¿Y de la educación qué? Opinión Por: Germán Augusto Cruz Arismendi Gerente de la Fundación Empresarios por la Educación Capítulo Risaralda Tres datos antes de empezar. El primero. Países como China, Singapur, Finlandia, Chile e Israel volvieron sus economías altamente competitivas ubicando a la educación como factor principal de transformación, potenciando y dándole valor agregado a sus escuelas técnicas y tecnológicas. El segundo. Las economías y la globalización de los mercados tienen su fuerte en los procesos de gestión del conocimiento e innovación de base tecnológica sustentando el desarrollo de patentes, invenciones y priorizando apuestas hacia la formación. Y el tercero. Mientras Asia mira hacia adelante, América Latina se quedó mirando hacia el pasado, enclavando sus acciones en un peso histórico delimitado por ideologías políticas y sociales de hace 50 años, que hoy, no responden a la realidad y a las exigencias de un mundo diferente con otro tipo de demandas en todas sus esferas de desarrollo. El anterior contexto da pie para preguntarnos ¿y de la educación qué?, ¿qué pasa con nuestro sistema educativo? Aparentemente todo está bien, se han hecho “grandes avances”, pero creo que esos “avances” son lógicas para ser los “mejores entre los peores”, y ¡vaya! que así se ha establecido en el imaginario social: “un mejoramiento continuo entre los peores”. Quiero partir de las palabras de Andrés Oppenheimer, con el que concuerdo plenamente al decir que: “La educación es demasiado importante como para dejarla sólo en las manos del gobierno”. La educación es una tarea de todos; lo lamentable es que unos pocos apenas lo estamos entendiendo. Quiero realizar un análisis sobre tres “fenómenos” que se vienen presentando en Colombia, y que obviamente tocan la realidad de nuestro departamento, siendo estos los últimos resultados en las pruebas internacionales PISA en donde Colombia ocupó los penosos últimos lugares entre 65 países que rindieron esta evaluación. De entrada hay que decir que ¡Basta de lamentos! Y el hecho de hacer una nueva crítica sobre lo que ya está ampliamente criticado no aporta en nada para una tarea que nos urge: la calidad de la educación. Pero sobre ese tema hablaré más adelante. El segundo componente a interpretar debe ser el nuevo escalafón de colegios que se ha presentado según los últimos resultados de las pruebas de estado SABER (Anteriormente ICFES) y que ameritan una pregunta simple, pero compleja en su amplio sentido social: ¿Dónde radica la causa de la extensa brecha entre colegios públicos y privados?, es más, ¿por qué históricamente nos hemos acostumbrado a este hecho cuando en países de nuestra latitudes las escuelas, universidades e instituciones públicas son las mejores en materia de calidad educativa? Y en último lugar, pero no menos importante vale la pena revisar cuales son las prioridades educativas que se están trabajando en Risaralda y cómo estas 1 prioridades responden o no a ejes fundamentales como calidad, cobertura, gestión del talento humano, pertinencia y demás “conceptos”, que evidentemente se han tomado el argot de los indicadores de gestión tanto del Ministerio de Educación Nacional como de los Entes Territoriales. Algo Sobre las Pruebas PISA: “Decía Bill Gates, mientras nos alejábamos del set de grabación, que a Latinoamérica le falta una dosis de humildad para darse cuenta de cuál es la verdadera posición de sus grandes universidades y centros de investigación en el contexto mundial (Oppenheimer, Basta de Historias, 2012, P. 13)” y ni qué decir de sus colegios, instituciones de educación media y otros centros de estudio. Esta magistral cita, define el ser del problema de la educación en nuestro país a la hora de presentar exámenes internacionales de este tipo. Se admira el hecho que Colombia participe, a despecho de los paupérrimos resultados, porque inevitablemente el reflejo de nuestro sistema escolar ante el mundo, hará que se tomen cartas para por lo menos priorizar algún día la educación como factor trascendental en la agenda pública. Pero dejando de lado este paliativo, debemos centrar la atención de los últimos resultados en PISA. ¿Por qué Colombia aparece donde aparece? Por eso la cita textual con que inicia este apartado, por falta de humildad. En los informes de