AL DEFENSOR DEL PUEBLO ANDALUZ D. RAFAEL LARA BATLLERÍA, Coordinador General de la ASOCIACIÓN PRO DERECHOS HUMANOS DE ANDALUCÍA, con CIF G-41502535, mayor de edad y con DNI nº 45.260.776-L, en nombre de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, con domicilio a efecto de notificaciones en la calle Blanco White nº 5, 41018, Sevilla, ante la esta Institución Comparezco y como mejor proceda en Derecho, DIGO: Que por medio del presente escrito vengo a interponer QUEJA por los siguientes HECHOS PRIMERO: Le dirigimos la presente queja motivada por nuestra preocupación ante la actual situación de los enfermos mentales en prisión. Nos escandaliza el absoluto abandono por parte de las instituciones competentes en materia penitenciaria, de la salud y asistencia social. Es un problema antiguo, que sabemos conoce perfectamente por todo su trabajo y que queda perfectamente reflejado en sus informes. Sin embargo, le interponemos la presente ante el absoluto desentendimiento que por parte de todos los responsables políticos y sociales existe hacia este colectivo completamente desamparado. SEGUNDO: Si bien existen algunos recursos para atender a los enfermos mentales en la sociedad, el perfil de los enfermos con los que trabajamos en prisión no encaja en los escasos recursos existentes. Se trata de enfermos mentales sin acogida familiar ni medios económicos, muchos de ellos enfermos duales y sin relaciones con el exterior, reincidentes y sin seguimiento por parte de los servicios sanitarios comunitarios a su puesta en libertad. En la calle, muchos de ellos indigentes y con formas de vida totalmente marginales. Para ellos no conocemos en Andalucía a la fecha de hoy ni programas específicos dentro de prisión, ni fuera. Ni podemos tramitarles la excarcelación porque no existen centros que los acojan ni que trabajen además el problema de la enfermedad dual, resulta problemático plantear a los Jueces de Vigilancia Penitenciaria en los casos más graves que les suspenda la condena privativa de libertad, porque la única alternativa de la que disponemos en Andalucía es el psiquiátrico penitenciario, masificado hoy por hoy al 220%. Por otro lado, el número de enfermos que se barajan, a fecha de hoy, por los especialistas nos parece totalmente alarmante, y nos preguntamos cómo es posible que la Administración Andaluza no haya previsto en absoluto una alternativa adecuada para que no fuera la prisión el destino de los enfermos que en los años 80 se destitucionalizaron. El 8% de la población reclusa padece una enfermedad mental grave y el 40% tiene trastornos mentales y de personalidad. Por tanto, podemos decir que si en Andalucía hay prácticamente 14.000 internos, 1.120 padecen enfermedades mentales graves y 5.600 trastornos mentales. Aparte, Instituciones Penitenciarias reconoce más de 700 discapacitados psíquicos en las prisiones. Algunos de ellos también son enfermos mentales y algunos además de todo ello drogopendientes. La prevalencia dentro de prisión es de 7 veces más que en la comunidad. Muchos de los presos de los que hablamos no siguen ningún tratamiento en la calle, al salir de prisión no contactan con los equipos de salud mental y no existe coordinación alguna entre los servicios médicos de las prisiones con los servicios de salud mental del Servicio Andaluz de Salud (a parte de la voluntariedad de algún profesional), por lo que al salir de prisión quedan abandonados a su suerte. También nos encontramos con muchos casos en los que, recibiendo asistencia por parte de los servicios de salud mental, cuando el enfermo delinque y entra en prisión, como no existe ninguna coordinación, éste ni es medicado ni los médicos de las prisiones se preocupan de conocer el historial del interno. De forma que si el preso tiene familia y ésta facilita la documentación, podrá ser asistido, pero en caso contrario podrá permanecer en la cárcel sin ser tratado mucho tiempo. Si tampoco existe ninguna coordinación con los servicios sociales y no se trabaja el regreso a la sociedad y a la propia familia del enfermo mental cuando termina su condena desde la Institución Penitenciaria, es obvio que, si además muchos de ellos no disponen de apoyo familiar ni respaldo económico, van a retornar a un submundo marginal y de subsistencia en la calle, donde además de los problemas de adiciones, no siguen ningún tipo de tratamiento o medicación. Que se descompensen sus enfermedades y reincidan en la comisión de delitos y retornen a prisión es una consecuencia lógica de la total desasistencia. Cada vez existen más enfermos mentales en la calle sin atención sanitaria