experimental temprana y por lo tanto siendo en gran medida no probadas, absorbe al menos el 20% de la energía generada por el poder de las plantas, reduce la tasa de eficiencia de toda la planta por lo menos ¼ y nunca puede estar disponible en escala suficiente en un futuro no muy lejano20. Sin embargo, como explico en mayor detalle mas adelante, dado el estado actual y futuro de las tendencias en el fuerte dominio de las plantas eléctricas de carbón y las emisiones de carbón relacionadas con la energía , sobre todo en China e India, los esfuerzos globales de investigación y la tecnología deben centrarse en neutralizar estas emisiones. En sexto lugar, las emisiones de gas de efecto invernadero, directos e indirectos de la agricultura, que son superiores a la de los sectores clave de energía intensiva (como el hierro y el acero, cemento, productos químicos o metales no ferrosos), e incluso superan a los del sector de la energía mundial (es decir, la generación de electricidad, el calor y la combustión de combustibles de otro tipo) 21, se prevé que aumente en casi 40% hasta el año 2030, en momentos en que una gota del mismo orden de magnitud se requiere. De ocupación del suelo, principalmente la deforestación, la degradación de la tierra, el monocultivo basado en la industria, practicas agrícolas, los biocombustibles a gran escala y de fabrica, como el ganado (y la alimentación animal asociado) producción que se basa en significativos externos (relacionados con el combustible) las entradas son las causas principales y las fuerzas motrices de la agricultura y las emisiones GHG. Esto llevo a Albert Bartlett a decir “La agricultura moderna es el uso de la tierra para convertir el petróleo en alimentos” (citado en Mackay, 2009:76) la tendencia dominante se esta acelerando a la luz del crecimiento de la producción y los cambios dietéticos. Los métodos alternativos de producción existen, pero requieren de una transformación radical que va mucho más allá de simplemente ajustar el sistema actual de agricultura industrial, sin embargo ¿Qué tan probable es el giro en U? En teoría, qué se requeriría para transformar el modelo de alta dependencia de entrada externa de la agricultura industrializada en un enfoque flexible de sistemas agrícolas sostenibles (regenerativos) que recreen continuamente las fuentes que usan y que consigan una rentabilidad y productividad del sistema más altas (no necesariamente de los productos individuales) con las mínimas entradas externas (incluyendo energía). Tales métodos de producción se centran en recrear y mantener la fertilidad del suelo y la materia orgánica relacionada con el suelo. De este modo podrían, por un lado, reducir drásticamente las emisiones de GEI, y, por otro lado, llevar a la absorción de altos volúmenes de carbono por parte de la tierra en forma de materia orgánica del suelo, que, por sí mismo, podría marcar un salto cualitativo para la mitigación22 y adaptación al cambio climático. Sin embargo, la magnitud en que los métodos de producción modificados tendrían que ser adoptados, la importante gestión y los desafíos de la estructura del mercado, en particular a nivel internacional, plantea retos considerables para poder aplicar la transformación de largo alcance necesaria. Para nombrar sólo uno, existen intereses creados muy poderosos de las grandes empresas operativas a nivel mundial que dominan actualmente los mercados de entrada agrícola para mantener el status que de los métodos de producción agrícola de alta dependencia de entrada externa23. Séptimo, el aumento de la población mundial en un 35% aproximadamente, que pasaría de 6.900 millones en 2010 a unos 9.300 millones hacia 2050 (ONU/DESA, 2010), conllevará un efecto escalada de producción y consumo, aumentando significativamente la presión en el cambio estructural, el progreso tecnológico y cambiando los patrones de consumo para neutralizarlo. Este aumento del 35%, combinado con un incremento de cuatro veces en la producción per cápita (e incluso asumiendo que el mundo rico no creciese más) subiría el tamaño de la economía mundial en unas seis veces (Sachs, 2009). Mientras que es un hecho que los países que tienen mayor crecimiento de población son los que hasta ahora han contribuido menos para las emisiones de GEI, ello sólo se debe a que sus poblaciones continúan viviendo en la extrema pobreza. En otras palabras, el crecimiento de la población no tiene importancia para el consumo de recursos ni para las emisiones de GEI mientras esas personas sigan siendo pobres, manteniendo los mínimos niveles de consumo. Pero comienza a tener gran importancia si la comunidad internacional tiene la ambición de reducir la pobreza entre los países con poblaciones en rápido crecimiento. Octavo, la enorme descarbonocización de la economía y de la vida humana solo será alcanzable si los actuales patrones de consumo, los modos y estilos de vida son también objeto de un profundo cambio. El consumo en general necesita llegar a ser más desmaterializado y descarbonocizado, así como estipulado por una toma de decisiones más apropiadas y conscientes. Según un reciente estudio mundial del PNUMA (el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) sobre estilos de vida sostenibles, “crear estilos de vida sostenibles significa replantearse nuestras maneras de vivir, cómo compramos y lo que consumimos, pero, no se trata solamente de eso. También significa replantearse cómo organizamos nuestra vida diaria, variando el modo en que socializamos, intercambiamos, compartimos, educamos y construimos identidades. Se trata de transformar nuestras sociedades hacia una mayor equidad y vivir en equilibrio con nuestro entorno natural.” (PNUMA, 2011 b: 6). Sin embargo, en realidad, llegar tan lejos y que haya cambios duraderos será muy difícil de lograr 24. La globalización de tendencias y patrones del insostenible consumo occidental, la tendencia a un mayor contenido de proteína animal en la comida, y un alto grado de movilidad alcanzados por los sistemas de transporte, modernos pero consumidores de carbón, son solo tres ejemplos de lo muy duro de roer que es el frente de consumo. Lo que es a menudo subestimado por los defensores del “crecimiento verde” es el hecho de que cambiar el consumo y los estilos de vida concomitantes necesita ser entendido como una cuestión social, actuando en equidad, no solo como una cuestión medioambiental. Como Vermeulen (2009: 25) lo resumió, “en la búsqueda de soluciones al sobre-consumo, necesitamos concentrarnos en las sociedades y en las estructuras como un todo, más que en sus acciones individuales. Las soluciones a corto plazo pueden servir para mejorar las eficiencias en los modelos existentes de producción y consumo (cambios reformistas). A largo plazo, sin embargo, lo que se necesita es un replanteamiento de cómo y qué consumimos (cambios transformistas). Además, Khor (2011:23) enfatiza correctamente que los patrones de consumo no cambiarán significativamente al menos que también cambie la distribución de los ingresos. “Según haya más potencial para incrementar la productividad por unidad de recursos naturales empleados, esto se lleva a cabo con igual o peor patrón de distribución de ingresos; así, el rico puede consumir los mismos productos y servicios lujosos y en mayor cantidad, aunque cada unidad pueda ser más eficiente energéticamente. Porque con el mismo patrón de distribución, el pobre no tendrá todavía acceso a lo básico. Así, se necesita una mejora en el patrón de distribución de ingresos si se quieren alcanzar objetivos sostenibles de desarrollo. La distribución equitativa de ingresos como objetivo se convierte en urgente según los recursos se van agotando hasta niveles críticos, y el espacio “atmosférico” para los gases invernadero se desvanece rápidamente. En esta situación de crisis medioambiental, la irracionalidad de los patrones existentes de consumo se hacen incluso más evidentes.” Para añadir a todos los factores enumerados arriba, en un mundo con carbono y limitación de recursos, uno se queda con las opciones políticas de: I) limitar el crecimiento de la población II) reducir el crecimiento de los ingresos per cápita en los países desarrollados y el abandono del desarrollo de la recuperación del Sur. O, III) el cambio drástico de los patrones de consumo. Mientras en teoría el progreso tendría que hacerse en estos tres frentes, en realidad, como se ha señalado anteriormente, es altamente improbable que esto se materialice, aparte del hecho de que eso sería consolidar grandes injusticias. 