gestión del MEN, en los indicadores y en una suerte de informes que este ministerio evidencia, siempre se habla de “adelantos” y la palabra “problemas” parece un fantasma del que nadie habla. Este “fantasma” se ataca con computadores, tablets, tableros digitales y recursos tecnológicos, que dicho sea de paso nunca abarcan el total de la demanda o la cobertura, donde casi siempre en el imaginario social se ha quedado el ideal de “avances en la educación”. Queda demostrado que a nivel internacional esos avances, quizás hayan sido para mejorar o en este caso empeorar unos “puesticos en el ranking”: En matemáticas Colombia sacó 376 puntos que ubican el puesto 61 (el último), ocupó el puesto 55 en lectura, con 403 puntos, y lugar el 58 en ciencia con 399 puntos. Seguramente si la FIFA revisara este ranking, Colombia no sería Cabeza de Serie en el Mundial de Fútbol (Tema que en la actualidad es la moda y se presenta como eje de actualidad social, política, económica, empresarial etc. ¿y de la educación qué?) En el discurso de los mandatarios y de aquellas personas o entidades que se encargan de “confeccionar” la agenda pública, siempre se habla de la educación como factor primordial, pero las acciones generales integradas a un sistema general son pocas. Se demanda constantemente el bilingüismo como política pública, se visualiza en la primera infancia una necesidad formativa para “toda la vida” con miras a gestar proyectos de vida concretos y anclados en la educación; fortalecimiento de escuelas técnicas y tecnológicas, incremento de la producción de patentes, una economía basada en el conocimiento, incentivos más significativos para la investigación, una actualización pertinente y continua; como ven la lista es larga pero aún puede seguir con innumerables demandas, problemáticas o indicadores negativos, en donde muy seguramente se han hecho “algunos avances” “Los latinoamericanos en general están más satisfechos con su educación pública de lo que justifican los resultados de los exámenes internacionales. Están satisfecho sin fundamento (Lora, BID, en Oppenheimer, Basta de Historias, 2012, p. 2 15)”. La cuestión es que si nos sentimos satisfechos con lo que hay en educación, desde el ministerio, las secretarías, los entes territoriales, los gobiernos locales, los gremios, las universidades, no existirá exigencia social de mejorar esos estándares educativos: a mayor satisfacción, menos exigencia de nuevos y mejores resultados. Ahora bien, y para ir cerrando un poco esta primera reflexión, la causa de este diagnóstico, a mi modo de ver radica en tres cosas: falta ubicar a la educación como punta de lanza en la agenda pública del país en donde fundamentalmente se vea en la formación la capacidad de transformar nuestra nación y departamentos en todos sus niveles de desarrollo (ya lo hizo Chile, China, Singapur, Finlandia, Israel entre otras; economías otrora “pobres”, y hoy por hoy a la vanguardia gracias a la educación como renglón primordial de su “gestión país”.) La segunda causa es que nos falta humildad para reconocer que estamos mal y que los pocos avances no son suficientes. La educación es responsabilidad de todos, y antes que lamentarnos por estos resultados, debemos hacer un alto en el camino y definir nuestra real tarea, función acción, ayuda o como le quieran denominar para que mejoremos nuestro sistema educativo. Los entes territoriales y el MEN no pueden solos, ya se ha dicho aquí que la tarea es de todo el mundo. Brasil ya lo ha entendido así: “lo que Brasil tiene para enseñar a muchos países del mundo es haber convertido la educación en una causa de todos, como lo dice uno de los eslóganes Todos por la Educación (…) En Brasil se ha dado una concurrencia de la sociedad civil y el gobierno, y del sector público y el sector privado, en donde todos están empeñados en mejorar la educación y en equiparar su nivel de desempeño con el de los países industrializados” (Oppenheimer, Basta de Historias, 2012, P. 269). Y una tercera causa es que han sido insuficientes las acciones para mejorar la calidad del sistema. Mayor formación, más preparación, incentivos, recuperación y dignificación del rol del maestro; investigación educativa, entre otros factores son los que ameritan un trabajo para el ahora. Una brecha históricamente