alguna, existiendo un déficit importante de recursos de apoyo, a la rehabilitación y recuperación funcional de los enfermos crónicos y un déficit importante de dispositivos comunitarios abiertos y cerrados. Por tanto, el que cometan delitos no depende tanto de su enfermedad, sino de su situación de inadaptación social, y lo que más influye en la multirreincidencia es el fracaso de los intentos de rehabilitación. Si tenemos en cuenta todo ello y las características de la vida en prisión, las dificultades de convivencia y adaptación de este colectivo es especialmente difícil. La consecuencias que resultan de todas estas circunstancias son muchas más sanciones, escaso acceso a los beneficios penitenciarios (que se basan exclusivamente en la buena conducta), no acceso a permisos ni terceros grados y cumplimento de las condenas íntegras. Por otro lado, todo ello solamente potencia la agravación de sus patologías, sin que la prisión en modo alguno pueda ser una medida terapéutica para un enfermo mental y la incidencia en todos los casos es negativa para la evolución de la enfermedad. Resulta cuanto menos chocante que puedan existir tantísimos enfermos mentales en nuestras prisiones ordinarias. Y de todas las causas existentes la que más favorece su entrada es la absoluta falta de dispositivos alternativos para el tratamiento de los enfermos mentales infractores. Por otro lado, nos percatamos que la gran mayoría de ellos se encuentran en prisión sin que en sus sentencias condenatorias se estimase causa alguna de atenuación de la pena y por tanto sin diagnóstico alguno de la enfermad. Muchos son diagnosticados por primera vez cuando entran en prisión; y la mayoría, ni siquiera allí. Los motivos son variados, entre otros la desidia de fiscales y jueces ante la acumulación de trabajo y sobre todo la falta de rigor en el trabajo de los abogados de oficio. Teniendo en cuenta que el colectivo del que hablamos no dispone de recursos económicos, son asistidos gracias a la asistencia jurídica gratuita, y entre la propia dinámica desestructurada del enfermo que no contacta con el abogado y la mala práctica de muchos de ellos que no trabajan con sus clientes sino hasta el mismo momento de juicio, es lógico que las enfermedades mentales pasen desapercibas o que de todas maneras, no puedan en ese momento ser ya acreditadas. Tampoco ayuda la actual regulación del enjuiciamiento rápido de delitos, en la que la rapidez en la instrucción incrementa la posibilidad de que nadie se percate de la enfermedad mental del detenido. Conociendo las carencias del sistema sanitario y de asistencia social de este colectivo desde hace años por parte de las Instituciones, es vergonzoso que aún continúen en estado de abandono los enfermos mentales con el perfil a que nos venimos refiriendo. Y si bien existen diversas posibilidades reguladas en nuestro ordenamiento jurídico que posibilitarían el tratamiento fuera de prisión de los enfermos mentales, desde la Asociación Pro Derechos Humanos nos preocupa que, para poder extraer del entorno tan perjudicial como es la prisión a los enfermos mentales, primero habría que trabajar con ellos dentro de prisión (que no se hace), que reciban la medicación y terapia adecuadas, de manera que pudieran acceder con garantías a una atención especializada en el exterior y ser clasificados en tercer grado, que suele ser la condición para poder obtener la mayoría de estas alternativas. Y por otro lado, habría que crear los recursos a los que poder derivarlos, que en la actualidad tampoco existen TERCERO: Como bien conoce y denuncia en su último informe especial sobre mujeres en prisiones andaluzas, los enfermos mentales en las prisiones ordinarias andaluzas no son atendidos específicamente y aunque legalmente debería acudir un psiquiatra a los centros penitenciarios (art. 209.1 2º R.P.), algunos centros no disponen del mismo y otros disponen del especialista de forma tan escasa que simplemente atiende las necesidades de prescripción farmacológica. En cuanto a los psicólogos, que existen formando parte del cuadro médico del centro. Pero la función de éstos, que serían los representantes de la vida mental en la institución, se reduce a, mediante el uso de pruebas instrumentales, valorar la peligrosidad potencial intrainstitucional del interno y clasificar su paso por los distintos grados regimentales; no intervienen asistencialmente sobre aspectos psicopatológicos individuales de los internos, ni sobre las dinámicas grupales o institucionales. De esta forma, el mandato constitucional rehabilitador, en la práctica, se reduce a que