19 “El gas no convencional” o mas bien los gases no convencionales, a partir del difícil acceso (deposito en piedra de la arena – “hermético a gases”– o en arcilla o pizarra de piedra –“el gas de esquisto”), es cada vez mas como sustituto del petróleo. Grandes depósitos de “el gas no convencional” se cree que existe en EE.U, Australia, China, India e Indonesia. A parte del bajo EREI, “gas no convencional” tiene un impacto ambiental significativo, en particular con la contaminación de las aguas subterráneas, las fugas de metano y la probabilidad de terremotos que causan. (Para obtener mas información, consulte Franken y Kriener, 2011; Financial Times, 2011:2). Según un estudio reciente del Centro Nacional de EE.UU para la investigación atmosférica (Wigley 2011) el cambio del carbono al gas no convencional como fuente de energía podría resultar en calentamiento global. 20 De acuerdo con Rundgren, el IREI de la CCS es muy bajo “producirá energía de solo el 50% mas de lo que consume, por lo general es una de las formas mas ineficientes de producción de energía, y por lo tanto también aumenta el consumo de energía enormemente al contribuir a una disminución cada vez mayor de recursos de combustible” (Rundgren, 2012: capitulo 7). Además de la absorción, menos una quinta parte de la energía generada a nivel de una planta de energía, CCS, además se requeriría la construcción de unas tuberías para CO2 bajo tierra, instalaciones de almacenamiento y la adecuada preparación y sellado de las instalaciones de almacenamiento. En este momentos el costo de una tonelada de CO2 eliminando el CCS, se estima en unos 50€ (Tembrock, 2011:35), la evidencia reciente sugiere que la inversión de la planta de energía cuesta casi el doble de los dispositivos mediante la adicción de CCS (Von Herold y Hirshhausen, 2010:4). 21 Si las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la producción agrícola, los cambios relacionados con el uso del suelo, y las emisiones de procesamiento de alimentos, embalaje, transporte y venta al por menor, así como el desperdicio de alimentos, las emisiones totales se calculan para tener en cuenta casi la mitad de todas las emisiones de gases de efecto invernadero globales (GRAIN, 2012). 22 Según un estudio de ensayos de campo por Leu (2012), la agricultura orgánica, por ejemplo, conduce a la absorción de entre 0.5 y 8 toneladas de CO2 por hectárea de promedio, pero pueden ser alcanzados niveles por encima de las 30 toneladas con una utilización más amplia de abono (el amplio uso de abono no sería en cambio auto sostenible). Si la agricultura orgánica se aplicase a nivel mundial, ello podría conllevar la absorción de dióxido de CO2 a través de la materia orgánica del suelo por encima de 110-120 Giga toneladas de CO2 por año, más del doble de las emisiones actuales mundiales de Gases de Efecto Invernadero, de 49 Gt CO2-eq (no deberíamos dejar sin comentar que la más alta fertilidad del suelo y la actividad biológica relacionada podría incrementar las emisiones de algunos GEI sin CO 2; la suficiente disponibilidad del abono podría ser también un problema). Una presunción segura es que si se aplicase a nivel mundial, la agricultura orgánica podría ser al menos carbono neutro. 23 24 Para más información, ver Hoffmann (2011) y Daño (2012). Limitar el calentamiento global en unos 2 grados requeriría una reducción global per capita de emisiones CO2-eq de no más de 2,2 toneladas por año. Éste es el equivalente de unos 6 Kg de CO 2-eq por dia. Basado en la intensidad de los niveles actuales de carbono, una persona tendría que limitar su consumo total a unos 40 Km de ir en coche o a un día de aire acondicionado o a comprar dos camisetas nuevas (sin ir conduciendo a la tienda) o a hacer dos comidas. Para más información, ver McKinsey Global Institute (2008:12). B. Gestión y restricciones de mercado. Sin duda, los drásticos y rápidos cambios requeridos para lograr la absoluta reducción permanente y sin precedentes de las emisiones mundiales de GEI, requieren una visión clara, una estrategia sólida y una aplicación coherente. Sin embargo, en la práctica seguimos muy lejos de ello. El régimen climático internacional (aunque sin alternativa) no está prestando aún un método lo suficientemente efectivo y coherente. La brecha entre las quejas y la realidad de la política climática internacional se está ensanchando. No existen realmente alianzas pioneras enérgicas para acelerar el establecimiento del post-fósil, estructuras transnacionales (WBGU = Wissenschaftlicher Beirat der Bundesregierung Globale Umweltveränderungen = Consejo Asesor Científico sobre Cambio Climático, 2011). El tan alabado balance de la Conferencia sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas en Durban en Diciembre de 2011 podría haber sido una victoria de la Realpolitik* y casi la última oportunidad de rescatar la supervivencia del diálogo internacional sobre el clima, pero ha hecho poco para que las medidas de mitigación sean efectivas de modo que las emisiones mundiales de GEI alcanzarán su pico hacia 2020, lo cual es apremiante para mantenerse dentro del segundo límite de calentamiento. Una vez más, las decisiones para actuar sobre una efectiva mitigación fueron pospuestas25. Según Fatih Birol, economista jefe de la AIE (Agencia Internacional de Energía), “potencialmente, ya nos llega el agua por las rodillas. Todavía tomamos decisiones y seguimos prometiendo que nuestros pies seguirán secos” (citado en Kriener, 2011). 25 Para una evaluación a fondo del balance de la conferencia de Durban, ver IISD (2011) y Sterk et al. (2011). Además, la reciente crisis financiera y económica apenas ha sido aprovechada como una oportunidad para el tan necesario giro de 180º. De hecho, incluso durante la crisis mundial el consumo de MRE ** se ha incrementado y las emisiones de GEI no cayeron, impulsado principalmente por el crecimiento de los países de rápida industrialización26. Más aún, la deuda pública actual y la crisis financiera en numerosos países de Europa, Estados Unidos y Japón, probablemente complica el tan necesario cambio tecnológico y estructural. Por otra parte, ello muestra que el crecimiento impulsado por la deuda de acumulación capitalista vinculado a una disociación de los estados financieros y de la economía real, es insostenible (la crisis subprincipal de los Estados Unidos y los mercados españoles de la vivienda son solo dos ejemplos destacables27). Por otro lado, bajo el capitalismo, las etapas de severa crisis económica ocurren también cuando las distorsiones y asimetrías económicas entre la oferta y la demanda son superadas temporalmente, cuando surgen radicalmente nuevas estructuras económicas y se adoptan tecnologías rompedoras28. A pesar de ello, esto requeriría un particular rol proactivo de los gobiernos para el apoyo y estímulo del desarrollo de C y T ***, acelerando y suavizando el cambio estructural (incluso en el mix energético) y alentando un cambio drástico en los patrones de consumo y de estilos de vida29. Los Gobiernos de los países desarrollados especialmente afectados por la crisis se encuentran en cambio en una apretura presupuestaria, siendo obligados a reducir drásticamente el gasto público y la inversión de los próximos cinco años, aumentando las tendencias de deflación y de recesión de las economías afectadas30. La mayoría de estos países serán incapaces de lanzar unos grandes paquetes económicos o estimulantes de la restructuración como se hizo en la crisis de 2008-200931. 26 Como se ha mencionado al comienzo, las emisiones de CO2 mundiales relacionadas con la energía disminuyeron en un diminuto 1,5 por ciento en 2009, siendo en cambio sobre compensado por el aumento de otros GEI, en particular provenientes de la agricultura. **MRE. Comida envasada precocinada. (N. de la T). 27 En los Estados Unidos, la hipoteca en relación al PIB ha subido del 61% del PIB en 1994-1997 al 101103% en 2007-2008. Sólo el 4% de las nuevas casas son compradas en efectivo. Para más información, ver Rundgren (2011: capítulo 26). 