aceptada: Tristemente debe decirse que no es un misterio que las instituciones educativas privadas estén en las mejores ubicaciones del ranking de las pruebas de estado, a diferencia de las públicas. Todo parece indicar que lo público sigue su curso hacia “la necesidad”, la “problemática” y la “oportunidad de mejora eterna”. La brecha de la calidad sigue aumentando su metraje y en lugar de dinamizar un sistema que “acerca calidades”, lo público subsiste y trata por todos los medios de subsanar infraestructura, calidad, cobertura, recursos y otra serie de trascendentales componentes tan vitales para la enseñanza/aprendizaje como el bilingüismo. Pensemos en una imagen geométrica, mientras la institución de educación pública tiene como su base la punta de la pirámide tocando el suelo, la institución privada tiene sus cimentos en una amplia base que la sostiene. Si esa punta se enterrara en el suelo, uno podría pensar que tiene forma de sostenerse, pero lamentablemente no es así, y todo indica que sus cimientos son cada vez más austeros, frágiles, impredecibles y al amaño de las personas de turno. Los resultados de las pruebas caracterizan muy bien el anterior simbolismo. Sobre temas de calidad y excelencia académica siempre están en los primeros indicadores las instituciones privadas con modalidades como el bilingüismo, la innovación o la tecnología en sus procesos de gestión del conocimiento. Con recursos autónomos y de onerosa inversión, estas entidades privilegian el marco general de saberes especializados haciendo una lectura rápida del contexto adaptándose vertiginosamente al cambio y a las 3 demandas dinámicas de la realidad; mientras que la pública, a duras penas formula un PEI pertinente. Mientras una IE privada investiga, la pública enseña desde la tradición; mientras la privada trabaja en idiomas, la otra está buscando apenas los docentes que “dictan el segundo idioma”. Esto no es de echar culpas, de hecho uno debe felicitar la labor que hacen las secretarías de educación de nuestro departamento que no dan abasto porque la demanda es gigantesca, los retos inmensamente dinámicos y “toca trabajar con lo que hay”, que a pesar de las dificultades económicas, políticas o gubernamentales laboran arduamente en temas de calidad, cobertura, inserción, infraestructura, bilingüismo entre otro temas que han entendido trascendentales para el desarrollo y la competitividad. Pero, esto no es suficiente, el país, la región, las instituciones educativas públicas así lo demuestran, y como se mencionó en el anterior apartado, falta humildad para reconocer lo que tenemos y lo que estamos haciendo: “El problema de la desigualdad en Latinoamérica no es un problema de crecimiento económico, sino de educación (…) el crecimiento no resuelve la pobreza, la pobreza la resuelve la educación” (Gaviria, en Oppenheimer, Basta de Historias, 2012, p. 58). ¿Qué hacer entonces con esta brecha? Para el abordaje de esta problemática y esta disparidad entre educación pública y privada, me permito hablar de cinco (5) claves, que pueden convertirse en lineamientos estratégicos de gestión educativa: 1. Realizar procesos de transferencia de conocimiento. Las instituciones educativas pueden compartir entre si un sinfín de saberes. Las instituciones oficiales y privadas tienen modelos, experiencias y contenidos que ameritan ser revisados como insumo de un conjunto de competencias compartidas interinstitucionalmente para educar a todos por igual. En el lugar número 20, de las instituciones de Risaralda aparece una institución oficial, según el ranking de Dinero, esto ya dice algo: “se puede compartir saberes, experiencias y proceso formativos entre ambas laderas de la brecha” en pos de un objetivo común: la Calidad. 2. Fomentar el emprendimiento y la innovación en las entidades oficiales. Resulta prioritario que los entes territoriales aborden temas de emprendimiento, innovación e investigación de manera continua en donde el estudiante pueda concebir un proyecto de vida en el conocimiento. Si bien esto depende de recursos, las fuentes de cooperación internacional y los proyectos por regalías pueden apuntalar recursos para dicho fin, posibilitando en dos vías esta acción: Mejorando ambientes de aprendizaje y patrocinando el emprendimiento de base tecnológica. 