“NO HACEN LO QUE DICEN” XXXI Domingo del Tiempo Ordinario CICLO A TEXTO BÍBLICO: Mateo 23, 1 -12 v. 1 Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: v. 2 “Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; v. 3 ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras porque no hacen lo que dicen. v. 4 Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. v. 5 Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; v. 6 Les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas. v. 7 ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por la gente. v. 8 En cuanto a ustedes, no se hagan llamar “maestro”, por que no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. v. 9 A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no tienen más que uno, el Padre celestial. v. 10 No se dejen llamar tampoco “doctores”, porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. v. 11 El más grande entre ustedes será el que los sirva, v. 12 porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado. Introducción El texto es la introducción de un extenso discurso que Jesús pronunció contra los líderes religiosos de Israel (Mt. 23, l3-36) como consecuencia del insistente rechazo a sus enseñanzas. El relato aparece claramente dividido en dos partes: la primera (Mt.23, 1-7) es una condena a los fariseos que poseían una gran autoridad en la sociedad de entonces y que se consideraban los maestros y jefes del pueblo elegido. En la segunda parte (Mt.23, 8-12), aunque el texto no lo indica, las palabras de Jesús están dirigidas a sus discípulos y en ellas se insiste en la igualdad que debe predominar entre ellos. Mateo, al hablar de ello, tiene puesto los ojos en su comunidad que se siente rechazada por las autoridades judías y donde algunos dirigentes habían comenzado a aceptar títulos de honor y se estaban creando escalafones y grados que eran fuente de desigualdad entre grandes y pequeños, ricos y pobres, señores y servidores. Aportes para la lectura v.1 Para empezar, Jesús no se dirige a letrados y fariseos, sino a la gente y a sus discípulos. Su denuncia pretende abrirles los ojos para que conozcan la calidad de los que se proclaman maestros y se puedan liberar de su yugo. v. 2 Los maestros de la Ley ocuparon el puesto que dejó Moisés. El Evangelio dice en forma más precisa: “ocuparon la cátedra de Moisés”. “Cátedra”, en un principio, se denominaba al asiento reservado en las sinagogas para el maestro que enseñaba las Escrituras. Más adelante esta palabra pasó a usarse para señalar la facultad de enseñar en nombre de Dios. Esta facultad que tenían los profetas según el legado que les había dado Dios (Dt.18, 15-18) fue tomada en forma exclusiva, por los doctores de la Ley que sustituyeron la referencia a Dios, por la referencia a la interpretación de la Ley y sus prescripciones. v. 3 Jesús comienza reconociendo que las enseñanzas de los escribas y fariseos están de acuerdo con la verdad. Manda hacer todo lo que ellos dicen. Sin embargo juzga de una manera diferente su ejemplo: no hay que hacer nada de lo que ellos hacen. Y la manera de actuar que Jesús desaprueba, es cuando caían en la ostentación y en la soberbia sólo con la intención de ser vistos, manifestando exteriormente una piedad que interiormente no tenían. v. 4 “Los fardos pesados” se oponen a “la carga ligera” de Jesús (Mt. 11, 30) La doctrina propuesta por los letrados era una carga insoportable. Ellos que la proponen como obligatoria, no ayudan en nada a su observancia, se desentienden de los que tendrían que observarlas. No pretenden ayudar a los hombres, sino dominarlos por medio de su doctrina. v. 5 Jesús vuelve a denunciar el exhibicionismo de los escribas y fariseos (Mt. 6, 5) que buscan por todos los medios hacerse notar y que se reconozca su autoridad y prestigio y lo hacen por medio de señales externas. El término “filacterias” significaba, en el contexto judío un “medio de custodiar/ conservar en la memoria” la Ley de Moisés. Consistían en unas cajitas o estuches de piel que los judíos se atan con una cinta, en la frente y en el brazo izquierdo (cerca del corazón) a la hora de la oración de la mañana. Los fariseos devotos las llevaban puestas todo el día atadas con cintas más anchas y vistosas que las comunes. Además llevaban borlas o flecos cocidos en las cuatro puntas del manto, que servían para recordar y poner en práctica los mandamientos de Dios (Num. 15, 38-40) Las filacterias contenían pasajes especiales de las Escrituras. Esto se