28 Para un análisis más elaborado, ver Hoffmann (2010). ***C y T: Ciencia y Tecnología. (N de la T.) 29 Según el WBGU (Consejo Asesor Científico sobre el Cambio Climático)(2011:15), el requisito más importante para las inversiones en tecnologías y en infraestructuras bajas en carbono , son condiciones en un marco de política energética, clima estable y largo plazo, con objetivos ambiciosos, por ejemplo dentro del ámbito de la legislación de protección del clima o de una estrategia para la descarbonocización. Aparte de la fijación de precios del carbono y de la eliminación gradual de las subvenciones para los transportistas de la energía fósil, debería garantizarse la financiación de tecnología específica, y deberían ser de obligada introducción unos estándares de eficiencia para edificios, vehículos y productos consumidores de energía, o ser más estrictos. Por ahora, incentivos fiscales.”. 30 Los esfuerzos para el bajo coste público para afrontar y mantener un cambio en los patrones de consumo deberían ser por lo tanto más prometedores. Sin embargo, aparte de algunas acciones puntuales, esto no está sucediendo. 31 Como dijeron Mueller y Bullard (2011: 12), “las condiciones económicas actuales – sin nada en el Norte y en auge en el Sur- hacen difícil para los países en desarrollo y también para los desarrollados emprender una acción eficaz sobre el cambio climático ya que, bajo las condiciones de crecimiento impulsado en mayor parte por combustibles fósiles, existe una compensación efectiva entre la mitigación y el desarrollo entendido como crecimiento”. También es importante apreciar que el PIB no es un indicador adecuado del progreso de la sociedad humana. Para establecer incentivos correctos y eficaces para reducir drásticamente el impacto medioambiental del crecimiento económico, es obligatoria una modificación de la medición del funcionamiento económico y de prosperidad o bienestar, como se pone de manifiesto en el reciente informe de la Comisión para la Medición del Funcionamiento Económico y del Progreso Social, solicitado por el presidente francés. El informe declara que “lo que nosotros medimos afecta a lo que hacemos; y si nuestras mediciones son erróneas, las decisiones pueden resultar distorsionadas. Las alternativas entre impulsar el PIB y proteger el entorno pueden ser falsas alternativas, una vez que la degradación medioambiental se ha incluido adecuadamente en nuestra medida de funcionamiento económico. De modo que también, a menudo hacemos deducciones sobre lo que son buenas políticas al mirar que esas políticas promueven el crecimiento económico; pero si nuestras medidas del funcionamiento son erróneas, así también pueden serlo las deducciones que hacemos” (Stiglitz y al., 2009:7). El mensaje clave del informe es que ha llegado el momento de que nuestro sistema de medición cambie su empeño en medir la producción económica para pasar a medir el bienestar de la gente. A este respecto, el informe hace algunas recomendaciones específicas: - Cuando se evalúa el bienestar material, se debería mirar a los ingresos y al consumo más que a la producción. - Se necesita enfatizar en la perspectiva de los hogares. - Ingresos y consumo deberían ser considerados junto con la riqueza. - Necesita darse más importancia a la distribución de los ingresos, del consumo y de la riqueza. - Las medidas de los ingresos para actividades que no sean de mercado deberían ampliarse. - Las medidas de la salud de las personas, de la educación, de las actividades personales y de las condiciones medioambientales deben ser mejoradas. - Los indicadores de la calidad de vida en todas las dimensiones cubiertas deberían evaluar las desigualdades de una manera integral. Ya existen algunos indicadores alternativos, tal como el Indicador Genuino del Progreso (GPI), el Índice de Planeta Feliz (HPI) o el Índice del Bienestar Económico Sostenible (ISEW)32. El último calculado en Alemania para el período 2000 a 2006, por ejemplo, muestra una disminución del 7%, mientras el PIB estándar se incrementó en el 6% en el mismo período (Zieschank and Diefenbacher, 2009: 789). El Sistema de las Naciones Unidas de Cuentas Medioambientales-Económicas (SEEA) será lanzado en un marco estadístico internacional de cuentas en 2012. El SEEA es un sistema satélite del existente Sistema de Cuentas Nacional (SNA) que aplica las definiciones del SNA, las directrices y los enfoques prácticos del SEEA33. No hace falta decir que reformar el sistema de medición del rendimiento económico y del progreso social a lo largo de estas líneas será una tarea difícil. Debería ser simplista asumir que tal ejercicio es puro cambio cosmético, técnico o estadístico, en la recopilación y cálculo de los datos. Mejor dicho, será una lucha de fuerzas contra aquellos que son beneficiados económica, política o ideológicamente por el sistema de cuentas actual, el cual no refleja numerosos costes ni beneficios medioambientales ni sociales. Lo que es más, no se debería perder de vista el hecho de que “las empresas no están intentando hacer crecer el PIB, intentan aumentar su beneficio o simplemente sobrevivir a la competencia…Y esto seguirá igual incluso si las sociedades tiran el PIB como una medida” (Rundgren, 2012; capítulo 31). Las estructuras de mercado existentes están también complicando la transformación “verde” de las economías. Por ejemplo, desde un punto de vista sistémico, una parte considerable de la energía renovable puede (y debería) ser desplegada de un modo local, descentralizado, evitando muchas de las inversiones necesarias en nuevas redes, las pérdidas en la transmisión y hacer coincidir la oferta con la demanda34. Pero, el dominio del mercado por unas pocas compañías energéticas conduce a que se dé preferencia unos enfoques centrales, basados en una red, que retienen su poder de mercado (parques eólicos lejos de la costa o los proyectos propuestos para grandes instalaciones de energía solar, por ejemplo, en el Sahara hay casos de esto). De manera similar, un puñado de empresas agroalimentarias operativas a nivel mundial, que dominan el pienso del mundo, mercados agroquímicos y biotecnológicos tienen un interés en mantener los métodos de producción agrícola altamente dependientes de la entrada externa (para más información, ver Daño , 2012). La externalización de los costes medioambientales y la subvención masiva de las industrias dependientes de los combustibles fósiles, y los accesos a la industrialización, se han convertido en una parte fundamental de la economía de mercado capitalista. Más en general, existe un problema sistémico de libre beneficio de los “productores tradicionales” que toman la ventaja de toda clase de subvenciones “perversas” y de incentivos mal administrados. Por el contrario, los productores sostenibles, que quieran destacar por sí mismos, tienen que adquirir (y pagar por) la evidencia de que ellos han encontrado de verdad criterios de sostenibilidad específicos (generalmente reflejados en parte en estándares voluntarios de sostenibilidad). Son como ovejas en una jaula de leones. En ausencia de un cambio sistémico, este dilema de los prisioneros sólo puede ser contrarrestado por los sobreprecios de bienes y servicios producidos de manera sostenible, o por subvenciones públicas en reconocimiento (todavía externalizado) a beneficios medioambientales, porque los ahorros a través de los métodos de producción sostenible son a menudo insuficientes o llegan demasiado tarde para compensar los importantes costes de inspección, auditoría y certificación, relacionados con los estándares de sostenibilidad. Así, la situación actual de los sobreprecios, subvenciones y pagos por servicios medioambientales está lejos de ser satisfactoria, y muchas acciones siguen siendo esporádicas36 32 Para una visión general, ver Lawn (2003: 105-118). 33 Para más información, ver http://unstats.un.org/unsd/envaccounting/seea.asp 34 Para más información, ver Robert y al. (2010) 35 Las subvenciones anuales de consumo por las energías fósiles se estiman en 300 mil millones-500 mil millones de dólares americanos (WBGU, 2011). Según el Instituto Postdam para la Investigación del Impacto Climático, los países del G-20 subvencionan cada tonelada de CO2 con cerca de 9 dólares americanos, lo cual es superior al actual precio en los mercados de comercio de emisiones (Edenhofer, 2011). 