Gergen, Kenneth F. El yo saturado Editorial Paidós Surcos 1991. LA SATURACIÓN DEL YO A PARTIR DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ACTUALES EN NUESTRAS VIDAS La saturación social y la colonización. De qué forma la saturación social ha llegado a invadir la vida cotidiana, también al asociarnos cada vez más a nuestro entorno social terminamos por reflejarlo. Las tecnologías de la saturación social. En el proceso de la saturación social nuestros días están cada vez mas colmados por la cantidad, variedad e intensidad de las relaciones. Las innovaciones tecnológicas han llevado a una proliferación de las relaciones que a partir del surgimiento se denominarán tecnología de bajo nivel, son siete los cuales ocurrieron en el siglo XX: El ferrocarril (mediados del siglo XIX) Servicios postales públicos. El automóvil (principios del siglo XX) El teléfono (a fines del siglo XIX) La radiodifusión (1919) El cinematógrafo El libro impreso Estas tecnologías de saturación social se expandieron rápidamente en el curso del siglo XX. Cada uno de estos avances vincula más estrechamente a las personas, las expone a sus semejantes y fomenta una gama de relaciones que nunca podrían haberse dado en el pasado. Estas modificaciones introducidas por la tecnología de bajo nivel iniciaron el proceso de saturación. Es importante analizar un fenómeno que se inició en el período de tecnología de bajo nivel con la radiofonía, el cine y la publicidad comercial, pero que se ha vuelto descomunal en la era de alto nivel de la televisión, denominado multiplicación del yo, que es la capacidad de estar significativamente presente en más de un lugar a la vez. En la pequeña comunidad de relaciones cara a cara, la capacidad de un individuo para sostener estas relaciones o introducir algún efecto social estaban localizadas tanto en tiempo y espacio. La televisión ha incrementado la multiplicación del yo lo cual se aplica al público televisivo y la cantidad de horas que está expuesto a “facsímiles sociales”, además esta multiplicación ha trascendido el tiempo, modificando el grado en que la identidad de cada cual se sustenta en la historia de su cultura. La gente elige los actores o actrices con los que desea identificarse o la clase de relatos o de historias que traerán ala vida sus fantasías, esto significa que se puede producir un sentimiento de conexión social. Los medios de comunicación, en especial la televisión, la radio y el cine, están ampliando en un grado vital la gama y variedad de relaciones personales que puede tener la humanidad. Recurrimos cada vez más a los medios y no a nuestras percepciones sensoriales para que nos digan lo que pasa. Las innovaciones tecnológicas y la proliferación de las relaciones Dos de los más grandes obstáculos que afrontaban las comunicaciones eran la lentitud y el coste. En las últimas décadas los medios electrónicos han rebasado esos obstáculos y los avances actuales hacen tambalear la imaginación. Dentro de las innovaciones está la computadora, las laptops, junto con los correos electrónicos, las videoconferencias y los servicios de información en línea, todos ellos han permitido nexos sociales a través de los aparatos trasmisores y receptores. La saturación social Hace un siglo las relaciones sociales se circunscribían al perímetro de la distancia que podía recorrerse sin cansancio. La mayoría eran personales: la familia, el vecindario, el pueblo donde uno residía. Lo más probable era que las relaciones sociales terminaran donde terminaba su comunidad. Para gran parte de la población mundial sobretodo los países industrializados, la pequeña comunidad de relaciones cara a cara quedó sepultada entre las páginas de los libros de historia, consecuencia del desarrollo tecnológico descrito, la vida contemporánea es un mar turbulento de relaciones sociales. Por obra de la tecnología aumenta la cantidad y variedad de relaciones que entablamos la frecuencia potencial de nuestros contactos humanos la intensidad expresada en dichas relaciones y su duración. Y cuando este aumento se torna extremo llegamos a un estado de saturación social. Multiplicación de las relaciones La cantidad de relaciones que por lo común se mantienen en el mundo actual contrasta con aquella comunidad. Nuestros pensamientos y sentimientos ya no están ocupados en la comunidad que nos rodea sino en un reparto de personajes diseminados por todo el planeta y que cambian de manera constante. Se destacan dos aspectos: El primero lo que podría llamarse la perseverancia del pasado, antes el alejamiento de una persona implicaba una pérdida, si alguien se iba a vivir a otra ciudad la relación languidecía. A medida que iba envejeciendo, desaparecían de la vida muchos partícipes activos del pasado. En la práctica a medida que avanzamos en la vida, el elenco de personajes significativos se vuelve mayor, para algunos, implica un sentimiento de estrés o de tensión. Cada persona puede experimentar en el curso de su vida no solo unas cuantas relaciones íntimas sino decenas. La sujeción a nuevas formas de vida La televisión ha sido el medio que más ha incrementado la variedad de relaciones en que participamos. Uno de los aspectos más interesantes dela expansión electrónica de las relaciones es el vínculo entre padres e hijos. Anteriormente los niños seguían siendo niños, la televisión cambió la situación por completo, los programas les revelan a los chicos en forma sistemática toda la panoplia de aventuras, ensayos y tribulaciones de los adultos, como consecuencia el niño actúa con personas que despliegan una compleja vida privada, llena de dudas y vacilaciones. Y los padres ya no tienen frente de ellos al ingenuo de antaño, sino a otro que no les guarda tanto respeto y cuyas opiniones pueden ser muy incómodas. La tecnología actual, además de ampliar la gama de relaciones humanas