hacía en cumplimiento literal de lo prescripto en Ex.13, 9-16 y Dt.11, 18. “Graben estas palabras en lo más íntimo de su corazón. Atenlas a sus manos como un signo y que sean como una marca sobre su frente”. Jesús condena a los escribas y fariseos, no porque llevaran los “flecos”, ya que él mismo los usó (Mt. 9, 20), sino porque los alargaban para aparentar que cumplían más exactamente la Ley. v. 6 Los primeros lugares en los banquetes y en las sinagogas se reservaban para las personas de mayor dignidad (ancianos y maestros). En las sinagogas, los que ocupaban los primeros lugares daban la espalda al Arca de la Ley y se sentaban de frente al público. Jesús critica a los fariseos, a los que “les gusta ocupar esos lugares”. Lo malo no es ocuparlos, sino andar buscando que se los reserven. Esta ambición de honores y reconocimientos es un evidente signo de soberbia. v. 7 Los saludos y los títulos tienen gran importancia cuando se trata de personas que merecen cierto respeto. También el texto del evangelio critica a aquellos a quienes “les gusta que los saluden” y andan buscando los saludos y los títulos. “Mi maestro” se usaba como título para los que enseñaban la Escrituras y es la traducción de la palabra hebrea “Rabí” que también puede significar “señor mío” o “monseñor”. v. 8-12 Aunque el texto no lo indica esta segunda parte de la exhortación está dirigida a los discípulos y donde Jesús subraya las diferencias que deben existir entre la actuación de los fariseos y la que debe caracterizar a la comunidad cristiana: (Ustedes no se hagan…). Lo importante de la comunidad no son los títulos y los honores, sino la fraternidad: (todos ustedes son hermanos), que nace del tener un Padre común: (tienen solamente un solo Padre) y de seguir a Jesús (porque uno sólo es el Mesías). Volver a los esquemas jerárquicos del judaísmo es en la perspectiva de Jesús no haber entendido en que consiste el Reino de Dios. En el nuevo orden que inaugura la llegada del Reino, sólo hay un Padre y todos los hombres son hermanos. Jesús ha venido a convocar una nueva familia en la que sólo el Padre y el Hijo tienen un puesto de honor: todos los demás son hermanos y en consecuencia no deben competir por los puestos de honor, sino que deben hacerse servidores los unos de los otros. Estas exhortaciones de Jesús reflejan una situación de enfrentamiento entre la Iglesia de Mateo y el Judaísmo y tendrían la función de marcar las diferencias entre la Sinagoga judía y la Iglesia cristiana. Aportes para la meditación Jesús acusa a los fariseos de ser ostentosos y soberbios de su religiosidad ¿Caemos nosotros en esta tentación? ¿Creemos que somos “mejores” cristianos porque hacemos esto o lo otro? ¿Hacemos ostentación de nuestra “sabiduría y bondad? ¿Vivimos con humildad nuestro ser cristianos? ¿Somos conscientes que hemos sido llamados por la misericordia de Dios y no por nuestros méritos? Los acusa, también, de no hacer lo que dicen ¿Hay coherencia entre lo que decimos y hacemos en nuestra propia vida? Las renuncias que nos plantea el seguimiento de Jesús ¿son para nosotros un motivo de gozo, una forma de poder cumplir mejor su voluntad o son una carga que sufrimos y que queremos que las carguen todos los demás? A los que están a nuestro alrededor, a los que amamos ¿no les ponemos, muchas veces, cargas que nosotros no vivimos o no hemos vivido? ¿Qué pasos podemos dar personalmente y como grupo, para llegar a constituir una Iglesia y una comunidad de “hermanos” y de “servidores”? ¿No estaremos dejando a alguien de lado, dentro de la comunidad porque lo consideramos pobre o débil o pecador? Aportes para la oración En la oración, el diálogo se realiza, en primer lugar, en intimidad personal con el Señor, luego se pone en común (en el caso de hacerlo comunitariamente). Damos solamente una idea posible para este paso: Una pequeña oración: Señor, Para que yo no sea un vulgar fariseo que no hace lo que dice que se debe hacer Dame la fuerza necesaria para seguir tu ejemplo y dedicar mi vida a no ser servido sino a servir. Contemplación - Acción En el último paso de la Lectura Orante nos parece bueno recomendar que dejemos unos buenos minutos para contemplar todo lo que el Señor nos ha dicho con su Palabra, lo que le hemos dicho a través de la oración, y sobre todo descubrir a qué nos comprometemos, qué acción para transformar nuestro pequeño mundo realizaremos. Siempre debe ser algo muy concreto y en coherencia con lo que el Señor nos pide en su Palabra.