36 Según Rundgren (2012: capítulos 26 y 27), “la mayoría de las externalizaciones son parte de un plan de negocio del capitalismo industrial…Para intentar cargar la responsabilidad a alguien más, otras personas de las futuras generaciones, para comprar barato y vender caro (ya sea en trabajo, materia prima o bienes ya preparados), para apropiarse de recursos comunes para la explotación o para el vertido, es sólo el negocio normal… Creer que los precios podrían incluir todos los costes externos medioambientales y sociales, no es realista”. Cuadro 1 PRINCIPALES CONCLUSIONES DE UNA EVALUACIÓN DEL SISTEMA DE COMERCIO DE EMISIONES DE LA UNIÓN EUROPEA (ETS) 1. El ETS ha fallado para reducir las emisiones. Las empresas han recibido sistemáticamente generosos permisos para contaminar, lo que significa que no tienen obligación de recortar sus emisiones de dióxido de carbono. Un superávit de alrededor de 970 millones de estos derechos de emisión desde la segunda fase del plan (2008-2012), el cual puede ser usado en la tercera fase, significa que los contaminadores no necesitan tomar ninguna acción interna hasta 2017. En el contexto de la Hoja de Ruta de 2050 de la Unión Europea se discutieron propuestas para limitar este superávit, pero se fueron a pique como respuesta a la presión de las industrias de energía intensiva. 2. Las empresas pueden utilizar 1.600 millones de los créditos de compensación en las fases II y III, la mayoría derivados del Mecanismo de las Naciones Unidas para un Desarrollo Limpio. Por encima del 80% de lo usado hasta la fecha proviene de proyectos de gas industrial, los cuales admite la Comisionada para la Acción sobre el Cambio Climático de la Unión Europea Connie Hedegaard, que tiene “una falta total de integridad medioambiental”. La Comisión demoró una prohibición en el uso de este dinero para gas industrial hasta abril de 2013. 3. El ETS es un plan de subvención para los contaminadores, con la asignación de permisos para contaminar más cercanos a una política de fijarse en la competencia que en lo que respecta a lo medioambiental. Las compañías poderosas ganaban obtuvieron unos beneficios inesperados estimados en 19.000 millones de euros en la fase I, y que parece que van a aumentar a 71.000 millones en la fase II. Las subvenciones para la industria de energía intensiva entre las dos fases podrían sumar más de 20.000 millones de euros. Esto ha resultado en su mayoría en más altos dividendos de los accionistas, con muy poco de lo inesperado invertido en infraestructuras de transformación de energía. 4. La tercera fase del ETS todavía verá importantes subsidios pagados a la industria, además de la subasta de permisos en el sector energético. La presión de la industria ha dado lugar a que más de tres cuartos de la industria manufacturera reciba permisos gratuitos, lo que podría producir al menos 7.000 millones de euros en ingresos inesperados anualmente. Las compañías energéticas presionaron con éxito por una cantidad estimada en 4.800 millones de euros en subvenciones para la Captación y Almacenamiento del Carbono (CCS), con una pequeña cantidad para energía “limpia” que incluye agro combustibles. Además, la Comisión está llevando a cabo una revisión de las reglas de su “ayuda estatal” que podría mirar la concesión de subvenciones financieras directas a las empresas que reclaman que el ETS daña su competitividad. 5. La aviación será incluida en el Plan desde 2012. El sector recibirá el 85% de los permisos gratis, y el coste del carbono proyectado es muy inferior a las equivalentes desgravaciones fiscales por combustible de aviación. La inclusión en el ETS se aplica sólo a las emisiones de CO2, lo que oscurece el impacto mayor de los vapores y de otros gases. Fuente: Carbon Trade Watch y Corporate Europe Observatory (2011). Un cambio sistémico tendría que comenzar lógicamente por quitar los “perversos” incentivos y canalizar parte de los ahorros hacia sistemas de ayuda para la producción sostenible. En ausencia de esos pasos, la única alternativa a seguir es la creación de acuerdos internacionales medioambientales relacionados con las materias primas (ICREAs) que formen un sistema de gestión internacional, en el que los “contaminadores o non-performers” cobren por liberar fondos “de apoyo” para facilitar la promoción de la producción sostenible37. Aunque es mucho lo que se requiere, corregir estos “fallos” seguirá siendo ilusorio, al menos dentro del corto espacio de tiempo necesario para controlar el cambio climático. Los tan cacareados instrumentos basados en el mercado para la internalización de los costes por emisiones de GEI, en particular el comercio de emisiones, que hasta ahora han caído también muy por debajo de las expectativas. Una reciente revisión del ETS de la Unión Europea extrae conclusiones que dan que pensar: “El comercio de emisiones es la medida barco-insignia de la Unión Europea para luchar contra el cambio climático, y está siendo un rotundo fracaso. En teoría, proporciona un medio barato y eficiente para reducir los gases de efecto invernadero dentro de un límite cada vez mas estrecho, 38 , pero en la práctica se ha premiado a los mayores contaminadores con beneficios inesperados, mientras se han minado los esfuerzos para reducir la contaminación y adquirir una economía más equitativa y sostenible”. Los graves defectos y deficiencias incorporados de la tercera fase del ETS hasta 2017 no contribuirán a los drásticos recortes necesarios de emisiones de GEI (ver cuadro 1). Muchos ecologistas argumentan que lo que se necesita para revertir urgentemente los recursos y la intensidad del impacto medioambiental del crecimiento capitalista es reflejar debidamente el valor de las existencias de capital natural, mediante la introducción de una serie de instrumentos reguladores y de mercado como límites obligatorios, impuestos por contaminar, tasas por utilizar los recursos, la tapa y el comercio en contaminación. Mientras que a primera vista parece bienintencionado, tales medidas corren el riesgo de perpetuar los defectos sistémicos del sistema (como se ilustra en la tapa de comercio por encima.39 37 Para más información, ver Kox (1993). 38 Lo que a menudo se pasa por alto en este sentido es que los derechos de emisiones y los servicios de ecosistemas estén adaptados a los mercados, lo cual, según Rundgren (2012: capítulo 27) “es un eufemismo para la privatización…para permitir a los empresarios y a los especuladores, ganar dinero sobre el daño causado por el capitalismo en sí mismo; para darles concesiones y acceder a los recursos, una “propiedad” que más tarde podrán vender a terceros”. 39 Para más información, ver Rundgren (2012: capítulo 27). C. Límites del Sistema. Si las limitaciones del crecimiento, tecnológicas y de gestión no eran ya suficientes, algunos problemas sistémicos están poniendo también una sombra muy larga sobre las esperanzas “del crecimiento verde”. Su esencia es que el sistema capitalista económico no puede funcionar sin crecimiento, o, precisando más, en una economía en contracción (con excepción de pequeñas crisis cíclicas). Más aún, “la introducción del combustible fósil hizo posible cortar las cadenas de los límites biofísicos incorporados, límites que, en algún caso hicieron el crecimiento imposible” (Rundgren, 2012: capítulo 30). “Expandirse o perecer” es una fuerza inexorable dentro de un sistema económico capitalista. La acumulación constante de capital tiene características expansionistas inherentes, por ejemplo, todos los agentes económicos están bajo presión competitiva para rebajar los costes de sus competidores, generalmente mediante la mejora de las economías de escala, o creando nuevos productos y mercados. Los incrementos en la productividad del trabajo y la permanente creación de nuevos consumidores necesita por lo general llevar a más, no a menos producción ni consumo (por ejemplo, lo principal de la acumulación capitalista). Este incremento en el crecimiento puede traer, pero no necesariamente significar, beneficios adicionales para la sociedad. Los actores del capitalismo no están interesados en el crecimiento de los beneficios en la