Por un lado, Garfinkel y Haveman calcularon la pobreza con base en la capacidad que tiene un hogar para generar ingreso suponiendo que éste hace uso total de su capacidad física y humana. Si bien estos autores no hacen un reconocimiento explícito de lo que implica el uso de tiempo en los hogares, suponen que el jefe de familia y en su caso la esposa, pueden dedicarse tiempo completo a la generación de ingreso. Consideran otras actividades que hacen posible el uso de la capacidad total de trabajo como obstáculos o costos que se deben a la estructura familiar o la localización del hogar en combinación con estándares socialmente establecidos. De acuerdo con los autores, el estatus económico de una familia depende de la magnitud de estos costos por los que a la capacidad de generar ingreso debe restársele dichos costos. No obstante, la única actividad doméstica relevante para estos autores, dado que varía considerablemente entre los hogares es el cuidado de niños. En lugar de restar tiempo a la dedicación al trabajo, calculan unos costos (el cual es 4 veces mayor para niños hasta 5 años que para los de 6 a 14), los cuales lo restan al valor resultante de la capacidad de generar ingreso en el hogar. Vickery (1977) por su parte realiza un cálculo de uso de tiempo en los hogares considerando diversas actividades domésticas. La intención del autor era criticar los esquemas de apoyo económico a familias pobres sustentados únicamente en el ingreso, y aclara que los hogares difieren tanto en recursos de tiempo como de dinero Vickery afrima que: si el mínimo nivel de consumo para no ser pobre requiere ambos dinero y producción doméstica, entonces los estándares oficiales de pobreza no miden correctamente las necesidades de los hogares. Cualquier programa que corrija diferencias de ingreso pero no de tiempo entre hogares discriminará a los hogares con un solo adulto (Vickery, 1977: 27). De acuerdo con el autor, al basarse los programas de apoyo al ingreso en un índice que define a la pobreza en términos monetarios únicamente genera desigualdades entre los hogares que varían en el número de horas adulto (Ibid). Vickery define un estándar generalizado de pobreza en términos de, ambos, tiempo y dinero. 1 Para el autor “los recursos de cada familia están determinados por sus activos y por el número de horas adulto disponibles para ganar ingreso en el mercado o para producir bienes y servicios de consumo fuera del mercado” (Vickery, 1977: 29). Con base en su estándar generalizado de pobreza calcula cuantas familias adicionales serían consideradas como pobres debido a una deficiencia en la disponibilidad de tiempo no-mercantilizable. El autor define un mínimo de horas requeridas en el hogar para realizar las labores domésticas básicas (véase sección ¿). Además, Vickery asigna un costo de sustitución por hora de trabajo doméstico, es decir, que los hogares requieren un ingreso para adquirir bienes y servicios en el mercado cuando no tienen suficientes horasadulto (véase Vickery, 1977: 32-33).2 Si el ingreso del hogar es igual a la línea de pobreza, pero no cuenta con el número de horas adulto necesarias para realizar las labores mínimas de mantenimiento definidas en el estándar generalizado de pobreza, el hogar sería considerado como pobre, ya que no tiene un ingreso adicional que le permita comprar bienes y servicios en el mercado que sustituyan el trabajo doméstico. Si el hogar no cuenta con las horas adulto mínimas necesarias para trabajo doméstico, pero si cuenta con el suficiente ingreso para sustituir el trabajo doméstico necesario por bienes y servicios producidos en el mercado (por ejemplo, servicios de limpieza, cuidado de niños y alimentos preparados fuera de casa), el hogar no sería considerado como pobre. De esta manera, calcula líneas de pobreza en función del número de adultos y niños en el hogar. Una madre soltera con hijos requerirá ganar un salario suficiente que le permita, si trabaja tiempo completo, pagar el cuidado de los niños. 1 Vickery tiene una visión minimalista tanto de la línea de pobreza como de los requerimientos de tiempo en el hogar. Toma como referencia la línea de pobreza basada en la “canasta alimentaria económica” definida por el departamento de Agricultura de los Estados Unidos para casos de “emergencia de uso temporal cuando los recursos están bajos”. Esta canasta supone que todos los alimentos son preparados en casa y quien los prepara en casa es un buen administrador y tiene tiempo y habilidades para comprar inteligentemente (Vickery, 1977: 30). 