La humanidad debe al niño lo mejor que puede darle... El niño gozará de una protección especial y dispondrá de oportunidades y servicios, dispensado todo ello por la ley y por otros medios, para que pueda desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condiciones de libertad y dignidad... El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación". DECLARACION DE LOS DERECHOS DEL NIÑO El trabajo infantil es una realidad social que ocurre en mayor o menor medida en todos los países del mundo. Por trabajo infantil se entiende el trabajo que realiza un menor de 18 años y por el cual recibe algún tipo de remuneración. El Artículo 54 de la Constitución de la República, la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), junto con otros instrumentos internacionales ratificados por Uruguay, integran el ámbito de protección de los derechos humanos vigente en el país. Precisamente, el artículo 32 de la CDN define los lineamientos jurídicos que operan como orientadores de las intervenciones en materia de prevención y erradicación del trabajo infantil: “Los Estados partes reconocen el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social”. La UNICEF ha desarrollado un conjunto de criterios básicos para determinar cuál es el trabajo infantil perjudicial para el menor. Define que el trabajo infantil es inapropiado si: es con dedicación exclusiva a una edad demasiado temprana, se pasan demasiadas horas trabajando, el trabajo provoca estrés físico, social o psicológico indebido, se trabaja y se vive en la calle en malas condiciones, el salario es inadecuado, el niño tiene que asumir demasiada responsabilidad, el trabajo impide el acceso a la escolarización, el trabajo mina la dignidad y autoestima del niño (como el esclavismo y la explotación sexual), impide conseguir un pleno desarrollo social y psicológico. Teniendo en cuenta estos criterios, se pueden mencionar muchas actividades desarrolladas por los niños que son altamente nocivas para ellos: las tareas realizadas en espacios inadecuados, con iluminación insuficiente, escasa o nula ventilación, tecnología precaria y escasos o nulos tiempos de descanso; los trabajos en los que deben llevar cargas superiores a las recomendadas para su peso y edad; las actividades desempeñadas con sobre exposición a las radiaciones solares, al calor y en muchos casos (como en la horticultura y floricultura) a químicos de alta toxicidad. Un buen ejemplo de trabajo carente de condiciones dignas y desempeñadas frecuentemente por niños es la recolección de residuos. Los niños que realizan esta actividad lo hacen a la intemperie, muchas veces en largas jornadas. A demás mientras seleccionan y clasifican los desperdicios comercializables, se encuentran expuestos a lastimaduras con elementos cortantes, a posteriores infecciones a causa de ellas y a diversos elementos contaminantes. También se pueden observar ejemplos similares en niños que trabajan en la industria de calzado, en la que utilizan pegamentos en lugares pequeños y carentes de ventilación. Otro ejemplo es el trabajo de los niños en el área agrícola. La agricultura es la actividad económica que cuenta con mayor participación de niños y adolescentes a nivel mundial. De acuerdo a datos generados por la Organización Internacional del Trabajo, de los más de 200 millones de niños que trabajan en el mundo, el 70,4% lo hace en el sector agrícola. La actividad está asociada al uso intensivo de mano de obra en cada fase del ciclo productivo. La participación de niños y adolescentes en la agricultura está asociada a la pobreza de las áreas rurales. Las consecuencias más frecuentes incluyen la desventaja educativa y los problemas físicos y emocionales. Las investigaciones realizadas han demostrado que niños y adolescentes que dedican gran parte del tiempo a estas tareas, por lo general abandonan la escuela o tienen un bajo rendimiento escolar, y están expuestos a lesiones y enfermedades. También trabajan durante largas jornadas, acarrean cargas pesadas y están expuestos a cambios climáticos bruscos. El trabajo infantil no es todo igual. La misma UNICEF hace una nítida diferenciación entre dos tipologías de niños que trabajan: a) Aquellos que dentro de las familias trabajan para ellas mismas y por la situación de pobreza. El niño puede trabajar algunas horas al día e ir a la escuela o en otros casos puede que trabaje todo el tiempo, pero no se puede hablar de explotación sino sólo de miseria. b) Aquellos en que son explotados por un patrón externo, aunque también entran dentro de este grupo aquellos que son explotados por sus padres u otros familiares. La Convención sobre los Derechos de la Infancia, firmada en 1989 por todos los países excepto la Islas Cook, Somalia, Omán, Suiza, los Emiratos Árabes Unidos y EUA, obliga a los gobiernos a proteger a los niños de "la explotación económica y de realizar ningún trabajo que pueda ser peligroso o interferir en la educación del niño, o que sea peligroso para la salud física, mental o espiritual del niño o para su desarrollo social." Cerca de 50 países han ratificado la Convención 138 de la OIT sobre edades mínimas para trabajar, que establece normas más rigurosas que la convención anterior. Establece que 15 años es la edad mínima aceptable en países industrializados, y 14 años en los demás países. Permiten que los niños hagan trabajos suaves a los 13 años en países industrializados y a los 12 en países más pobres. Prohíbe el trabajo que pueda amenazar la salud, la seguridad o la moral para niños menores de 18 años. Uruguay es uno de esos 50 países que ratificaron el acuerdo. La Directora de la división Inspección, formación e inserción laboral del adolescente –INAME, Jacinta Silva Maneiro dijo que: “tenemos la postura como país, que se ha adoptado por la ratificación del convenio numero 138 de la OIT, en 15 años la edad de admisión al trabajo”. En nuestro país el trabajo infantil se encuentra en dos grandes ámbitos: el urbano y el rural. En el Uruguay son 