sociedad, sino en los incrementos de las ventas que eso conlleva. Dicho correctamente por Lockwood (2011), “el capitalismo está invirtiendo capital para aumentar la productividad, ganar beneficios y luego reinvertir otra vez esos beneficios. Crucialmente, es este proceso el que subyace bajo el crecimiento económico. El crecimiento es inherente al capitalismo, ello significa que no se puede tener capitalismo sin crecimiento, y no se puede tener una economía capitalista estatal estancada”, como defiende Herman Daly (ver, por ejemplo, 2011: 11-15) y otros40. Además, como muy bien describe Green (2011), “el crecimiento es como una bicicleta – si se para, te caes”. Pero qué se puede hacer, si, como se muestra arriba, la estrategia “cualitativamente diferente del crecimiento verde” es insuficiente para comprobar el cambio climático, así se ponen en peligro las perspectivas de futuro desarrollo e incluso la existencia de algunos países en desarrollo. El fundamental reto de futuro para conseguir un crecimiento real, sostenible y equitativo es expresar el imperativo crecimiento dentro de un objetivo de beneficios sociales y prosperidad, y así desvincularlo del motivo privado de creación financiera (en lugar de deseo social) ventaja/beneficio (a modo de ilustración, sin combustible fósil, tendremos que cambiar drásticamente métodos de consumo y de producción de comida, pero eso no significa que tendremos que morir de hambre; igualmente, sin petróleo, no seremos capaces de mantener el nivel actual de transporte motorizado individual, pero eso no significa que nuestro nivel de movilidad tendrá que ser reducido drásticamente41). Como dijo Rundgren correctamente por muchos países desarrollados, el crecimiento económico y la expansión del consumo nos ha “hecho más saludables, más sabios, más guapos y más felices, pero se ha cruzado la línea después de la cual, más cosas no indican mayor bienestar” (Rundgren, 2012: Introducción). Existe también la necesidad de redefinir “progreso”. Sus viejos pilares – crecimiento, sobrexplotación ecológica y la infinita creencia en la tecnología para todos los desafíos clave que tengamos - , se están desmoronando (Hennicke y al., 2011). Contra esto, los gobiernos necesitan recuperar la soberanía de las políticas en formación según las necesidades sociales reales, en lugar de ser convertidos en rehenes o sellos de caucho de los mercados de acciones o víctimas perseguidas de las agencias de calificación. En suma, existe la necesidad de fórmulas más efectivas y mucho más amplias de participación pública y de presión sobre los gobiernos y la comunidad de los negocios para hacer los cambios que se necesitan. Incluso bajo supuestos muy optimistas de que la intensidad de emisiones de GEI mundial cayese en torno al 1% al año hasta 2050 (alrededor de una vez y media más alta que la tendencia histórica de 1973-2005) y la intensidad de la energía mundial decayese como el 1,5% anualmente (50% más rápido que la tendencia histórica), la actividad económica mundial todavía tendría que estancarse hasta 2050 y todavía nuestro planeta estaría 3 grados más caliente (Minqui Li, 2008). Sin embargo, un incremento de la población mundial de alrededor del 35% sugeriría que el crecimiento del PIB debería exceder el crecimiento histórico de la productividad por el trabajo de un 1,5% anualmente, si las graves alteraciones sociales causadas por el masivo desempleo pueden ser evitadas42. Igualmente, los ingresos del gobierno se derivan principalmente de los impuestos, los cuales tienden a entrar bajo presión cuando la economía se estanca, sin mencionar los contratos. Y también el préstamo y la participación de acciones sería difícil sin crecimiento ni lucro. Como Jackson dijo correctamente, “el crecimiento es operativo para mantener la economía y la estabilidad social” (Jackson, 2009:64)43. Y aun así, Kenneth Boulding, consejero medioambiental del Presidente Kennedy, hace unos 45 años dijo algo como lo que sigue: “Alguien que crea en el crecimiento indefinido en nada físico, en un planeta físicamente finito, o está loco, o es economista” (New Statesman, 2011). Para evitar cualquier malentendido, nuestro análisis está lejos de un profetismo alarmista y catastrofista. Sin duda, el crecimiento “verde” es mejor que el “marrón”, y cualquier paso que se dé para controlar el crecimiento de las emisiones de GEI es mejor que continuar con el asunto como si tal cosa. Sin embargo, uno no debería engañarse a sí mismo en la creencia de que tal aproximación evolucionista (y a menudo reduccionista) será suficiente para enfrentarse a las complejidades del cambio climático. Puede dar falsas esperanzas, e incluso más importante, excusas para no hacer nada realmente fundamental que conlleve un giro de 180º de las emisiones mundiales de GEI en un histórico extremadamente corto período de tiempo. 40 Para una discusión elaborada sobre “decrecimiento sostenible”, ver Martínez-Allier y al. (2010). 41 Para una elaboración ulterior, ver Hänggi (2011). 42 Lo que en teoría se necesitaría es un cambio lejos de insistir en aumentar la mano de obra para mejorar los “factores que escasean” como los recursos, materiales y energía eficiente. Con un incremento de la población mundial, la productividad laboral debería incluso permitirse decrecer, a pesar de que plantee problemas sistémicos. Jackson también matiza que “el modelo de capitalismo no tiene el camino fácil hacia una posición estatal estática. Su dinamismo natural lo empuja hacia uno de dos estados: expansión o colapso” (2009: 64). 43 El “crecimiento verde” postula de una manera inocente que el progreso tecnológico y el cambio estructural sería suficiente para separar lo económico de los GEI y el crecimiento de consumo de fuentes y materiales, sin cuestionarse las estructuras de mercado asimétricas existentes, la gestión relacionada con la cadena de suministro, y las fuerzas que manejan la economía (el crecimiento desmaterializado seguirá siendo una ilusión bajo la imperante acumulación capitalista existente). Cuadro 2 LA ASOMBROSA HUELLA ECOLÓGICA MUNDIAL La Huella Ecológica Mundial (GEF), como ha estimado WWF, hace un seguimiento de la tierra biológicamente productiva y del agua necesaria para proporcionar los recursos renovables que utiliza la gente, y también del espacio necesario para infraestructura, y la vegetación para absorber los residuos de dióxido de carbono. En 2007, el año más reciente del que se disponen datos, la GEF excedía la biocapacidad de La Tierra – el área actualmente disponible para producir energías renovables y absorber CO2 – en un 50%. En conjunto, la GEF se ha doblado desde 1966. Este crecimiento en exceso ecológico es mayormente atribuible a la huella del carbono, la cual se ha incrementado 11 veces desde 1961. Si sigue la tendencia actual, y los puntos de inflexión no ecológicos no son alcanzados pronto, la GEF llegará a un factor de 2 hacia 2030, significando que necesitaríamos dos planetas para mantener nuestros niveles de población y consumo a. GRÁFICO Fuente: WWF (2010) a Un nuevo estudio de investigadores de la Universidad de Hawai reclaman que una población de 10.000 millones de personas hacia 2050 con unos patrones de consumo que no hayan cambiado requeriría un uso de recurso natural equivalente a la productividad de más de 27 planetas Tierra. Según los autores, las presiones sobre los recursos del Planeta están ascendiendo tan rápidamente que el problema se está alejando de la solución (Mora y Sale, 2011: 251-266). Sin una democratización de las economías y sin cambios en la distribución de los ingresos, y sin una cultura relacionada con el comportamiento de consumo, la necesaria y fundamental transformación seguirá siendo ilusoria. Además, aquellos que defienden que no va unido el uso de comida precocinada del crecimiento económico, y un cambio drástico en el mix energético, necesitan escrutar la evidencia histórica, en particular la numérica, de la economía y del crecimiento de la población. Además, no debería ser pasado por alto que existen límites técnicos y naturales para el crecimiento, lo cual no puede evitarse con la tecnología verde solamente. Según Tienhaara, “un sobre entusiasmo sobre la tecnología…tiende a desplazar soluciones eficaces a problemas sencillos, y refuerza