Barreras al crecimiento Efesios 4:1-16 Dios desea que cada uno de nosotros crezcamos a la estatura de la plenitud de Cristo. La vida en Cristo es un continuo aprendizaje para dejar que el Hijo de Dios sea formado en nosotros. Las siguientes son algunas barreras que nos impiden ese crecimiento. Reconozcámoslas para que podamos hacerles frente: Cuando olvidamos quiénes somos. 1 Pedro 2: 9. Con frecuencia andamos como si no fuéramos verdaderos hijos de Dios, reyes y sacerdotes para gloria de Dios Padre. Recuerda quién eres, levanta tu cabeza y vive para manifestar la gloria y la bendición de Dios en tu vida y en la vida de quienes te rodean. Cuando no ponemos en acción las metas que nos trazamos. Lucas 14: 28-31. Es importante trazarnos metas en la vida. Pero esas metas hay que perseguirlas cada día. Dios desea que tengamos grandes sueños, pero debemos concretarlos con un plan de día en día, paso a paso. Cuando subestimamos nuestras limitaciones. 2 Corintios 12: 9; Romanos 8: 26. A menudo pensamos que si tuviéramos más dinero, más educación, o si fuéramos más fuertes, entonces lograríamos más cosas en la vida y para Dios. Sin embargo, esa no es la manera como Dios ve las cosas. Por el contrario, el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad. El nos ayuda a crecer cuando reconocemos nuestras limitaciones. Cuando los problemas nos hacen renunciar. Hebreos 10: 39; Filipenses 3: 12-14. Precisamente es por medio de los problemas y dificultades de la vida que nuestro caracter y personalidad cristiana son formados. Dios no nos llama a huir de los problemas sino a enfrentarlos en el nombre de Cristo. Esta es la única manera como realmente podemos madurar. Cuando le tememos al fracaso. Muchas personas nunca emprenden nada, porque tienen temor a no poder alcanzar su meta. Pero si aprendemos de nuestros fracasos pasados, estamos realmente construyendo el camino hacia la madurez y el crecimiento espiritual. Los cristianos estamos llamados a un crecimiento ilimitado durante el transcurso de nuestra vida. Nuestra meta es reflejar la gloria de Dios es un mundo entenebrecido, por medio de dejar que Cristo brille cada vez más claro y potente a través nuestro. Permítele a Él cumplir con el propósito pleno y total que tiene para ti.