PROTEÍNAS Las proteínas son las macromoléculas que mayor número de funciones realizan en los seres vivos. Están compuestas por átomos de carbono, hidrógeno, oxígeno y cantidades menores de azufre y fósforo. Constituyen alrededor del 50 por 100 del peso de un ser humano, una vez eliminada de su cuerpo el agua. Las proteínas son polímeros lineales de moléculas de -aminoácidos. La unión entre ellos se realiza al formarse un enlace peptídico, de ese modo se forma un péptido. Hay que distinguir entre oligopéptidos, formados por menos de 12 aminoácidos y polipéptidos, con un número entre 12-60. Los aminoácidos poseen un grupo carboxilo (-COOH) y un grupo amino (-NH2) unido al carbono que ocupa la posición . Unido también a ese carbono, tenemos un átomo de hidrógeno y una cadena lateral. Las características de esa cadena son las que distinguen unos aminácidos de otros. Las funciones que realizan las proteínas son: catalíticas como las enzimas, que catalizan reacciones biológicas, reguladoras, como las hormonas, que regulan el metabolismo de minerales, de la glucosa…, estructurales y de soporte mecánico, formando parte de las membranas celulares…, trasporte, como la hemoglobina, que tansporta el oxígeno por la sangre, de reserva, como la ferritina que acumula el hierro, de movimiento, para realizar la contracción muscular por ejemplo, y de defensa inmunitaria como las inmunoglobulinas que dan lugar a los anticuerpos. Existen 20 aminoácidos distintos que forman parte de las proteínas. Nuestro cuerpo fabrica sus propias proteínas a partir de aminoácidos libres, por lo que no existe ninguna proteína que sea imprescindible en la dieta. En cambio, existen algunos aminoácidos que no pueden ser sintetizados y que han de ser incluidos en la alimentación, por lo que se denominan aminoácidos esenciales. Son valina, leucina, isoleucina, meteonina, fenilalanina, treonina, triptófano y lisina. El conjunto de los aminoácidos esenciales sólo está presente en las proteínas de origen animal (presentes en las carnes, pescados, aves, huevos y productos lácteos en general). En la mayoría de los vegetales (frutos secos, la soja, las legumbres, los champiñones y los cereales completos (con germen)) siempre hay alguno que no está presente en cantidades suficientes. Se define el valor o calidad biológica de una determinada proteína por su capacidad de aportar todos los aminoácidos necesarios para los seres humanos. La calidad biológica de una proteína será mayor cuanto más similar sea su composición a la de las proteínas de nuestro cuerpo. De hecho, la leche materna es el patrón con el que se compara el valor biológico de las demás proteínas de la dieta. En general, se recomienda que una tercera parte de las proteínas que comamos sea de origen animal, pero es perfectamente posible estar bien nutrido sólo con proteínas vegetales. Eso sí, teniendo la precaución de combinar estos alimentos en función de sus aminoácidos limitantes. El problema de las dietas vegetarianas en Occidente suele estar más bien en el déficit de algunas vitaminas, como la B12, o de minerales, como el hierro. La cantidad de proteínas que se requieren cada día es un tema controvertido, puesto que varía en función de muchos factores. Depende de la edad, ya que en el período de crecimiento las necesidades son el doble o incluso el triple que para un adulto, y del estado de salud de nuestro intestino y nuestros riñones, que pueden hacer variar el grado de asimilación o las pérdidas de nitrógeno por las heces y la orina. En general, se recomiendan unos 40 a 60 gr. de proteínas al día para un adulto sano. La Organización Mundial de la Salud y las RDA USA recomiendan un valor de 0,8 gr por kilogramo de peso y día. Por supuesto, durante el crecimiento, el embarazo o la lactancia estas necesidades aumentan. Las proteínas deben suponer un 15% del aporte calórico total. Las proteínas, o más exactamente los aminoácidos resultantes de su digestión, poseen el mismo valor calórico que los hidratos de carbono, 4 Kcal por gramo. Pero su efecto termogénico (energía liberada en forma de calor después de la digestión) es mayor; un 20% aproximadamente de su valor calórico. Por esta razón, la contribución de las proteínas al valor calórico total de las dietas de reducción de peso suele ser más elevada que en la dieta habitual.