CLASE 1: Introducción al desarrollo natural de la iglesia. Le invito a mirar la caricatura de la parte superior: un carro con cuatro ruedas cuadradas transportando un cargamento de ruedas perfectamente redondas, empujado y tirado por dos hombres que, sin ninguna duda, están entregados por completo a su cometido. Son trabajadores esforzados, pero su labor resulta tediosa, lenta y frustrante. Esta ilustración es algo más que una caricatura, es una descripción casi profética del estado en que se encuentran amplios sectores de la iglesia de Cristo. La iglesia avanza pero con gran lentitud. ¿Por qué es así? Si les preguntamos a los dos personajes, sus respuestas pueden ser las siguientes: “Porque un fuerte viento sopla en contra nuestra” o “Porque tenemos que subir el carro por una cuesta muy empinada” Tales respuestas no son del todo equivocadas. Es verdad que a nosotros los creyentes nos sopla un fuerte viento en contra, y que a veces el camino que tenemos por delante como iglesia nos conduce por empinadas cuestas. Sin embargo la ilustración nos lleva a comprender que el verdadero problema no es este, ya que la frustración perduraría aunque las circunstancias externas fueran más favorables. Esta ilustración nos enseña que Dios nos ha provisto de los medios necesarios para edificar su iglesia, pero el problema es que no hacemos uso de ellos. En vez de utilizar las herramientas que Dios nos ha dado, procuramos remolcar y empujar la iglesia con nuestra propia fuerza. No es que los trabajadores del dibujo no sean espirituales ni que su objetivo –poner en movimiento la iglesia- sea erróneo. Lo que ocurre es que el método que utilizan para conseguir su objetivo es inadecuado. El objetivo a seguir es dejar que afloren los mecanismos de crecimiento que Dios utiliza para edificar su iglesia, en lugar de pretender hacerlo nosotros mismos con nuestro propio esfuerzo. Preguntas a contestar: 1234- ¿Qué deberíamos hacer? ¿Cuándo deberíamos hacerlo? ¿Cómo deberíamos hacerlo? ¿Por qué deberíamos hacerlo? Contenido: Las 8 características cualitativas. Cronología: La estrategia del factor mínimo. Método: Principios bióticos. Trasfondo: El paradigma teológico. ¿Qué es el desarrollo natural de la iglesia? El término “natural” significa aprender de la naturaleza, lo cual quiere decir que debemos aprender de la creación divina, esto es, aprender de Dios, el Creador. La pregunta es ¿Por qué crece la hierba? ¿Es que se ha impuesto un objetivo numérico para dentro de seis meses debo haber crecido 30 cm? ¿Cuál es el secreto de su crecimiento? Es difícil responder a la pregunta sin tener en cuenta lo que se encuentra bajo la superficie. Este es precisamente el ámbito en el que se concentra el desarrollo natural de la iglesia. El desarrollo natural de la iglesia no trata del conocimiento de Dios en sí, sino del conocimiento de los principios de formación de la iglesia. En este contexto, aprender de la creación no es sólo legítimo sino también indispensable. Llama la atención la frecuencia con que el Nuevo Testamento –y especialmente Jesús mismo- utiliza ejemplos tomados de la naturaleza, en especial de la agricultura, para explicar las leyes que rigen el Reino de Dios: los lirios del campo, la semilla que crece por sí misma, el crecimiento del grano de mostaza, el campo con cuatro clase de terreno, el árbol y sus frutos, las leyes de la siembra y la cosecha… Hay interpretes de la Biblia que argumentan que Jesús hablaba así porque sus oyentes vivían en una zona eminentemente agrícola, por lo que eran más receptivos a este tipo de ejemplos. Esta explicación se queda muy corta. Si el ministerio de Jesús tuviera lugar en nuestros días, seguro que no sustituiría tales ilustraciones por otras tomadas del mundo de la informática (El reino de Dios es como el software que se introduce en el ordenador: lo que se mete por un extremo sale por el otro) Tal tipo de ilustraciones “tecnocráticas” erraría en el blanco si pretendiera ilustrar el secreto de la vida. Lo cierto es que el mundo biótico se rige por leyes totalmente distintas a las del mundo no biótico. Podemos encontrar un ejemplo típico del enfoque biótico en Mateo 6:28 “Considerad los lirios del campo como crecen”. La palabra “considerar” procede del término griego “katamathete” que tiene un significado mucho más extenso que el de la palabra “considerar”. Es la forma del verbo “manthano”, que significa “aprender”, “examinar”, “investigar”. En griego, cuando el prefijo “kata” precede a un verbo, intensifica su significado. En este caso la palabra adquiere el significado de “aprender cuidadosamente”, “examinar con exactitud”, “investigar con entera dedicación”. ¿Qué es lo que debemos investigar con tal intensidad? Naturalmente no la belleza de los lirios, sino sus mecanismos de crecimiento (“como crecen”). Debemos estudiarlos, examinarlos, meditar acerca de ellos –todo esto esta incluido en el imperativo katamathete- para poder adquirir una mejor comprensión de las leyes que rigen el Reino de Dios. La clave: El potencial biótico Quien quiera que estudie