modifica las preexistentes: al desplazarse del vínculo cara a cara al vínculo electrónico. Nuevas clases de relación En primer lugar la relación de amigo-amante. Mucha de la comunicación romántica que se establecía se pierde con la tecnología de alto nivel estos ofrecen condiciones para una multiplicidad de romances amistosos. Otra relación interesante es el uso de microondas. Para quienes viven una vida saturada, el horno de microondas es algo más que una ayuda tecnológica, es un símbolo de la incipiente modalidad de relación. La familia ideal, incluida la tradicional, Ahora es más probable que trabaje el hombre y la mujer dentro del hogar y que las relaciones familiares se descuiden, incluso por el tipo de programas de televisión que dispersan a los miembros de una familia por sentidos opuestos. El hogar no es más el “nido” sino un lugar de paso. Intensificación de los intercambios. Curiosamente la tecnología también incrementa el nivel emocional de muchas relaciones. La gente cuando puede elegir, elige lo que le proporciona una satisfacción asegurada. Los cambios de pautas o estructuras amenazan con anular tales satisfacciones. Por ende las relaciones prolongadas tienden a buscar el equilibrio de la intensidad emocional. Por otro lado la comunidad cara a cara se presta a un alto grado de vigilancia informal. Los individuos suelen saber casi siempre lo que hacen los demás y cuando el mundo social permanece estable y la información nueva es escasa, los mínimos detalles pasan a ser temas de conversación. Las relaciones a distancia brillan con un fulgor más intenso y los intercambios amorosos quedan sobregirados emotivamente. LA COLONIZACIÓN DEL YO Las tecnologías de la saturación social nos exponen a una enorme variedad de personas, otras formas de relación, circunstancias y oportunidades únicas en su género, e insospechadas intensidades del sentimiento. Seguimos incorporando sin cesar información del medio que nos rodea y al quedar expuestos a otras personas cambiamos en dos sentidos: aumenta nuestra capacidad de saber acerca de y aumenta nuestra capacidad de saber como. En el primer caso aprendemos infinidad de detalles sobre las palabras, actos, vestimenta, gestos, etc. de los demás; asimilamos un enorme cúmulo de información acerca de las pautas del intercambio social. Este aumento masivo del conocimiento del mundo social sienta las bases de otra modalidad del saber, el saber como. A medida que avanza la saturación social, acabamos por convertirnos en imitaciones baratas de los demás. Llevamos en la memoria las pautas de ser ajenas. Y si las condiciones se vuelven otro, tan solo un representante o sucedáneo. La colonización del yo no solo abre nuevas posibilidades a las relaciones sino que además la vida subjetiva queda totalmente recubierta. Cada yo que adquirimos de los demás puede contribuir al diálogo interno, a los debates privados que mantenemos con nosotros mismos respecto de toda clase de sujetos, sucesos y cuestiones. Multifrenia Término con el cual se designa la descisión del individuo en una multiplicidad de investiduras de su yo. Este estado es resultado de la colonización del yo y de los afanes de éste por sacar partido delas posibilidades que le ofrecen las tecnologías de la relación. El vértigo de la valoración La tecnología de la saturación social suprimió dos de los principales factores que tradicionalmente se interponían en las relaciones: tiempo y espacio. En el primer caso, al introducir a otros en el yo se infiltran sus gustos y preferencias, sus objetivos y valores. Cada nuevo deseo plantea sus propias exigencias y reduce la libertad del individuo. El ascenso de la insuficiencia no es únicamente la expansión del yo por obra de las relaciones lo que acosa al individuo con un sentimiento del deber permanente: existe además una infiltración , en la conciencia cotidiana, de la duda sobre sí mismo, una sutil sensación de insuficiencia que agobia las actividades que se emprenden con una incómoda noción de la vacuidad inminente. Esta sensación de insuficiencia es un producto colateral de la colonización del yo y de la presencia de espectros sociales, pues al incorporar a otros dentro de nuestro ser, se amplía la gama de lo que consideramos “bueno”, “correcto”, o “ejemplar”. Cada momento va envuelto en la culpa originada por todo lo que era posible antes pero que ahora ya no hay derecho a pretender, hay una tercera dimensión de la multifrenia “ procura ser una persona razonable “, “ buenas razones” en “racionalizaciones”, “falsa conciencia” o “ignorancia”. La racionalidad es consecuencia de la participación social. A medida que se amplían nuestras relaciones, empero, la validez de cada racionalidad circunscrita corre peligro. Lo que es racional en una relación es cuestionable o absurdo desde el punto de vista de otra. Vemos, pues, que a lo largo del siglo XX se ha producido un cambio abismal en el carácter de la vida social. A través de un conjunto de nuevas tecnologías, el mundo de las relaciones se ha ido saturando más y más. Participamos con creciente intensidad en una avalancha de relaciones cuyas transfiguraciones presentan una constante variedad. Y esta multiplicidad de relaciones trae consigo una transformación en la capacidad social del individuo tanto para saber acerca de cómo para saber como. El sentido relativamente coherente y unitario que tenía del yo la cultura tradicional cede paso a múltiples posibilidades antagónicas. Surge así un estado multifrénico en el que cada cual nada en las corrientes siempre cambiantes, concatenadas y disputables del ser. El individuo arrastra el peso de un fardo cada vez más pesado de imperativos, dudas sobre sí mismo e irracionalidades. Retrocede la posibilidad de un romanticismo apasionado o de un modernismo vigoroso y unívoco, y queda abierto el camino para el ser posmoderno.