40.000 los niños que trabajan, y tres cuartos corresponden al ámbito rural. El trabajo infantil afecta particularmente esa área. El ex consultor de UNICEF- Uruguay y profesor de la Universidad de la República, Soc. Gustavo de Armas dice: “en el interior del país el trabajo infantil asume características particulares, aunque la problemática afecta a todo el país. El trabajo infantil en el medio rural tiene menos protecciones de índole legal y social. Por lo tanto, además de lo que significa para el menor trabajar de manera precoz, se agrega en el interior del país un trabajo que al carecer de protección implica riesgos incluso físicos.” La diferencia no es únicamente esa. En el interior del país las posibilidades son significativamente inferiores. Pongamos como ejemplo una localidad del departamento de Cerro Largo, en el cual, el niño para seguir con estudios secundarios debería viajar 20 Km., y poder pagar 4 ómnibus. Un Integrante del equipo técnico de la fundación quebracho, Pablo Manzini explica que: “Lugares como Quebracho en Cerro Largo no tienen oferta educativa después de la escuela. Por lo tanto, al finalizar esta, los hombres consiguen trabajo y las mujeres trabajan como empleadas domésticas o se casan muy jóvenes. Si alguno quisiera continuar los estudios, tendría dos opciones: o emigrar a Fraile Muerto (esto sería con 12 años de edad) o la UTU, pero a ésta última no pueden ingresar ya que se exige un mínimo de 15 años de edad. Mientras que esperan tener la edad suficiente para retomar los estudios, realizan changas, se insertan en el mercado laboral, y volver a estudiar después de eso se les hace muy difícil.” Demás está decir que otro factor al ingreso temprano en el mercado laboral es el problema de la pobreza y sus estrategias de supervivencia a las que deben recurrir las familias de los sectores de la sociedad que no tienen los medios necesarios para asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas. Los niños del medio rural y de los sectores marginales urbanos se ven obligados a incorporarse prematuramente al trabajo productivo. Esto, si bien ayuda a la familia a satisfacer algunas necesidades actuales, limita las posibilidades de lograr una buena educación del niño. El abandono y la repetición de cursos son características afectadas por esta problemática. Por otro lado se encuentra el trabajo infantil en áreas urbanas. En nuestro país encontramos al niño que pide moneditas, al que hace malabares o al que va en el carrito y revisa la basura. Para erradicar esto hace unos años se implementó el plan ProNiño de Gurises Unidos y Movicom. Consistía en firmar un contrato en el cual el padre se comprometía a no obligar a su hijo a trabajar más y sí obligarlo a ir a la escuela. A cambio de esto, al padre se le iba a dar un pago mensual de 3600 pesos. Este acuerdo era supervisado por la directora de la escuela, psicólogos y asistentes sociales. Las acciones que implementen los Estados en dirección a la prevención y erradicación del trabajo infantil constituyen uno de los indicadores fundamentales para medir el cumplimiento de sus obligaciones en materia de defensa, protección y promoción de los derechos humanos. Porque el fenómeno del trabajo infantil es, sin dudas, una de las formas más actuales de violación de los derechos humanos de una parte significativa de la población de los países de América Latina en general, y del Uruguay en particular. Sin embargo el sociólogo de Armas cree que: “en alguna medida no existe aún la conciencia a nivel de la opinión pública, de lo que afecta el trabajo infantil al niño y a la sociedad. Un niño que abandona la educación formal a los 12 o 13 años (porcentajes dramáticos en el Uruguay) compromete severamente las posibilidades de insertarse laboral y socialmente como adulto en una situación digna”. En todos los casos, el trabajo de los niños potencia y amplifica la vulnerabilidad y los padecimientos que les imponen las condiciones en que viven. El trabajo contribuye a ir contra su desarrollo personal, ya que dificulta la educación y sus logros en el aprendizaje, así como con el juego y el esparcimiento. Esto sucede porque el tiempo que los niños utilizan para trabajar es tiempo robado a esas actividades educativas y recreativas. El trabajo infantil retrasa el crecimiento saludable de los niños, lo cual afecta no sólo su presente, sino también sus posibilidades de desarrollo, limitando así sus oportunidades en el futuro. En el largo plazo, conduce al retraso escolar o directamente al abandono de la escuela, a menores ingresos en la vida adulta, al acceso a trabajos no calificados y a la reproducción de las condiciones de pobreza que originaron su prematura inserción laboral. Como conclusión de todo lo analizado para este trabajo podemos decir que el trabajo infantil es algo que está alrededor nuestro todos los días. Lamentablemente, el hecho de verlo todos los días nos da a nosotros la impresión de que sí, es así, y nada puede hacerse. ¿Nada puede hacerse? La respuesta, si es que la hay, es más que compleja. Habría que erradicar la pobreza y la ignorancia de aquellos niños, adolescentes y familias que aceptan que uno de sus integrantes (menor por supuesto) salga a trabajar. Por el otro lado habría que explicarle a aquellos que contratan a los niños o a aquellos que fomentan que ellos realicen el trabajo que no están causándole un bien ni al infante ni a la sociedad en su totalidad. Nosotras notamos que el trabajo infantil es solo “una punta del iceberg” por debajo, hay mucho más. Desde falta de incentivos para continuar los estudios, falta de instituciones, falta de apoyo y como siempre y en su mayor medida, falta de recursos. Nosotras diríamos que el trabajo infantil destruye al ser humano dos veces, una como niño y otra como adulto. Bibliografía Desarrollo humano en Uruguay 2005 Documental audiovisual sobre trabajo infantil Internet explorer Biblioteca de consulta Microsoft Encarta 2004 UNDP Uruguay Universidad ORT junto a UNICEF Trabajo