el interno evite el desarrollo de conductas disruptivas intrapenitenciarias. CUARTO: Respecto a los recursos existentes actualmente en Andalucía, según el Plan Integral de Salud Mental de Andalucía 2003- 20071, la atención sanitaria a los problemas de salud mental se realiza a través de una red de centros especializados distribuidos por toda la geografía andaluza, integrados en el Sistema Sanitario Público de Andalucía. Esta red se estructura en Áreas de Salud Mental (ASM), consideradas demarcaciones territoriales, dotadas de los recursos asistenciales específicos suficientes para atender los problemas de salud mental de su población. El ASM es el 1 http://www.juntadeandalucia.es/servicioandaluzdesalud/principal/documentosAcc.asp?pagina=pr_GestCal_S M “espacio organizativo y de gestión” donde se garantiza la coordinación de todos los recursos disponibles en salud mental en ese territorio. Sin embargo, de esas demarcaciones territoriales, en la práctica, se excluye a la población reclusa. Por lo que todas estas previsiones organizativas adolecen de esta grandísima laguna. Y eso que la precaria situación de la sanidad en las prisiones es conocida suficientemente por la Junta de Andalucía, que lleva recibiendo quejas de su Institución desde el año 1998, de los Jueces de Vigilancia Penitenciaria y de los colectivos que trabajan con presos. Hasta ahora, nada se ha solucionado y, de hecho, dentro del Plan Integral se resalta como segundo punto en sus oportunidades de mejora “ La mejora en la atención a colectivos que presentan características singulares – inmigrantes, familiares de pacientes mentales, pacientes privados de libertad, pacientes sin hogar y otras bolsas de exclusión social–, es otra necesidad que debe ser abordada.” Todos los recursos asistenciales, rehabilitadores y de inserción para los enfermos mentales son distribuidos y gestionados por la Fundación Andaluza de Ayuda al Enfermo Metal (FAISEM). Dentro de los programas que desarrolla esta fundación de la Junta de Andalucía, merece especial atención el programa residencial. La composición del dispositivo del programa residencial es la siguiente2: a) Programa de apoyo domiciliario. b) Recursos supervisados: “piso” para menos de 10 pacientes y sin personal durante 24 horas. c) Recursos asistidos: “casa hogar” para entre 10 y 20 pacientes y con personal durante las 24 horas. d) Plazas residenciales generales. Estos recursos serían específicamente los que las personas con el perfil del que estamos hablando (sin acogida familiar ni medios económicos, muchos de ellos enfermos duales y sin relaciones con el exterior, reincidentes y sin seguimiento por parte de los servicios sanitarios comunitarios a su puesta en libertad. En la calle muchos de ellos indigentes y con formas de vida totalmente marginales) necesitan para poder disponer de un tratamiento digno y garantizar una alternativa a la prisión que les sacaría de su situación de exclusión y abandono. Sin embargo, y a pesar de que la propia institución los reconoce dentro de la posible topología de los usuarios con problemas de área residencial, se considera como criterio a exigir a los potenciales usuarios la existencia de un determinado nivel de gravedad. Personas con trastorno mental grave, básicamente diagnóstico de psicosis. Por tanto, ya de entrada el 40% de internos que padecen enfermedades mentales no graves (graves solamente el 8%) no disponen de ningún recurso público en este sentido. Pero de todas maneras tampoco estos anteriores recursos son válidos para el 8% de los presos con diagnósticos graves, ya que no se admiten a personas que presenten, de manera permanente, hábitos y/o trastornos de conducta que distorsionen gravemente la convivencia, ni a las personas 2 Fundación Andaluza para la Integración Social del Enfermo Mental de la Junta de Andalucía. Documento de trabajo 1. junio de 2005. “criterios para el desarrollo del programa residencial”. http://www.faisem.es/pagina.asp?id=105 con necesidades de atención sanitaria que no puedan prestarse habitualmente en régimen ambulatorio. A parte que otra exigencia importante es la de aceptar las condiciones económicas establecidas que suponen el pago del 75% de los ingresos mensuales del usuario. Y muchos de los enfermos mentales que se encuentran en prisión no tienen reconocida minusvalía suficiente para que se les estime una pensión por discapacidad, son drogodependientes y en cuanto que no existe ningún tratamiento para ellos en prisión, de entrada, no disponen de habilidades para una convivencia armoniosa con otros pacientes. Aparte de que los destinatarios