la creación divina y sus mecanismos de funcionamiento, sea o no cristiano, se encontrara con que los científicos denominan “potencial biótico” a la capacidad inherente en un organismo o en una especie de reproducirse y sobrevivir. (Definición de la biología) Tal criterio es totalmente desconocido en el mundo de la tecnología, ya que no existe ningún tipo de maquina que sea capaz de reproducirse. Una cafetera puede hacer café, pero no puede hacer cafeteras nuevas. La naturaleza actúa de manera totalmente diferente en la creación divina: Un cafeto produce granos de café, que a su vez, producirán nuevos cafetos. Este es un plan que el mismo Dios introdujo en su creación. Es el secreto de todo lo vivo. Es el principio divino de la creación. En los procesos naturales, el objetivo siempre es que este potencial biótico se despliegue con la máxima potencia posible. La diferencia entre el potencial biótico y el crecimiento real se denomina “resistencia medioambiental”. No se trata de “producir” o forzar el crecimiento, sino de reducir al mínimo la resistencia del medio ambiente para crear las mejores condiciones posibles que favorezcan el crecimiento. El mismo planteamiento de trabajo sirve para el desarrollo de la iglesia. No debemos intentar “producir” el crecimiento de la iglesia, sino permitir que actúe el potencial biótico que Dios ya ha puesto en la iglesia. Es decir, nuestra tarea será el de reducir al mínimo la resistencia del medio ambiente; amortiguar cuanto sea posible los factores medioambientales entorpecedores, dentro y fuera de la iglesia. Dado que no podemos ejercer ningún control sobre los factores externos, deberíamos concentrarnos en amortiguar aquellos que operan en el interior de la iglesia, impidiendo su crecimiento y multiplicación. De esta manera el crecimiento de la iglesia se producirá “por sí mismo”. Dios hace lo que ha prometido: El da el crecimiento (1 Cor 3:6) El principio de la autoorganización se puede encontrar por toda la creación divina. Es lo que la investigación sistemática secular denomina “autopoiesis” (autocreación), pero que realmente deberá denominarse “teopoiesis” (creado por Dios). Este principio aclara un gran misterio. Si lo aplicamos al organismo “iglesia”, la pregunta que deberíamos formularnos seria: ¿Como preparamos la autoorganización? ¿Que podemos hacer para permitir que actúe libremente lo que hemos definido como “potencial biótico”? ¿Que aportamos nosotros para que los automatismos de crecimiento con lo que Dios mismo edifica su iglesia, se desplieguen en lo posible sin ningún impedimento? Básicamente estas tres preguntas son una sola pero formulada de tres maneras distintas. Los cuatro bloques estructurales del desarrollo natural de la iglesia –“características cualitativas”, “estrategia del mínimo”, “principios bióticos”, “nuevo paradigma”- no persiguen otra cosa que encontrar la respuesta a esta pregunta. El principio “por sí mismo” en la Biblia El término “automatismos de crecimiento” está en el centro mismo de nuestra definición de “desarrollo natural de la iglesia”. El concepto bíblico que se esconde tras este término se describe en Marcos 4: 26-29 En esta parábola se señala claramente lo que el hombre puede y no puede hacer. El hombre puede y debe sembrar, cosechar, “dormir y levantarse”, pero no puede producir el fruto. Aquí se dice que la tierra produce “de por sí”. La expresión “de por sí” es la clave para comprender la parábola. ¿Qué significa esta expresión? En el texto griego original aparece el vocablo “automate”, que traducido de forma literal significa “automáticamente”. Así pues el texto bíblico nos habla expresamente de un “automatismo de crecimiento”. En los tiempos de Jesús automate significaba simplemente “sin razón visible”. El judío creyente sobreentendía “realizado por el mismo Dios”. Aplicado a la iglesia, esto significa que algunos procesos parecen producirse “por sí mismos”, “automáticamente”. Sin embargo, los creyentes sabemos -incluso sin poderlo explicar empíricamente- que el fruto que surge “por sí mismo” de la semilla es, en realidad, una obra de Dios. El “automatismo” resulta ser un “teomatismo” Las iglesias en crecimiento –independientemente de si son conscientes de ello o noestán haciendo uso de ese automatismo de crecimiento, y ese es el secreto de su éxito. Lo importante no es la profundidad con que se reflexione, sino la aplicación del principio. ¿Qué significa “desarrollo natural de la iglesia”? Liberación de los automatismos de crecimiento, con los cuales Dios mismo edifica su iglesia. El desarrollo natural de la iglesia significa despedirse de cualquier forma de pragmatismo superficial, de una lógica estática de causa y efecto, de una atención predominante a la cantidad, de métodos manipuladores tipo marketing, de una cuestionable mentalidad ejecutora. En otras palabras: alejarse de programas de éxito concebidos por el hombre y acercarse a los principios de crecimiento que Dios mismo utiliza en su creación. (Extractos del libro Desarrollo Natural de la Iglesia de Christian A Schwarz)