la creencia de que los cambios en el estilo de vida (o en las maneras de hacer negocios) no son necesarios para reducir el impacto de la humanidad sobre el Planeta” (Tienhaara, 2009: 18). “Los paquetes de estímulo verde” tienen sentido indudablemente, como una estrategia anticrisis o anti-ciclos. Pueden también facilitar o acelerar el muy necesitado cambio tecnológico y estructural, y expandir la cuota de países particulares en mercados mundiales para productos y servicios verdes. Pero, como bien dijo Jackson, el incumplimiento de hasta el “paquete de estímulos más verde” es retornar la economía a una condición de continuar con el crecimiento de consumo. Desde el momento que esta condición es insostenible, es difícil escapar a la conclusión de que a largo plazo se necesita hacer algo más” (Jackson, 2009: 104). Puede verse lo seria que es ya la situación en el cuadro 2. El problema del clima (y asociado con este, el del combustible, agua44 y restricción de la fertilidad del suelo45) se perciben demasiado a menudo sólo como un problema de gestión o tecnocrático, pasando por alto la dimensión socio-económica y los problemas sistémicos de profundo recorrido que los causan y dirigen. Como señaló Hänggi (2011): “las ganancias de eficiencia son insuficientes para resolver la escasez de recursos; de hecho, a menudo traen un consumo material más alto. Representan por lo tanto nada más que un crecimiento más lento del agotamiento de los recursos naturales. Esto es por lo que el crecimiento verde destruye sistemáticamente los cimientos en los que se basa… La recuperación de espacio de crecimiento futuro y la reintroducción de formas sostenibles de vida económica y social no son tareas técnicas, sino sociales, que sólo tendrán éxito si pueden superar tremendos obstáculos y resistencia”. III.DESAFÍOS E IMPLICACIONES DEL DESARROLLO Como señaló Rundgren (2012: capítulo 7): “el cambio climático ha traído una nueva credibilidad en perspectivas tales como la huella ecológica y el espacio de desarrollo, y últimamente en que hay límites biofísicos para la economía”. El análisis anterior cuestiona la igualdad global de oportunidades para la prosperidad (es decir, justicia ecológica y espacio de desarrollo). El cambio climático es un enorme desafío del desarrollo porque: (i) tiende a reforzar la desigualdad social y la injusticia ya que afecta primero y más destacadamente a los países y segmentos de las población mundial más pobres, que no causan la sobrecarga atmosférica de GHG, y de este modo agrava las tensiones sociales y el conflicto, tanto nacional como internacionalmente, (ii) mina y pone en peligro las posibilidades de prosperidad económica en las partes más pobres del mundo; y (ii) es probable que amenace la existencia física de varios países pobres, en particular estados de islas pequeñas amenazadas por un aumento del nivel del mar y países que sufren corrientes y desertificación (contra este fondo, estos países resisten cada vez más el marco de la protección del clima versus la igualdad). Contra este fondo, ¿cuáles son los retos de desarrollo clave y cuál es el espacio de desarrollo para los países en desarrollo para las próximas dos o tres décadas? En primer lugar, para evitar un futuro apocalíptico, los países en desarrollo no pueden seguir por más tiempo, pero tendrán que “abrir un túnel”, la llamada Curva de Kuznets Ambiental46. En otras palabras, no hay espacio de carbono suficiente en el futuro, lo que no permitirá por más tiempo a los países en desarrollo tener un crecimiento económico continuado hasta que el PIB per cápita alcance un nivel donde la polución ambiental y la intensidad de emisión de GHG de crecimiento empiecen a caer. A modo de ilustración, el objetivo de reducción del 20% en el volumen de emisión de GHG de todos los países miembro de la UE hasta 2020 se compensaría por las emisiones de sólo un año del crecimiento económico de China (Minqui Li, 2008). Como resultado, “la justicia y espacio de desarrollo” y “la histórica deuda del clima” llegarán a ser temas muy contenciosos en las relaciones Norte-Sur y las negociaciones de cambio climático internacional.47 A menudo se argumenta que los países desarrollados deberían cortar drásticamente sus emisiones de GHG para hacer espacio de carbono atmosférico suficiente para el desarrollo del Sur 48. Como se ha analizado anteriormente, sin embargo, las disminuciones absolutas significativas de las emisiones del Norte quedarán en una ilusión. Lo que es más, es simplista asumir que una reducción drástica de crecimiento (o incluso un descenso) en países desarrollados podrán hacer suficiente “espacio de carbono y desarrollo” para los países en desarrollo en el futuro (para más información, véase Sakai, 2011). No se puede negar la realidad de que mucho del crecimiento de un país en desarrollo continuará dependiendo de un consumo insostenible en el Norte.49 44 En un escenario de negocios comúnmente usual, en 2005, 1.8 millones de personas estarán en los países o regiones con absoluta escasez de agua y dos tercios de la población mundial puede sufrir de estrés hídrico (PNUMA 2007). 45 Se estima que alrededor de una cuarta parte de toda la tierra utilizable (con exclusión de las montañas y los desiertos) se ha visto afectada por la degradación aun grado suficiente para reducir su productividad. Más de la mitad de los suelos muy degradados se encuentran en África (PNUMA 2002). 46 Según esta teoría, existe una forma de U invertida entre la contaminación y el crecimiento económico. Para mas detalle véase Stern (2003). 47 48 Para un análisis en profundidad, ver Khor (2010) y WBGU (2009). Véase, por ejemplo, la Conferencia sobre cambio climático World People and the Right to Mother Earth, 2010 [Gente del Mundo y el Derecho a la Madre Tierra] 49 Para un análisis del nuevo equilibro de crecimiento entre los países desarrollados y en desarrollo, véase UNCTAD (2010b: capítulo II) Aparte de una mayor frecuencia y severidad de los desastres inducidos por el cambio climático (tales como corrientes, inundaciones, tormentas tropicales o incendios forestales) 50, no se puede descartar que uno u otro momento crítico ambiental se alcanzará en las próximas décadas (el debilitamiento del monzón en el sur de Asia o la desaparición de una gran parte de los glaciares en el Himalaya, por dar dos ejemplos). Dichos eventos sin precedentes implicarán una pérdida y sufrimiento humanos inimaginables, para los que ni los gobiernos nacionales ni la comunidad internacional están apropiadamente preparadas. Consecuentemente, es probable que partes significativas de la población afectada se sienta desilusionada y frustrada, lo que bien puede llevar a inestabilidad política. Aún peor, la existencia física de algunos países, tales como islas en países en desarrollo del Pacífico, el Océano Índico y el Caribe así como grandes partes más bajas de algunos países, como Bangladesh, están amenazadas por los niveles de crecimiento del mar y de agua subterránea. Como se ha resaltado en un reciente informe (UN/DESA, 2011:21): “los países en desarrollo tienden a sufrir más las consecuencias adversas de los peligros naturales a través de las múltiples vulnerabilidades asociadas con los niveles más bajos de desarrollo y recursos inadecuados, que obliga a dedicar sus esfuerzos a construir infraestructuras más adecuadas y fuertes e implementar estrategias de gestión de riesgos de desastres adecuadas”. El informe hace hincapié en que “la gestión de riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático… no se ha establecido en procesos más amplios de toma de decisiones. En la práctica, las respuestas son la mayor parte de las veces forzadas por las circunstancias … las decisiones en inversión y tecnología relacionadas con la reducción del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático deben incluirse en las estrategias de desarrollo nacionales”. Contra este fondo, mientras los esfuerzos de mitigación del cambio climático siguen siendo importantes, los países en desarrollo necesitan priorizar la inversión y la acción de la política de apoyo para reforzar la efectiva adaptación al cambio climático de forma que optimicen la erradicación de la pobreza. Las áreas más prometedoras y que más presionan en este sentido son la