de los recursos públicos existentes, hoy por hoy, no son los presos, tampoco es que exista una red suficiente que, aunque aceptara los perfiles de los que hablamos, pudiera ampararlos, ya que el servicio ofrecido por FAISEM durante el año 2004, último año al que hacen referencia en su documento de trabajo, supuso un total de 1.111 personas atendidas con diagnóstico de psicosis, mientras que la demanda fue de 2.125 personas. Es decir, que ni siquiera los recursos llegan a la mitad de los demandantes con enfermedades mentales graves de la comunidad andaluza. En base a todo lo anterior exponemos los siguientes FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO: Los artículos 15 y 43 de la Constitución española, que garantizan el derecho a la vida e integridad física así como el derecho a la protección de la salud. Encontrándose en el catálogo de derechos fundamentales, por lo que tiene un carácter absoluto y está entre aquellos que no pueden verse limitados por un pronunciamiento judicial alguno ni por ninguna pena. Por otra parte la Administración penitenciaria no solamente ha de cumplir el mandato constitucional con una mera inhibición respetuosa, negativa pues, sino que le es exigible una función activa para el cuidado de la vida, integridad corporal y, en suma, la salud de los hombres y mujeres separados de la sociedad por medio de privación de libertad (STC 120/1990, 11/1991; arts. 3 y 4 de la Ley General Penitenciaria y 5.3 de su reglamento).(F.J. 2º STC 48/1996). SEGUNDO: Las personas presas (art. 3.4 LOG; art. 4.2 a) RP) tienen derecho a que la administración penitenciaria vele por su vida, integridad y salud). Además a todos sin excepción se les dispensará una atención equivalente a la dispensada al conjunto de la población libre (art. 208.1 RP). TERCERO: Es de destacar de la Ley Orgánica 1/1979, de 26 de septiembre, General Penitenciaria el - Art. 36. 1. En cada Centro existirá al menos un médico general con conocimientos psiquiátricos, encargado de cuidar de la salud física y mental de los internos y de vigilar las condiciones de higiene y salubridad en el Establecimiento, el cual podrá, en su caso, solicitar la colaboración de especialistas. Igualmente habrá cuando menos un ayudante técnico sanitario y se dispondrá de los servicios de un médico odontólogo y del personal auxiliar adecuado. 2. Además de los servicios médicos de los Establecimientos, los internos podrán ser asistidos en las Instituciones hospitalarias y asistenciales de carácter penitenciario y, en casos de necesidad o de urgencia, en otros centros hospitalarios. 3. Los internos podrán solicitar a su costa los servicios médicos de profesionales ajenos a las Instituciones Penitenciarias, excepto cuando razones de seguridad aconsejen limitar este derecho». Según el art. 209.1.2º del Reglamento Penitenciario dedicado al modelo de atención sanitaria “La atención primaria se dispensará con medios propios de la Administración Penitenciaria o ajenos concertados por la misma. Los Establecimientos penitenciarios contarán con un equipo sanitario de atención primaria que estará integrado, al menos, por un médico general, un diplomado en enfermería y un auxiliar de enfermería. Se contará igualmente, de forma periódica, con un psiquiatra y un médico estomatólogo u odontólogo.” Respecto al reglamento penitenciario el Art. 207 establece que : .1.La asistencia sanitaria tendrá carácter integral y estará orientada tanto a la prevención como a la curación y la rehabilitación. Especial atención merecerá la prevención de las enfermedades transmisibles. 2. A tal efecto, la Administración Penitenciaria y las Administraciones sanitarias formalizarán los correspondientes convenios de colaboración en materia de salud pública y asistencia sanitaria, en los que se definirán los criterios generales de coordinación, protocolos, planes y procedimientos, así como la financiación a cargo de la Administración Penitenciaria de la asistencia mediante el pago de la parte proporcional, según la población reclusa, de los créditos fijados para estas atenciones, para cuyo cálculo se tendrá en cuenta el número de internos que estén afiliados a la Seguridad Social o que tengan derecho a la asistencia sanitaria gratuita. Ley de Salud de Andalucía (Ley 2/1998 de 15 de junio), que en su Art. 2 establece que las actuaciones sobre protección de la salud, se inspirarán en los siguientes principios: 1.- Universalización y equidad en los niveles de salud e igualdad efectiva en las condiciones de acceso al Sistema público sanitario de Andalucía. 2.