3. Gestión de Políticas Públicas para el Bilingüismo. Risaralda un departamento bilingüe. La educación es un cuento de todos, así, los procesos de movilización social e incidencia en política pública deben hacer presión a los gobiernos locales para la generación de una agenda pública que considere a la educación como prioritaria en todos sus niveles de desarrollo. 4. Trabajar de forma articulada. El cierre de la brecha está en el hecho de trabajar articuladamente entre universidades, empresas, fundaciones, entes territoriales, instituciones de educación para el trabajo y el desarrollo humano, instituciones privadas; es decir, la coalición inter-institucional de voluntades puede gestar realmente una calidad tangible en competencias, más recursos, mejores docentes, proyectos de vida pertinentes y saberes significativos en currículos dinámicos. 4 5. Hacer de la educación un asunto de todos. La movilización social, los pactos por la educación, las mesas de trabajo y los comités en donde se encuentran diversos sectores son vitales para promover, no sólo un discurso por la calidad, sino también una real intervención, apoyo y seguimiento al sistema educativo. Prioridades, Necesidades y Retos ¿Qué hay para hacer?: Hay mucho para hacer en términos de educación. Los gobiernos locales en Risaralda apoyados en sus entes territoriales ubican un abordaje similar, que puede ser comprendido de la siguiente manera: Empoderamiento y gestión del talento humano en educación; Mejoramiento de indicadores de cobertura, calidad, acceso y pertinencia; Mejores ambientes escolares para el aprendizaje (Infraestructura y recursos) Fomento de un departamento bilingüe y la gestión de competencias desde su fortalecimiento, pertinencia, impacto y real diálogo con el sector externo. Aquí, se plantea un cuasi plan de acción en el cual podemos apoyar para mejorar nuestro sistema educativo y hacer una labor significativa frente a esos reportes de las evaluaciones que como PISA, nos dejan muy mal parados; los indicadores negativos no pueden tomarse como oración de lamentos, deben tomarse como punto de partida para comprometer voluntades en donde el empoderamiento del talento humano que tiende a realizar la misión de las IE sea específico y transformador; así, los indicadores no pueden ser datos aislados para mostrar adelantos enmarañados en fórmulas estadísticas que casi nadie entiende y que se instauran en los imaginaros simbólicos de la sociedad acostumbrándose o admitiendo ese nivel educativo. La infraestructura y el ambiente escolar como necesidad, debe ser una oportunidad para privilegiar las inversiones que se realizan a nivel gobierno: ¿se necesitan mejores colegios o mejores vías, o se necesitan ambas? Si la respuesta es que ambas son vitales, por qué no pensar que a través del emprendimiento, el empoderamiento del estudiante y fomentando una educación a corto, mediano y largo plazo puede construirse esa vía que se requiere. Ejemplos como el de Finlandia, en donde los egresados regresan a sus instituciones educativas a invertir, deben tomarse para que la IE produzca saber, pero también la forma de motivar al estudiante para que a la postre invierta conocimiento, recursos y esfuerzos en mejorar su alma matter. El bilingüismo es vital y sobre esto, puede tomarse el caso de Singapur, una economía que hace 20 o 30 años no aparecía en ningún mapa financiero, pero que hoy se ha transformado en potencia gracias a dos cosas, básicas: Volverse bilingües (Inglés como lengua oficial) y la educación tema número 1 en su agenda (Los billetes de Singapur no tienen próceres, tienen la imagen de una universidad y de estudiantes recibiendo clases. Cambio de mentalidad nacional) Y sobre las competencias debe decirse que su pertinencia está aunada al diálogo que se tenga entre los diversos sectores: ¿será cierto que necesitamos más técnicos y menos doctores?, ¿será verdad que necesitamos más competencias del hacer que del pensar/conocer?, ¿qué demanda el sector productivo? Estas y otras tantas preguntas son punto de partida para trabajar y combinar esfuerzos efectivos donde posiblemente Colombia se ubique en puestos de vanguardia en temas de educación, pero si y sólo si, se le da la importancia a la educación como factor determinante de nuestra realidad social. 5