transformación fundamental de la agricultura hacia métodos de producción sostenibles, aprovechar el uso de energía renovable, en particular para el desarrollo rural sostenible, y la construcción y renovación de edificios resistentes al clima y eficientes energéticamente (incluyendo la urbanización en ciudades de bajo carbono). Particularmente dramático será el impacto del cambio climático en la producción agrícola, el agua y la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, con los más pobres de ellos en el África sub-Sahariana y el sur de Asia que se sitúan al frente (aunque la escasez de comida puede superarse por importaciones de países en zonas templadas, es poco probable que puedan afrontarse importaciones masivas).51 Es probable que esto provoque disturbios y desestabilización política. También avivará la migración a gran escala de los países afectados por el cambio climático a nivel regional e internacional. Hay un riesgo aumentado de conflictos sobre el agua y la tierra productiva. Es probable por tanto que surja una geopolítica peligrosa de la escasez de comida, que puede poner seriamente en peligro también la seguridad internacional. Las medidas de adaptación efectivas serán un tema de “supervivencia” para los sistemas de agricultura y de comida (y políticamente para muchos gobiernos). Esto sólo puede abordarse de una manera efectiva a través de una transformación fundamental de la agricultura. El sector, siendo una de las más grandes fuentes de emisión global de GHG, puede transformarse de una causa a formar parte de la solución al cambio climático. Dado que más del 70% del potencial atenuante de la agricultura está en los países en desarrollo, una transformación más fuerte de la agricultura de los países en desarrollo es un tema global clave52. Dicha transformación tendrá muchos efectos derivados económicos y catalíticos. Su eje tiene que ser aumentar la fertilidad del suelo, que, a través de la acumulación de materia orgánica del suelo, puede capturar grandes cantidades de CO2, reducir la necesidad de pesticidas y fertilizantes sintéticos (derivados del petróleo), mejorar la capacidad de retención de agua del suelo, y aumentar significativamente la capacidad de adaptación y la resistencia al clima. La ventaja de este enfoque es que está basado en tecnología y prácticas probadas y fácilmente disponibles, y que además es una de las herramientas más baratas de adaptación y mitigación. Además, tiene muchos beneficios catalíticos y sociales.53 50 Para una visión general de las recientes anomalías extremas causadas por el cambio climático, véase Tirado y Cotter (2010). 51 Para un análisis en profundidad del impacto del cambio climático, véase Hoffmann (2011: 3-5). 52 Para un análisis más elaborado de la transformación requerida, véase Hoffmann (2011). 53 Muy a menudo se crea la impresión de que la producción sostenible en sistemas de granja minifundistas está obligado a ser menos productivo que la agricultura industrial y por consiguiente no puede alimentar a la creciente población de nuestro globo (las granjas convencionales superan a los granjeros pequeños sólo en lo concerniente a productividad por unidad de trabajo, debido a la mecanización dependiente del combustible y al uso mayor de químicos. Para más información, véase De Schutter y Vanloqueren, 2011). Incluso varios estudios han demostrado que si los rendimientos y resultados económicos no se expresan por producto sino por todo el sistema de granja, las granjas minifundistas basadas en un enfoque integrado de cultivo y ganado pueden producir 3-14 veces por acre (es decir, 0.4 ha) tanto como granjas industriales de gran escala y pueden dar considerablemente más beneficios dado el ahorro de costes de inversión (Altieri y Nicholls, 2008; Van der Ploeg, 2008; y Sachs y Santarius et al., 2007). La superioridad de rendimientos es particularmente evidente durante las temporadas de lluvias por debajo de lo normal (para más información, véase Herren et al., 2011). En el estudio más exhaustivo hasta la fecha, un grupo de científicos liderados por Jules Pretty estudiaron 286 proeyctos de granja completados y en marcha en 57 países en desarrollo, concluyendo que granjeros a pequeña escala aumentaron sus rendimientos de cultivo en una media del 79% usando técnicas sostenibles ambientalmente (Pretty et al., 2006). Los hallazgos del más reciente estudio exhaustivo, comisionado por el proyecto Foresight Global Food and Farming Futures del gobierno del Reino Unido que revisó 40 programas de intensificación sostenible en 20 países africanos confirman estos resultados. Los rendimientos de los cultivos de media fueron más del doble en un periodo de 3-10 años (Pretty et al., 2011). Una transformación fundamental de los métodos de producción de la agricultura en los países en desarrollo requerirán considerables esfuerzos nacionales e internacionales para ampliar las tecnologías y el conocimiento existentes y apropiados que ayudarán notablemente a los granjeros a pequeña escala a usar ampliamente prácticas agroecológicas, ligadas al conocimiento local e indígena, que dará como resultado una intensificación eco-funcional de la producción de la agricultura para asegurar la seguridad alimentaria, y mitigar y adaptarse al cambio climático. Al requerir más mano de obra, y destrezas e inversión local intensiva, estas formas de agricultura ofrecen más oportunidades de empleo y ventajas de rentabilidad definidas. Si lo combinamos con energía renovable, la agricultura sostenible podría convertirse en la piedra angular del desarrollo rural auto-sostenido a través de la creación de ingresos, mercados y sectores de servicio de apoyo54. El mayor uso de energía renovable en países en desarrollo puede hacer una contribución significativa a la atenuación del cambio climático, por un lado, y al aumento de la seguridad energética y acceso asequible a la energía y por tanto estimular el desarrollo local, por otro. Grandes proyectos, como los parques solares y eólicos, así como biocombustibles producidos de forma sostenible, pueden ofrecer igualmente un potencial considerable de exportación. Particularmente importante será la simbiosis entre la agricultura sostenible y la energía renovable, en particular como soluciones locales, no dependientes (para más información, véase UNCTAD, 2009). Los edificios suponen casi el 38% del uso de energía final global, alrededor del 46% del mismo se consume en los países en desarrollo (IEA, 2008). Los edificios son también muy vulnerables a los acontecimientos climáticos extremos e inundaciones. La población en áreas urbanas doblará los 6 mil millones en 2050. Por lo tanto, la demanda y mercado existentes son grandes y pueden ser atendidos relativamente fácilmente por el sector de construcción local, incluyendo muchas empresas pequeñas y medianas. La mayor parte de la construcción y renovación de aumento de la eficiencia energética necesita mano de obra intensiva, usa material y dispositivos disponibles localmente y por consiguiente tiene múltiples efectos catalíticos.55 Gran parte de la infraestructura comercial se encuentra en las zonas costeras de los países en desarrollo. De hecho, estas tienden a ser las partes más ricas económicamente de la mayoría de los países. Son particularmente vulnerables al crecimiento de los niveles del mar y a inundaciones. La protección contra el clima y la adaptación tendrán que ser un tema prioritario y proporcionarán también por tanto muchas oportunidades para el sector de la construcción. 