- Consecución de la igualdad social y el equilibrio territorial en la prestación de los servicios sanitarios. 3.- Concepción integral de la salud, incluyendo actuaciones de promoción, educación sanitaria, prevención, asistencia y rehabilitación. Según el art. 6, los ciudadanos son titulares y disfrutan, con respecto a los servicios sanitarios públicos en Andalucía, de los siguientes derechos: al respeto a su personalidad, dignidad humana e intimidad, sin que puedan ser discriminados por razón alguna Existe un absoluto incumplimiento de dicha normativa, acarreando la desigualdad más absoluta en los derechos fundamentales a la vida, la protección de la salud y a la asistencia médica que la Constitución Española (arts. 15 y 43) garantiza a todos los ciudadanos sin excepción, sin que en ningún caso puedan ser limitados. Los presos son tratados como ciudadanos de segunda. Respecto a los convenios a los que hace referencia el Art. 207.2 del Reglamento Penitenciario en Andalucía, es de aplicación, y vincula jurídicamente, el Convenio marco de colaboración en materia penitenciaria entre la Junta de Andalucía y la Administración central de 23 de marzo de 1992. En muchos aspectos dicho convenio es inoperante, como bien usted sabe y ha denunciado en mucha ocasiones. Existen varias partes que no se han aplicado nunca, como son la atención especializada en régimen ambulatorio dentro de los centros penitenciarios. La reuniones de seguimiento del convenio prácticamente no existen, ni la elaboración del programa anual de colaboración, donde debería haberse previsto la resolución de esta problemática y las tareas a desempeñar por parte de la Consejería de Justicia y Administración Pública parece nunca se realizaron En cuanto a la asistencia, en concreto, la Cláusula Tercera (áreas de acción), punto 6. (área de atención sanitaria), del convenio de referencia, establece como obligación del SAS la atención especializada ambulatoria en los centros penitenciarios. Seguidamente a dicha asistencia ambulatoria, se establece que se tendrá especial atención a problemas de salud mental. La cláusula cuarta (formas de colaboración de las partes) punto 6. establece que “ la Consejería de Salud incluirá a los centros penitenciarios en los programas y campañas de medicina preventiva existentes en la Comunidad, considerándolos como una población de alto riesgo de atención preferente, y aportando los medios personales y materiales precisos para ello, incluyendo el área de salud mental” Ninguna de estas cláusulas se ha aplicado jamás. En desarrollo de este Convenio se aprobó el 29 de mayo de 2006 el “Acuerdo sectorial entre el Ministerio del Interior y la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, de la Junta de Andalucía, en materia de servicios sociales para personas con discapacidad internadas en establecimientos penitenciarios de Andalucía, al amparo de la cláusula octava del convenio marco de colaboración entre la Junta de Andalucía y el Ministerio de Justicia en materia penitenciaria, de 23 de marzo de 1992.” El ámbito de dicho Acuerdo es la atención a la población con discapacidad, ya sea por retraso mental, por enfermedad mental u otras deficiencias, internas en los centros penitenciarios andaluces. Y entre las obligaciones de las partes se establece estudiar, junto con FAISEM, y las direcciones de los centros penitenciarios, la situación actual de los programas de atención a necesidades de salud mental de la población reclusa; Estudiar con la administración penitenciaria qué actuaciones harían falta llevar a cabo en el seno de los centros penitenciarios para que las personas con discapacidad estén debidamente atendidas; Diseñar, realizar y analizar los resultados de un proyecto de investigación, por parte de FAISEM conjuntamente con las direcciones y profesionales de los centros penitenciarios, que permita contar con información precisa sobre necesidades de la población reclusa con enfermedad mental y alternativa de atención; y analizar la situación de cada persona con discapacidad y, en su caso, preparar junto con la Administración penitenciaria, los juzgados, el Ministerio Fiscal y los servicios sanitarios, su salida del centro penitenciario. Este acuerdo sectorial evidencia el conocimiento de la administración del grave problema del que hablamos. Sin embargo, a la fecha de realización de esta queja, un año después de su aprobación, aún no ha comenzado a ejecutarse. En su vitud, SOLICITO que tenga por presentado este escrito de queja y siendo admitido a trámite tome en consideración los motivos y fundamentos alegados. En Sevilla a 1 de mayo de 2007. FDO.: RAFAEL LARA BATLLERÍA