Señor: En las noches oscuras de la vida, cuando combatimos contra el dolor, la incertidumbre y nos agarra el desespero, cuando nos sentimos solos y desconfiamos de tu misericordia, ayúdanos a sentir la fuerza y la fe que le diste a Jacob para vencer y derrotar el miedo y la pasividad. Que tu Palabra nos regale, en este momento, la bendición que sabe obrar en los momentos límites de nuestra existencia. Amén. “22Esa noche, 24cuando Jacob se quedó solo, un hombre luchó con él hasta el amanecer; 25 pero como el hombre no pudo vencer a Jacob, lo golpeó en la coyuntura de la cadera, y esa parte se le zafó a Jacob mientras luchaba. 26 Entonces, el hombre le dijo:- suéltame porque ya está amaneciendo. -Si no me bendices, no te soltaré. Le contestó Jacob. 27 -¿Cómo te llamas? Preguntó el hombre. -Me llamo Jacob –respondió. 28El hombre le dijo: Ya no te llamarás JACOB. Tu nombre será ISRAEL, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 29 -Ahora dime ¿Cómo te llamas tú? –preguntó Jacob-. Pero el hombre contestó: -¿Para qué me preguntas mi nombre? Luego el hombre lo bendijo allí mismo. 30 Y Jacob llamó a ese lugar Penuel porque dijo: “He visto a Dios cara a cara, y todavía estoy vivo” (Génesis 32, 22-30) “Sólo en Dios encuentro la paz; pues mi esperanza viene de Él. Sólo Él me salva y me protege. No caeré, porque Él es mi refugio. De Dios dependen mi salvación y mi honor; Él es mi protección. ¡Confiemos siempre en Él! ¡Orémosle a Él con toda confianza!” Salmo 61 (60)