La idea de Internet como canalizadora de una audiencia activa y productora de contenidos, en lugar de consumidora y pasiva, tiene lógicamente en los medios de comunicación, junto a las denominadas industrias culturales (cine, música, televisión…), una de sus mayores representaciones. Tomando como precedentes los estudios de Bowman y Willis (2003: http://www.hypergene.net/wemedia/weblog.php), y la continuación de éstos de la mano de Dan Gillmor (2004: http://wethemedia.oreilly.com/), podemos configurar un entorno mediático donde el periodismo ciudadano comienza a emerger como el mayor reto periodístico del siglo XXI. Un reto que, precisamente, se puede enmarcar dentro de este grupo de trabajo, sobre todo en la medida en que representa la necesidad de redefinir el papel de los medios de comunicación, algunas reglas del juego periodístico (sobre todo las que apelan a trabajos de autoría compartida y a reconocer el nuevo “status” informativo de la audiencia) y sobre todo, a gestionar eficazmente una interactividad que debe entenderse más bien como una colaboración entre iguales. El periodismo ciudadano, pese a lo que pudiera pensarse debido al estado de evidente “moda” por el que atraviesa, apenas está dando sus primeros pasos. En cualquier caso, iniciativas como las crónicas móviles (http://www.cronicasmoviles.com.ar/), televisiones participativas por Internet como Mobuzz TV (http://www.mobuzztv.es/) y Current TV (http://www.current.tv/), o las numerosas crónicas de lectores desde blogs de medios y fuera de ellos, son algunos de los ejemplos que marcan caminos posibles. En esa línea pero llevando al extremo una ficción que cada día parece acercarse más a la realidad (conflictos legales de Google o la compra de YouTube), disponemos del brillante vídeo futurista de Robin Sloan y Matt Thompson, EPIC (http://www.unabvirtual.edu.co/epic/), que plantea una versión del “1984” de Orwell, con un mundo hiperconectado donde los contenidos son de todos y de nadie al mismo tiempo, con retribuciones para los productores de información en función de la valía de sus aportaciones, juzgadas y valoradas por el criterio social de la Red. Este modelo de sociedad, que en principio puede parecer lejano, tal vez esté más cerca de lo que parece, probablemente sólo esté pendiente de concretar bajo qué modelos de colaboración, negocio e información (elíjase el orden que se prefiera) puede desarrollarse plenamente.