2 Cabe resaltar que el costo de sustitución del tiempo de trabajo doméstico asignado por Vickery era demasiado bajo para la realidad norteamericana de ese tiempo. El valor asignado varía entre 2.00 y 2.50 US dólares en 1973, cuando el salario mínimo era de 1.60. Es importante mencionar que de acuerdo con un estudio citado por Vickery el salario de un lavaplatos era de 1.65 la hora y de una servidor doméstico de 2.50 en 1967. Por tanto, podemos suponer que la pobreza calculada con éstos parámetros está subestimada. Vickery plantea que existen ciertos hogares que no cubren sus requerimientos de jornadas domésticas dado que dedican demasiado tiempo al trabajo extradoméstico y por tanto, .. otros hogares podrían dedicar más tiempo al trabajo y obtener el ingreso suficiente para cubrir sus necesidades económicas La metodología propuesta por Vickery puede criticarse desde distintas ángulos. La primera consiste en que no incorpora al cálculo de pobreza algunas fuentes del bienestar como son el acceso a los bienes y servicios gubernamentales, la escolaridad, etc., aspectos capturados por el método de NBI. La segunda se refiere a su enfoque minimalista de los umbrales de pobreza tanto de ingreso como de tiempo, lo que lleva a una subestimación de la pobreza (véase notas 1, 2 y 3),3 ya que al darle valores tan bajos al costo de sustitución del tiempo doméstico, por ejemplo, los hogares que no cuenta con tiempo para cuidado de menores, tampoco tendría ingresos suficientes para adquirir este servicio en el mercado, dado sus altos costos, que están por arriba del salario mínimo en países como Estados Unidos. Por último, al darle un valor monetario al tiempo y calcular la pobreza por medio del número de adultos en el hogar (considerando si trabajan o no) y el ingreso en el hogar no hace una clara distinción de los hogares pobres por tiempo y por ingreso y no permite calcular la pobreza de tiempo. Vickery supone entonces que todo hogar que no cuente con horas adultos para trabajo doméstico pero sí con ingreso para contratar los bienes y servicios domésticos sustitutos en el mercado (por ejemplo, guarderías, nana, o servicio doméstico), automáticamente deja de ser pobre por tiempo, aunque en términos reales esto no suceda por la falta de oferta o el costo real por hora de este tipo servicios. No obstante estas críticas cabe resaltar que el trabajo de Vickery es un esfuerzo importante que reconoce la necesidad de incluir la dimensión del tiempo en el cálculo de pobreza. 3 Los parámetros definidos por Vickery dan como resultado que de un total de 168 horas que tiene la semana un adulto puede dedicar hasta 87 horas a trabajo doméstico o extradoméstico. Nótese que define como máximo 49 horas a la semana que una persona puede invertir de tiempo de trabajo extradómestico y viajes relacionados con el trabajo. Por tanto, además de trabajar tiempo completo Vickery supone que los adultos pueden dedicar hasta 38 horas adicionales a trabajo doméstico (véase discusión en sección ¿?). ***A pesar de que consideran el trabajo de Vickery (1977) como una importante contribución al análisis de la relación de la pobreza de ingreso y tiempo concluyen que no es posible mejorar la medición de pobreza incorporando la dimensión del uso de tiempo en las familias, 4 dado que hay algunos problemas no resueltos. Por ejemplo, según los autores algunas familias podrían trabajar más y no lo hacen a pesar de que su ingreso está por debajo de la línea de pobreza u otras que dedican demasiado tiempo al trabajo remunerado descuidando el trabajo doméstico, cuando podrían reducir el número de horas trabajadas ya que están por arriba de la línea de pobreza. Estas preocupaciones no parecen a mi juicio suficientes como para ignorar la dimensión del tiempo en el cálculo de pobreza. Como veremos más adelante estos hogares pueden ser claramente identificados cuando se tiene la posibilidad de calcular claramente la pobreza de tiempo. Boltvinik –Vickery Una diferencia de la propuesta de Boltvinik con respecto a la de Vickery es que mientras el segundo le da un valor monetario a las horas necesarias para el trabajo doméstico y hace explícito el costo de sustitución de este por bienes y servicios adquiridos en el mercado, Boltvinik afirma que el tiempo, (conjuntamente con los niveles educativos, las habilidades y destrezas) tienen sus propias unidades de medida que no son reductibles a montos de valor monetario (Boltvinik, 2001: 3). Otra diferencia importante es la forma en como conceptualizan y miden el tiempo. Vickery basa el cálculo de la pobreza de tiempo definiendo un número de horas mercantilizables y no mercantilizables el tiempo-adulto disponible en el hogar para trabajo mercantilizable y no mercantilizable, Tm, está definido como la máxima cantidad de tiempo un adulto puede trabajar cada semana en un largo periodo de tiempo y mantener su bienestar mental y físico. El mínimo tiempo necesario para mantenimiento (dormir, descansar, comer, cuidados personales y tiempo libre) es de También analizan los trabajos de Haveman quien junto con otros colaboradores calcula “el salario potencial” anual de los hogares (considerando desempleo, enfermedad, transferencias familiares y gastos en guarderías) y lo compara con la línea de pobreza (véase Garfinkel y Haveman, 1977). 4 aproximadamente 81 horas a la semana. Substrayendo este número del total de 168 horas en una semana equipara Tm, a 87 horas a la semana por cada adulto en el hogar 5 El tiempo libre no se incluye las horas dedicadas al mantenimiento sano de una personal, no obstante, Vickery considera 10 horas a la semana de tiempo libre, cantidad de horas muy por debajo de los estándares para los adultos en Estados Unidos a mediados de los sesenta, que de acuerdo con una encuesta citada por el mismo autor era de 36 horas en 1966.6 5 El número de horas asignadas por Vickery (1977: 46) a estas actividades son: dormir 7.6, descansar 0.3, comer 1.2 y cuidados personales 1.1, un total de 10.2 horas. 6 Vickery (1977: 46) define los tiempos máximos con base a una encuesta realizada en Estados Unidos en 1966.