54 Para una discusión en el departamento, véase UNCTAD (2009), la UNCTAD (2010ª: capitulo 4) y Mae – Wan Ho (2012) CT. 55 Para un análisis en profundidad, ver PNUMA (2011 c) y la UNCTAD (2010ª: capitulo 2). Es probable que las calamidades causadas por el cambio climático incrementen la vulnerabilidad de largas cadenas de abastecimiento internacional. Como ha ilustrado el incidente nuclear de Fukushima, las cadenas de suministro pueden verse gravemente afectadas, incluso en países altamente desarrollados, llevando a interrupciones en el suministro. Para incrementar la resistencia, los países en desarrollo deben poner un énfasis mayor en cadenas de abastecimiento regional, nacional o locales seguras así como en la soberanía alimentaria nacional.56 Indudablemente esto también requerirá cambios fundamentales en la gobernabilidad actual del comercio, que ha sido creado para facilitar la globalización de las cadenas de suministro desalentando la capacidad de resistencia de las fuentes domésticas o regionales. El cénit del petróleo, como se ha mencionado anteriormente, probablemente hará del carbón un combustible mucho más competitivo para la generación de electricidad de carga base, pero también para la licuefacción del carbón para satisfacer rápidamente las necesidades de combustible de transporte, en particular en China e India. De acuerdo con los pronósticos de la IEA, es probable que China e India, que ya suponen el 45% de uso de carbón mundial, supongan cuatro quintos del incremento de consumo de carbón global para 2030 (IEA, 2007: 43). La mejor parte de la demanda de carbón requerida de estos países puede ser solventada por depósitos indígenas abundantes. En las últimas 23 décadas, las emisiones de carbón global han aumentado más despacio que la demanda de energía primaria, ya que la parte de poder nuclear, gas natural y energía renovable se ha ampliado. Llevado por una mayor dependencia del carbón en China e India y el peso de ambos países en la producción y consumo de energía primaria total, la intensidad de emisión del carbón de la generación de energía primaria va ahora, sin embargo, a aumentar (IEA, 2007: 194). Se estima que China e India contribuirán con entre el 55% y el 70% del incremento global de emisiones de CO2 relacionadas con la energía en el periodo hasta el 2030 (IEA, 2007: 196). Debido a que la dinámica de incremento de la dependencia del carbón para la generación de energía primaria es poco probable que sea frenada por eficiencia energética aumentada únicamente, China e India necesitarán reforzar significativamente sus propios esfuerzos y requerirán apoyo internacional eficaz para atenuar las emisiones de carbono causadas por la combustión del carbón. Dada la poca experiencia e incertidumbre asociadas con la tecnología de captura y almacenamiento de carbono, es necesario un esfuerzo en I+D internacional concertado y masivo e inversión relacionada para desarrollar soluciones tecnológica, ecológica y económicamente adecuadas que inviertan la muy preocupante tendencia de emisiones de carbono causadas por la combustión del carbón en China e India. Es necesario que los gobiernos nacionales (en el contexto de los Planes de Adaptación Nacionales de Acción) y la comunidad internacional establezcan fondos de emergencia y planes de contingencia para las sequías inducidas por el clima y acontecimientos climáticos extremos así como una provisión de costes totales para la adaptación a estos efectos adversos. Del mismo modo, es necesario que se creen fondos de emergencia y planes de contingencia para la volatilidad de los mercados asociada a los efectos adversos del cambio climático sobre la producción de alimentos, lo que puede afectar a la disponibilidad y accesibilidad a la comida en los países en desarrollo.57 Dado el nivel de urgencia y la restricción de tiempo, es de vital importancia la liberación de fondos nacionales suficientes y la obtención fondos externos adecuados para las medidas de adaptación mencionadas anteriormente.58Un fondo de adaptación internacional apropiado debería reflejar (i) los costes totales para evitar el daño, (ii) el daño y perjuicio actual, y (iii) las oportunidades perdidas de desarrollo en los países en desarrollo.59 Tomándolo en conjunto, es improbable que las medidas de adaptación y mitigación perfiladas anteriormente para los países en desarrollo puedan frenar suficientemente el calentamiento global, pero tienen el potencial de hacer el desarrollo económico más resistente al cambio climático. También ofrecen un espacio de desarrollo amplio para ganar prosperidad real. Debería recordarse, sin embargo, que, como el accidente de Fukushima, las inundaciones recientes en Tailandia o las anteriores inundaciones catastróficas en Pakistán ilustraron duramente, los principales desastres causados por el cambio climático pueden revertir las ganancias del desarrollo, en particular cuando se alcanzan ciertos momentos críticos ambientales. Pero, la ironía es que bajo un sistema convencional de medidas de rendimiento económico, el PIB puede aumentar a través de medidas de recuperación y correctivas relacionadas con dichas pérdidas ambientales y humanas. 56 Curtis (2009: 432 y 433) sostiene que “los cambios en el capital natural comienzan a erosionar la economía lógica de un aspecto principal de la globalización económica, una división internacional del trabajo y una producción basada en cadenas de abastecimiento globales… La implicación más grande es que la producción y el comercio necesitarán llegar a ser más locales o regionales, aunque esto no ocurrirá fácilmente, de forma barata o rápida”. 57 Para más información, consulte Red del Tercer Mundo información para la agricultura (2011). 58 La decisión 1/CP.16 de la Conferencia de Cambio Climático de Bonn, del 6-17 de junio de 2011, creó el Green Climate Fund (formalmente aprobado por el COP en Durban en diciembre de 2011), que ha sido designado como la nueva entidad operativa de los mecanismos financieros de la Convención. La decisión reconocía los compromisos por parte de los países desarrollados a proporcionar 30 mil millones de dólares americanos de financiación de salida-rápida en 2011-2012, y a movilizar conjuntamente 100 mil millones de dólares americanos al año para el 2020. 59 Actualmente, la mayoría de las transferencias públicas multilaterales tienen más el propósito de atenuar el cambio climático que apoyar la adaptación: 79% de los fondos multi- y bilaterales dedicados fueron aprobados para proyectos de mitigación (84% si incluimos las actividades REDD), y sólo el 14% para proyectos de adaptación (www.climatefundsupdate.org). La ODA bilateral muestra un patrón ligeramente diferente con una distribución del 70% para mitigación y 30% para adaptación. A la vez, las actividades y fondos se centran en la reducción de las emisiones y aumentar la eficiencia en los sectores de energía y transporte, mientras que la adaptación y mitigación en la agricultura siguen siendo insuficientemente financiados. En cuanto a la AOD, la agricultura recibió solo el 1% del total de fondos destinados a la mitigación en el 2009, mientras que esta cifra era del 10% para la actividad de adaptaciones (Kaplan etal, 2011). 60 Casi 20 millones de personas (alrededor del 13% de la población de Pakistan) se vieron afectados por las inundaciones. Las estimaciones preliminares de los daños son tan altas como 15% del PIB del país para obtener más información, consulte Mufti (2001). 61 Como Rundgren (2012: capitulo 21), debidamente señala que “a veces se discute que fijar el problema con la casa verde de gases que cuesta tan y tanto porciento del PIB, pero es que va a aumentar el PIB. El final y el largo plazo, interesante discusión sobre el crecimiento es que si va aumentar nuestro bienestar”. Y Rundgren “todo en todos, lo irónico es lo que el capitalismo puede hacer, en gran medida la culpa de destruir el medio ambiente, se convierte en un nuevo campo lucrativo de la expansión del capitalismo. Y la destrucción de mas, cuanto mas grande es el negocio (capitulo26). BIBLIOGRAFÍA Achzet B, Zepf V and Reller A (2011). The role of raw materials in current and emerging energy technologies. Ponencia presentada en el World Resources Forum 2011, Davos, 19–21 septiembre. Disponible en: www.worldresourcesforum.org. Aichele R and Gelbermayr G (2011). Carbon footprints. IFO Schnelldienst, 64(21): 11– 16. Munich. Disponible en: www.cesifo-group.de. Altieri MA and Koohafkan P (2008). Enduring Farms: Climate Change, Smallholders and Traditional Farming Communities. Third World Network, Environment and Development Series No. 6. Penang, Malaysia. Disponible en: www.fao.org/nr/water/docs/Enduring_Farms.pdf. Bleischwitz R, Bahn-Walkowiak B, Ekardt F, Feldt H and Fuhr L (2012). International Resource Politics: New challenges demanding new governance approaches for a green economy. Discussion Paper, Heinrich Böll Fundation and Wuppertal Institute for Climate, Environment and Energy (en prensa). 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